1.
novio la besaba y le metía los dedos en su delicado y sonrosado coñito, o el borracho
2.
gordo, fofo, borracho, violento y a hostias con todo el mundo, enemigo del mundo,
3.
peor: borracho y pendenciero
4.
borracho queninguno—la verdad que se encierra en aquel
5.
cayéndose de borracho y con un jarro devino en la mano, y el
6.
el diablo estando borracho
7.
Una mañana, después de estos excesos, a la hora en que en las tinieblasdel alma del borracho
8.
y con los dientes; él,golpeaba cruel, despiadado, borracho ahora
9.
más de ser un borracho y unembustero, supongo
10.
El borracho insistió tratando de abrazarle por las piernas paralevantarle
11.
Estaba tan borracho, que se le cerraban los ojos y su voz
12.
en esta guisa pondrá elgrito en el cielo, tratándome de borracho y correntón
13.
mientras el Bobo y el borracho callaban, anonadados por elaccidente
14.
Iba borracho, más sucio y abandonado que otrasveces
15.
le prohibió oír los golpes que descargaba en la puertatodas las noches el borracho de don Santos
16.
No estaba borracho, pero se sentía mal y
17.
La mujer se asomaba a la ventana con una luz, y el borracho, entonces,entraba en su casa
18.
con un musiquillo borracho, del que se reíantodos, hasta la turba
19.
miraque cuando estás borracho, y ahora tienes una mona
20.
cuando el remendón volvía borracho a casa a altas horas de lanoche, sostenido por los
21.
Potaje, que estaba ya borracho, asentía con entusiasmo a todo lo dichopor el
22.
Borracho del todo nunca lo había estado Bonifacio; un poco más quealegre, sí, aunque no
23.
borracho, un haragán y un libertino, váyaseenhoramala
24.
Éste le dió la razón al borracho, y no sólo le recomendó que bebieratodos los días un poco de aguardiente, sino que le recetó una medicinahecha con ron
25.
algo así como un borracho perdido tratando de lucirse en artes amatorias
26.
Ni borracho afirmaría que estos engendros están emparentados con las amebas
27.
El tipo, debía dudar de que un fulano como yo, que andaba jugando a ser el ángel de la guarda de un borracho perdido, pudiese tener esa cantidad de dinero encima
28.
–, y, finalmente, el personal de mi estudio de sincronización, con el presidente de la empresa y el comisionado de relaciones públicas -completamente borracho ya-
29.
Aparte de un borracho, eran las únicas personas que se hallaban en el andén
30.
Sus alambicadaseses de borracho le habían dado el aire perfecto de un apuesto húsar y por eso le había parecido un alma sencilla sin doblez alguna
31.
El doctor no podía darse enteramente cuenta de si estaba borracho
32.
También los habitantes actuales de la tierra de Jemet intuyen como ésta se tambalea al igual que un borracho y, precisamente por eso, cubrirán con un sudario de silencio los muertos de las últimas semanas
33.
Entonces, nos dimos cuenta de que una secretaria muy trabajadora que contestaba al teléfono docenas de veces al día, que escuchaba a veinte esposas lloronas, que tomaba disposiciones para hospitalizar a diez principiantes y para conseguirles padrinos, y que trataba de manera muy diplomática al borracho iracundo que se quejaba de cómo ella hacía su trabajo y de lo excesivo que era su sueldo, a ella difícilmente se le podía considerar como una profesional de A
34.
después, borracho y descalzo, mi pie (izquierdo) recogió todos los cristales, y el médico, mientras me lo abría sin ponerme siquiera anestesia, mientras buscaba los malditos cristales, me preguntó: —oiga, ¿anda usted siempre por ahí sin saber lo que hace? —casi siempre, nene
35.
En ese momento cruzó la calle el viejo Vítale, un borracho que solía mendigar en los alrededores de la estación
36.
Un poco borracho, el violinista Graciani declaró que tal vez todo aquello estaba escrito, en cuyo caso, las dos copas eran las de la fatalidad
37.
—¿Te encuentras bien? No me había dado cuenta de lo borracho que estaba Todd
38.
Se enteró de que había muerto hacía varios años en un accidente de automóvil, con un hombre que conducía completamente borracho
39.
Y, en efecto, cierto domingo, cuando pasaba la bandeja en la iglesia, cayó redondo, completamente borracho al parecer
40.
Rogelio pasó sus últimos años vagando borracho por las calles
41.
—¿Ha oído hablar de las «Siete Estrellas»? No es un sitio recomendable, y el tabernero, Enrique Carter, un individuo de lo más bajo, que pasaba la mayor parte del día borracho
42.
El pirata, que ya estaba borracho, se puso a beber con nuevo ardor, tragando el ardiente líquido como si fuese agua, alternando las imprecaciones con estruendosas carcajadas
43.
Tambaleaba un poco el oficial, pero no de borracho, puesto que nunca bebía en horas de servicio
44.
Tardó una eternidad en reconocer el sonido, darse cuenta dónde se encontraba y verse en el suelo, desnudo, mojado de orina, de vómito y de llanto, borracho, aterrorizado
45.
Fue a la cuna de plata tambaleándose como un borracho, tomó a la pequeña Aurora en bra-zos, la llevó hasta la cama y la acercó al rostro de Lynn, para que dijera adiós a su madre
46.
Un oficial medio borracho de la Kripo{113} le había confesado que cuando nombraron a aquella bestia gobernador de Franconia había hecho cortar las hierbas del jardín de su casa de campo con los dientes a un grupo de presos políticos{114}
47.
Estaba completamente borracho, y Laurent le mantenía sentado en la silla a duras penas, mientras llamaba a Ignacio a gritos para que le ayudara a sacarlo de allí
48.
De todos modos, no parece una alucinación de borracho
49.
Después, en todos los clubs londinenses se comentaba jocosamente que lo más extraordinario del hecho no era que Norrell hubiera tratado de apropiarse de las cartas, sino que un libertino y un borracho como Scrope Davies tuviera una Biblia
50.
¿A todos? En la habitación sólo estaba ella y aquel hombre parecía borracho
51.
Osbert, borracho con el vino de la victoria y tomando ventaja de su posición, comenzó a hablar
52.
Pero dado lo borracho que había estado su hermano por la tarde, Al se atrevió a suponer que ya dormía profundamente
53.
¿Por qué crees que soportan mis incoherentes sermones y mis misas, trufadas de imprecaciones y delirios de borracho? ¿Por qué vienen todos? ¿Por qué nadie ha pedido mi destitución al obispo? Sencillamente, porque me temen, Brodeck, porque me temen y temen lo que sé sobre ellos
54.
De modo que, si rompía accidentalmente algún vaso al levantarlo, o una puerta rebotaba en la pared al abrirla, la gente suponía que estaba borracho
55.
Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba borracho
56.
El borracho había pedido una de las mejores habitaciones y deseaba pagar en efectivo, de modo que Dante le había cobrado por la mejor habitación y le había dado una estándar
57.
Sacome de aquel estado soñoliento un fuerte golpe que me dieron en el cuerpo, y no tardé en verme rodeado de algunas personas, una de las cuales dijo examinándome de cerca: «Está borracho»
58.
¿Es que no puedes dejarnos en paz? ¿Pero qué cojones te pasa? Eres un borracho, y tu hermano un retrasado mental
59.
-¡José, José -exclamó Bragas alzando la voz-, es un borracho! No se tiene lealtad con los borrachos
60.
El borracho hizo una mueca, dejando a la vista dos hileras de ennegrecidos y carcomidos dientes:
61.
Si Harold no hubiese estado borracho antes de la batalla de Hastings, tal vez hubiera salido vencedor; o si el caballo de Ricardo III no se hubiese metido en aquel atolladero, el frente real de los de York hubiera seguido avanzando
62.
Para colmo de humillaciones, ni siquiera quedaba al frente de la guarnición de la ciudad, sino como subalterno de un tal Mañas, nombrado jefe de la plaza, el cual era un viejo borracho que pasaba la mitad del tiempo durmiendo y la otra mitad jugando a las cartas
63.
En cuanto al borracho de Mañas que tenía en Solsona una sombra de autoridad, harto beneficio le hacían en no ahorcarle
64.
Un esclavo algo borracho se les acercó cuando pasaban ante el despacho
65.
y yo le apreté la manga con fuerza creyendo que tal vez podríamos partir todavía y no podíamos, con qué dificultad se curvan las espaldas, con qué dificultad los brazos, con qué dificultad las piernas se mueven, en el sitio de la Estrada Militar no hay soldados marchando con un oficial y un tambor al frente, sino chabolas de negros y gitanos, de gitanos y de negros, sin una luz salvo la de los dientes y la de la baba de los perros tan enclenques como ellos, barracas con trozos de cartón, con tablas, con duelas de barricas, con maderas de andamios, mujeres descalzas calentando cazos en las piedras, niños con rostros como charcos, cieguitos, aun en septiembre un lodazal de lluvia, pobres de vosotras que habréis de entrar a la iglesia (y yo encerrada en el ataúd) y al empujar la antepuerta las llamas de los cirios se inclinarán trémulas hacia vuestro luto que dura lo que una misa y un entierro y habréis de mediros, indecisas, ¿A cuál de nosotras le tocará, Manuela?, ¿A cuál de nosotras le tocará, Luisa?, el cementerio lleno de maridos que no esperaron, que no esperan, ¿Oyes la tormenta?, no es que yo tenga miedo, tú sabes que no tengo miedo, de qué sirve tener miedo, pero habla conmigo, pero quédate ahí un rato, pero no cuelgues todavía, en Ericeira encendía la salamandra al atardecer, el viento en los pinos me aterraba, por la ventana de la sala la colina bajaba hacia las dunas y la arena brillaba, las olas me rompían los huesos en la muralla, mis sobrinos seguían en bicicleta hacia el agua que la bandera roja prohibía, había un café desierto, con grandes letras pálidas, en la cima del farallón, nadie frecuentaba aún la playa de Sao Lourenço, sólo habitada por raras gaviotas, ningún veraneante, ninguna sombrilla, ningún bañista, adolescentes lejos de sus padres saltando por las rocas, y ellas proyectando partidas de canasta, proyectando excursiones a Sicilia, a Yugoslavia, a Leningrado, a Egipto, ¿No te parece, Maria Antonia?, y yo que sí con la cabeza, imaginando un autobús de visitas que tejen por Europa, Sicilia claro, Yugoslavia claro, Leningrado claro, tiene un museo estupendo, Egipto, las pirámides, la Esfinge, y por qué no una excursión a Benfica, y por qué no una excursión a lo que fuimos, bodas, procesiones, bailes de carnaval, partidos de hockey, el lobo de Alsacia de mi padre, encerrado y soltando aullidos, en una jaula, y después de salir las visitas, con sus Sicilias y sus museos, mi sobrino, de espaldas a mí, observando el mercado nuevo, Si la tía no quiere ponerse en tratamiento de quimioterapia no se pondrá, no se preocupe, y yo a él ¿Cuánto tiempo, hijo mío?, y él, cambiando los cacharros de posición, No lo sé, y entonces lo vi sentado en la Quinta do Jacinto, bajo un nogal seco, él, que vivió en Londres, que trabajó en Londres, que tenía ocho canales de televisión y una criada española, ni de la existencia de la Quinta do Jacinto sabía, viviendas con dalias mustias en el otero de Alcántara, el borracho que irrumpía en la sala de costura asegurando Yo vuelo, la modista que lo amenazaba con la plancha y después, ya más calmada, La niña disculpe pero es por culpa de estas cosas y otras más que tengo el corazón hecho una pena, y mi sobrino, con la cartera en las rodillas, en espera de la noche para entrar en casa como yo espero el día para entrar en la muerte porque, no sabiendo gran cosa, sé que moriré de día, durante las primeras horas del día, con un vecino médico, llamado con tal urgencia que ni tiempo tuvo de peinarse, que me auscultó el corazón parado pensando que lo oía cuando lo que realmente oía era el cangilón del ascensor, y conmigo morirán los personajes de este libro al que llamarán novela, que en mi cabeza, poblada de un pavor del que no hablo, tengo escrito y que, según el orden natural de las cosas, alguien, un año cualquiera, repetirá por mí del mismo modo que Benfica se ha de repetir en estas calles y fincas sin destino, y yo, sin arrugas ni canas, cogeré la manguera y regaré, por la tarde, mi jardín, y la palmera de Correios crecerá de nuevo antes que la casa de mis padres y que el molino de zinc pidiendo viento, y mi hermana, viuda también y sin el pecho izquierdo, amputada del pecho por un cáncer, un cáncer como el mío, un cáncer, un cáncer, No es que yo tenga miedo a las tormentas, hay pararrayos por todas partes y además de qué sirve tener miedo, pero no cuelgues todavía,
66.
Esto es tan peregrino como el llamar borracho a José Bonaparte, que no lo cataba
67.
¡Estoy borracho! Aunque vivo de pan, me emborracho con el aire fresco
68.
»Pues bien, para acabar con esto, señor Holmes, y no abusar de su paciencia, llegó una noche en la que hizo una de aquellas salidas de borracho y no regresó
69.
Últimamente, Toller está bebiendo mucho, y ayer por la tarde estaba borracho perdido; y cuando subí las escaleras, encontré la llave en la puerta
70.
-Era un tipo de borracho fuera de lo corriente, y si no hubiéramos estado tan ocupados, a estas horas se encontraría en la comisaría
71.
Drebber solía estar borracho la mitad del tiempo, pero a Stangerson no era posible sorprenderlo nunca dormitando
72.
Al mirar por la ventanilla hacia el interior del coche, vi que Drebber estaba muy acurrucado durmiendo su sueño de borracho
73.
Venía por el medio de la avenida recitando para sí mismo o para los demás una perorata ininteligible, con la voz de un borracho predicador de subasta
74.
—Al menos, él murió a tiempo de que yo nunca lo viera borracho, cogiendo zorras por las orejas y lobos por la cola
75.
Por lo visto estaba bastante borracho y las demás le habían dicho que ni hablar
76.
Eran las reflexiones que solían hacerse los investigadores de la muerte: ¿y si? ¿Y si la persona no hubiera decidido comprarse una cajetilla de cigarrillos en aquel establecimiento donde casualmente dos atracadores armados mantenían como rehén al dependiente en la trastienda? ¿Y si alguien no hubiera decidido salir a vaciar la caja donde duerme el gato justo en el momento en que un recluso evadido de la cárcel estaba cerca de su casa? ¿Y si alguien no se hubiera peleado con su amante y se hubiera alejado hecho una furia en su automóvil justo en el momento en que un conductor borracho doblaba una esquina circulando en contra dirección?
77.
Miguel, estúpidamente, convirtió a Basilio en emperador asociado en el 866 y pronto recibió la recompensa por sus acciones, porque en el 867 Basilio le hizo asesinar cuando estaba borracho
78.
Lentamente se levantó y caminó hacia la puerta con la inseguridad de alguien que está borracho o atontado
79.
Entonces aparece la figura del morisco borracho, el individuo que, apartado de la cultura del vino por el radicalismo precedente, no sabe ya beber con moderación
80.
¡Ella que necesitaba tanto silencio para organizar sus pensamientos! ¡Y el ruidero que reinaba en la nave que no le ayudaba para nada! Niños corriendo por todos lados, los mariachis ensayando Amorato corazón con un cantante que era la reencarnación de Pedro Infante, los esposos sustitutos ensayando su numerito con las vedettes, la abuelita de Cuquita ensayando a tientas una puntada de gancho, el borracho esposo de Cuquita ensayando sus vomitadas, los gallos ensayando su kikiriquí, y el «coyote» cuerpovejero -que le había vendido su nuevo cuerpo- ensayando sin buenos resultados un intercambio de almas entre una vedette y un gallo
81.
Un célebre residente del Hospital General fue sacado de la cama una noche para examinar a un borracho que había traído la policía
82.
Bien, esté borracho
83.
En sus antecedentes figura que en una operación de vigilancia estaba tan borracho que se durmió y se meó en los pantalones
84.
Se permitía la bebida: a un investigador borracho acurrucado en el asiento trasero de un auto se lo trataba con la misma amabilidad que a una abuela achacosa
85.
Las toses de la fondera, para darles a entender que los dejaba a solas y sus improperios al encontrar a Vásquez completamente borracho, tirado en el patiecito oloroso a rosas de cachirulo que seguía a la trastienda, coincidieron con nuevos llantos de Camila
86.
Sexo de borracho… Sexo de ahorcado… ¡Tú, Cara de Ángel! ¡Sexo de moco de chompipe!… «La bestia no se equivoca de una cifra en este libro de contabilidades sexuales», fue pensando
87.
Una noche en que este importante funcionario no daba foco con artistas, falla que puede ocurrir por inexperiencia, libación o falta de pago, y llevaba la luz del lado contrario del debido, iluminando vacíos, gritóle Rubió, que a veces tenía gracia cuando estaba borracho: -¡De tanto andar de derecha a izquierda acabará usted en escéptico, luciérnaga! ¡En escéptico, mi amigo! – ¡Lo será su señora mamá! – le contestó, muy uva, el electricista
88.
"Un anoche, cuando salí de la taberna, borracho como siempre, había una riña en la esquina
89.
El propio lord Kelvin, borracho como una cuba en un banquete, declaró que aquello era uno de los mayores descubrimientos científicos de todos los tiempos
90.
Parecía estar un poco borracho y al principio no se acordaba bien de mí, pero luego sus rasgos se fueron iluminando poco a poco
91.
Las zapatillas deportivas se me llenaban de sudor hasta tal punto que chapoteaba dentro de ellas como si hubiera metido los pies en un charco”; de cuando un dentista borracho le sacó una muela del juicio en Baytown, Texas, “sangre por todas partes, y trocitos de muela en el agujero de la encía durante una semana”
92.
El hombre estaba borracho y, después de que Lillian se negase a darse por enterada de sus miradas, sonrisas y detestables guiños, se levantó e hizo en voz alta unos comentarios insultantes, revelando su secreto allí mismo delante de su marido
93.
mago, un jinete de grifón, borracho como una cuba, ayudaba a uno de sus compañeros a ir desde el establo a la torre
94.
Era como un borracho que fingiese indiferencia ante el licor, entre gentes que lo observaban con la desdeñosa burla de quien está plenamente enterado de una debilidad reprobable… «Anoche te oí volver a las dos
95.
Recordó su deseo de verle borracho sólo una vez, sus tentativas para empujarlo a la infidelidad, su placer ante la idea de saberlo caído en un sórdido idilio; su terror al descubrir que el idilio en cuestión había significado un logro y no una degradación
96.
Y entonces el mundo comenzó a girar a su alrededor y, completamente borracho, cayó boca arriba en la hierba
97.
Más tarde, Hombre Borracho y Sartaq les explicaron qué eran los yam imperiales de Qubilay; lo hicieron con tanto orgullo como si se tratara de algo de su propia invención
98.
De hecho, me parecía bastante natural estar despatarrado allí, en la oscuridad, bajo un cielo tempestuoso, observando la tenue fosforescencia de las olas mientras avanzaban con entusiasmo sólo para volver a retirarse, como una bandada de ratones inquisitivos y timoratos, y el Pequeño Cabo, al parecer tan borracho como yo, rodaba arriba y bajo sobre la playa de guijarros, con un chirrido, y oyendo el viento sobre mi cabeza soplar a través de los invisibles huecos y embudos del aire
99.
Cruza la ciudad, entra en el saloon, está a punto de subir a su habitación cuando ve al indio de siempre, viejo y borracho, sentado en el suelo, apoyado en la pared
100.
Ese tipo estaba borracho, su forma de retorcerse era inconfundible, y no iba a dejarse asustar por una máscara de la muerte tan burda