1.
marido con las luces apagadas y el gorro de dormir bien encasquetado
2.
Así que cambiaron el gorro de sumo sacerdote por el de obispo de la Iglesia
3.
Incluso ni se cambiaron de gorro, porque hasta el gorro del Papa y los
4.
«Pasa, rata» replicó Moreno, que se acababa de dar un baño y estabasentado, escribiendo en su pupitre, con bata y gorro, clavados loslentes de oro en el caballete de la nariz
5.
Sinlos retoques y aparatosos arreos con que se presentaba en público;envuelto el cuerpo en holgada bata de cachemira; cubierta la amplísimacalva con un gorro griego; descuidados los blancos mechones de pelolacio que sobresalían por debajo del gorro y por encima de las orejas;sin afeitar todavía, y mal tapadas las arrugas del pescuezo por elcuello escotado de su camisa de dormir, ¡cuán diferente era aquelmarqués del marqués del salón de Conferencias del Congreso, y de suspropios salones de recibir, y de todos los salones de la aristocráticacomunión a que pertenecía! Digo en cuanto a su físico; porque en lotocante a lo demás, el hombre averiado y caduco del rincón doméstico,era el mismo personaje ostentoso de la vía pública y de los grandessalones
6.
—Y ¿para qué?—exclamaba el pobre don Santiago, devorándose laslágrimas y paseando maquinalmente alrededor de su cuarto, con las manosen los bolsillos del pantalón, y el gorro de panilla azul caído sobre elentrecejo
7.
El boticario se había puesto ya su gorro de terciopelo, y estaba
8.
Se quitó el gorro y se lo encasquetó después de un golpe seco,
9.
Se quitó el gorro y lo lanzó al otro extremo de la habitación
10.
guerrero mientras dormia en los montes deTamanaco, su cabeza, con el mismo gorro frigio que
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el gorro, sin los cuales lehabría hecho daño la cena
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encasquetándose un gorro negro antes deponerse el sombrero;
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gorro verde como queriendo espantar lasblancas mariposas que zumbaban sobre los
14.
Usaun gorro colorado en la cabeza y un vestido casi igual al de su
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con un gorro á modo de pimiento, unacasulluca con estrellas, y un pendón lleno de letreros, y más de
16.
vascos y el gorro verde ycolorado de los marineros de la población, la leve
17.
Jerez con aire de amo, orgulloso desu gorro colorado y de las
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como una chapa dehueso con dos aristas a los lados, que se marcaban bajo el gorro de sedaque
19.
Lo del maillot y el gorro con borla es una invención de la
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penitencia, con su gorro de dormir
21.
ve a la Caperucita el gorro colorado, y el delantal de lana
22.
aquel ásu trípode, y estableciéndose en ella, miró al del gorro, como siesperara de él una gran cosa
23.
sostenido en un artículo que escribí en 1853en El Gorro de la Libertad; ahí están los
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Traía gorro de
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aperador, en mangas de camisa y con su gorro de algodón metidohasta las orejas,
26.
su gorro dealgodón le caía en medio de la espalda
27.
carabinabajo el brazo y el gorro de algodón inclinado hacia la oreja
28.
con las piernas cruzadas, la mirada alta, el gorro dealgodón echado hacia atrás y las
29.
Decía que el gorro de dormir era una
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Usaun gorro colorado en la
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que sólo piensa en su comodidad, se enfurece si lefaltan las zapatillas, el gran gorro
32.
Y a él le entraba tal desesperación, que pateaba, tiraba el gorro rojoal suelo, y casi comenzaba
33.
Don Matías solía estar en su despacho con su gorro y su bata, cuando noandaba por el
34.
las vírgenes de Murillo,con el purpúreo gorro símbolo de
35.
ganchudos se paseaban por lasbarbas, se hundían bajo el gorro
36.
un gorro redondo sobre la esquiladacabeza
37.
alto gorro cilíndrico de piel denutria, y todo el cuerpo, hasta los
38.
quitó el gorro y se despojó del capoteen cuanto se encaró
39.
terrible sobre elcriminal: ahí estaba, abatido, con el gorro de
40.
Esteven, de una palmada nerviosa, se echó el gorro sobre la
41.
Dió unnuevo revés al gorro y se lo echó a la
42.
De la palmada que aplicó al gorro, se lo hundió hasta los ojos
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y gorro de borla, charlando enlenguaje vivo sobre el asunto del día, que era la muerte del Rey y
44.
Se puso una casaca de pano oscuro y basto, se calo el gorro rojo de los grandes dias y partio para su exploracion sin advertir a nadie
45.
Theodore se arreglo el gorro y la peluca, que se le habian descolocado en su precipitacion por volver a la caseta, y presto atencion
46.
María lo había vestido con un elegante abrigo rojo, con grandes botones negros, botas de cuero rojas y un gorro de esquiar con una borla en la parte de arriba
47.
Sobre el pelo, que ahora llevaba corto y rizado a lo Tito (lástima me dio sacrificar mi larga melena de antaño, pero la moda romana era lo que hacía furor entonces), tenía pensado lucir un bello gorro frigio escarlata con borde de piel
48.
Y aquellos niños que sólo conocían el siroco, el polvo, los chaparrones prodigiosos y breves, la arena de las playas y el mar llameante bajo el sol, leían aplicadamente, marcando los puntos y las comas, unos relatos para ellos míticos en que unos niños con gorro y bufanda de lana, calzados con zuecos, volvían a casa con un frío glacial arrastrando haces de leña por caminos cubiertos de nieve, hasta que divisaban el tejado nevado de la casa y el humo de la chimenea les hacía saber que la sopa de guisantes se cocía en el fuego
49.
Para él esos relatos formaban parte de la poderosa poesía de la escuela, alimentada también por el olor del barniz de las reglas y los lapiceros, por el sabor delicioso de la correa de su cartera que mordisqueaba interminablemente, aplicándose con ahínco a sus deberes, por el olor amargo y áspero de la tinta violeta, sobre todo cuando le tocaba el turno de llenar los tinteros con una enorme botella oscura en cuyo tapón se hundía un tubo acodado de vidrio y Jacques husmeaba con felicidad el orificio del tubo, por el suave contacto de las páginas lisas y lustrosas de ciertos libros que despedían también un buen olor de imprenta y cola, y finalmente, los días de lluvia, por ese olor de lana mojada que despedían los chaquetones en el fondo de la sala y que era como la prefiguración de ese universo edénico donde los niños con zuecos y gorro de lana corrían por la nieve hacia la casa caldeada
50.
En cuanto al peón caminero, se había metido ya en el grupo de aldeanos y se golpeaba el pecho con su gorro azul
51.
Uno de ellos era el señor Defarge y el otro el peón caminero del gorro azul
52.
El peón caminero, con el gorro azul en una mano, se limpió la morena frente y dijo:
53.
La señora Defarge y su esposo regresaron en amigable compañía hacia el corazón de San Antonio, en tanto que un gorro azul avanzaba por entre las tinieblas en dirección a la aldea inmediata al castillo del marqués, quien, en su sepultura, gozaba del reposo eterno
54.
Sus jueces estaban sentados y sus cabezas se cubrían con sombreros adornados de plumas, pero todos los demás se tocaban con el gorro rojo, en el cual llevaban la escarapela tricolor
55.
Dio la vuelta a la esquina y, al quitarse el gorro de lana, el pelo se le quedó hecho un desastre
56.
Una anciana, cuya cabeza desaparecía bajo un inmenso gorro bretón, nos anunció que Poirot estaba en casa
57.
Cuando la anciana del gorro bretón me abrió la puerta, pregunté si Poirot estaba en casa
58.
Después, en la cabeza, le colocó el gorro de piel y le anudó las tiras debajo de la barbilla
59.
Le sujetó el rostro con ambas manos durante un momento, lo besó en los labios y le puso el casco con cuidado encima del gorro de piel
60.
Tejía lo que parecía un gorro azul y blanco con extrañas runas ininteligibles para él en la parte inferior
61.
En ella postrado estaba el rabí, cubierta su cabeza por un gorro de lana y la canosa barba que poblaba sus macilentas mejillas reposando sobre los lienzos que cubrían su cuerpo
62.
Su aspecto les ratificó la certeza de que algo gravísimo se estaba cociendo, venía con un gorro de lana —de los que usaba para ir a la montaña—, hundido hasta las cejas, una cazadora de piel forrada con el cuello levantado, pantalones ajustados y calzado ligero para poder correr, rápida y silenciosamente
63.
Se desprendió del gorro lanzándolo sobre el sofá y, cerrando la puerta sin casi saludar a sus hermanos, les espetó:
64.
Cerró el hombre la mirilla y se alejó en tanto que Simón, despojándose de su gorro, dejaba al descubierto su faz
65.
Consistía el tal símbolo en una marca circular no menor de un palmo de color amarillo y un gorro picudo cual si fuera un cuerno{175} con la autorización de eximirse de esta obligación cuando emprendieran viaje a fin de que los bandidos que frecuentaban los caminos y asaltaban a los viajeros y los almogávares{176} que vivían y merodeaban por las fronteras, no los distinguieran, ya que fuere por su trabajo de recaudadores de impuestos o por sus oficios de comerciantes adinerados, frecuentemente manejaban oro y plata, y acostumbraban a moverse llevando en sus alforjas suculentas sumas de dinero
66.
—Mamá no llora —le puse el gorro sin pensar en lo que decía
67.
¡Maldita sea! ¡Qué frías estaban!; se puso el anorak y el gorro y salió de la tienda
68.
Nacib torció la nariz: esos cocineros de Río no sabían hacer comida bahiana, y encima, ¡cobraban un dineral! Mundinho, sin embargo, estaba encantado con su idea: un "maese-cocinero" vestido de blanco, de gorro en la cabeza, como en los restaurantes de Río
69.
El gorro estaba en la nieve
70.
del estrado tan despacio como había subido y se perdió entre la multitud, bajo la mirada del alcalde, que estaba estupefacto e inmóvil, con los brazos inertes a lo largo del cuerpo, mientras el trozo de pancarta que había sobrevivido le rozaba el gorro y, a sus pies, la gente se dispersaba y corría hacia la mesa, las copas, los vasos, las jarras, las salchichas y los panecillos
71.
Se tocaba con un airoso gorro y llevaba una sonrisa pintada en el semblante
72.
Hacía un frío glacial en la inmensa sala a pesar de los troncos que ardían en la chimenea, y el ministro Alí Kia llevaba un grueso y costoso abrigo de astracán con un gorro haciendo juego
73.
El enorme gorro blanco de cocinero le colgaba por delante de la cara, pero aun así guardaba un asombroso parecido con el cocinero sueco de los Teleñecos
74.
Después recogió el turbante, el gorro, los calzones, el ropón y el bolsillo, e hizo con todo ello un paquete, que guardó con el mismo esmero
75.
El viejo, sentado en la cama, miraba fijamente la pared, con el gorro de dormir curiosamente torcido
76.
Con la presteza y la iniciativa propias de la verdadera travesura, uno de los circunstantes había hecho un gorro de papel y lo encajó en la calva cabeza del guerrillero exonerado, diciendo:
77.
Entonces el beduíno se acercó a ella con el látigo levantado, y gritó: "¡ya veo que quieres sentir los latigazos en tu trasero! ¡Si no cesa tu llanto y sigues con tus insolencias, te arrancaré la lengua y te la hundiré en esa cosa que tienes entre los muslos! ¡Y esto te lo juro por mi gorro!"
78.
Le habían lacerado con un látigo la espalda y la punta de las orejas, que le iban sangrando, y le habían colocado un gorro de loco con varios picos y cascabeles de donde colgaban sus mentiras y engaños
79.
Patricio limpia sus plumas, se arregla el gorro, para que ninguna parte de su cráneo quede en descubierto, y unas veces con la regla en la mano, otras con las manos en los bolsillos, sale al portal entonando entre dientes patriótica cancioncilla
80.
Y no lejos de ellas, vió tirado en tierra un gorro de cuero sobre el cual aparecían trazados dibujos y escrituras
81.
Y le dijeron que se disputaban la posesión de aquel gorro
82.
Entonces Hassán les preguntó si querían que actuara de juez y si se entregaban a él para que las pusiera de acuerdo acerca de la posesión del gorro
83.
Y en cuanto las niñas aceptaron la proposición, Hassán cogió el gorro, y les dijo: "¡Pues bien; voy a tirar al aire una piedra, y el gorro será para aquella de vosotras dos que antes me la traiga
84.
Permitió que Sor Teodora le pusiera el [23] gorro; pero sus ojos relampaguearon, y rechazó la espada diciendo:
85.
El guardia, a modo de confirmación, parpadea una vez por debajo de su gorro en punta
86.
¿Con qué derecho utiliza él los huevos como juguetes? ¿Qué diría el chico de Schochat's si descubriera que han estado tirando los huevos que él ha traído en bicicleta desde la ciudad? Tiene la impresión de que el muchacho de Schochat's, que en realidad no es ningún muchacho sino un hombre bien crecido, no está tan absorto en su propia imagen, con su gorro de polizonte y su corbata de lazo, como para quedarse indiferente
87.
Esto lo dijo Cordero guardando en su lugar las plumas con el libro de cuentas y todos los trebejos de escribir, y tomó después con una mano el sombrero para llevarlo a la cabeza, mientras la otra mano trasportaba el gorro carmesí de la cabeza a la espetera en que el sombrero estuvo
88.
Luego, sirviéndome de mi gorro como un cubo, y de mi turbante añadido a mi cinturón como de una cuerda, solté todo en la cisterna
89.
Y ya se me refrescaba el corazón sólo con oír el ruido del agua contra mi gorro
90.
Porque mi gorro se había vuelto tan pesado como si contuviese todas las calamidades
91.
Iba Salvador en trajo de camino y Zorraquín en un pergenio mixto de viajero y eclesiástico, sin sotana, con botas negras, capa de cura y un gorro de terciopelo negro, cuyo borlón bailaba al duro compás de la caballería
92.
Y cuando por la retirada lenta de los parroquianos íbanse quedando solos los seis puntos de la improvisada tertulia, gozosos de poder alborotar un poquito si el cuerpo y los espíritus así lo pedían, dejábase ver Lopresti con mandil y gorro blanco, saludando risueño a los señores con su atiplada mujeril voz
93.
–Me parece que necesitará esto -dijo Sergei entregándole un gorro de piel de conejo
94.
Jackson se probó el gorro
95.
De los dos que lo han traído y que ahora vuelven hacia los portales, fíjese en el que va delante, que lleva un gorro colorado
96.
-Sólo un gran manto de tisú blanco, en que está envuelto todo el cuerpo; en la cabeza un capacete o gorro de la misma tela
97.
Los hombres de blanco gorro hacinaban en las fuentes con ágiles dedos las piezas de carne, legumbres y pescado, con el adorno de mil porquerías comestibles
98.
La negra cabellera del coronel Feraud, áspera y crespa como un gorro de crin, mostraba ya muchas hebras plateadas junto a las sienes
99.
Tomó un ascensor vacío hasta el piso correspondiente, en el edificio dedicado a investigaciones; quitándose el gorro de cirugía, se pasó los dedos nerviosos por el pelo enredado
100.
Luego una enfermera la acompañó hasta el sector aislado, donde se puso la mascarilla, gorro, guantes, botas y gafas