1.
El tango, esa canción mestiza rebosante de tris-
2.
cuando el mundo está lleno de luz y el día se encuentra rebosante de sol
3.
Pero el corazón del joven, rebosante ya de hiel, tenía que
4.
»Con los brazos cargados de flores y el corazón rebosante de
5.
Maurice habia ido a buscar un cabriole a casa de Lorin; cuando volvio con el, dejo las bridas en manos de un limpiabotas y subio los escalones de su casa con el corazon rebosante de alegria
6.
El impulso se agostó pronto y el relato quedó interrumpido en la página veinte, o poco más, que es, según tengo experimentado, donde quedan interrumpidos casi todos los relatos, para desmoralización de quien los había emprendido rebosante de entusiasmo
7.
Sobre el mantel redondo de la mesa, tazas oscuras de barro vidriado, una botella de aguardiente y un gran frutero rebosante de uvas
8.
Llamó a Livia para decirle la hora de llegada y, ésta, rebosante de felicidad, le dijo que iría a recibirlo al aeropuerto
9.
Horas más tarde, la tinaja volvía a estar otra vez rebosante, y en el frutero los mangos explotaban de dulzura
10.
El único informe que oyeron fue una virulenta comunicación desde Esfahan, repetida varias veces, en relación con un «212» rebosante de traidores que huía en dirección sur y que sería interceptado y derribado
11.
A un lado, un hombre utilizaba un cubo como letrina, ya rebosante, con los orines derramados por el suelo
12.
»Ahora puedo respirar y oír muy bien; mi mente funciona a la perfección y estoy rebosante de planes para el futuro, tan excelentes como siempre
13.
–Le deseo buena suerte mañana -le había dicho aquel hombre con amable sonrisa, rebosante de cordialidad, en el momento de irse
14.
Por lo visto, Elia no tuvo dificultad alguna en hacerlo, pues cuando Sila llegó a Roma con Lucio César, se encontró el hogar rebosante de armonía familiar y una hija encantada y cariñosa, haciendo planes para la boda
15.
Yo había leído el libro en la universidad de Cornell y recordaba tan sólo las impresiones: un despiadado Sur rebosante de violencia, incestos y racismo, visto a través de los ojos de un joven escritor criado en una granja de Virginia
16.
–¡Oh, Frank! Sé que estará encantada -declaré con el corazón rebosante de gratitud
17.
Lo que pasaba era que yo acababa de escribir el ensayo anterior y estaba rebosante de presunciones
18.
Fue Potterley quien lo empezó, Potterley, que estaba allí ahora, rebosante de satisfacción; pero la compulsión era exclusivamente suya
19.
El nacimiento del arroyo era un estanque alimentado por un manantial y al lado se alzaba un enorme sauce, como si protegiera el origen del agua para sí y sus vástagos: una colección de sauces menores arracimados en torno al amplio y rebosante estanque
20.
Sólo cuarenta y ocho horas antes, la papelería de Chang estaba abierta con toda normalidad, con el escaparate magníficamente adornado y el interior rebosante de existencias, pero ahora, para mi absoluta perplejidad, todo había desaparecido
21.
María Chen saludó a Willi en el gran salón, besándole en ambas mejillas, rebosante de satisfacción
22.
Escrutaba el horizonte inclinándose hacia delante, en sintonía con las señales vitales de la aeronave; su expresión, rebosante de inteligencia, denotaba su estado de alerta
23.
Después de tomar el té, mi madre quitaba la mesa y extendía el Evening Mail sobre la mesa, bajo el débil resplandor de una bombilla de sesenta vatios, y pasaba una horquilla por las columnas de ofertas laborales, dando un golpecito a cada oferta, y murmurando furiosa bajo la barba: «Imprescindible experiencia previa…, se piden referencias…, se exige título universitario… ¡Bufl» Luego estaba el grasiento mazo de cartas, las cerillas divididas en montoncitos iguales, el cenicero de hojalata rebosante de colillas, el cacao para mí y el vaso de jerez de cocinar para ella
24.
Era tal como esperaba: brillante, nerviosa, de modales impecables, rebosante de joyas de oro… Una mujer bien tratada y con el rostro aún mejor conservado
25.
Pammy estaba rebosante de emoción
26.
Aun así, aquellos años de adolescencia, con la ilusión intacta y el amor rebosante, compensaron en parte mis frustrados proyectos vocacionales
27.
Buscó un espacio libre en la rebosante mesa
28.
Tenía el rostro fuerte, huesudo y rebosante de entusiasmo, la cabeza grande y el cabello castaño; en esos momentos el pelo se le pegaba al cráneo a causa del sudor y del casco de cuero que llevaba bajo el yelmo
29.
Rebosante de belleza y vanalidad, conformada con remiendos de imágenes y adornos de la Grecia clásica y del antiguo Egipto, y de Francia y Japón y su propia Centroamérica, simbolista y romántica y parnasiana a la vez, la poesía de Rubén Darío es como los pórticos de la España renacentista, donde los motivos franceses y moriscos e italianos se amalgaman con impetuosos arabescos, donde la más vulgar de la piedra labrada se entrelaza con diseños y formas de rara belleza y significado
30.
- Y ahora, señoras y caballeros - dijo, rebosante de alegría -, ¿está pasándolo todo el mundo maravillosamente bien por última vez?
31.
- ¡Ah, sí! Eso era - dijo el Capitán, rebosante de alegría -
32.
El conejo estaba rebosante de felicidad
33.
El perro le lamía la cara gimiendo y ella sepultó su nariz en el espeso pelaje, rebosante de jubilo
34.
Una vez terminada la entrevista, Seixas se puso en pie, rebosante de alegría
35.
En esta versión se da una coincidencia única, intraducible a otros idiomas, que confiere al relato una curiosa circularidad y apunta hacia una moraleja rebosante de justicia poética
36.
Llevaba en la mano un pesado bastón de paseo… y el corazón rebosante de instinto asesino
37.
Era un pequeño mico, rebosante de excitación, que se detuvo en la rama de un árbol situado inmediatamente encima de los grandes simios
38.
Estaba tan rebosante de detalles y maravillas sorprendentes que, mientras intentaba asimilarlos, el cerebro del hombre-mono parecía encontrarse en medio de un remolino
39.
Por fin se dio por vencido y, rebosante de odio y furor, se adentró en la jungla
40.
Luego el cielo azul oscuro rebosante de estrellas y los murmullos de la noche le acogieron compasivos
41.
–Digamos que el cáliz de la desesperación está rebosante
42.
Sólo en estas condiciones uno se salva de disolverse en la expansividad rebosante, en las veletas de las efusiones, de la extroversión exclamativa, de las efervescencias e incandescencias
43.
Ser Boros y Ser Meryn se adelantaron para enfrentarse a él, pero Ser Barristan los detuvo en el sitio con una mirada rebosante de desprecio
44.
Era agosto y el expreso que la había traído desde París estaba rebosante de gente que se iba de vacaciones
45.
Al fin, rebosante de una sensación de paz y bienestar, se levantó y se estiró
46.
La que había estado llamando con el nombre de mi amiga muerta resultó ser un niño fuerte, rebosante de salud, heredero de todos los rasgos físicos de su padre y de mi determinación
47.
No la miró, sino que continuó contemplando la ciudad, rebosante de gente
48.
Menos equilibrado por otros sentimientos, el orgullo había hecho en el corazón de Sanders más progresos que en el de Ernestine; el coronel, rebosante de honor y de franqueza, lejos estaba de querer faltar a los compromisos contraídos con Herman; mas la protección de Oxtiern le deslumbraba
49.
Esta debía combatir contra otras mujeres entrenadas en otras escuelas de lucha de Roma y hacer las delicias de un público que aún no había presenciado combate alguno entre mujeres; sin embargo, Cayo, pese a tener la bolsa de dinero rebosante, compartía con el consejero imperial esa sensación extraña de estar en un lugar peligroso, pues allí, en aquel anfiteatro privado —daba igual que estuviera atestado de ciudadanos de Alba Longa—, el emperador se sentía en libertad plena y sus peticiones particulares podían llevarse a dimensiones imprevisibles
50.
Volvió a la oficina de Klimus, devolvió el recipiente al refrigerador, cerró las puertas de la habitación y el despacho, y regresó a casa, rebosante de adrenalina
51.
Cato, rebosante de alivio, corría hacia el espacio abierto por sus compañeros cuando oyó gritar a Macro
52.
—Soy terriblemente adulto —repuso Bowie, riendo, rebosante de buen humor—
53.
Docenas de criados y un número sorprendente de esclavos zanganeaban por las estancias del palacio que, aun siendo hermoso y, cómo no, rebosante de plata por todas partes, presentaba tal desaliño y tal aire de desidia que más parecía una posada de camino que una morada de nobles
54.
Un torrente constante de coches fluía aún por las principales arterias de una ciudad cuyo perfil, poblado por inmensas grúas que parecían una bandada de aves cerniéndose sobre un río rebosante de peces, sufría constantes cambios; focos y reflectores iluminaban sus delgados esqueletos, el fragor del turno de noche, que trabajaba con tesón para completar un siglo de construcción civil en solo unos años más
55.
El ajetreo había sido prolongado y duro durante todo el día en el calor de la cocina, y había residuos por todas partes: el suelo de piedra estaba resbaladizo a causa de la grasa de carne asada vertida y de las peladuras pisoteadas; paños empapados, testimonios de heroicos trajines olvidados, colgaban sobre la cocina como los estandartes decadentes de regimientos en la iglesia; contra la espinilla de Cecilia chocaba un cesto rebosante de trozos de verduras que Betty llevaría a su casa para alimentar a su cerdo de Gloucester, al que estaba cebando para diciembre
56.
En su cerebro, antes rebosante de ideas, sólo se repetía una frase: Me las pagarás por esto, Roachie…
57.
–Protesto -dijo con una voz tan rebosante de autoridad que consiguió que se hiciera silencio en la sala-
58.
Sin embargo, el paisaje rebosante de vida animal que Roosevelt vio había desaparecido para siempre
59.
El autódromo de Buenos Aires, en las afueras de la capital de la Argentina, estaba rebosante con cincuenta mil espectadores que habían acudido a presenciar el Gran Premio Internacional
60.
Pero en el mismo instante en que lo pensaba, Chotas entró en la sala, rebosante de salud
61.
Abrió la puerta, y los Voronov entraron en un típico baño ruso: las paredes eran gruesas; había un cuarto exterior para desvestirse, una pequeña zona intermedia casi rebosante de leña, y una habitación interior con bancos a lo largo de las paredes, frente a algunas piedras dispuestas sobre una hoguera que las calentaba al rojo vivo
62.
Concluidas las oraciones matinales, procedieron a llenar el estómago hasta que estuvo rebosante, porque su trabajo era duro y generaba un apetito tremendo
63.
Echó una ojeada al reloj, sacó la carpeta del cajón, desató los lazos, hojeó algunos papeles y, rebosante de ardor y energía, declaró:
64.
El salón del teatro Jean Vilar estaba rebosante de entusiasmo, aunque los presentes representaban unos escasos efectivos humanos
65.
Cuando llegamos, los guardianes escoltaron a Ermizhad a sus aposentos, y ésta ya había desaparecido cuando llegó Iolinda, corriendo escaleras abajo hasta el gran salón con el rostro radiante, el porte gracioso y rebosante de alegría
66.
Luego empujaba colina arriba la carreta, entraba en los bosques y se detenía cuando hallaba un árbol muerto rebosante de madera
67.
En el gran dormitorio rebosante hasta el sofoco de gente de Tortilla Flat, había tensión y un silencio expectante
68.
El bosque era hermoso, rebosante de olores a cosas vivientes
69.
¿Y qué quieres decir con eso? Vuelvo después de sudar sangre, de tener todo tipo de experiencias inimaginables, si te las contara una a una, no acabaría, ¿y a ti sólo se te ocurre decir «i Qué bien!»? ¡No me lo puedo creer! ¡Pero vamos! Frase tan ingeniosa, tan rebosante de calidez y humanidad, guárdatela para los niños de tu clase cuando, al fin, aprendan a multiplicar
70.
—¡Me cago en la puta, ha sido un avión! —Andy intentó ponerse en pie, pero a pesar de que estaba rebosante de energía, le flaquearon las piernas y se dejó caer
71.
Cranston estaba rebosante de energía
72.
—Así que está usted interesado en el caso Iqbar, ¿verdad? —preguntó Tauba, que aplastó una colilla en un cenicero rebosante y encendió otro cigarrillo
73.
Adoni empezó a insistir al cocinero para que preparara los mejores manjares para el pobre exiliado, quien apenas si los probaba y siempre que podía hacer una escapatoria iba a hacer compañía a Cicerón, que se pasaba las horas sentado en el jardín rebosante de flores, señalándole los vivos colores del cielo y el sol, y el blanco caserío de Salónica, así como la increíble tonalidad violeta del mar
74.
Estoy rebosante de adoración por todo lo que contiene su cabeza y por los impulsos que se manifiestan en arrebatos
75.
Y una imperfección rebosante de calidad estimula la conciencia, mantiene alerta
76.
Llevaba a su espalda una gran bolsa de lona, rebosante de leña
77.
John Watts meditaba acerca de Bindlestiff ¿Correría libremente por el Paraíso de los Perros en una tierra rebosante de conejos y de cubos de basura destapados? Lo mas probable es que estuviera con Marta sentado a sus pies como siempre En eso confiaba el
78.
Terminado el acto, el Presidente, ya un poco mareado, se dejó conducir hasta el Mesón de la Dolores, sito en la hospitalaria localidad de Calatayud, cuyo comedor se hallaba rebosante de los más altos cargos del Partido Socialista de la Pilarica, todos ellos impacientes por darle cariñosos papirotazos al mandamás nacional de la coalición y sacarse numerosos retratos «con flas» que inmortalizaran el evento
79.
Salí del hospital de la RAF rebosante de gratitud…, en especial hacia las enfermeras, tan alegres y trabajadoras
80.
—Ya sé que hay trozos sin pulir —oí decir a Denna con una voz rebosante de nerviosismo y emoción—
81.
Pero allí estaba el muchacho, yendo alegremente de habitación en habitación, rebosante de sarcástica cortesía mientras fingía seguir lo que Flower explicaba
82.
Tenía el corazón rebosante de la canción que se había derramado de sus labios y vibraba con tanta dulzura en el salvaje aire de la noche llamando de vuelta a sus ayudantes
83.
El impluvium estaba rebosante de agua clara y fresca de la lluvia de la tarde anterior, las paredes, limpias, y en dos de ellas el general descubrió nuevas puertas que debían de dar a las dependencias añadidas a la domus por Emilia, pero en el centro, junto al impluvium, pequ'eño y desnudo, sobre una manta de lana que lo protegía del frío de la piedra del suelo, yacía el cuerpo de un niño
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Un armario rebosante de libros, folletos y muestras bloqueaba la puerta de comunicación
85.
Como nunca formulaban ninguna pregunta, Dua estaba segura de que ignoraban por qué lo hacían, y, por lo tanto, no comprendían la parte obscena de sus temblorosas condensaciones y de sus prisas por abandonar la superficie con el fin de obtener una buena fusión, naturalmente, gracias a su rebosante energía
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Era una criatura amable, siempre contenta, siempre llena de vida y rebosante de planes
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Se detuvieron en un pequeño pueblo para aprovisionarse y, al verlo conversar con el hombre que atendía el negocio, Isabel se sintió invadida por una ráfaga de recuerdos en los que aparecía otro Rossini, el pastor rebosante de juventud que había conocido en otro pueblo, enclavado en las estribaciones de la precordillera andina
88.
Un día de 1943, tras una semana de confusión que casi llegó a rozar la desintegración, durante la cual quienes entraban en la biblioteca siempre la encontraban en trance de cerrar apresuradamente el cajón de su mesa y echarle la llave (de tal modo que las matronas, esposas de banqueros y médicos y abogados, habiendo estado alguna de ellas en la misma clase de la vieja escuela, quienes iban y venían por las tardes con ejemplares de Forever Amber y con los volúmenes de Thorne Smith cuidadosamente envueltos en las hojas de los periódicos de Memphis y de Jackson para ocultarlos de miradas ajenas, creyeron que quizá había perdido la cabeza), cerró y echó la llave a la puerta de la biblioteca a media tarde y con el bolso estrechamente apretado bajo el brazo y con dos manchas febriles producto de su resolución en sus habitualmente pálidas mejillas, entró en el almacén de ferretería donde Jason IV se había iniciado como dependiente y donde ahora poseía su propio negocio de compraventa de algodón, atravesando aquella tenebrosa cueva en la que únicamente entraban los hombres —una cueva atestada y empapelada y estalagmitada de arados y discos y ronzales y ballestillas y yugos y zapatos baratos y linimento para caballos y harina y melaza, tenebrosa no porque mostrase los bienes que contenía sino que más bien los escondía puesto que quienes proveían a los agricultores de Mississippi o al menos a los agricultores negros a cambio de una parte de la cosecha no deseaban, hasta que la cosecha estuviese recogida y su valor aproximadamente computado, mostrarles lo que podrían aprender a desear sino solamente proveerlos ante una demanda específica de lo que no podían dejar de necesitar— y a grandes pasos entró hasta el fondo del dominio particular de Jason: un recinto cercado por una verja atiborrada de estantes y casilleros que guardaban recetas de ginebra y libros de cuentas y claveteadas muestras de algodón almacenando polvo y telarañas, fétido por la mezcla de olor a queso y queroseno y grasa de arneses y la tremenda estufa de hierro sobre la cual se había escupido tabaco mascado durante casi cien años, y hasta el elevado mostrador inclinado tras el que se encontraba Jason y, sin volver a mirar al hombre con mono que paulatinamente había dejado de hablar e incluso de mascar al entrar ella, con una especie de desesperado desánimo abrió el bolso y desmañadamente sacó una cosa y la extendió sobre el mostrador y permaneció estremecida y jadeante mientras Jason la miraba —una fotografía, una lámina en colores obviamente recortada de una revista ilustrada— una fotografía rebosante de lujo y dinero y de sol —un fondo de Cannebiére con montañas y palmeras y cipreses y el mar, un automóvil deportivo descapotable cromado caro y potente, sin sombrero el rostro de la mujer enmarcado por un pañuelo caro y un abrigo de piel de foca, sin edad y hermoso, frío sereno y maldito; un hombre esbelto de mediana edad a su lado con medallas y herretes de general del alto estado mayor alemán— y la solterona bibliotecaria de color ratón estremecida y despavorida ante su propia temeridad, con la mirada fija en el estéril solterón en el que terminaba aquella larga fila de hombres que habían albergado algo de decencia y orgullo incluso después de que su integridad hubiese comenzado a fallar y el orgullo se hubo convertido casi en autoconmiseración: desde el expatriado que había huido de su lugar de origen con poco más que su vida aunque negándose todavía a aceptar la derrota, pasando por el hombre que dos veces se jugó la vida y su buen nombre y por dos veces perdió y también declinó aceptarlo, y el que con solamente un pequeño e inteligente caballo como instrumento vengó a sus desheredados padre y abuelo y consiguió un reino, y el gallardo y brillante gobernador y el general que aunque fracasó dirigiendo en la batalla a hombres gallardos y valientes al menos también se jugó la vida con el fracaso, hasta el culto dipsómano que vendió el final de su patrimonio no para comprar bebida sino para dar a uno de sus descendientes la mejor oportunidad en la vida que pudo ocurrírsele
89.
Una vez en su casa, rebosante de niños y luz, me presentó a su padre, que quedó impresionado porque yo fuera un estudiante de la Ley
90.
En el rebosante corazón de Faetón no había lugar para la duda
91.
Mientras se alejaban, Galad echó un rápido vistazo a la mesa, rebosante de frustración e indecisión
92.
En los días que habían quedado atrás, a esas horas y a pesar de ser invierno, Mol Hara habría estado rebosante de amantes paseando, vendedores ambulantes que alargaban la jornada y esperanzados mendigos, pero a éstos los habían echado de las calles y los habían puesto a trabajar desde la llegada de los seanchan, y los demás no aparecían por allí ni siquiera durante el día
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La mayoría de los soldados que había en la ciudad eran mercenarios, y sólo eran suficientes para cubrir las puertas de la urbe y hacer una exhibición a lo largo de los kilómetros de muralla que rodeaban la Ciudad Nueva, pero todavía eran más de treinta compañías, cada cual con su propio capitán —inevitablemente rebosante de orgullo y obsesionado con la precedencia— y todos dispuestos a enzarzarse por cualquier supuesto desaire de otro capitán por un quítame allá esas pajas