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sublimidad frasi di esempio
sublimidad
1. patalearon, expresando en su ignoto lenguaje que comprendían la sublimidad del momento;
2. atiendeMalambruno; pero, porque la alteza y sublimidad del camino no les causeváguidos, se
3. seconsideran la sublimidad de la misión de algunos individuos de
4. la muerte, la sublimidad en elhorror
5. ladisciplina y ennoblecido por la sublimidad del objeto de la lucha,habría vuelto un
6. donde seven en unión completa la sublimidad y la energía
7. Narcisa, más convencida que nunca de la importancia de su persona y dela sublimidad de su talento, se engolfaba en lamentaciones augurales,presagiando que el regreso tan festejado del marino había de
8. pueden ver la sublimidad de la escena ni pueden sentir elpasmo aterrador de los que por vez
9. comprendía la sublimidad de losmisterios dogmáticos, sino también la misteriosa relación de la
10. La concisa sublimidad [259] de su empeño parecía una burla, y sin embargo, en aquella epopeya de lo increíble, semejantes burlas solían parar en realidad
11. Voy entendiendo que la sublimidad es una exótica planta que sólo crece en esas estufas que llamamos tratados de retórica, y que es locura pretender criarla en la intemperie de nuestra vida
12. Tráiganme el Pegaso, el Clavileño o cualquier hipogrifo nacido en las yeguadas de la sublimidad
13. El mismo, el viejo Harry había sido un Goethe así burguesmente idealizado, un héroe espiritual de esta clase con nobilísima mirada, radiante de sublimidad, de espíritu y de sentido humano, lo mismo que de brillantina, y emocionado casi de su propia nobleza de alma
14. El dios que flota en lo alto merece el atributo de la Sublimidad Inaccesible
15. Homero ve la grandeza y la debilidad conjuntamente, el honor y el deshonor, la sublimidad y los terribles estragos de la guerra
16. La sencillez de esa sublimidad sobrecogió a Hanlon
17. Levin presentía que en el alma de ella nacía y se desarrollaba algo cuya grandeza y sublimidad escapaba a su comprensión
18. Pero miss Glowston era demasiado indulgente con usted y la perdonó leyéndole una tarde en un parque uno de los cantos más sublimes de Childe Harold -There was a sound of revelry by night- que usted escuchaba transportada, más que por la intrínseca sublimidad, por la leyenda bajo la cual miss Glowston le había ardorosamente presentado a Lord Byron