1.
He sido para la fe soldado leal y amante sin falsía; al dejarde amarla no he querido mentirla, que el corazón luego desprecia lo queprostituye
2.
Un siervo astuto y un leal criado
3.
Sfax, de 30 años, los negros raven pelo que descienda a la abundante cara, carácter leal, tiene una larga cicatriz en su mejilla izquierda causada por un gran y feroz tigre que se había encontrado con el año anterior
4.
Parecía que se restauraba con un cariño tan puro, tan leal ytan suyo, pues nadie en el mundo podía disputárselo
5.
La infeliz víctima, aquelantiguo y leal amigo, modelo de honradez y fidelidad, gimió a losfieros golpes, abriéndose al fin en tres o cuatro pedazos
6.
Lo cual obligó al ministro de la Guerra después de consagrar cuatropiropos de cortesía al estupefacto anfitrión, a «fijar el alcance de laspatrióticas declaraciones, del Capitán general, añadiendo, por su parte,que con un ejército tan leal y disciplinado como el invencible ejércitoespañol, particularmente desde que estaba bajo su cuidado y vigilancia,nada tenían que temer los poderes públicos, aun cuando hubiera partidos(que no los había dentro de la legalidad) «capaces de pensar en locasaventuras»
7.
—¡Oh!, si treinta años hace se hubiera tomado en esta casa tan sabiadeterminación, ¡qué ahorro de sinsabores para el leal administrador!
8.
En la muy Noble y muy Leal Ciudad de la Santísima Trinidad,
9.
En la muy Noble y muy Leal ciudad de la Santísima Trinidad,
10.
—Amaury, tienes un corazón muy noble y un alma leal y
11.
Puse un plato al leal compañero de Amparo, que me dio las
12.
hechode su magistratura política, y determinó: que este leal y desinteresadopatricio, mientras se daba al Estado un gobierno definitivo por mediode una Constitucion, siguiese como hasta alli en el desempeño
13.
intimo de sunoble corazon de patriota, no por su separacion del alto cargo que hastaalli habia ejercido, el cual tantas y tantas veces como al presenterenunciara leal y dignamente, ni tampoco lastimado en su
14.
6 El leal amigo al byen e al mal se para (1323)
15.
Tovo en lo que puso, estuvo firme y cumplió lo quepropuso hacer, que por eso la llama leal
16.
«En la muy noble e muy leal ciudad de Seuilla, Viernes quatro días delmes de
17.
«En la muy noble y leal ciudad de Sevilla, en sábado 11, días del mes deAbril de
18.
Lo noble, lo generoso, lo leal, esatajar
19.
encantada, y doy por ciertoque es valiente, generoso y leal
20.
—Porque el recuerdo es verdadero y leal, y la
21.
decía muy noble y muy leal ciudad, acordándoseque el Procurador mayor lo hiciese
22.
—Tan activo ha andado el alcalde Ruy Pérez en este procesoy tan leal, que merece
23.
Por lo demás, el padre Jacinto era leal y no abusó de su derecho dehablar en secreto con Clarita para
24.
La rectitud de la conciencia de Doña Blanca y sus severos fallos,hallando un leal y decidido ejecutor en D
25.
—Cedacillo, tan leal eres a tu amo y a mí, que hacerte quiero
26.
—Hijo mío, haz lo que quieras; mi opinión leal, ya la sabes;
27.
dulce y pura, porqueconocía que su corazón era leal y sincero; que en carácter, fuerza
28.
lado de laCondesa para proponer una separación franca y leal
29.
y traicionó al leal corazón,
30.
Casi se sentía inclinado a reprochar el leal comportamiento de
31.
De suerte, que el leal era tenido
32.
Que el nombre de leal era nefando,
33.
—¡Vivir orando con los ojos del almafijos en el eterno y leal amor!
34.
leal, juicioso y noble en su porte y por sucuna, y que gozaba de
35.
recé por el alma de Juan Neira, el masvaleroso, bueno y leal de los servidores
36.
miedoy sin reproche, podían darse todavía una explicación leal,
37.
cuanto pasa en el pueblo,siendo modelo de maldicientes, era sigilosa y leal como pocas para
38.
encontrar un leal amigo, un amigo nada más
39.
menos porexaltación de ideas o por leal deseo de labrar el bien de lamuchedumbre
40.
ledejaran solo, pues para vivir entre espías o traidores, prefería estarsolo con el leal y
41.
¡Bien merecía el nombre de Leal!
42.
presente la historia de su pueblo,antes de hacer befa de una nacion leal y generosa, á quien paga
43.
Es bastante leal, un buen luchador y un fiel compañero de viaje
44.
Fue la más frívola y también la más bondadosa, la más infiel y a su vez la más leal de las esposas en los últimos años de su vida
45.
Como en ios más clásicos teatros, los personajes eran, en este gran escenario presente y real, los tallados en una pieza del Bueno y el Malo, la Esposa Ejemplar o la Amante Fiel, el Villano y el Amigo Leal, la Madre digna o indigna
46.
No hizo usted bien, porque su esposa era una mujer leal, y si hubiera sabido lo desgraciado y desesperado que estaba usted, se hubiera puesto a su lado de todo corazón
47.
Por supuesto, los hebreos alegaron que José había sido un leal servidor de la tierra de Jemet, que se habían asentado en el país por la generosidad de la Per-a'a, que ellos nunca se habían aliado con los hyksos y que siempre habían llevado una vida de súbditos laboriosos y tranquilos
48.
Leal a su pensamiento, a sus amistades, hasta la más extremada exageración, como se debe ser
49.
Las seis primeras, el cabecilla había continuado impasible con su rebelión, mas tras la séptima se había convertido en un leal seguidor del rey sichuanés
50.
Recuérdelo: el hermanó de usted, William, estrangulado; la leal doncella Justine Moritz injustamente condenada a la horca por la muerte del niño, ¿lo recuerda? ¿Son esos los dones que tan magnánimamente pretende haber transmitido a la humanidad? ¿No cree que si la humanidad supiera a quién tiene que agradecérselo, vendría como una tromba montaña arriba y reduciría a cenizas la torre con todos sus horrendos secretos?
51.
Albert lanzó un profundo suspiro al recordar los melifluos acordes de «Ricardo, mi rey», que el leal trovador había cantado con tanto sentimiento bajo tantos torreones
52.
-Alfred se portó como un hijo leal con su padre
53.
Es usted un amigo muy leal
54.
La joven duquesa había permanecido quieta, intentando hallar entre las sombras nocturnas el faub (amplio y largo manto que usaban los africanos) de su leal esclavo
55.
—Era un príncipe leal y valeroso
56.
Muy lindo y muy leal
57.
La oscuridad había invadido el interior del monstruoso animal, pero por la portezuela abierta vieron entrar un poco de luz, suficiente para distinguir la cara leal del sacerdote brahmán
58.
—¿Juras defender su honor, serle leal y fiel en los años venideros, y tratarla con el respeto, la dignidad y la amabilidad debidos?
59.
—Juro defender su honor, serle leal y fiel en los años venideros, y tratarla con el respeto, la dignidad y la amabilidad debidos
60.
—¿Juras defender su honor, serle leal y fiel en los años venideros, tener sus hijos si los hubiera y ser una madre cariñosa con ellos?
61.
La consideraba una socia leal, pero hasta entonces no había tenido ni la menor inquietud por conocer su sensibilidad
62.
Pero como en Hussif era conocido en exceso por la castellana, ya que Alí Bajá se la prometió como primera mujer en cuanto acabara la guerra, no vaciló en recomendar a la duquesa, y haciéndola embarcar en una galeota, cuya tripulación se componía de renegados griegos, con su servidor árabe, un teniente veneciano salvado a la vez que ella y escoltado por un leal esclavo del León, dejó marchar a su amada
63.
A las once, Muley, a pie, aunque cubierto de acero y armado con largas pistolas, en compañía de Mico, el leal albanés, se reunía con el capitán general a la entrada del puente levadizo
64.
Y, por otra parte, toda la escuadra me es leal y sería capaz de acompañarme frente a Constantinopla para dar un susto a esos degenerados cobardes en las exquisiteces del harén
65.
Hasta entonces él había procurado mantenerla alejada de las miserias irreparables, la injusticia y la represión que a diario presenciaba y eran temas habituales de conversación entre los Leal
66.
Cuando conoció a Francisco Leal, Mario era un hombre de edad mediana, con nariz fina y recta fruto de una operación plástica, delgado y erguido a fuerza de dietas, ejercicios y masajes, bronceado con luz ultravioleta, impecablemente vestido con la mejor ropa inglesa e italiana, culto, refinado y famoso
67.
Cuando Irene le presentó a Francisco Leal, sólo un brillo leve en sus pupilas delató su impresión
68.
Entonces Francisco Leal dejó la cámara, avanzó con lentitud y colocó una mano sobre el hombro del peluquero
69.
En casa de los Leal prepararon la recepción con esmero
70.
El Profesor Leal se debatía como un demente tratando de explicar la situación y fue necesario conducirlo a culatazos con los demás a un recinto de concentración
71.
Leal estaba a punto de volverse loco de angustia pensando en Hilda y su hijo, por eso cuando oyó de labios del cartero que se encontraban a salvo, inclinó la cabeza y por vez primera en su vida adulta lloró largamente
72.
Esa feliz precaución salvó al Profesor Leal cuando en una redada la policía política allanó su barrio casa por casa
73.
–Deja las oraciones, Hilda, y dedícate al vudú, que tiene más base científica- bromeaba el Profesor Leal
74.
En los centros de prisioneros, en los retenes de policía, en el sector prohibido del Hospital Psiquiátrico donde sólo ingresaban los torturados irrecuperables en camisa de locos y los médicos de los Cuerpos de Seguridad, Irene Beltrán y Francisco Leal fueron acompañados por muchos otros que conocían mejor la ruta del calvario y los guiaban
75.
José Leal tenía experiencia porque gran parte de su energía se agotaba en esos trajines
76.
Unidos y solidarios crecieron los tres niños Leal, tres contra el mundo, tres del mismo clan, respetados en el patio del colegio porque cada uno estaba protegido por los otros y cualquier ofensa se cobraba de inmediato
77.
Hizo honor a su apellido: Leal con ella, con su familia, con los amigos
78.
El día que su hijo menor colocó sobre la mesa de la cocina unas monedas ganadas paseando perros de ricos por el parque, Javier Leal se encogió como un animal acosado
79.
A media tarde el Profesor Leal levantó los ojos y miró a Hilda
80.
Francisco Leal se sentó en la gruta y hojeó los libros
81.
Sentado en la gruta, Francisco Leal recordó su propia emoción la única vez que tuvo un arma en la mano
82.
El Profesor Leal cerró la boca y se sumió en la melancolía, herido en el alma por la ingratitud de ese hijo que partió sin explicaciones
83.
Esos datos bastaron al Profesor Leal para dar con el campamento de los guerrilleros
84.
En pleno auge de la represión, cuando habilitaron hasta los estadios y las escuelas para encerrar millares de prisioneros políticos, el Profesor Leal imprimió unos volantes en su cocina, subió al último piso del edificio del Correo y los lanzó a la calle
85.
Si le hubiera dado un segundo pensamiento o consultado una opinión más experta, el Profesor Leal se habría dado cuenta de que era un texto demasiado extenso para lanzarlo al aire, porque antes de que alguien alcanzara a leer la mitad sería detenido
86.
Era de noche cuando Irene y Francisco llegaron a casa de los Leal
87.
El aspecto de los recién llegados alarmó a los esposos Leal
88.
Os matarán en la primera esquina -aseguró el Profesor Leal
89.
José Leal era plomero
90.
Aquí nadie se muere de hambre, porque al pisar el límite del desaliento, siempre se tiende una mano amiga, decía José Leal para explicar las ollas comunes en las que un grupo de vecinos echaba lo que cada quien podía aportar a la sopa de todos
91.
Aunque no se jactaba de haber ganado su amistad, José Leal lo conocía a través de su trabajo en la Vicaría, donde a menudo estuvieron en contacto, unidos por el mismo deseo compasivo de llevar solidaridad humana allá donde el amor divino parecía ausente
92.
Mucho antes que el resto del país pudiera apreciarlo en su verdadera dimensión, José Leal tenía pruebas del coraje, la voluntad y la astucia que más tarde demostró al enfrentarse a la dictadura
93.
–Tenga cuidado, Padre Leal, no sólo por usted, sino también por la posición de la Iglesia
94.
Menos José Leal, todos eran laicos y algunos tan descreídos que nunca tuvieron contacto con la religión hasta el Golpe Militar, cuando se unieron en el inevitable compromiso de resistir en la sombra
95.
Entretanto José Leal improvisó antorchas de papel de periódico enrollado, sugirió a todos cubrirse la cara con pañuelos y los condujo uno por uno a la sepultura, donde semiarrodillados cada uno de los presentes pudo ver el cuerpo en descomposición de la muchacha y el surtidero de huesos entrelazados, cabellos, harapos