1.
Pero yo digo, qué religión es lo que le permite lavar sólo en ciertas épocas del año, así que les dije y superar esta falta de limpieza de una gran cantidad de perfume? Pero luego, ese extraño olor tiene este producto! Las fosas nasales de un laico pueden verse como la marihuana, pero a quien ha echado un vistazo a la escala de pies y brazos, entiende fácilmente que es una mezcla de lavanda perfumada e insoportable olor
2.
Si quisiera vérsele encendido, colérico,fuera de sí, no había más que traer alguna esencia en el pañuelo o lacabeza perfumada con algún aceite; así que llegaba a su nariz elmalhadado perfume, ya se le subía la sangre a la cabeza, marchabaderecho hacia el culpable, y después de alborotarle los cabellos, lemolía los cascos a coscorrones
3.
y delante, el esplendor del perfume esparcido
4.
Siempre queda el perfume, y mas nutrida
5.
Las señoras entraban y salían, dejando en el ambiente dela casa un perfume mundano que algunas narices de reclusas aspiraban conavidez
6.
En la mujer, Lucía, como que es la hermosura mayor que se conoce,creemos los poetas hallar como un perfume natural todas las excelenciasdel espíritu; por eso los poetas se apegan con tal ardor a las mujeres aquienes aman, sobre todo a la primera a quien quieren de veras, que noes casi nunca la primera a quien han creído querer, por eso cuando creenque algún acto pueril o inconsiderado las desfigura, o imaginan ellosalguna frivolidad o impureza, se ponen fuera de sí, y sienten unosdolores mortales, y tratan a su amante con la indignación con que setrata a los ladrones y a los traidores, porque como en su mente lashicieran depositarias de todas las grandezas y claridades que apetecen,cuando creen ver que no las tienen, les parece que han estadousurpándoles y engañándoles con maldad refinada, y creen que sederrumban como un monte roto, por la tierra, y mueren aunque siganviviendo, abrazados a las hojas caídas de su rosa blanca
7.
—¡Los justos y los dignos deben sufrir para que susideas se conozcan y se estiendan! Hay que sacudir ó romper losvasos para derramar su perfume, ¡hay que herir la piedra para quesalte la luz! ¡Hay algo providencial en las persecuciones de lostiranos, señor Simoun!
8.
Fingiendo queaspiraba el perfume, las tocó con los
9.
notaba el tibio perfume de lasresedas, de los heliotropos y de las
10.
tarde desol, entre el perfume de las resedas y de los heliotropos
11.
en el perfume de las flores, la que sujetabasu vestido a las
12.
inundaba la habitación con los mil aromas deljardín, y el amor derramaba en mi alma el perfume
13.
estallaban luces de colores en todas lasesquinas, y entre el perfume del incienso, el agudo
14.
perfume a lasflores y lo esparce sin disfrutarlo; en cambio el
15.
¡Estrecharla en sus brazos, respirar el perfume de sus cabellos!
16.
El ambiente estaba embalsamado aún con su perfume
17.
La sepia tieneel exquisito perfume, el
18.
El perfume de las
19.
Un perfume de jardín que parecía venir de muy lejos empezó á esparcirsepor el patio, haciendo olvidar los densos hedores exhalados por lastorres plateadas
20.
La escolta tuvo que quedarse en el antiguo palacio de caza de losemperadores, que casi era una ruina, y Gillespie se lanzó á través de lomás intrincado de la selva, aspirando con deleite el perfume devegetación prensada que surgía de sus pasos
21.
parecíaesparcir el perfume de los bosques cuando despiertan bajo el soplo de laprimavera
22.
quederramaban un perfume delicado, los encajes costosísimos y los milprimores de
23.
El perfume que lacondesa despedía de su
24.
todo tiene el perfume campesino de los pinares y delas huertas, la claridad y la
25.
El suave perfume del incienso parecíaaumentar, con ese ambiente
26.
hombros desnudos; creía estar envuelto enla piel de Leonora, y el perfume de su
27.
desmayarse, enervada por el perfume de losnaranjos
28.
un puerto y percibe el perfume de países lejanos ymisteriosos, contemplando los
29.
una explosión de perfume la blancaflor del azahar; en los ribazos crecían entre
30.
La ciudad entera parecía desfalleceren aquel ambiente cargado de perfume
31.
perfume embriagador y malsano de todas lascorrupciones y locuras de la tierra; el olor
32.
esparcir en el ambiente el maduro perfume de los clásicos
33.
el perfume alegrante de las flores,
34.
perfume, el de las hojas resecas de salvia y raíces de mora
35.
Era como el perfume de una florecilla
36.
los jazminesextienden su perfume por los alrededores, cuando las hojas del
37.
perfume de lasflores que su jardinero había puesto en el altar
38.
trajesen a las dilatadasnarices de los caballos un lejano perfume
39.
cortijo en las que creíaaspirar el perfume acre de las dehesas, el
40.
como el perfume de las hierbas del campo
41.
a lasmayores audacias, y por el perfume de una carne virginal
42.
color de ámbar,esparciendo con su perfume la locura y el
43.
todos los olores deltemplo: su sotana tenía el perfume mohoso de la piedra vieja y las
44.
—Quite usted esas flores con perfume que están cerca del puesto de laseñora marquesa de Alcudia y
45.
él un perfume de caridad y alegría que no seborraría jamás del corazón de los mineros
46.
A toda hora, el perfume de la mujer le embriagaba
47.
las esferitas de perfume; dejose,por gracia, obscurecer los párpados con el kohl; y su
48.
perfume de las corolas innumerables abiertas abajo, entrelas losas y desteñidas al par
49.
El perfume de las aromas, de la retama y de los azahares embalsamaban elcamino
50.
contribuía el ambiente abrasador que serespiraba, el perfume penetrante de las flores y
51.
igual siempre, á pesar de lasespesas capas de nieve que cubren el suelo, y durante meses enterossuspende el curso de su vida hasta que el perfume de las flores y losrayos primaverales la despiertan de su sueño
52.
Todo entonces parecía sonreírla; los rayos del sol, el perfume de lasflores, el canto
53.
conformarse, vencidotal vez por el perfume de la sopa que
54.
mezcla de soda en las mesasdel café, el perfume de agua de
55.
soledad, que se encabritabaal husmear el perfume de Maud; la
56.
a marisco en descomposición, yjunto con esto un lejano perfume
57.
imberbeestudiante? Adivinarlo puede el discreto lector, siendo como eran, eljuego, las mujeres y las orgías con los amigos la vorágine que consumíael caudal de Gamboa y le agotaba el perfume del alma en la flor de suvida
58.
—Y yo a la mía por el perfume delicioso de sus cabellos
59.
fermentar,dándole el acre perfume de los recuerdos tristes
60.
guardaban latibieza y el perfume de su carne
61.
perfume delicado que alentrar se percibía, bien claramente anunciaban el sexo y la
62.
Era el perfume que acompañaba siempre a Marta,al
63.
exhalan un sutilísimo perfume, que los descubresiempre
64.
vez es lo más puroy rico de su ser, como el perfume en las flores
65.
Penetraban por la ventana el perfume de lasflores y el resplandor de la luna
66.
el perfume de las
67.
perfume, entrando en el templo del Señor
68.
10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando á la hora del perfume
69.
cigarrillos cuyo perfume la sumía en vaga somnolencia
70.
plumas, queriendo tentarlo con el perfume; pero elincorruptible centurión se echaba
71.
mejillas tenían el color,la pelusa y hasta el perfume de los
72.
unaidealidad que la hace misteriosa para hacerla gemir; un Corán que latorna en perfume para que ese
73.
carbónde piedra, venía una bocanada del agreste perfume de los encinares y laspraderías,
74.
La brillante claridad de todo el edificio, como de cristal que son sus lienzos, el perfume de las flores que en sus salones crecen, el canto de los abundantes pájaros que allí
75.
El perfume de Carla, su voz,
76.
Yo habría querido trazar la curva de los ojos, olía el perfume de Jane entre las nubes, los árboles, el agua en la arena
77.
En la habitación que tomó por la de Moira, el aire tenía un rancio olor a perfume viejo
78.
El le dio un perfume y ella pareció abrumada
79.
Había sido duda mi habitación, cama y lugar de estudio, pero, salvo esas pocas cosas, lo demás estaba huero, como si fuera el cuarto del gran poeta en la casa donde nació, una oferta a la entrada, y puesta en escena para poder sentir el perfume de una inevitable eternidad
80.
Habiendo rociado ésta con una sustancia desconocida, un penetrante y empalagoso perfume saturó la atmósfera del local
81.
También se compró unas barras de labios y un perfume, Nuit en Paris, un nombre muy raro
82.
Además, después de un lustro de penalidades políticas el éxito lo volvía a propulsar con una euforia que por momentos parecía resarcirlo de las agonías de sus últimos años en la Moncloa: enarbolando el idealismo de los valores y el monto real de sus logros frente a lo que consideraba el pragmatismo sin vuelo de los socialistas y la impotencia sin futuro de la derecha, como si nunca hubiera perdido su antiguo carisma y su capacidad de conciliar lo inconciliable y su intuición histórica Suárez volvió en los meses siguientes a encandilar a muchos de sus viejos partidarios y atrajo a políticos, profesionales e intelectuales de izquierda o de centro izquierda, y en muy poco tiempo consiguió que un partido de perfume caudillista, sin otras garantías que el empecinamiento y el historial de su líder, quedara implantado en toda la geografía española, y que algunos pudieran imaginarlo erigido en una seria alternativa de poder al poder socialista
83.
Cuando hacía mucho calor y una de las ventanas permanecía entreabierta, se oían los gritos de las últimas golondrinas por encima del pequeño jardín, y el perfume de las siringas y de las grandes magnolias ahogaba los olores más ácidos y más amargos de la tinta y la regla
84.
Los de Noruega olían a madera, los que venían de Dakar o los brasileños traían consigo un perfume de café y especias, los alemanes olían a aceite, los ingleses a hierro
85.
Aquella noche en él, sí, aquellas raíces oscuras y enmarañadas que lo ataban a esa tierra espléndida y aterradora, a sus días ardientes y a sus noches rápidas que embargaban el alma, y que había sido como una segunda vida, más verdadera quizá bajo las apariencias cotidianas de la primera y cuya historia estaba hecha de una serie de deseos oscuros y de sensaciones poderosas e indescriptibles, el olor de las escuelas, de las caballerizas del barrio, de la lejía en las manos de su madre, de los jazmines y la madreselva en los barrios altos, de las páginas del diccionario y de los libros devorados, y el olor agrio de los retretes de su casa o de la quincallería, el de las grandes aulas frías, donde a veces entraba solo, antes o después de las clases, el calor de sus compañeros preferidos, el olor a lana caliente y a deyecciones que arrastraba Didier, o el del agua de colonia con que la madre de Marconi, el alto, lo rociaba abundantemente y que le daba ganas, en el banco de su clase, de acercarse todavía más a su amigo, el perfume del lápiz de labios que Pierre había robado a una de sus tías y que olían entre ellos, perturbados e inquietos como los perros que entran en una casa donde ha pasado una hembra perseguida, imaginando que la mujer era ese bloque de perfume dulzón de bergamota y crema que, en el mundo brutal de gritos, transpiración y polvo, les traía la revelación de un universo refinado{178} y delicado, con su indecible seducción, del que ni siquiera las groserías que lanzaban a propósito del lápiz de labios llegaba a defenderlos, y el amor de los cuerpos desde su más tierna infancia, de su belleza, que le hacía reír de felicidad en las playas, de su tibieza, que lo atraía constantemente, sin idea precisa, animalmente, no para poseerlos, cosa que no sabía hacer, sino simplemente para entrar en su irradiación, apoyar su hombro contra el hombro del compañero y casi desfallecer cuando la mano de una mujer en un tranvía atestado tocaba durante un momento la suya, el deseo, sí, de vivir, de vivir aún más, de mezclarse a lo que de más cálido tenía la tierra, lo que sin saberlo esperaba de su madre y que no obtenía o tal vez no se atrevía a obtener y que encontraba en el perro Brillant cuando se tendía junto a él al sol y respiraba su fuerte olor a pelos, o en los olores más fuertes o más animales en los que el calor terrible de la vida se conservaba, pese a todo, para él, y del que no podía prescindir
86.
Las flores y el cristal exhalaban un perfume que me perturbaba
87.
Y sin darse cuenta se encontró en el Parque Forestal, aspirando a pleno pulmón el perfume de los arbustos
88.
- (Levantándose, por huir del perfume y del perfumado
89.
Por un segundo, vivió un contacto inconcebible, registró un perfume y acaso una respiración
90.
Pyanfar examinó al grupo y, recordando el perfume que llevaba en el bolsillo, lo sacó arrojándoselo a Tully, que lo cogió al vuelo
91.
Estaba rodeada de mahe y su aroma, levemente almizclado, dominaba el de cualquier perfume que se hubieran puesto
92.
Jamás pájaro alguno cantó en el desierto con menos auditorio para su melodía, ni flor alguna desperdició su perfume en la estepa de lo que las flores de aquellas altísimas plantas desprendieron en vano el suyo sobre aquellos agudos y desalentados hombres de negocios, americanos en su mayoría, que conversaban e iban de acá para allá en el vasto ámbito de los salones
93.
Su perfume era intenso y embriagador
94.
Acunada por el perfume de las flores y cansada por tantas emociones, cerré los ojos y finalmente descansé
95.
, todo eso ya desapareció, pero en cambio quedó ese aroma y verdaderamente creo que no es un olor de sangre o de frutas, sino el perfume del peligro
96.
Conocía el perfume que empleaba
97.
Un perfume muy bonito
98.
El Barón se puso en pie presa de una viva emoción, porque aquel perfume le recordaba el del billete llevado por los negros después de la muerte del beduino
99.
Por otra parte, la comida era excelente, aun cuando las salsas despidieran un extraño perfume
100.
El del señor Richetti contenía varias obras arqueológicas en diferentes lenguas, un surtido variado de ropa, lociones para el cabello de perfume muy fuerte y dos cartas personales: una de su hermana residente en Roma