1.
Ahora es tan solo el reo cumpliendo su sentencia
2.
El reo salió de su prisión rumbo a la plaza mayor, y en el recorrido dio muestras de pasmosa sangre fría
3.
EL SUEÑO DE UN REO DE MUERTE
4.
En vez de replicar que el hombre más maloó pusilánime siempre es algo más que la planta,porque tiene un alma y una inteligencia que, por viciadas óembrutecidas que pudiesen estar, se pueden redimir; en vez de contestarque el hombre no tiene derecho de disponer de la vida de nadie enprovecho de nadie, y que el derecho á la vida reside en cadaindividuo como el derecho á la libertad y á la luz; envez de replicar que si es abuso en los gobiernos castigar en el reo lasfaltas ó crímenes, en que ellos le han precipitado porincuria ó torpeza, cuanto más lo sería en unhombre, por grande y por desgraciado que fuere, castigar en el pobrepueblo las faltas de sus gobiernos y antepasados, en vez de decir queDios solo puede tentar tales medios, que Dios puede destruir porquepuede crear,
5.
del tribunal; y la ejecucion de lasentencia pronunciada contra el reo tuvo lugar el 16 de Octubre de
6.
condenado un reo, el cual tenía algunos parientes y amigosque con gran ahinco
7.
hicieron en él efectoalguno, afirmándose con jactancia reo en las herejías de que se
8.
la atención de la inmensa concurrencia, que el reo nohiciera movimiento alguno ni
9.
prisión, encontrando al reo muysosegado en su casa comiendo con su mujer y bien
10.
—Sí; sí, señor; como el reo había ido á las cocinas en buscadel que llamaba su tío,
11.
Uno entre tantos, un hombre alto, seco y pálido, el corregidor deSevilla, que se encontraba en Cádiz para seguir un proceso, seencarnizaba sobre todo con el desgraciado reo; a cada instante le decía:
12.
—Eso es porque el reo había mandado un navío de guerra; elverdugo subirá por una escalera y él por otra
13.
quién era el reo y todo lo que había pasado
14.
distante unas dos leguas, dondeles dijeron que había un reo de muerte
15.
jactancia de la reo; un sentimientode compasión que
16.
generosidad para con la reo, sino por unsentimiento en todo
17.
asesinada por la nihilista, yque la acusación defería a la reo al
18.
anunciarse la confesión dela reo; pero lejos de eso, en aquel
19.
confesado celoso y reo, había inventadosu propia intervención
20.
avisando algobernador Moral, que habiendo querido fugarse el reo
21.
un reo subalterno,es declarado impío unitario por un decreto de Rosas
22.
[35] En la causa criminal seguida contra los cómplices en lamuerte de Quiroga, el reo
23.
condenaba, haciendo a la vez defiscal, de juez y de reo
24.
En trueco de que el reo allí le diese
25.
—La ejecución del reo
26.
—Por lo demás, no estaréis solo con el reo
27.
al reo abien morir; y al verlo entrar, las Hermanas de la agonía
28.
—Son los jurados que han condenado al reo, y que la ley
29.
delpatio, y apareció el reo
30.
—¡Bravo, bravo! Aquí está el reo en capilla
31.
El reo de muerte
32.
Por esta rápida descripción advertirá el lector habanero que se tratabade un reo de muerte que conducían al patíbulo, acompañándole loshermanos de la Caridad y de la Fe, institución religiosa compuestaexclusivamente de gente de color que se ocupaba en asistir a losenfermos y moribundos y en enterrar a los muertos, principalmente loscadáveres de los ajusticiados
33.
espacio estaba yo, que era el reo en aquella especie dejuicio
34.
despertar y el del reo en capilla por la llegada delverdugo para
35.
señora en defensa del reo:
36.
Uno de ellos, reo de dos muertes, y que en el
37.
para él las mismas atenciones y cuidadosque obtiene un reo en capilla
38.
el 15, cuando el Virrey, en vista del estado lastimosodel reo, difirió su muerte, mejor dicho, la
39.
Con el fin de que allí comparezca como reo el hombredesgraciado que la dió la existencia
40.
Está prohibida toda comunicación con el reo, a menos que Taggin ordene lo contrario
41.
El gigantesco reo admitió que, en un principio, había intervenido en el conflicto con todo su entusiasmo
42.
En una situación así un juez piadoso hubiera ordenado un descanso y uno empeñado en atrapar al reo hubiera descargado una lluvia de preguntas que lo desconcertara
43.
De hecho, se me ocurría pensar que, seguramente, Pilato la había ordenado con la intención de contentar a los resueltos enemigos del reo sin necesidad de quitarle la vida
44.
Estoy como el reo en capilla
45.
Y asegurándose de que el reo no estaba ya en la antecámara, salió a su vez el sustituto del procurador del rey, y se encaminó apresuradamente hacia la casa de su prometida
46.
En primer lugar, todo lo que allí pasa es secreto, y hasta esta conversación que tenemos aquí hablando de ese reo es contraria a las leyes del Santo Oficio
47.
El juez de Instrucción espera al reo
48.
—Eso es lo que quería decir —dijo el reo tratando de esbozar una sonrisa; pero subyugado por la extraña impasibilidad de Bertuccio:
49.
Annie declaró sobre la mancha de grasa en el suelo y cómo había visto al reo llevar el café al boudoir, suspendiéndose la vista hasta el día siguiente, tras su declaración
50.
En esos momentos era costumbre que la muchedumbre atendiera muda al último diálogo del reo con sus jueces; el silencio era imponente
51.
—Se levanta la sesión, desalojen la sala y pase el siguiente reo
52.
El reo no había querido reconocer sus comunicaciones desde Zapotlán, y negó obstinadamente haber mantenido relaciones con el enemigo, atribuyendo al odio del comandante Valle todo cuanto se probaba en su contra
53.
En efecto, Valle recibió el mando del escuadrón y la orden de custodiar al reo en la capilla
54.
Al amanecer, ese pobre joven que estaba encerrado en la prisión del coronel Flores hizo llamar con gran sorpresa de todos a su general, y le dijo simplemente que él había hecho escapar al reo
55.
—Entonces, señor, ante la evidencia del delito, se encerraría al reo en las mazmorras de vuestra alteza y vuestra justicia prepararía su condena
56.
escandalizado, los patricios muertos de impaciencia porque de una vez y sin pérdida de tiempo desapareciese de entre los vivos el inmundo reo; pero ved aquí que el embajador de Inglaterra (son los extranjeros muy amigos de farandulear) se interpuso, rogó, suspiró, aun dicen que amenazó, hasta que nuestro Rey, no queriendo malquistarse con la Gran Bretaña por un cojo de más o de menos, le conmutó la pena capital por la de presidio indefinido
57.
Parece mentira que en una casa que lleva ese nombre tan devoto se esconda un reo de lesa majestad
58.
Patricio, con las manos a la espalda, fijando en el reo una mirada maliciosa y nada compasiva
59.
Mas Chaperón, que deseaba concluir pronto, dijo al reo:
60.
Tenemos un reo convicto y confeso
61.
-dijo la reo extendiendo su mano en la oscuridad para palpar la cabeza del anciano
62.
Pero el padre Alelí, que devotamente rezaba en su breviario, alzó los ojos y mirando con expresión de alarma al reo, le dijo:
63.
La voz temblorosa indicaba una viva emoción en el reo
64.
El reo se levantó y sin dejar de observar la costura del altar, habló así solemnemente:
65.
Los frailes, puestos de rodillas, recitaban oraciones y jaculatorias, empeñándose en que el reo las repitiera; pero Sarmiento se apartó de ellos afirmando:
66.
-Sí, sí, perdono, perdono a todo el mundo -balbució el reo, fijando otra vez toda su atención en los ladrillos del piso-
67.
El padre Alelí le ató un Crucifijo en las manos y Salmón quiso ponerle también una estampa de la Virgen; pero opúsose a ello el reo diciendo:
68.
Al oír estas palabras, el dueño del dominio se levantó a su vez en el límite de la emoción, y besó la tierra: "¡Oh Emir de los Creyentes! ¡por las virtudes de tus generosos antecesores los beneméritos, te conjuro a que perdones a tu esclavo los errores en que sin duda alguna, por inadvertencia, haya podido incurrir para con tu augusta persona, o la falta de cortesía de que haya podido hacerse reo, o la falta de consideraciones, o la falta de generosidad!" Y contestó el califa: "¡Oh hombre! no tengo que reprocharte ninguna falta de ese género
69.
Miró a Pepet, y aunque sus ojos no hablaban más lenguaje que el de un desasosiego difícil de comprender, el infeliz reo vio en aquella mirada discursos más elocuentes y conmovedores que cuantos pronuncian los ángeles en la conciencia del justo cuando acaba de hacer un gran bien; vio y leyó en aquella mirada todo cuanto la religión y el amor pueden idear de más cariñoso y de más místico
70.
En el montón más bajo se había sentado el reo, bebiendo un trago de vino momentos antes de que penetrara el hombre cuya presencia se determinó por una escueta y larga proyección negra y un sonidillo de espuelas
71.
Viendo cercana la hora, llamó el reo a los oficiales del piquete para despedirse de ellos
72.
Luego declaró el reo con voz entera su nombre, el pueblo de su nacimiento (Medinasidonia), su estado (soltero), su edad (treinta y siete años menos dos meses)
73.
Retirose Ibero en un estado de agitación vivísima, pues la persona y circunstancias del reo, su figura, su palabra, su no afectada filosofía le trastornaban profundamente
74.
Entró luego de puntillas en el dormitorio, alumbrado por un velón delante del cual se había puesto un grueso libro de canto, haciendo de pantalla, y vio al reo profundamente dormido
75.
Vio a Rafaela pasar velozmente de una parte a otra de la estancia y meterse en el dormitorio del reo
76.
Sonó la descarga, y herido en el vientre, el reo permaneció en pie, las manos en los bolsillos del gabán, presentando el pecho a los fusiles
77.
El reo lo observó mientras barajaba los naipes
78.
Un portavoz de la Asociación Pro Derechos Civiles apuntaba la posibilidad de que la silla eléctrica «hubiera funcionado de un modo incorrecto, haciendo sufrir horriblemente a Waddell», y a continuación comparaba el incidente con aquella ejecución realizada en Florida en la que unas esponjas sintéticas que se utilizaban por primera vez habían hecho que se le quemara el cabello al reo
79.
Sin embargo, los artistas no suelen prestar atención a otro importante componente de la mecánica de la crucifixión, el sedile, un clavo grueso o una estaca que se clavaba a la altura de la entrepierna, sobre la que el reo apoyaba el peso del cuerpo cuando la tensión de los brazos le resultaba insoportable
80.
El sentido común dicta que si la crucifixión es un castigo ejemplar cuya esencia consiste en prolongar, incluso durante días, la agonía del reo, carece de sentido provocarle la muerte antes de que ésta le llegue por vía natural
81.
Las piernas del reo sólo se rompen de manera excepcional, cuando el equipo ejecutor tiene prisa y decide rematar la faena por la vía rápida
82.
Solamente en casos muy excepcionales, los verdugos precipitaban la muerte del reo mediante crurifragium, operación consistente en quebrar los huesos de las piernas con una barra de hierro o con una maza
83.
¿Y si en realidad lo fue por un mismo verdugo, pero en dos diferentes y sucesivas columnas, después de cambiar al reo a la segunda por encontrar insatisfactoria la inclinación de su espalda en la primera, debido a un inadecuado emplazamiento de la argolla de amarre? En este caso las dos reliquias podrían aspirar legítimamente al título de columna de la flagelación y serían perfectamente compatibles
84.
Y, de paso, esta explicación de los hechos liberaría a los sindonólogos de su incongruente ve rsión de los azotes porque, la verdad, imaginar a dos verdugos vapuleando a un mismo reo sin sacudirse mutuamente por error algún que otro fla gelazo, resulta difícil de admitir
85.
Al principio, todas las ejecuciones se cumplían en la hoguera, pero más adelante se impuso la piadosa costumbre de estrangular al reo y quemarlo ya muerto (excepto cuando el reo era contumaz y se negaba a reconciliarse con la Iglesia; al que se mantenía en sus trece, lo quemaban vivo)
86.
A un hombre sin entrañas como él, no era la bondad lo que le llevaba a sentirse a disgusto en presencia de una emboscada, tendida en pleno corazón de la ciudad contra un ciudadano que, confiado e indefenso, escaparía de su casa sintiéndose protegido por la sombra de un amigo del Señor Presidente, protección que a la postre no pasaba de ser un ardid de refinada crueldad para amargar con el desengaño los últimos y atroces momentos de la víctima al verse burlada, cogida, traicionada, y un medio ingenioso para dar al crimen cariz legal, explicado como extremo recurso de la autoridad, a fin de evitar la fuga de un presunto reo de asesinato que iba a ser capturado el día siguiente
87.
Reo y custodio ocuparon en silencio el poyo que la sirvienta les señaló de mal modo
88.
Una vez desnudo, la guardia y los centuriones retrocedieron unos pasos, dejando al reo en mitad del círculo que habían ido formando los 40 o 50 legionarios que habían conseguido una de aquellas varas
89.
Estaba claro que los sicarios de Caifás habían recibido órdenes de custodiar al reo y esperar la reanudación del proceso
90.
El hermético silencio del reo fue avivando el furor de los levitas, que arreciaron en sus agresiones
91.
ª Para empezar, y según la Misná (Orden Cuarto, Sanedrín), los procesos llamados de pena capital debían abrirse alegando la inocencia del reo y no su culpabilidad
92.
«Habéis de saber -se les decía a los testigos- que en los procesos de sangre, la sangre del reo y la sangre de toda su descendencia penderá sobre el falso testimonio hasta el fin del mundo…»
93.
Fueron, como digo, las malas artes del Sanedrín y la casi total ausencia de amigos y partidarios del Nazareno en dicha reunión multitudinaria, para pedir la liberación de un reo, lo que desembocó en lo que todos ya conocemos
94.
Herodías, con las cejas y pestañas teñidas con brillantina y los párpados sombreados por alguna mezcla de lapislázuli molido, observó detenidamente al reo
95.
Y con el más absoluto de los desprecios giró sobre sus talones, haciendo un gesto a sus hombres para que condujeran al reo al interior del pretorio
96.
Pero, tal y como había sentenciado Civilis, las pretensiones del procurador eran machacar hasta el límite al reo, de tal forma que su lamentable estado pudiera satisfacer y conmover los agresivos ánimos de los saduceos
97.
A su lado, y pendientes del Galileo, avanzaron también otros tres soldados, que no se separarían ya del reo hasta el momento de su retorno al escenario de la flagelación
98.
Longino encomendó a uno de sus hombres que procediera a la medición de la envergadura del reo, mientras otro soldado se encaminó al puesto de guardia de la entrada Oeste, en busca de un objeto cuyo nombre no acerté a escuchar
99.
Para ello, el soldado, muy acostumbrado a este menester a juzgar por su soltura, había tomado una de las lanzas y, mientras otro compañero sostenía los brazos del Galileo en posición de cruz, el portador del pilum se colocó a espaldas del reo, midiendo la distancia total entre las puntas de ambas manos