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    Usa "secuestro" in una frase

    secuestro frasi di esempio

    secuestro


    1. refiero a tu fulminante secuestro, la cual no puede ser sino el resultado de un plan


    2. creyó en un secuestro ó un asesinato


    3. dellargo secuestro de la travesía, las innobles mujeres, únicas


    4. Al día siguiente principia en toda la ciudad una operación que se llama secuestro


    5. Bou que le tenía en secuestro; y siendocontrario a este intento el


    6. —Viene a sellar y poner en secuestro los papeles de Mr


    7. Sabíaque una vez puesto un secuestro, había para un


    8. Levantado el secuestro, se procedió a un minucioso examen,


    9. Cuenta del Cargo del Secuestro y Confic


    10. Allende y la Unidad Popular rechazaron enérgicamente tales pretensiones de pontificar sobre el destino de Chile, mientras las palabras de Nixon coincidían con el nuevo plan de provocar un golpe militar mediante el secuestro del comandante en jefe del Ejército, general Rene Schneider

    11. En el último decía, de un modo un poco raro, pero lo decía, que la hipótesis que está casi descartada es la de que se haya ido con una jovencita, y que un accidente también parece descartado, que las investigaciones parecen centrarse ahora en un secuestro o en una desaparición voluntaria por razones que aún son un misterio


    12. Porque, a pesar de los más negros presagios que han circulado por la acongojada y, repito, muy distinguida comunidad villahoraciana durante estos meses, presagios o teorías que incluían el adulterio y la escapada amorosa, el secuestro, la amnesia clínica, el accidente, con amnesia o sin ella, e incluso, y resulta estremecedor sólo escribirlo, el asesinato, finalmente se ha confirmado que Javier Meneses desapareció a causa de un complicado montaje -que este cronista confiesa humildemente no acertar a explicar en toda su aviesa y ramificada complejidad- de recepción de inversiones y desmesuradas y finalmente insostenibles rentabilidades, una especie de Pirámide de Madoff, a pequeña escala pero con consecuencias tanto o más escandalosas, y cuya principal víctima es, en este caso y al final del día, como dicen los ingleses, uno de los principales bancos del país, por razones que a este cronista se le escapan, dado que es extremadamente raro que un banco resulte víctima de algo


    13. En julio de 1991, la familia interpuso una querella por secuestro agravado, aplicación de tormento y rigor innecesario, incomunicación prolongada, detención arbitraria y presunto homicidio calificado


    14. Presentó una querella criminal por los delitos de detención ilegal, secuestro, tortura y violación de los derechos humanos


    15. El crimen, el doble secuestro, quedó en la nebulosa


    16. El gran hito en el camino a la modernidad fue el secuestro de la línea celular germinal, que acantonaría al resto de las células en su actual condición de somáticas, trabajadoras leales y perecederas


    17. Entre tanto, tascado el freno del golpe en la Brunete, en el Congreso y sus inmediaciones parecía calmarse poco a poco el revuelo formidable levantado por el secuestro de los parlamentarios


    18. Mientras a medida que avanzaba la tarde Madrid se convertía en una ciudad fantasmal (una ciudad sin bares ni restaurantes abiertos, sin taxis ni apenas circulación, con calles despobladas por donde bandas de ultraderechistas campaban a sus anchas coreando consignas, destrozando escaparates e intimidando a los escasos transeúntes al tiempo que la gente se encerraba en su casa y se pegaba a aparatos de radio y televisión que a ratos no emitían más que música militar o música clásica, porque desde antes de las ocho de la tarde la radio y la televisión públicas habían sido ocupadas por un destacamento mandado por un capitán de la Brunete), frente a la fachada del Congreso, al otro lado de la Carrera de San Jerónimo, los salones y escalinatas del hotel Palace empezaron a hervir de militares de todas las armas y graduaciones, de periodistas, fotógrafos, locutores de radio, curiosos, borrachos y chiflados, y casi en seguida se instaló en la oficina del gerente del hotel un pequeño gabinete de crisis compuesto entre otros por el general Aramburu Topete, director general de la guardia civil, y por el general Sáenz de Santamaría, jefe de la policía nacional, dos militares leales que llegaron a las cercanías del Congreso poco después del asalto y que apenas comprendieron que el secuestro podía prolongarse durante un tiempo imposible de prever montaron dos cordones de seguridad -uno de la policía nacional, otro de la guardia civil- con el fin de aislar el edificio y dominar la vorágine de sus alrededores


    19. Tardaron horas en conseguir ambas cosas, si es que en verdad las consiguieron; de hecho, grupos vociferantes de partidarios de los golpistas acosaron durante toda la noche la Carrera de San Jerónimo y, desde los primeros minutos del secuestro hasta los últimos, militares, policías y guardias civiles vestidos de uniforme o de paisano entraron a placer en el Congreso sin que nadie supiera con certeza si quien entraba lo hacía para unirse a Tejero y sus hombres o para averiguar sus intenciones, para solidarizarse con su causa o para minarles la moral, para llevarles noticias del exterior o para recogerlas del interior e informar a las autoridades, para parlamentar con ellos o para fisgonear; más aún: muchas personas que acudieron a las cercanías del Congreso en los primeros momentos del golpe aseguran que, en medio de aquella barahúnda, nadie parecía tener en absoluto claro si los guardias civiles y policías de Aramburu y Sáenz de Santamaría habían rodeado el edificio para reducir a los asaltantes o para velar por su seguridad, para impedir que nuevos contingentes de militares o civiles los reforzasen o para franquearles la entrada, para rechazar el golpe o para alentarlo


    20. Era una impresión errónea, o al menos se volvió cada vez más errónea conforme el golpe se clarificaba, y, aunque quizá nunca llegaron a tener un dominio absoluto del cerco y a impermeabilizar del todo el Congreso, hacia las ocho de la tarde Aramburu y Sáenz de Santamaría habían conseguido al menos ordenar el asedio a los rebeldes y poner fin a los improvisados intentos de acabar con el secuestro de forma expeditiva, alejando su temor a que un estallido de violencia entre partidarios y opositores al golpe precipitara con la intervención masiva del ejército el vuelco que anhelaban los golpistas

    21. Estas noticias fueron las únicas que acerca de lo que ocurría en el exterior del Congreso recibieron los diputados durante las primeras horas del secuestro; o casi las únicas: también circulaban de forma fragmentaria y confusa las que escuchaba a escondidas en un transistor el ex vicepresidente del gobierno Fernando Abril Martorell, quien más de una vez las hizo correr maquilladas para infundir ánimo en sus compañeros


    22. La atribución era justa: el Rey había nombrado a Suárez presidente del gobierno contra el criterio de Armada -partidario de mantener en la presidencia a Arias Navarro o de sustituirlo por Manuel Fraga, y en todo caso de una monarquía franquista o de una democracia restringida que entregase amplios poderes a la Corona- y, desde el momento mismo de la designación del nuevo presidente los enfrentamientos entre ambos fueron constantes: tuvieron ásperas discrepancias a propósito del secuestro del general Villaescusa y de Antonio María de Oriol y Urquijo, que Suárez consideró al principio obra de la ultraderecha y Armada de la ultraizquierda, a propósito de la legalización del PCE, que Armada juzgó una traición al ejército y un golpe de estado subrepticio, a propósito de unas cartas enviadas por Armada con membrete de la Casa Real en las que solicitaba el voto para el partido de Manuel Fraga durante la campaña electoral de 1977, a propósito de una proyectada ley del divorcio, a propósito de casi todo


    23. Que los ideales de Tejero nos parezcan perversos y anacrónicos no califica la bondad o la maldad de sus intenciones, porque el mal se fabrica a menudo con el bien y tal vez el bien con el mal; mucho menos autoriza a atribuir su fechoría a una pintoresca enajenación: si Tejero hubiese sido un enajenado no hubiera preparado durante meses y llevado a cabo con éxito una operación compleja y peligrosa como la toma del Congreso, no hubiera conseguido mantener el control casi absoluto que mantuvo del secuestro durante las diecisiete horas y media que duró, no hubiera sabido jugar sus bazas ni hubiera maniobrado para conseguir sus objetivos con la serena racionalidad con que lo hizo; si hubiera sido un enajenado, si hubiera llevado su locura hasta el final, tal vez el secuestro del Congreso hubiera acabado con una degollina y no con la negociación con la que acabó una vez que tuvo la certeza de que el golpe había fracasado


    24. Así lo hace, y a las doce y media de la noche, mientras la noticia de que se dispone a pactar con los golpistas el final del secuestro se difunde entre los militares, periodistas y curiosos que pululan por el hotel Palace y sus inmediaciones, Armada llega a la verja del Congreso con la única compañía del comandante Bonell


    25. La conversación entre los dos hombres se prolonga todavía por espacio de unos minutos, pero la cadena de mando del golpe ya está rota y Milans no consigue que Tejero le obedezca; fracasado Milans, Armada hace todavía un último intento, también inútil: ni siquiera la advertencia de que un grupo de operaciones especiales está preparándose para tomar al asalto el Congreso consigue vencer la terquedad del teniente coronel, que antes de que Armada se marche lo amenaza con una masacre si alguien intenta poner fin al secuestro por la fuerza


    26. Estas palabras -pronunciadas por un monarca enfundado en su uniforme de capitán general y con el rostro transfigurado por las horas más difíciles de sus cuarenta y tres años de vida- son una palmaria declaración de lealtad constitucional, de apoyo a la democracia y de rechazo del asalto al Congreso, y así fueron interpretadas cuando el Rey las pronunció y han sido interpretadas desde entonces; la interpretación me parece correcta, pero las palabras tienen amo, y es evidente que, si Armada hubiese conseguido pactar con los líderes políticos el gobierno previsto por los golpistas y presentar como solución al golpe lo que era en realidad el triunfo del golpe, esas mismas palabras hubieran continuado significando desde luego una condena de los asaltantes del Congreso, pero hubieran podido pasar a significar un espaldarazo para quienes, como Armada y los líderes políticos que hubieran aceptado formar parte de su gobierno, habían conseguido terminar con el secuestro de los parlamentarios y restaurar así la legalidad y el orden constitucional quebrantados


    27. Suárez es un fumador impenitente, lleva siempre tabaco encima y esta tarde no es una excepción (de hecho, ya se ha fumado varios cigarrillos desde el inicio del secuestro), así que su gesto es una forma de pulsar a los asaltantes, tanteando su grado de permisividad con los secuestrados e indagando el modo de conseguir información sobre lo que está ocurriendo


    28. Así es como acaba la grabación: en un perfecto desorden sin sentido, igual que si el documento esencial sobre el 23 de febrero no fuera el fruto azaroso de una cámara que permanece inadvertidamente conectada durante los primeros minutos del secuestro, sino el resultado de la inteligencia compositiva de un realizador que decide concluir su obra con una metáfora plausible del golpe de estado; también, con una vindicación de Adolfo Suárez como presidente del gobierno


    29. La llegada de su columna levantó el ánimo de los guardias civiles sublevados, que empezaban a ser víctimas de la fatiga y del desaliento, conscientes de que el fracaso de la negociación entre Armada y Tejero había impedido un desenlace favorable del secuestro y de que a cada momento que pasaba era más difícil que el ejército acudiera en su auxilio; pero, además de proporcionar una momentánea dosis de moral a los rebeldes -permitiéndoles creer que por fin la Brunete se había unido al golpe y que aquel destacamento era sólo la cabeza de puente del esperado movimiento general-, tan pronto como se puso a las órdenes de Tejero Pardo Zancada se concentró en la tarea de insubordinar otras unidades: provisto de un listín telefónico de la división que se había procurado en el Cuartel General y saltando de teléfono en teléfono a medida que quienes dirigían el asedio al Congreso le cortaban las comunicaciones con el exterior hasta dejar únicamente cuatro o cinco aparatos en funcionamiento de los ochenta de que disponía el edificio, Pardo Zancada habló (desde un despacho de la planta baja del edificio nuevo, desde la centralita, desde las cabinas de prensa) con numerosos jefes de la Brunete dotados de mando en tropa; tras dar novedades a San Martín llamándole al Cuartel General, habló con el coronel Centeno Estévez, de la Brigada Mecanizada II, con el teniente coronel Fernando Pardo de Santayana, del Grupo de Artillería Antiaérea, con el coronel Pontijas, de la Brigada Acorazada XII, con el teniente coronel Santa Pau Corzán, del Regimiento de Caballería Villaviciosa 14


    30. No hubo ninguna otra adhesión, nadie se atrevió a desobedecer al Rey, los coroneles liderados por San Martín o vinculados a San Martín decidieron permanecer agazapados a la espera de una ocasión más propicia y, tras convencerse de que tampoco podía hacer nada por Tejero y por Pardo Zancada (o de que lo mejor que podía hacer por ellos era precisamente abandonarlos, para provocar su rendición y terminar con el secuestro), Milans admitió su derrota

    31. Eran las cuatro y media de la mañana del día 24 y el golpe no había terminado aún, pero sí había mudado definitivamente su naturaleza: hasta entonces había sido un problema político y militar; a partir de entonces, fracasado el golpe blando de Armada y Milans y su intento de conversión sobre la marcha en el golpe duro de Tejero, ya era sólo un problema de orden público: todo consistía ahora en encontrar una salida sin violencia al secuestro del gobierno y de los diputados


    32. y la realidad era que a aquellas alturas de la madrugada -a medida que tras la comparecencia del Rey en televisión caían en cascada las condenas al golpe de las organizaciones políticas, sindicales y profesionales, de los gobiernos autonómicos, de las alcaldías, de las diputaciones, de la prensa y de un país entero que había permanecido en silencio hasta que vislumbró el fracaso de los golpistas- el interior del Congreso empezaba a estar maduro para la capitulación, o eso era al menos lo que pensaban quienes dirigían el cerco al edificio y habían abandonado ya la idea de asaltarlo con grupos de operaciones especiales por temor a una escabechina y concluido que bastaba dejar correr el tiempo para que la falta de apoyos externos hiciese sucumbir a los secuestradores: salvo los principales líderes políticos, aislados durante toda la noche en otras dependencias del Congreso, los parlamentarios permanecían en el hemiciclo, fumando y dormitando e intercambiando en voz baja noticias contradictorias, a cada minuto que pasaba más seguros de la derrota del golpe, vigilados por guardias civiles que intentaban hacerles olvidar los ultrajes de los primeros instantes del secuestro tratándolos con mayor consideración cada vez porque cada vez estaban más desmoralizados por la evidencia de su soledad, más diezmados por el sueño, la fatiga y el desaliento, más arrepentidos de haberse embarcado o haberse dejado embarcar en aquella odisea sin salida, más asustados ante el futuro que les aguardaba y más impacientes por que todo acabase cuanto antes


    33. Lo hizo solo, urgente, ignorando a los soldados alineados en el patio, pero al cruzar la verja de entrada y dirigirse hacia su coche oficial advirtió la presencia del general Armada y, porque en algún momento de sus largas horas de encierro a solas en el cuarto de los ujieres había oído que el antiguo secretario del Rey estaba negociando una solución al secuestro, Suárez se desvió hacia él, lo saludó calurosamente y casi lo abrazó, convencido de que el hombre a quien siempre había considerado un golpista en potencia y en los últimos tiempos el promotor de vidriosas operaciones políticas contra el gobierno había sido a la postre el responsable de su liberación y del fracaso del golpe


    34. Comparado con el secuestro que acababan de realizar, eso le parecía una tontería


    35. Estaba progresando un poco cuando la extorsión se convirtió en secuestro


    36. Hizo una corta pausa mientras en la pantalla hacían su aparición las imágenes del secuestro en plena calle tomadas por el pequeño cameraman que se encontraba a su lado ese día, y al poco continuó:


    37. Podría usar su secuestro como una excusa para ir a la guerra, en cuyo caso a tu hombre lo ejecutarán antes de que puedas pestañear


    38. Que el teniente Byrd había asistido a una de las audiencias de su acusación de intento de secuestro


    39. —¿Recuerda haber leído en los periódicos el caso del secuestro de Armstrong?


    40. —Tiene esta relación, madame: el hombre asesinado es el responsable del secuestro y asesinato de la chiquilla de mistress Armstrong

    41. Recuerdo muy bien lo que hizo por nosotros durante la guerra y cómo logró liberar al Primer Ministro de su secuestro, verificado de manera tan hábil


    42. Cuando oyó comentar que un grupo de juristas respaldaba a los familiares de los muertos en una querella contra el Teniente Ramírez y sus hombres por delitos de allanamiento, secuestro, apremios ilegítimos y homicidios calificados, señaló al Cardenal como responsable de esa monstruosidad y opinó que el Papa debiera destituirlo, porque el campo de acción de la Iglesia debe ser sólo espiritual y en ningún caso los sórdidos acontecimientos terrenales


    43. Robo de automóvil y secuestro


    44. –¡Esto es un secuestro! ¡No pueden hacer eso! Howard miró al ruso, indignado, y sintió un profundo odio en las entrañas


    45. El Consejo de Seguridad había propuesto, y la Asamblea General había aprobado con los dos tercios de los votos requeridos, que en el caso de un secuestro, la nación o las naciones afectadas seguirían su propia política nacional


    46. Por tanto, como acababa de declarar el pobre padre, si el móvil del secuestro era el dinero —y él prefería no sospechar otra cosa peor—, constituía una trágica equivocación


    47. ¿Qué esperaban los responsables locales del Gobierno para aplicar una ley que ya existía? Sin embargo, él encontraba un motivo de consuelo en todo aquel asunto del secuestro: la investigación había sido encomendada al eficiente Filippo Minutolo, de la Jefatura Superior de Montelusa, y no al comisario Montalbano, más conocido por sus discutibles genialidades y opiniones poco ortodoxas —a menudo decididamente subversivas— que por su capacidad para resolver casos


    48. Imposible que aquella pobre mujer y aquel desventurado atado a una cama tuvieran alguna relación con el secuestro


    49. —Hacia las diez de la mañana del día siguiente del secuestro


    50. Las acusaciones y las recriminaciones volaban en todas direcciones, y se habían propuesto las teorías más fantásticas para explicar el secuestro de la Galaxy














































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    secuestro in English

    sequestration abduction kidnapping

    Sinonimi per "secuestro"

    detención encierro reclusión