1.
Anzoátegui está ebrio de gloria, de pasión y un poco de vino; la alegría es propicia a las amables confusiones y en medio de ella, la febril pareja desaparece sin que nadie lo note, o al menos con toda discreción
2.
Y ebrio de placer, y de amor, y de alegría, y de
3.
Por el camino avanza un hombre ebrio que exhala sordos
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parecía ebrio, llevando á cuestas áotro, envuelto en una sábana,
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Parece ebrio desangre
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lalectura, con los sueños del joven molinero ebrio de amor, hasta
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regresar ebrio de su cafetín, tropezó con laenlutada y su niño cerca de la casa
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casualidad estaba menos ebrio y la mujer delmanto y su niño tardaban en presentarse, el gaucho
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ebrio, muerto; dos marineros lo arrastraron a un rincón y
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Pero Rafael estaba ebrio de pasión
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noparecía ebrio: antes bien, hacía esfuerzos por mostrarse
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como el ebrio y el jugador, que,obsesionados por su afición, nada sienten ante la mujer
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sueños, y aparecía Joaquín en mitad de unaorgía, ebrio de
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Ebrio de amor y felicidadtambién, cantó en el oído de la niña, con voz temblorosa, una porción
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El inglés seguía haciendo alardes de fuerza, completamente ebrio ycausando
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Ebrio de cólera, azorado por el terror, se precipitó sobre la
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Empezó siendo general en elNuevo Mundo, y acabó de peón ebrio y mal trabajador
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Ocupaba muchas veces estando ebrio el atrilde director
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inconsciencia en quevivía, semejante a la del ebrio que recuerda
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El marino estaba ebrio, con una borrachera
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Iba ebrio y furioso porque ninguno habíareparado en su persona
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Ebrio de alcohol y de espanto, el otro empezó a bailar alrededor, y mientras el restaurante cerraba sus puertas, todo el mundo escapó antes de que llegara la policía
23.
El CONDE, que anda como un ebrio, tropezando en el desigual piso; un HOMBRE DEL
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No era ya el mismo hombre; cinco minutos habían sido suficientes para producir una triste metamorfosis en Alberto; había salido del cuarto en estado normal; volvió a entrar con la voz alterada, la cara enrojecida, los ojos centelleantes y el modo de andar incierto de un hombre ebrio
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Se divertía en castigar a sus esclavos con sus propias manos, empleando un enorme garrote que les rompía los huesos; y para entretenerse cuando estaba ebrio, hacía amarrar a las columnas de las galerías de palacio a los cristianos robados en las playas de Italia, de Provenza y de España, y se complacía en azotarlos hasta qua saltara la sangre{3}
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El Corsario estaba ebrio de rabia
27.
Y ebrio Alí-Nur, se precipitó sobre Dulce- Amiga
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Y cuando el vino fermentó en las cabezas y los esclavos se retiraron discretamente, el Bilateral, ebrio de vino y de pasión, se inclinó hacia Grano-de-Belleza, y cogiéndole las mejillas con las dos manos quiso besarlas
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Una vez en nuestra habitación, me encaré ebrio como estaba, con Benjamin:
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Y me quedé aniquilado de emoción, ebrio con una embriaguez mortal
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¡Y ésa es su esposa!" Entonces bajó de la terraza el rey; y la pasión le había puesto ebrio sin vino, y el amor se albergaba en su corazón
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Y sólo con oír este discurso quedó ensangrentado el corazón del príncipe Jazmín; y le penetró la flecha del amor; y como Majnún enamorado de Leila, desgarró sus vestidos desde el cuello hasta la cintura, y prendido de los tirabuzones de cabellos de la encantadora Almendra, lanzó gritos y suspiros; y abandonando su rebaño, echó a andar, errabundo, ebrio sin vino, agitado, silencioso, aniquilado en el torbellino del amor
33.
Su dedo estaba a punto de pulsar el botón de llamada cuando las puertas se abrieron y un hombre muy ebrio salió y chocó con ella
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La concentración de alcohol en la sangre indicaría que Caggiano estaba ebrio al dispararse en la sien
35.
hispánico merecían la aprobación del marqués: "el español bebe poco, tiene la borrachera pacífica y, cuando está ebrio, se duerme"
36.
Parecía ebrio de pesadillas
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Pero ¿cómo supo dónde encontrarme? Parece ser que en nuestro coloquio en las escaleras, aunque coloquio no sea la palabra, pues según él prácticamente sólo hablé yo, comenté largo y tendido el hecho bien conocido, bien conocido y un hecho según yo, de que ahogarse es la muerte más apacible, y cuando a última hora comprendió que no me había oído regresar, y temiendo que pudiera estar ebrio e intentara acabar con mi vida, decidió que debía ir a buscarme
38.
En el tejadillo del pabellón de cubierto había dos hombres enlazados, al parecer, en un abrazo ebrio, y otros aparecían tumbados más abajo
39.
Completamente ebrio chocó contra un carro de bomberos
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Pluguiéronle las ráfagas frías que pasaron cantando a sus oídos, y arrancándose el kepis, cual si le hubiese contagiado la extinta locura de Tomochic, ebrio y dichoso, al hundir los acicates en los flancos del corcel, gritó con alarido salvaje en la soledad y en el silencio:
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¡Ay, a quién no se le oscurecieron los ojos en ese crepúsculo ebrio! ¡Ay, a quién no le vaciló el pie y desaprendió, en la victoria, a estar de pie!
42.
– El hombre estaba completamente ebrio
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Ebrio de insomnio y de vertiginosa dialéctica, Nils Runeberg erró por las calles de Malmö, rogando a voces que le fuera deparada la gracia de compartir con el Redentor el Infierno
44.
¡Luz! El hombre hablaba más despacio que un seanchan ebrio
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Sobre una silla estaba la guitarra del griego, que éste no había guardado al salir porque ya estaba bastante ebrio
46.
Gregorio, quizá todavía ebrio de los efluvios musicales que había aspirado en la tienda, se sorprendió a sí mismo diciendo al italiano:
47.
¿Oyes el silencio? Deberías estar ebrio de alegría
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El Gran Jon había derrotado en la competición de bebida a otro de los Frey, en aquella ocasión era Petyr Espinilla el que yacía ebrio bajo la mesa
49.
Luego el horror de haber matado al ebrio e indefenso Gaballufix en la calle lo embargó una vez más
50.
Eran casi diez kilómetros hasta cruzar el río y luego la carretera para llegar al típico almacén que se ve en todas las encrucijadas; con el porche ebrio, los enormes rótulos maltratados a pedradas, los listones alabeados por la intemperie, la madera sin pintar y de talar de piedra; pero el viejo se había puesto en camino muy temprano
51.
El sargento de guardia lo llamó y le dijo que Gunn estaba en la celda de borrachos por conducir ebrio
52.
Con una rapidez sorprendente en un hombre ebrio y agotado, hizo rodar el cuerpo para meterlo debajo de la cama, saltó por la ventana y la cerró
53.
Con su andar arrastrado y tambaleante, era un auténtico ebrio, y mientras avanzaba, parecía tan absorto en su canción que quizá no advirtió siquiera la presencia del guardia en la escalera
54.
Elizabeth estaba tan nerviosa y Vassilov tan ebrio que a ella le dio la impresión de que no había principio, mitad ni final
55.
El ebrio era un hombre bajo, con un físico que recordaba la Montaña de la Mesa, bajo, cuadrado, macizo
56.
Ya, después de dudar un instante y a una nueva orden de su señor, comenzaban los pajes a desatar los lebreles, que aturdían la iglesia con sus ladridos; ya el barón había armado su ballesta riendo con una risa de Satanás, y el venerable sacerdote murmurando una plegaria, elevaba sus ojos al cielo y esperaba tranquilo la muerte, cuando se oyó fuera del sagrado recinto una vocería terrible, bramidos de trompas que hacían señales de ojeo, y gritos de —¡Al jabalí! —¡Por las breñas! —¡Hacia el monte! Teobaldo, al anuncio de la deseada res, corrió a las puertas del santuario, ebrio de alegría; tras él fueron sus servidores, y con sus servidores los caballos y los lebreles
57.
¡Y entonces…! ¡Ah, la malvada enfermera, con sus avances sexuales refrenados por la estricta moral del Jefe de la Casa incluso en su estado ligeramente ebrio, cayendo sobre él y pagando sus años de amabilidad con el asesinato más traicionero!
58.
En el ascensor se quedó sonriendo y parpadeando, algo ofuscado pero de ninguna manera ebrio, y miró la hilera de botones, uno de los cuales había oprimido su esposa
59.
–¿Recuerdas aquella vez, creo que fue en el 218 cuando un trabajador ebrio mató a un bruuchiano en las minas? El nativo había volcado un carretón sobre un pie del hombre
60.
Fitz-Jones bien podía estar ebrio todo el día
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el cuello del monarca ebrio; de Holofernes, cuya cabeza aferra la mujer por los cabellos; o del doctor
62.
El Paseo del Ebrio
63.
Lo había hecho, despues de todo: despegó con el Paseo del Ebrio
64.
Vi entonces al Paseo de Ebrio flotando por encima de mí con el motor de fusión apagado, tomando tierra con el motor de gravedad
65.
Vacilaba como un hombre ebrio
66.
Estaba ebrio de las hormonas que le borboteaban en la sangre
67.
Pero tendría que haber observado también a su ebrio aliado
68.
Se tambaleó un instante, como si estuviera ebrio, pero enseguida recuperó el equilibrio y puso los brazos en jarras
69.
—Natto estaba ebrio y tú también lo estás
70.
ebrio y Kalr me castigara; aunque el dolor rompiera
71.
–Está detenido por conducir ebrio
72.
Imperturbable, Félix replica: "Presumo que Purichkevich, al estar ebrio, hablaba del perro comparándolo con Rasputín y expresaba su pesar porque hubiera sido el perro y no el staretz el que había sido muerto"
73.
Con su colaboración, Félix redacta una carta para la Emperatriz repitiendo la versión del perro abatido por un invitado ebrio
74.
No sin haber vuelto antes dos o tres veces la cabeza se escapó a la calle, adonde el barón, temblando perder su pista (silboteando con aire fanfarrón, no sin gritar “hasta la vista” al portero que, medio ebrio y ocupado en atender a unos invitados en el cuartito inmediato a su cocina, ni siquiera le oyó), se lanzó rápidamente para alcanzarle
75.
Me hacía feliz esa multiplicidad que le veía a mi vida desplegada así en tres planos; y luego cuando uno se hace, por un instante, un hombre antiguo, es decir, distinto al que se es desde hace tiempo, la sensibilidad que ya no está amortiguada por la costumbre recibe impresiones tan agudas de los menores choques, que palidece todo lo que ha existido antes y a lo que nos adherimos con la transitoria exaltación del ebrio debido a su intensidad
76.
Esos cinco minutos duraron una hora, después de lo cual Noemí acompañó en puntillas al señor de Charlus ebrio de furor y a Jupien desesperado hasta una puerta entreabierta, diciéndoles: “-Van a ver ustedes muy bien
77.
Cuando Hemingway iba a los toros, recorría las trincheras republicanas de España, mataba elefantes o caía ebrio, no era alguien entregado a la aventura o al placer, sino un hombre que satisfacía los caprichos de una insaciable solitaria
78.
El gozo que le causaban tales sonoridades, la nueva fuerza que ese gozo le daba para descubrir otras, llevaban también al oyente de hallazgo en hallazgo, o más bien era el mismo creador quien le conducía, sacando de los colores que acababa de encontrar un exaltado júbilo que le daba el poder de descubrir, de lanzarse a otros nuevos que éstos podían suscitar, exultante, estremecido como al choque de una chispa cuando lo sublime nace por sí mismo del encuentro de los cobres, jadeante, ebrio, enloquecido, vertiginoso, mientras pinta su gran fresco musical, como Miguel Ángel atado a su escalera cabeza abajo, lanzando tumultuosos brochazos al techo de la capilla Sixtina
79.
Pero ¿de verdad sería esto la realidad? Si yo intentaba entender lo que ocurre realmente cuando una cosa nos produce cierta impresión -sea como aquel día en que, al pasar por el puente del Vivonne, la sombra de una nube sobre el agua me hizo gritar: «¡Vaya por Dios!», saltando de alegría; sea que al escuchar una frase de Bergotte sólo viera de mi impresión esto, que no le corresponde especialmente: «Es admirable»; sea que Bloch, irritado por un mal proceder, pronunciara estas palabras que no correspondían en absoluto a una aventura tan vulgar: «Después de todo, ese modo de obrar me parece fffantástico»; sea que yo, halagado por ser bien recibido en casa de los Guermantes y, además, un poco ebrio por sus vinos, no pudiera menos de decir a media voz, solo, al dejarlos: «La verdad es que son unas personas exquisitas con las que sería delicioso pasar la vida»-, me daba cuenta de que ese libro esencial, el único libro verdadero, un gran escritor no tiene que inventarlo en el sentido corriente, porque existe ya en cada uno de nosotros, no tiene más que traducirlo
80.
¿Y qué? Ebrio de amor, confuso, con dulce turbación, sólo se atreve de vez en vez, animado por una sonrisa de Olga, a jugar con un bucle desrizado o a besar el borde de su vestido
81.
—No estoy ebrio —gritaba Eufobias —
82.
ebrio (|| embriagado por la bebida)
83.
Al día siguiente prácticamente todo el ejército estaba ebrio; pero lo curioso es que se trataba de una ebriedad que no aletargaba a los hombres
84.
—Y cuando estaba terminando, entró Alcibíades, ebrio, por la puerta del jardín
85.
Un día se presentó ebrio en la panadería
86.
Claro está que sería 61: el abogado, aquel abogado con su millonaria loca particular a quien explotar; aquel abogado que no tenía tanto interés en su dinero como para fijarse si los cheques no venían de puño y letra de ella, aunque llevaran su firma; aquel abogado que (planeado y buscado por la madre de Bon antes de que él mismo pudiera recordarlo, previendo el día en que se le pusiera en posesión de tanto terreno rico y abonado) lo había estado arando, sembrando y cosechando, tanto a él como a su madre, como si ya hubiera sucedido todo; aquel abogado que quizá tenía la gaveta secreta de la secreta caja de caudales, y en ella el documento secreto, tal vez un plano lleno de alfileres de colores, como los que tienen los generales durante sus campañas, y todas las anotaciones en cifra: Hoy Sutpen acabó de robar a un indio ebrio cien millas cuadradas de tierras vírgenes; valor, veinticinco mil dólares
87.
—¿Todo bien, preciosa? —vociferó el más ebrio de los individuos—
88.
–La donación carece de validez, pues yo estaba ebrio
89.
El ebrio canto de unos marineros se oía cada vez más cerca
90.
Ahora que había llegado el momento de su triunfo, se sentía como ebrio
91.
Setaú estaba ebrio, pero seguía bebiendo el macerado vino de los oasis
92.
Iba a una velocidad menor de lo que la moto podía desarrollar, pero conforme al sentido del tiempo de los Ewoks, Paploo estaba absolutamente ebrio de velocidad y excitación
93.
Mientras se despedían en la puerta del local, Cobre, que no había bebido mucho, observaba al ebrio alemán pensando en el peligro de la vuelta, con la carretera llena de curvas y precipicios
94.
¡Un ebrio en potencia!
95.
Y caminó como un ebrio en torno a ese campo de los muertos
96.
Se sentía como si hubiera estado ebrio y de pronto hubiese recuperado la sobriedad
97.
—Quiero concederle a John Constable un nuevo ayudante y le ordeno que detenga a todo aquel que encuentre ebrio de día