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    zoco frasi di esempio

    zoco


    1. En el zoco había un ambiente


    2. se revolvieron con los morosen el Zoco y hobieron una gran cuestión, la cualfué causa que la


    3. laparte del Zoco donde los moros hacían el mercado,pasó una compañía de arcabuceros para


    4. Gacel permaneció muy quieto en el centro del zoco, desconcertado y sin saber qué actitud adoptar, hasta que uno de los pasajeros que se alejaba en dirección opuesta con una maleta al hombro, otra en la mano y un rollo de alfombras bajo el brazo, le dio una idea


    5. Ni que decir tiene que, desde que se estableció en la almunia y se sintió en su casa, hizo instalar al final del caminal, que ella bautizó como paseo de la Huida, un esqueleto de madera y alambre que vino a ser la copia exacta del palomar de Toledo, y donde alojó a sus queridas palomas, la que trajo consigo en su huida, las que compró posteriormente en el zoco de la ciudad y finalmente las que se hizo traer desde los aledaños de Sevilla


    6. Fuéronse adentrando en la ciudad y encaminaron sus pasos a la antigua alhóndiga{230} en la que se habían hospedado la última vez, conocida como la del Caballo Rojo; allí descabalgaron y tras hacer Simón los tratos pertinentes con la mujer del posadero, dejó que Seisdedos alojara las cabalgaduras en una cuadra adyacente y, luego de tomar posesión de su piltrofa{231} y dejar en ella sus pertenencias, se dirigieron al zoco, pues era día de mercado y Simón no cejaba jamás en el empeño que era el motivo y fin de su viaje, que no era otro que el de encontrar algún rastro de la huella que pudiera haber dejado la familia de los Ben Amía


    7. Simón y Domingo se introdujeron en el lugar, que a aquella hora estaba atiborrado de una parroquia de comerciantes y tratantes de mulas que aspiraban a ajustar los precios de sus mercancías o bien celebrar los acuerdos obtenidos momentos antes en el zoco, e intentaron llegarse hasta donde una mesonera de buen ver escanciaba, mediante una abombada jarra, en los vasos de latón de los afortunados parroquianos que habían podido alcanzar un lugar junto a los tablones que hacían las veces de mostrador ubicados al fondo del garito, el dorado u oscuro líquido, según fuera el gusto del solicitante, que manaba de las primitivas espitas de madera de unos viejísimos toneles de roble


    8. De esta guisa ganaron la calle y se perdieron entre la torrentera de gentes que, tras realizar en el zoco sus transacciones, regresaban a sus comunes avíos


    9. Después de esto encendieron las velas, quemaron maderas olorosas e incienso, y volvieron a beber y comer todas las golosinas compradas en el zoco, sobre todo el mandadero, que al mismo tiempo decía versos, cerrando los ojos mientras recitaba y moviendo la cabeza


    10. ¿De quién quieres apoderarte?" Y el visir le contestó: "Solamente de un pastelero del zoco"

    11. Pero precisamente en aquel instante el visir Ben-Sauí pasaba a caballo por el zoco de las esclavas, y vió a Alí-Nur de pie al lado del corredor, y a éste pregonando un precio


    12. Un día, a principios del otro año, fué al mercado, según su costumbre; pero encontró todas las tiendas cerradas, lo mismo que la puerta principal del zoco


    13. Y se celebró la ceremonia del casamiento, y yo quedé de eunuco de mi amita, y desde entonces tuve que ir precediéndola por todas partes, cuando iba al zoco, o cuando iba de visitas o a casa de su padre


    14. El segundo día fué al zoco de los mercaderes, y recorrió las tiendas, y fué a ver al jeique, a quien entregó una gran cantidad de dinares para que los repartiese entre los forasteros pobres


    15. Al cabo de un mes de viaje llegaron a la capital de las Islas del Alcanfor y el Cristal, y al entrar en el gran zoco de los mercaderes, notó el príncipe Diadema que disminuían sus preocupaciones, animándose su corazón con alegres latidos


    16. Colocaron los fardos en los almacenes, y después de haber descansado cuatro días, fueron a visitar a los mercaderes del gran zoco de la seda


    17. Entonces se levantaron, hicieron sus abluciones, cumplieron los deberes de la oración, y en cuanto se abrió el zoco, marcharon a su tienda y la abrieron por primera vez


    18. Al día siguiente, el síndico Schamseddin, antes de llevar a su hijo al zoco, le hizo entrar en el hammam


    19. Muerto su padre, siguió Alischar comerciando en la tienda princi­pal del zoco, y cumplió a conciencia los encargos paternales, especial­mente en lo que se refería a sus relaciones con los demás


    20. Prosiguieron andando así hasta llegar a la entrada del zoco

    21. El zoco estaba lleno de gentes que vendían y compraban; y por delante de las tiendas se amontonaban maravillosas mercancías


    22. Pero el emir Muza y sus acompañantes notaron que todos los compradores y vendedores, como también cuantos se hallaban en el zoco, habíanse deteni­do, cual puestos de común acuerdo, en la postura en que se les sor­prendieron; y se diría que no esperaban para reanudar sus ocupaciones habituales más que a que se ausentasen los extranjeros


    23. Y para hacer aún más significativa tan desdeñosa actitud, reinaba un silencio general al paso de los extraños hasta el punto de que en el inmenso zoco abovedado se oían resonar sus pisadas de caminantes solitarios entre la quietud de su alrededor


    24. Y de esta guisa recorrieron el zoco de los joyeros, el zoco de las sederías, el zoco de los guarnicioneros, el zoco de los pa­ñeros, el de los zapateros remendones y el zoco de los mercaderes de especias y sahumerios, sin encontrar por parte alguna el menor gesto benévolo u hostil, ni la menor sonrisa de bienvenida o burla


    25. individuos tan exquisitos en el zoco de los tejedores!"


    26. Y la joven echó a andar detrás de la vieja taimada, hasta que llegaron ambas al zoco principal de los mercaderes


    27. ¡Y desde lejos se oía resonar el zoco abovedado, al paso de la joven, el ruido de los cascabeles de oro de sus pies delicados y el tintineo de los cequíes de su cabellera, tan melodioso y cadencioso, que se diría una música de cítaras y timbales sonoros!


    28. "El caso es que, al ver que mi estancia en Bagdad comenzaba de manera tan triste, pensé para mi ánima: "¡Más te hubiera valido ¡oh pobre! morir en una cárcel dentro de tu país que en medio de esas gen­tes a quienes no les gusta el agua!" Y mientras me obstinaba en tales pensamientos, vi de pronto levantarse en el zoco una gran polvareda y correr gente en cierta dirección


    29. Y eran vecinos uno de otro en el zoco, porque se tocaban las puertas de sus tiendas


    30. Entonces Abu-Kir y Abu-Sir bajaron a tierra y fueron a alqui­lar en un khan una vivienda pequeña, que se apresuró a amueblar el barbero con una estera nueva comprada en el zoco de los estereros, y dos mantas de lana

    31. Y acabó por elegir una inmensa tienda abovedada, que estaba situada en medio del zoco, y dijo: "¡Este sitio es excelente!" Al punto los arquitectos y los mozos echaron al propietario, y comenzaron en seguida a demoler por un lado y a edificar por otro, y tanto celo pusieron en el cumplimiento de su tarea a las órdenes de Abu-Kir, que les decía desde su caballo: "¡Haced aquí tal y cual cosa, y allá tal y cual otra!", que en muy poco tiempo terminaron la construcción de una tintorería que no tenía igual en ningún lugar de la tierra


    32. Y le di las gracias por su generosidad, y bajé a tierra y me dirigí al zoco de los joyeros


    33. Y se excusó con la joven por no poder ofrecerle nada mejor, diciendo: "¡Por Alah, oh mi señora! que si es­tuviese yo en El Cairo, mi ciudad, te alojaría en un palacio digno de ti! Pero te repito que aquí no soy más que un extranjero! ¡Y para aten­der a nuestras necesidades, sólo llevo encima lo justo con lo que pagar este alojamiento!" Ella se sacó del dedo una sortija que tenía engastado un rubí de gran valor, y le dijo: "Toma esto, y ve a venderlo al zoco


    34. Al otro día, cuando se terminaron las excelentes provisiones, Ala­dino, sin querer recurrir tan pronto a la lámpara, para evitar a su madre disgustos, cogió uno de los platos de oro, se lo escondió en la ropa, y salió con intención de venderlo en el zoco e invertir el dinero de la venta en proporcionarse las provisiones necesarias en la casa


    35. ¡Y deja para mí el cuidado de complacer al rey! Y he aquí que, en cuanto la madre salió para ir al zoco a comprar las provisiones necesarias, Aladino se apresuró a encerrarse en su cuarto


    36. Al pun­to fué al zoco de los herreros y se presentó a aquel cuya tienda le ha­bían indicado todos los transeúntes


    37. Pero aun fué más cuando llegaron a la puerta del zoco


    38. Allí los transeúntes dejaron en absoluto de circular, y unos se acercaban para besar las manos a Kamar, después de las zalemas al padre, y otros exclamaban: "¡Ya Alah! ¡El sol sale por segunda vez esta mañana! ¡La tierna media luna de Ramadán brilla sobre las criaturas de Alah! ¡La luna nueva aparece en el zoco hoy!" Y así se expresaban por doquiera, absortos de admiración, y hacían votos por el adolescente, aglomerándose en muchedumbre alrededor suyo


    39. Y por más que el padre, lleno de cólera reconcentrada y de con­fusión, les apostrofaba y denostaba, ellos no hacían caso y seguían contemplando la belleza extraordinaria que hacía su milagrosa entrada en el zoco aquel día de bendición


    40. Y la tienda se convirtió en el punto de parada del zoco entero y la aglomeración de grandes y pequeños se hizo más intensa de hora en hora porque los que habían visto querían ver más, y los que no ha­bían visto se obstinaban con todas sus fuerzas en ver algo

    41. Y como hoy es día de mercado en el zoco de las acémilas, te será fácil escoger por ese precio el más hermoso de los asnos


    42. Y en efecto, era Samarcanda al-Ajam, la propia ciudad en que ahora reina tu glorioso hermano Schahzamán, ¡oh rey del tiempo! Y al día siguien­te al de su llegada el príncipe Hossein se presentó en el zoco, que en la lengua del país se llama Bazar


    43. Y apretando en mi mano los dichosos cinco dracmas, eché a correr hacia el zoco principal, mirando con mis ojos y olfateando con mi nariz por todos los lados para elegir lo que iba a comprar


    44. Y fué al zoco de los huevos, abrigando esta intención


    45. Al pasar por el zoco de los orfebres y de los joyeros, se encontró con un judío conocido suyo, que le preguntó: "¿Qué llevas ahí?" El hombre contestó: "¡Una gallina con su huevo!"


    46. Así, pues, ¿qué mejor manera de colocar ese depósito que confiándote buena parte de él, a fin de que lo hagas fructificar?" Y empezó por darle un saco de mil dinares de oro, le hizo vestir trajes suntuosos, y añadió: "Mañana por la ma­ñana montarás en mi mula más hermosa y te presentarás en el zoco, donde me verás sentado entre los mercaderes más importantes


    47. Vi el Zoco grande, concurrido de tantos mercaderes y de la pobretería pintoresca de derviches, juglares, mendigos y fascinadores de serpientes; admiré el Marchan con lindas casas europeas; descendí por la calle principal al Zoco chico, hervidero de judíos, de españoles y de otros europeos que han traído las modas haraganas de cafés y cantinas; seguí hasta el puerto, donde vi los cárabos y faluchos que hacen la navegación [85] del Estrecho, y algún vapor de Marsella o Gibraltar; vi la Aduana opulenta con tantísimos ganapanes afanados en el mete y saca de fardos y cajones; salime luego por la puerta que da paso a la playa; corrí por las arenas de ésta, viendo la cáfila interminable de moros campesinos que llegan diariamente al mercado seguidos del burro y la familia, con cargas míseras de carbón o de leña, y por allí anduve largo rato considerando cuán intensa y lacerante es la pobreza de este pueblo marroquí, y qué poco alivio recibe de la civilización europea, por la castiza inflexibilidad y resistencia del carácter berberisco


    48. Malik detuvo el coche a pocos metros del zoco, y una decena de niños desgreñados se agolpó a la puerta, vociferando en árabe


    49. Francesca anhelaba que regresase y que le hablara, quería estar segura de que no la culpaba por la escena en el zoco, que sinceramente creía que el comportamiento del oficial de la policía religiosa había sido cruel e insensato


    50. –Supe lo de su lamentable encuentro con la mutawa en el zoco -aclaró el rey, evidenciando que nada que ocurriese en su reino le era ajeno








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