1.
» Don Juan de Jauregui opinó que «el valersede las manos es accidente que no ofende el ingenio e ingenuidad sumadesta ciencia, sino que habiendo de lograr sus efectos a ojos de todosse sirve de los colores y manos como el orador y filósofo de la tinta ypluma»
2.
Primero sepuso a trabajar como abogado, aunque sin jurar su título, en los bufetesde don Nicolás Azcárate y Miguel Viondi, dándose luego a conocer de suspaisanos como orador, en notables discursos y conferencias pronunciadasen el Liceo de Guanabacoa, y en un brindis que hizo en un banquetecelebrado en honor del genial periodista Adolfo Márquez Sterling
3.
Y consignó uno de aquellos,que «en una de las sesiones oratorias, le sirvió de tema el pueblo deIsrael, y con lenguaje expresivo y sublime enarró las maravillas deaquel pueblo excepcional»: que no era posible decir cosas más hermosas ypoéticas, pero «que cuando el orador se consideró en la cumbre del monteNebo y presentó al pueblo israelita y a Moisés contemplando la tierraprometida, su elocuencia fue nueva, sorprendente, y lo sublime parecíapoco ante aquel espíritu transfigurado por el pudor cuasi divino de lasideas»
4.
Sandoval se quedó parado en medio de su triunfo, pero con lavivacidad propia de su raza y su sangre de orador se repuso alinstante
5.
no podemos apartar la atencióndel orador, encantándose
6.
La atención del Congreso estaba fija en el orador, uno de los
7.
arriba,ahogaron las últimas palabras del orador
8.
orador hacerseoír con claridad
9.
demostraciones, y cuantomás el orador alzaba la voz, más la
10.
orador elocuente los aplausos de la multitud y eldelirio del
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de la mañanay sus apuestas en el bosque de Bolonia; un periodista orador que relataen
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del malogrado orador; y pasa, en fin, entre las niñas,por otra más experimentada,
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Un Nuezvana,licenciado en derecho canónico, orador ampuloso y
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voz baja la observación alpresidente, éste interrumpió al orador,
15.
Sosegadas ya las olas, el orador continúa
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abundaba en las ideas deldigno orador (obsérvese que no dijo
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El orador termina afirmando que,mientras la
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De pronto, el orador ¡paf! recibe un golpe en medio de la cara;
19.
No hay orador
20.
felicitó al orador y esto le compensó el disgustoque le dieron los
21.
El orador ibaya pensando en abordar otro
22.
El gran orador fué breve y luminoso en su arenga, repleta de consejospara los gobernantes
23.
Pero el orador, uniendo la acción á la palabra, se había abrazado á élnerviosamente,
24.
entrar por la puerta de la izquierda era elgran orador M
25.
es hombre de parlamento, orador nato, a quien elejercicio del
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El orador se detieney la ausencia de su
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Un orador mucho más elocuente que Marenval hubiera fracasado ental empresa
28.
El nombre del orador que iba a hablar sobre las obligacioneseclesiásticas, contuvo
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contestación al venerable orador
30.
Al terminar el venerable orador se levantó Rafael, pálido, tirando delos puños de la
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del venerable orador: todaaquella aglomeración de blusas blancas y pecheras sin
32.
Y el gran orador, como uncaballo
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El orador descansó un instante, paseando su mirada por las tribunas,iluminadas
34.
«Era todo un orador;
35.
Vera; un diputado a la convención deSanta Fe en el presbítero Oro, orador de nota;
36.
orador con elestrépito de los aplausos
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meramente conversación, para repetir la frasefeliz de un orador
38.
haber enfermado de gravedad en Teruel el orador
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lei, para que fuese su orador en el congreso, i luego sepresentaron en el palacio i ante
40.
Y a las risas del orador, uníanse las carcajadas de todos los
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sobre el estado intelectual del orador
42.
Al principio el orador se ponía en pie sobre una mesa, yhablaba; después el dueño del café se vió en la necesidad de construiruna tribuna
43.
Un segundo orador subió á la tribuna á disipar el fastidio que laperoración de Lázaro había causado
44.
Entre tanto, el nuevo orador divagaba á sus anchas por el campo de lahistoria y de la política, y, por
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elevaba, y agitando las manos,profería voces que la muchedumbre aplaudía? El orador hablaba bien,
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orador? No sabía yo que en Ateca hubieratanta elocuencia
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Su tío, al saber que el muchacho eraexaltado y que la echaba de orador, se
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—Ese es algún amigo del Gobierno—exclamó señalando al orador unindividuo que estaba en la parte del
49.
—¿Amigo del Gobierno?—dijo el orador indignado
50.
hoy no conocemos, y era Juan Pinilla,gran orador de los
51.
Conociéndolo el orador, hubiera hecho alto y puesto puntofinal á su elocuencia; mas
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parecido a lo quedespierta la entrada de un orador político en
53.
Que el orador, con
54.
Porque ellas, aunque criadas a la leche de la esclavitud,como tiernas flores que abrían sus pétalos a los primeros rayos del solde la vida, bien podían exclamar con el orador latino: homo sum; humaninihil a me alienum puto
55.
Salgo a la calle un poco disgustado, como cualquier otro orador en elmismo caso, y
56.
El orador fue a dar el brazo a la señorita de la casa y la trajo hastael piano
57.
El orador era joven, alto y delgado, con grandes ojos negros enclavadosen un rostro
58.
El orador terminó los últimos párrafos de su oración siempre con estaspalabras:
59.
felicitaciones de todogénero al orador
60.
Tértulo, orador; y parecieron delante delgobernador contra Pablo
61.
orador: y comparecieron delante del presidentecontra Pablo
62.
tarde echando peroratas, y mientrasel uno hacía de orador, el otro hacía de presidente
63.
fugitivo rayo, semejante al que precede ala inspiración del artista y del orador
64.
El orador se enjugó las lágrimas con la punta de la e, que de faldón le servía, y ya se preparaba á
65.
En la taberna hacía falta un orador para electrizar el selecto concurso
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se recostó en su asiento con los brazos cruzados y mirando atentamente al orador
67.
Cuando la multitud aclamaba una vez más, Arthur se encontró deslizándose por el aire y bajando hacia una de las magníficas ventanas del primer piso del edificio que se levantaba detrás del estrado donde el orador se dirigía a la multitud
68.
—Es un orador extraordinario
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Y contóle el escrutinio que dellos había hecho, y los que había condenado al fuego y dejado con vida, de que no poco se rió el canónigo, y dijo que, con todo cuanto mal había dicho de tales libros, hallaba en ellos una cosa buena: que era el sujeto que ofrecían para que un buen entendimiento pudiese mostrarse en ellos, porque daban largo y espacioso campo por donde sin empacho alguno pudiese correr la pluma, descubriendo naufragios, tormentas, rencuentros y batallas; pintando un capitán valeroso con todas las partes que para ser tal se requieren, mostrándose prudente previniendo las astucias de sus enemigos, y elocuente orador persuadiendo o disuadiendo a sus soldados, maduro en el consejo, presto en lo determinado, tan valiente en el esperar como en el acometer; pintando ora un lamentable y trágico suceso, ahora un alegre y no pensado acontecimiento; allí una hermosísima dama, honesta, discreta y recatada; aquí un caballero cristiano, valiente y comedido; acullá un desaforado bárbaro fanfarrón; acá un príncipe cortés, valeroso y bien mirado; representando bondad y lealtad de vasallos, grandezas y mercedes de señores
70.
Todo el mundo se volvió para mirar en dirección al orador
71.
Nutridos aplausos agradecían por fin al orador que hubiese tenido a bien concluir, y comenzaba la convocación de los laureados
72.
A medianoche, a veces, en el gran silencio de la ciudad desierta, en el momento de irse a la cama para un sueño demasiado corto, el doctor hacía girar el botón de su radio, y de los confines del mundo, a través de miles de kilómetros, voces desconocidas y fraternales procuraban torpemente decir su solidaridad, y la decían en efecto, pero demostrando al mismo tiempo la terrible impotencia en que se encuentra todo hombre para combatir realmente un dolor que no puede ver: "¡Oran! ¡Oran!" En vano la llamada cruzaba los mares, en vano Rieux se mantenía alerta, pronto la elocuencia crecía y denotaba la separación esencial que hacía dos extraños de Grand y del orador
73.
Pez y Cimarra le habían ofrecido un distrito; era seguro que Manuel sería pronto un orador parlamentario de p y p y doble h, y al cabo de algunos años ministro
74.
Un murmullo general de aprobación manifestó que el orador reunía todos los sufragios, así por lo verdadero del fondo, como por lo pintoresco de la forma
75.
El conde dejó pasar tranquilamente el preámbulo, en que el orador establecía que iba a hablar de una cosa tan grave, tan sagrada y tan vital para la Cámara, que reclamaba toda la atención de sus colegas
76.
Con un gesto de la mano el juez frenó al orador, declarando con voz agria:
77.
Ni brillante ni eminente; no como un orador de particular elocuencia; ni como hombre de vastos estudios
78.
Las infatigables discusiones con Cyrus le enseñaron a defender sus ideas con pasión, su maestro le desbarataba todo intento de marearlo a punta de elocuencia, más fundamento y menos retórica, hijo, le decía, pero Gregory comprobó que sus trucos de orador funcionaban bien con otras personas
79.
Dentro de su cabeza, el agente-yo cita al déspota ideológico e inflamado orador León Trotski: «La insurrección es un arte y, como todos los artes, tiene sus reglas»
80.
En este instante se dejó oír la voz de Hanna, inquieta, que desde la mesa camilla en la que estaba ubicada interrumpió al orador diciendo:
81.
El orador prosiguió:
82.
Una declaración firmada por exportadores, varios comerciantes y dueños de oficinas de importación, había aparecido en el "Diario de Ilhéus" patrocinando una lista, encabezada por Ataulfo Passos, candidato a la reelección, con Mundinho para vicepresidente y el Capitán como orador oficial
83.
Para orador oficial el doctor Mauricio Caires
84.
Hablaron, también, el Capitán y el doctor Mauricio, el primero como bibliotecario de la Asociación, el segundo como orador oficial, ambos porque eran candidatos a Intendente
85.
Apareció el orador de los niveles de mando
86.
El orador era D
87.
-¡Oh, qué bien! ¿Ha conocido usted muchos predicadores que se expresen con esa elegancia, esa soltura, esa majestad, ese elevado tono, el cual nos sorprende y embelesa de tal modo que no podemos apartar la atención del orador, encantándose igualmente con su presencia y voz, la vista y el oído?
88.
Como si la primera pronunciada por el buen cura de Algeciras [192] fuera señal convenida, desatose una tempestad de risas y demostraciones, y cuanto más el orador alzaba la voz, más la ahogaban entre su murmullo los de arriba
89.
Algunos se echaron fuera; mas no por eso se acalló el tumulto, y lo peor fue que aparecieron de súbito dos o tres personas que tomaron el partido del orador silbado contra el silbante pueblo
90.
Consintiolo el general, que como persona finísima disimulaba su cansancio, y oyendo las pedanterías [60] del orador, movía la cabeza, acompañando sus gestos de la especial sonrisa inglesa, que hace creer en la existencia de algún cordón (3) intermandibular, del cual tiran para plegar la boca como si fuera una cortina
91.
Si por lo de militar merece los tres entorchados, por lo que tiene de orador y de hombre discreto se le puede señalar una renta
92.
Nuevos rumores interrumpieron al orador, y Cicerón, después de acallarlos a golpes, recomendó a todos moderación
93.
El orador se hubiera marchado de la logia sin esperar las resoluciones del templo; pero un resto de consideración hacia los que aún le llamaban hermano detúvole allí
94.
Después de dar las gracias por los aplausos y de limpiarse el sudor, el orador prosiguió así:
95.
) Ahora, señores, volved los ojos a todos los ámbitos de la hispana península (El orador, excitado por la admiración general, se cree en el caso de tener estilo), volved los ojos por doquiera, ¿qué veis? (Gran silencio; indicio cierto de que nadie veía nada)
96.
Un orador pidió que se hiciesen manifestaciones contra la Santa Alianza en la persona de sus plenipotenciarios, idea que fue acogida con satisfactorio y general asentimiento por la Asamblea, y procediose al nombramiento de una comisión que se encargase de ajustar las cuentas a los cristales de las casas donde vivían los embajadores de Austria y Rusia
97.
El orador estaba inspirado
98.
El del Parque sintió que su frente se cubría de sudor; trató de recordar, llamó la memoria; [52] pero el discurso había desaparecido ante los ojos de su entendimiento; se había borrado por completo y en su lugar una inmensidad negra, horrendo caos sin una línea, sin una idea, sin un rasgo se extendía ante el atribulado espíritu del orador
99.
-¿El duque del Parque? Ya sé, general y diputado, político y orador
100.
Desde antes de entrar en ella oímos la voz de un orador que resonaba en medio del más imponente silencio