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    Usa "guijarros" in una frase

    guijarros frasi di esempio

    guijarros


    1. La orilla o borde que si lo prefiere, es cubierto de guijarros redondos y bien pulido


    2. A esa carta pertenece estepárrafo: «Muy hidalgos corazones he sentido latir en esta tierra;vehementemente pago sus cariños; sus goces, me serán recreo; susesperanzas plácemes; sus penas, angustias; cuando se tienen los ojosfijos en lo alto, ni zarzas ni guijarros distraen al viajero en sucamino: los ideales enérgicos y las consagraciones fervientes no semerman en un ánimo sincero por las contrariedades de la vida


    3. humedad por entre su empedradode guijarros


    4. las ruedas giraron rechinando sobrelos guijarros del río en el


    5. penínsulas, son los torrentes cuyo cauce seextiende por un amplio lecho de arenas y guijarros, y los


    6. pies en laparedilla de guijarros, cubierta de musgo, que separaba


    7. al caminarpor entre los guijarros de la sierra, el canto de los


    8. espanta; detesta y tiemblan ála vista de los rudos guijarros de las


    9. lentamente en las puntas de los guijarros sueltos, todo empezaba


    10. inclinado,estrellándose contra las rocas y guijarros que le salen

    11. quitólos zapatos e hizo todo el camino descalzo, entre los guijarros y lasespinas que


    12. Y en los guijarros del pavimento, resonó el choque de una


    13. El piso no era terso nicómodo: los pies bañaban sobre los guijarros y


    14. guijarros del pavimento: bulliciosas bandas ocupaban lasaceras, entregándose a sus


    15. dibujaban los bosques, losvalles y las peñas como el musgo y los guijarros de un lago


    16. agua del torrente, y el sordo murmullo delos guijarros que rozan unos contra otros, sube por la


    17. salía al campo de San Isidro a recoger guijarros


    18. en los profundos de un vallecito angosto, entrealisales, guijarros


    19. Junto al pilóninmediato a aquéllas, el agua encharcada entre los guijarros era


    20. Sus ojos, como guijarros negros, contemplaban al guerrero con arrogancia

    21. En medio de los vaivenes, las estatuas se segmentaron, sobrevino un alud de guijarros y un ala de la estancia se desgajó del resto y se precipitó rumbo a las profundidades, obstruyendo los bloques sobrantes el conducto que utilizaba el Dragón para circular


    22. Dejó tras de sí una estela de adultos enfurecidos, despertados de su sueño reparador por una gran aleta llena de guijarros plantada en la parte más vulnerable de su anatomía


    23. Ten en cuenta que estos guijarros se hallaban dentro de la muñeca


    24. Un día en que estaba intentando mejorar una escopeta de repetición construida con gomas elásticas para disparar guijarros y semillas de tejo, pidió a uno de sus compañeros de clase, cuyo padre era oficial del Ejército, que le consiguiera algunos casquillos de bala vacíos para lograr los efectos sonoros apropiados


    25. Hablaban de ciertos guijarros que se encontraban en el lecho del río, y que las mujeres podían introducir en sus yonis para evitar la fecundación


    26. Hubiera creído que se trataba de una colección de guijarros


    27. El pelo de la joven colgaba casi hasta el suelo y al pasar por el sendero de gravilla que conducía al estacionamiento, las puntas arrastraron los guijarros


    28. Con el cielo por testigo, arañados por los guijarros, cubiertos de polvo y hojas secas aplastadas en el desorden del amor, premiados por un inagotable ardor, una desaforada pasión, retozaron bajo la luna hasta que el alma se les fue en suspiros y sudores y murieron, por último, abrazados, con los labios juntos, soñando el mismo sueño


    29. —Se agachó sobre la silla de montar y recogió un puñado de guijarros del suelo


    30. Poco a poco descendieron por la loma cubierta de hierba hasta llegar a la playa de guijarros

    31. Nos metían miedo a Dios, al diablo, a todos los adultos, a la palmeta con que nos golpeaban los dedos, a los guijarros sobre los cuales debíamos hincarnos en penitencia, a nuestros propios pensamientos y deseos, miedo al miedo


    32. Las esposas de los catedráticos obtusas y perspicaces, garduñas, lo supieron desde el primer momento y la adoraron desde el primer momento con su sencillez de corazón pueblerina Y Juan se contempló en aquel espejo maravilloso de la adoración que su mujer inspiraba en las esposas de los catedráticos Porque sabía inglés y francés, porque sabía qué traje de tarde era el traje de tarde apropiado, porque sus largos dedos de uñas pulimentadas recordaban los guijarros de los veloces regatos de montaña, porque era inaccesible cuanto más accesible


    33. Matilda es como un guijarro ahora, arrastrado por un somero río de montaña: cambia de lugar, pero no se diluye en el agua ni se confunde con los otros guijarros o con el cieno: rueda puliéndose, inmensas distancias, hasta volverse una nítida piedra lamida y dulce que encuentran los niños en la playa


    34. De tal suerte viajaron por el Segundo Mar durante días y noches, hasta que arribaron al pie de una cadena de montañas, en medio de las cuales se abría un valle maravilloso, en el que todos los guijarros y todos los peñascos eran de piedra imán y no había allá huellas de fieras ni de otros animales feroces


    35. ¡Gloria a Alah, que ha llevado al seno de las mujeres estériles el sentimiento de la maternidad, como ha in­fundido en el corazón de las gallinas desgraciadas el deseo de empollar los guijarros


    36. ¡Gloria a Alah, que ha llevado al seno de las mujeres estériles el sentimiento de la maternidad, como ha infundido en el corazón de las gallinas desgraciadas el deseo de empollar los guijarros!


    37. Y rabiosa por no poder llevar más adelante sus investigaciones, la hechicera no pudo desahogarse de otro modo que lanzando un cuesco, que hizo saltar los guijarros y levantó pol­vareda


    38. "Haz corromper con la humedad que viene de Occidente la tierra sana adámica que viene de Oriente, y de esta corrupción se engendrará el mercurio filosófico, que es todopoderoso en la Naturaleza, y que en­gendrará el sol, y el oro hijo del sol, y la luna, y la plata hija de la luna, y que convertirá los guijarros en diamantes


    39. el sol, y el oro hijo del sol, y la luna, y la plata hija de la luna, y que convertirá los guijarros en diamantes"


    40. por otra parte el rodar de magníficos coches; la salmodia insufrible del dormido sereno que bostezaba la horas como un reló (9) del sueño, funcionando por misterioso influjo del aguardiente; el rechinar de las puertas vidrieras de los cafés, por donde salían y entraban los patriotas; el triste agasajo de las castañeras que se abrigaban con lo que vendían tendiendo una mano helada para recibir los cuartos y otra mano caliente para dar las castañas; las singulares sombras que hacían las casas construidas sin orden, unas arrumbadas hacia atrás, las otras alargando un ángulo ruinoso sobre la vía pública; los caprichos de claridad y tinieblas que formaban las luces de aceite encendidas por el Ayuntamiento y que podían compararse a lágrimas vertidas por la noche para ensuciar su manto negro; el peregrino efecto de la escarcha en las calles empedradas, que parecían cubrirse de cristal esmerilado con reflejos tristes; el mismo efecto sobre los tejados, en cuya superficie se veía como una capa de moho esmaltada por polvo de diamante, el grandioso efecto de la helada, que en flechazos invisibles se desprendía del cielo azul ante las miradas aterradoras de la luna, la deidad funesta de Enero; la consideración del frío general hecha dentro de una caliente pañosa; el estrépito de la diligencia al entrar en la calle, barquichuelo que navegaba sobre un mar de guijarros, espantando a los perros, ahuyentando a los chiquillos y a los curiosos;

    41. El infeliz Carnicero no vio nada de esto, librándose así de una impresión horrorosa; no oyó tampoco el estruendo de las alimañas en el techo, retirándose al través de los tabiques y haciendo saltar bajo su paso débil innumerables pedazos de yeso; no pudo ver cómo cayó de pronto enorme porción de cascote en medio del pasillo, ni cómo algunos de los puntales se movieron y otros se rompieron cediendo al fin al peso de la techumbre podrida; no vio la primera oscilación de esta sobre la sala, ni la inclinación del tabique medianero, ni el vacilar de los de carga, ni la pavorosa lentitud con que las vigas del tejado cayeron sobre las del techo plano, aplastando la bohardilla como un bizcocho; ni oyó los crujidos de las maderas resistiendo todo lo posible el peso, ni el quebrantamiento de algunos tabiques, ni el cuartearse de los yesos, salpicando chinitas menudas que luego fueron piedras; ni vio desprenderse polvo de las alturas, precediendo a una lluvia de cal que luego fue pedrisco de guijarros; ni presenció la desviación de la pared maestra, que empezó haciendo una cortesía a la pared frontera por la calle del Duque de Alba, y luego se rompió por las ventanas y en la parte más frágil


    42. Pero ¿qué había contenido el arca? ¿Y qué había hecho ella con ese contenido? Desde luego, debía tratarse del metal viejo y no de los guijarros que mi cliente había sacado del estanque


    43. – Aún tenía en el bolsillo un par de guijarros y recuerdo que los sopesé distraído, haciéndolos sonar-


    44. Se encontraba ya casi al final del callejón cuando resbaló en unos guijarros y perdió el equilibrio


    45. Los guijarros y la gravilla saltaron a su alrededor mientras daba media vuelta más allá de los árboles y se perdía en la noche


    46. Trajo más leña para el fuego y después más agua, y unos pocos guijarros grandes alisados por el roce de las aguas del río, empleados para calentar el líquido


    47. Al volverse, vio que Lobo intentaba dar caza a algo y extrajo de una bolsa su honda y un par de guijarros


    48. El propio sir John colocó una Union Jack encima del ataúd, y luego los amigos y compañeros de Torrington se colocaron los Arneses y tiraron del trineo los menos de doscientos metros que hay hasta la costa de la isla de Beechey, de guijarros y hielo


    49. Finalmente llegaron a una zona barrida por los vientos y libre de nieve, y Goodsir y varios de los marineros se arrojaron hacia la grava, poniéndose a cuatro patas sobre la tierra, como señal de agradecimiento, pero aun allí las pequeñas piedrecillas estaban completamente heladas, tan firmes como los guijarros londinenses en invierno y diez veces más fríos, y aquel frío se transmitió a través de sus pantalones y otras capas de ropa que cubrían sus rodillas y luego hacia sus huesos y subió por sus guantes hasta sus palmas y sus dedos como una silenciosa invitación a los círculos infernales y helados de los muertos que estaban debajo


    50. De hecho, me parecía bastante natural estar despatarrado allí, en la oscuridad, bajo un cielo tempestuoso, observando la tenue fosforescencia de las olas mientras avanzaban con entusiasmo sólo para volver a retirarse, como una bandada de ratones inquisitivos y timoratos, y el Pequeño Cabo, al parecer tan borracho como yo, rodaba arriba y bajo sobre la playa de guijarros, con un chirrido, y oyendo el viento sobre mi cabeza soplar a través de los invisibles huecos y embudos del aire











































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