1.
Ella seguía caminando, seguía riendo, se quitó la blusa que dejó flotar en
2.
Tantea la blusa que lleva puesta y
3.
Las dos, calzadas con limpias alpargatas y vistiendo la tradicional indumentaria de falda amplia “pancho” azul, blusa de descote redondo, sombrero de jipa y pañolón de flecos, se presentaron las mujeres al requerimiento del Juez
4.
quita los botones de la blusa de seda,
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blusa, que saltaban por entre las llamascomo si tal cosa, sacudiéndose las chispas como los
6.
lasescopetas a centenares y el tirador de chaqué disparaba junto alaficionado de blusa
7.
hombre era un santo! Lo mismo decían los queestaban en la antesala, gente menuda, con blusa
8.
Vestía de blusa, pues la
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El que le hablaba era el guardavía, un mocetón de blusa azul coniniciales rojas
10.
La fiebre levantina enloquecía a los nietos de los rífenos, y eranmuchos los que, con la blusa
11.
Escondiolo el chino en unpliegue de su blusa, y prosiguió
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Caseros con blusa
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burras de leche, traperos, cocineras,albañiles con blusa y tartera,
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los sacos que descargaban cerca delas muelas, hasta el molinero mismo con su larga blusa siempre
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trituramiento delgrano en la tolva, siente que le tiran de la blusa
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hora de arrancarse la toga y ponerse la blusa del operador
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desabrochólos botones de la blusa, dejando en libertad los senos,
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Luego vió su pecho cubiertopor el paño azul de una blusa vieja de
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veía solo, en blusa azul y gorra, conlos codos sobre la
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blusa y calzón ancho, viven felices, con tanto aire yclaridad, en
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manosen los bolsillos de la blusa azul
22.
El guardia civilresucitaba bajo su blusa
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pan losdesgraciados de blusa?
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—Ahí va la honra del mundo; un trabajador bueno; un hombre de blusa
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El Sena comienza a helarse, y envez de la blusa, yo quisiera
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Un cinturón con revólver y su blusa estaban sobre una silla
27.
Aqueldía estaba vestida de fiesta: llevaba una blusa clara,
28.
En cambio el cochero, con su blusa azul formando globo alrededor de unvientre
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la Cruz de Guerra puesta en el pecho de la blusa
30.
blusa y el pantalón de pana de lospayeses
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puesto unaancha blusa encima del traje y cubría su cabeza
32.
todomanjar, los demás invitados de blusa en vez de frac, y no
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mantón al redondel; otra, por ser más,añadía la blusa y el corsé; otra llegaba a
34.
Bajo la blusa, el vientre
35.
Se guardó el cigarro bajo la blusa, y el recuerdo de este compañero, quea aquellas
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su traje predilecto yen el ojal de la blusa llevaba un hermoso
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—Era el hombre de blusa del día anterior
38.
Nora puso rígidos los dedos y se los quiso clavar en los ojos, pero él desvió el golpe y le dio un puñetazo en un lado de la cabeza, mientras cogía su blusa con la otra mano y hacía saltar los botones del cuello
39.
Bajo una blusa manchada por resinas raras, caídas de las lonas, su busto parecía menos firme, y mal sosnían el barniz unas uñas rotas por el constante agarrarse de algo que nos impusiera la vida en una cubierta atestada de baldes y barriles, del galpón flotante que había sido nuestro barco
40.
Por las casas del monte Chaparral, en el camino de Hontoba, apareció asesinado el río Tirso el Pimentonero, que era de Valtablado del Río y que por presumir, nada más que por presumir, gastaba blusa de tratante en puercos
41.
Los cambios de indumentaria no eran difíciles: unos pantalones cortos y una blusa abierta por debajo de uno de los complicados vestidos que le gustaban a lady Stubbs
42.
Mary se anudó las cintas de la blusa y acostó con cuidado al niño
43.
Ahora, en el cuarto de baño, mientras me desabrocho la blusa y me bajo la cremallera de la falda, grito:
44.
Poirot y Japp se marcharon, seguidos por el joven agente, y un instante después Barbara Amory entró por la puerta de la galería, vestida con unos pantalones claros y una blusa rosada
45.
Cubría su cuerpo delgado con una falda y chaqueta de lana y una blusa de seda gris, y llevaba el sombrero encasquetado en su bien formada cabeza
46.
Con lentitud y cierta torpeza, porque le temblaban las manos, abrió uno por uno los botones de su blusa y descubrió el hueco tibio de sus axilas, la curva de sus hombros, los senos pequeños y la nuez de sus pezones, tal como los había intuido al sentir su roce en la espalda cuando viajaban en la moto, al verla inclinada sobre la mesa de diagramación, al estrecharla en el abrazo de un beso inolvidable
47.
Ella tenía la cara estragada, nada quedaba de su maquillaje y eran visibles las finas cicatrices de su cirugía plástica, sus ojos estaban hinchados, el pelo lacio de sudor y la blusa arrugada
48.
Sólo el sudor que le empapaba la blusa delataba el tremendo esfuerzo que le costaba cada paso
49.
Ella lo recibió sin mirarlo y se lo puso, ocultándolo bajo la blusa
50.
La mirada del agente-yo se posa en el cargamento interior de la blusa de Magda, en su regazo dilatado, y este agente dice:
51.
Se está poniendo otra vez la blusa, subiéndose las medias
52.
En la casa, Blanca andaba con delantal y alpargatas, confundiéndose con la escasa servidumbre que quedaba, y para salir usaba su mismo traje negro planchado y vuelto a planchar, con su blusa de seda blanca
53.
Sobre una blusa con chorreras lucía una casaca de brillos argénteos de cuyas mangas sobresalían las puñetas de la camisa; sus muslos los cubrían unas calzas gris perla ajustadas y cerradas en las corvas, bajo las rodillas, por unos cintillos de diversos colores, y sus pantorrillas las protegía con unas medias blancas que, embutidas en unos pequeños chapines de charol con tacón y hebillas de plata, completaban el atuendo
54.
El galeno abotonó la blusa de Catalina y los tres hombres salieron de la estancia
55.
¿Y esa blusa?, le preguntó Ignacio
56.
La tomó entre sus brazos y la besó; en tanto él se dirigía a la galería del patio interior, la muchacha se quitaba la blusa y se soltaba el sujetador; cuando estuvo segura que había salido se dirigió a la puerta
57.
La intrusa vestía falda azul marino, blusa blanca, rebeca azul pálido y un ancho cinturón negro, llevaba una mantilla que le ocultaba el rostro y un saco de cuero en bandolera
58.
Se quitó la blusa, se puso el sujetador, una especie de prenda deportiva de una sola pieza, se lo ajustó, se puso de nuevo la blusa, se la abrochó y la introdujo en los vaqueros
59.
Completamente de acuerdo con viajar a la tarde, en la tercera clase del "Bahiano", vestido con una blusa marinera, pues en el mismo barco iba Siete-Vueltas
60.
Se sentó, cruzando las piernas desnudas y con la blusa medio abierta
61.
Al final, dijo que Karima había guardado en la maletita un par de pantalones, una blusa y unas bragas; no llevaba sujetador
62.
—Pues mira, Fazio, cuando hoy la hemos visto, no llevaba sujetador, y la blusa y el jersey habían desaparecido
63.
Pip los contemplaba distraídamente a su paso y he aquí que, de improviso, vio una blusa azul confeccionada con un género corriente
64.
Mas no fue la blusa lo que le produjo tal sorpresa ¡sino los botones cosidos en ella!
65.
Y sacándose el botón del bolsillo, acercóse al tendedero para compararlo con los botones de la blusa
66.
La señora Bethany se paseaba por la clase lentamente, y la luz de la tarde se reflejaba en el broche de oro que llevaba prendido al cuello de la blusa de encaje
67.
Se dejó abrochar los pequeños botones de perlas de la blusa, y miró a Elliott con asombro mientras él le ajustaba la falda de color rosado
68.
–Como una cita siempre y cuando te pongas esa blusa que tanto me gusta, la de los corazones y las mangas transparentes
69.
Componíase de una blusa en cuyas mangas, a falta de charreteras, mostraban la arbitraria graduación del guerrillero, galones diversos de plata y oro, puestos con arte y aun con cierta [276] elegancia
70.
Raya llevaba unos vaqueros negros y una blusa blanca con el cuello abierto
71.
La muchacha se combó hacia atrás y el huevo, cual un ínfimo equilibrista, recorrió cada centímetro de la tela de su blusa y falda hasta irse a apañar en las palmas de Mario
72.
Y ahora, como si ambos estuvieran danzando al compás de una música secreta, ella entreabrió el escote de su blusa y Mario hizo resbalar el huevo entre sus tetas
73.
Beatriz desprendió su cinturón, levantó la asfixiante prenda, y el huevo fue a reventar al suelo, cuando la chica tiró de la blusa sobre su cabeza y expuso el dorso dorado por la lámpara de petróleo
74.
Los exámenes para las aspirantes a becarias estaban fijados en Radcliffe para comienzos de marzo; la víspera del día fatal, Florentina abrió el cajón inferior del armario y sacó su blusa favorita
75.
Dominaba en la concurrencia la humanidad de chaqueta o blusa, y el recinto lúgubre y los fríos patios, embaldosados de rotas lápidas mortuorias, se animaban con tanto ruido de pisadas enérgicas y de vivo lenguaje
76.
–Pero los botones de la blusa son dorados
77.
Deborah juntó los bordes de su blusa, mientras se dirigía a las ventanas francesas
78.
Vestía un traje de seda azul marino y una blusa de seda marfil, y llevaba un pequeño maletín de cuero negro
79.
Cuanto más alto estaba el sol, más calor hacía, y la blusa hawaiana de Bev estaba empapada de sudor
80.
Y mientras él desabrochaba la blusa de la mujer, se acercó más a él
81.
Luego acompañó a Casey al lavabo y le indicó cómo ponerse el micrófono debajo de la blusa, pasando el cable por debajo del sujetador
82.
Llevaba traje de chaqueta beige y blusa de seda crema y se había recogido el pelo en la nuca
83.
Vestía su excelencia blusa negra y naguas moradas y rumiaba la cena en un sillón de cuero detrás del mostrador de la cantina
84.
Vivian también se quitó la blusa y los pantalones cortos
85.
Vivian se quedó petrificada, con las manos aferradas a la blusa
86.
Langdon ya había decidido que los shorts y la blusa de Vittoria sólo abultaban donde debían
87.
Los oscuros pantalones de gaucho de Sophia y otras cosas blancas y con volantes de las que no sabía el nombre se unieron a la blusa, encima del grueso arbusto, unos segundos después
88.
Recuerda que ella llevaba una blusa blanca sin mangas y que sus brazos eran gordos y estaban cubiertos de pecas
89.
Había hecho un esfuerzo para arreglarse (pantalones blancos, una blusa de seda roja, el cuello bronceado y sin arrugas a la vista) y era difícil no notar que estaba tentándome para que la mirase, para que reconociese el hecho de que seguía siendo hermosa
90.
Se acercó a ella, la cogió por los hombros y la besó en el seno a través de la fina tela de la blusa
91.
Se subió los pantalones y fue dando tumbos hasta donde estaba tirada su blusa y la recogió del suelo
92.
Y con ese gesto imperativo que tienen los magistrados, el juez llevó a su sobrino afuera y lo obligó, con su blusa de trabajo y descubierto como estaba, a escucharlo mientras caminaban por la calle de Lombards
93.
El mayor, el conde Clemente de Negrepelisse, entraba ya en el decimosexto año de su vida, y hacía ya dos años que había dejado de llevar la bonita blusa que aún llevaba su hermano el vizconde Camilo de Espard
94.
Ella asintió con resignación, se sacó el micrófono de la blusa y se puso en pie
95.
Y luego míralo a él, al estudioso, no muy alto, sonrisa triste, con escamas de caspa, nada que objetar, aunque lo haya, hermosas manos, eso sí, manos delgadas y pálidas que parecen inevitablemente unidas al mentón en las fotos de rigor, manos hermosas, todo el resto poco agraciado, haz un esfuerzo, Gould, e intenta ver desnudo a alguien así, es importante que lo veas desnudo, créeme, blancuzco y fofo, con musculatura evanescente y en mitad de las ingles modestos atributos, ¿qué posibilidades puede tener un animal macho como ése en la lucha cotidiana por el apareamiento?, escasas posibilidades, modestas, sin discusión, y así sería, en efecto, si no fuera porque la idea artificial ha transformado a ese animal destinado a la extinción en un luchador y, a largo plazo, en jefe de la manada, con un buen portafolios de cuero y con paso convertido en una estetizante cojera ficticia, que ahora, si te fijas bien, baja la escalinata de la universidad y al que se acerca una estudiante que, con timidez, se presenta y mientras habla baja con él hasta la calle y luego por la pendiente de una amistad cada vez más pegajosa, que da asco sólo pensarlo, pero que es útil observar, hasta el fondo, por muy repugnante que sea, útil estudiar, aprehendiéndola hasta el apoteósico final cuando en el estudio de ella, una habitación alquilada con una gran cama y una manta peruana, él consigue subir, con su portafolios y sus escamas de caspa, con la excusa de corregir una bibliografía, y tras horas de agotador cortejo furtivo, disuelve la tardía resistencia de la muchacha con las pinzas y el bisturí de su idea artificial y, en virtud de una pequeña columna que desde hace algunas semanas tiene en una revista, encuentra el valor, y en cierto modo el derecho, para apoyar una mano, una de sus hermosísimas manos, sobre la piel de esa muchacha, una piel que ningún destino le habría entregado nunca, pero que ahora su idea artificial le ofrenda, junto con esa blusa que se abre, con la lengua que irracionalmente cierra sus delgados labios grisáceos, con la respiración femenina jadeante en sus orejas, y la imagen deslumbrante de una mano joven, bronceada y hermosa, cerrada sobre su miembro, increíble
96.
Pero cuánto quiero a aquella chiquilla que por las noches, con la pluma en la mano, corrompía a las familias, y mataba a los caniches con pesticida, y se desgarraba la blusa delante de contables cachondos
97.
– […] dos chicas que han venido de San Sebastián, que la menor tiene diez y seis años y San Sebastián, que la menor tiene dieciséis años y está bien con un hombre de sesenta […] y el escritor está liada con un hombre de sesenta [-I Y el joven […] con una blusa descotada
98.
escritor joven […] con una blusa escotada
99.
Mueven las caderas y no saben qué hormigueo ponen, desde las ingles hasta la lengua, cuando se les pronuncian, en el roce y en los diecisiete años, los dos remates bajo la blusa
100.
La blusa estaba un poco abierta en el cuello y podía entrever la curva de sus pechos