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robín
1. serietomos III, XIV, y XVIII; Robín y Second, Locomoción de los
2. Pierce sostuvo la puerta abierta mientras Robín trepaba por encima de los asientos
3. Tal es el horror que Robín Hood inmortalizó como ideal de justicia
4. Robín reprimió el estremecimiento de revulsión que la recorrió y se le acercó con cordialidad
5. Robín lanzó un grito y abrió el portarretratos con dedos temblorosos
6. Eran las doce y treinta cuando Foyle y Robín llegaron a la oficina de entrada de la ciudad industrial de la Enlatadora Aussie
7. Pero Foyle y Robín Wednesbury estaban pasando bajo un letrero que decía: DOBLE su JAUNTEO o LE DEVOLVEREMOS EL DOBLE DE LO QUE GASTO, en siete idiomas, y entrando en el emporiura del DOCTOR SERCEI OREL, AMPLIADOR CELESTIAL DE LAS
8. –Todo el mundo ha estado diciendo lo que quiere -dijo lentamente Robín Wednesbury-
9. Había una sobre veinticuatro pájaros negros y otra sobre una vaca con un cuerno torcido y otra que relataba la muerte del pobre gallo Robín
10. El robín es lo que hace apreciable la moneda
11. Amy nunca ha estado aquí, y quita los pies del panel de salida del airbag y se sienta recta para mirar, deseando en voz alta que Robín y Marcus Aurelius les hubiesen acompañado, en lugar de volverse a Tennessee
12. Jennsen lanzó una exclamación ahogada y se sujeto con todas sus fuerzas a Robín mientras el caballo salía al galope por delante de la caballería, que corría en dirección al palacio
13. Jennsen palmeó el costado sudoroso del cuello de Robín antes de dejarse resbalar hasta el suelo
14. Robín iba atado detrás, adonde Betty retrocedía con frecuencia para visitarlo
15. Su hijo Robín era uno de los mejores jugadores de rugby de Belfast
16. Robín aplastó el envoltorio y lo echó al cubo de la basura
17. Un biólogo de la evolución, el escocés Robín Baker, fue el primero en detectar un tipo de comportamiento muy peculiar en los rituales amorosos del ser humano: en determinadas fases del enamoramiento las mujeres se lanzan a la búsqueda de genes
18. Robín sonrió con infinito desprecio, y la afectada tranquilidad del lord dio paso a una violenta explosión de cólera; pero cuanto más se desataba su cólera, más sonreía Robín
19. Desde hacía unos instantes un profundo silencio reinaba en la galería, y el paseante parecía haber renunciado a su vigilancia; pero Robín, que en su calidad de astuto cazador conocía todas las fintas, juzgó que en esta circunstancia era más prudente tener el testimonio de los ojos que el de los oídos, y se decidió a utilizar la mirilla de su calabozo
20. Christabel dejó escapar un ligero grito por el susto, y Maude acogió a Robín con un apresuramiento tan gracioso que el monje frunció las cejas
21. El puente levadizo bajó, Allan salió del castillo el primero, el monje le siguió tras haber hablado con la joven, la cual no le permitió en esta ocasión darle lo que él llamaba su bendición: un beso, pues aprovechó un momento de distracción del monje para poner sus ardientes labios en la mano de Robín
22. Iba a marcharse el grupo cuando Robín se abalanzó hacia el caballo del sargento y dijo en alta voz:
23. Al oír estas palabras, el jefe de la patrulla alargó el brazo y cogió a Robín por el cuello de su jubón a la vez que preguntaba a Hal:
24. Estas palabras eran sin duda alguna una respuesta a las que Robín le había dirigido durante sus abrazos
25. Los soldados ataron a Robín en el caballo y la tropa se dirigió hacia el castillo
26. Escuchaba el barón negligentemente la lectura de cuentas que le hacía un administrador, cuando Robín, custodiado por dos soldados, y precedido por el sargento Lambic, nombre que habíamos olvidado dar antes, fue introducido en la habitación
27. Lambic contó la detención del verdadero Robín
28. —¡Ven aquí, Robín! —gritó el barón con voz de trueno y dejándose caer en el sillón
29. Los soldados empujaron a Robín acercándolo hasta el barón
30. Robín, a solas, se sentó al borde del lecho de la joven, y pensó
31. El sonido de pasos fuertes y muy distintos de los de la ligera Maude llenó el pasillo; el ruido se acercaba a la habitación, y Robín apagó la luz al sonar el primer golpe en la puerta
32. Se hizo un largo silencio; Robín no respiraba más que de vez en cuando y esto con la mayor suavidad
33. Robín sólo pudo contestar con una exclamación de sorpresa
34. —¿Puedo contar con vos, señor? —preguntó a Robín en cuanto éste entró en la habitación
35. Lambic, extrañado de que Robín no estuviese allí, pensó que los soldados le habían vuelto a llevar a la prisión y corrió a asegurarse
36. También con toda rapidez, el viejo Fitz-Alwine, al que la excitación del momento daba agilidad, quiso perseguir al audaz vasallo, pero los dos soldados que volvían de buscar a Robín le ahorraron el esfuerzo, pues a sus gritos: "¡Detenedle! ¡Detenedle!", cerraron el paso al sargento cuando aún no había salido de la antecámara
37. El carcaj y el arco que vimos entre las manos de ese joven pertenecen a uno de los prisioneros, al llamado Robín Hood
38. Robín y Christabel se acercan al sitio en que sir Allan Clare debe esperarles, y por lo tanto van en dirección opuesta a la del sargento Lambic, que ha recibido la orden de incendiar la casa del padre adoptivo de Robín
39. Robín se estremeció creyéndose culpable de la muerte del barón
40. Y Robín continuó apoyándose con todas sus fuerzas en los hombros del barón
41. Los jinetes se lanzaron hacia él, pero los gritos del barón alertaron a Robín, que comprendió inmediatamente que su salvación no estaba en la huida
42. Charlando, el otro grupo llegaba a la encrucijada en la que Robín debía separarse
43. Mientras que los robustos brazos de los Gamwell transportaban lentamente al «hall» al pobre Allan Clare, Robín, devorado por la inquietud, se acercaba rápidamente hacia la casa de su padre adoptivo
44. Una sorda exclamación se escapó de los labios de Gilbert; luego dio algunos pasos hacia Robín y cayó llorando en los brazos del joven
45. Este medio fue encontrado por sir Guy, y, siguiendo su consejo, Robín se dirigió directamente a la justicia de Enrique II
46. Maude había amado y amaba aún a Robín Hood
47. Pero cuando la pobre muchacha conoció a Mariana, cuando el tiempo y un contacto diario le hicieron ver las cualidades de la hermana de Allan Clare, comprendió la fidelidad de Robín y le perdonó los desdenes de su indiferencia
48. Deteniéndose turbado, Robín se quedó en silencio, con el sombrero en la mano, en el umbral de la puerta
49. Las elegantes y afeminadas formas de Robín pusieron una sonrisa burlona en los labios del extraño
50. Entre los clamores levantados por la muerte del anciano y la pronta venganza que de ello tomó Robín matando al responsable, la desaparición de Will pasó desapercibida