1.
Antes al contrario, el derroche más flagrante, acompañado de la ociosidad más
2.
Se dio una vida principesca, según refieren crónicas, y malgastó salud y energías en una ociosidad prolongada y estéril
3.
ociosidad no conocía, habíadotado su mirada de una expresión
4.
ydespreciables que viven en la ociosidad y holganza en una
5.
en estudiar los momentos que yoconsideraba perdidos en la ociosidad
6.
donde ponía los pies; y, con todo esto, los delamor, o los de la ociosidad, por mejor decir, a
7.
divertirla a vecesde los malos humores que suele engendrar la ociosidad; y que, pues éste
8.
Mas agora, yatriunfa la pereza de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio dela
9.
Ya le pareció a don Quijote que era bien salir de tanta ociosidad como laque en aquel castillo
10.
paradistraer su ociosidad, han hecho de la caza la principal ocupación de suvida
11.
Bien dice el refrán que la ociosidad
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ociosidad y elbienestar, guardando aún los signos de su origen
13.
sus caprichos, viviendoen lánguida ociosidad
14.
que son un mal ejemploen las poblaciones, porque la ociosidad en queviven corrompe
15.
ociosidad, que en una poblaciónpequeña, donde hay que hacer
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el aplomoy, ante la perspectiva del paraíso de ociosidad y
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siempre en alguna guerra extranjera, por escusar lasdisensiones domesticas y civiles; que la ociosidad suele despertar en lafiereza de su natural
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sucesivo iba a abandonarme en el vacíode la ociosidad
19.
Esto es una patraña que hizo correr por las gentes la ociosidad, i elodio i el desprecio
20.
Aesto hay que preguntar: si la ociosidad es un vicio en los pobres, ¿porqué
21.
Una nativa autodidaxia la hacía hábil para toda clase de labores, y sunaturaleza pacífica y bien dispuesta se avenía mal con la ociosidad
22.
miseria,sobre la ociosidad de los unos y el trabajo de los otros,
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Enemiga de la ociosidad
24.
ociosidad, que fomentaba los desvaríos de suimaginación
25.
trabajo no era mucho y su ociosidad casi completa lehacía
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persona y porhuir los vicios que de la ociosidad se recrecen,
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ociosidad en los mancebos y en las mujeres, porque nofuesen
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ya habia ociosidad; que le parecia queya era tiempo que los
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inveterada pereza del espíritu, la ociosidad demuchas generaciones y la falta de
30.
Y no sería bastante disculpa desto decir que el principal intento que las repúblicas bien ordenadas tienen, permitiendo que se hagan públicas comedias, es para entretener la comunidad con alguna honesta recreación, y divertirla a veces de los malos humores que suele engendrar la ociosidad; y que, pues éste se consigue con cualquier comedia, buena o mala, no hay para qué poner leyes, ni estrechar a los que las componen y representan a que las hagan como debían hacerse, pues, como he dicho, con cualquiera se consigue lo que con ellas se pretende
31.
Mas agora, ya triunfa la pereza de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la arrogancia de la valentía y la teórica de la práctica de las armas, que sólo vivieron y resplandecieron en las edades del oro y en los andantes caballeros
32.
Se les añadía nuevas ocupaciones por su propio bien, para que no cayeran en la peligrosa ociosidad y no comenzaran a pensar en la necia idea de ir a ofrecer sacrificios a su dios
33.
-El chico perderá el tiempo allí -dijo miss Murdstone mirando en una olla de escabeche-, y la ociosidad es la madre de todos los vicios
34.
Mientras usted ejercitaba el suyo con el estudio de la anatomía y la química, el mío languidecía en la ociosidad
35.
Gracias a estas medidas pudo Zumalacárregui tener provisión bastante para lanzarse a nuevo combate antes de la semana, engañando una vez más a los cristinos, pues nunca pensó en que sus tropas estuvieran tanto tiempo en la ociosidad
36.
De este apartamiento provino la noticia de su muerte, que corrió por toda España, descorazonando a los suyos, y llenando de tristeza y confusión a todo el carlismo de aquende y allende el Ebro; pero ya en los últimos de Enero (como unos quince antes de la fecha en que esto se relata) se supo a ciencia cierta que vivía, y que sin reponerse de sus heridas y enfermedades, [49] preparaba nuevas correrías por la Plana de Castellón y riberas del Turia: que en tal hombre la ociosidad era imposible, mientras alguna vida le quedase
37.
Con todo esto bien preparado y bien servido a los que saben y pueden pagarlo, se gana dinero, y se combate la ociosidad, que es la madre de todos los vicios
38.
Naturalmente, les conviene la ociosidad en medio de la abundancia; pero el Hacedor, al permitir estas desigualdades por conveniencia [295] de unos y otros, no consiente que los ricos inventen manjares absurdos por lo costosos
39.
Sigo, no obstante, torneando frases de la misma manera que los burgueses que tienen un torno en el granero siguen torneando aros para servilletas, por ociosidad y para mi propia satisfacción
40.
O bien en la ociosidad friolenta de frimario
41.
¡Serían unas obligaciones que atender, trabajos manuales! Si tuviera, como tantas otras, que ganarse la vida, no tendría esos trastornos, que le proceden de un montón de ideas que se mete en la cabeza y de la ociosidad en que vive
42.
Los miembros del jurado de Tralee permanecían sentados, en forzosa ociosidad
43.
Su marido se paseaba una y otra vez delante de ella con la regularidad de un centinela, evidenciando lo mucho que pesaba la ociosidad a aquel hombre de acción
44.
¿Y por qué no añadir este caso a tantos otros en los que el menor defecto formal anula un proceso, aunque sea justo? ¿Los conventos son, pues, tan esenciales para la constitución de un Estado? ¿Instituyó Cristo a los monjes y a los religiosos? ¿La Iglesia no puede, acaso, prescindir de ellos en absoluto? ¿Qué necesidad tiene el Estado de tantas vírgenes enloquecidas, y la especie humana de tantas víctimas? ¿No se percibirá nunca la necesidad de reducir la abertura de estas simas donde van a perderse futuras generaciones? ¿Todas las oraciones rutinarias que allí se hacen, valen acaso lo que una limosna que la conmiseración da a un pobre? Dios, que creó sociable al hombre, ¿aprueba que se le encierre? Dios, que lo creó tan inconstante y frágil, ¿puede autorizar la inseguridad de sus votos? Estos votos, contrarios a la inclinación general de la naturaleza, ¿pueden nunca ser cumplidamente observados excepto por algunas criaturas mal constituidas en las que los gérmenes de las pasiones están marchitos, y que con razón serían consideradas como monstruos si nuestras luces nos permitieran conocer tan fácilmente y tan bien la estructura interior del hombre como su forma exterior? ¿Todas estas ceremonias lúgubres que se observan en la toma de hábito y en la profesión de éstos, al consagrar un hombre o una mujer a la vida monástica y a la desgracia, suspenden acaso las funciones fisiológicas? Al contrario, ¿no se despiertan éstas en el silencio, la sujeción y la ociosidad con una violencia desconocida a la gente del mundo ocupada en una multitud de distracciones? ¿Donde se ven mentes obsesionadas por espectros impuros que las siguen y las perturban? ¿Donde este profundo fastidio, esa palidez, ese enflaquecer, todos los síntomas de la naturaleza que languidece y se consume? ¿Donde las noches son turbadas por los gemidos, los días empapados de lágrimas derramadas sin motivo, precedidas de una melancolía que nadie sabe a qué atribuir? ¿Donde la naturaleza, sublevada por una sujeción para la que no está hecha, rompe los obstáculos que se le oponen, tórnase furiosa y lanza la economía animal a un desorden que no tiene ya remedio? ¿En qué sitio la tristeza y el mal humor han aniquilado todas las cualidades sociales? ¿Donde no existe padre, ni hermano, ni hermana, ni amigo? ¿Donde el hombre, al considerarse sólo como ser de un instante fugaz, trata las relaciones más dulces de este mundo como un viajero los objetos que encuentra, sin afección? ¿Donde está la sede del odio, del hastío y de los enervantes? ¿Donde el lugar de la servitud y del despotismo? ¿Donde los odios que nunca se extinguen? ¿Donde las pasiones encubiertas en el silencio? ¿Donde la morada de la crueldad y de la curiosidad? Nadie conoce la historia de estos asilos, decía a continuación el señor Manouri en su defensa; nadie la conoce
45.
conducido por su inquietud y su ociosidad, y tratando de huir de los reproches de su corazón cuando pensaba que había sido injusto con su esposa, se dirigió hacia aquel lugar
46.
Mientras permaneció allí sólo experimentó penalidades e incomodidades, ya que el propio Obergatz estaba presionado bajo las órdenes de su distante superior, pero a medida que pasaba el tiempo la vida en la aldea se convirtió en un verdadero infierno de crueldades y opresiones practicadas por el arrogante prusiano sobre los aldeanos y los miembros de su mando nativo, pues el tiempo pendía pesadamente sobre las manos del teniente, y con la ociosidad combinada con las incomodidades personales que se veía obligado a soportar, su no demasiado agradable temperamento halló salida, primero en pequeñas interferencias con los jefes y más tarde en la práctica de absolutas crueldades con ellos
47.
Tuvo que permanecer en amarga ociosidad, mientras Akko recogía el marfil, las plumas, el cuero parcialmente curado y los polvos de cuerno de rinoceronte, tan valioso en el comercio con el Este: facultaba a los viejos para casarse con muchachas jóvenes
48.
Y no sería bastante disculpa desto decir que el principal intento que las repúblicas bien ordenadas tienen permitiendo que se hagan públicas comedias es para entretener la comunidad con alguna honesta recreación, y divertirla a veces de los malos humores que suele engendrar la ociosidad; y que, pues éste se consigue con cualquier comedia, buena o mala, no hay para qué poner leyes, ni estrechar a los que las componen y representan a que las hagan como debían hacerse, pues, como he dicho, con cualquiera se consigue lo que con ellas se pretende
49.
Mas agora ya triunfa la pereza de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la arrogancia de la valentía, y la teórica de la práctica de las armas, que sólo vivieron y resplandecieron en las edades del oro y en los andantes caballeros
50.
Tanto los hombres como las mujeres aborrecían su ociosidad y su absoluta falta de orgullo
51.
A la luz del sol durante el día, a la de las antorchas durante la noche, que no se dé un minuto de reposo a la ociosidad, fatigando el eco de estos solitarios lugares con el alegre y bullicioso clamor de los trabajadores, a los rudos y sonoros golpes del martillo
52.
En este lugar fosilizado, prisionero de los hielos del poder y la ociosidad, la llegada de un nuevo residente y los actos absurdos que bajo sus órdenes han realizado profesionales tan pasmosamente numerosos, que hasta Neptune ha renunciado a olisquearlos a todos, esta llegada, como digo, ha levantado un viento de excitación y de pánico mezclados
53.
Las razas laboriosas encuentran una gran molestia en soportar la ociosidad: fue una obra maestra del instinto inglés el santificar y volver aburrido el domingo hasta tal punto que el inglés vuelve a anhelar, sin darse cuenta, sus días de semana y de trabajo: – como una especie de ayuno inteligentemente inventado, inteligentemente intercalado, del cual pueden verse numerosos ejemplos también en el mundo antiguo (si bien no precisamente con vistas al trabajo, como es obvio en pueblos meridionales -)
54.
Cuánta verdad hay en ella: cientos, incluso millares de acres que podrían convertirse en pastos o tierra de labranza bajo una gestión adecuada, pero que, de hecho, no sirven más que para alimentar algunas cabras y un asno, sin olvidar la caza, que supone una tentación continua para los furtivos (tentación que rara vez resisten), una tierra que no produce nada excepto pobreza, ociosidad y vicio
55.
Stephen Maturin, que para la mayoría de las cosas no era sino un simple espectador a bordo, era muy dado a permanecer en la toldilla o el alcázar de un barco saludable (porque en un barco enfermo pasaba la mayor parte del tiempo abajo), donde podía observar las diversas maniobras o, en aquellas ocasiones en que reinaba la ociosidad, los bailes en el castillo de proa y el jaraneo
56.
Pero me he dado cuenta de que no conduce sino a la confusión, la ociosidad y el desequilibrio
57.
Gilberta solía invitar a merendar los mismos días que recibía su madre; pero cuando no era así, y por no estar Gilberta podía yo ir al choufeury de la señora de Swann me la encontraba vestida con hermoso traje de tafetán, de faya, ele terciopelo, de crespón de China, de satén o de seda; pero no trajes sueltos corno los que solía llevar en casa sino combinados como si fuesen de calle, de suerte que infundían a su casera ociosidad de aquella tarde un tono activo y alegre
58.
Es que del antiguo palacio quedaba un sobrante de lujo, inutilizable en un hotel moderno, y que, despojado de toda afectación práctica, había cobrado en su ociosidad una especie de vida; pasillos que volvían sobre sus pasos y cuyas idas y venidas sin finalidad cruzaba uno a cada momento; vestíbulos —largos como corredores y decorados coma salones, que más bien parecían habitar allí que formar parte de la habitación, que no había sido posible hacer entrar en ningún cuarto, pero que rondaban en torito al mío y vinieron enseguida a ofrecerme su compañía —a modo de vecinos ociosos, pero callados—, fantasmas subalternos del pasado a quienes se había permitido que permaneciesen sin hacer ruido a la puerta de las habitaciones alquiladas y que cada vez que me los encontraba en mi camino daban muestras de una silenciosa deferencia para conmigo
59.
Pero había otra causa, que —conociendo, yo como conocía en esa época más libros que gente, y mejor la literatura que el mundo— me expliqué pensando que la duquesa, como vivía esa vida mundana cuya ociosidad y esterilidad son respecto de una actividad social auténtica lo que es en arte la crítica respecto de la creación, extendía a las personas que la rodeaban la inestabilidad de puntos de vista, la sed malsana del razonador que, por refrigerar su espíritu excesivamente seco, va a buscar cualquier paradoja que conserve todavía cierta frescura, y no tendrá empacho en sostener la refrescante opinión de que la Ifigenia más hermosa es la de Piccini y no la de Glück, y, si a mano viene, que la verdadera Fedra es la de Pradon
60.
Fuera de la utilidad que le suponía a una intervención, para la política del pequeño núcleo, esas especies de explicaciones y los dramas que desencadenaban le gustaban cada vez más, como los que hacen nacer la ociosidad tanto en el mundo aristocrático como en la burguesía
61.
Otras, a las primeras campanadas de un convento vecino, raras como las devotas matinales, vislumbraba uno de esos días tempestuosos, desordenados y agradables, blanqueando apenas el cielo con sus nubes indecisas que el viento tibio fundía y dispersaba, uno de esos días en que los tejados mojados por una ráfaga intermitente que seca un soplo o un rayo de sol dejan caer en un arroyo una gota de lluvia y, a la espera de que gire de nuevo el viento, alisan al momentáneo sol que les irisa sus tejas cuello de pichón; uno de esos días con tantos cambios de tiempo, tantos incidentes aéreos, tantas tormentas, que el perezoso no cree haberlos perdido porque se ha interesado en la actividad que ha desplegado, a falta de él, la atmósfera, actuando de cierta manera en su lugar; días parecidos a esos tiempos de disturbios o de guerra que al escolar que falta a la escuela no le parecen vacíos, porque en los alrededores del Palacio de justicia o leyendo los periódicos se hace la ilusión de sacar de los acontecimientos producidos, a falta del trabajo no cumplido, un provecho para su inteligencia y una justificación para su ociosidad; días, en fin, comparables a esos en que ocurre en nuestra vida alguna crisis excepcional y de la que el que no ha hecho nunca nada cree que, si termina bien, va a sacar hábitos de trabajo: por ejemplo, la mañana en que sale para un duelo que va a tener lugar en condiciones particularmente peligrosas; entonces, en el momento en que acaso va a perderla, ve de pronto el valor de una vida que hubiera podido aprovechar para comenzar una obra o simplemente para divertirse, y de la que no ha sabido sacar ningún fruto
62.
Falta de aplicación, ociosidad
63.
No habrá libertades mientras no concluya lo que se llama sobriedad española que es la holgazanería del cuerpo y del espíritu alimentada por la rutina; porque las pasiones sanguinarias, la envidia, la ociosidad, el vivir de limosna, el esperarlo todo del suelo fértil o de la piedad de los ricos, el anhelo de someter al prójimo, la ambición de sueldo y de destinos para tener alguien sobre quien machacar, no son más que las distintas caras que toma el absolutismo, el cual se manifiesta según las edades, ya servil y rastrero, ya levantisco y alborotado
64.
840 dólares y cincuenta centavos, eran casi siete mil dólares y ello fue aquella noche causa de laira de Jason, de la insoportable furia escarlata que aquella noche y a intervalos recurrentes con escasa o ninguna disminución durante los cinco años siguientes, le hizo creer seriamente que acabaría por destruirlo inesperadamente, dejándolo muerto instantáneamente como una bala o un rayo: que aunque le hubieran sido robados no unos insignificantes tres mil dólares sino casi siete mil no podía decirlo a nadie, porque habiendo sido robados siete mil dólares en lugar de solamente tres nunca podría recibir justificación —no quería lástima— de otros hombres tan desafortunados como para tener una zorra por hermana y otra por sobrina, ni siquiera podría dirigirse a la policía; porque habiendo perdido cuatro mil dólares que no le pertenecían ni siquiera podría recuperar los tres mil que sí puesto que aquellos primeros cuatro mil dólares eran no solamente propiedad legal de su sobrina como parte del dinero aportado por su madre para sostenerla y mantenerla durante los últimos dieciséis años, no tenían existencia alguna, habiendo sido oficialmente registrados como gastados y consumidos en los informes anuales que entregaba al Canciller del distrito, tal como se le requería como tutor y administrador por sus garantes; por lo que fue robado no solamente de sus robos sino también de sus ahorros, y por su propia víctima: había sido robado no sólo de los cuatro mil dólares por los que al adquirirlos había corrido el riesgo de la cárcel sino de los tres mil que había atesorado al precio del sacrificio y de la abnegación, casi de cinco en cinco o de diez en diez centavos, durante un período de casi veinte años: y no sólo por su propia víctima sino por una niña que lo hizo de una sola vez, sin premeditación ni plan, sin incluso saber ni importarle cuánto iba a encontrar cuando rompió el cristal de la ventana: él, quien siempre había respetado a la policía, quien nunca les había causado problemas, quien había pagado año tras año los impuestos que los mantenían en sádica y parasitaria ociosidad, no solamente eso, no se atrevía a salir él mismo tras la chica porque podría atraparla y ella hablaría, por lo que su único recurso consistía en un vano sueño que le hizo dar vueltas en la cama y sudar por las noches durante dos y tres e incluso cuatro años después del suceso, cuando ya debería haberlo olvidado: atraparla por sorpresa, saltando sobre ella en la oscuridad, antes de que se gastara todo el dinero, y asesinarla antes de que tuviese tiempo de abrir la boca) y descendió por la misma cañería al anochecer y huyó con el saltimbanqui que ya había sido condenado por bigamia
65.
–La ociosidad es el peor de los vicios
66.
–Sabes que la ociosidad, incluso lujosa, me horripila
67.
Su excelencia el gobernador, como decía enfáticamente Ben-Zuf, no quería que los habitantes de Galia permanecieran ociosos, porque la ociosidad es madre de todos los vicios y suele tener malas consecuencias
68.
Siguieron interminables conversaciones en esas largas horas de ociosidad
69.
Pero en la costa de Nueva América, ¡qué diferencia! El doctor hacía algunas veces esta comparación, pero la guardaba para sí, y sólo echaba pestes contra su ociosidad forzosa
70.
- La ociosidad es su mayor enemigo
71.
En la desangelada buhardilla adonde Oliver se había trasladado después de tomar el té con Brock en el jardín -y donde había estado a solas desde entonces salvo por unas pocas interrupciones bien administradas del equipo para asegurarse de su bienestar-, había un camastro de hierro, una mesa de pino, una lámpara sobre ella con la pantalla remendada, y un cuarto de baño gangrenoso con calcomanías infantiles en el espejo, que Oliver, en su ociosidad, había intentado en vano despegar
72.
Ana llevaba el vestido que sabía que le sentaba mejor; no estaba sola; la rodeaba ese ambiente de ociosidad suntuosa que le era habitual, y en ella se sentía más a gusto que en su casa, pues aquí no tenía que discurrir sobre lo que había de hacer
73.
«Pero ya comprendía él la causa de aquel amor; era la impura lascivia, se había enamorado de la carne fofa, y de menos todavía, de la ropa del sastre, de los primores de la planchadora, de la habilidad del zapatero, de la estampa del caballo, de las necedades de la fama, de los escándalos del libertino, del capricho, de la ociosidad, del polvo, del aire