1.
Otra, allado opuesto de la composición y sentada de espaldas al espectador,desenreda con la mano izquierda la madeja enmarañada en una devanaderasosteniendo en la derecha el ovillo, en tanto que parece oír lo que ledice una jovencilla que se le acerca trayendo un cesto
2.
Estas referencias o noticias sueltas eran en aquella triste historiacomo las uvas desgranadas que quedan en el fondo del cesto después desacar los racimos
3.
El paseo era delicioso, a pesar del peso del cesto, que nos
4.
Al mismo tiempo sacó las provisiones del cesto
5.
en punta pasaban lasfloristas con su cesto de mimbres erizado de ramilletes y las
6.
por entre los agujeros del cesto administrativo! En la lista de donaciones hay una partida
7.
cesto en la cabeza
8.
comoasistente, y el viernes próximo fue enviado con un cesto de
9.
escaleras, entrose hacia el aposento delantero, dejóel cesto y
10.
El que haceun cesto hace ciento
11.
elmolino, dejó en el suelo un gran cesto que traía sobre los
12.
En fuerza de meditar sobre su situación concluyó por tirar su cesto á lamar; y sin otras armas que su
13.
cesto en el brazo y un instrumento en la mano recorrea la madrugada, y aún más
14.
ya está enel cesto
15.
El cesto de la trapera, en fin, es la realización única posible, de lafusión, que tales
16.
funde en unodentro del cesto de la trapera
17.
—Algunas veces he subido y bajado este camino con un cesto bien grandede ropa
18.
esta embozada en su capa ycon su gran cesto enganchado
19.
Traía el cesto bien repleto,
20.
de cadaagujero cae a un cesto debajo: y ése es la cuchara, ése es
21.
¡A soltar en seguida lomejor del cesto! A Feli le gustaban
22.
todos aquellos que no habían llenadoregularmente el cesto de Catalina, lo cual atraía
23.
El cesto y el delantal
24.
a arrojar en el cesto los pedacitos blancos ynegros, y el piso parecía nevado; y sobre aquellas
25.
Un día era un cesto de dátiles impacientemente deseados y que la ancianadevoraba
26.
su cesto de labor, Carlos secreía vuelto a la niñez y una sensación de exquisita dulzura
27.
viejo,manteniendo el cesto de la pesca entre su rodillas, iba
28.
anudadas en forma de cesto, imitando elpeinado de las
29.
fijó en que el ramo de ésta aunpermanecía dentro del cesto, como lo había dejado, y
30.
tan desabridas que solía dar casi siemprecon ellas en el cesto de
31.
manera, que, no enun cesto, sino bien sentado en el sillón de
32.
Al cual le retozaba el alma en el cuerpo cuando vio entrar a Tormentocon el cesto
33.
roba bonitamente las castañas del cesto á la tía Lambrijas, hace desternillar de risa á todos
34.
mi cuenta llevar un cesto devíveres y municiones (cuando
35.
Sacaron a la calle un tambor de regimiento y un cesto, y a los dosviejos los ataron
36.
La comadrona cargó con el cesto de chuscos de pan y con la olla de una sopa que las presas se negaban a comer, caldo tibio y sucio donde flotaba la repugnancia
37.
Al llegar al puente Marie, la joven se detuvo, se inclino sobre el pretil y vacio su cesto en el rio
38.
Habia observado que cada noche, a las nueve, Richard o su mujer depositaban en la puerta un cesto de provisiones
39.
En el momento en que el escribano anunciaba al guardia que se iba, Gilbert o Duchesne, uno de los dos, recogia el cesto y se lo llevaba a Maria Antonieta
40.
Un cuarto de hora despues de haber entrado el cesto lleno, uno de los guardias sacaba a la puerta el del dia anterior, ya vacio
41.
Entretanto, el guardia Gilbert habia recogido el cesto de provisiones destinado a la reina, y antes de entregarselo a Maria Antonieta, levanto la servilleta y comprobo que la disposicion de los objetos en el cesto era la habitual
42.
Sin esperar réplica, Jawahal se apartó de las calderas y se dirigió hasta el extremo del vagón, donde cogió un gran cesto de mimbre con el que se acercó a Sheere sosteniendo una inquietante sonrisa en los labios
43.
Abrió el cesto e introdujo el puño en el interior
44.
El korsar, mirando el fardo de piel que había dentro del cesto, vaciló un momento antes de contestar
45.
A sugerencia de David los hombres dieron la vuelta al cesto
46.
Desean contemplar cómo su cabeza se besa con la de Saint-Just en ese gran cesto ensangrentado que Sansón tiene junto a la guillotina
47.
Luna debió comprender que algo raro ocurría, porque de improviso encendió la luz, se me quedó mirando, y me exigió sin disculpa posible que le contara por qué diablos daba la impresión de estar sentado en un cesto de ladillas
48.
Lucía se estremeció mientras caían los trozos de leña en el cesto, pero como no era posible evitar su presencia, en adelante fue la primera en dirigirle la palabra para congraciarse con él y hasta le daba algunas monedas para beber, que él tomaba con el mayor gusto
49.
Tomó el cesto de la leña y se levantó para ir a rellenarlo, pero, al abrir la puerta, una especie de gigantesca manta lo embistió y casi lo hizo caer
50.
Los Robles, que no tenían hijos, la encontraron una mañana en un cesto, junto a la puerta de su casa, y la adoptaron como hija
51.
En el cesto encontraron asimismo una hoja de papel por la que se enteraron de que la niña había sido bautizada con el nombre de Concepción
52.
) Dinero, joyas, u otras cosas parecidas que suelen hallarse junto a los niños abandonados no se encontraron en aquel cesto
53.
El superintendente me dice que fueron hallados recortes de uña en el cesto de los papeles de Rubi
54.
probablemente los tirarían al cesto de los papeles
55.
Y cogiendo con dedos nerviosos el sobre ya franqueado lo hizo pedazos y visiblemente disgustado lo arrojó al cesto de los papeles
56.
—En el cesto de los papeles
57.
¿Dónde podría esconder ese terrible papel? El contenido del cesto de los papeles es conservado y, de todos modos, lo examinarán
58.
Y levantándose arrojó al cesto de los papeles el pedacito de barro seco
59.
—No hay nada de interés en el secante ni en el cesto de los papeles
60.
¡Le llevaba el cesto de la compra!
61.
Llevaba un cesto de la compra
62.
Había visto su letra en la tarjeta del cesto de claveles, y no dudé que fuese usted quien me enviaba los bombones
63.
En la mesa que tenía delante había una hoja, en la que reconocí la lista de sospechosos que antes había arrugado y tirado al cesto
64.
Entretanto, Poirot había vaciado el cesto de los papeles en el suelo y estaba revisando su contenido
65.
Con cuidado, Poirot cogió una cerilla usada que había junto a un butacón, a cierta distancia, y la depositó en el cesto de los papeles
66.
Se entra un cesto de ellas todos los días y se coloca junto a la chimenea
67.
-¿Estuvo o no en el interior del cesto? -inquirió Indri riendo ante el estupor de su amigo
68.
También pudo haberlo tirado al cesto de los papeles
69.
En tanto sacaba de un gran cesto de mimbre un extraño artilugio, ordenó al barbero que, levantando un poco la cabeza del herido, fuera derramando con un pequeño embudo y sobre un colador invertido y envuelto en un fino trapo de hilo que cubría los entreabiertos labios del escudero, una solución de láudano, dormidera y vino caliente
70.
Al fondo tendían ropa, riendo y bromeando, dos jóvenes criadas y en un gran cesto colocaban la que iban recogiendo
71.
En estas charlas andaban cuando, terminado el refrigerio, partió Curro hacia el bosque a cumplir su cometido y las dos muchachas, tras recoger en un cesto todos los enseres sucios, lo hicieron hacia el riachuelo con el fin de lavarlos, sujetando el capazo una por cada asa
72.
Y, lanzando al cesto la labor que estaba realizando, abandonó con paso acelerado la galería del primer piso
73.
Con su cesto y su caña
74.
El cabo dejó el cesto y la caña en el suelo y sacó un cigarrillo para el Monegro
75.
Dentro de su cesto, sobre un pedazo de saco mojado, había un pulpo quieto y renegrido
76.
Presa de la furia, arrojó su taza al cesto y se levantó de la mesa-
77.
—¡Oh, dejad que se vaya! —dijo Lucas, asiendo con más fuerza el cesto en que llevaba a su gato—
78.
Había algunas zanahorias en un cesto, y unas raíces que parecían rábanos
79.
Pero chico: qué buenas peras llevas ahí -añadió metiendo la mano en el cesto y sacando la fruta indicada-
80.
El califa en el cesto
81.
Al-Raschid dijo: "¡Bueno! ¡pero póntelo a pesar de todo, mientras busco tus efectos!" Y Califa lo cogió y se lo puso; pero, pareciéndole demasiado largo, empuñó su cuchillo, que estaba enganchado en el asa del cesto de pesca, y de un tajo cortó todo el tercio inferior del vestido, sirviéndose de aquel retazo para confeccionarse al punto un turbante, mientras el traje apenas le llegaba a las rodillas; sin embargo, él lo prefería así para poder moverse con facilidad
82.
Y entonces se dedicó a recorrer las calles con el cesto de lámparas al brazo, gritando: "¡Lámparas nuevas! ¡A las lámparas nuevas! ¡Cambio lámparas nuevas por otras viejas! ¡Quien quiera el cambio que venga por la nueva!" Y de este modo se encaminó al palacio de Aladino
83.
En cuanto al mago, echó a correr enseguida, tirando el cesto con su contenido a la cabeza de los pilluelos, que continuaban mofándose de él, para impedirles que le siguieran
84.
Cogieron pues, al niño, mientras la madre aun era presa de los dolores del parto, le pusieron en un cesto de mimbre, que escondieron por el pronto, y le reemplazaron con un pequeño perro muerto, que presentaron a todas las mujeres de palacio, haciéndole pasar por el fruto del alumbramiento de la sultana
85.
Así es que cuando el intendente de los jardines descubrió aquel niño, de belleza sin par, le cogió con el cesto, y en el límite de la alegría corrió hasta el final del jardín, en donde estaba su casa, y entró en el aposento de su mujer, y le dijo con voz emocionada: "La paz sea contigo, ¡oh hija del tío! ¡He aquí el don que nos hace el Generoso en este día bendito! Sea este niño que te traigo nuestro hijo, como hijo es del Destino"
86.
Pero las dos hermanas espiaban el parto con ojos llenos de interés por fuera y de odio por dentro; y sin tener para su hermana y el recién nacido más piedad que la primera vez, se apoderaron del niño a escondidas y le echaron al canal en un cesto, como habían hecho con el mayor
87.
Se cuenta que un rey entre los reyes estaba un día sentado en su trono, en medio de su diwán, y daba audiencia a sus súbditos, cuando entró un jeique, hortelano de oficio, que llevaba a la cabeza un cesto de hermosas frutas y de legumbres diversas, primicias de la estación
88.
Y besó la tierra entre las manos del rey, e invocó sobre él las bendiciones y le ofreció como regalo el cesto de primicias
89.
Y después de devolverle la zalema, el rey le preguntó: "¿Y qué hay en este cesto cubierto de hojas, ¡oh jeique!?" Y el hortelano dijo: "¡Oh rey del tiempo! ¡son las primeras verduras y las primeras frutas nacidas en mis tierras, que te traigo como primicias de la estación!" Y el rey dijo: "¡Las acepto de corazón amistoso!" Y quitó las hojas que preservaban del mal de ojo a! contenido del cesto, y vió que había en él magníficos cohombros rizados, gombos muy tiernos, dátiles, berenjenas, limones y otras diversas frutas y legumbres tempranas
90.
Y cada cual cogió lo que quería, felicitándose mutuamente diciendo: "¡Que las primicias del año que viene nos den salud y nos encuentren con vida y con belleza!" Luego distribuyeron a las esclavas lo que quedaba en el cesto
91.
Y al punto gritó a los eunucos agrupados detrás de la puerta: "¡Traednos pronto un cesto con estiércol de camello!"
92.
Primero quitó el arnés a las mulas y las trabó; luego puso la calesa a la sombra, cogió el cesto y se lo colgó al hombro
93.
Un tribuno de los soldados recorría la fila, deteniéndose ante cada decuria y sacando una tablilla del cesto, decía el número en voz alta, el soldado al que le correspondía daba un paso al frente y el tribuno continuaba a la siguiente decuria
94.
Tumbáronse a su comodidad; pero sólo en esto se cumplieron las indicaciones del mancebo, pues él fue quien, rendido de la mala noche, se durmió como un cesto, y ellas, velando, hablaban de sus cosas
95.
No había más muebles que un camastro, una mesita y un cesto de ropa blanca
96.
Luego anduvieron a campo traviesa hasta Gosforth, sujetando cada cual con una mano el enorme cesto de mimbres que oscilaba entre ellos
97.
"-José tiene instrucciones para hervir patatas en una olla y colocarlas en un cesto
98.
A menudo, antes de que el cesto se concluya, las patatas están mohosas
99.
El niño no salía del invernadero con su cometa, sino con un cesto de mimbre en el que, con ayuda de Dougal, empezó a poner unas ciruelas y peras recién cogidas
100.
Andrés entró y depositó el cesto sobre la cómoda