1.
Nuestro rector, el señor Allaby, hombre de curiosa lectura, exhumó la historia de un rey a quien la Divinidad castigó por haber erigido un laberinto y la divulgó desde el púlpito
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junto a lapilastra donde se ponía siempre, bajo el púlpito
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menester en una necesidad, podría subir en un púlpito eirse a predicar por esas calles, y que, con
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un púlpito en las manos y irme por ese mundo adelantepredicando lindezas; y yo digo dél que
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Cuandodesde lo alto del púlpito miraba congregado el
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Mientras bajaba lentamente del púlpito estalló en la iglesia
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púlpito, seguía con gran curiosidad las palabras delexcusador,
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laizquierda habían colocado un púlpito para el predicador
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modaen el púlpito y el confesonario, y Fermín Urquiola, que era
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suautoridad y su fervor, contra tan profana ceremonia; que su sucesor hizolo mismo, y que en el púlpito los
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modo distinguido en las armas, en el foro, en latribuna, en el púlpito
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desde un púlpito erigido en medio de la plaza yque la muchedumbre rodea
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y elideal monumento se enriquece con una estatua, un púlpito ó
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pueden decirse desde el púlpito, queexigen el confesonario o la conferencia familiar, hay otras
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en frente del púlpito
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Los predicadores tronaban en el púlpito contra el
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púlpito de acero en el que sólocabe una persona y que está
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Un clérigoanciano, con sobrepelliz, subió al púlpito, que estaba
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Los fieles se apretaron más en torno del púlpito para escuchar elejemplo y gustaron
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treinta años de suvida la posesión de un púlpito
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negarme que miimaginación me había representado un púlpito,
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Pero un púlpito
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en el cielo, y descendía del púlpito, con el pasotriunfal de un
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encuadrar en ella un balcón de púlpito con balaustrada dehierro;
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misma acción del púlpito, glosándola demanera que movió á,
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El cura, desde el púlpito, fulminó a los antiperecistas,
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las letras sagradas y bastante fuerteen las profanas, elocuente en el púlpito y persuasivo en
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por excelencia,y todas sus tendencias, lo mismo las que desarrolla en la plática,como en el púlpito,
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El señor comisario sehincó de rodillas en el púlpito y, puestas lasmanos y mirando al cielo, dijo ansí:
30.
A todo esto, el señormi amo estaba en el púlpito de rodillas, las manos y losojos puestos en el cielo, transportado en la divina esencia, queel planto y ruido y voces que en la iglesia había no eranparte para apartalle de su divinacontemplación
31.
El hombre que blande el látigo de cuero cubierto de sangre durante la semana ocupa el púlpito el domingo y dice ser un ministro del manso y humilde Jesús
32.
Los que trafican con cuerpos y almas de hombres alzan su puesto ante el púlpito y se ayudan mutuamente
33.
El traficante da su oro manchado de sangre para sostener el púlpito, y el púlpito, a cambio, cubre su negocio infernal con el ropaje del cristianismo
34.
Después, Moses fue invitado a subir al rudimentario púlpito, y desde allí relató su historia: les habló de su casa en la calle Beatas, de cómo habían sobrevivido a la infección, y habló del Cojo, haciendo un esfuerzo por contener sus emociones
35.
Aun así, recibió un estruendoso aplauso cuando recorrió el pasillo central en dirección al púlpito; todos sabían demasiado bien lo duro que había estado trabajando en su pequeño laboratorio y se encontraban nerviosos e intrigados por conocer sus hallazgos
36.
Don Niceto, el cura que rescató el púlpito de alabastro que se llevaron a Madrid después de la guerra, murió en el 55, descanse en paz; se llamó en vida don Niceto Martín (o Mayor, puede que Mayor) Recuero y era un hombre valiente y animoso que sabía defender lo suyo
37.
En la iglesia hay una instalación de altavoces muy moderna; antes los curas se subían al púlpito Y se hacían oír a voces, respiraban hondo y pregonaban la verdad redentora apoyándose en los pulmones; ahora ya no es así, ahora los curas tienen que ayudarse de la técnica porque los crían con pelargón, ahora ya no es corno antes y usan micrófono
38.
En el centro de la herradura había un anciano sentado en un estrado que parecía un púlpito
39.
El arcediano, «inductor y protagonista de los más execrables hechos», la mañana del día anterior desde el púlpito de la catedral y desobedeciendo a su obispo había lanzado anatemas y diatribas contra los judíos soliviantando, todavía más, si ello fuera posible, a un populacho sediento de sangre, que únicamente necesitaba una excusa para derribar las puertas y desbordarse por el interior de la judería arrasándolo todo
40.
{194} Estrado o púlpito desde el que se leen las secciones de la Torá o de los profetas y desde donde el oficiante se dirige a los fieles
41.
Jaskier se sentó, echó un vistazo a los libros que yacían en el púlpito
42.
Contemplo sus rostros en mi iglesia, desde el púlpito
43.
¿Pues y en el púlpito? ¿Y quién le echará la zancadilla a cantar una epístola?
44.
El señor comisario se hincó de rodillas en el púlpito y, puestas las manos y mirando al cielo, dijo así:
45.
A todo esto el señor mi amo estaba en el púlpito de rodillas, las manos y los ojos puestos en el cielo, transportado en la divina esencia, que el planto y ruido y voces, que en la iglesia había, no eran parte para apartalle de su divina contemplación
46.
Acabados de tomar todos, dijo mi amo desde el púlpito a su escribano y al del Concejo que se levantasen, y para que se supiese quién eran los que habían de gozar de la santa indulgencia y perdones de la santa bula y para que él diese buena cuenta a quien le había enviado, se escribiesen
47.
Debía tener fuerzas hercúleas aquel arrogante granadero de la Iglesia, y si bajo el punto de vista corporal estaba admirablemente constituido para las misiones, no lo estaba menos en el orden espiritual, por ser hombre de [259] muchas sabidurías, eruditísimo en las letras sagradas y bastante fuerte en las profanas, elocuente en el púlpito y persuasivo en la conversación, águila en la cátedra y lince en el confesionario
48.
Nunca, ni en el púlpito, ni en los clubs, ni en las Cortes, oí una voz que más hondo penetrara en el oído de los que escuchan
49.
Ya Carrasco no podía poner en su púlpito más que el paño de gala para cantar himnos al Ejército y al Dios de las Batallas
50.
Y es de notar que cuando los jóvenes predicadores de la Compañía comían viandas especiadas a la fina, luego, en el púlpito, razonaban los misterios de la Sacratísima Fe con tal sutileza y tan menuda teología que las damas asistentes al sermón se abrasaban de amor divino, lo que se manifestaba en un rumor de abanicos y un alborotarse de los inciensos
51.
De púlpito en púlpito, recordaban con voz atronadora la maldición lanzada por Dios sobre Eva una vez que ésta hubo comido del árbol de la ciencia del bien y del mal
52.
en que será en el púlpito vedado
53.
Riemann hacía más de lo que podía, pues el futuro matemático deseaba en aquellos días satisfacer los deseos de su padre y ser un gran predicador, como si el pobre Riemann, con su timidez, pudiera haber subido al púlpito para desafiar al infierno y hablar de la condenación, o de la redención en el Paraíso
54.
Don Zósimo, el Curón, cada vez que subía al púlpito era para hablarles de la fornicación y del fuego del infierno
55.
Arriba, en el púlpito, todo permaneció silencioso
56.
No se podían comparar con los que pronunciaban desde el púlpito en la iglesia de San Pedro y San Pablo, que eran para dormirse
57.
Encogido en el púlpito, casi no se diferenciaba de los personajes tallados en la parte de atrás
58.
En aquel momento oyóse un ruido desacostumbrado entre la multitud situada junto al púlpito: hubo voces y empujones; los oficiales de la Inquisición levantaron sus varas para imponer silencio pero el ruido no cesó
59.
El cura habrá predicado desde el púlpito: «y al rezar vuestra novena a la Virgen de agosto, rogad a Dios protección y fuerza para los ejércitos que combaten en su nombre y a su gloria»
60.
Nunca había visto tanta intensidad en un hombre, excepto en un predicador en el púlpito durante la parte más feroz de su sermón
61.
¿Por qué hablar desde el púlpito de quien comparte la teología de la Iglesia de Estado de la «habitual búsqueda de privilegios de la Iglesia romana»?
62.
Un famoso predicador está en el púlpito de su mezquita y todos a su alrededor, hombres y mujeres, se han congregado para escuchar sus nobles palabras
63.
Me acerqué muy despacio a un lugar situado justo encima de la puerta posterior, desde el que se veía el pasillo central hasta el púlpito
64.
El coro ocupó su lugar detrás del púlpito
65.
Los prisioneros del pabellón común estaban acorralados a un lado del pasillo, a la izquierda del capellán de pie en su púlpito de la esquina
66.
Pero los mejores asientos del local, directamente bajo el púlpito, se reservaban para la aristocracia: las personas recientemente condenadas a morir en Tyburn
67.
Pero en Alemania (hasta la época más reciente, en que una especie de elocuencia de tribunos agita sus jóvenes alas con bastante timidez y torpeza) no ha habido propiamente más que un único género de oratoria pública y más o menos conforme a las reglas del arte: la que se hacía desde el púlpito
68.
Ellos dos se sentaban arriba, por encima de los feligreses e incluso por encima del reverendo Pringsheim en el púlpito, rodeados de las potentes masas sonoras que ellos mismos desencadenaban y dominaban: los dos juntos, pues Hanno, que apenas cabía en sí de entusiasmo y orgullo, ayudaba a su maestro a manejar los registros
69.
Sin embargo, cuando terminaba la parte instrumental con que concluía el coral entonada por los fieles y el señor Pfühl levantaba lentamente los dedos del teclado, dejando que tan sólo resonara la última nota del bajo, la fundamental; cuando, a continuación, después de un estudiado silencio para mover a los fieles a la contrición, comenzaba a percibirse la voz engolada del sacerdote desde el púlpito, no era raro que el señor Pfühl, a su vez, empezara a burlarse o a reírse del sermón en general y de la manera de hablar del reverendo Pringsheim en particular, de aquel dialecto de Franconia estilizado a su manera, de sus vocales turbias y sus peculiares acentos, de sus suspiros y de los bruscos cambios que experimentaba su rostro, que pasaba del más sombrío pesar a la transfiguración gozosa
70.
–Hombre, creí que estaba en el púlpito
71.
No está todo mal para ellos” y los candelabros me parecieron hermosos”, dijo el marqués, sin que se supiera por qué los exceptuaba, en la misma forma en que, inevitablemente, cada vez que se hablaba de un templo, así fuera la catedral de Chartres, de Reims, de Amiens o la iglesia de Balbec, lo que se apresuraba siempre a citar como admirables eran: “la caja de órganos, el púlpito y las obras de misericordia”
72.
Las preces habían concluido, y el predicador acababa de subir al púlpito
73.
Causará tal vez extrañeza el que las autoridades no pusieran freno a aquellas predicaciones en que la propaganda reformista se hacía desde la cátedra del Espíritu Santo; pero semejante extrañeza desaparecerá al considerar que era difícil encontrar en ellas una provocación directa a la insurrección, y que el púlpito gozaba de una libertad que el Gobierno no quería atacar sino con gran reserva
74.
Tenía un pequeño púlpito y un águila de bronce sobredorado sostenía sobre sus espaldas una Biblia
75.
Al subir el pastor al púlpito, cerró el libro intercalando el sobre entre sus hojas
76.
Su obesidad y estatura sobresalían sobre el púlpito
77.
Púlpito o atril para leer o cantar en las funciones litúrgicas
78.
Había tenido también el talento de asimilarse el énfasis declamatorio y la mímica del púlpito, que tan grande parte 27
79.
Pedro, estaba usted muy guapo en el púlpito»
80.
En el centro de la plaza, frente al entarimado de los inquisidores había un púlpito con el fraile agustino encargado del sermón
81.
Se apostó en el púlpito y recorrió la iglesia con una mirada que bien podría haber sido arrogante, orgullosa o desafiante
82.
¿Se atrevería a atacarla desde el púlpito? Buscó a Thomas entre los monjes novicios del coro del otro lado y descubrió en su rostro una mirada recíproca de preocupación
83.
El púlpito empezó a partirse y seccionarse, pujando hacia arriba…
84.
En tanto que algunos encargados de almas y predicadores de la palabra de Dios han tenido la audacia de afirmar y declarar en público, en discursos desde el púlpito, sí, y en sermones al pueblo, que no existen los brujos, o que esos desdichados en manera alguna molestan o dañan a los humanos o a los animales, y ha ocurrido que como resultado de tales sermones, que deben ser muy reprobados y condenados, el poder del brazo secular haya sido detenido y obstaculizado en el castigo de tales ofensores, y ello resultó ser una gran fuente de estímulo para quienes siguen la horrenda herejía de la brujería, y acrecentó y aumentó sus huestes en notable medida, por lo tanto, los mencionados Inquisidores, que con toda el alma y energía desean poner fin a tales abominaciones y contrarrestar tales peligros, con muchos estudios, investigaciones y trabajos han compilado y compuesto cierto Tratado en el cual usaron sus mejores esfuerzos en beneficio de la integridad de la Fe Católica, para rechazar y refutar la ignorancia de quienes se atreven a predicar tan groseros errores, y se han tomado además grandes trabajos para exponer las formas legales y correctas en que estas brujas pestilentes pueden ser llevadas a juicio, sentenciadas y condenadas, según el tenor de la precedente Bula y las reglamentaciones de la ley canónica
85.
El único medio de comunicación con la masa era el púlpito
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La elocuencia del Magistral en el confesonario no era como la que usaba en el púlpito; ahora lo notaba
87.
La vida de Fortunato la ocupaban cuatro grandes cuidados: el culto de la Virgen, los pobres, el púlpito y el confesonario
88.
El Obispo hablaba con una voz de trueno lejano, sumido en la sombra del púlpito; sólo se veía de él, de vez en cuando, un reflejo morado y una mano que se extendía sobre el auditorio
89.
Ana vio aparecer en el púlpito de la izquierda del altar la figura de Glocester, siempre torcida pero arrogante: la rica casulla de tela briscada despedía rayos herida por la luz de los ciriales que acompañaban al canónigo
90.
Por último, y cuando ya Ripamilán asomaba la cabecita vivaracha sobre el antepecho del otro púlpito para cantar el Evangelio, el organista la emprendió con la mandilona:
91.
El Arcediano, en la escalera del púlpito esperaba con los brazos cruzados sobre la panza; cerca de él y haciendo guardia estaban dos acólitos con los ciriales; uno era Celedonio
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Robert extendió la linterna ante sí y pudimos ver, en el fondo de la estancia, una especie de púlpito que constituía, al parecer, el único mueble del sótano
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Sobre el púlpito distinguimos las páginas de un libro