Usar "cicerón" en una oración
cicerón oraciones de ejemplo
cicerón
1. de Cicerón en el asunto deCatilina
2. Y el émulo de Cicerón y de M
3. El pomposísimo Cicerón, en sus días de murria, cuando no tenía unreal, y se olvidaba de los
4. Esto ocurrió en aquel día, cuando el Cicerón de Algeciras,
5. teniéndole por un Cid enlas armas y por un Cicerón en la elocuencia
6. El tratado delas Leyes de Cicerón, que reproduce
7. Copérnico escribió en una carta al papa Pablo III: "Según Cicerón, Nicetas había creído que la Tierra estaba en movimiento
8. Esto ocurrió en aquel día, cuando el Cicerón de Algeciras, volviéndose hacia arriba con ademanes descompuestos y lengua balbuciente, gritó:
9. Nuevos rumores interrumpieron al orador, y Cicerón, después de acallarlos a golpes, recomendó a todos moderación
10. -Enérgico estás -dijo Cicerón con jovialidad-
11. El personaje a quien los de la Acacia daban el nombre de Cicerón, vivía en una hermosa casa a la extremidad de la calle de D
12. -¿Acabaste para mi sobrina? -preguntó Cicerón en un tono que indicaba la idea de las resoluciones categóricas
13. Su ubicación constituye un misterio, pero sabemos por las quejas de Cicerón que los vientos habituales de la ciudad difundían el hedor del pescado por el bajo Foro y la sede del Senado
14. No había necesidad de explicar a Cicerón quién era Crisógono, pues todo Roma conocía al infame administrador encargado de las listas, los libros y todos los detalles relativos a las proscripciones de Sila
15. Llegó por fin el último día del juicio en que Cicerón tenía que dirigir el discurso definitivo al jurado, y, junto al presidente del tribunal, estaba Lucio Cornelio Sila, sentado en su silla curul
16. Cicerón cruzó de arriba abajo el espacio ante el tribunal presidido por Fanio, sujetándose con la mano izquierda la toga sobre el hombro y el brazo derecho caído, pegado al cuerpo
17. Y, echándose a llorar, Cicerón profirió fuertes sollozos, se retorció las manos y encorvó el cuerpo en un paroxismo de dolor
18. Sila se puso en pie y se dirigió hacia donde estaba Cicerón, del que se apartaron los que le rodeaban
19. —Pues Atico se puso en contacto con Varrón Lúculo, quien expuso a Terencia las pretensiones de Cicerón; y, para sorpresa de Varrón, Terencia dijo que quería conocerle
20. Había oído hablar de su habilidad en los tribunales, y le dijo a Varrón Lúculo que estaba decidida a casarse con un hombre capaz de alcanzar fama, y que creía que Cicerón llegaría a ser famoso
21. Decía Atico en una misiva cursada hacia el final de la estancia de Cicerón en Sicilia:
22. Una pasadita de Cicerón no les viene mal a los señores que andan en la política
23. Algunos hicieron objeciones de poca monta, señalando que habría sido potestativo que pasase a la Asamblea centuriada para su ratificación, pero César, Hortensio y Cicerón afirmaron con toda firmeza que una asamblea de las tribus sólo podía ratificar medidas que afectasen a las tribus
24. Acababa de regresar a Roma cuando la delegación siciliana fue a ver a Cicerón en el mes de enero
25. —Yo sí —replicó Cicerón con lágrimas en los ojos—
26. —En ese caso, seguro que Cicerón no lo tiene preparado antes de octubre
27. Cicerón no estará listo para entonces, pero nosotros si
28. Pero no sabían que Cicerón estaba trabajando a toda velocidad; cuando se enteró de que Hortensio había solicitado juzgar a un ex prefecto de Aquea ante el tribunal de extorsiones, comprendió perfectamente los propósitos de Hortensio y sintió desánimo y desesperación
29. Y mientras Lucio Cicerón se dirigía al pórtico Emilia del puerto de Roma para hablar con los agentes navieros, Cicerón se encaminó a la casa del Quirinal en que se hospedaban sus clientes
30. Luego, en la Asamblea del pueblo, el hecho de que César fuese el cuestor elegido con más votos causó fuerte impresión en la conciencia de Cicerón
31. Después, transcurrido el día veintisiete del mes, Cicerón se vio elegido edil plebeyo con Marco Cesonio (sin relación con los Julios con cognomen de César), ambos pensaron que se avendrían bien y Cicerón se alegró en extremo de que su colega fuese un hombre muy rico
32. Pero Cicerón sabía cómo ganar el proceso contra Cayo Verres: lo único que necesitaba era un presidente de tribunal complaciente
33. No obstante, la mayoría lo ha comprendido, y en lo que a Cicerón y a mí respecta, es una bendición
34. De todos modos, parece ser que los viri capitales andaban por el bajo Foro en los días en que no había reuniones públicas ni sesiones del Senado y se hallaban cerrados los tribunales de los pretores, de manera que se viera alguna representación de la autoridad caso de que algún ciudadano necesitase protección o ayuda, según explica Cicerón en su pro Cluentio
35. —Entrar en el Senado no es un paso atrás —replicó Cicerón, al quite
36. ¿Cómo iba a retener en Arpinum a semejante prodigio? ¡Ni hablar! Hasta el nacimiento de Cicerón, el único hombre famoso de Arpinum había sido Cayo Mario, y los Tulios Cicerones se consideraban por encima de los Marios porque éstos no eran tan inteligentes
37. El presidente de junta leyó detenidamente las anotaciones bastante extensas de la orden de incorporación de Cicerón y le miró de hito en hito
38. —Curiosa sentencia, ¿no crees? —dijo Cicerón con un estremecimiento
39. —¡Esto ya está mejor! —dijo Cicerón sonriente, animándose—
40. Recordando aquella primera noche en la tienda con los cadetes, con la ventaja de la distancia del tiempo y la edad, lo que más chocó a Cicerón fue el modo espontáneo y sin tapujos con que Pompeyo le ayudó sin decir que era su protegido y el hecho de que no le atormentasen por su aspecto físico
41. Quizá por eso le había gustado Cicerón, que no era nada tonto y menos aún persona inclinada a imponer limitaciones
42. Cicerón y Pompeyo hijo, que escuchaban desde un rincón, se miraron mutuamente
43. —Ven conmigo —dijo a Cicerón, salvando los escalones y sentándose en la silla curul, sin haberse despojado de la coraza y el casco de general, aunque con una capa púrpura en lugar de la roja de general
44. Cicerón se apresuró a dejar el montón de tablillas que llevaba en una mesa junto a la banqueta y tomó también asiento, con una tablilla en el regazo y estilo de hueso en mano
45. Allí mismo, al pie del tribunal, se ejecutaron todas las sentencias, mientras el aterrado Cicerón, dominando sus ascos por el método de fijar la vista en la tablilla que tenía en el regazo, garabateaba signos ininteligibles en la cera
46. Cicerón apretó el paso, pero le quedaba algo por decir
47. —¿Qué vas a hacer? —inquirió Cicerón al avistar los cipreses que rodeaban las casetas del gremio de enterradores
48. Pero Pompeyo y Cicerón se encontraron a su vuelta la villa tranquila y en silencio, como si estuviera deshabitada
49. Cicerón había prestado servicios en Sicilia en 75 a
50. , fue naturalmente a Cicerón a quien apelaron los sicilianos