1.
Enrojecidas quedaron las amuras de la vieja embarcación, conturbados los semblantes, horrorizadas las almas, jadeantes los ejecutores y estremecido el ambiente, con las estériles demandas de clemencia
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imploraba la clemencia de sus dos rivales,quienes por su parte
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en tono de clemencia
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Juzgado Guerrero de Aguilar por su delito, ninguna clemencia tuvieronpara él los
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"No es esta la respuesta, decian, por la cual se ha de entrar á la clemencia del Rey
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clemencia, pues la pobre esuna criaturita tierna y débil, y los golpes pudieranconcluir
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todo eso, y, un poco por clemencia y otro poco porlealtad, sentía
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Al oír que iban á quedar abandonados á la clemencia del enemigo, todosintentaron un
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sufrido la angustia de la detención, dela cárcel, del juicio, y que ha cumplido una parte de la pena, ¿no puedeser objeto más que de una medida de clemencia y no de un acto dejusticia?
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clemencia en los juicios
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en su clemencia hasta invitarle a comer al díasiguiente con los magistrados que se
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en todo caso así justificóDios en los unos su causa, y lució en los otros su clemencia
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pequeñodon de la clemencia Romana, la participación de su nombre a losvencidos:
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intercedía para los dichos Jueces seglares orasen conel susodicho de clemencia y
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a los hombres y clemencia al cielo por el pecadordifunto
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1591 todo pareció terminar en paz y concordia bajo lasimulada clemencia del
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clemencia, para ejemplo de los que habian de creeren él para vida eterna
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[su] clemencia, para ejemplo de los quehabian de creer en él para la vida eterna
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con la clemencia que usaban teniéndolosvencidos, vinieron á
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vencidos de gran clemencia, ycon los que se venian, de mucho
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que al ponérteme delanteno puedes excitar en mí la clemencia de la fraternidad sin excitar
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Clemencia levantando el brazo duro,
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–Porque tu muestra de clemencia, ciudadano, hará no sólo que los culpables sean aún más culpables, sino que tu nombre brillará con grandes letras en el corazón de esta ciudad que gracias a ti está regresando a la obediencia revolucionaria
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Así, tras la derrota de los chouans eligió mostrarse magnánimo con los vencidos; les prometió clemencia a cambio de su rendición sin condiciones y ellos aceptaron agradecidos
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Según los vecinos de París, Tallien hacía tiempo que se había convertido por amor en la mascota de la Cabarrús, a la que concedía no sólo la clemencia que ella solicitaba para los vencidos, sino también todos sus frívolos caprichos de mujer rica
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Ellos se rindieron sin condiciones bajo mi promesa de clemencia
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En la revista Punto Final, en 1972 Augusto escribió: "La derecha odia a Canal 9 porque damos preferencia a las noticias y posiciones de los diversos sectores del pueblo, porque atacamos sin clemencia al imperialismo y no titubeamos en usar un lenguaje duro contra la reacción; porque preferimos darle tribuna a la señora de la Junta de Vecinos antes que reproducir una declaración de un personero de la derecha…»
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He visto en el Spielberg, en Moravia, prisiones bien horribles: la clemencia encierra en ellas a los criminales condenados a muerte y jamás ninguno pudo resistirlas
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Puede mostrar las astucias de Ulixes, la piedad de Eneas, la valentía de Aquiles, las desgracias de Héctor, las traiciones de Sinón, la amistad de Eurialio, la liberalidad de Alejandro, el valor de César, la clemencia y verdad de Trajano, la fidelidad de Zopiro, la prudencia de Catón; y, finalmente, todas aquellas acciones que pueden hacer perfecto a un varón ilustre, ahora poniéndolas en uno solo, ahora dividiéndolas en muchos
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Cada uno de ellos tenía plena conciencia que desde el momento en que abandonara la ciudad del Cuzco estaba condenado a muerte, y que por grande que fuera la clemencia del Emperador, nunca podría pasar por alto un delito que podría considerarse alta traición
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El presidente Mao dice: “¡La clemencia con el enemigo equivale a la crueldad con el pueblo! ¡Si os da miedo la sangre no seáis guardias rojos!”» El fanatismo descomponía sus facciones en una horrible mueca, y todos nos callamos
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Clemencia Leónides dijo con voz suave y cultivada:
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Clemencia Leónides contestó con exactitud y precisión
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Miró a su alrededor con expresión culpable, pero Clemencia Leónides no había entrado con nosotros en la habitación
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Tía Clemencia se compró una de esas maletas de peso pluma
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Clemencia se sentaba detrás de él y su delicada figura parecía demasiado pequeña para la gran butaca mullida
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Sin embargo, yo lo prefería a la abstracta expresión de sí misma que era el cuarto de Clemencia
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Clemencia dijo, mirando con gran detenimiento a su alrededor:
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Clemencia Leónides era una de esas raras personas sobre quienes el dinero no ejerce ninguna atracción
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—Únicamente Clemencia estaba en Londres en su trabajo
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—¿Qué importa la opinión pública? —preguntó Clemencia con desprecio
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Clemencia se quedó en pie ante ellos, desafiándolos
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El ceño de Clemencia se acentuó y dijo:
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—Ya es hora de que lo vaya entendiendo —dijo Clemencia
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—No tienes imaginación, Clemencia
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Rogerio y Sofía iban delante y Clemencia y yo cerrábamos la marcha
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Mientras contemplaba el equipaje, Clemencia bajó la escalera y cruzó la puerta del fondo, que estaba abierta
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Los atacaron con armamento de guerra, mataron a un número indeterminado de hombres y no quedaron heridos porque a los sobrevivientes los reunieron en un patio y los remataron sin clemencia
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—¿Sois vos? ¡El Señor, en su clemencia, ha escuchado mis oraciones!
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Espero que al recibir ésta, vos y vuestra familia gocéis de las bendiciones de Elohim y de la protección de su clemencia infinita, cosa que me consta muy necesaria, por propia experiencia, en los pagos en los que moráis
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—«Hemos trasgredido, Altísimo, hemos obrado mal, y por el pecado dentro del que hemos pecado suplicamos tu clemencia, no abandones a tu pueblo, Señor, en el día de la tribulación y de la tiniebla
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Así, pues, Clemencia, desde que llegaron los oficiales, por una inclinación irresistible no cesó de dirigir frecuentes miradas para examinar a Flores, quien, a su vez, le hacía sentir el poder de sus ojos audaces e imperiosos
53.
Clemencia estaba invitada a almorzar en casa de Isabel
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–¡Es Clemencia! – dijeron la señora e Isabel, y se levantaron para recibirla
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Clemencia prefería todo aquello que estaba en armonía con su carácter, y en música desdeñaba lo puramente melancólico y tierno, así como se impacientaba con las elevadas e intrincadas combinaciones de la escuela clásica
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Clemencia se hallaba agitada de una manera febril, y ponía un cuidado exquisito en no ver a los que estaban a su frente
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El coche de Clemencia condujo a su casa a Mariana y a Isabel
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–¡Sí, del alma, Clemencia, me estoy muriendo, y te llamo porque en mi desesperación necesito confiarte mis pesares, necesito que los alivies!…
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–¿Y luego? – preguntó con ansiedad Clemencia, a quien aquel relato había puesto en la mayor agitación
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Enrique dio la señal llevando por compañera a Clemencia
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Eran Clemencia y Enrique
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–Si me hubieses escuchado, Clemencia -decía el caballero con vivas muestras de pesar- nos habríamos quedado en Santa Ana, habríamos tenido un buen alojamiento y nos habríamos ahorrado esta desgracia
63.
–¡Oh noble corazón! – dijo la madre de Clemencia, mientras que Isabel palidecía y reprimía una lágrima
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Pero con todo, Fernando, generoso por organización, deploraba aquella circunstancia, pensaba en el pesar profundo que la muerte del gallardo joven iba a causar en el alma de la mujer que él amaba, pesar que iba a llevar hasta el delirio la pasión de Clemencia, y esto sólo bastaba para que le fuera repugnante semejante muerte, y más repugnante aún la consideración de que él estaba expuesto al odio justo o injusto de la enamorada joven y de su familia
65.
Sólo que Isabel se contentaba con llorar y rezar, y Clemencia trabajaba con energía
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Cuando Clemencia supo que el fallo del Consejo de guerra se había fundado en pruebas muy patentes de la traición de Enrique, desfalleció
67.
Después de partir el anciano, Clemencia invitó, rogó a todos sus amigos que obtuvieran del comandante de la plaza la suspensión del cumplimiento de la sentencia, siquiera por un día más, y conmovió a todo Colima con sus esfuerzos y su aflicción
68.
Clemencia penetró en la prisión con sus compañeras y se precipitó en los brazos de su desgraciado amante
69.
Salieron, y antes de atravesar la puerta, Clemencia, reponiéndose, enjugando sus ojos y recobrando su continente altivo y enérgico, dijo a sus compañeras:
70.
Las señoras se alejaron lentamente, porque Clemencia e Isabel vacilaban
71.
Isabel cayó desvanecida, las señoras temblaban, Clemencia, con los ojos fijos en su amante, quedóse pasmada y no pudo hablar
72.
Y Clemencia, que hasta allí había contenido sus lágrimas, rompió a llorar; pero con tanta violencia que las señoras se acercaron a ella y la estrecharon entre sus brazos
73.
Era un correo del padre de Clemencia, que apenas pudo hablar de fatiga
74.
Clemencia enseñó la carta a su madre moviendo la cabeza con amargura, y arrojó en una mesa la orden del cuartel general
75.
Clemencia se arrojó llorando en los brazos de su padre
76.
¿Acaso Clemencia era la primera mujer que se abrazaba al cadalso de un ser querido? Desde el Gólgota, desde antes, ha habido mujeres santas que han perfumado con sus lágrimas el pie del patíbulo en que han expirado los mártires
77.
Así, pues, Clemencia se precipitó entre la multitud, impetuosa, palpitante y pugnando por penetrar en el cuadro
78.
¡Gran Dios! Fernando iba a morir y Clemencia ni le vería siquiera
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En cuanto a Clemencia, la hermosa, la coqueta, la sultana, la mujer de las grandes pasiones, pudieron ustedes conocerla el año pasado
80.
La oscuridad reinaba en la capilla y las gentes arrojadas al infierno suplicaban clemencia, lanzándose a los pies del justiciero Dios, mientras otras corrían perseguidas por demonios
81.
Ni siquiera clemencia
82.
Éstos habían sido traicionados por uno de sus miembros que denunciara la reunión con la esperanza de obtener clemencia
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Clemencia del Cid con los moros
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"Cuando nuestro rey murió en la misericordia de Alah y en su clemencia sin límites, el pueblo se dividió al elegir el sucesor al trono; y los partidarios de uno y otro bando habrían llegado a las manos si los grandes y los notables no lo hubieran impedido
85.
Entonces intenté con precauciones íntimas alejarme de allí, mirando bien dónde ponía los pies y pensando desde el fondo de mi alma: "¡He aquí lo que ganaste a trueque de haber querido abusar de la clemencia del Destino, ¡oh Sindbad! hombre de ojos insaciables y siempre vacíos!"
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Por supuesto, el idiota ahora comprende la razón de mi clemencia
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Ya es hora de que los itálicos sepan que de mí es inútil que esperen clemencia
88.
Narváez era inflexible, y acordadas las deportaciones, se tapaba el rostro la clemencia, pues en todos aquellos que el Estado maldecía, echándoles de casa, estaba bien manifiesta la culpabilidad revolucionaria
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Me soltaron de las prisiones no por la clemencia sino por la justicia, que nunca debieron traerme a padecer entre ladrones y asesinos
90.
En esto, anunciaron la llegada de una Comisión del Ayuntamiento que iba, con toda sumisión y protestas de fidelidad, a impetrar de Sus Altezas clemencia para los vencidos
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Bajo éstas, partiendo la puerta en dos, un nicho sobre una columna cobijaba un pantocrátor de aspecto airado cuya mano derecha, alzada, sugería más castigo que clemencia
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Obre Dios con su clemencia
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Dentro de un rato, usted implorará clemencia
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Darius asintió con un gesto, buscó en los ojos de Zeno una inexistente señal de clemencia, tomó el arma, se volvió lentamente hacia el túnel y se encaminó hacia él
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—Permutar la identidad de los ladrones por clemencia para con los dioses, que son inocentes de este crimen —explicó Mystra
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La pantera desgarró las carnes del arquero de mayor edad y los gritos de clemencia del hombre resonaron en el puente Pluma Negra y en el río Ashaba
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—Precisamente quería prevenirle contra el pecado de la clemencia
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la paz y la clemencia del Cordero
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—Los bárbaros del oeste han pedido clemencia y protección al Hijo del Cielo —anunció Phags-pa
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Un día, mientras bebía el chocolate caliente que le había traído en un termo y saboreaba a cucharaditas el queso derretido del fondo de la taza, Clemencia le dijo: