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    Use "chispeante" em uma frase

    chispeante frases de exemplo

    chispeante


    1. Y era un curioso contraste, después de la chispeante y


    2. las frescasenramadas del bosque, en el brillo chispeante del sol y


    3. cantando, con la mirada chispeante, las piernas inseguras y enla


    4. Sus títulos para ello eran los de pasar por hombre de animaday chispeante conversación, ingenioso y agradable


    5. que el Nazareno los cohechaba con solo unrubio y chispeante buñuelo, recién sacado


    6. Estaba en su hogar, mirando otra vez la chispeante luz de su propio sol, respirando aquel aire, el primero que había entrado en sus pulmones


    7. Al principio no distinguí nada; pero ella con el rostro alterado, la mirada chispeante y el índice extendido hacia un punto fijo, dirigió mi atención al tejado de una de aquellas casas, de cuyo alero, un muchacho se descolgaba trabajosamente por una cuerda


    8. La ingestión del vino de los Dioses produjo en mí una súbita iluminación del espíritu, un gozo chispeante, una conformidad expansiva con lo que me pasaba


    9. Siempre ingenioso y chispeante, su inalterable buen humor lo convierte en animador de cada tertulia por la que se deja caer


    10. durante un tiempo, porque al final ocurrió lo de siempre: los almorávides, aquellos adustos y severos guerreros del desierto, se aficionaron a los paseos por los jardines perfumados de mirto y azahar, a las siestas bajo el emparrado, escuchando el chorrito de agua de la fuente, a los blandos lechos, al cordero asado con miel y piñones, a la mirada chispeante de las cordobesas de caderas anchas como búcaros, a la risa cantarina de las sevillanas, a los pechos opulentos de las levantinas, a la vida amable y regalada que les procuraban las mansiones de la aristocracia andalusí

    11. Ella seguía sintiendo la reacción cálida y chispeante


    12. Da la impresión de que oculta algo, de que protege un secreto, pero encara sus confusiones con tal gracia y chispeante buen humor que nadie parece darse cuenta


    13. En una fotografía de una representación de La tempestad, puesta en escena por el teatro universitario, aparecía O’Fallon caracterizada de Miranda con una leve túnica blanca y una sola flor blanca en el pelo, y Alma afirmó que estaba encantadora en aquella pose, pequeña y menuda, chispeante de vida y energía: la boca abierta, un brazo extendido hacia delante, declamando unos versos


    14. Esa persona, desde luego, era su hija Tulia, un cálido y chispeante contraste con su madre


    15. Aquélla era una joven matrona confiada, vital, chispeante e ingeniosa, no la dulce y gentil adolescente que conservaba en su imaginación


    16. Con una mirada chispeante en los ojos grises y una sonrisa en el rostro enjuto, Vatia cogió la mano de César entre las suyas y la estrechó con fervor


    17. El aire era chispeante y claro, y el océano se extendía sin límites, salvo por otro par de islas que estaban justo en el horizonte


    18. Ponder estaba mirando el cordel chispeante


    19. Los magos dirigieron su atención al cordel chispeante


    20. Quizá era el momento, una sonrisa, esa mirada un poquito chispeante

    21. Porque desde que había visto estas cosas en las acuarelas de Elstir me gustaba encontrar en la realidad, apreciándolo como elemento poético, aquel ademán interrumpido de los cuchillos atravesados en las mesas, la bombeada redondez de una servilleta desdoblada donde el sol intercala un retazo de amarillo terciopelo, la copa medio vacía que así delata mejor la noble amplitud de sus formas, y el fondo de su cristal translúcido, parecido a una condensación del día, un poco de vino obscuro, pero todo chispeante; el cambio de volúmenes y la transmutación de los líquidos por obra de la luz, esa alteración de las ciruelas que pasan del verde al azul y del azul al oro en el frutero casi vacío, el paseo de aquellas sillas, viejecitas que van dos veces al día a instalarse alrededor del mantel puesto en la mesa como en un altar en el que se celebran los ritos de la gula, y en el que hay unas ostras con unas gotas de agua lustral en el fondo como pilillas de agua bendita, y buscaba yo la belleza en donde menos me figuré que pudiese estar, en las cosas más usuales, en la vida profunda de los “bodegones”


    22. Imágenes de la humillación, instantáneas de la agria e inflamada historia del cosquilleo atormentador: en la estricta, fastuosa formación del Día de la Bandera, ante el Monumento a Francisco Bolognesi, el cadete de último año de la Escuela Militar de Chorrillos, Pantaleón Pantoja, mientras ejecuta con gallardía el paso de ganso, es súbitamente transportado en carne y espíritu al infierno, mediante la conversión en avispero de la boca de su ano y tubo rectal: cien lancetas martirizan la llaga húmeda y secreta mientras él, apretando los dientes hasta quebrárselos, sudando gruesas gotas heladas marcha sin perder el paso; en la alegre, chispeante fiesta ofrecida a la Promoción Alfonso Ugarte por el coronel Marcial Gumucio, director de la Escuela Militar de Chorrillos, el joven alférez recién recibido Pantaleón Pantoja siente que súbitamente se le hielan las uñas de los pies cuando, apenas iniciados los compases del vals, flamante en sus brazos la veterana esposa del coronel Gumucio, recién abierto el baile de la noche por él y su invaporosa pareja, una incandescente comezón, un hormigueo serpentino, una tortura en forma de menudas, simultáneas y aceradas cosquillas anchan, hinchan e irritan la intimidad del recto y el ojal del ano: los ojos cuajados de lágrimas, sin aumentar ni disminuir la presión sobre la cintura y la mano regordetas de la esposa del coronel Gumucio, el alférez de Intendencia Pantoja, sin respirar, sin hablar, sigue bailando; en la tienda de campana del Estado Mayor del Regimiento número 17 de Chiclayo, cercano el estruendo de los obuses, el rataplán de la metralla y los secos eructos de los balazos de las compañías de vanguardia que acaban de iniciar las maniobras de fin de año, el teniente Pantaleón Pantoja, que, parado frente a una pizarra y a un panel de mapas, explica a la oficialidad, con voz firme y metálica, las existencias sistema de distribución y previsiones de parque y abastecimientos, es de pronto invisiblemente elevado del suelo y de la realidad más inmediata por una corriente sobresaltada, ígnea, efervescente, emulsiva y crepitante, que arde, escuece, agiganta, multiplica, suplicia, enloquece el vestíbulo anal y pasillo rectal y se despliega como una araña entre sus nalgas, pero él, bruscamente lívido, súbitamente empapado de sudor, el culo secretamente fruncido con una obstinación de planta, la voz apenas velada por un temblor, sigue emitiendo números, produciendo fórmulas, sumando y restando


    23. Pero al mismo tiempo (debido al carácter de las impresiones siempre urbanas que Venecia produce casi en pleno mar, sobre aquellas aguas en las que el flujo y el reflujo se dejan notar dos veces al día y que alternativamente cubren con marea alta y descubren con marea baja las magníficas escaleras exteriores de los palacios), como habríamos hecho en París por los bulevares, en los Campos Elíseos, por el Bois de Boulogne, en cualquier ancha avenida de moda, bañados en la luz chispeante del atardecer nos cruzábamos con las mujeres más elegantes, extranjeras casi todas ellas, que, indolentemente apoyadas en los cojines de su carruaje flotante, se ponían en cola, se paraban ante un palacio donde tenían que ver a una amiga, mandaban preguntar si estaba; y mientras aguardando la respuesta preparaban por si acaso su tarjeta para dejarla, como hubieran hecho en la puerta del palacio de Guermantes, consultaban en la guía la época, el estilo del palacio, no sin ser sacudidas como en la cresta de una ola azul por el rebullir del agua centelleante y encabritada, que se espantaba de quedar atrapada entre la estremecida góndola y el mármol resonante


    24. «¡Me había olvidado de todos los conjuros, y mi familia se reía de mis pociones! ¡Ahora, gracias al curso “Embrujorrápid”, soy el centro de atención en las reuniones, y mis amigos me ruegan que les dé la receta de mi Solución Chispeante


    25. Sheridan Kline, como de costumbre, irradiaba una especie de energía chispeante


    26. Era parte de su oficio dar consejos secretos, preparar pócimas y brebajes de amor; se trataba de un oficio antiguo que no le hacía falta aprender, puesto que todos los venecianos poseían la experiencia sentimental necesaria, y en cada uno de ellos hervía chispeante la antigua sabiduría


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