1.
separando el polvo de la paja y ésta del grano
2.
polvo y paja, quiero decir de que no mantenga lazos con la mafia, pero sí lo es el hecho de
3.
una paja de agua [de la] que reusan el aseo
4.
Vuelta a contemplar el jardín agrícola en cuyo verdor se destacaban lascabañas de paja con una cruz en el pico del techo
5.
¿Qué era aquello? Que losgranujas de la vecindad habían pegado fuego a un montón de paja que enmitad del patio había, y después robaron al maestro Curtis todas laseneas que pudieron, y encendiéndolas por un cabo empezaron a jugar alViático, el cual juego consistía en formarse de dos en dos, llevandolos juncos a guisa de velas, y en marchar lentamente echando latines al son de la campanilla que uno de ellos imitaba y de la marcha real decornetas que tocaban todos
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cubiertacon los primeros sombreros de paja
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azumbre de vino, ni un puñado de paja
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que seahoga se aferra en una paja, desapareció en el tenebroso
9.
En Córdoba tornear el ganado esecharle grano en la paja gruesa, para que se la coma
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tornas y duermenlos gañanes; en Ecija, el montón de paja gorda en la era al aventar
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los pastos maduros en estas tierras, y la paja que es apta para el fuego, no lo son para los animales, pero
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un pajar, por donde echaban la paja por defuera
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escribir en losmíos: sin duda se debió de atener al refrán: "De paja y de heno
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seis sillas de paja, un aparador y una mesa redonda,sobre la cual Paulina había
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Junto á la ventana, una mesa con dos sillas de paja
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Aun conservo la paja, el musgo, la lana: restos preciosos de
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El pobre expirante sobre la paja, estaba al menos acompañado
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tienen techo de paja y ofrecen la forma de loque en nuestra tierra
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sólollevaba un sombrerito de paja, de alas estrechas
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El eternosombrero de paja, el poncho corto, hasta la
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nohincharla con una paja
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¿Piensas que sólo de la paja gusto?
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donde estaban, y prender fuego el techo de paja con que estáncubiertas por lo general
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principio de la invención, y no debieron de tener gasmejor que el humo de paja,
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sombrero de paja, guantes amarillos y zapatos cuidadosamentelustrados, a la hora en
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El garrote pesado de acebuche parecíauna paja
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madera, con eltecho de paja
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Y entre los palacios hay pueblos enteros de barro y de paja: el
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del que fabrica las casas de caña, con eltecho de paja de arroz;
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en eso, que lo que agora dicen habráde llevárselo el viento como la paja
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Junto á las paredes, en casi toda laextensión del local, montones de paja sobre la cual
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El suelotapizado de estera fina de paja
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La casa era suya; tenía en el corral un montón, más alto que el tejado,de paja de
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frágiles y preciosos, las telas empolvadas que pendían dela paja
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impregnandoel ambiente con el tufo de la cebada recocida y la paja putrefacta
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con el pañuelo de la cabezacubierto de briznas de paja
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dormíaCatalina con los pies metidos en la paja y las rodillas cerca de labarba
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lecho de paja; unas veces era una mujer yotras un hombre los que conducían al
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Y quiso saltar por encima del trineo; pero sus pies no pudieronsepararse de la paja
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veces, hasta envuelven con paja los cascabeles de las mulaspara que el retintín del metal no irrite al
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animales tumbados enla paja sucia, y en el otro yacen hombres y mujeres entre sábanas nadalimpias
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Casi todo el mundo tiene un distrito y un sombrero de paja
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cubierta de paja, casas de ladrillo contechos de ramaje ó de cinc, tiendas de lona
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limpia; en el fondo había una cama de paja, de algúnpastor
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había varios colchones de paja tirados en el suelo,y allí dormimos
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chapeos de paja, y entraron luego en elcomedor, donde estaban
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hemos removido despojos en el tiempo medio, y lossituamos a las esteras de paja
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marchaba bien calzado, con bastón de paseoy sombrero de paja,
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conalguna paja era todo lo que había en la cueva
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acomodarse sobre los dos cajones, buscando el calorde la paja
51.
Para mayor abrigo, llevaba don Liborio atado a la cabeza un pañuelo dealgodón, dos puntas de la lazada del cual le caían por detrás, y encimase había encasquetado el sombrero de paja
52.
un sombrero de paja con largas cintas
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paja ardiendo y de lasluces que alumbraban la casa del cura permitían distinguir su caraguapota,
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entre la paja de la nidadura sus descalzos pies
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volcando a los hombrespor el suelo cual si fuesen de paja
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paja especial de que se hace
57.
Las casas no son más que unas cabañas de paja dentro de los
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ocultado entre la paja, llamada
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yacertó á caer en el alar de una casa que estaba cubierta con paja
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inchiesen los cueros de ceniza ó de paja, de talmanera, que la
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ayunando; é ansítraida esta paja, la den é repartan entre aquellas
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unmanojo de paja del gordor de una muñeca, las puntas de la
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los hierrosdestas alabardas, aquella paja que en las manos ansí
64.
He ajustado la cuenta del importe á que suben los sombreros de paja quehemos visto, segun el número
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mira al Gran Canal; el lindo puente de la Paja; las prisiones, unidas, segun he apuntado ya, al Palacio
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Cerca del lecho Gilon había puesto un estrecho jergón de paja en el que solía dormir
67.
Los jóvenes preparaban el recinto, excavaban hogares en el suelo, traían leña, juntaban paja y arcilla, instalaban cubetas llenas de agua y cortaban largos espetones
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Los maderos y las estacas, los restos de tejados de paja y las lonas eran testimonio de su anterior existencia
69.
El terremoto sacudió toda Solamnia, numerosas casas de campo se hundieron entre una lluvia de barro seco y paja, y las cuadras se llenaron de gritos y agitación cuando los caballos percibieron el temblor y su instinto les dijo que aquello presagiaba un desastre
70.
Uno de los indios saltó del tractor y galopó lentamente por la carretera; el otro se echó hacia atrás el gran sombrero de paja y se acercó lentamente a la orilla del río
71.
Le corté el asqueroso collar del cuello y le puse en su nueva jaula sobre un lecho de paja y serrín
72.
¿Paco Luna?, preguntó Marita, ¿qué tiene que ver ahora Paco Luna en todo esto?, y Felipe le preguntó si no había leído su reportaje en La Voz del Sur, y ella le contestó que no, que dónde estaba, que se le habría pasado, que volvería a mirar el periódico de pe a pa, y Felipe le aclaró que ocupaba una doble página entera y le advirtió que estaba escrito como el manto de una Virgen de Jueves Santo, como decía Carmeli cuando se refería a algo muy retorcido y con mucha filigrana y mucho desatino, que a ella, por cierto, también le daban ardores de estómago las saetas y las bandas de las procesiones de Semana Santa, así que lo suyo tenía que ser nervios del oído, que lo de los ardores por haber votado una vez al PP sería la excepción que confirma la regla, pero que, dijo Felipe, si se leía entre líneas y separando el grano de la paja, el reportaje de Paco Luna tenía dinamita enterrada, porque Paco Luna escribía que las completamente fiables fuentes policiales antedichas, administrando con cuentagotas la información suministrada a este modesto pero honrado cronista local, daban a entender que las ramificaciones de la fraudulenta operación podrían alcanzar a las más altas esferas financieras, empresariales y sociales, incluidas las más altas esferas aristocráticas, del Estado español, Cataluña y el País Vasco también incluidos, y que, en otro orden de cosas, la actual mujer del presunto imputado, Pilar Ordóñez, y el hijo de su primera esposa, Borja Meneses Rodenas, de los y las Rodenas propietarios de una importante y prestigiada firma de embutidos selectos, habían sido objeto de un cuidadoso y discretísimo seguimiento que había arrojado decisiva luz sobre el caso
73.
Al dejarlo de lado, viendo que quedaba al nivel de mi cara, comprendí, aún mal despierto, que me hallaba en el suelo, acostado sobre una estera de paja muy delgada
74.
Mucha paja, en suma
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Unas detonaciones del otro lado del barranco, el castañeteo seco de una bandada de perdices de color tierra que el perro había levantado, la doble detonación, repetida casi en seguida, la carrera del perro, que volvía con los ojos desorbitados, el hocico lleno de sangre y un puñado de plumas que Ernest y Daniel le quitaban y que, instantes después, Jacques recibía con una mezcla de excitación y de horror, la búsqueda de otras víctimas, cuando las habían visto caer, los gañidos de Ernest, que se confundían a veces con los de Brillant, y de nuevo la marcha, Jacques ahora encorvado bajo el sol a pesar del sombrerito de paja, mientras alrededor la meseta empezaba a vibrar sordamente como un yunque bajo el martillo del sol, y a veces una nueva detonación o dos, nunca más, pues uno solo de los cazadores había visto escapar la liebre o el conejo condenado de antemano si lo apuntaba Ernest, siempre diestro como un mono y corriendo ahora casi tan rápido como su perro, gritando como él para recoger por las patas de atrás el animal muerto y mostrarlo de lejos a Daniel y Jacques, que llegaban jubilosos y sin aliento
76.
Y la tía Marguerite, la hermana de su madre, había muerto, la abuela lo arrastraba a casa de la tía el domingo por la tarde y él se aburría soberanamente, salvo cuando el tío Michel, que era carretero y también se aburría escuchando aquellas conversaciones en el comedor oscuro, en torno a los tazones de café negro sobre el hule de la mesa, lo llevaba al establo, que estaba muy cerca, y allí, en la semipenumbra, cuando el sol de la tarde calentaba fuera las calles, sentía ante todo el buen olor del pelo, la paja y el estiércol, escuchaba las cadenas de los ronzales raspando la artesa del pienso, los caballos volvían hacia ellos sus ojos de largas pestañas, y el tío Michel, alto, seco, con sus largos bigotes y oliendo él también a paja, lo alzaba y lo depositaba sobre uno de los caballos, que volvía, plácido, a hundirse en la artesa y a triturar la avena mientras el tío le daba algarrobas que el niño masticaba y chupaba con deleite, lleno de amistad hacia ese hombre siempre unido en su cabeza a los caballos, y los lunes de Pascua partían con él y toda la familia para celebrar la mouna en el bosque de Sidi-Ferruch, y Michel alquilaba uno de esos tranvías de caballos que hacían entonces el trayecto entre el barrio donde vivían y el centro de Argel, una especie de gran jaula con claraboya provista de bancos adosados, a la que se uncían los caballos, uno de ellos de reata, escogido por Michel en su caballeriza, y por la mañana temprano cargaban las grandes cestas de la ropa repletas de esos rústicos bollos llamados mounas y de unos pasteles ligeros y friables, las orejitas, que dos días antes de la partida todas las mujeres de la familia hacían en casa de la tía Marguerite sobre el hule cubierto de harina, donde la masa se extendía con el rodillo hasta cubrir casi todo el mantel y con una ruedecilla de boj cortaban los pasteles, que los niños llevaban en grandes bandejas para arrojarlos en barreños de aceite hirviente y alinearlos después con precaución en los cestos, de los que subía entonces el exquisito olor de vainilla que los acompañaba durante todo el recorrido hasta Sidi-Ferruch, mezclado con el olor del mar que llegaba hasta la carretera del litoral, vigorosamente tragado por los cuatro caballos sobre los cuales Michel{84} hacía restallar el látigo, que pasaba de vez en cuando a Jacques, sentado a su lado, fascinado por las cuatro grupas enormes que con gran ruido de cascabeles se contoneaban bajo sus ojos y se abrían mientras la cola se alzaba, y él veía moldearse y caer al suelo la bosta apetitosa, las herraduras centelleaban y los cencerros precipitaban sus sones cuando los caballos se engallaban
77.
El vehículo rodaba lentamente a través de las calles mojadas que empezaban a poblarse de niños camino de la escuela, amas de casa en busca del pan o la leche, con sus batas de felpa estampadas de flores violentas, y comerciantes árabes que iban al mercado con sus pequeños tenderetes plegados al hombro y en la mano una enorme espuerta de paja trenzada que contenía las mercancías
78.
Tamzal, un hombre bajo, el pelo [ ],[114] con un sombrero de paja de alas anchas y un mono azul remendado, sonreía a Veillard, miraba a Jacques
79.
Los otros se abanicaban con pantallas árabes, de fina paja trenzada, orladas con pompones de lana roja
80.
La abuela de Jacques trabajaba por la mañana y circulaba descalza por las habitaciones en penumbra, vestida con una simple camisa, agitando mecánicamente el abanico de paja, arrastrando a Jacques a la cama a la hora de la siesta y esperando el primer fresco de la noche para volver a sus tareas
81.
Luego ordenó que no se entregara paja a los hebreos para fabricar ladrillos y que fueran éstos los que se las arreglaran para encontrarla
82.
Por supuesto, se habían quejado al señor de la tierra de Jemet, alegando que si además tenían que recoger la paja les resultaba imposible realizar las cuotas a tiempo
83.
No se les retiraría el trabajo añadido de recoger paja y mucho menos se les disminuiría el número diario de ladrillos que habían de entregar
84.
Los establos de la artillería estaban a oscuras, pero en el cuartel de caballería las ventanas de la oficialidad estaban brillantemente iluminadas, y las surtidas se llenaban constantemente de soldados con uniformes de fajina que llevaban paja y arneses y cestos llenos de platos de lata
85.
Algunos internos, compadecidos, se la limpiaron y depositaron sobre el suelo una gruesa capa de paja que a ella se le antojó un lujoso colchón
86.
-Caballeros -respondió míster Micawber-, hagan de mí lo que quieran; soy una paja que lleva el océano furioso; estoy empujado en todas las direcciones por los elefantes
87.
Mientras tanto, aquí tenéis pan, agua en ese cántaro, y paja allí en un rincón
88.
Y antes de que Dantés hubiera pensado en contestar, antes que reparase dónde ponía el pan el carcelero, antes que comprendiese dónde estaba el cántaro ni en qué rincón la paja, había el carcelero cogido la lamparilla, y cerrando la puerta, le había robado aquella mezquina luz, que como la de un relámpago hizo distinguir al preso las grasientas paredes de su calabozo
89.
Royce, el secretario, hombre sólido, hombrachón o muñecón de trapo con barbas, tenía las barbas de paja llenas de sal gris -como de trapo bicolor-, y la ancha frente surcada de arrugas prematuras
90.
La primera señal de la tragedia había sido un gran sombrero de paja flotando sobre las olas, que se podía ver desde el risco
91.
El aire caliente era perfectamente estival, pero en aquel patio creía uno percibir el suave murmullo de una corriente extrañamente fresca que susurraba, como voces, en los rincones y jugaba con el polvo y con los restos de heno y de paja dispersos en el suelo
92.
Escuchando, no sin un ligero aturdimiento, aquel chorro de anécdotas, reminiscencias, rumores, suposiciones y detalles minuciosos, se esforzaba con valentía en separar el grano de la paja
93.
El Barón se había dejado caer sobre el montón de paja, apretándose el cráneo con las manos
94.
El jefe de la escolta, reconocible por el penacho de plumas de pavo real que le colgaba de un amplio sombrero de paja, se adelantó, exclamando:
95.
El barón se había dejado caer sobre el montón de paja, apretándose el cráneo con las manos
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Se veían los árboles que se alzaban en la cumbre de la roca retorcerse como aristas de paja, mientras que las ramas y las hojas volaban en todos los sentidos
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El insistente ruido le hizo abrir los ojos y contempló un techo de paja
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A poca distancia había otro edificio rectangular, largo y chato, sin ventanas, conectado a la vivienda real por un pasillo con techo de paja, que posiblemente era la caserna de los soldados
99.
Salpicados en la lejanía se divisaban las blancas stupas de los monasterios, las pequeñas aldeas con sus casas de barro, madera, piedra y paja, con sus techos en forma de pagoda y sus calles torcidas, todo integrado a la naturaleza, como una prolongación del terreno
100.
En principio no debíamos detenernos en el pueblo, nuestro destino era la aldea de los indios a medio camino de Santa María, pero cuando vi las casas con sus techos de tejas, las calles lustrosas por la última lluvia y las mujeres sentadas en sus sillas de paja en los umbrales de las puertas, me volvieron los recuerdos con una fuerza ineludible y le supliqué al Negro que pasara frente a La Perla de Oriente sólo para echar un vistazo, aunque fuera de lejos