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aparecía flamante, acompañado de su gemelo, situado en el rincón de enfrente
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entró con la tarjeta que todavía conservaba y salió con nuestra flamante adquisición
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la gozosa y flamante encarnación de un alma chorreante todavía con las aguas del Leteo
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flamante corte de lino blanco bordado en raso
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flamante, de ruedas altas y ligeras en las cualescentelleaba el sol
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reverdecidas, hacían gala de su flamante veste, yen las dehesas y en los collados flotaba una
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legislador, unLicurgo moderno o un Solón flamante; y de tal manera renovaron larepública, que
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dellos,nuevo, flamante y bien encuadernado, le dieron un papirotazo que le sacaronlas tripas y le
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En torno del flamante árbol de Navidad, que esta vez yo había
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El flamante capitán se interrumpió para mirar abajo, extrañándose de lasoledad de la playa
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flamante obra delconde de las Navas, muy conocido y celebrado ya en la
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flamante de la gran poesía que ha florecido enFrancia en el presente siglo
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estos sucesos un flamante reformador de la Iglesia: unSavonarola, cuando no
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unablancura gris y flamante en la parte inferior de sus alas; el de
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Puesto el tesoro en el flamante
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pesetasgastadas y algún duro flamante que parecía de lata
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flamante, lleno de ardimiento, ycreía que las funciones que
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lugar delantiguo manto, viejo y raído que tenía la Virgen de los Dolores, lucehoy un flamante y
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Hubo un cambio brutal al pasar de la ciudad moderna, flamante, a la ciudad antigua de piedra, con sus tradiciones: en el mercado tibetano, la carne de yak estaba expuesta al aire libre
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Aun siendo cierto que aquel marzo de 1796 comenzó un largo y feliz matrimonio, no puede decirse que Josefina se sintiera demasiado apenada al ver marchar a su joven y flamante marido
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Una sería la de los directores, con Barras a la cabeza; la otra, por cierto, la que pensaba organizar un viejo amigo de todos ustedes: me refiero al ci-devant obispo de Autun y ci-devant revolucionario Talleyrand, ahora reconvertido en la tercera de sus muchas reencarnaciones, nada menos que en flamante ministro de Asuntos Exteriores del Directorio
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La flamante "nobleza" que basa sus títulos más en el gran comercio que en la sangre, asume tal neo-romanidad
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Es seguro en cambio que tres días más tarde Armada abrió las compuertas del golpe: el 16 de febrero se entrevistó en su flamante despacho del Cuartel General del ejército con el coronel Ibáñez Inglés, segundo jefe del Estado Mayor de Milans y enlace habitual entre ambos, y le dijo que la operación política había fracasado; quizá no le dijo más, pero no hacía falta: eso bastaba para que Milans supiera que, a menos que aceptara que todo quedase en nada, había que seguir adelante con la operación militar
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Estábamos pasando con su flamante coche por delante de la Universidad de El Cairo mientras hablábamos sobre los horribles edificios que se han construido enfrente de la facultad de Comercio y la facultad de Economía y Ciencias Políticas, cuando me dijo:
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Para proteger su flamante poder, mandó a encarcelar a sus principales enemigos, entre los que estaba Abdel Al Rasan
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Y señalaba estos interesantes objetos con un rígido dedo que hacía presumir un rápido destino del flamante libro al montón de los estropeados
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El resultado fue que el individuo la mandó a paseo y se marchó y ella se asomó a la ventana y le disparó un tiro con un flamante revólver que algún imbécil tuvo la mala ocurrencia de poner en sus manos
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El mismo día que éste visitó el lugar de los hechos y comprobó la forma cómo eran burlados los preceptos del Corán se puso término al flamante negocio de los corderos y Eusebio Beltrán se encontró con un místico mahometano en plena crisis de arrepentimiento, pero sin ningún deseo de regresar a su patria por el momento, y con un cerro de ovejas congeladas sin mercado para la venta porque su carne no era apreciada en el país
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Por el suelo había un trastorno de zapatos de raso, bolsos de debutante, cinturones de bisutería, suspensores y hasta una flamante espada de cadete militar
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Blanca y su flamante marido pasaron la primera noche de casados en la cámara nupcial del mejor hotel de la capital, que Trueba hizo llenar de flores para hacerse perdonar por su hija el rosario de violencias con que la había castigado en los últimos meses
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Las balas extraídas de sus cuerpos fueron clasificadas como evidencia y llevadas al flamante laboratorio del FBI en Virginia del Norte para ser examinadas y analizadas
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La parte que, como casi todos los hombres que había conocido, amaba el flamante y secreto material de última tecnología
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Pero quiso decirles a Renata y a su flamante marido que había descubierto el engaño
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En seguida contele el incidente de Santorcaz, añadiendo que el antiguo desleal mayordomo de la casa andaba a la zaga del flamante jefe de policía
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A poco que estas se dejaron caer, ¡adiós Corte de Carlos V, adiós capital del flamante Estado absolutamente absoluto! Y no había tiempo que perder
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Jimmy, el flamante suegro y George hablaron al hombre de la inesperada pérdida del dinero y prometieron que le iban a pagar con los regalos de casamiento
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Pensó que en la crianza de Isabel, nuestra Reina constitucional, era forzoso desarrollar mayor reflexión a expensas de la espontaneidad generosa; infundirle el sentimiento claro de las funciones neutrales y del criterio sintético del Rey en el flamante Sistema; hacerle sentir vivamente la justicia, la equidad y la tolerancia de todas las opiniones, sin abrazarse con ninguna
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Numerosas eran las personas que le habían observado en esta laudable faena, y no pocas las que podían dar fe de su flamante religiosidad por haberle oído explanar, en círculos de sacristía, enrevesados puntos teológicos
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Después de la memorable recepción celebrada por los padres de Joanna en su casa de Beacon Hill, y que comprendió cuatro horas de baile con la inmarcesible música de la orquesta de Lester Lanin, William y su flamante esposa tomaron el avión para pasar la luna de miel en Europa, mientras Richard y Florentina regresaban a Nueva York
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Junto a la estación le compró una bolsita de galletas de Abernethy, unas pastillas para la tos y un flamante sombrero
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¿Le recomendaba que pusiera pronto en recaudo a los hombres de la trágica lista? Es probable que así fuese, y también que el flamante Gobernador, guardándola en su bolsillo, dijera que se ocuparía del asunto
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El flamante Ministerio correspondió dócilmente a los fines que motivaron su presencia en el retablo político, y el 1
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Prosa periodística: la flamante diosa del siglo nuevo
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Unas once mil personas llegaron a la flamante colonia de Virginia entre 1607 (en que fue fundada) y 1617
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Los buitres del rojerío, que perchaban con la boca hecha agua sobre el franquismo agonizante, aguardando la muerte del dictador, crearon la Junta Democrática, presidida por Santiago Carrillo, extraña jaula de grillos donde cohabitaban el Partido Comunista, el Partido Socialista Popular de Tierno Galván, el Partido del Trabajo, de izquierda radical, y Comisiones Obreras: prácticamente toda la oposición al franquismo, con la notable excepción del PSOE, porque, por los motivos arriba expuestos, Felipe, flamante patrón de la nave socialista, escondía en la manga el as de la complicidad y la tolerancia franquista
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Miren el cuerpo de estos asientos: está flamante
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Al levantar esteras y tirar toallas, liberaba en oleadas el olor de la casa, y muchos pensaban que no se ponía la máscara de cirujano para protegerse del polvo sino de aquellas exhalaciones de las hermanas Lisbon, que seguían vivas en la ropa de cama y en las tapicerías, en el papel de las paredes que ya se estaba desprendiendo, en espacios de alfombra nueva flamante que habían estado debajo de tocadores y mesillas de noche
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Pensé en la sensación de llegar un día a la empresa para recibir el propio biplano de madera y tela, flamante
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Ignacia también se ocupó de convencer a su marido de que integrase en los negocios de la familia al flamante yerno, y a éste de que dejase su misérrimo trabajo en el periódico La Gaceta Mercantil, que sólo lo desprestigiaba
50.
En su ambición por ocupar nuevamente la presidencia, Sarmiento consideraba tanto a Tejedor como a Roca adversarios políticos y, desde su flamante cargo, maniobraba para sacárselos de encima
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Y luego invitó cordialmente a Karl a visitar esa finca, ya que un americano tan flamante como Karl sentiría sin duda la necesidad de reponerse de Nueva York de cuando en cuando
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Un día Mandeb insistió en caminar bajo un aguacero mientras recitaba a los gritos un soneto flamante
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Gordo Charlie vio las aguas, claras y tranquilas, que parecían un espejo, y el hombre que vio reflejado en ellas tenía un aire realmente seductor con su flamante sombrero nuevo
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La bravura demostrada por Draculea llegó a amenazar la flamante Estambul, ciudad de la que huyeron miles de habitantes por miedo a verse en manos del sanguinario guerrero
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El «suceso» descrito se inicia cuando una mujer aparca su flamante Volkswagen «escarabajo» en el Madison Square Garden de Nueva York, con la intención de comprar unas entradas para el circo
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La reanudación de aquellas incursiones volvió a aterrorizar a los negros de tal suerte que, a no ser porque entre una y otra existía un mes de respiro, durante el cual los indígenas contaban con la esperanza de que cada incursión hubiera sido la última, pronto hubieran abandonado también la flamante aldea recién construida
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Una vez pronunciados los votos, el Rey y su flamante reina salieron al exterior del septo para recibir las felicitaciones
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Me pareció que era un buen presagio para la inauguración de nuestra flamante intimidad
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Al terminar la ceremonia, y tras el intercambio de las promesas matrimoniales, Astorre le dedicó a su flamante esposa una serenata con sus canciones preferidas
60.
En vez de tener que caminar los mil doscientos metros hasta las instalaciones del ONS, los estaba esperando un vehículo flamante: una especie de buggy de playa, con una pegatina con el lago del ONS delante
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También Ortensia cogía en aquel momento su nueva y flamante Bianchi con la canastilla sobre la rueda trasera, pero justo cuando estaba a punto de montar dijo:
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Safire estaba en su lugar habitual frente a la pared cuando Constance Chandler abrió la puerta, con el cabello recién peinado y una flamante manicura
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En los seis meses que llevaba trabajando con]ürgen, el flamante barón había conseguido penetrar en varias logias exhibiendo su título, su encanto superficial y unas credenciales falsas suministradas por la Logia de la Espada Prusiana
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Llegaron en orden, afeitados y pelados y con su flamante vestuario, los delaware extrañamente austeros y amenazadores en sus chaqués, y se colocaron alrededor de la mesa que les había sido preparada
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Lo mismo que Anna y yo -en el cincuenta y tres- nos encontramos en aquel Berlín de enero frío en la pista de baile del Cáscara de Huevo, bailábamos ahora, porque sólo fuera de los salones de la Feria del Libro, con sus veinte mil novedades y sus tropecientos mil expertos parloteantes, se podía encontrar refugio, por cuenta de la editorial (¿Luchterhand o la flamante “Colmena” de S
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Cada día traíale el sastre una prenda flamante, y no era ciertamente su sastre como el de Villaamil, un artista de poco más o menos, casi de portal, sino de los más afamados de Madrid
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Su hija y su flamante novio aterrizarían en cuestión de una hora y cuarto
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Cuando dio por terminado el discurso, estábamos bebiendo limonada y, cuando llegó a la puerta, ya llevaba un flamante contrato bajo el brazo
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Me desperté temprano a la mañana siguiente y animado por el desayuno del hotel, la luz del sol que entraba por la ventana de mi cuarto, y el aspecto flamante del cuaderno que había llevado, me propuse empezar mi novela sobre los artistas incendiarios
70.
-¿Será un cuento tártaro la pretendida ciencia de mi flamante secretario?- se dijo-
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La observación estaba muy en su punto, pues precisamente lo que más falta hacía al flamante conde de Thaler era la facultad de querer
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La verdad del caso era la siguiente: en la reelección que en breve iba a tener lugar, el flamante barón era el candidato ministerial, al paso que la candidatura del señor Rênal la defendían los liberales
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Abrióse la puertecita por la que antes desaparecieron los jurados, y salió por ella el flamante barón de Valenod, grave y teatral, seguido de todos los individuos que componían el jurado
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Pero en el domingo de Pascua de 1906 los propietarios de la fundición Kitchener, que se levantaba donde ahora se encuentra la flamante galería comercial, organizaron una cacería de huevos de pascua para "todos los niños buenos de Derry"
75.
La cosa se descubrió cuando dos policías patrulleros del distrito vieron el enorme y flamante Chrysler azul de la señora Grammar –regalo de cumpleaños de su marido– que bajaba a velocidad fantástica de una colina, precisamente en la jurisdicción de los policías
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–Le deseo toda la felicidad del mundo -se volvió hacia su tío, mientras la flamante esposa le daba las gracias-
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–No, pero tenía este flamante barco
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Rob siguió echado en el suelo, oyendo los ladridos de los perros callejeros que señalaban el progreso del médico más flamante del mundo, que corría como un djinn a través de las estrechas callejuelas del Yehuddiyyeh
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¿Qué nos va a ti y a mí, mujer?, palabras evangélicas que se mezclaban con la miel y el azúcar y la lengua avariciosa y cumplidora de Esteban y el gorgoteo, chapoteo, de su sexo allá abajo, hecho de miel y azúcar para los labios del hombre que se mostraban sedientos, para esa lengua prolongada y firme que bebía y bebía, incansable, mientras todas las imágenes sórdidas se borraban y ella pedía más y más, todavía no, sigue, sigue, anulando las bofetadas a destiempo, el desplante y el abandono, la cantinela machacona de su padre… Camino de Brasov en aquel Volvo: «Algún día te llevaré a Brasov -había prometido Valeriu cuando se conocieron-, cenaremos el cotillón de Año Viejo en un hotel de señores, un hotel ante el cual te va a crecer la nariz de puro gusto», cosa de lujo, cosa de postín, él, Valeriu, con su camisa italiana de seda flamante y ella con un traje de noche comprado en Trieste, diseñado en Milán, con zapatos de raso negro y tacón de aguja y un broche con grandes piedras de las buenas, un broche que cegaba con su brillo, y un corte de pelo como aquel que había visto en la revista
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Ese día naufraga en medio de una terrible tempestad, frente al cabo Polonio en las costas uruguayas, el flamante buque de guerra argentino “Rosales”
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—Qué, Maestro, ¿ya tenemos un plan? —preguntó Corrales ajustándose su flamante gorra sobre las gafas de sol—
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A los veinte minutos volvía a ser el Pablo Miralles de siempre y pude cepillarme los dientes y afeitarme con cuidado de respetar los límites de mi flamante bigotillo
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-Qué, Maestro, ¿ya tenemos un plan? -preguntó Corrales ajustándose su flamante gorra sobre las gafas de sol-
84.
Al lado de esas ideas, el recuerdo de la señora de Guermantes en la Opera Cómica era muy poca cosa, una estrellita junto a la larga cola de su cometa flamante; además, conocía muy bien esas ideas mucho antes de conocer a la señora de Guermantes; el recuerdo, en cambio, lo poseía imperfectamente, se me escapaba a ratos; fue durante las horas en que, de ser flotante en mí con el mismo título que las imágenes de otras mujeres bonitas, pasó poco a poco a ser una asociación única y definitiva —exclusiva de cualquier otra imagen femenina— con mis ideas novelescas tan anteriores a él; fue durante esas horas en que mejor lo recordaba cuando hubiera debido tratar de saber exactamente qué recuerdo era ése; pero entonces no sabía la importancia que iba a tomar para mí: era dulce, solamente, como una primera cita de la señora de Guermantes, en sí mismo; era el primer esbozo, el único verdadero, el único trazado conforme a la vicia, el único que fuese realmente la señora de Guermantes; como solamente durante las escasas horas en que tuve la dicha de guardarlo sin saber concederle atención, debía ser muy encantador, sin embargo, este recuerdo, ya que a él, libremente aún en aquel momento, sin prisa, sin fatiga, sin asomo de necesidad ni de ansia, tornaban siempre mis ideas de amor; luego, a medida que esas ideas lo fijaron más definitivamente, tomó de ellas mayor fuerza, pero se tornó más vago en sí mismo; bien pronto no supe ya volver a encontrarlo, y sin duda lo deformaba por completo en mis ensueños, puesto que cada vez que veía a la señora de Guermantes comprobaba una divergencia, diferente siempre, por lo demás, entre lo que había imaginado y lo que veía
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Un flamante letrero nuevo, impreso en verde y amarillo, anunciaba:
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Repulgada, lustrosa, luciente, nueva, flamante, estaba dispuesta por completo para compensar la insuficiencia espiritual de su mirada; desgraciadamente, si los ojos a veces son el órgano por el que se revela la inteligencia, la nariz (sea cual fuese, por otra parte, la íntima solidaridad y la insospechada repercusión de los rasgos entre sí) suele ser el órgano en que más fácilmente se manifiesta la tontería
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Imágenes de la humillación, instantáneas de la agria e inflamada historia del cosquilleo atormentador: en la estricta, fastuosa formación del Día de la Bandera, ante el Monumento a Francisco Bolognesi, el cadete de último año de la Escuela Militar de Chorrillos, Pantaleón Pantoja, mientras ejecuta con gallardía el paso de ganso, es súbitamente transportado en carne y espíritu al infierno, mediante la conversión en avispero de la boca de su ano y tubo rectal: cien lancetas martirizan la llaga húmeda y secreta mientras él, apretando los dientes hasta quebrárselos, sudando gruesas gotas heladas marcha sin perder el paso; en la alegre, chispeante fiesta ofrecida a la Promoción Alfonso Ugarte por el coronel Marcial Gumucio, director de la Escuela Militar de Chorrillos, el joven alférez recién recibido Pantaleón Pantoja siente que súbitamente se le hielan las uñas de los pies cuando, apenas iniciados los compases del vals, flamante en sus brazos la veterana esposa del coronel Gumucio, recién abierto el baile de la noche por él y su invaporosa pareja, una incandescente comezón, un hormigueo serpentino, una tortura en forma de menudas, simultáneas y aceradas cosquillas anchan, hinchan e irritan la intimidad del recto y el ojal del ano: los ojos cuajados de lágrimas, sin aumentar ni disminuir la presión sobre la cintura y la mano regordetas de la esposa del coronel Gumucio, el alférez de Intendencia Pantoja, sin respirar, sin hablar, sigue bailando; en la tienda de campana del Estado Mayor del Regimiento número 17 de Chiclayo, cercano el estruendo de los obuses, el rataplán de la metralla y los secos eructos de los balazos de las compañías de vanguardia que acaban de iniciar las maniobras de fin de año, el teniente Pantaleón Pantoja, que, parado frente a una pizarra y a un panel de mapas, explica a la oficialidad, con voz firme y metálica, las existencias sistema de distribución y previsiones de parque y abastecimientos, es de pronto invisiblemente elevado del suelo y de la realidad más inmediata por una corriente sobresaltada, ígnea, efervescente, emulsiva y crepitante, que arde, escuece, agiganta, multiplica, suplicia, enloquece el vestíbulo anal y pasillo rectal y se despliega como una araña entre sus nalgas, pero él, bruscamente lívido, súbitamente empapado de sudor, el culo secretamente fruncido con una obstinación de planta, la voz apenas velada por un temblor, sigue emitiendo números, produciendo fórmulas, sumando y restando
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En mi nombre y en el de los suboficiales, clases y soldados del Puesto de Horcones, le hago llegar nuestra más sincera felicitación por el nacimiento de su hijita Gladys y nuestros votos por la felicidad y muchos éxitos en la vida de la flamante heredera, siendo la causa de lo tardío de esta congratulación el habernos enterado del venturoso suceso sólo ayer, con motivo de la llegada a Horcones del convoy SVGPFA número 11
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Por experiencia propia, sabía que los guardas amedrentaban a cualquier persona de aspecto corriente que se detuviera frente a la entrada de un complejo residencial, pero al ver un Mercedes flamante, inclinarían la cabeza y abrirían la verja de par en par
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Por las calles oblicuas, bajo los conos del sol, avanzaba sintiendo la potencia de su personalidad flamante: Jefe de Industrias
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y que ese fenómeno que para mí era flamante, lo habían descubierto los alquimistas que lo llamaban «agua de oro»
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Al igual que todos los hombres libres del país, el joven Alfred ostentaba con orgullo en su cinturón el símbolo de su preciada posición: un flamante puñal
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una magnífica y flamante capa, se había presentado en el Guíldhall para ser elegido
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Después de todos los problemas -el repudio de una esposa leal, el problema con el Papa, el matrimonio con Ana-, a punto de que naciera el deseado heredero y con su flamante esposa a un centenar escaso de metros de allí, el obeso rey estaba dando rienda suelta a sus deseos con una mujer en un jardín donde cualquiera podía verlo
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En cuanto a la flamante señora Meredith, que casi, aunque no del todo, había logrado superar el golpe recibido el día anterior, su triunfo social -que la convertiría en inmortal durante toda la temporada- se vio coronado por la aparición de dos lacayos que portaban el pastel nupcial