Usar "zaranda" en una oración
zaranda oraciones de ejemplo
zaranda
1. y demászarandajas, y por esto son felices
2. del de la tía Zarandaja, que en una revuelta de la callede las
3. puntoque el sol asomaba por el Oriente, y la tía Zarandaja, que
4. sola la del bodegón de la tía Zarandaja la en que se lasveía
5. Margarita entró en el bodegón de la tía Zarandaja; acasos
6. bodegón de la tía Zarandaja, y en compañía de una hermosísima
7. Zarandaja, al ver entrartan reciamente en su casa a una tan
8. méritos de la tía Zarandaja,y que eran tales, que si la
9. Zarandaja, que se turbó,y por encubrir su turbación le dijo:
10. manera de saetera, pasaba,y allí, sentándose la tía Zarandaja en
11. Zarandaja, porquecuando ya la escudilla, o más bien lo que
12. Peralta,veislo harto claro, tía Zarandaja; que en casa de la
13. El alma hubiera dado antes la tía Zarandaja que los doblones,
14. en cuanto a la tía Zarandaja, ni aun pensó en ella, porque el
15. justicia a la tía Zarandaja,porque esta, apretada por los cordeles,
16. suyos, de la tía Zarandaja no hizomención, y ella no sufrió otro
17. Verdad es que para todo había manos, gracias a Dios; y el motivo de la general alegría fue que empezaron a circular noticias estupendas sobre ejércitos españoles que venían a socorrernos, [91] sobre derrotas de los franceses en distintos puntos de la Península y otras zarandajas
18. Adoran las virtudes maternales y esas zarandajas pasadas de moda
19. El local estaba abarrotado, pero el dueño no se anduvo con zarandajas y echó a dos clientes que ocupaban una de las mesas en cuanto el caballero le puso en la mano una pieza de plata de treinta soles
20. demás zarandajas con todo detalle
21. El tacaño, que también era listo para ciertas cosas, y olfateaba como un sabueso, comprendió al instante que su cuñadita le había desbaratado el tapujo, y se puso en guardia muerto de miedo, esperando la embestida que había de venir, en nombre de la moral, del decoro y de otras zarandajas por el estilo
22. Los profesores Dan Brooks y Deborah MacLennan, ambos de la Universidad de Toronto, me proporcionaron el estímulo de un entorno académico sin las zarandajas políticas y burocráticas que suelen acompañarlo
23. Supongo que los verdaderos traficantes no pierden el tiempo con zarandajas y llegados a este punto atacan la cuestión directamente
24. Cubrían unos su cabeza con sombreros de castor, de anchas alas, otros con el clásico panamá; quién, vestía pantalones azules de algodón; quién, iba ataviado con elegantes blusas de lienzo crudo; unos calzaban botines de colores brillantes; otros ostentaban extravagantes chorreras de batista y hacían centellear en su camisa, en sus bocamangas, en su corbata, en sus diez dedos, y hasta en los lóbulos de sus orejas, todo un surtido de sortijas, alfileres, brillantes, cadenas, aretes y otras zarandajas cuyo valor era igual a su mal gusto