1.
hasta el lunes por la mañana, les dejé
2.
limpieza se encargaba una señora achacosa que iba todos los lunes, miércoles y
3.
El lunes, Abenjacán visitó la rectoría; las circunstancias de la breve entrevista no se conocieron entonces, pero ningún sermón ulterior aludió a la soberbia, y el moro pudo contratar albañiles
4.
Un lunes por la tarde, doña Lupe entró en su casa a eso de lascinco
5.
Yo me encontraba terminando unos deberes de la escuela, para entregarlos el lunes siguiente
6.
Director de Los Lunes de El Imparcial
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Yo desde el lunes
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Cada lunes y cada martes lezarandea por la
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querido dependiente un lunes enel almacén, cuando vio a Melchor que, recordando el drama El
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Era lunes, y al
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»En el día de lunes, por tu sobervia mucha,
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En Salamanca llaman al lunes siguiente Lunes de aguas,por las del
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Celebrandicho lunes los salmantinos merendando en el campo, y á estatradicional costumbre
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lunes 16 de Septiembre de 1647, gastó el cabildo Catedral294 reales y medio, siendo
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Al expirar el plazo, cuyo término caía en lunes, don Juan
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domingo y el lunes en la taberna, y algún díatambién por la
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lunes se ha trasladado a las habitaciones delpiso principal de la
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esteúltimo lunes, con el aparato ordinario de esta santa y
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Mario fue un lunes algo tarde a la oficina, como de costumbre
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Nada se logró en todo el día del lunes ni en toda la noche
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envano todo el lunes siguiente
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Salió el lunes muy temprano, y en la
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se embriagan más queel domingo y el lunes, algún día entre semana, las pascuas, los
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día sólo en la semana, y eso no todo el año, se diviertenmis compatriotas: el lunes, y
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de lo que en la dicha razon se ha de hacer, parael lunes siguiente en este Cabildo
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El lunes por latarde recibió una carta, levantó su destierro y se presentó el martespor
27.
Pierrepont había llegado a los Genets un lunes
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tenga porconveniente, pero con preferencia el lunes
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El día siguiente de estos sucesos era un lunes, y, por
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quedaseunos días en Entralgo, pero la joven le hizo presente que el lunes eradía de
31.
quien me casaré el lunes, Dios mediante, melibro del
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decir, que el lunes cierra la puerta a la juventudy entra en la
33.
«Pero me caso el lunes, el lunes
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Sus explicaciones del Antiguo y NuevoTestamento, todos los lunes y viernes, atraían
35.
obtendría el mismo señalado favor los lunes, miércoles yviernes
36.
Era lunes de Carnaval
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solía ir los martes y los viernes, y aveces los lunes y sábados
38.
lunes o los martes cuando Milagroshacía la gracia de quedarse en casa
39.
¡Seacabaron los miramientos y bondades! El próximo lunes
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ni la que debían cantar los lunes por las almas del purgatorio,ni
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procesiones desde el Lunes Santo, pero lo máscomún es desde el
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lunes una porlas almas de los difuntos, y aplicar otra en cada
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Un lunes, día de feria, mi tía, el cura y Susana tuvieron que ir a
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aguardoel lunes con impaciencia
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Sotillo lossábados por la tarde para marchar el lunes por la
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Parade aparece en domingo, y para el lunes las opiniones estaban bien repartidas entre estas cuatro opciones
47.
Capítulo 3, Los cazadores de la noche del lunes
48.
El asunto tiene que estar rEsuelto antes del lunes
49.
Lunes, 4 de enero de 1943
50.
Lunes, 11 de enero de 1993
51.
Lunes, 28 de enero, 1963
52.
Supo que adelgazó pero siguió estando guapa, y supo que aunque era guapa andaba siempre tan malcarada que parecía fea, que terminó en la academia y entró de aprendiza en una peluquería, que la dejó, que se colocó en otra, que la dejó, que empezó en una tercera, que la dejó, que se corrió la voz de que era problemática con las jefas y desagradable con las clientas, que se dedicó a peinar por las casas, que conoció a un chico, que se casó con él, que sus padres murieron, que emigraron a Francia, que regresaron, que tuvo una hija con problemas de obesidad, que montó un gabinete de estética en su casa, que se comentaba que no era especialmente buena pero era barata, que dedicaba las mañanas a las tareas del hogar y las tardes a las clientas, que tenía el carné de la biblioteca y sacaba dos libros al mes, que los lunes hacía la compra de la semana, que los viernes repetía la operación para los días de fiesta, que era metódica, rutinaria, que algunas veces parecía triste pero que en general seguía teniendo pinta de estar enfadada, que cuando paseaba con su marido él nunca conseguía pasarle el brazo por los hombros porque ella se lo apartaba con un gesto, que cuando salía con su hija, la niña no le dejaba que la cogiera de la mano y prefería agarrar la de su padre, que no se llevaba bien con casi nadie, que anduvo metida en jaleos con unos vecinos a los que reprochaba que pusieran la música demasiado alta y que a su vez la acusaban de echarles lejía en la ropa del tendedero
53.
Su posición en Zig Zag le permitía darse el gusto de ir a París en un fin de semana largo, cenar en algún restaurante legendario, y contar el lunes en la redacción el encuentro con los personajes que conoció en el viaje
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Los lunes dejarán de ser, para mí, lunes de ceniza, ni habrá por qué recordar que el lunes es lunes, y la piedra que yo cargaba será de quien quiera agobiarse con su peso inútil
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Centenera queda lejos de estos andurriales, queda en el hondo vallejo del Matayeguas, y tiene justo renombre porque las mozas, el lunes de carnaval, entierran un gallo en mitad de la plaza, le dejan sólo la cabeza fuera, y con los ojos vendados y muertas de risa la emprenden a garrotazos a ver cuál de ellas acierta a machacársela; la fiesta es muy graciosa y las mozas se ponen cachondas como verracos
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El lunes por la mañana, Albert, el servidor de los Beresford desde hacía largos años, que se había visto embarcado en actividades anticriminales por sus señores más de una vez, depositó la bandeja con el desayuno en la mesita existente entre los dos lechos
57.
Por la mañana Tejero comprendió que preparar su golpe de mano le llevaría bastante más de veinticuatro horas y que por tanto no podría darlo el viernes, pero alguien -tal vez uno de sus capitanes, tal vez uno de los ayudantes de Milans-le hizo notar que la mayoría parlamentaria de que disponía Calvo Sotelo no alcanzaba para que éste resultara elegido en la primera votación, y que el presidente del Congreso debería convocar una segunda que en ningún caso podría celebrarse antes del lunes, lo que les concedía un mínimo de cuatro días para los preparativos; fuera cual fuera el día que eligiese el presidente del Congreso, aquél fue el día elegido: el día de la segunda votación de investidura
58.
Desde el día 19 Tejero y Milans -uno en Madrid, el otro en Valencia trabajan en los preparativos del golpe, pero a partir del día 20, cuando el presidente del Congreso fija la fecha y la hora de la segunda votación de investidura y les entrega sin saberlo a los golpistas la fecha y la hora del golpe -el lunes 23, no antes de las seis de la tarde-, los trabajos se aceleran
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—El coronel Protheroe había convenido con alguien de Londres para que viniera esta mañana, lunes, para hacer una tasación completa
60.
Y la tía Marguerite, la hermana de su madre, había muerto, la abuela lo arrastraba a casa de la tía el domingo por la tarde y él se aburría soberanamente, salvo cuando el tío Michel, que era carretero y también se aburría escuchando aquellas conversaciones en el comedor oscuro, en torno a los tazones de café negro sobre el hule de la mesa, lo llevaba al establo, que estaba muy cerca, y allí, en la semipenumbra, cuando el sol de la tarde calentaba fuera las calles, sentía ante todo el buen olor del pelo, la paja y el estiércol, escuchaba las cadenas de los ronzales raspando la artesa del pienso, los caballos volvían hacia ellos sus ojos de largas pestañas, y el tío Michel, alto, seco, con sus largos bigotes y oliendo él también a paja, lo alzaba y lo depositaba sobre uno de los caballos, que volvía, plácido, a hundirse en la artesa y a triturar la avena mientras el tío le daba algarrobas que el niño masticaba y chupaba con deleite, lleno de amistad hacia ese hombre siempre unido en su cabeza a los caballos, y los lunes de Pascua partían con él y toda la familia para celebrar la mouna en el bosque de Sidi-Ferruch, y Michel alquilaba uno de esos tranvías de caballos que hacían entonces el trayecto entre el barrio donde vivían y el centro de Argel, una especie de gran jaula con claraboya provista de bancos adosados, a la que se uncían los caballos, uno de ellos de reata, escogido por Michel en su caballeriza, y por la mañana temprano cargaban las grandes cestas de la ropa repletas de esos rústicos bollos llamados mounas y de unos pasteles ligeros y friables, las orejitas, que dos días antes de la partida todas las mujeres de la familia hacían en casa de la tía Marguerite sobre el hule cubierto de harina, donde la masa se extendía con el rodillo hasta cubrir casi todo el mantel y con una ruedecilla de boj cortaban los pasteles, que los niños llevaban en grandes bandejas para arrojarlos en barreños de aceite hirviente y alinearlos después con precaución en los cestos, de los que subía entonces el exquisito olor de vainilla que los acompañaba durante todo el recorrido hasta Sidi-Ferruch, mezclado con el olor del mar que llegaba hasta la carretera del litoral, vigorosamente tragado por los cuatro caballos sobre los cuales Michel{84} hacía restallar el látigo, que pasaba de vez en cuando a Jacques, sentado a su lado, fascinado por las cuatro grupas enormes que con gran ruido de cascabeles se contoneaban bajo sus ojos y se abrían mientras la cola se alzaba, y él veía moldearse y caer al suelo la bosta apetitosa, las herraduras centelleaban y los cencerros precipitaban sus sones cuando los caballos se engallaban
61.
Viendo cómo se le escapaban presas enteramente sentenciadas como Grand y la muchacha de Rieux, cómo se exacerbaba en ciertos barrios durante dos o tres días, mientras desaparecía totalmente en otros, cómo multiplicaba las víctimas el lunes, y el miércoles las dejaba escapar casi todas; viéndola desfallecer o precipitarse se hubiera dicho que estaba desorganizándose por enervamiento o cansancio y que perdía, al mismo tiempo que el dominio de sí misma, la eficacia matemática y soberana que había sido su fuerza
62.
[2] En Estados Unidos, el primer lunes de septiembre
63.
Un par de horas más tarde, descubrí que era la primera hora de la tarde de un lunes
64.
El lunes me solté el pelo antes de salir de clase y la amiga número dos me dijo ¿qué haces? He quedado, tengo una especie de cita
65.
Me imaginaba que los bailes se celebraban los sábados por la noche para que la agitación se pudiera disipar a lo largo del domingo y el lunes fuera un día normal en el instituto
66.
Bueno, pues en cuanto abrí la puerta del coche de Tracy el lunes por la mañana, supe que no iba a ser el caso
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Tracy, Diane y yo entrábamos juntas en el instituto el lunes por la mañana, charlando sobre Morgan y Tyson
68.
—Ya lo sé, pero el lunes hay un examen importante que tenemos que repasar
69.
Las reuniones de esos grupos se celebraban en la iglesia los domingos, los lunes y los jueves
70.
—¿El lunes? ¿No fue el martes?
71.
—No, señor fue el lunes 16
72.
—En la tarde del último lunes, ¿compró estricnina con el propósito de envenenar un perro? Inglethorp replicó con perfecta calma:
73.
—Señor Inglethorp, por pura fórmula, le importaría decirnos dónde estaba la tarde del lunes, 16 de julio?
74.
Señor Inglethorp, sabiendo lo que acabo de decirle, ¿insiste usted en callar dónde estuvo a las seis de la tarde del pasado lunes?
75.
El lunes bajé tarde a desayunar y John me llevó aparte para informarme de que el señor Inglethorp se marchaba aquella mañana, estableciéndose en el hotel del pueblo mientras trazaba sus planes para el futuro
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La primera empieza con la muerte de Ackroyd el viernes por la noche y acaba al atardecer del lunes siguiente
77.
Como he dicho, mi relato hasta el lunes al atardecer pudo ser el de Poirot en persona
78.
Pero, después del lunes, nuestros caminos se separaron
79.
—El lunes pasado se fue a Gales, a vivir con su madre
80.
lo cierto es que no podía haberlo visto, puesto que fui a Stark Head el domingo por la noche, no el lunes
81.
-El coronel Protheroe había convenido con alguien de Londres para que viniera esta mañana, lunes, para hacer una tasación completa
82.
Salgo hacia París el lunes
83.
Al final de una cena, el lunes pasado, nos deja para ir a enterarse por la radio de la muerte de Seton y, por consiguiente, para ultimar los preparativos del golpe
84.
El lunes Poirot estuvo fuera todo el día, pero cuando regresó por la tarde se dejó caer en su butaca con un suspiro de satisfacción
85.
El lunes por la mañana, expresiones variadas de alegría y apreciaciones de toda índole, se oyeron sobre la cubierta del Karnak
86.
La fiesta tuvo lugar el lunes por la tarde
87.
El discurso fue leído por Franco en televisión el 31 de enero y, apareció publicado en la Hoja del Lunes del día siguiente
88.
Demasiada tortura era estar encerrado en la caja negra de lunes a viernes
89.
El lunes a primera hora Fuckowski embarcaba a Zurich por la puerta A69 mientras Monchito recogía el equipaje en la cinta 13
90.
Se lo llevó a la escuela del pueblo, donde permanecía interno de lunes a viernes, pero los sábados por la mañana iba el coche a buscarlo para que volviera a casa hasta el domingo
91.
El lunes a la hora del desayuno, Beatriz encontró a su hija leyendo el periódico en la cocina y notó sus brazos cubiertos de ronchas
92.
Los lunes los hombres llegaban lánguidos por la resaca de las parrandas de fin de semana y apenas lograban mantenerse despiertos
93.
Cuando su madre lo vio sufrir pegoteándose el pelo con laca para domar sus negros mechones, poniéndose pasta dentífrica en las espinillas y paseándose ante el teléfono, supo que el tiempo de idílica complicidad con su hijo estaba por terminar y tuvo una crisis de celos que no se atrevió a confesar ni siquiera a Gregory Reeves en las conversaciones de los lunes
94.
De lunes a jueves, cuando no había visitantes en la casa, disminuía el ritmo de trabajo doméstico y los tres jóvenes disponían de algunas horas de libertad, que aprovechaban para perderse en los cuartos de los huéspedes, vacíos en esos días de la semana
95.
El lunes por la mañana se encontró con el señor Aravena, para desayunar juntos en un cafetín en la esquina del periódico
96.
Había salido de San Benito un lunes de madrugada y lo hizo por la puerta del fondo del huerto montando un tordo grande y robusto que quizá fuera el mejor caballo de las cuadras del convento; no le importaba en demasía que lo vieran partir, pero prefería que su atuendo no llamara la atención pues no vestía ropaje de clérigo, sino que lo hacía con la indumentaria propia de un comerciante pudiente que saliera de sus lugares en busca de negocios con el atuendo apropiado para el camino
97.
Me consuelo de esta separación pensando en mi madre con su bigotudo profesor de pintura, con sus amigas en el té de los lunes, durmiendo la siesta entre sábanas de lino almidonadas, presidiendo la mesa en los banquetes preparados por Berta, en su hogar lleno de parientes y amigos
98.
en casa de su padre, el infeliz Poncho se echa al pie de la escalera con los ojos mustios esperando el próximo lunes
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—Contad con él, pero el lunes por la mañana os quiero aquí vivo y explicándome el lance
100.
Aquel lunes, al caer la tarde, se reunieron en la biblioteca ambos amigos