1.
y FUE ASI, que un día, le toco su turno, el Gerente le envío un memorando gigantesco de llamado de atención, que parecía una pastoral; y portaba todos los protocolos administrativos; era memorando con copia a presidencia, con sello de radicado, hora y fecha, firma de recibido del archivador, firma de recibido del discípulo, motivación, argumentación y sustentación del memorando, copia para la hoja de vida
2.
No era precisamente el cuartel, era la universidad, y por eso la última presidencia se confió a las manos de un General Presidente, al cual llamaban “el Estudiante”, como rezó incluso su infame sentencia
3.
Obando en 1837, no obstante lo cual fue don José Ignacio, apoyado por una fracción del partido bolivariano, el que obtuviera la Presidencia de la República
4.
En 1858, en una posición bipartidista conformada por Florentino González Vargas en el Congreso y Mariano Ospina Rodríguez en la Presidencia de la República, se recomendó insistentemente la anexión de la Nueva Granda a los Estados Unidos de Norteamérica, en la condición de Estado Libre Asociado, semejante al régimen que hoy tiene Puerto Rico
5.
Capitan General deberia desde luego formaruna junta ó comision compuesta de las personas que fuesen de su agradoy cuya presidencia se reservára, para escogitar arbitrios y recursos ypara discurrir los demás medios oportunos á fin de realizar lareparacion
6.
Durante la última década, los procesos electorales han comenzado a modificar por causas que se examinan más adelante, y como una de las consecuencias directas más visibles, es justamente el hecho de que las organizaciones de campaña para la presidencia buscan explotar los medios de información, lo que es poco sorprendente, pues más es la consecuencia del cambio de la naturaleza y la duración de las campañas
7.
Ambas carreras a la presidencia permanecieron inciertas hasta la última semana porque una porción decisiva del electorado permaneció indecisa hasta ese momento
8.
Precisamente, en el debate sobre “Políticas de Comunicación 94-98”, que sostuvieron tres candidatos a la Presidencia de la República, en octubre de 1993 el periódico del Colegio de Periodistas “Primera Plana”, que recoge las principales líneas expuestas, señala en su portada: “Anuncian Política de Comunicación para el próximo Gobierno”
9.
Poníase siempre en un ángulo, quetenía, por la disposición del local, honores de presidencia
10.
durante la campaña electoral que lo llevó a la presidencia hizo concesiones a sus
11.
presidencia de la Federación también en manos del PAN, conjuntamente con la Iglesia
12.
género y/o de orientación sexual (Presidencia de la República, El Salvador, 2010
13.
el Decreto 56 de la presidencia, crearon gran conmoción positiva entre las personas y
14.
presidencia de Fernando Henrique Cardoso, se incluyó por primera vez una sección
15.
Presidencia de la República, el Ministerio de Justicia, el Poder Legislativo, la Secretaría
16.
de Políticas de Promoción de Igualdad Racial de la Presidencia, la Secretaría General de
17.
iniciativa católica fue acogida con gran entusiasmo por la presidencia del Tribunal
18.
—Eleccion de Bolívar para la presidencia del
19.
—Ya está dispuesta la presidencia
20.
denotaba el lugar de la presidencia
21.
diputadosel pavimento, la presidencia el presbiterio y los altares
22.
presidencia, losdiputados, y muy principalmente al que hablaba;
23.
a la presidencia cierta majestad amable, un tono quenunca tuvo, una distinción
24.
lleven la presidencia enuna bandeja de plata
25.
la presidencia de la juntade caridad establecida en esta
26.
presidencia, afirmando que era la «única candidaturacivil»
27.
El guerrillero, durante la presidencia de Carranza, conoció todas lasdulzuras del poder
28.
«viejo barbón» fué derribado de la presidencia dela República por varios generales, antiguos
29.
aspiraban á la presidencia de la República
30.
presidencia de Sarto, mientras yocabalgaba en compañía de
31.
presidencia de la República, alos presidentes de la Cámara y
32.
Renán ocupala presidencia, teniendo a su
33.
hecho sus pruebas yque en la presidencia han sido los primeros
34.
Facundo regresa a La Rioja; pero enemigo de la Presidencia que lo hacomisionado
35.
La Presidencia ha caído en medio de los silbos y las rechiflas de susadversarios
36.
haciendo bambolear la Presidencia y tan poderosamente habíacontribuído a
37.
por la presidencia y su convencimientode la necesidad de poner orden en los negocios
38.
Rabi Izchaq Bar Baruq, cordobés i heredero de Moseh en la presidencia dela
39.
El Magistral no se sentó en el sillón de la presidencia
40.
presidencia de tantas cosas y poseer el honorde apuntar en su
41.
ciclos encontramosalternantes en la presidencia, los cuales no repiten
42.
mismos labios de los de la presidencia", "delos del Congreso" o
43.
una parte de la primera presidencia del general Roca(1880-1886)
44.
significativas a la presidencia
45.
Saludaron con ademán uniforme a la presidencia, y rompieron filas,tirando las
46.
Cuando Fuentes mató el primer toro y fue hacia la presidencia saludandoa la
47.
por el redondel, siguiendo el contorno de labarrera, hasta llegar frente a la presidencia
48.
siguiéndole en su marcha desde la presidencia a lapuerta de salida
49.
Gallardo, mientras tanto, iba hacia la presidencia para saludar, y losentusiastas
50.
Muchos volvíanse hacia la presidencia
51.
Gallardo aguardaba apoyado en la barrera, cerca de la presidencia, laseñal para
52.
delegados moria en su presidencia, losnaturales, cómo y de qué
53.
Herminia, porque Clementina había adjudicado doblemente la presidencia á las señoras en su
54.
–Más tarde, en los años cincuenta -dijo el tercero-, judíos y japoneses de una asociación se reunieron bajo la presidencia del coronel Koreshige Inuzuka para hablar de sus relaciones y de la amistad entre ambos pueblos
55.
Maximilien de Robespierre, jacobino, asume la presidencia del Comité de Salvación Pública
56.
El proceso culminó en 1970 con la elección de Salvador Allende, el primer socialista elevado a la Presidencia de la República
57.
En el verano de 1964/65, con Freí ya en la Presidencia, Mario Calderón, todavía activo en la JDC, participó en los trabajos voluntarios del grupo que construyó la Escuela Pública de Los Maitenes, en Casablanca
58.
Bajo su gobierno estuvo en la Oficina de Información y Radiodifusión de la Presidencia y en el INDAP
59.
[2] Fuente: Oficina de Información y Radio difusión de la Presidencia de la República (OER)
60.
Por consideración a aquel día era por lo que resolvió presentarse para la Presidencia, decisión que había provocado oleadas de conmoción en toda la Galaxia Imperial
61.
¿Zaphod Beeblebrox? ¿Presidente? ¿No será el Zaphod Beeblebrox…? ¿No será para la Presidencia?
62.
Sólo seis personas en toda la Galaxia comprendían el principio por el que se gobernaba ésta, y sabían que una vez que Zaphod Beeblebrox había anunciado su intención de presentarse, su candidatura constituía más o menos un fait accompli: era el sustento ideal para la Presidencia
63.
El segundo, el movimiento a favor del golpe, posiblemente empezó a fermentar en la mente de los cabecillas rebeldes no mucho después de que el Rey prohibiera la entrada de Armada en la Zarzuela, y debió de afianzarse en ella a medida que comprendieron que el Rey no iba a apoyar en principio el golpe y que en principio los capitanes generales tampoco estaban dispuestos a hacerlo; en el fondo, el movimiento no era más que una variante casi obligada del plan original del golpe: en el plan original Armada acudía al Congreso ocupado desde la Zarzuela y, con el respaldo explícito del Rey y del ejército en pleno, formaba un gobierno de coalición o concentración o unidad bajo su presidencia a cambio de la libertad de los diputados y del retorno del ejército a sus cuarteles; en esta casi obligada variante Armada acudía al Congreso con el mismo propósito, sólo que no desde la Zarzuela sino desde el Cuartel General del ejército, donde tenía su puesto de mando como segundo jefe de Estado Mayor, y con todo el respaldo explícito o implícito que fuera capaz de recabar, empezando por el respaldo del Rey
64.
Un enigma que no es un enigma, porque la verdad es otra vez lo evidente: el militar anunciado sólo podía ser el general Armada, que de acuerdo con los planes de los golpistas llegaría al Congreso desde la Zarzuela y, con la autorización del Rey y el respaldo del ejército sublevado, liberaría a los parlamentarios a cambio de que aceptasen formar un gobierno de coalición o concentración o unidad bajo su presidencia
65.
La atribución era justa: el Rey había nombrado a Suárez presidente del gobierno contra el criterio de Armada -partidario de mantener en la presidencia a Arias Navarro o de sustituirlo por Manuel Fraga, y en todo caso de una monarquía franquista o de una democracia restringida que entregase amplios poderes a la Corona- y, desde el momento mismo de la designación del nuevo presidente los enfrentamientos entre ambos fueron constantes: tuvieron ásperas discrepancias a propósito del secuestro del general Villaescusa y de Antonio María de Oriol y Urquijo, que Suárez consideró al principio obra de la ultraderecha y Armada de la ultraizquierda, a propósito de la legalización del PCE, que Armada juzgó una traición al ejército y un golpe de estado subrepticio, a propósito de unas cartas enviadas por Armada con membrete de la Casa Real en las que solicitaba el voto para el partido de Manuel Fraga durante la campaña electoral de 1977, a propósito de una proyectada ley del divorcio, a propósito de casi todo
66.
Milans encontró en esas dos ofensas personales argumentos suficientes para condenar a Gutiérrez Mellado a la condición de arribista dispuesto a violar su juramento de lealtad a Franco a cambio de satisfacer sus sucias ambiciones políticas; esto explica que favoreciese con todos los medios a su alcance, incluida la presidencia de la junta de fundadores de El Alcázar, una salvaje campaña de prensa que no dejó de explorar ni uno solo de los recovecos de la vida personal, política y militar de Gutiérrez Mellado en busca de ignominias con que persuadir a sus compañeros de armas de que el hombre que estaba llevando a cabo una depuración alevosa de las Fuerzas Armadas carecía del menor atisbo de integridad moral o profesional; y esto explica también que, apenas llegó Gutiérrez Mellado al gobierno, Milans pasara a encarnar la resistencia del ejército a las reformas militares de Gutiérrez Mellado y a las reformas políticas que las permitían: entre finales de 1976 y principios de 1981 el ejército apenas conoció una protesta contra el gobierno, un incidente disciplinario de gravedad o un amago de conspiración donde no estuviese mezclado Milans o donde no se invocase el nombre de Milans
67.
Tejero estaba contra la democracia y contra la monarquía y su golpe quería ser en lo esencial un golpe similar en el fondo al golpe que en 1936 intentó derribar la república y provocó la guerra y después el franquismo; Milans estaba contra la democracia, pero no contra la monarquía, y su golpe quería ser en lo esencial un golpe similar en la forma y en el fondo al golpe que en 1923 derribó la monarquía parlamentaria e instauró la dictadura monárquica de Primo de Rivera, es decir un pronunciamiento militar llamado a devolverle al Rey los poderes que había entregado al sancionar la Constitución y, quizá tras una fase intermedia, a desembocar en una junta militar que sirviese de sustento a la Corona; por último, Armada no estaba contra la monarquía ni (al menos de manera frontal o explícita) contra la democracia, sino sólo contra la democracia de 1981 o contra la democracia de Adolfo Suárez, y en lo esencial su golpe quería ser un golpe similar en la forma al golpe que llevó a la presidencia de la república francesa al general De Gaulle en 1958 y en el fondo a una especie de golpe palaciego que debía permitirle desempeñar con más autoridad que nunca su antiguo papel de mano derecha del Rey, convirtiéndole en presidente de un gobierno de coalición o concentración o unidad con la misión de rebajar la democracia hasta convertirla en una semidemocracia o en un sucedáneo de democracia
68.
Recapitulo: el golpe del 23 de febrero fue un golpe exclusivamente militar, liderado por el general Armada, tramado por el propio general Armada, por el general Milans y por el teniente coronel Tejero, alentado por la ultraderecha franquista y facilitado por una serie de maniobras políticas mediante las cuales gran parte de la clase dirigente del país pretendía terminar con la presidencia de Adolfo Suárez
69.
«Sé que el PSOE está barajando la posibilidad de llevar a un militar a la presidencia del gobierno -declaró Suárez a la prensa en algún momento del mes de julio; y añadió-: Me parece descabellado»
70.
Los dos hombres hablaron de política: como para entonces ya hacía con tanta gente, es muy posible que el Rey despotricara de Suárez y expresase su alarma por la marcha del país; como era una hipótesis que estaba en la calle y que había llegado a la Zarzuela por diversas vías, es posible que el Rey y el general hablaran del gobierno de unidad presidido por un militar: en tal caso, es seguro que Armada se mostró favorable a él, aunque ninguno de los dos mencionara su candidatura a la presidencia; pero de lo que sin duda hablaron sobre todo fue del descontento militar, que el Rey temía y que Armada exageró, lo que quizá explica que el Rey pidiera al general que se informara y le informase
71.
Por su parte, Armada habló de su conversación con el Rey o inventó varias conversaciones con el Rey y una intimidad con el monarca que ya no existía o que no existía como antes -el Rey estaba angustiado, dijo; el Rey estaba harto de Suárez, dijo; el Rey pensaba que era necesario hacer algo, dijo-, y habló de sus sondeos políticos del verano y el otoño y del proyecto de formar un gobierno de unidad bajo su presidencia que lo nombraría a él, Milans, jefe de la Junta de Jefes de Estado Mayor del ejército; también contó que el Rey aprobaba ese recurso de emergencia, y razonó que sus dos proyectos eran complementarios porque su proyecto político podía necesitar la ayuda de un empujón militar, y que en cualquier caso ambos perseguían objetivos comunes y que por el bien de España y de la Corona debían actuar de forma coordinada y mantenerse en contacto
72.
En esa óptima coyuntura para Armada se celebró su cena con el Rey, a lo largo de la cual el antiguo secretario reiteró sus razonamientos con ahínco: la necesidad de un golpe de bisturí o de timón que alejase el peligro de un golpe de estado, la conveniencia de un gobierno de unidad presidido por un militar y el carácter constitucional de tal solución; también se ofreció a asumir la presidencia del gobierno y aseguró o dejó entender que contaba con el apoyo de los principales partidos políticos
73.
Ése fue el final de la Operación Armada, el final de la operación solamente política; a partir de aquel punto quedaba excluido que el antiguo secretario del Rey alcanzara la presidencia de un gobierno de coalición o de concentración o de unidad por el cauce parlamentario
74.
Milans le propone a Armada una solución al golpe que según él cuenta con el asentimiento de varios capitanes generales; es una solución tal vez inevitable para los golpistas, que probablemente Armada ya ha considerado en secreto y que viene a ser una casi obligada variante del plan original: puesto que éste ha fracasado y el Rey se resiste a aceptar el golpe y Armada no ha podido entrar en la Zarzuela y salir de allí con una autorización expresa del monarca para negociar con los parlamentarios secuestrados, el único modo de arreglar las cosas consiste en que Armada -cuyo comportamiento ya ha empezado a despertar los recelos de algunos pero cuya precisa relación con el golpe nadie puede imaginar todavía acuda al Congreso ocupado desde el Cuartel General del ejército, hable con los diputados y forme con ellos el previsto gobierno de unidad bajo su presidencia a cambio de que Tejero los libere, de que Milans revoque el estado de excepción y de que la normalidad regrese al país
75.
Tal vez porque desconfía del ascendiente que Armada conserva todavía sobre él, o porque no quiere que le recuerde las conversaciones en que discutieron la posibilidad de que ocupara la presidencia del gobierno, o porque piensa que su actual secretario sabrá manejarlo mejor que él, el Rey le pide a Armada que espere un momento y le entrega el teléfono a Fernández Campo
76.
Los dos amigos vuelven a hablar, sólo-que ahora son rivales antes que amigos, y los dos lo saben: Fernández Campo sospecha que Armada intenta sacar partido del golpe; Armada sabe que Fernández Campo teme su capacidad de influir sobre el Rey -por eso lo responsabiliza de que hace unas horas el monarca no le permitiera entrar en la Zarzuela- e intuye cómo reaccionará cuando le anuncie que la única salida practicable al golpe es un gobierno bajo su presidencia
77.
Apenas se quedan los dos hombres a solas en el despacho, Armada vuelve a explicarle al teniente coronel lo que ya le ha explicado en el patio: su misión ha concluido y ahora debe permitirle entrar a parlamentar con los diputados para ofrecerles su libertad a cambio de la formación de un gobierno de unidad bajo su presidencia; añade que, dado que las cosas no han salido exactamente como habían previsto y la violencia y el estrépito del asalto al Congreso han provocado una reacción negativa en la Zarzuela, lo más conveniente es que en cuanto los diputados acepten sus condiciones el teniente coronel y sus hombres salgan hacia Portugal en un avión que ya les está esperando en el aeródromo de Getafe, con dinero suficiente para pasar una temporada en el extranjero hasta que las cosas se calmen un poco y puedan regresar a España
78.
Hasta aquí lo verificable; luego está lo inverificable: ¿qué hubiera ocurrido si Armada hubiera podido negociar con los parlamentarios la creación de un gobierno de unidad? ¿Lo hubieran aceptado? ¿Lo hubiera aceptado el Rey? El plan de Armada puede parecer inverosímil, y tal vez lo era, pero la historia abunda en inverosimilitudes y, como recordaba aquella noche Santiago Carrillo mientras permanecía encerrado en la sala de los relojes del Congreso, no hubiese sido la primera vez que un Parlamento democrático cede al chantaje de su propio ejército y presenta esa derrota como una victoria o como una prudente salida negociada -temporal, tal vez insatisfactoria pero imperiosa- a una situación límite: Armada tuvo siempre presente que veinte años atrás, poco antes de que él se instalara en París como estudiante de la Escuela de Guerra, el general De Gaulle había llegado de una forma parecida a la presidencia de la república francesa, y sin duda pensó que el 23 de febrero podría adaptar a España el modelo De Gaulle para dar un golpe encubierto
79.
La segunda anécdota ocurrió en la tarde del día 24, una vez fracasado el golpe, durante una reunión de la Junta de Defensa Nacional en la Zarzuela, bajo la presidencia del Rey; fue entonces cuando Suárez comprendió que Armada había sido el principal cabecilla del golpe y, tras escuchar las pruebas que inculpaban al antiguo secretario del Rey, entre ellas la grabación de las conversaciones telefónicas de los ocupantes del Congreso, el presidente ordenó al general Gabeiras que lo arrestara en el acto
80.
Fue así como empezó a labrar su prestigio de cachorro falangista y a ascender posiciones en el escalafón de dos enclaves estratégicos del régimen: la Secretaría General del Movimiento y el Ministerio de Presidencia del Gobierno; y fue así como, sin abandonar la lealtad a Herrero Tejedor, comenzó a ganarse la confianza de los dos subalternos del dictador que a mediados de los años sesenta acaparaban más poder efectivo en España y representaban la posibilidad más viable de un futuro franquismo sin Franco: el almirante Luis Carrero Blanco, ministro de la Presidencia, y Laureano López Rodó, ministro comisario del Plan de Desarrollo
81.
Poco después de conocer al Príncipe -y en parte debido al empeño de éste-, fue nombrado director general de Radiotelevisión Española; en ese cargo permaneció cuatro años a lo largo de los cuales sirvió con beligerante fidelidad la causa de la monarquía, pero ésta fue además una etapa importante en su vida política porque en ella descubrió la potencia novísima de la televisión para configurar la realidad y porque empezó a sentir la cercanía y el hálito auténtico del poder ya preparar su asalto al gobierno: visitaba con mucha frecuencia la Zarzuela, donde le entregaba al Príncipe las grabaciones de sus viajes y actos protocolarios que emitían de forma regular los informativos de la primera cadena, despachaba cada semana con el almirante Carrero en la sede de Presidencia, en Castellana 3, donde era acogido afectuosamente y donde recibía orientaciones ideológicas e instrucciones concretas que aplicaba sin titubeos, cultivaba con mimo a los militares -que lo condecoraron por la generosidad con que acogía cualquier propuesta del ejército- e incluso a los servicios de inteligencia, con cuyo jefe, el futuro coronel golpista José Ignacio San Martín, llegó a entablar una cierta amistad
82.
La decepción fue enorme: a consecuencia de ella Suárez dimitió de su cargo en Radiotelevisión buscando refugio en la presidencia de una empresa estatal y en la de la organización juvenil cristiana YMCA
83.
La estrategia que ideó para conseguirlo fue un prodigio de precisión y de trapacería: mientras desde la presidencia de las Cortes Fernández Miranda ponía palos en las ruedas a los detractores de la ley, su presentación y defensa se encargaban a Miguel Primo de Rivera, sobrino del fundador de Falange y miembro del Consejo del Reino, que pediría el voto a favor «desde el emocionado recuerdo a Franco»; en las semanas previas a la reunión del pleno, Suárez, sus ministros y altos cargos de su gobierno, tras repartirse a los procuradores contrarios o renuentes a su proyecto, desayunaron, tomaron el aperitivo, almorzaron y cenaron con ellos, halagándolos con promesas pletóricas y enredándolos en trampas para incautos; sólo en unos pocos casos hubo que recurrir sin disimulo a la amenaza, pero a un grupo de procuradores sindicales no quedó más remedio que embarcarlos en un crucero por el Caribe rumbo a Panamá
84.
No eran las empresas épicas que habían espoleado su imaginación y multiplicado su talento durante su primer año en la presidencia, hazañas que exigieran embelecos jurídicos, pases de magia nunca vistos, falsos duelos contra enemigos falsos, entrevistas secretas, decisiones a vida o muerte y escenografías de paladín a solas con su escudero ante el peligro; no era ese tipo de empresas, pero eran asuntos de envergadura histórica; no los acometió con el ímpetu depredador que había exhibido hasta entonces, pero al menos lo hizo con la convicción que le daban la fuerza de sus triunfos y la autoridad de los votos; también lo hizo mientras el general De la Rovere desplazaba poco a poco en su interior a Emmanuele Bardone
85.
Pese a ello, es probable que durante esa época de desastres -mientras se acercaba el momento de su renuncia a la presidencia y el momento del golpe militar y se imaginaba a sí mismo en el centro del ring, ciego y tambaleándose y resollando entre el aullido del público y el calor de los focos, políticamente hundido y personalmente roto-Suárez se imbuyera más que nunca de su papel aristocrático de hombre de estado progresista, cada vez más convencido de ser el último baluarte de la democracia cuando todas las defensas de la democracia se derrumbaban, cada vez más seguro de que las innumerables maniobras políticas emprendidas contra él entreabrían las puertas de la democracia a los enemigos de la democracia, cada vez más profundamente investido de la dignidad de su cargo de presidente de la democracia y de su responsabilidad como hacedor de la democracia, cada vez más incorporado el personaje a su persona, como un Suárez inventado pero más real que el Suárez real porque se sobreponía al real trascendiéndolo, como un actor a punto de interpretar la escena que lo justificará ante la historia escondido tras una máscara que antes que ocultarlo revela su auténtico rostro, como un Emmanuele Bardone ya convertido sin retorno en el general De la Rovere que en la tarde del 23 de febrero, en el momento de la verdad, mientras las balas zumbaban a su alrededor en el hemiciclo del Congreso y los diputados buscaban refugio bajo sus escaños, hubiera permanecido en el suyo en medio de aquel estruendo de batalla para aplacar el temor de sus compañeros y ayudarles a encarar el infortunio con estas palabras: «Amigos, os habla vuestro presidente
86.
Bardone era un individuo moralmente abyecto que cometió pecados atroces en una época atroz; Suárez fue en cambio un hombre básicamente honesto: mientras ocupó la presidencia del gobierno sus pecados no fueron mortales -o fueron sólo los pecados mortales que conlleva el ejercicio del poder-, y antes de ocupar la presidencia del gobierno sus pecados fueron los pecados comunes de una época podrida
87.
Tres días después del golpe de estado partió a unas largas vacaciones por Estados Unidos y el Caribe en compañía de su mujer y de un grupo de amigos; era la espantada comprensible de un hombre deshecho y hastiado hasta el límite, pero también era una mala manera de dejar la presidencia, porque significaba abandonar a su sucesor…no le traspasó sus poderes, no le dejó una sola indicación ni le dio un solo consejo, y lo único que encontró Leopoldo Calvo Sotelo en su despacho de la Moncloa fue una caja fuerte con sus secretos de gobernante pero cuyo único contenido resultó ser, según comprobó después de que la forzaran los cerrajeros, un papel doblado en cuatro partes donde Suárez había anotado de su puño y letra la combinación de la caja fuerte, como si hubiera querido gastarle una broma a su sustituto o como si hubiera querido aleccionarle sobre la esencia verdadera del poder o como si hubiera querido revelarle que en realidad sólo era un histrión camaleónico sin vida interior o personalidad definida y un ser transparente cuyo secreto más recóndito consistía en que carecía de secreto
88.
Su vocación era sin embargo mucho más fuerte que su insolvencia y, pese a la promesa que le había hecho al Rey, ese período sin política fue breve y su alejamiento del poder relativo; después de todo aún mantenía cierto control de UCD a través de algunos de sus hombres, lo que no impidió que el partido continuara desquiciándose ni que él asistiera al desquiciamiento con un disgusto mezclado de rabia vindicativa: contra lo que tantos correligionarios venían predicando desde tiempo atrás, aquello probaba que su liderazgo no había sido la causa de todos los males de UCD; con su sucesor, en cambio, el disgusto carecía de mezcla: tan pronto como llegó a la presidencia del gobierno Calvo Sotelo empezó a adoptar medidas que corregían de raíz la política de Suárez y que éste interpretó como un giro intolerable a la derecha
89.
Si su único propósito hubiese sido reconquistar la presidencia, hubiera debido hacerlo: liquidado Fraga y resignados los llamados poderes fácticos a su vuelta a la política, Suárez era para casi todos el líder natural del centro derecha, y por eso el sucesor de Fraga le ofreció una y otra vez convertirse en el cartel electoral de una gran coalición capaz de derrotar a los socialistas
90.
Fue justo entonces, en el momento quizá más oscuro de su vida, cuando llegó lo inevitable, la hora anhelada del reconocimiento público, la oportunidad de que todos le agradecieran el sacrificio de su honor y su conciencia por el país, el humillante aquelarre nacional de la compasión, era el gran hombre abatido por la desgracia y ya no molestaba a nadie ni podía hacerle sombra a nadie ni volvería jamás a la política y podía ser usado por unos y por otros y convertido en el perfecto paladín de la concordia, en el as invicto de la reconciliación, en el hacedor sin mácula del cambio democrático, en una estatua viviente apta para escudarse tras ella y asear conciencias y calzar instituciones tambaleante s y exhibir sin pudor la satisfacción del país con su pasado inmediato y organizar escenas wagnerianas de gratitud con el prócer caído, empezaron a lloverle homenajes, galardones, distinciones honoríficas, recuperó la amistad del Rey, la confianza de sus sucesores en la presidencia del gobierno, el favor popular, consiguió todo lo que había deseado y previsto aunque todo fuese un poco falso y forzado y apresurado y sobre todo tardío, porque para entonces él ya se estaba yendo o se había ido y apenas alcanzaba a contemplar su desplome final sin entenderlo demasiado y a mendigar de quien se cruzaba en su camino una oración por su mujer y por su hija, como si su alma se hubiera extraviado definitivamente en un laberinto de contrición autocompasiva y meditaciones atormentadas sobre los frutos culpables de la egolatría y él se hubiera definitivamente transformado en el viejo príncipe pecador y arrepentido de una novela de Dostoievski
91.
El partido de la derecha le había ofrecido a su hijo Adolfo encabezar la candidatura a la presidencia de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha; porque no ignoraba que la intención de la oferta era rentabilizar el prestigio de su apellido, Suárez le desaconsejó a su hijo que aceptara, pero el ansia de emular a su padre pudo más que la falta de vocación y el hijo presentó su candidatura y el padre se sintió obligado a defenderla
92.
Su influencia en la provincia aún no se había dejado oír, sobre todo porque sus contactos con los ambientes senatoriales de Roma y con la alta burocracia imperial lo convertían en un amigo muy apreciado a los ojos de Balbieno, que le había asignado la presidencia del consejo de los jurisconsultos, en los cuales él, falto de conocimientos de derecho, confiaba más en los procesos civiles y penales
93.
Redujo incluso el círculo de sus amantes hasta dejarlas en dos o tres de lo más escogido, y recuerdo con especial afecto a una de ellas —la llamaré Daniela—, hija de un ex presidente y miembro de una de las familias más influyentes de Colombia, que demostraba, de igual modo, una sincera preocupación por los problemas de su pueblo y los «gamines» Era una muchacha dulce y tímida, de una belleza extraña que en ocasiones superaba todo lo imaginable aunque instantes después pareciera incluso fea, y de la que se diría que libraba una feroz batalla en su interior entre el amor filial y lo decepcionada que se sentía por el hecho de que cuando al fin su padre accedió a la presidencia, olvidó de improviso todos sus ideales, y se dedicó, como la inmensa mayoría, a robar y permitir que los que le rodeaban se corrompieran hasta límites inconcebibles
94.
Ocupa el cargo de vicepresidente, mientras Salvador de Madariaga ostenta, a título honorario, la presidencia
95.
El carácter ocultista con el que nace la Comisión desaparece cuando Jimmy Carter llega a ocupar la presidencia de Estados Unidos
96.
Y en 2000, con José María Aznar en la presidencia del Gobierno, Múgica se convierte en Defensor del Pueblo
97.
Durante la II República ocupó diversos cargos, primero en la Enseñanza y más tarde como secretario de Presidencia de Francisco Largo Caballero
98.
Él, desde muy pequeño, recordaba que en la fiesta del Yom Kippur64 se ponía en la presidencia durante el tiempo que duraba su celebración la llave de la casa de Lisboa, heredada de padres a hijos a través de las generaciones, y que era para ellos el paradigma de la belleza y de la felicidad de lo que intuían fue su pasado, en la creencia absoluta de que algún día regresarían a ella y recobrarían su historia
99.
-Lo siento, pero me han llamado de la Presidencia -alegó Jaime mostrando su identificación-
100.
Durante la presidencia de George W