1.
Su vigor era invencible
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fondo del mar, buscando algún signo de La Invencible, el galeón de guerra que papi me
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intuyendo que La Invencible tiene dentro un cofre del tesoro esperando, para mí
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Lo cual obligó al ministro de la Guerra después de consagrar cuatropiropos de cortesía al estupefacto anfitrión, a «fijar el alcance de laspatrióticas declaraciones, del Capitán general, añadiendo, por su parte,que con un ejército tan leal y disciplinado como el invencible ejércitoespañol, particularmente desde que estaba bajo su cuidado y vigilancia,nada tenían que temer los poderes públicos, aun cuando hubiera partidos(que no los había dentro de la legalidad) «capaces de pensar en locasaventuras»
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nada? En el porvenir podrán ser todo lo queanhelen y sueñen: por el invencible amor á
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el yugo de una tiranía invencible, tiene másgobierno que el que se da y merece
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allíencontraba su porte, sus maneras, ese invencible y
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casto, cuanto invencible, a unaPrincesa de su clase
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atracción invencible, como el viajero cuando va por elborde de un precipicio mira el abismo que
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cuadrilla en un salón le causaba invencible terror;mas todos los años, para la
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cosa pagada con el oro dela reacción, y una repulsión invencible
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por no sé qué tentación invencible, sin que mi almaen ello
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plaga invencible defecundidad renaciente con un gran esfuerzo
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alparecer, sobre ellos la atracción de un invencible magnetismo
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de invencible pánico, las escaleras, se precipitó a la calle,
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invencible sopor pesaba sobre todo y sobre todos, y loscampos
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Sí; su marido continuaba siendo el invencible, el único, «El rey de laspraderas», y con esto
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atracción invencible del exterior nadaes al lado de los encantos
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—¡Quién sabe si lo suyo es lo mejor! El mal es invencible, y la cienciapuede contra
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mundo, y apegadocon invencible pasión á las calles, á los tipos, á las costumbres de supueblo natal
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Si se compara el desastre de los Gelves conel de la Armada invencible, ocurrido en
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sargento delos de la Invencible, y teníalo en su casa sometidoal más bárbaro tratamiento sólo por
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Vuestro ánimo invencible en ladificultad cobra valor, y en el mayor peligro, mayor esfuerzo
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su corazón; tieneodio invencible, instintivo, contra las leyes que lo han
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aquel excesode invencible debilidad contra la cual se rebelaban
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cavilaciones filosóficas, tiene que guarecerse á lasombra de la invencible naturaleza
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encontrar en suoposición un obstáculo invencible
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solicitado con atracción invencible, así cayó ella
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Apolo invencible lo espera al pie de los muros,se le sube
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inclinación invencible que sienten lasmujeres hacendosas hacia el trabajo, no abandonaba sus tareas
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una extrañasensación de fuerza invencible
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irracional, pero invencible por el momento, y culpaba aluniverso entero del absurdo de estar
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invencible de buscar el remedio para aquellasequedad del alma en la oración o en las lecturas
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"Después del fracaso de la Invencible Armada contra
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pobre experimentaba una repulsión invencible y pensaba, con undolor cruel, en los
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Ladestrucción de la invencible Armada de Felipe II el año 1
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origen deese odio ciego, de esa invencible antipatía que los
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que mearrastraran hacia ellas con fuerza invencible y que no
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Tales razonamientos ejercían un poder invencible en el alma
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el bello guerrero, invencible para los hombres y dulce ytímido con las mujeres
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imagen, enel propio pensamiento, invencible confusión
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pensamiento laresistencia invencible al matrimonio, y en garantía de felicidad
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Toda la retórica piadosa de Lucía se estrellaba ante la invencible ybenéfica ilusión de la hora
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¿Es uno? ¿Es varios? ¿Astuto o cobarde manso como un santo o colérico? ¿Lo veis con la horca en la mano acechando a los condenados que va a meter en el horno recogiendo haces de leña para alimentar el fuego de su Infierno seductor sí porque seduce con su inteligencia y su temperamento posee la sabiduría tiene el poder de creación y de destrucción la fuerza invencible, el conocimiento él es el que lo ve todo el que observa a los habitantes de la tierra y moldea su corazón atento a sus obras escucha a los que gritan aconseja y las aguas lo ven y tiemblan y el propio abismo se estremece y las nubes descargan sus trombas los nubarrones aportan la voz el fragor del trueno desgarra el cielo y los relámpagos iluminan el mundo la tierra ruge cuando él aparece él es el amo del mundo y sin embargo nadie conoce sus huellas apenas se le ve apenas se escucha su paso ligero una resonancia un silbido nada más este ser es temible por la fascinación que ejerce sobre todos y que los precipita en el abismo el asesinato es su ocupación la destrucción la finalidad de su vida él es la gran serpiente de mordedura sangrante tetanizante que deja manar la sangre mala emponzoñada por su veneno es el maestro de la estrangulación que se enrosca en torno al cuello del animal y lo aprieta hasta que la bestia se ahoga con los ojos desorbitados y hasta que ve el último estertor de agonía fascina a los seres impulsa a las víctimas a correr hacia todas partes desesperadas hasta el agotamiento no conoce la piedad no ha perdonado a nadie la conciencia no es su fuerte nada lo atormenta si no es la ausencia de crimen vive sólo para el asesinato del que es siervo el celoso siervo
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Como Armada, que estaba seguro de poder dominar aquel día la Zarzuela con su autoridad de antiguo secretario del Rey, el 23 de febrero Milans pecó de soberbia: se consideraba a sí mismo el militar más prestigioso del ejército y creyó que su vitola ilusoria de general invencible bastaría para arrastrar a los demás capitanes generales a una aventura incierta y para sublevar la Brunete sin haberla preparado para ello
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Si no, díganme: ¿quién más honesto y más valiente que el famoso Amadís de Gaula?; ¿quién más discreto que Palmerín de Inglaterra?; ¿quién más acomodado y manual que Tirante el Blanco?; ¿quién más galán que Lisuarte de Grecia?; ¿quién más acuchillado ni acuchillador que don Belianís?; ¿quién más intrépido que Perión de Gaula, o quién más acometedor de peligros que Felixmarte de Hircania, o quién más sincero que Esplandián?; ¿quién mas arrojado que don Cirongilio de Tracia?; ¿quién más bravo que Rodamonte?; ¿quién más prudente que el rey Sobrino?; ¿quién más atrevido que Reinaldos?; ¿quién más invencible que Roldán?; y ¿quién más gallardo y más cortés que Rugero, de quien decienden hoy los duques de Ferrara, según Turpín en su Cosmografía? Todos estos caballeros, y otros muchos que pudiera decir, señor cura, fueron caballeros andantes, luz y gloria de la caballería
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A pesar de que su autoridad no había sido puesta en duda entre los bátavos —en cuyas filas se registró quizá un tercio de los caídos—, él sabía que su carisma de invencible se había visto, si no del todo comprometido, sí al menos gravemente dañado
48.
Allí estaba, pero no experimentó alegría alguna al verla, sino tan sólo un profundo desasosiego; una invencible angustia, pues contemplar las momias de aquellos pobres seres y observar la expresión de terror y sufrimiento de sus rostros era tanto como contemplarse a sí mismo dentro de diez o veinte años; tal vez dentro de cien, mil o un millón de años, con la piel convertida en pergamino, los ojos vacíos mirando hacia la nada, y la boca abierta por el último gemido en procura del agua
49.
Empezaba con una aclaración de aplicación universal, y que se repetía en todos los sucesos de su vida, a saber: que «ella también era madre»; después me decía que había visto días mejores, pero que en todas las épocas de su existencia había tenido una antipatía invencible por los espías, los indiscretos y los chismosos
50.
A pesar de que los faraones de la dinastía XII restablecieron el prestigio de la realeza, el «Horus viviente» se consideraba ya más como un caudillo invencible que como un dios
51.
Desde la víspera se había constituido en héroe de un cuento de Las mil y una noches, y un poder invencible le arrastraba a la gruta
52.
Viendo a los tres hombres regresar con el cadáver del tigre, prorrumpieron en exclamaciones de alegría, pues aquella terrible fiera que devorara tantas víctimas había sido considerada invencible por los habitantes de Pannah
53.
Hasta entonces lo creyeron invencible, un hombronazo fuerte y musculoso, con un vozarrón de sargento y unas manos de albañil que se juntaban en la plegaria, pero que en verdad parecían hechas para la pelea
54.
Un miedo invencible invadía al maltés, que sin duda había reconocido ya a sus perseguidores
55.
Le conté a Mimí lo que significó para mí el cuadro de los solterones y ella decidió que la causa de mi fascinación tenía un origen genético, con seguridad provenía de algún antepasado navegante que me había transmitido en la sangre la invencible nostalgia del mar
56.
Ya no era joven, tenía cuarenta y ocho años, había engordado un poco y la antigua herida de la cadera le molestaba, pero todavía podía mantenerse a caballo dos días con sus noches, sin descanso, y sé que en esos momentos se sentía invencible
57.
Valdivia se detenía en los aislados caseríos de los colonos y los arengaba con su optimismo invencible
58.
Los prisioneros lo oyeron acercarse, estremeciendo el asfalto con su peso de paquidermo invencible
59.
Y si ésta siente una repugnancia invencible por el anciano, o por el hombre cuya edad está en gran desproporción con la de ella, en cambio adora y se somete al hombre que reúne en su persona el ardor de la juventud con la energía de la madurez
60.
Los vikingos creían que un guerrero extranjero que acudiera por primera vez a Finlandia en son de paz, sería invencible en la batalla
61.
—No es invencible —intervino el otro vampiro—
62.
Si antes no la hubiera amado, su desgracia me habría inclinado con invencible fuerza hacia ella
63.
Me dijo que se espantaron, que en un momento viéronse pequeños, mientras que los franceses se agrandaban, presentándose como una falange de millones de hombres; que los vivas al Emperador y los gritos de cólera eran tan furiosamente pronunciados, que parecían matar también por el solo efecto del sonido; y que, por último, sintiendo los de acá desfallecer su entusiasmo y al mismo tiempo un repentino e invencible cariño a la vida, abandonaron aquel puente mezquino, ardientemente disputado por dos Naciones, y que al fin quedó por Francia
64.
Unas veces el espíritu del buen doctor se empequeñecía con extraordinario aplanamiento; otras [208] se agrandaba, tomando proporciones superiores a las de la vida común: y con este variar angustioso, síntoma de todo fuego que se apaga luchando entre la combustión y la muerte, la lengua del médico pasaba de un mutismo invencible a una locuacidad mareante
65.
Traté de convencerle, refiriéndole la frustrada captura de su enemigo y dándole datos y razones de gran peso; pero no era posible vencer la tenacidad de aquel pensamiento, al cual se adaptaban las ideas con invencible cohesión
66.
Hasta dónde se extendía la invencible influencia de la favorecida posición de Hardyman en lo que concernía a su creencia de estar unida a él, estaba más allá de su poder de autoexamen para poder dilucidarlo
67.
Consolábanse con la idea de que el paso de Ceuta a Río Martín había sido un aprendizaje necesario, un ejercicio de gloria y muerte, por el cual llegaban al pie de los muros de Tetuán dotados de una fuerza invencible
68.
Parkinson se le acercó lentamente al principio, con timidez invencible, como todo aquel que marcha en pendiente hacia la perdición
69.
Si las abandonaba, no tenía seguridad de poder reunirse nuevamente a su batallón, y la macabra intimidad de una lucha cuerpo a cuerpo con un cadáver congelado, que opondría a todos sus esfuerzos la invencible rigidez del hierro, repugnaba a sus delicados sentimientos
70.
En este lugar se encerraba Dyson con sus fantasías, experimentando con las palabras y luchando, al igual que su amigo, el recluso de Bayswater, con el problema casi invencible del estilo, aunque sostenido siempre por una espléndida confianza, en extremo distinta a la depresión crónica del realista
71.
El corazón enamorado es una cosa invencible
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El nacimiento del dios, el natalis Solis invicti («nacimiento del Sol invencible»), seguía celebrándose el 25 de diciembre
73.
Desde el punto de vista de la arqueología, las dos ficciones, el hallazgo del sepulcro y el de las cruces, son débiles si se consideran independientemente, pero combinadas constituyen una aleación invencible, la una apoya a la otra
74.
Allí, cociéndose en el juego de su humillación y desencanto, porque los cristianos les enviaban misioneros y les prohibían toda actividad sospechosa de islamismo, comenzaron a incubar la ilusión de que muy pronto los liberaría una especie de Mesías islámico, un invencible caudillo llamado Alfatim que reconquistaría el país a lomos de un caballo verde
75.
El milagro y el prodigio, pensó Mortati, quien a menudo deseaba que en su niñez se hubiera presentado un acontecimiento que le hubiera inyectado esa fe invencible
76.
—El veinticinco de diciembre, amigos míos, es la antigua fiesta pagana del sol invictus, el Sol Invencible, que coincide con el solsticio de invierno
77.
Yo adoré de esos cuarenta años el crepitar subterráneo e incesante, el grito obstinado bajo la nieve, la desesperación muda en el corazón de la calma, la fragilidad infinita, la pétrea firmeza en vilo sobre la arena -la invencible angustia de ser felices de esa manera
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La reina tenía 19 años menos que Lagrange, pero parecía comprenderle e hizo todo cuanto pudo para aliviar su invencible depresión
79.
Una invencible tenacidad y dedos para trasladar mi pensamiento con fidelidad geométrica"
80.
Esta combinación resultaba invencible
81.
"Sin la insistencia de un estudiante de esta Universidad [Johns Hopkins] expresándome su deseo de estudiar conmigo el álgebra moderna, jamás se hubiera llevado a cabo esta investigación… Con absoluto respeto, pero con una invencible tenacidad insistía sobre este punto
82.
Weierstrass fue invencible en Bonn
83.
Lo sujetaron por el cuello y con invencible fuerza lo arrastraron hacia el agua
84.
Si se quedaba allí mucho más tiempo, los cangaceiros la verían como una mujer normal, no como a su capitana invencible o su vigorosa madre
85.
Sintió de golpe un deseo invencible de dormir
86.
La voz de la abadesa traslucía un cansancio invencible
87.
El sueño de la bella era invencible
88.
Le rogó sin condiciones, le prometió mucho más de lo que estaba resuelto a cumplir, pero tropezó con una determinación invencible
89.
Su fe seguía siendo inquebrantable, y abrigaba la invencible convicción de estar actuando correctamente, siguiendo los rígidos principios de un buen «adepto» (es decir, de aquel que conocía los secretos de la obtención y utilización del lapis philosophorum)
90.
No podía imaginar un movimiento político independiente; y en todo caso el Partido era invencible
91.
No obstante, no había nada que ésta no hiciera para destruir en su hija el invencible alejamiento que esta ingrata conservaba en el fondo de su corazón; la colmaba de caricias y de amistad, se felicitaba tiernamente con ella del feliz retorno de su marido, llevaba su dulzura y simpatía hasta el extremo de darle las gracias a veces y de atribuirle todo el mérito de esta feliz conversión; en seguida se dolía de haberse convertido inocentemente en la causa de las nuevas desgracias que amenazaban a Franval; lejos de acusar a Eugénie, sólo se reprochaba a sí misma, y apretándola contra su seno le preguntaba llorando si podría perdonarla jamás… El alma atroz de Eugénie resistía tales procedimientos angelicales, esta alma perversa ya no oía la voz de la naturaleza, el vicio había cerrado todos los caminos que pudiesen llegar hasta ella… Se retiraba fríamente de los brazos de su madre; la miraba, algunas veces, con ojos extraviados y se decía para animarse: Cuán falsa es esta mujer… cuán pérfida… el mismo día que me hizo raptar, también me acarició; pero estos reproches injustos no eran más que sofismas abominables en los que se apoya el crimen cuando quiere ahogar la voz del deber
92.
Todos iban saliendo en silencio, uno a uno: primero los seguidores de los Escipiones, luego Graco, rodeado de decenas de senadores admirados de que hubiera conseguido doblegar al invencible censor en el Senado de Roma y, al fin, los propios seguidores de Catón fueron abandonando también la sala
93.
En pocos meses el muchacho sería el hazmerreír de Roma y la palabra Escipión dejaría de asociarse con el viejo héroe invencible ya fallecido y pasaría a ser casi el equivalente a llamar a alguien estúpido o bobo
94.
Aníbal el invencible, conquistador de ciudades, que había atravesado los Pirineos, el Ródano, los Alpes y asolado durante años Italia, Aníbal, el destructor de decenas de legiones romanas, el verdugo de cónsules y procónsules, y decenas de senadores y tribunos, Aníbal, el mayor enemigo de Roma, estaba allí
95.
El procónsul, por su parte, avanzó hacia el general cartaginés unos pasos y se preguntó en ese instante qué sería lo que el invencible cartaginés estaría pensando de este nuevo general romano que se había atrevido a plantarle batalla en África, a unas millas de la mismísima Cartago
96.
Hoy combatirían muchos de sus gladiadores pero, por encima de todo, para satisfacer las ansias infinitas de nuevas sensaciones del emperador, lo harían Marcio, el mirmillo invencible, contra Atilio, el gran provocator
97.
—El mirmillo parece lento en ejecutar a su compañero —dijo con una mezcla de desprecio y satisfacción: desprecio porque el lanista se vanagloriaba de que sus luchadores eran valientes hasta el final, en cualquier circunstancia y, sin embargo, ahora el mirmillo parecía flaquear; y satisfacción por sentir esa flaqueza, esa debilidad del invencible mirmillo que podía siempre contra todos y contra todo; ahora Domiciano había encontrado algo que le dolía de verdad: ejecutar a su gran amigo de toda la vida
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Los cuentos, sin que yo lo premeditara, están enlazados de a pares y a veces en temas: "Un examen muy difícil" con "El recuperatorio", "Esa cuestión de orificios" con "Un descenso al infinito", "Infierno Grande" con "La timidez invencible del profesor Pipkin", pero también con "Retrato de un piscicultor"… En fin, dejo a los lectores descubrir asociaciones más interesantes
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Tal vez habría llegado a amarlo -lo que ella entendía por amor y había sentido sólo una vez, en la adolescencia, cuando dejó al músico de rock que la desvirgó en brazos de una rival invencible, la cocaína-, si Camargo no la hubiera sometido a cambios de humor que la descolocaban, asaltos de pasión demencial y luego semanas de indomable indiferencia, sin que aun en los momentos de mayor intimidad y entrega él le prometiera nada ni ella tampoco pidiera: casi no hablaban del porvenir