Usar "taxista" en una oración
taxista oraciones de ejemplo
taxista
1. El taxista profirió una maldición antes de arrancar
2. Un taxista hizo señal de
3. El taxista que la llevó a su casa la dejó, con su bolsa, junto a la puerta
4. Yo paré un taxi, que ya antes había avizorado, y saltando dentro dije al taxista:
5. El taxista no tuvo mejor idea que ilustrarme con una conferencia en la que se proponía explicarme, según entreví, que los ingleses jamás podrían reconquistar las Malvinas con esa murga de flota que acababan de enviar
6. Tommy pagó al taxista
7. Esta vez, el taxista era nubio
8. Muy raras veces se encuentra uno con un taxista nubio en El Cairo, es algo extremadamente extraño
9. Pero finalmente el taxista decidió romper la barrera del silencio
10. –No, no soy taxista -dijo con mucha seguridad-
11. Este taxista me abrió los ojos y ahora estoy en la cocina, de pie, afilando la hoja de un cuchillo para entregárselo a mi hija mañana por la mañana
12. El taxista estaba escuchando la canción Todavía me acuerdo, de Umm Kulzum, otra razón para guardar silencio y escucharla, ya que los taxistas raramente ponen canciones bonitas
13. Ese día el taxista lloró, por primera vez tras muchos años, a causa de su estupidez y del esfuerzo realizado en vano
14. El taxista bendijo los tiempos pasados, tiempos en los que el taxi era apreciado; ahora tiene que dar decenas de vueltas para encontrar un solo cliente
15. En este punto de la conversación, el taxista había alcanzado un alto estado de exaltación, por lo que puso una cinta y empezamos a escuchar aleyas del Sagrado Corán
16. Acabé mi entrevista con el lumbrera del presentador diciendo que este taxista me demostró que hablar sobre la participación política en Egipto es una broma de mal gusto, de muy mal gusto
17. Cuando el taxista que se estaba riendo se cayó al suelo tronchado de risa, saltó otro sobre él, lo cogió por el pelo y le gritó en la cara: «¡Contrólate!»
18. Tras un breve silencio el taxista me gritó en la cara:
19. El taxista se rió como alguien aplastado por la carga de la humanidad y el peso de los sesenta años que, según reflejaban las arrugas de su rostro, parecía haber superado
20. cambió de taxi en la frontera y el taxista mejicano le encontró un buen hotel en el centro de la ciudad, metió su bolsa de andrajos en un armario del cuarto del hotel y luego salió a ver la población, eran las seis de la tarde y el sol rosado parecía suavizar la pobreza y la cólera del pueblo, pobres mierdas, lo bastante cerca de los Estados Unidos para hablar el idioma y conocer su corrupción, pero sin poder más que rebañar un poco de la riqueza, como una rémora adosada al vientre de un tiburón
21. En taxi, pero con la seguridad de que el taxista sabe a dónde me lleva
22. Justo cuando el taxista arrancó, Minglanillas se dio cuenta de que no tenía fuego
23. Mariana, con el sombrero puesto y un rostro tan carente de expresión como el de una estatua, supervisaba los afanes del taxista y de Matilde, que estaba tan campante como si no la acabaran de despedir, aunque había puesto mucho cuidado en no decirle a nadie que don Julio había hablado con ella cuando todavía estaban en Madrid, por si le interesaba servir en su casa después de las vacaciones, que desde luego que le interesaba, porque había empezado subiéndole el sueldo con la única condición de que no abriera la boca para no darle un disgusto a su señora, que estaba arruinada y aún no quería darse cuenta, pobrecilla
24. Cuando oyó la dirección, el taxista murmuró:
25. El taxista examinó con atención la mitad que le había entregado
26. Salió de su ensoñación al darse cuenta de que el taxista le había hablado
27. —El país entero en la calle —dijo el taxista
28. —Fueron los del MOSSAD —me explicaba Rashid, el taxista que se empeñó en enseñarme «pruebas» de la conspiración en Casablanca—
29. Cada vez que conseguía un taxi, este era el cuarto, intentaba practicar un poco mi escaso y mal árabe charlando con el taxista palestino
30. Pero esta vez el taxista, no sé si por miedo a posibles represalias futuras o por ser un colaborador de los israelíes (que suele ser lo mismo), me delató
31. Le entregué al taxista un billete de diez libras y echamos a correr en dirección a una pequeña cabina
32. El taxista la vio entrar en el ascensor y desaparecer con la caja roja en las manos
33. Mantuvo abierta la puerta para que el taxista pasase y ambos entraron en el edificio
34. El taxista obedeció, sin dejar de mirar a Jack y manteniendo la expresión de perplejidad
35. Jack llamó a un taxi y le dijo al taxista que lo llevara a Lincoln Street, en Queens
36. Los encuestadores se equivocaron y el taxista locuaz tuvo razón, pues a las ocho y media, hora local, el candidato republicano hubo de admitir la aplastante victoria de Florentina
37. El taxista asintió y condujo hábilmente su Austin negro por Bayswater Road, junto a un Hyde Park mojado por la lluvia
38. El taxista gruñó entre dientes mientras enfilaba el Austin negro en dirección a la autopista: ese día no las tenía todas consigo
39. –Aeropuerto Nacional -le dijo al taxista, acariciando el billete que llevaba guardado en el bolsillo interior de la americana
40. Temeroso por las palabras del ángel taxista, entré al edificio diciéndome que era preferible el infierno a tener que vivir con la bruja tenebrosa y tomé el ascensor hacia los pisos superiores
41. Cuando le dio la dirección de Lone Mountain Drive a la taxista, pudo ver claramente su decepción en el espejo retrovisor
42. A la taxista se le estaba terminando la paciencia
43. Pagó al taxista y se metió en el Mustang
44. El taxista la miró sorprendido a través del retrovisor, pero al parecer los diez euros habían logrado convencerle
45. –Hay un mostrador de información pasando apenas la puerta -le indicó el avezado taxista señalando la escalinata del edificio de oficinas del Congreso
46. El taxista se encogió de hombros
47. En cuanto Carol se hubo marchado, indicó al taxista que lo llevara donde tenía aparcado el coche y luego se dirigió al PBS, donde entró en el edificio de consultorios externos
48. El taxista soltó un juramento mientras un Porsche 911 negro los adelantaba, y sus luces traseras rojas, cada vez más pequeñas, recordaron a Benton el infierno
49. –Necesito un recibo -dije al taxista, un ruso que había pasado los últimos diez minutos explicándome lo que andaba mal en el mundo
50. –Tiene un admirador -dijo el taxista, divertido, mientras me entregaba el recibo por la ventanilla