1.
- Debido a esta situación de competencia, la comunicación política aparece casi siempre como "un producto artificial para generar lealtad o más bien confianza, más que como instrumento para obtener consenso
2.
En tal sentido, señala que el rol del ciudadano se agotaría en “ser objeto de los cálculos antropológicos, sociopsicológicos y de las ciencias lingüísticas y de comunicación”, y que más que a “cálculos racionales de los votantes parece estar dirigida a difusos motivos y sentimientos de lealtad”
3.
E) Evitar cualquier conflicto de lealtad
4.
Fortunata lo pensó, y al cabo de un ratito, la lealtad y buena fe conque se confesaba mostráronse en esta declaración:
5.
Bien estaba el intento de mantener el orden a todo trance, ymucho mejor la confianza manifestada en la lealtad
6.
Estimó mis torturas, ponderó mi heroísmo, ensalzó mi lealtad; pero no se compadeció de mí en aquellos decisivos instantes,en los cuales aún era posible imprimir nuevos rumbos a mi destino,cuando no lo intentó siquiera
7.
—Conformes, hasta en eso de la lealtad; pero entre la proclamación dela República y el estampido de Sagunto pasó tiempo sobrado para que tedieras una vuelta por tus lares
8.
ciudadanía y la lealtad a la nación y al Estado de Costa Rica están subordinadas, para el
9.
lealtad en aquel chinarrito del mundo, entre el cielo y la mar,
10.
con lealtad y así debes portarte
11.
La desgracia no habla cesado aun de afligir y poner á prueba el nobleamor del heróico patricio; no habia cesado aun de acrisolar con el fuegode los mas rudos tormentos su lealtad y su constancia; aun no
12.
—¿Sabes que mi parienta aprecia la lealtad de los que fueron
13.
»Había en su acento tanta lealtad y franqueza, que el Conde, no pudiendocontener
14.
deber y de una rígida y caballeresca lealtad ala fe jurada, el que forma los sólidos
15.
Acisclo,que con tanta habilidad y lealtad
16.
—Sí, porque vos sabréis con cuánta lealtad, con cuántarazón podéis enamorar á una
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y por lo mismo debéis manteneros envuestra honrosa lealtad,
18.
dudado de sus intenciones, que seha supuesto lo que él en su lealtad, no ha pensado;
19.
De una parte estaban pues labuena fe del aliado, la lealtad del
20.
descosido;y sosegaos, señora, y en la lealtad fiad de vuestra
21.
Únicamente en las bibliotecas de las universidadesconservamos las obras de aquellos tiempos; pero sólo tienen permiso paraleerlas los profesores de indiscutible lealtad que se dedican al estudiode la Historia
22.
todosestaban convencidos de su lealtad; y aunque ignoraba los
23.
lealtad y su profunda y sincera devoción alpríncipe a quien servía
24.
la altura del carácter, la abnegación de lavida, la lealtad y el
25.
han aceptado con lealtad y entereza
26.
tantareputación y que con tanta afición y lealtad habíaservido siempre, y de más experiencia en
27.
lejos de los negocios, sin tentacionespara su lealtad, y eso no había de sucederleen París, centro
28.
con cumplida lealtad, no quiero extractar sus ideas, sinodejarle que las explique él mismo
29.
al mismo tiempo que con cumplida lealtad, examinarébrevemente los fundamentos de la obra en
30.
usar los juramentos formales habituales de secreto y lealtad
31.
alma, no podía,en su lealtad, penetrar el sordo trabajo de la
32.
aplaudir la lealtad de la declaración
33.
El primero era un tipo de nobleza y de lealtad
34.
Le amas con lealtad yconstancia, prendada más bien
35.
lealtad de su amigo
36.
lealtad, obediencia,religion y servicios públicos, acompañaron á esta súplica un
37.
—¿Gloria por ese camino? La gloria no se consigue sino por el camino dela lealtad, sirviendo á Dios y al
38.
Todos conocían su lealtad impecable y aquel su empeño de aguijonearambiciones:
39.
contra la lealtad de la doncella
40.
un modelo, único en el mundo, de lealtad
41.
á sí mismo por haberfiado en la lealtad de un simple marino
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colejisladores; pero ni aun en la clase mas vulgar del pueblo:por lo que los filipinos pueden estar seguros y satisfechos queá su acrisolada y hasta hoy no desmentida lealtad nocorresponderá el gobierno con una cesion de sus hermosasprovincias á favor de ninguna nacion estraña, por
43.
Para quien no procede con lealtad el mundo
44.
elogio de su lealtad y de su claro juicio
45.
circunstantes,diciendo: ¿Donde está la lealtad y religion de los Cochabambinos, queno evita tantos daños y
46.
ocasión justo homenaje al valor y la lealtad de Rodil,que desde
47.
Mujer pérfida, no fundó esperanza alguna en la lealtad de Mauricio
48.
Pero es una profesión basada en el dinero, no en la lealtad
49.
–Bueno, pues yo estoy dando prueba de mi lealtad a la nación de los minotauros
50.
De Habbakuk nació la Orden de la Corona, emblemática de la lealtad
51.
Era posible que la higiene no figurase entre las virtudes de sir Andrew, pero en cambio poseía las del valor y la lealtad
52.
El nacionalsocialismo de todos nosotros se sustenta en una lealtad acrítica, en un sometimiento al Führer
53.
Mi padre era y sigue siendo recaudador general en G… Goza allí de una gran reputación de lealtad, gracias a la cual encontró la fianza que tenía que depositar para entrar en funciones
54.
Jack pensó en la lealtad y en la traición a la lealtad debida, en el fuego que se consume y en el fuego que arde sin consumirse
55.
La quería porque tenían el mismo sentido del humor, y porque les gustaban las mismas películas, y porque la conoció siendo una cría y habían crecido juntos, y porque habían compartido cosas buenas y habían superado las malas, como cuando a ella le detectaron células cancerígenas en el colon y le hicieron una operación preventiva que los mantuvo acojonados más de un año, o como cuando a él le habían despedido de su trabajo con las gemelas recién nacidas, y la quería porque, aunque discutían por chorradas, estaban de acuerdo en las cosas importantes, como la educación de las crías, la importancia del ahorro en la economía doméstica, la lealtad o el amor, y porque los dos soñaban con un futuro parecido, o eso creía él, hasta que la pilló haciendo el perrito con el logopeda
56.
La psicóloga Livia Sepúlveda, su amiga entrañable, lo evocó así: "Entre los valores fundamentales que tenía el Pelao estaban la lealtad y la consecuencia humana, unidos a su concepción de la amistad, del compromiso y la incondicionalidad
57.
En cuanto a la etapa de la inversión parental, consistía sólo en dos compromisos: no defraudar las esperanzas y el esfuerzo que habían prodigado los padres y un sentimiento de lealtad imborrable hacia la nueva familia surgida al azar
58.
hay un sentimiento que se llama lealtad
59.
La lealtad es algo que no se compagina con el crimen
60.
Desde el punto de vista político Cortina era hacia principios de los años ochenta un militar de fidelidad monárquica que, aunque cuatro años atrás había aceptado sin reticencias el sistema democrático, ahora pensaba como buena parte de la clase política (y a diferencia de Calderón, atado a la lealtad de Gutiérrez Mellado) que Adolfo Suárez había hecho malla democracia o la había estropeado, que el sistema había entrado en una crisis profunda que amenazaba la Corona, y que la mejor forma de sacarla de esa crisis era la formación de un gobierno de coalición o concentración o unidad en torno a un militar de las características del general Armada, a quien Cortina conocía bien y a quien además se hallaba unido a través de su hermano Antonio, que mantenía una buena amistad con el general y que había continuado su carrera política en las filas de la Alianza Popular de Manuel Fraga; desde el punto de vista técnico, desde el punto de vista de su quehacer en el espionaje, nada define mejor a Cortina que la propia naturaleza de la AOME
61.
Este hermetismo quizá sólo podía mantenerse, por lo demás, gracias a una suerte de espíritu de secta; según aseguran quienes estuvieron a sus órdenes en aquellos años, Cortina consiguió insuflar ese espíritu en sus casi doscientos hombres y consiguió de ese modo formar con ellos una élite compacta que se imaginaba a sí misma como una orden de caballería disciplinada por la lealtad a su jefe y a un lema compartido con otras unidades del ejército: «Si es posible, está hecho; si es imposible, se hará»
62.
Milans encontró en esas dos ofensas personales argumentos suficientes para condenar a Gutiérrez Mellado a la condición de arribista dispuesto a violar su juramento de lealtad a Franco a cambio de satisfacer sus sucias ambiciones políticas; esto explica que favoreciese con todos los medios a su alcance, incluida la presidencia de la junta de fundadores de El Alcázar, una salvaje campaña de prensa que no dejó de explorar ni uno solo de los recovecos de la vida personal, política y militar de Gutiérrez Mellado en busca de ignominias con que persuadir a sus compañeros de armas de que el hombre que estaba llevando a cabo una depuración alevosa de las Fuerzas Armadas carecía del menor atisbo de integridad moral o profesional; y esto explica también que, apenas llegó Gutiérrez Mellado al gobierno, Milans pasara a encarnar la resistencia del ejército a las reformas militares de Gutiérrez Mellado y a las reformas políticas que las permitían: entre finales de 1976 y principios de 1981 el ejército apenas conoció una protesta contra el gobierno, un incidente disciplinario de gravedad o un amago de conspiración donde no estuviese mezclado Milans o donde no se invocase el nombre de Milans
63.
No es verdad: Tejero no era en absoluto un chiflado de verbena; era algo mucho más peligroso: era un idealista dispuesto a convertir en realidad sus ideales, dispuesto a mantener a cualquier precio la lealtad a quienes consideraba los suyos, dispuesto a imponer el bien y a eliminar el mal por la fuerza; el 23 de febrero Tejero también demostró ser muchas otras cosas, pero sólo porque antes era un idealista
64.
La incertidumbre era absoluta: de un lado los rebeldes convocaban bajo el amparo fraudulento del Rey el corazón franquista y la furia acumulada del ejército; del otro lado el Rey, eximido en principio de la tentación de contemporizar con los rebeldes -puesto que un tiroteo en el Congreso retransmitido por radio cambiaba el pórtico de un golpe blando con el que cabía la posibilidad de transigir por el pórtico de un golpe duro que era obligatorio rechazar-, convocaba la disciplina del ejército y su lealtad al heredero de Franco y jefe del estado y de las Fuerzas Armadas
65.
Estas palabras -pronunciadas por un monarca enfundado en su uniforme de capitán general y con el rostro transfigurado por las horas más difíciles de sus cuarenta y tres años de vida- son una palmaria declaración de lealtad constitucional, de apoyo a la democracia y de rechazo del asalto al Congreso, y así fueron interpretadas cuando el Rey las pronunció y han sido interpretadas desde entonces; la interpretación me parece correcta, pero las palabras tienen amo, y es evidente que, si Armada hubiese conseguido pactar con los líderes políticos el gobierno previsto por los golpistas y presentar como solución al golpe lo que era en realidad el triunfo del golpe, esas mismas palabras hubieran continuado significando desde luego una condena de los asaltantes del Congreso, pero hubieran podido pasar a significar un espaldarazo para quienes, como Armada y los líderes políticos que hubieran aceptado formar parte de su gobierno, habían conseguido terminar con el secuestro de los parlamentarios y restaurar así la legalidad y el orden constitucional quebrantados
66.
Fue así como empezó a labrar su prestigio de cachorro falangista y a ascender posiciones en el escalafón de dos enclaves estratégicos del régimen: la Secretaría General del Movimiento y el Ministerio de Presidencia del Gobierno; y fue así como, sin abandonar la lealtad a Herrero Tejedor, comenzó a ganarse la confianza de los dos subalternos del dictador que a mediados de los años sesenta acaparaban más poder efectivo en España y representaban la posibilidad más viable de un futuro franquismo sin Franco: el almirante Luis Carrero Blanco, ministro de la Presidencia, y Laureano López Rodó, ministro comisario del Plan de Desarrollo
67.
En ese momento Suárez ya tenía la convicción de que el príncipe Juan Carlos era el caballo ganador en la carrera inminente del posfranquismo -la tenía por Herrero Tejedor, por el almirante Carrero, por López Rodó, la tenía sobre todo por una razón y un instinto políticos que eran en él la misma cosa-, así que apostó su capital entero al Príncipe; éste, por su parte, también apostó por Suárez, necesitado como estaba de la lealtad de jóvenes políticos dispuestos a dar la batalla a su lado contra el poderoso sector de viejos franquistas inflexibles que desconfiaban de su capacidad para suceder a Franco
68.
Me resisto a creer que Suárez lo ignorara; me resisto a creer que hubiera vuelto a la política ignorando que no volvería al poder: al fin y al cabo muy pocos sabían como él que quizá es imposible llevar la ética a la política sin renunciar a la política, porque muy pocos sabían como él que quizá nadie llega al poder sin usar medios dudosos o peligrosos o simplemente malos, jugando limpio o esforzándose al máximo por jugar limpio para fabricarse un lugar honorable en la historia; me pregunto incluso si no sabía más, si no intuía al menos que, suponiendo que podamos de veras admirar a los héroes y no nos incomoden o nos ofendan disminuyéndonos con las enfáticas anomalías de sus actos, quizá no podamos admirar a los héroes de la retirada, o no plenamente, y por eso no queremos que vuelvan a gobernarnos una vez concluida su tarea: porque sospechamos que en ella han sacrificado su honor y su conciencia, y porque tenemos una ética de la lealtad, pero no tenemos una ética de la traición
69.
Dado que Pardo Zancada se unió a Tejero cuando para muchos el golpe había sido ya prácticamente neutralizado, muchos pensaron que el suyo era un acto quijotesco o eso que suele denominarse un acto quijotesco: un noble ademán de lealtad a una causa perdida
70.
Durante la vista oral los principales protagonistas del golpe se comportaron como lo que eran: Tejero, como un patán embrutecido de buena conciencia; Milans, como un filibustero uniformado y desafiante; Armada, como un cortesano millonario en dobleces: aislado, despreciado e insultado por casi todos sus compañeros de banquillo, que exigían que delatase al Rey o reconociera que había mentido, Armada por un lado rechazaba la implicación del monarca, pero por otro la insinuaba con sus proclamas de lealtad a la Corona y aún más con sus silencios, que sugerían que callaba para proteger al Rey; en cuanto al comandante Cortina, demostró ser con diferencia el más inteligente de los procesados: desmontó todas las acusaciones que pesaban sobre él, sorteó todas las trampas que le tendieron el fiscal y las defensas y, según escribió Martín Prieto -cronista de El País en las sesiones del juicio-, sometió a sus interrogadores a «un sufrimiento superior a la capacidad humana de resistencia»
71.
y en el traidor lealtad
72.
El cuerpo de la Policía Judicial a sus órdenes era un grupo de élite: hombres experimentados, intocables, cimentados en una mística de samurais, ciegos en su obediencia a la Jueza, que les había pagado su lealtad equipándolos con el armamento más moderno y sofisticado, y dándoles una libertad de acción de la que ellos sabían sacar provecho
73.
Y contóle el escrutinio que dellos había hecho, y los que había condenado al fuego y dejado con vida, de que no poco se rió el canónigo, y dijo que, con todo cuanto mal había dicho de tales libros, hallaba en ellos una cosa buena: que era el sujeto que ofrecían para que un buen entendimiento pudiese mostrarse en ellos, porque daban largo y espacioso campo por donde sin empacho alguno pudiese correr la pluma, descubriendo naufragios, tormentas, rencuentros y batallas; pintando un capitán valeroso con todas las partes que para ser tal se requieren, mostrándose prudente previniendo las astucias de sus enemigos, y elocuente orador persuadiendo o disuadiendo a sus soldados, maduro en el consejo, presto en lo determinado, tan valiente en el esperar como en el acometer; pintando ora un lamentable y trágico suceso, ahora un alegre y no pensado acontecimiento; allí una hermosísima dama, honesta, discreta y recatada; aquí un caballero cristiano, valiente y comedido; acullá un desaforado bárbaro fanfarrón; acá un príncipe cortés, valeroso y bien mirado; representando bondad y lealtad de vasallos, grandezas y mercedes de señores
74.
''Yo os agradezco -respondió el emperador- el no haber puesto tan mal pensamiento en efeto, y de aquí adelante no os pondré yo en ocasión que volváis a hacer prueba de vuestra lealtad; y así, os mando que jamás me habléis, ni estéis donde yo estuviere''
75.
Hemos de matar en los gigantes a la soberbia; a la envidia, en la generosidad y buen pecho; a la ira, en el reposado continente y quietud del ánimo; a la gula y al sueño, en el poco comer que comemos y en el mucho velar que velamos; a la lujuria y lascivia, en la lealtad que guardamos a las que hemos hecho señoras de nuestros pensamientos; a la pereza, con andar por todas las partes del mundo, buscando las ocasiones que nos puedan hacer y hagan, sobre cristianos, famosos caballeros
76.
— ¿Y los dispositivos que supuestamente garantizaban la lealtad de los dos secuestradores
77.
Como cualquier qulun, ofrecerían su lealtad al que les prometiera mayores ganancias
78.
Por lo tanto, Marco Lentilio no podía evitar el preguntarse si, ante la inminente amenaza que se cernía sobre el Rin, aquella gente no había sido inducida a replantearse su propia lealtad al César
79.
Cuando finalizó aquella guerra, su lealtad fue premiada con la inscripción en el orden ecuestre y con el grado de primer tribuno, hasta poco tiempo antes sólo otorgado a los miembros de la aristocracia senatorial
80.
Desde luego, la instrucción ya no era la misma que en los tiempos de Julio César o de Trajano, y su lealtad al emperador estaba profundamente condicionada, no era nunca gratuita
81.
Y en realidad el que Jacques estuviera tan profundamente apegado a Didier, se debía sin duda al corazón de ese niño apasionado del absoluto, cabal en sus pasiones leales (la primera vez que Jacques oyó la palabra lealtad, que había leído cien veces, fue en boca de Didier) y capaz de una afectuosidad encantadora, pero también a su aspecto extraño, a sus ojos, a su encanto, que era para Jacques realmente exótico y lo atraía tanto como cuando, al llegar a adulto, lo atraerían irresistiblemente las mujeres extranjeras
82.
En su corazón debían de estar luchando la lealtad a la Per-a'a, mantenida por él durante tantos años, y los sentimientos de gratitud y decencia que profesaba a aquellas gentes
83.
-Por orden suya fueron cayendo su mujer, sus hijos y, por supuesto, centenares de judíos sobre cuya lealtad abrigaba dudas -explicó Roscio-
84.
Durante una época, Lealtad Pei-o hizo lo que se exigía de él, pero su conciencia pronto empezó a remorderle: no quería ser responsable de enviar gente a la cárcel ni de elegir a las víctimas de una futura extorsión
85.
El procedimiento habitual era que Lealtad y sus compañeros detuvieran los carros y confiscaran las telas
86.
Lealtad y sus colegas prosperaban cada vez más
87.
Al abrir, se encontró frente a frente con Lealtad, quien le dijo que quería dejar el cargamento en la casa durante la noche
88.
Recuerdo haber escrito a lo largo de aquellos años apasionados elogios en los que agradecía a Mao todos sus éxitos y le juraba lealtad eterna
89.
Los profesores colaboraron por diversos motivos: conformismo, lealtad a las órdenes del Partido, envidia del prestigio y los privilegios de algunos de sus colegas… y miedo
90.
Tanto Ming como otros funcionarios estudiantiles de mi curso encomiaban la supuesta intervención de Zhou en la supresión del alzamiento contrarrevolucionario de Hungría en 1956, su contribución al establecimiento del prestigio de Mao como líder mundial y su absoluta lealtad al mismo
91.
—La lealtad es algo con lo que no se puede romper
92.
A nuestro rey le gustaría dejarte en tu puesto, siempre y cuando le jures lealtad
93.
¿O será más bien que inspiro lealtad a través de mis buenas obras y mis modales amables?
94.
¿A quién le debía lealtad este abogado en conflicto?
95.
A diferencia de Hhune, el escriba no hacía ningún esfuerzo por asegurarse la lealtad de aquellos que ocupaban posiciones inferiores, y buscaba sólo tostarse al sol que despedían los poderosos
96.
Cumplía bien con su cometido, con una lealtad que a menudo sólo se encuentra en criados de cuatro patas y pulgas
97.
Y a la mañana siguiente, Hasheth se convirtió en miembro de pleno derecho de los Caballeros del Escudo, al haber probado su lealtad comprando la seguridad de Hhune a un precio que muchos hombres habrían considerado demasiado elevado
98.
–¿Puede tratarse de un tripulante sobre cuya lealtad existan dudas? ¿Podría ser uno de esa nave que no estaba en condiciones de venir?
99.
La lealtad se medía en esa escala de posición