1.
Roberto se acostó en el quicio de la
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al quicio donde el rigor se impacienta
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sensibilidad fuera de quicio por la fuerzade sus aprensiones
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escuela el quicio másseguro de su prosperidad, y del alma del
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aparecióseme depronto una hada vieja, hilando en cuclillas arrimadaal quicio
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todoesto desde el quicio de la puerta, y al contemplarnos,movía graciosamente
7.
Pero se quedó mirando por el quicio de la puerta y su escándalocreció cuando vió
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pálidoque se apoyaba en el quicio de la puerta de la sacristía
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alma, sácanlade quicio y la hacen bogar en el infinito
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Apoyada en el quicio de la puerta, Fuencisla la miró alejarse
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aun con la injuria, no salía de quicio
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El quicio puesto, y firme en dura
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pueblo, estaba unhombre pequeño, apoyado en el quicio y con
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En el quicio de sucasa cantaba un carpintero,
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apoyado cruzado debrazos en el quicio de la puerta
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A unmuchacho que vi solo, arrimado al quicio de una
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los hombres pacíficos cuando se les saca de quicio
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Estaba escondida como un delito, oculta como una pena, en el cuartitodel sobrado, recostada con fatiga y desaliento en el quicio de laventanuca
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Se abrió la puerta para dar paso á Canterac; pero éste permanecióinmóvil en el quicio algunos momentos, deseoso de que todos le viesenbien
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Al abrir la puerta quedó inmóvil en el quicio unos momentos—lo mismoque había hecho el otro—, para
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Garmendia les sacaba fuera de quicio con sus observaciones, al pareceringenuas, pero de
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Estaba ella en el quicio de una puerta, temerosa de
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muerte del sol, con uncodo en el quicio y una mejilla en una
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Nada replicó Primitivo, incrustado en el quicio de la puerta
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y el espíritu, por vez primera despuésde largos años, trastornado y enteramente fuera de quicio,
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suavidad en el marcodel quicio
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garabateados junto a las puertas decuarterones, por cuyo quicio
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solas,espiándolas por el quicio de las puertas o presentándose de
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apoyar lacabeza en la madera fría del quicio y volverla hacia el gabinete, porquelos ojos se le
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hay hechos quelo sacan a uno de quicio
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—Me sacas de quicio —dijo Dido con la voz de Madeleíne—
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Apoyá en el quicio de la mancebía
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Desde el quicio de la puerta, Mme
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Pero esta vez la luz parecía inusitadamente roja; sacaba de quicio
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sacar de quicio a las almas,
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Son contradicciones que te sacan de quicio
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—Empiezas a sacarme de quicio
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Esta respuesta, y sobre todo, el tono con que fue pronunciada, dejaron helado a Morrel; pero le estaba preparada una compensación; al volverse vio en el quicio de la puerta un hermoso y blanco rostro, cuyos ojos azules, dilatados y sin expresión aparente, se fijaban en él mientras el ramillete de jazmines subía lentamente a sus labios
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¡Ah, es horrible! Poirot se apoyó en el quicio de la puerta
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El hombre se disponía a cerrar, mas Poirot introdujo el pie con decisión entre la puerta y el quicio, convirtiéndose de pronto en la caricatura de un francés irritado
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Eragon abrió las puertas de la ventana y la dragona apoyó la cabeza en el quicio de madera
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Oromis apoyó un brazo en el quicio de la puerta y se encogió como si ya no le quedara voluntad para permanecer erguido
43.
Se abrió la puerta y apareció el zagalón que anteriormente había visto en el patio del monasterio montado en un pollino, de menos edad que él pero mucho más robusto, llevando al hombro su bolsa de viaje y quedándose, al verle, en el quicio de la entrada
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Pues bien, súbitamente apareció en el quicio de la puerta que daba acceso al palco del Santo Tribunal y fue a ocupar el sillón vacío de la primera fila
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Partió éste en tanto ella lo despedía con un amistoso gesto desde el quicio de la cancela, que ya habían abierto, y cuando la galera doblaba la esquina se introdujo en la antigua casona donde había pasado los años más felices de su vida
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Esperó un tiempo que se le hizo eterno y el portón se abrió, apareciendo en el quicio un mayordomo que lucía en la casaca los colores gris y azul del marquesado de Torres Claras
47.
Se retiró la oronda humanidad de la dueña y el quicio de la puerta quedó libre, dejando el paso franco a Diego, que chambergo en mano se introdujo en la estancia
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Luego, al alba, Catalina salió a despedirlo y ya en el quicio de la puerta Diego, tras besarla de nuevo en los labios, dijo:
49.
¡Que nadie ose pasar el quicio de esta puerta! ¡Aquí termina la autoridad del rey y, según el Concordato, comienza la del pontífice!
50.
La puerta se abrió y apareció en su quicio la figura impresionante del portugués, acompañado por el obispo
51.
Una campanilla sonó en el interior y, casi al momento, la pesada puerta de cuarterones se abrió; un criado de los Abranavel apareció en el quicio de la misma y al momento, con una profunda reverencia, invitó a pasar al ilustre personaje, en tanto que por el pasillo avanzaba presto y agobiado, retorciéndose las manos, el mayordomo de la casa
52.
Ahora sí reconoció la voz, amén de que ya divisaba la alta figura de la muchacha ocupando el quicio de una pequeña puerta que se había abierto en el pequeño cuartucho del fondo del patio
53.
Unos golpes discretos en la puerta y la cabeza de una mujer de mediana edad apareció en el quicio
54.
Se quedó parado en el quicio de la puerta observando la extraña escena
55.
Ésta se abrió y apareció en su quicio la figura del tuerto
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La cancela se abrió y la imagen de un inmenso moro vestido al uso ocupó el quicio de la puerta
57.
De un fuerte empellón, la puerta se abrió del todo y apareció en el quicio la figura de Pedro Ramón
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Al cabo de un instante la tonsurada cabeza del padre Llobet asomaba por el quicio de la puerta
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Al instante se abrió la puerta y apareció el inmenso criado en el quicio de la misma
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En aquel instante se abrió la puerta y la imagen de un alterado Gaufred apareció en el quicio
61.
La meticulosidad descriptiva de Fazio siempre lo sacaba de quicio
62.
Al levantar la cabeza, su mirada tropezó con un hombre de corta estatura que se protegía del viento en el quicio de la puerta de la casa de enfrente
63.
Él se recostó en el quicio de la puerta
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Si no lo eliminan a la primera, algunas veces puede batear durante media hora sin puntuar, sacando de quicio a todo el mundo, incluidos sus compañeros de equipo
65.
La noticia de que no traían más que una Real orden dilatoria, les sacó de quicio
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A Julia la sacaba de quicio el cometido de aquellos adolescentes, sobre todo pensando en el pequeño Mario, tan atractivo, amigable e ingenuo y ya en el umbral de la pubertad
67.
Un día, sacado de quicio por las preguntas tan crueles e impertinentes con que el pequeño acosaba a Druso —aparte de su desconsideración por la paciencia y amabilidad del tío—, Silo cogió al niño y lo asomó por una ventana sobre un jardín lleno de agudas rocas
68.
La grosería le enfadaba; la irrupción de las muchedumbres ignorantes, que imponer querían su fuerza, su garrulería y suciedad, le sacaba de quicio, y por encima de todo poder ponía el histórico, que en el caso de autos recibía mayor realce del consorcio feliz de la soberanía con la belleza y de la majestad con la gracia
69.
Veo y oigo cosas que me sacan de quicio, y la obligación de callarlas me pone a punto de reventar
70.
Todo el alivio ganado perdíase súbitamente, y la honda enfermedad del ánimo, sentimientos despedazados, dignidad ofendida, ideas fuera de quicio, razón deshecha en locura, recobraba de golpe su aterrador imperio
71.
Los desmanes de la plebe en ciudades de Castilla, sacaban a don Mariano de quicio
72.
Casi tanto como los Cargos de piedra, sacó de quicio a don Bruno la intentona republicana que estalló y fue sofocada en el curso del estío
73.
Dio un suave golpe en el quicio de la puerta y entró en el cuarto
74.
Cuando lo vi aparecer de improviso en el quicio de la puerta recordé que se trataba de mi primo y no pude evitar el mirarlo con afecto
75.
Le sacaba de quicio la idea de que el otro le supusiera capaz de haber dado el [280] soplo a la policía, para librarse de un encuentro en tan graves condiciones
76.
[279] mujeres que estaban haciendo calceta en el quicio de un portalón cerrado
77.
Se me metió en la cabeza que le pisabas el pie a Polonia; esta idea, y el decirme ella que eres muy guapín me sacaron de quicio»
78.
Desde el profesional punto de vista del arponero, Ismael fue un erudito pedante que sacó las cosas de quicio: Moby Dick no es culpable, sino un cetáceo como cualquier otro, y todo se reduce a un capitán incompetente que antepone un ajuste de cuentas particular «—Qué importa quién le arrancara la pierna», escribe Queequeg— a su obligación de llenar barriles de aceite
79.
El corazón de Kim se partió por la pobre Elizabeth, a quien el hongo había sacado de quicio hasta el punto de aterrorizar a sus propios hijos
80.
Aún ríe Lolita Palma, ya a oscuras, apoyada en el quicio del portón
81.
Mi madre se decide por los que yo he señalado y allí se queda Antte, en el quicio de la puerta, con su cabeza de oso colgando
82.
Ahora está en el quicio de la puerta mientras Gunilla Petrini, aliviada, se sienta en el borde de la cama de Ester
83.
Nils Vetman la estaba sacando de quicio
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–Es tan posesivo y celoso que me saca de quicio
85.
Apoyó la puerta contra el quicio para tener un poco de intimidad y encendió la luz
86.
Scarpetta se da cuenta y eso la saca de quicio, pero no encuentra la manera de evitarlo
87.
Desde el principio, su objetivo había sido sacarlos de quicio, conseguir que se preocuparan lo suficiente para concederle una entrevista con el presidente de la compañía
88.
–Bien, aparentemente, esa muchacha le ha sacado de quicio…
89.
Rafael Serrador, desde el quicio de una puerta, nota este salirse de sí
90.
Sacaría el asunto de quicio, sólo por crear problemas
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Lo estaba sacando de quicio y era consciente de ello
92.
–El hecho de ignorar qué había en el cajón secreto de Bobby la saca de quicio -observó King al tiempo que volvía la vista hacia la mansión
93.
Ella dice que la está sacando de quicio
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Tomó uno de los soportes y se puso junto al quicio de la puerta
95.
Se detiene en el quicio misino de la puerta, mirando hacia arriba, y después da unos cuantos pasos vacilantes alejándose del edificio, lanzando va las primeras exclamaciones
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Hugo ha aparecido bruscamente en el quicio de la puerta
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Liz está en el quicio de la puerta y reflexiona durante unos segundos
98.
Emma se quedó atrás, miró y volvió la cabeza para mirar sobre el hombro a Michael, que se hallaba en el quicio de la puerta con la cara medio escondida en las sombras
99.
Había cadáveres en el quicio de la puerta
100.
Se dio la vuelta y vio que se trataba de Arkeley, que se había quedado en el quicio de la puerta