1.
El rollo espada en alto y canciones powermetaleras ha sido su punto flaco
2.
Increíbleparece que aquel cuerpo flaco y endeble, encerrara dentro de sí espíritutan gigantesco y tan fuerte, hecho a golpes de zarpas y a caricias deala, capaz de abrir surcos y levantar cimientos y capaz, de poemizar eldolor e idealizar el martirio; apto para abrigar una tempestad y paraecharse todo entero en el cáliz de un jazmín
3.
Un día, enla misa, el gobernadorcillo de los naturales que se sentaba en el bancoderecho y era estremadamente flaco, tuvo la ocurrencia de poner unapierna sobre otra, adoptando una posicion nonchalant paraaparentar más muslos y lucir sus hermosas botinas; el del gremiode mestizos que se sentaba en el banco opuesto, como teníajuanetes y no podía cruzar las piernas por ser muy grueso ypanzudo, adoptó la postura de separar mucho las piernas parasacar su abdómen encerrado en un chaleco sin pliegues, adornadocon una hermosa cadena de oro y brillantes
4.
El flaco macho que los había conducido quedaba en la posada de Las TresCoronas, esperando
5.
Flaco, desnudo, hambriento, acurrucado en la puerta delas cocinas, comiendo de la
6.
Losque ven siempre la parte negra de las cosas deeste mundo y el lado flaco de
7.
Paco Gómez era un joven flaco, flaquísimo,alto hasta tropezar en el dintel de las
8.
Flaco y roído hasta los
9.
fuerte, antes flaco hecho, en lossecanos y sirtes de Berbería
10.
Flaco, seco, y con cara de contradicción,
11.
: hé aquí uno de los profundos misterios que en elórden natural se ofrecen al flaco entendimiento del
12.
Bartolomé de lasCasas era feo y flaco, de
13.
Cebada, y finalmente, un mocetónalto, flaco y negro, que tenía fama de guerrillero, y del cual secontaban maravillas en las campañas de 1809 y después en los sucesos del20
14.
reparaba: flaco, largo, pálido, con unanariz ¡qué nariz, cielo santo! que merecía los
15.
años deedad, muy flaco y delicado, con largas piernas
16.
El día en que se leencontrara un flaco a la ruleta, la
17.
descubierto elenorme flaco de esta elaboración de la docilidad
18.
—Lo supe el mismo día en que, según dices, te hice el flaco servicio
19.
Estaba más flaco, con los ojos hundidos y mates, la barba
20.
11 Y por tu ciencia se perderá el hermano flaco, por el cual Cristo murió?
21.
11 ¿Y con tu ciencia se perderá el hermano flaco, por el cual Cristo murió?
22.
contestaciones, comprendiendoque era el flaco de la señora; se quejaba de algunas
23.
Gallardo parecía empequeñecido por el dolor, flaco, pálido, con unencogimiento
24.
Se viera con el poco flaco nuestro
25.
Que yo estoy tan flaco y laso
26.
Estaban Alberto Gamboa (*) «el Gato», director de Clarín, muy torturado; Héctor Rogers, dibujante de La Nación, muy flaco, con su eterna corbata de humita, hombre mayor, frágil, muy enfermo a consecuencia de los brutales golpes (ya fallecido); Francisco Javier Neira, del Ministerio del Trabajo (ya fallecido); Mario Céspedes (*), historiador y profesor de la Escuela de Periodismo; Franklin Quevedo (*), director de la radio de la UTE; Sergio Gutiérrez Patri; Ibar Aybar (*); Oscar Waiss, de La Nación; Rolando Carrasco (*), director de la Radio Recabarren; Jaime Castillo (*), de la misma radio; Manuel Cabieses (*), director de Punto Final, quien apareció en el primer bando de los buscados y fue detenido en la calle junto a José Carrasco, pero a éste lo dejaron libre, por no figurar en el bando; Ricardo Rojas, de Aquí Está, revista de corte policial; Ramiro Sepúlveda, de la radio Magallanes; Rodrigo Rojas, de La Moneda; Víctor Albornoz, Carlos Munizaga, Luís Henríquez (*), Federico Quilodrán (*); Carlos Naudón de la Sotta (*), comentarista internacional de TV Nacional y de la revista Mensaje (ya fallecido), quien, en otra forma de seguir ejerciendo el oficio, nos daba charlas sobre la situación internacional en los camarines del estadio: recuerdo una sobre el conflicto palestino
27.
De más joven era flaco, pero ahora parece que está bastante obeso
28.
Se acercó un perro vagabundo, flaco y sucio, que se puso a olisquear los zapatos del policía
29.
El hombre (flaco y alto y moreno, con un pañuelo blanco sobresaliendo del bolsillo de su americana oscura) se sienta en el lugar indicado y a continuación Suárez y él inician un diálogo que se prolonga sin apenas interrupciones durante los próximos minutos; la palabra diálogo es excesiva: Suárez se limita a escuchar las palabras del recién llegado y a intercalar de vez en cuando comentarios o preguntas, o lo que la vista interpreta como comentarios o preguntas
30.
Así, la imagen de esas noches de calor en que toda la familia, después de la cena, bajaba unas sillas a la acera de la puerta de la casa, y un aire polvoriento y caliente caía de los ficus cubiertos de polvo, mientras las gentes del barrio iban y venían, Jacques,{91} con la cabeza apoyada en el hombro flaco de su madre, la silla un poco echada hacia atrás, miraba a través de las ramas las estrellas del cielo de verano, o como aquella otra imagen de una noche de Navidad en que, volviendo sin Ernest de casa de la tía Marguerite, pasada la medianoche, vieron delante del restaurante, al lado de la puerta de la casa, un hombre tendido, alrededor del cual otro bailaba
31.
Más que enfermo, lo que debía estar era agotado, y aun siendo tan flaco como siempre fue, había adelgazado a tal extremo que parecía un empolvado esqueleto que alguien hubiera sacado de un armario y obligado a caminar moviéndolo con hilos como a las marionetas
32.
Por eso el Cristo estaba tan flaco
33.
Era un labriego flaco, pelirrojo, de fuerte mandíbula y barba, y de ojos azules casi lelos; respondía al nombre de Israel Gow, y era el único servidor de aquella desierta propiedad
34.
—La amabilidad y consideración han sido siempre mi punto flaco
35.
Al poco rato apareció Wan Stiller y Carmaux arrastrando a un soldado español, alto y flaco como un clavo
36.
El viejo Gordon nos prestó un flaco servicio al largarse del mundo sin testar
37.
Colomba se retorcía de cosquillas, ahogada de la risa -nunca había visto un hombrecillo tan flaco y peludo, con un pepino tan atrevido bajo el ombligo- pero no abría las piernas, al contrario, se defendía con unos empujones coquetos que, viniendo de ella, resultaban verdaderas trompadas de elefante
38.
Llegué a la casa una brillante mañana invernal en un carretón tirado por un caballo flaco
39.
No supo por qué pero se precipitó a la escalerilla que conducía al tejado, asomó la cabeza por el tragaluz y allí, en el exterior, junto a la portezuela, lo vio: era un palomo, flaco, desmedrado y herido, con las plumas del pecho llenas de sangre, que le miraba con sus ojillos encerrados en un circulo rojo y nada más verlo intentó, sin conseguirlo, acercarse a él
40.
La biblioteca de su sede episcopal era el lugar idóneo para recibir al incómodo huésped ya que, siendo la lectura el punto flaco del rabino, pensaba el obispo que viendo la riqueza cultural de sus anaqueles, que guardaban incunables valiosos de las bibliotecas de Alejandría, Damasco y Estambul cuando aún era Bizancio y traducciones recopiladas de la Escuela de Traductores de Toledo, se daría cuenta de que estaba tratando con un hombre de su nivel intelectual que le aconsejaba bien y, sobre todo, al respecto de una serie de actuaciones que podían ser beneficiosas para su comunidad
41.
Un perro flaco se le acercó moviéndose con precaución, el rabo entre las piernas, y se quedó a su lado temblando
42.
Señalaba, con el dedo levantado, flaco y acusador, el pecho del árabe asomando por el cuello del camisón, bordado con pequeñas flores rojas
43.
Si había algo que el alto y flaco coronel odiaba era esperar
44.
Levantó la mirada y vio con asombro que en la habitación había otra persona, una persona a la que nunca había visto, un individuo flaco, desastrado y con cara de cuervo
45.
Algo flaco; pero ahora se usan los pollos flacos
46.
Digo «se suponía», pues había llegado a helarse, y bajo su hielo divisé el flaco cadáver de un perro muerto
47.
¡Más flaco que un mondadientes tengo el cuerpo, pues estoy consumida por los ardores, las tristezas de la ausencia y las lamentaciones!
48.
Se arrodilló ante él, abrigada en su capa casera de lana, igual que la había visto en el solar de la casa de Flaco
49.
EN EL CONSULADO DE CAYO MARIO (VI) Y LUCIO VALERIO FLACO
50.
—Lo único que pretendía hacer, redomado imbécil —dijo Saturnino a Cepio hijo cuando se encontraron en el templo de Júpiter optimus Maximus en el que Valerio Flaco había considerado que los padres conscriptos estarían a salvo de la muchedumbre mientras trataban de la financiación de la lex Appuleia frumentaria, era aprobar una ley en una asamblea legalmente convocada
51.
sus leyes y reformas sufrieron el ataque unísono del cónsul Lucio Opimio y del ex tribuno de la plebe Marco Livio Druso, Cayo Graco recurrió a la violencia y el Senado respondió aprobando por primera vez un "decreto extremo" para contener los desórdenes, con el resultado de que Fulvio Flaco y dos de sus hijos fueron asesinados y Cayo Graco, en fuga, se suicidó en el bosque de Furrina en las laderas del Janículo
52.
Cayo Graco se casó con Licinia, hija de su cliente Publio Licinio Craso Muciano; tuvieron una hija, Sempronia, que casó con Fulvio Flaco Bambalio, con el que tuvo una hija, Fulvia, que a su vez fue esposa de Publio Clodio Pulcher, Cayo Escribonio Curio y Marco Antonio
53.
Se hallaba a su lado nada menos que Lucio Valerio Flaco, príncipe del Senado y portavoz de la Cámara, que había decidido pasarse a sus filas en pleno invierno, acudiendo al encuentro de Sila en febrero
54.
—No, es distinto —replicó imperturbable Flaco, que se había dedicado a imbuirse bien del espíritu de lo que Sila quería, y ahora ya había tomado impulso—
55.
¿Iría Druso al día siguiente a contárselo todo a Valerio Flaco y a Marco Antonio Orator?
56.
—Pues hagamos una votación —dijo Flaco, príncipe del Senado
57.
—Lucio Cornelio Sila —dijo Flaco, príncipe del Senado—, toma el mando de la guerra contra Mitrídates en nombre del Senado y el pueblo de Roma
58.
Pisándole los talones entró el coronel mismo, un hombre de estatura muy superior a la media, pero extraordinariamente flaco
59.
Viéndole una vez, ¿quién olvidaba la corpulenta y gallarda estatura de aquel señor, su cuerpo bien distribuido de carnes y más grueso que flaco, su faz risueña que declaraba el contacto y serenidad de una vida consagrada a los goces, sin ningún afán ni amargura? Don José de la Riva y Guisando era un hombre que parecía simbolizar la posesión de cuantos bienes [164] existen en la tierra, y el convencimiento de que nos ha tocado, para pacer en él y recrearnos, el mejor de los mundos posibles
60.
Aunque a la salida del pantanoso Azmir remitió la fiebre de Juan, había este tomado tal gusto a la envoltura y calorcillo de la manta, que no sabía ya desembozarse de ella, y su aspecto era el de un mendigo, moro por añadidura, pues habiendo renunciado a la dureza del ros, que le lastimaba la cabeza, se lió un pañuelo cuyas vueltas abultaban como las de un flaco turbante
61.
El senador Thornton, de Massachusetts, flaco y huesudo, con el cabello negro y grasiento que Marc recordaba haber visto en el «Mr
62.
Finalmente, empujaron a un tipo flaco, obligándolo a adelantarse
63.
Cuando el cortejo pasa cerca de la iglesia, Rogelio Tizón observa al nuevo gobernador de la plaza y jefe de la escuadra del Océano, don Cayetano Valdés: serio, flaco, erguido, con patillas que le llegan al cuello de la casaca, el hombre que mandó el Pelayo en San Vicente y el Neptuno en Trafalgar viste uniforme de teniente general y camina impasible bajo el aguacero, llevando en las manos un ejemplar de la Constitución encuadernado en tafilete rojo, que protege lo mejor que puede
64.
¡Ahí estaba el punto flaco, el talón de Aquiles, la puerta franqueable!
65.
Un dispositivo llamado «el hombre flaco» consistía en un tubo con dos porciones de uranio en sus dos extremos
66.
Nos acercamos al mostrador, en el que Harry Landon, el flaco y anguloso encargado de planta, comía un bocadillo de jamón
67.
Las hojas de las hayas habían comenzado a desprenderse de las ramas; el aire era cálido y flaco cuando llegaron a la casona roja
68.
El profesor es un hombre joven y flaco que le apunta con el puntero, pidiéndole que hable
69.
Un buen día, como a perro flaco todo son pulgas, comenzó a llover, y las tardes se volvieron tristonas
70.
Abajo, en la acera de Bergensgata, una mujer envuelta en un abrigo pasó junto al resplandor amarillo de la farola con un perro flaco
71.
Me gusta imaginarlos uno junto al otro frente a algunos de los objetos expuestos -el Coche del Futuro, por ejemplo, o la Cocina del Mañana- y luego empujándose involuntariamente y levantándose el sombrero en un gesto simultáneo de disculpa, dos jóvenes en lo mejor de la vida, uno gordo y otro flaco, una pareja cómica fantasmal haciendo su numerito para mí en la sala de proyección de mi cráneo
72.
La quiebra es como una operación química, de la que el comerciante hábil procura salir lo menos flaco posible
73.
Ortzel miró de manera intimidatoria al flaco monje que cumplía la función de asesor jurídico
74.
—Kalten emitió una carcajada y, con un puntapié, desprendió del parapeto la mitad del flaco rendoreño
75.
Había dejado de montar en bicicleta porque las llantas se habían desinflado y las cadenas, oxidado, pero hace unos meses, con ocasión de la visita de Martín, decidí llevarlas a la tienda de un hombre flaco y taciturno que practica yoga y parece la persona más feliz de esta isla en la que casi todos hacen alarde del dinero, a diferencia de él, que se mueve en bicicleta y se sienta en el parque a meditar y nos mira con una serenidad beatífica que le envidio y acaso proviene de su amor por las bicicletas y su desinterés en el dinero y el lujo
76.
Parecía un flaco y apagado renacuajo portuario de cara
77.
Sobre la pared de yeso atravesada en diagonal por travesaños de madera negros, se apoya a veces algún flaco peral, y las plantas bajas y las puertas tienen una barrera giratoria para protegerlas de los pollitos, que vienen a picotear en el umbral, migajas de pan moreno mojado en sidra
78.
Se terminó el almuerzo y se plantó en la puerta de un restaurante que hacía esquina, desde donde atinaba a ver, en ángulo agudo, al hombre ya viejo y flaco que a menudo aparecía delante de! Federal Hall con un cartel escrito a mano, de contenido político, sujeto encima de la cabeza, para regocijo de quienes se hubieran congregado en las escaleras
79.
Creo, honestamente, que los evangelistas -quizá en un afán de no mortificar a sus lectores con los sufrimientos del Cristo- hicieron un flaco servicio a la Verdad no exponiendo con mayor minuciosidad ese amargo trance del Nazareno
80.
Se adelantó hacia el grupo de cortesanos y extendió el pergamino de las acusaciones a un individuo extremadamente flaco, igualmente recostado y semioculto entre los cojines
81.
Co-mo grieta que da paso al escondrijo de una anguila, así era la puerta, y la mujer el ejemplar más flaco, desmedrado y escurridizo que pudiera encontrarse en la fauna a que tales hembras pertenecen
82.
Tan flaco era su rostro, que al verlo de perfil podría tenérsele por construido de chapa, como las figuras de las veletas
83.
En vez del soldado convertido en abogado que llegaba a tener la mejor casa del condado de Westchester, había sido el flaco adolescente de Bedford-Stuyvesant quien había triunfado
84.
Y Teddy se sintió como si fuera el Flaco, y Cawley el Gordo
85.
–Es un viejo gastado por el trabajo y los pesares; un hombre flaco, abatido, pensativo, cuyos cabellos blanquean
86.
¿Por qué fui objeto de un tratamiento especial? ¿Por qué se me respetó y se me prefirió? ¿Porque era un animal flaco, débil, mal alimentado y demasiado despreocupado de la comida? Andan por el mundo muchos perros mal alimentados y si se puede se les quita de la boca el más miserable aumentó, con frecuencia no por voracidad, sino casi siempre por principio
87.
Se perdió de vista arrastrando los pies, un hombre alto, demasiado flaco, bastante encorvado, con su traje caqui desteñido y sus zapatos de piel blanda
88.
El tabernero, un hombre flaco y bigotudo, con un chaleco amarillo de fantasía, que llevaba desabrochado sobre una camisa color espliego, trajo dos vasos de espeso vino tinto
89.
Con esas palabras dio un paso hacia Rashid, pero tropezó y éste aprovechó la ocasión para dar un salto y pasar por delante de aquel tipo flaco
90.
A las nueve de la mañana, en el momento en que se repartía a la tropa la ración de carne y harina, se presentó un hombre flaco y sucio que había llegado corriendo desde la casa de Cruz
91.
Una vez, sólo una, pude ver una foto de ellos: él era moreno y flaco, con esa cara de tristeza y de perplejidad que sólo tienen los nacidos a este lado del río Bío-Bío; ella era más alta que él, un poco gordita, con una sonrisa dulce y confiada
92.
Y allí estaba yo, cenando en uno de los mejores restaurantes de Venice, contemplando el mar desde nuestra mesa, agotada tras un arduo día de trabajo y sin prestar demasiada atención a la animada conversación de mis compañeros, con la mente puesta en Jack Holmes o en las imágenes que guardaba de Jack Holmes, un tipo muy alto y flaco y con la nariz larga y los brazos largos y peludos como los de un simio, ¿pero qué clase de simio podía ser Jack?, un simio en cautiverio, eso sin el menor asomo de duda, un simio melancólico o tal vez el simio de la melancolía, que aunque parece lo mismo no es lo mismo, y cuando la cena terminó, a una hora en la que aún podía llamar a Jack a su casa sin problemas, las cenas en California comienzan pronto, a veces acaban antes de que anochezca, no pude aguantar más, no sé qué me pasó, le pedí a Robbie su teléfono inalámbrico y me retiré a una especie de mirador todo de madera, una especie de molo de madera en miniatura para uso exclusivo de turistas donde abajo rompían las olas, unas olas largas, pequeñitas, casi sin espuma y que tardaban una eternidad en deshacerse, y llamé a Jack Holmes
93.
Y después me bajé del coche, puse la alarma, el barrio no era de los que inspiran seguridad, y me encaminé hacia el bungalow, que era tal como me lo había descrito Robbie, una casa pequeña a la que le hacía falta una mano de pintura, un porche desvencijado, un montón de tablas a punto de derrumbarse, pero junto a las cuales había una piscina, una muy pequeña pero con el agua limpia, eso lo noté de inmediato pues la luz de la piscina estaba encendida, recuerdo que pensé por primera vez que Jack no me esperaba o se había dormido, en el interior de la casa no había ninguna luz, el suelo del porche crujió con mis pisadas, no había timbre, golpeé dos veces la puerta, la primera con los nudillos y después con la palma de la mano y entonces se encendió una luz, oí que alguien decía algo en el interior de la casa y luego la puerta se abrió y Jack apareció en el umbral, más alto que nunca, más flaco que nunca, y dijo ¿Joannie?, como si no me conociera o como si aún no estuviera despierto del todo, y yo dije sí, Jack, soy yo, me ha costado encontrarte pero al final te he encontrado y lo abracé
94.
El flaco recién llegado alzó sorprendido la cabeza y luego miró por encima del hombro
95.
A la débil luz de la luna apenas se distinguía una cara ancha con los dientes de arriba salientes y un cuerpo flaco hasta la exageración
96.
–Si, y por eso llora por las noches, y por eso es un muchacho tan pálido y tan flaco -contestó el mayor
97.
Tenía, no obstante, un punto flaco
98.
Este tío era el Gordo y el Flaco en uno
99.
Se está a gusto escuchando, desde debajo de las sábanas, con una mujer viva al lado, viva y desnuda, los ruidos de la ciudad, su alborotador latido; los carros de los traperos que bajan de Fuencarral y de Chamartín, que suben de las Ventas y de las Injurias, que vienen desde el triste, desolado paisaje del cementerio y que pasaron —caminando desde hace ya varias horas bajo el frió— al lento, entristecido remolque de un flaco caballo, de un burro gris y como preocupado
100.
Brienne puso el vaso de vino a un lado cuando un hombrecillo andrajoso, flaco, de rostro afilado, con el pelo castaño muy sucio, entró en el Ganso