1.
dice que ante una imposición de orden brutal, la única
2.
Tú has sabido vencer esa feroz y brutal curiosidad quepudiera impulsarte a presenciar mi muerte, porque has adivinado quedegradándome a mí, te degradabas a tí mismo
3.
brutal que se cierne sobre las cogniciones mediadas por el tacto
4.
Los años de 1848 y 1849 se caracterizaron, a causa del ciclo recesivo de la economía europea, por una caída en el precio y la exportación del café, un alza en la venta de fincas para saldar las obligaciones adquiridas y una brutal contracción crediticia, que afectó no sólo el préstamo de metálico, sino, también, el financiamiento anual de la producción cafetalera
5.
brutal que no tiene perdón, fuesen las quefuesen las traiciones é infidelidades de la
6.
que quierodecir y en qué forma brutal se hizo la luz
7.
hombre maduro, lahumillación indigna, la reprensión inmotivada, el atropello brutal dequien se
8.
de aplastamiento, de brutal cansancio
9.
losesclavos ó las mujeres siervas de su brutal marido: monda el trigo,muele los minerales, tritura la cal
10.
creados y losdetiene en su furioso triturar cuando ha concluído la tarea; sinembargo, tiembla ante esa fuerza brutal que ha dominado
11.
Los mayores peligros de un corazon puro noestan en el brutal aliciente de las pasiones
12.
pensamientoasí expresado era la fórmula brutal, pero exacta y
13.
El infeliz escuchó con indecible espanto la brutal revelación
14.
inculto y brutal, con el egoísmo de la ignoranciapodía incurrir
15.
Pues bien, apesar de lo brutal y desvergonzadode la broma, las bondadosas
16.
ásperas dela furia libertina, cuando entre la música de las charangas, entre elestridor brutal de los
17.
fuertes para condenar el brutal proceder de la chica
18.
brutal, enloquecido por el vino y la lujuria, lamantuvo prisionera
19.
En esto, un trompetazo desgarrador, insolente, brutal, cortó el ambientede músicas sensuales y
20.
conmover con la imitación exacta y brutal de lascosas reales dista mucho de ser
21.
entre mi bien amado y yo: ¡elcampesino rústico y brutal que la reclamaba con el
22.
analogía, la vida brutal del que quiere indemnizarse en diez días
23.
Cuando acababa de surgir entera e imperiosa la brutal decisión entre lascontinuas
24.
la brutal existencia del hombre apenas posesionado del mundo,en lucha perpetua con
25.
conoció el trato brutal de la policía, la inconsciencia delos
26.
civiles, y que espera de laciencia lo que otros aguardan de la fuerza brutal; es, en una
27.
brutal capaz de los mayores y más culpables excesos, capazdel suicidio
28.
reunió suficiente información abatieron el movimiento con fuerza brutal
29.
La pasión es un nivel brutal que iguala a todos los hombres
30.
exagerando las soluciones, conun ardor autoritario y brutal muy
31.
trabajo servil en la tierra del señor, el despojo brutal por losalcabaleros del rey, para que
32.
realidad de lascosas, y un rigor extremado y brutal para
33.
La pasión brutal del banquero por la Amparo había crecido mucho en losúltimos tiempos
34.
El golpe brutal que él la diera entonces con la bota en el vientre, y elalarido de la
35.
El brutal desengaño que sufriera, días antes, al presentarse en lareunión, habíale
36.
una instrucción que denada le servía, falto de la fuerza brutal con que se ganaban el
37.
vicio; Burni era glotón y brutal; Albizu no pensabamas que en la elegancia y en las mujeres; y
38.
Tan brutal energúmeno
39.
brutal encarnizamiento de la suerte que unasuprema piedad de la Providencia
40.
brutal franqueza había helado la florecilla azul de un ásperofrío de invierno
41.
brutal que traería forzosamente unaseparación? En otros
42.
brutal, una satisfacción de padrecariñoso hasta la ferocidad
43.
brutal y el rostro marchito por la enfermedad, el terror y eldolor
44.
brutal deocultas asperezas; luego un choque en el abdomen, que
45.
ambición noble y encerrándoles en el círculo de unaexistencia mecánica, brutal y tenebrosa
46.
inocencia; el afeminado, culto;el brutal e intratable, brioso y
47.
en el empeño brutal, y queya no eran nuevos para ellos esos
48.
un instrumento brutal para funcionar en días deescándalo y griterío
49.
envenenamiento de aguas, y la parte que tuvoen esta brutal creencia la bendita y entonces
50.
sucediendo a la claridad brutal y a laconfusa batahola del fondín, convidando estaban a apacible
51.
—¡Y ahora—pronunció Artegui, con la brutal curiosidad de unos dedosque abren a viva
52.
Al encontrarse en la calle comprendió su falta brutal deatención
53.
Avanzó contra el viento, conservando el equilibrio a la vez que compensaba la fuerza brutal que lo empujaba lejos del borde del precipicio
54.
Hubo un cambio brutal al pasar de la ciudad moderna, flamante, a la ciudad antigua de piedra, con sus tradiciones: en el mercado tibetano, la carne de yak estaba expuesta al aire libre
55.
Los crueles y astutos ojos del Cid miraban desde su brutal rostro a los tres prisioneros
56.
—En cualquier caso, hasta a mí me asusta lo brutal del cambio —prosiguió Eiji, después de una pausa dramática—
57.
Los motores impulsaron a la Kalevala con una aceleración brutal, mientras los generadores de gravedad cuidaban de que sus ocupantes no quedaran reducidos a papilla
58.
La represión es brutal y su vida corre peligro
59.
Uno se encuentra allí, separado por esa brutal rejilla, oyendo los gemidos y las quejas de la gente, el llanto de los niños
60.
Por supuesto, no consiguió animar a nadie, no como mínimo en aquellas primeras horas, cuando ni uno solo de los hechos que ocurría en el hemiciclo -ni siquiera el hecho de que la autoridad militar anunciada no llegase, ni siquiera el hecho de que los asaltantes hubieran permitido la salida del Congreso a quienes no ostentasen la condición de parlamentarios- servía para apaciguar el desasosiego de los diputados: durante mucho rato el cataclismo pareció ineludible y los nervios, la rabia y el comportamiento brutal de los guardias civiles no amainaron, y hacia las siete y media, después de que el parpadeo repetido de la iluminación de la sala hiciera temer a los secuestradores un corte deliberado del fluido eléctrico que fuese el prólogo de un intento de sacarlos del Congreso por la fuerza, el teniente coronel Tejero redobló la vigilancia de los accesos al hemiciclo y exigió a voz en grito a sus hombres que en caso de apagón hicieran fuego al menor roce o movimiento extraño, y acto seguido ordenó descuartizar algunas sillas para armar frente a la tribuna de oradores una pira con que suplir la posible falta de luz, cosa que propagó un escalofrío entre los diputados, convencidos de que una hoguera provocaría el incendio automático de aquel recinto tapizado de gruesas alfombras y maderas nobles
61.
Era una bomba, y a punto estuvo de estallarle en las manos: había tomado aquella decisión salvaje porque sus triunfos le habían dotado de una confianza absoluta en sí mismo y, aunque esperaba que la sacudida en el ejército sería brutal y que habría protestas y amenazas y tal vez amagos de rebelión, la realidad superó sus peores presagios, y en algunos momentos, durante los cuatro días de locos que siguieron al Sábado Santo, Suárez quizá pensó en más de un momento que había sobrevalorado sus fuerzas y que el golpe de estado era inevitable, hasta que al quinto tradujo de nuevo en beneficio propio la catástrofe anunciada: presionó hasta el límite a Carrillo y éste consiguió que el partido renunciara públicamente a algunos de sus símbolos y aceptara todos los que el ejército consideraba amenazados con su legalización: la monarquía, la unidad de la patria y la bandera rojigualda
62.
Aquella noche en él, sí, aquellas raíces oscuras y enmarañadas que lo ataban a esa tierra espléndida y aterradora, a sus días ardientes y a sus noches rápidas que embargaban el alma, y que había sido como una segunda vida, más verdadera quizá bajo las apariencias cotidianas de la primera y cuya historia estaba hecha de una serie de deseos oscuros y de sensaciones poderosas e indescriptibles, el olor de las escuelas, de las caballerizas del barrio, de la lejía en las manos de su madre, de los jazmines y la madreselva en los barrios altos, de las páginas del diccionario y de los libros devorados, y el olor agrio de los retretes de su casa o de la quincallería, el de las grandes aulas frías, donde a veces entraba solo, antes o después de las clases, el calor de sus compañeros preferidos, el olor a lana caliente y a deyecciones que arrastraba Didier, o el del agua de colonia con que la madre de Marconi, el alto, lo rociaba abundantemente y que le daba ganas, en el banco de su clase, de acercarse todavía más a su amigo, el perfume del lápiz de labios que Pierre había robado a una de sus tías y que olían entre ellos, perturbados e inquietos como los perros que entran en una casa donde ha pasado una hembra perseguida, imaginando que la mujer era ese bloque de perfume dulzón de bergamota y crema que, en el mundo brutal de gritos, transpiración y polvo, les traía la revelación de un universo refinado{178} y delicado, con su indecible seducción, del que ni siquiera las groserías que lanzaban a propósito del lápiz de labios llegaba a defenderlos, y el amor de los cuerpos desde su más tierna infancia, de su belleza, que le hacía reír de felicidad en las playas, de su tibieza, que lo atraía constantemente, sin idea precisa, animalmente, no para poseerlos, cosa que no sabía hacer, sino simplemente para entrar en su irradiación, apoyar su hombro contra el hombro del compañero y casi desfallecer cuando la mano de una mujer en un tranvía atestado tocaba durante un momento la suya, el deseo, sí, de vivir, de vivir aún más, de mezclarse a lo que de más cálido tenía la tierra, lo que sin saberlo esperaba de su madre y que no obtenía o tal vez no se atrevía a obtener y que encontraba en el perro Brillant cuando se tendía junto a él al sol y respiraba su fuerte olor a pelos, o en los olores más fuertes o más animales en los que el calor terrible de la vida se conservaba, pese a todo, para él, y del que no podía prescindir
63.
Se aferraron como buenamente pudieron a los juncos, abrazándose a las armas desesperadamente, subiendo y bajando con una angustiosa sensación de vacío en el estómago, conscientes de su total y absoluta impotencia frente al brutal salvajismo de la Naturaleza desmandada
64.
Abajo, el brutal padre la besó antes de entregarla a los dos hombres
65.
Mas era una fuerza brutal y ciega, que ignoraba la idea, de la cual recibía tan vigoroso impulso
66.
—Si, tal como dice el señor Jefferson, el señor Gaskell y la señora Jefferson tienen cubiertas sus necesidades y perciben una buena renta, no es probable que se metieran a cometer un asesinato tan brutal —alegó Harper
67.
No creo que un ser tan delicado pudiera ser autor de un crimen tan brutal
68.
-¡Pues que se cumpla! –sentenció su conductor con fruición brutal
69.
Sintió las correas incrustadas en los tobillos y en las muñecas, la descarga brutal, los tendones rotos, las voces insultando, exigiendo nombres, los gritos inolvidables de Ana supliciada a su lado y de los otros, colgados de los brazos en el patio
70.
Un antiguo remedio contra la impotencia consistía en frotar mostaza en el miembro masculino, método de persuasión algo brutal, a mi parecer
71.
Cada vez aprieta más, cada vez el placer es más largo y brutal, hasta que finalmente lo mata
72.
Andaba desesperado de amor, encendido por un calor brutal e incomprensible, asustado del tambor de su corazón, de la miel pegajosa en su saco de dormir, de los sueños turbulentos y de las sorpresas de su cuerpo; se le estiraban los huesos, le aparecían músculos, le crecían vellos y se le cocinaba la sangre en una calentura pertinaz
73.
Ninguno de los dos pidió acabar con esa lucha brutal
74.
El príncipe soltó su arma y los dos jóvenes retrocedieron hacia las ruinas del edificio, mientras Tex Armadillo se las arreglaba para subir al helicóptero arrastrando a Nadia, a quien lanzó adentro con su fuerza brutal
75.
Se desprendió con brutal esfuerzo de las figuras maléficas que lo atacaban y dio unos pasos en la habitación
76.
Esta proposición fue una sacudida brutal para la vanidad del joven
77.
Un centinela tocó la corneta y, con un esfuerzo brutal, los que podían ponerse de pie se formaron para saludar al capitán general
78.
Las desgracias la habían espiritualizado y la edad y la falta de amor por su marido, la habían llevado a considerar el sexo como un pasatiempo algo brutal, que le dejaba adoloridas las coyunturas y producía desorden en el mobiliario
79.
No había razón para desearla en esa forma descomedida y brutal que me sumía en la desesperación y el ridículo
80.
Por la mente de Catalina pasó la imagen de la brutal escena vivida en la bodega del palacio, pero nada dijo al ama y cambió de conversación
81.
Con todo el peso de su cuer-po empujó el fusil con la bayoneta calada, la ensartó en el vientre de su atacante y luego la levantó con un esfuerzo brutal
82.
El impacto fue brutal, el pedrusco destrozó el carromato partiendo las ruedas delanteras, tumbando los percherones cuyas yugadas estaban sujetas a las varas del carro, quedando aprisionadas las piernas del carretero entre el eje de la plataforma, destrozada por la piedra, y el suelo
83.
En esos momentos, Julio Carrión, que siempre quiso a su madre, se odiaba a sí mismo por su debilidad, la incapacidad para respetar sus propias normas, el vacío triunfante, brutal, que asfixiaba su memoria cuando todo iba bien, cuando podía quererse a sí mismo sin dejar de querer a Teresa porque lograba no acordarse de ella, vivir en un mundo donde ella nunca había vivido, donde nunca había sido la mujer que fue, ni él su hijo
84.
Aquella historia española parecía escrita en el brutal presentimiento del estado de ánimo con el que yo acudiría a su representación, y sin embargo, nada de lo que había visto o escuchado sobre el escenario me emocionó tanto como ver salir a Berta, vestida y sin maquillar, por la puerta donde la esperaba desde hacía poco más de un cuarto de hora
85.
La verdad no era sólo demasiado fea, demasiado brutal, y sucia, y amarga
86.
Pero a veces los afectos, los objetos, se rompen de una manera brutal
87.
El reconocimiento, tanto de los diputados en la Cámara Federal o en la estadual, cuanto del Intendente y de los consejeros municipales, sólo podría descontarse luego de una victoria brutal, aplastante
88.
El cúter dejó la órbita con una aceleración brutal y, en poco más de un día, Blake vio su destino en las pantallas de la cabina
89.
Mientras, Sandor calculaba la distancia y seguía ganando altura, con una coordinación perfecta de manos y pies… Pero lo único que veía era a Esvandiary en la ventana de la oficina, y él todavía estaba furioso por la paliza brutal que varios hombres armados, cumpliendo las órdenes de un cobarde, le habían administrado a Ayre
90.
Uno de los hombres que había a su lado le propinó un empujón tan brutal que le hizo caer al suelo
91.
La multitud subía y bajaba, abría alacenas, rompía tapices, volcaba sofás y sillones, creyendo encontrar tras alguno de estos muebles al objeto de su ira; violentaba las puertas a puñetazos; hacía trizas a puntapiés los biombos pintados; desahogaba su indignación en inocentes vasos de China; esparcía lujosos uniformes por el suelo, desgarraba ropas, miraba con estúpido asombro su espantosa faz en los espejos, y después los rompía; llevaba a la boca los restos de cena que existían aún calientes en la mesa del comedor; se arrojaba sobre los finos muebles para quebrarlos, escupía en los cuadros de Goya, golpeaba todo por el simple placer de descargar sus puños en alguna parte; tenía la voluptuosidad de la destrucción, el brutal instinto tan propio de los niños por la edad como de los que lo son por la ignorancia; rompía con fruición los objetos de arte, como rompe el rapaz en su despecho la cartilla que no entiende; y en esta tarea de exterminio la terrible fiera empleaba a la vez y en espantosa coalición todas sus herramientas, las manos, las patas, las garras, las uñas y los dientes, repartiendo puñetazos, patadas, coces, rasguños, dentelladas, testarazos y mordiscos
92.
Era un sentimiento del linaje de la envidia, Andrés; pero mucho, muchísimo más fuerte; era el egoísmo llevado al extremo de preferir la conservación propia a la existencia de todo el resto de la humana familia; era una aspiración brutal a aislarme en el centro del planeta devastado, arrojando a todos los demás al abismo, para quedarme solo con mi hija; era un vivísimo deseo de cortar todas las manos que quisieran asirse a la tabla en que los dos flotábamos sobre las embravecidas olas
93.
Y aquel hombre terrible, que era Presidente de derecho del pavoroso tribunal, y de hecho fiscal, y el tribunal entero; aquel hombre, de cuya vanidad sanguinaria y brutal ignorancia dependía la vida y la muerte de miles de infelices, se levantó y se fue a comer
94.
Según esta, lo que había pasado a Sor Teodora, las infernales palabras que había oído, aquel brutal hombre que delante de sí había visto, horrorizándola con su delirio, no eran otra cosa que un castigo providencial por su detestable afición a las guerras religiosas
95.
Hay otra manera más brutal de decir lo mismo
96.
Pero la más brutal es decir que tiene miedo: miedo de escribir, miedo de las mujeres
97.
La brutal audacia del crimen hará que la facción del Senado que apoya a Yugurta no proteste
98.
Faltara a todas las exigencias de la Historia el buen Cordero, si omitiera lo que se dijo de envenenamiento de aguas, y la parte que tuvo en esta brutal creencia la bendita y entonces malhadada tierra de San Ignacio
99.
La Monarquía tradicional tuvo y tiene [43] en él un acérrimo defensor; pero no quiere el brutal absolutismo, con su siniestro cortejo de verdugos e inquisidores, como lo soñaron D
100.
Su respiración se convirtió en un estertor; se cerraron sus-ojos por efecto del brutal placer que experimentaba en un casi ininterrumpido espasmo de la emisión