1.
Más naturalmente se explica su sentido suponiendo que fueseescrita para una procesión mímico-religiosa[182], de las que sin disputadieron la primera idea para las representaciones simbólicas de lasdanzas de los muertos
2.
Todos ellosevitaban deliberadamente lo popular, y preferían la poesía erudita, locual explica que encontremos en sus obras pobres sentencias y prosáicossilogismos, en vez de la expresión espontánea del sentimiento, ymanoseadas frases en vez de verdadera pasión
3.
Señala las diferencias, que, en suconcepto, distinguen á la tragedia de la comedia, y hace consistir laesencia de la última en un artificio ingenioso de notables y finalmentealegres acontecimientos, por personas disputado, excelente definición,que explica á maravilla la índole de las comedias posteriores deintriga
4.
Así se explica que los escritores de la generación que lesucedió, ya denominen á Lope de Rueda primer fundador de la comediaespañola[257], ya al menos lo tengan por el primero, que sacó de susmantillas al arte dramático[258]
5.
Ella explica que posee sitios de órganos eléctricos en el disco y que están bajo el control directo del sistema nervioso central
6.
saliera del corazón, y me explica, que
7.
se ríe, y explica lo bien que le va y
8.
mientras explica que es un exceso para él
9.
He aquí un folklórico paso de comedia que explica el por qué a esta etapa de la gestación de la República, se la crucificó en la historia con el nombre de “la Patria Boba”
10.
Ello explica la forma descabellada como se planeó este movimiento
11.
Ello explica por qué no existía afinidad de criterio entre la oficialidad británica a órdenes del gobierno, y la representación diplomática de Inglaterra
12.
Con daño, ¿eh? (Muy bien que se explica
13.
agentes y les explica todas las heridas
14.
Así se explica la inse-
15.
Lo cómodo que me sentí aquí se explica porque, a diferencia de otras personas, que se radicalizaron tras ingresar a la Universidad, yo entré ya descarriado
16.
Un folleto publicado por el Comité del Partido Socialdemócrata explica cuál es la interpretación que se le da a las relaciones públicas
17.
La desigualdad imperante entre los explotadores era, naturalmente, inferior a la que existía entre el explotador y el explotado, lo que explica por qué el coeficiente Gini se elevó, a pesar de la generalización del crédito
18.
A partir de su primera toma de conciencia Grailem explica cómo fue creado en un laboratorio y se integra con el cuerpo artificial cuando él era un adulto
19.
Mariela Castro Espín explica la misión y estrategia del CENESEX:
20.
Es así que en la cultura Kuna se explica la atracción de un varón hacia otro
21.
Explica como las organizaciones GLBTT se habían pronunciado contra la
22.
comunidad gay89 de Estados Unidos y la que se desarrolla en Costa Rica; explica que en
23.
Esto explica porqué el coeficiente de Gini, que precisamente mide la distribución del ingreso, no fue estadísticamente significativo para la conformación de los conglomerados
24.
A continuación se explica la metodología utilizada para la caracterización de los mundos del bienestar encontrados en cada uno de los países seleccionados, seguida de los hallazgos y los ejemplos concretos del tipo de análisis relevante para la formación de políticas públicas
25.
Chadwick (1988), explica
26.
No obstante, no explica como aparece la atención
27.
Rose, citado en Seperiza (2005) explica los beneficios de escuchar sobretodo
28.
Á 13 de Diciembre de 1492 explica el Diario de D
29.
explica bien: sus contornos interiores son comodos curvas de un
30.
Y éste es uno de los motivos que explica la obstinación de Penélope en no querer reconocer a Ulises cuando regresa a Itaca
31.
Esto se comprende y no se explica
32.
Rigg, explica en su diccionario sundanés, que atus ó tus es una abreviación de
33.
explica marcas paraconocer dichos rios, como lo hacia el tratado penúltimo y lasinstrucciones
34.
Ghundor les explica la misión y la clase de armadura que
35.
inusitada, razón por la que era llamado por el vulgo Barrabás: y así se explica que en
36.
- Eso no explica las muchas intervenciones de su especie
37.
Tierra, y esto explica la diferencia queacabamos de señalar entre
38.
misma explica en su carta,debido a dos causas coincidentes: el excesivo gasto del
39.
Explica en noviembre de 2000:"Mi sitio web está en estado embrionario y en construcción
40.
"El modo imagen permitedigitalizar deprisa y con costes muy reducidos", explica en enero de2001
41.
siendo anglófonas en 1998, un porcentajeque se explica por tres factores: (a) la creación de muchos sitios webprocedentes de los Estados Unidos, de Canadá y del Reino Unido; (b) unaproporción de usuarios
42.
Michael Hart explica en julio de 1999: "La duración del copyright hasido extendida 20 años
43.
El copyright ha pasado de una duración de 30años de promedio en 1909, a una duración de 95 años de promedio en1998, explica Michael en su blog
44.
Esto se explica por la esencia misma de lanavegación hipertextual, por el hecho de que casi cada palabra que seescribe pueda convertirse en un enlace, una puerta que se abre
45.
Denis Zwirn,presidente de la librería digital Numilog, explica en febrero de 2003:"En los diez próximos años, el material de lectura digital utilizadopor los individuos y por las empresas se irá adaptando cada vez más asituaciones de movilidad, impulsando la creación de máquinas cada vezmás
46.
¿Cómo explica el sitio de la lesión?
47.
La razon es obvia; la definicion explica la
48.
entenderlaquien no ignore la significacion de las palabras; será exacta,si explica de tal manera la cosa
49.
SYSTRAN, empresa pionera en el procesamiento automático de laslenguas, explica en su sitio web: "Un programa de traducciónautomática traduce de un lengua natural a otra lengua natural
50.
explica uno las supersticiones del corazóncuando se encuentra
51.
Mientras le es posible, explica los
52.
¿Por qué? Conharta claridad lo explica la
53.
Esto explica y justifica el precioso dicho de un holandés, el
54.
Traigo á colación esta anécdota, porque ella explica con
55.
EN EL QUE SE EXPLICA EL PELIGRO DE MABEL BLAIR
56.
explica; el uno es amigo y el otropariente…
57.
esto es lo que explica su tardanza, que ya va metiendo encuidado á la tía Simona
58.
en opiniones, en sentencias, en conceptoscompletos, son iguales, lo que se explica con{355}poco
59.
Este verbo es el que explica, enseña, y significa la existencia de
60.
me explica por quéla flecha y el arco se encuentran en todos los pueblos
61.
La Madrid explica al Gobierno el motivo real, aunque
62.
Quiroga explica a algunos el motivo de aquella terrible violaciónde la fe de los
63.
explica en seguida que en las proposiciones el verboser no expresa la existencia absoluta del sujeto,
64.
Larepresentacion intelectual no se explica sustituyendo la emanacionnecesaria á la creacion libre
65.
Estanegacion pues, nada explica, deja subsistente la misma dificultad
66.
SE EXPLICA EN QUÉ CONSISTE EL ESPACIO
67.
] El espacio puramente subjetivo, ó no explica nada sobre losproblemas del mundo externo, ó los
68.
el espacio? ¿Quién nove que se explica una cosa por sí misma, que hay un círculo de que no sesale? La
69.
extension del espacio se explica por la capacidad de
70.
explica el mundo entero; la Encarnacion es un misterio, peroeste misterio explica las tradiciones del
71.
Se explica cómo la vista puede dar idea del movimiento
72.
Se explica en qué consiste el espacio
73.
la sensacion, y explica todas las afecciones yoperaciones del alma por la transformacion de las
74.
explica el tiempo por la sucesion, y la sucesion por el tiempo
75.
] Por lo dicho se explica cómo la idea del tiempo, se encuentra encasi todos nuestros
76.
se explica, elevándose á un actoabsoluto, de perfeccion absoluta; y mirando la moralidad de
77.
moralidad de las accionestiene resultados útiles; esto se explica, observando,que en aquel acto
78.
Se explica el sentido de la comunicacion del movimiento
79.
ido un poco a la cabeza, lo que explica laconferencia de estética
80.
Luego explica, con enérgica concisión que no se opone a la claridad, losmisterios de la
81.
capital en la historia de lospueblos, y explica á veces sus viajes, sus emigraciones, sus conflictosy sus
82.
que todoaquello lo explica la exaltación religiosa y la exquisita moralidad conque decidí
83.
mariscal de Francia, explica lainopinada expansión francesa y la
84.
ciencia,—enEspaña y Portugal, explica a su vez, el
85.
Así se explica el enigma de la derrota de Pez
86.
Se les explica lo que pasa y veremos lascondiciones que ponen
87.
con que explica las cosas seconvencería de que lo del Banco es
88.
La altitud de la explosión de labomba explica probablemente la ausencia del daño
89.
No quiere abandonarla casa y explica que no quiere sobrevivir la
90.
cicerone: persona que enseña y explica las curiosidades de unalocalidad, edificio, etc
1.
explicaba tal vez la constitución de su cuerpo, redondeado y sin aristas, no con las formas
2.
prólogo de su libro, en el cual explicaba paso a paso cómo había
3.
historias que explicaba el guía, y no
4.
bronca y me explicaba los beneficios
5.
en La Estiba, frente al eletricista Silva “El cortito” - explicaba mientras frotaba
6.
“El dolor de los débiles es fácil” – le explicaba Claudio a la diosa – “Cualquiera
7.
Se sonreía con malicia ante ciertas teoríasfísicas y tenía por visionario cuando no por loco aljesuita Secchi imputándole el trazar triangulaciones sobre lahostia como efecto de sus manías astronómicas, por cuyacausa, decía, le prohibieron decir misa; muchos notaron tambienen él cierta inquina contra la ciencia que explicaba, pero taleslunares son pequeñeces, preocupaciones de escuela y religion yse explican facilmente no solo porque las ciencias físicas seaneminentemente prácticas, de pura observacion y deduccionmientras su fuerte estaba en las filosóficas, puramenteespeculativas, de abstraccion é induccion, sino tambien porqueá fuer de buen dominico, amante de las glorias de su orden, nopodía sentir cariño por una ciencia en que ninguno de sushermanos había sobresalido—¡era él el primeroen no creer en la Química de Sto
8.
Especial de la Diversidad Sexual, explicaba en 2009 que la discriminación y la
9.
Leto, mientras los del pozo hablaban de esta suerte, explicaba
10.
es que la miserable condición de Pepillo, enfermizo ylisiado, explicaba muy bien los mimos y
11.
tantonecesitaba para cicatrizar sus hondas heridas; y me explicaba que esanación
12.
no se explicaba, pues ni paraD
13.
vivo, y el padre los explicaba en el sermónconforme iban ocurriendo
14.
Ambosreconocieron cierta alarmante alteración en la circulación de la sangre,que por la fiebre sola no se explicaba
15.
con que explicaba elcura esta preferencia
16.
El doctor explicaba su presencia allí
17.
El hermano explicaba con cierto orgullo el origen de los
18.
explicaba elsignificado de esta parte del altar, no obstante los
19.
Explicaba en estos momentos los diversos ybrillantes períodos de la literatura
20.
peregrinaciónpatriótica, y así se explicaba que las terrazas y las galeríaspermaneciesen silenciosas, sin el ordinario rumor de peleas dialécticas
21.
No me explicaba el género de desgracia a
22.
directores del establecimientocómo se explicaba que el bajo
23.
se explicaba estaunion ó identidad, diciendo que las proposiciones en que se enunciaba,eran
24.
Explicaba que el
25.
En aquel momento, no se explicaba su indecisión en acceder a
26.
extremo de la cuadra, mientras el aperador explicaba
27.
Y explicaba el misterio de los dos sombreros superpuestos que
28.
Esto explicaba su conducta
29.
Pero él explicaba del modo más sencillo y gráficola procedencia de su fortuna, que no bajaba de cien mil millones depesetas
30.
El concejal, mientras tanto, explicaba con la fluidez que lecaracterizaba, a Mariana y D
31.
mientras eldirector explicaba lo ocurrido, Pepe Vera se llevaba a
32.
La Teodora examinó a la enferma, mientras Isidro le explicaba loocurrido con voz
33.
Diego García delPalacio explicaba la causa en su
34.
No se explicaba la Regenta cómo Visitación iba y venía de casa en casa,alegre como siempre,
35.
una carta en que don Álvaro explicaba desdeMadrid su desaparición y su silencio
36.
El dueño del boliche, con la autoridad de un hombre que ha visto loque cuenta, explicaba á sus
37.
de loslabios de la abuela, que le explicaba la procedencia de una
38.
Maltrana explicaba a su amigo el orden en que iban divididos
39.
Luego, Tchernoff explicaba á su modo la creación de este Dios
40.
Mientras tanto, el militar explicaba su presencia allí
41.
Se explicaba la inquietud de los alemanes
42.
Ahora se explicaba la repugnancia
43.
explicaba el viejo que al abrigo de la parte opuesta del
44.
guerras,emigraciones y choques de razas—la explicaba el
45.
Cuando el cura me explicaba un problema, pensaba yo en
46.
explicaba la otra la situación de su desdichada familia
47.
lasantidad del misterio, y se le explicaba de un modo harto
48.
No se explicaba élbien por qué los
49.
Artegui torció a la derecha, siguiendo el malecón, mientras explicaba aLucía esas nociones
50.
Había visto a esos hombres como si fueran de verdad, esas figuras de niños húngaros antes del drama, esas miradas de maestros de escuela de expresión indescifrable, entre la sorpresa y el espanto, esos ojos despavoridos de las mujeres en la rampa, ese inventario fotográfico del horror, esa revelación, esa epifanía, una Redención tal vez, pues el museo del Mal no podía por menos, para satisfacer a su público, que acabar con una nota de esperanza, un happy end, cuando la última superviviente, ya anciana en la filmación, explicaba cómo, abandonada en un escalón de la muerte, fue recogida por un joven soldado americano que poco después se convirtió en su marido
51.
Por más monstruoso que fuera, explicaba, el genocidio tenía un motivo
52.
En medio de varios pabellones, en una especie de patio, un guía explicaba «el holocausto» en polaco
53.
Aunque no se explicaba tan peculiar reacción, Huma refrenó su impaciencia e hizo lo que le decían
54.
Porque, a través de ella, la oscura voz se lo explicaba todo: que la apropiación de la corona no era un robo, y que la muerte del niño no había sido por negligencia, aunque ambas cosas constituían las pruebas pasadas para entrar en la profecía
55.
Esta vez, la noticia explicaba la tenebrosa historia de un muchacho que había permanecido siete días encerrado en un sótano, abandonado en la oscuridad
56.
La estrechez financiera en la que se había aventurado para comprar la propiedad explicaba el deterioro controlado pero evidente de la construcción y del camino de acceso
57.
»¡Lo que vi en aquel momento lo explicaba todo!
58.
Supuse que ella explicaba su extraño comportamiento
59.
Aunque el 23 de febrero actuó bajo las órdenes de Milans, es posible que Pardo Zancada se hallara relacionado más o menos de cerca con un grupo de coroneles relacionado a su vez con San Martín o capitaneado por San Martín, un grupo que, según explicaba en noviembre del año anterior el informe de Manuel Fernández-Monzón Altolaguirre titulado «Panorama de las operaciones en marcha», llevaba meses planeando un golpe duro cuyo propósito era el establecimiento de una república presidencialista o un directorio militar; San Martín y Pardo Zancada se habían subido en el último momento al golpe monárquico de Armada y Milans, pero, habiendo fracasado éste, el golpe de los coroneles era tal vez la única alternativa visible para los golpistas en medio del nerviosismo, el desconcierto y el caos reinantes, y la acción de Pardo Zancada
60.
{60} La cuestión no era saber si la pareja saldría del paso, no estaba permitido dudar de eso, sino tan sólo descubrir cómo lo haría, lo que explicaba que tantos espectadores, árabes y franceses, volvieran la semana siguiente para ver a los enamorados detenidos en su caída mortal por un árbol providencial
61.
Ello explicaba que esos obreros, tanto en casa de Pierre como en la de Jacques, que en la vida cotidiana eran siempre los más tolerantes de los hombres, fuesen siempre xenófobos en cuestiones de trabajo, acusando sucesivamente a los italianos, los españoles, los judíos, los árabes y finalmente la tierra entera, de robarles su empleo —actitud sin duda desconcertante para los intelectuales que escriben sobre la teoría del proletariado, y sin embargo muy humana y muy excusable—
62.
Con cierta seriedad muy catalana, pero en la que se escondía un raro humor no delatado por ningún rasgo de la cara, Dalí explicaba siempre lo que sucedía en cada uno de sus dibujos, apareciendo allí su innegable talento literario
63.
Mi padre, que es muy sabio, los llama thankarias, y cuando yo era niño me explicaba que pese a ser los más grandes y más fuertes que existieron sobre la faz de la tierra acabaron por extinguirse porque su descomunal tamaño les volvió vulnerables
64.
Ella se tocaba el costado y explicaba algo
65.
Ella parecía cuidarle y quererle mucho, aunque su interés por el diccionario nunca me pareció demasiado grande, a pesar de que los bolsillos y el sombrero del doctor estaban siempre llenos de fragmentos de aquel trabajo y generalmente parecía que se lo explicaba a ella mientras se paseaban
66.
Y en clase, cuando explicaba mi lección, veía por entre las cláusulas y pensamientos de esta, como se ve la luz por entre las mallas de un tamiz, la cuestión de lo que leía Irene
67.
Le explicaba la situación de las costas, las alteraciones de la brújula, y enseñándole, en fin, a leer en ese gran libro abierto sobre nuestras cabezas, escrito por Dios con letras de diamantes, en páginas azules
68.
Luego muchos más, que cada vez nos explicaba de manera distinta tierras prometidas
69.
El que los paneles se hubieran soltado explicaba la gravedad de los daños, ya que el sistema afectado funcionaba sin ningún tipo de auxiliar y a través de él pasaba una tercera parte de la fuerza impulsora de los saltos
70.
Victoria pensó con orgullo que lo explicaba todo muy bien en los momentos de apuro
71.
Y dicho esto se dirigió a la casa de la expedición, mientras el otro explicaba que por desgracia se trataba de su estómago
72.
Para empezar, aquella estancia estaba casi como unas diez veces más llena de muebles que la de Pat, lo cual explicaba el patético asombro de Donovan al tropezar repetidamente con sillas y mesas
73.
Esto explicaba cómo aquel maravilloso canal había podido huir de las miradas de las gentes durante tantos siglos
74.
Explicaba que la cura, por lo tanto, no puede limitarse a la cirugía, la química o recursos de boticario, que atacan sólo las manifestaciones físicas, sino que debe contemplar sobre todo la condición del espíritu
75.
El suero iba a dar directamente a las cochineras, que quedaban allí mismo, eso explicaba el olor, que no era sólo a caca de vaca
76.
Mientras Jeod explicaba cómo y por qué había muerto Garrow, la rabia invadió a Roran contra Eragon por haberse atrevido a mantener en secreto la existencia del dragón cuando era tan obvio que los ponía a todos en peligro
77.
Le había dejado a Nasuada una carta para él, en la que explicaba que tenía que acompañar el cuerpo de su madre a Du Weldenvarden para que tuviera el funeral que se merecía
78.
Tampoco se explicaba la actitud de las Fuerzas Armadas, que provenían en su mayoría de la clase media y la clase obrera y que históricamente habían estado más cerca de la izquierda que de la extrema derecha
79.
Don Suero y él se acomodaron en ellas y el portugués, en tanto se sentaba, explicaba sus males
80.
Dorotea, la muchacha que la recibiera la primera noche, se había hecho su amiga y, por las mañanas, en tanto se dedicaban entre todas a poner orden en la casa le explicaba las condiciones necesarias que debían darse en una muchacha para que fuera autorizada para ejercer de trucha
81.
Y enseguida el almirante explicaba para que todos entendieran: «Ha habido dos criterios en la elaboración de esta Constitución; el criterio político, diríamos platónico-aristotélico en lo clásico griego, y en la otra parte el criterio absolutamente militar, que viene de Descartes, que llamaríamos cartesiano
82.
Aquella mañana, el criado fuese al mesón donde se alojaba Simón a entregarle una misiva en la que le explicaba que no debía acudir a la quinta del Arenal ya que ella había sido citada a presencia del rabino mayor de todas las aljamas de Sevilla junto a su esposo, a fin de escuchar las juiciosas recomendaciones que tuviera a bien hacerles el sabio anciano antes de incoar su separación
83.
Se pintaban los labios, escondiéndose bajo el pupitre, mientras el profesor explicaba, y alguna vez que salió a la calle con ellas tuvo que abandonarlas desesperada
84.
Pero ahora no se explicaba su despecho
85.
Un día, hablando con una vieja maestra, le explicaba sus métodos, sus proyectos
86.
Eso explicaba la actitud del personal, pero sobrepasar la elegancia de ese lugar era difícil
87.
En el asiento trasero, Tyrone le explicaba en voz baja a la muchacha lo que estaba haciendo Gridley
88.
¿Cómo sabían ya todas aquellas intimidades del ingeniero? Juan Fulgencio explicaba: él mismo lo había contado después del almuerzo, cuando el Capitán lo llevó a la papelería
89.
No percibía la particularidad de esos recuerdos que lo acompañaban durante semanas, en el bar, en la calle, en la casa: que jamás la recordaba en los tiempos de casados (o de amancebados, como explicaba a los demás; no fue más que amancebamiento)
90.
Eso explicaba la confusión que él mismo había advertido en la senadora Fox
91.
El único motivo por el que Rodgers no le explicaba cuál sería el aparato de evacuación era la posibilidad de que los capturasen
92.
Una palabra que en sí misma no explicaba si el muchacho tenía intención de tomársela por su mano o bien de exigirla
93.
Se explicaba, por lo mismo, que tardara bastante en decidirse
94.
” Una nota a pie de página explicaba que el rollo era “un rollo de papiro en el que están escritos los mandatos de Dios, hasta ahora secretos”
95.
Llorando, explicaba en su carta
96.
Uraga explicaba a sus vasallos lo que sucedía
97.
Traté de recordar la sosegada voz de mi padre, cuando en cierta ocasión me explicaba que la sangre de los gladiadores saciaban la sed de los muertos, los manes
98.
¿Qué tal? ¿Se explicaba la Gaceta?
1.
explicaban, por extenso y por intenso, con harta comodidad el vistazo bizcorneta del melenas,
2.
Ahora se explicaban muchas cosas, la riquezafabulosa de Simoun, el olor particular de su casa, olor áazufre
3.
impresión de mientrada y me explicaban la razón
4.
Así esque explicaban las sensaciones por
5.
De vez en cuando, algún canónigo de los que explicaban en
6.
Los ingenieros explicaban a Salabert un nuevo método de destilación quepodía introducirse, con el
7.
conocimientos explicaban con arreglo alos escritores antiguos,
8.
Los viejos de lacosta explicaban á su modo el accidente: un
9.
fijos en el mantel, hablando con su fijezade cien ideas que no explicaban, pero que revelaban
10.
conducta: elamor y el arte, la pasión sincera, lo explicaban todo
11.
tenía una experiencia que nose explicaban las chicas de Ferraz en un solterón; y todas las
12.
Caía en mil contradicciones, en erroressin cuento, al querer explicarse lo que le explicaban y al
13.
Mientras los otros le explicaban, gesticulando, lo que a él lesonaba a griego, el sueño, la ira, el
14.
no se explicaban las frecuentes alusiones ychanzas que acerca
15.
Antes, en los colegios de religiosos a los productos lácteos les llamaban lacticinios; cuando explicaban la abstinencia hablaban mucho de los lacticinios
16.
Los comentarios jadeantes de las "noteras", que los seguían en los camiones de los distintos canales, explicaban que el objetivo era la Villa vecina, que seguía coronada por la gran cúpula de luz
17.
«Los conductistas creían que esos conceptos básicos lo explicaban todo sobre los animales, que básicamente sólo eran máquinas que respondían a estímulos
18.
La Pascua era una época de redención, cuando se explicaban los rigores del invierno
19.
Otras personas me explicaban que se sonaban los mocos sobre las hamburguesas cuando tenían trabajos de cocineros en restaurantes de comida rápida
20.
¿Qué significaba el "cobayo", que leyó en la boleta de detención rosada? ¿Explicaba el tratamiento que había recibido en la Clínica Mayo y más tarde en el Instituto Pavlov de Moscú? ¿La pesadilla de los electrodos atados al cerebro, el condicionamiento de la conducta, la mente borrada… explicaban que… bueno, lo explicaban?
21.
No se explicaban cómo se las había compuesto para eludir la vigilancia electrónica federal, aunque sólo hubiese sido durante un rato
22.
Comprendí en ese instante lo que no explicaban las páginas que había leído acerca de los cantantes de rock; entendí aquel desquiciado matrimonio de lo primitivo y lo científico, aquel frenesí religioso
23.
Pero estas dos explicaciones, aunque inversas, ¿no explicaban el mismo hecho? ¿Había alguna razón para preferir la explicación de Lavoisier a la de Stahl? Sí, la había, porque la teoría de Lavoisier sobre la transferencia de gas podía explicar los cambios de peso durante la combustión
24.
Y allí, mientras lentamente dejaban detrás de ellos otros grupos, sin oír las novedades políticas, el rumor de las casas, el coqueteo de las muchachas, las niñeras y los niños, pensaban en cosas antiguas y se explicaban principalmente las que habían precedido al momento presente, cosas que estaban tan llenas de significado e interés
25.
Grandes pilas de maderos verdes alabeados al lado de las casas explicaban la existencia del pueblo
26.
Alex y Nina se miraron desconcertados: si le explicaban a Lilly que yo no era su perro, le romperían el corazón
27.
Momentos más tarde, me explicaban el ingenioso planteamiento del llamado Puente Sucesivo Estelar
28.
El antropólogo Raymond Firth tituló su primer libro We, the Tikopia (“Nosotros, los tikopia”) porque los habitantes de la isla pronunciaban con frecuencia esa expresión (“Matou nga Tikopia”) cuando le explicaban cómo era su sociedad
29.
Explicaban obscenidades y entonaban canciones que Rashid no había oído nunca
30.
Pero los hechos no explicaban el extraño ritual de su entierro en mi terreno, en lugar de arrojarla al mar
31.
Un día le explicaban a Bismarck el simbolismo de la tiara papal,cuyas tres coronas corresponden a los reinos del Infierno, de la
32.
Registros médicos traducidos del francés explicaban que un hombre sin identificación había sido llevado a una clínica de salud mental en París, y que se le había diagnosticado esquizofrenia
33.
La historia se dividía en diez partes, todas ellas encabezadas con títulos de libros o relatos que explicaban cómo habían afectado a su vida
34.
Reconocía la excelencia de los principios y la pureza de la doctrina; pero, cuando los padres le explicaban los Artículos de la Fe, hacía gestos de impaciencia y variaba la conversación
35.
Los legionarios de la máquina de guerra que ya no apuntaba hacia los muros de Jerusalén explicaban con rapidez las instrucciones que Trajano había dado
36.
Y cada vez que iba, los taxistas le explicaban lo de las pilas de hierros oxidados
37.
»fácilmente habría podido pasar de largo ante la casa, pero encontré una calesa vacía con las varas apoyadas en el asfalto de la carretera y unas tiras de cuero rotas que explicaban sin palabras cómo había escapado el caballo
38.
Mientras David y Hulan explicaban sucintamente sus recientes descubrimientos, el doctor Du meneaba la cabeza con simpatía
39.
El pequeño rey hacía lo que se le mandaba, y carecía de inteligencia suficiente para pensar si antes no se le explicaban bien las cosas
40.
Las palabras de Marsland parecían sinceras y, además, explicaban el misterio de su desaparición de Nueva York
41.
En su oficina tenía un par de libros sobre manchas de sangre, que explicaban, entre otras muchas cosas, cómo interpretar las gotas circulares o elípticas
42.
Permaneció así mucho tiempo y, en sus sueños febriles, comprendió que, con aquellas órdenes imposibles, los espíritus le recordaban quién era y cómo había sido su vida durante incontables generaciones, y le explicaban que, a pesar de haber vivido durante dos mil años tierra adentro, él y su clan eran todavía habitantes de los mares helados, esos mares a los que no se atreverían a desafiar otros hombres menos fuertes
43.
Al cabo de unos días le pareció muy natural ocupar una mesa junto a dignatarios recién llegados del Monte del Castillo con chismes de lord Malibor y su séquito, o con nobles que explicaban haber cazado en las marismas del norte acompañando a lord Tyeveras cuando éste era Corona durante el pontificado de Ossier, o que acababan de entrevistarse con la Dama de la Isla en el Templo Interior
44.
Era a partir de esta esquemática visión como se explicaban todos los acontecimientos de la vida española, acrecentando todo lo que pudiera servir de menoscabo al régimen de la dictadura y magnificando los menores atisbos de resistencia de la oposición clandestina, en especial de los diezmados efectivos socialistas
45.
Los hijastros, por el contrario, explicaban y decían, en un inglés desvirtuado, que yo era electricista, y basaban su postura en aquellos dinamos y radiadores
46.
) Esos actos de generosidad explicaban sin duda parte de la popularidad de Joe, pero no toda; los chavales creían que molaba
47.
Los canales y los botes explicaban, entonces, cómo era posible moverse por Amsterdam: el torrente de carga que atascaba las carreteras en el campo se transfería a los botes, y las calles, en su mayor parte, quedaban abiertas a la gente
48.
En los días grises cuando el viento aullaba alrededor de la casa y la lluvia hacía sonar el tejado de pizarra y bajaba golpeteando por los aleros, se explicaban historias sobre Jack, aunque nunca lo habían visto
49.
Los plebeyos antepasados de Vimes estaban acostumbrados a voces como aquéllas, que solían proceder de hombres bien armados (no como ellos), a lomos de corceles de guerra, que les explicaban por qué sería una idea estupenda atacar al enemigo y masacrarlo
50.
Por extraño que resulte, por un truco de las leyes de la herencia, muchas de sus características distintivas habían pasado a su descendiente, [3] y explicaban su atractivo más bien idiosincrático
51.
Mientras los hombres instruidos le explicaban lo que quería decir la palabra, Stephen se dijo: «Dios mío, no me dejes cometer una estupidez
52.
, donde todos mis amigos del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo me explicaban las dificultades que se encontraban en los países de origen, lo atados que estaban por los gobiernos, la lentitud burocrática, la falta de recursos, sus propios problemas de gestión interna
53.
La verdad era que explicaban el asunto de la antropofagia basándose en la tesis del maná que había caído del cielo sobre el desierto del Sinaí que consideraban un eufemismo de la inspiración que Dios les había dado a los judíos para que se comieran a sus muertos
54.
Por extraño que resulte, por un truco de las leyes de la herencia, muchas de sus características distintivas habían pasado a su descendiente,3 y explicaban su atractivo más bien idiosincrático
55.
los elementos secretos que explicaban el hermetismo de la misión
56.
Este genio había intervenido en una circunstancia que había estado lejos de ser indiferente no sólo a los Guermantes, sino a los Courvoisier, parte adversa de la familia y, aunque de tan buena sangre como los Guermantes, el polo opuesto a ellos (los Guermantes explicaban incluso por su abuela Courvoisier el empeño del príncipe de Guermantes de estar siempre hablando de alcurnia y de nobleza como si eso fuera la única cosa que importara)
57.
Se turnaban y, pacientes, explicaban los crímenes, reales o virtuales, que estos sirvientes de un gobierno manchado de sangre hasta los tuétanos, que estos cómplices de la represión y la tortura habían hecho a todos y a cada uno de los presentes, a sus hijos y a los descendientes de sus hijos
58.
Pero luego se habían aplicado a describir el marco, ávidas de reflejar la exhibición de «… un diseño lúdico que expresa la imposible relación metafísica entre el objeto y su función», según explicaban los folletos propagandísticos del hotel
59.
poderosamente y añade su influencia a las puras afinidades intelectuales es el tiempo transcurrido, que nos hace olvidar nuestras antipatías, nuestros desdenes, las razones mismas que explicaban nuestras antipatías y nuestros desdenes
60.
Su manera de recibir era, por otro lado, tan reservada, su falta de entusiasmo tan perceptible para aquellos a quienes les daba por alojarse en su establecimiento, que la soledad y la tranquilidad del lugar se explicaban muy fácilmente
61.
Al lado opuesto, Susan y Arthur explicaban a la señora Paley el plan de la expedición hasta lograr que lo comprendiese, lo que les costó bastante
62.
Los practicantes de los misterios de Mitra explicaban que unas espigas de trigo brotaban de la cola del toro sacrificado
63.
Más que vivir el sueño, lo explicaban, lo definían, lo deletreaban
64.
Lo acercaban de lejos al deseo, pero no lo explicaban
65.
Las militantes del CLB explicaban a este respecto:
66.
El olor y las moscas explicaban claramente su finalidad, pero la luz del sol que se filtraba entre los árboles y los cantos de los pájaros consiguieron que le pareciera agradable demorarse en ese lugar cuando descubrió que también deseaba mover el vientre
67.
Los demás solo explicaban la idea y un notario dejaba constancia escrita del proyecto y de la resolución del consejo
68.
No se explicaban cómo Sirdey, que había desaparecido desde hacía muchos meses, podía encontrarse con los patagones
69.
Había también quienes, aun admitiéndolo, lo explicaban de manera
70.
«Estamos jugando a los refugiados», le explicaban a su madre y acababan instalándose siempre en el gallinero
71.
Pero había algunas cosas que podían hacer sin dejar de ser vírgenes o, al menos, eso era lo que explicaban los aprendices
72.
Art asentía mientras los nativos le explicaban estas cosas, en las fiestas que se prolongaban hasta bien entrada la noche y en las que circulaba profusamente el kava
73.
Y sus colegas y amigos, unos veinte hombres y otra mujer, la interrumpían para hacer preguntas o añadir ecuaciones que explicaban cuestiones secundarias o compartir con los demás los últimos resultados de Ginebra, Palo Alto o Rutherford
74.
Sin duda había algunas razones económicas que explicaban aquel fenómeno; el islam, tal vez por casualidad pero tal vez no, apareció en el «centro del mundo», la zona a veces llamada la Región Ístmica, rodeada por el golfo Pérsico, el mar Rojo, el Mediterráneo, el mar Negro y el mar Caspio
75.
cortesía de almacenes ev's! Un coche patrulla estaba aparcado en las inmediaciones y dos agentes explicaban pacientemente a Ev, como sucedía sin duda cada año, que iba contra el reglamento que los espectadores ofrecieran a los Marchadores ayuda o asistencia de ningún tipo, incluido refrescos
76.
Numerosos y sutiles motivos explicaban esta negativa
77.
Eso no me lo explicaban
78.
Los que explicaban el crimen según la teoría de Frédéric Larsan no admitían que se pudiera poner en duda la perspicacia del popular policía, y los que tenían una explicación diferente de la de Frédéric Larsan, naturalmente afirmaban que debía ser la de Joseph Rouletabille, a quien todavía no conocían
79.
Otros les explicaban que el gobernador había abandonado la ciudad hacía dos días y que no estaría de regreso hasta la semana siguiente
80.
Sin embargo, se sabe por diversas fuentes que las clases se impartían en dos lugares diferentes: los ulemas explicaban los principios de la fe en la medersa de Al-Azhar y los medios para propagarlos se enseñaban en el recinto del palacio califal
81.
—No me lo explicaban así, cuando era pequeño
1.
En los últimos años eso lo explicabas atribuyéndolo a tu nerviosidad cardiaca, pero yo no puedo decir que alguna vez haya sido esencialmente distinto; cuanto más, esa nerviosidad cardiaca es para ti un pretexto para ejercer tu dominación, ya que tomarla en cuenta obliga al otro a ahogar forzosamente el último intento de contradicción
2.
—A los que configuran una religión donde ese Pablo hace afirmaciones como las que explicabas antes
3.
–¿Quieres decir que lo viste en el momento, pero que no lo has recordado, sino después, al reconstruir la escena en tu memoria por el procedimiento que hace un instante me explicabas?
4.
—¿Que se te había olvidado? ¿Una carta en la que explicabas el motivo por el que te suicidabas?
5.
O más bien, cuando tú me explicabas las cosas en homo humanus, pues yo no tenía experiencia y no podía decir nada, lo único que podía hacer era sentir un interés extraordinario hacia todo lo que decías
1.
Tal vez me he explicado mal
2.
Pero ahora que he explicado un poco como estamos hechos, sígueme, a beber la poción que te dije que trabajaré inmediatamente
3.
explicado bien la personalidad tan
4.
explicado por Robinsón, la aparición
5.
Por qué hayan sido necesarios tantos años para obtener esta transformación lo he explicado en el capítulo XVII cuando hablo del incesto intrauterino que es el legame más profundo que se establece entre la madre y el hijo ya durante la vida prenatal
6.
Ahí tiene usted explicado lo efímero
7.
Esto, explicado con el
8.
- ¿Les ha explicado lo que significa que están en alerta de
9.
El amigo lehabía explicado que los guarda líneas
10.
calmaban,viendo lógicamente explicado el misterio, podía surgir
11.
explicado todo?¿La declaración del otro no la confirma?
12.
Pero entiendase lo explicado del Nombre propio, comun, denominativo, diminutivo, verbal, y
13.
Se entiende todo segun dejo explicado arriba; y se sigue el Preterito de Subjuntivo
14.
Y con esto queda explicado el tiempo, su conocimiento el modo, y conjugacion del
15.
Queda explicado el tiempo, el modo, y la conjugación del verbo; y con este exemplo se
16.
Queda pues explicado el tratado de las ocho partes de la oracion que advierto hay en este
17.
Ellos, como se ha explicado en el capítulo anterior,suponen la relacion de los conceptos parciales en que se hadescompuesto el total:
18.
yevidentes, como lo tengo ya explicado en el
19.
] Por lo explicado en los capítulos anteriores se habrá podidonotar, que en las ideas de extension se mezcla siempre la de espacio; yque cuando se quiere fijar la naturaleza
20.
] Esto que se ha explicado con el simple órden del entendimiento, lopodemos confirmar con la
21.
lonecesario? ¿Habeis explicado lo que es la extension? nó
22.
Un vecino se había acercado desde la calle y había explicado que una enfermera en mi escuela
23.
explicado, con el ser y el no ser
24.
que las he explicado
25.
añadir á loque llevo explicado en el lugar correspondiente (Lib
26.
explicado á sumodo, en qué consisten la duracion y el tiempo, dice: «me admiro pues deque
27.
] La idea de substancia, tal como la hemos explicado hastaaquí, envuelve una relacion á los
28.
conciencia, parece ser elejercicio de una actividad; y en este sentido llevo explicado (Cap
29.
mediode un largo letrero escrito al pie quedaba explicado
30.
—Le he explicado a la directora que un joven interesado y
31.
amabilidad y me ha explicado el asunto,entremetido en muchos refranes…, que «al buen entendedor con
32.
En tanto el Magistral había explicado latamente lo que quería dar aentender con lo de la vida
33.
tirana paradecirle: «No me has explicado bien por el camino lo
34.
El apuro del autor no es para pintarse, y ved aquí explicado el horror, la indignación, los
35.
explicado á su modo el mundo en que vive; cuandoestá celosa y enamorada dé sus ideas, de sus opiniones y
36.
La ley se ejecutó, y hoy está aun en vigor; hé aquí todo explicado
37.
El era, como había explicado yo a Félix, el autor de un «alegato para la historización de la Shoah»
38.
–Soy su orgullo, ya está explicado
39.
– ¿No hay diferencia? – ¿No te lo han explicado? ¿No te han hablado de mi padre? ¿De la Liga?
40.
El ladrón les había explicado que posiblemente aquella sería la parte más larga y tensa de toda la operación
41.
Trató de apartar de su mente por el momento el suceso que Ben había explicado aquella misma mañana sobre su visión de un tren en llamas
42.
Simone le había explicado que, unas horas antes, dos excursionistas habían encontrado el cuerpo de Hannah cerca del bosque
43.
» En la escuela le habían explicado eso
44.
«Si puedes modificar la actividad en un circuito —ha explicado Pascual-Leone— y tener una repercusión en la conducta de sujetos normales o en pacientes, el límite es identificar el circuito
45.
El capitán general de Valencia asumió el mando de los proyectos de golpe más o menos germinales en que se hallaban involucrados los presentes y explicó el plan de Armada tal y como Armada se lo había explicado a él, recalcando que todo se hacía bajo los auspicios del Rey; asimismo, después de que Tejero expusiera los detalles técnicos de su operación, Milans definió el dispositivo básico que habría de desplegarse en el momento elegido: Tejero tomaba el Congreso, él tomaba la región de Valencia, Torres Rojas tomaba con la Brunete Madrid y Armada acompañaba al Rey en la Zarzuela mientras los demás capitanes generales, cuya complicidad habría recabado previamente, se sumaban a ellos tomando sus respectivas regiones y de ese modo cerraban el golpe; éste, por lo demás -según repitió una y otra vez Milans-, era un simple proyecto, y su realización no iba a ser necesaria si, tal Y como él esperaba, Armada ponía en marcha en un plazo razonable de tiempo su proyecto solamente político; Milans aclaró incluso qué entendía por un plazo razonable de tiempo: treinta días
46.
—Lo que no ha explicado es cómo se relacionan con las Memorias —dijo Virginia—
47.
Apenas se quedan los dos hombres a solas en el despacho, Armada vuelve a explicarle al teniente coronel lo que ya le ha explicado en el patio: su misión ha concluido y ahora debe permitirle entrar a parlamentar con los diputados para ofrecerles su libertad a cambio de la formación de un gobierno de unidad bajo su presidencia; añade que, dado que las cosas no han salido exactamente como habían previsto y la violencia y el estrépito del asalto al Congreso han provocado una reacción negativa en la Zarzuela, lo más conveniente es que en cuanto los diputados acepten sus condiciones el teniente coronel y sus hombres salgan hacia Portugal en un avión que ya les está esperando en el aeródromo de Getafe, con dinero suficiente para pasar una temporada en el extranjero hasta que las cosas se calmen un poco y puedan regresar a España
48.
En las reuniones previas al golpe se le ha explicado que el resultado del golpe será un gobierno de unidad, pero, fiel a su utopía del país como cuartel, él siempre ha dado por hecho que ese gobierno sería un gobierno de militares
49.
Sé que te lo he explicado muy mal, pero estoy segura de que tú me entiendes
50.
Es el médico que atiende a tu padre y me ha explicado el estado en que se encuentra Dennis
51.
—Me he explicado mal
52.
Su amada Liz le había explicado que existían una incontable cantidad de lenguas muy diferentes entre sí, y en ocasiones se había preguntado la razón por la que la gente solía expresarse de formas tan distintas, si al parecer lo que deseaban contar era casi siempre lo mismo
53.
Al poco de amanecer llegó a la conclusión de que probablemente se encontraba de nuevo en aquello que Liz le había explicado que se trataba de «las antípodas» puesto que la mayoría de las mujeres se cubrían como solían hacerlo las de su propia tribu aunque evidentemente ninguna de ellas fuera una auténtica khertzan
54.
—¿Les has explicado a lo que se exponen?
55.
Lo dijo en el tono de quien lo ha explicado todo, pero comprendió que el nombre no significaba nada para el intruso, que permaneció a la expectativa, aguardando una aclaración:
56.
Era un pueblo altivo, indomable y rebelde que se regía por sus propias leyes, pero nadie le había explicado entonces que tales leyes contemplaran la posibilidad de asesinar fríamente a los durmientes
57.
-Cuando le he explicado el cambio de mi situación, caballero -repuse queriendo cambiar la palabra que le había molestado-, había ya, por mi culpa, un secreto entre miss Spenlow y yo
58.
—Hija mía —continuó el banquero—, me habéis explicado muy bien cuáles son los sentimientos que presiden a las descripciones de una joven como vos, cuando ha decidido que no se casará
59.
Y, después de haber sido durante catorce días el mejor cliente del Rosario, se comprometió con Luz para casarse, pues ella le había explicado que sin esa pequeña ceremonia, en la cual uno pone el anillo en el dedo de la otra, no podía pertenecerle
60.
Entonces recordé que la niñera que se suicidó era francesa y, suponiendo que la desgraciada muchacha fuera hija de Pierre Michel, quedaría todo explicado, como explicaría también el lugar elegido como escenario del crimen
61.
—¡Vaya, Poirot; creo que lo ha explicado usted todo! —dije con un suspiro—
62.
–Ya lo he explicado –respondió el aventurero
63.
¿Se lo ha explicado todo?
64.
Pero si lo piensa, si las cosas son como se han explicado, sin duda habría llegado a la conclusión de que el accidente no había sido culpa de Richard
65.
Su madre le había explicado el accidente y la amnesia; no era tonto, sabía que no tenía catorce años
66.
Deseaba saber cómo se llamaba, pero el Negro me había explicado con anterioridad que esa pregunta sería una grosería; para esos indios nombrar es tocar el corazón, consideran una aberración llamar a un extraño por su nombre o permitir que éste lo haga, así es que más valía abstenerme de presentaciones que podían ser mal interpretadas
67.
—Algunas de las enfermeras me han explicado sus antecedentes —dice Paige Marshall—
68.
Al llegar a Horcajuelos, don Suero había buscado al responsable de la Santa y, tras presentarse y decir quiénes eran y de dónde venían, le había explicado lo sucedido en el calvero del bosque la noche anterior
69.
—¿Me he explicado bien?
70.
Catalina obedeció la orden, pues aquello no era una mera invitación, y puso al hombre al corriente de sus andanzas, respetando el guión que había explicado anteriormente
71.
No era un señor, ¿sabes, mamá?, dije, mientras ponía la carpeta verde en sus manos, sino una chica, muy simpática y bastante guapa, por cierto, y además me lo ha explicado todo muy bien, pero ya lo tienes aquí, resumido
72.
El fiel Gedeón hacía las veces de correo entre los amantes, pues Esther sabía que para aquel menester no podía contar con Sara, a la que nada había explicado de cuanto le había sucedido
73.
Un asunto de dinero que no le había explicado
74.
–Ya te lo he explicado: me probaba los vestidos y cuando estaban terminados me vestía con ellos y paseaba por delante de los clientes, que estaban sentados en unos sillones en un gran salón rojo y dorado
75.
Yuriy les había explicado en considerable detalle cómo juzgar a las personas, y cómo distinguir a un profesional de un civil inofensivo
76.
Ella había explicado al amante las dos profundas y respetables razones por las que deseaba mantener al pueblo de Ilhéus en general, y al "coronel" Coriolano en particular, en la ignorancia de toda aquella belleza celebrada por Josué en prosa y en verso, de toda aquella santa alegría que resplandecía en las mejillas de Gloria
77.
–De acuerdo a la información que recibí -había explicado Mohalley- el Comité de Supervisión de Inteligencia del Congreso se negó a darles a sus strikers permiso para involucrarse en la crisis
78.
El año anterior —le había explicado la señora Clementina Vasile Cozzo— había sufrido un período de insomnio tan terrible que no había manera de que durmiera, pero, por suerte, sólo le había durado unos meses
79.
¿Me he explicado?
80.
Se había explicado muy bien
81.
—Te has explicado muy bien, Mimì: la señora Eleonora pertenece a la categoría de un polvo, y listo
82.
—Te has explicado muy bien
83.
Ligorio me ha explicado que Francesca entró en la escuela (ocupa los tres pisos de un chalet rodeado de un pequeño jardín) porque encontró la verja o la puerta abiertas, pues unos obreros estaban llevando a cabo unas obras de reforma
84.
El ingeniero le había explicado muy bien cómo llegar a la casa
85.
En lugar de regresar a Vigàta, tomó la Enna-Palermo, Galluzzo le había explicado muy bien dónde estaban tanto la estación de servicio como el bar-restaurante, los dos lugares donde había sido vista Michela Licalzi
86.
Se lo habían explicado ya dos veces pero no lo recordaba bien
87.
–Está muy bueno, gracias -advirtió Blackthorne, sin sorprenderse, porque Mariko le había explicado ya la posición dominante de la suegra de la esposa en la sociedad japonesa
88.
«Las puertas son para que el alma salga, Anjín-san, en su vuelo hacia el cielo», le había explicado Mariko en Hakone
89.
Ella se lo había explicado mil veces en las últimas horas
90.
–Creía que se lo había explicado
91.
«Significa mucho para ellos», me había explicado en el lecho de muerte
92.
Y después que le hubieron explicado lo que tenían que explicarle acerca del particular, le suplicaron que diera su opinión y manifestara su preferencia
93.
Y ya que te he explicado la situación, no te queda más remedio que conducirte como un hombre"
94.
Para asignarle desde ahora, sin más dilaciones, una renta decorosa, necesitamos emplear artificios legales, cuya forma me ha explicado detenidamente el gran jurisconsulto
95.
Aquí tienes explicado el rapto de Ibero con la filosofía que aprendí en los nefandos motines de Barcelona
96.
Retener el tráfico hace que los habitantes locales sepan que el presidente está en la ciudad, le había explicado a su jefe de personal
97.
Pug le había explicado que los verdaderos aficionados ni siquiera se molestaban en cobrar sus salarios si querían que se les ofreciera de nuevo el trabajo
98.
»Antes de examinar la habitación, interrogué a los sirvientes, pero sólo conseguí obtener los hechos que ya he explicado
1.
De esto ya hemos hablado largo y tendido cuando explicamos la ley de la evolución
2.
oficialessuperiores de la policía, a quien explicamos las circunstancias ynuestras
3.
pueden explicar las cosas que con el explicamos en los quince sentidos que le usamos, y de que
4.
Con suma paciencia le explicamos a Vance cuál sería su parte en el asunto, y él, al cabo de un rato, pareció entenderlo
5.
La teoría de la relatividad fue esbozada en el capítulo 2, donde explicamos que los físicos conciben el mundo con cuatro dimensiones: tres en el espacio y una en el tiempo
6.
Más tarde nos lo explicamos de la siguiente manera: era probable que Sortini hubiese querido llegar al castillo, pero sólo a causa de Amalia se quedó en el pueblo, y por la mañana, furioso porque durante la noche no había logrado olvidarse de Amalia, había escrito la carta
7.
Antes de su llegada, habíamos hablado confidencialmente con el director de baile y le explicamos que Ginny tenía que intervenir en el espectáculo
8.
El gerente teatral de los Shubert, un individuo suspicaz por naturaleza, no podía comprender por qué había dos Harpos entre bastidores, pero le explicamos que a veces Harpo sufría ciertos ataques y que, en estos casos, era necesario que estuviera preparado un sustituto, dispuesto a aparecer en su lugar
9.
Les explicamos por qué los anuncios casi siempre muestran gente simpática y atractiva, hermosas campiñas, playas, y mansiones
10.
, y le explicamos la situación
11.
–Muy bien -dijo LeSeur-, pero ¿cómo explicamos que lo hemos abierto…?
12.
convirtiendo a una mujer que nos pareció alta en estudio en que aparece con desmesurada estatura, o a otra que se nos figuró rosada y rubia en una pura “armonía en rosa y oro”; en el momento en que esa mujer vuelve a estar junto a nosotros todas las demás cualidades olvidadas que hacían contrapeso a aquélla nos asaltan en toda su complejidad confusa, rebajan la estatura, disuelven el color rosa y reemplazan aquello que vinimos a buscar exclusivamente por otros detalles que ahora recordarnos haber visto la primera vez, y no nos explicamos por qué no esperábamos verlos también ahora
13.
–Nunca se lo explicamos con claridad, aunque quizá lo adivine
1.
—¿Cómo se explican entonces sus resistencias a proporcionarme extraordinarios cuando se los pido?
2.
Este reposo y bienestar explican la constancia y el júbilo con que loshombres se ofrecen al sacrificio»
3.
Se sonreía con malicia ante ciertas teoríasfísicas y tenía por visionario cuando no por loco aljesuita Secchi imputándole el trazar triangulaciones sobre lahostia como efecto de sus manías astronómicas, por cuyacausa, decía, le prohibieron decir misa; muchos notaron tambienen él cierta inquina contra la ciencia que explicaba, pero taleslunares son pequeñeces, preocupaciones de escuela y religion yse explican facilmente no solo porque las ciencias físicas seaneminentemente prácticas, de pura observacion y deduccionmientras su fuerte estaba en las filosóficas, puramenteespeculativas, de abstraccion é induccion, sino tambien porqueá fuer de buen dominico, amante de las glorias de su orden, nopodía sentir cariño por una ciencia en que ninguno de sushermanos había sobresalido—¡era él el primeroen no creer en la Química de Sto
4.
1 y se explican a continuación
5.
unirse con él,según mil veces lo explican nuestros místicos, fueron una preparación
6.
Tantas repeticiones en esta doble significación, que se explican
7.
, y lo explican en el tratado, quela demarcacion no
8.
Añadiendo también estos párrafos que explican la misión de los hermanos:
9.
—Veamos ahora cómo se explican estas variaciones
10.
Los hombres de ciencia nos explican la causa de estasintermitencias; nos dicen el por qué de
11.
explican las rápidas conquistas de losmuslimes y la difusión del Imperio del
12.
eldeterminismo se explican los vicios y las virtudes, que la imaginación yla fe
13.
ellos solos explican y embeben dentro de si los terminos de su significacion, y en este caso no
14.
explican la causa de su extraña obstinación en ir a desafiar lamuerte
15.
] Adviértase que esta relacion entre lo representante y lorepresentado, no es necesario que sea directa ó inmediata; basta quesea con un tercero; así han de admitirla tanto los que explican larepresentacion por la identidad, como los que dan razon de ella porlas ideas intermedias, sin que para el caso presente, haya ningunadiferencia entre los que las consideran producidas por la accion delos objetos sobre nuestro espíritu, y los que las hacen dimanarinmediatamente de Dios
16.
algunosideólogos, que con tanta facilidad explican la idea del espacio y sugeneracion, como si se tratase de cosas muy sencillas
17.
Lo propiosucederá en las ideas-imágenes: luego nada explican para hacer
18.
que haya la indicacion de queestas son ideas correlativas, que se explican las unas por las otras;
19.
En tal caso haycírculo, mas nó vicioso: dos ideas se explican la una
20.
Como se explican con ella lasrelaciones de la moral con nuestros afectos
21.
No se explican de otromodo la gran
22.
sueltas, que explican tanto como una larga frase
23.
en el Japón, explican el estancamiento secular del primeroy el
24.
quefácilmente se explican por la grande necesidad en que
25.
laescritura? Estas y otras cosas por el estilo son las que no secomprenden ni se explican sin
26.
Por lo dicho se explican las visitas de Antoñona a D
27.
¡Explicaciones! hay cosas que no se explican; vienen porque
28.
aquellos gentilesjuicio (frase con que se explican cuando hacen
29.
bibliotecas explican en su sitioweb que a pesar de que el sector digital esté en plena expansión,
30.
En ella se explican las historias de las diversas tribus y se corrigen posibles errores, de modo que la tradición de los Hombres de las Llanuras pase de manera exacta de una generación a otra y las hazañas de los antecesores sean recordadas
31.
18:14: Miguel y Felipe se encuentran con una vecina del pueblo que no se puede creer que sean maricones y mientras le explican que son una familia como cualquier otra, un tacón le revienta la cara a la vecina
32.
Los zarcillos están compuestos por mil millones de estrellas esparcidas por el espacio intergaláctico y explican el nombre dado a estos dos objetos: "Las antenas"
33.
–En fin -dijo Maurice-,?como se explican en casa de un curtidor ese harpa, ese piano y esas pinturas al pastel que hace usted?
34.
Es posible que saber que ella va a morir le haga reflexionar acerca de por qué no pudo quererla como María José necesitaba que la quisieran, pero ¿y lo de antes? ¿Por qué tiene la sensación de que antes —y cuando dice antes quiere decir toda su vida— ha sido poco más que un trozo de carne con ojos que se dejaba llevar? Ahora —y cuando dice ahora quiere decir desde hace tres meses— es consciente de tener sentimientos que desconocía y en los que encuentra los motivos que explican conductas para las que no encontraba explicación
35.
Es difícil, no obstante, otorgar una vigencia generalizada a motivos que explican, únicamente, comportamientos de colectivos muy minoritarios
36.
Como explican Christopher M
37.
Por las razones que se explican a continuación, todo lo anterior no contradice, necesariamente, las teorías más recientes sobre la trascendencia de las emociones en los planteamientos morales
38.
Las similitudes entre Armada, Milans y Tejero no explican el golpe; tampoco lo explican sus diferencias
39.
Ambas cosas no explican por sí solas, sin embargo, su ascenso fulgurante en los años sesenta y setenta
40.
Estos síntomas de estampida explican que, a diferencia del coronel San Martín unas horas antes, el teniente coronel Fuentes encontrara a un Pardo Zancada predispuesto a pactar un final
41.
Este ominoso precedente y una cierta coincidencia de fechas y lugares explican las dudas que suscitó un episodio ocurrido un año más tarde, el 27 de julio de 1983
42.
Alegorías como El cegamiento de la verdad por la falsedad y La disputa entre el cuerpo y la cabeza añaden al panorama literario una nota satírica, así como las misceláneas que enaltecen la profesión del escriba frente a otras vocaciones, o en Una controversia literaria, en la que se explican las petulancias de un sabio y la erudición de su rival
43.
Estos diversos incidentes se explican por la complacencia sagaz y humorística del artista en el mundo que le rodea
44.
Los antropólogos de la escuela bíblica explican de este modo el origen de la raza negra
45.
»Porque las mujeres tienen un instinto infalible, y explican por un álgebra de su invención hasta lo maravilloso
46.
Yo creo que si se le explican las cosas con claridad, Rosaleen será la primera en comprender que es obligación suya el ayudarnos
47.
Estos agentes explican que el embajador norteamericano en España no perdona la expulsión del oficial de la CIA Kenneth Moskow
48.
210 El conjunto de notas que he colocado a continuación explican un poco los términos que se empleaban en aquellos tiempos y pienso que, amén de instructivas, son curiosas y divertidas para el lector
49.
Le explican que eso para ellos no es un problema: ellos están en condiciones de encontrar la pieza de recambio
50.
–¿Y qué se sabe de la aparición de esa foto extraña? ¿Cómo explican eso? ¿O el asesinato de tu hermana? ¿O Shane Alworth y Sheila Lambert? ¿O que mataran a Bob Dodd en New Hampshire?
51.
Los enfermos que explican su enfermedad diciendo que sienten como si les subiera y les bajara una pelota
52.
Si bien nunca dejarán de observarse «extraviados», dotados de una estructura de carácter totalmente distinta, la de la mayoría de los miembros del grupo se hallará constituida por diferentes variaciones alrededor del mencionado núcleo, variaciones que se explican por la intervención de los factores accidentales del nacimiento y de las experiencias vitales, en la medida que éstas difieren entre un individuo y otro
53.
El rey Fu Hsi encontró, en el lomo de un caballo que surgió del río Lo, los signos que describen el orden interno del universo; el rey Yu, en el caparazón de una tortuga gigante que emergió del mar al retirarse las aguas, los que explican cómo se producen los cambios
54.
Después, esas mujeres corren a la consulta del médico o al servicio de urgencias y explican historias lacrimógenas sobre cómo se ha puesto enfermo o se ha lastimado el pequeño, y el personal sanitario se compadece de la madre y le presta tanta atención como al niño
55.
Hay que reconocer que los sindonólogos explican esta anomalía de una manera muy ingeniosa:
56.
De este modo se explican muchas de las diferencias en las características de los dos tipos de supernova, pero hay una diferencia que todavía intriga
57.
Sobre todo las ecuaciones que explican cómo una perturbación en el campo electromagnético de la tierra podría precipitar la inversión de los polos
58.
–Hay que estar una hora antes de la función y allí te explican, es muy simple
59.
Los policías explican el accidente
60.
Pero volvamos a las fechas proporcionadas por los tres laboratorios, las cuales, según ellos, “explican” el misterio
61.
Esos cálculos explican que Chris Stevenson reconozca que ese período principal de trescientos años coincidiera con los siglos de agricultura de plantación en las tierras altas del interior de Pascua, la cual produjo un enorme excedente alimentario en relación con aquel del que se disponía anteriormente
62.
Las variaciones climáticas en zonas muy próximas explican en parte el comentario que me hizo Christian Keller sobre la importancia de encontrar los trechos buenos con los recursos de Groenlandia
63.
Ya vimos en el capítulo 2 la multitud de razones que determinan que los entornos de las islas del Pacífico sean más o menos frágiles, y que explican en parte por qué las sociedades de Pascua y Mangareva se vinieron abajo mientras que la de Tikopia sobrevivió
64.
Mientras que los biólogos explican los conflictos mediante cálculos teóricos basados en la genética y la ecología de forrajeo, todos nosotros los reconocemos por experiencia, sin hacer ningún cálculo
65.
De ahí que los antropólogos permanezcan indecisos sobre si las dos consideraciones que he discutido hasta ahora -invertir en nietos y proteger la inversión previa de uno en los hijos existentes- bastan para compensar la opción desestimada de más hijos y explican así la evolución de la menopausia femenina humana
66.
Bien, pensó Lars, así se explican los bosquejos de androides que hizo Lilo
67.
Al oírlo, los policías se ríen y explican que Jabavu, tras sólo unas pocas semanas en el Distrito, es conocido ya como uno de los ladrones más listos, miembro de la peor banda
68.
El miedo, en efecto, ése es el sentimiento básico y hereditario del hombre; por el miedo se explican todas las cosas, el pecado original y la virtud original
69.
{397} Los dos vocablos empleados por Nietzsche (dreinschaun, dreinhaun) explican mejor, con su sonido similar, la afirmación de que «es una sola cosa»
70.
En 1991 publica dos libros de poesía: Chimichurri (edición de autor, 40 páginas, 100 ejemplares), una desafortunada imitación de Lugones y Darío que en ocasiones llega al plagio puro y duro y que pocos se explican por qué lo escribió y sobre todo por qué lo publicó; y El Barco de Hierro (Ediciones La Castaña, 50 páginas, 500 ejemplares), una serie de treinta poemas en prosa con el fenómeno de la amistad entre los hombres como tema central
71.
Como si a mí ahora alguien, un desconocido preferiblemente, me hablara del Festival de Cine Pornográfico de Civitavecchia y de la Feria de Cine Erótico de Berlín, de la Exposición de Cine y Vídeo Pornográfico de Barcelona, y evocara mis éxitos, incluso mis éxitos inexistentes, o hablara de 1990, el mejor año de mi vida, cuando viajé a Los Ángeles, casi a la fuerza, un vuelo Milán-Los Ángeles que preveía agotador y que por el contrario pasó como un sueño, como el sueño que tuve en el avión, debió de ser cruzando el Atlántico, soñé que el avión se dirigía a Los Ángeles pero tomando la ruta de Oriente, con escalas en Turquía, la India, China, y desde el avión, que no sé por qué volaba a tan baja altura (sin que por ello en ningún momento los pasajeros corriéramos peligro), podía ver caravanas de trenes, pero caravanas realmente largas, un movimiento ferroviario enloquecido y sin embargo preciso, como un enorme reloj desplegado por esas tierras que no conozco (si exceptúo un viaje a la India en el 87 del que es mejor no acordarse), cargando y descargando gente y mercaderías, todo muy nítido, como si estuviera viendo una de esas películas de dibujos animados con las que los economistas explican el estado de las cosas, su nacimiento, su muerte, su movimiento inercial
72.
Amigos y vecinos acuden rápidamente a ayudarles, les explican las maravillas de hoy en día y les muestran cómo utilizarlas, y luego se marchan sintiendo que han cumplido virtuosamente con su deber
73.
Lo que pueden argumentar nuestros lectores, y con razón, es que tales incidentes están sobradamente documentados, y se explican por la irresistible tendencia del canal rectal a aprisionar tenazmente cualquier objeto e irlo impulsando cada vez más arriba, fuera del alcance de los dedos
74.
Lleva todavía las armas, las cajas que, tal como le explican a Lacommare, el gerente, estaban destinadas al supermercado de Trapani
75.
que ‘los retratos de las reinas no justifican pero sí explican que el
76.
Cómo explican los polis el medio millón que llevan encima,
77.
Le explican que -bastante revolcón se ha llevado el humillado alemán y así concluye apaciblemente la última sesión del curso
78.
Sí, narrar la historia de la guerra contra Aníbal desde su punto de vista, explicar las batallas de Italia, la campaña de Hispania, la conquista de Cartago Nova, las batallas de Baecula e Hipa, el castigo a Cástulo e Iliturgis, los debates en el Senado para conseguir el permiso para invadir África; explicar las motivaciones de su enfrentamiento con Quinto Fabio Máximo, primero, y luego sus interminables disputas con Marco Porcio Catón; contar el paso a Sicilia, el adiestramiento de las legiones V y VI y su recuperación para el combate, sí, narrar su encuentro con las famosas legiones malditas desterradas en el pasado como estaba él ahora desterrado, saboreando un poco de esa misma sensación de miseria que en su momento vivieron los legionarios de aquel ejército olvidado por Roma y que, sin embargo, gracias a él, gracias a Publio Cornelio Escipión, desembarcó en África para cambiar la faz del mundo y, a un tiempo, recuperar para cada uno de esos legionarios el orgullo de sentirse no ya romano, sino hombre libre; ¡cómo entendía ahora la decepción de aquellos soldados desterrados y despreciados! Sí, relatar los acontecimientos que explican su ataque a Locri y luego todas y cada una de las batallas de África, las negociaciones con Sífax y con Masinisa; contar cómo se las ingenió para zafarse de los ejércitos de Giscón y Sífax en una increíble batalla nocturna y narrar el desarrollo de la tremenda batalla de Zama donde perecieron tantos buenos oficiales, muchos de sus mejores amigos; contarlo todo, el regreso triunfal a Roma, el reconocimiento, la vida en una ciudad que por unos años le consideró un héroe, casi un dios, antes de humillarlo y traicionarle y obligarle a exiliarse para siempre; explicar cómo, cuando Aníbal se rehízo y se alió al rey Antíoco, Roma, de nuevo, recurrió a él y a su familia, y contar cómo consiguió, incluso enfermo, con la ayuda de su hermano, derrotar al todopoderoso rey de Siria en la brutal batalla de Magnesia; sí, narrarlo todo, la carga de los indestructibles catafractos, las maniobras de las legiones, relatarlo todo punto por punto, con claridad, con precisión, para que cuando en el futuro alguien quiera saber del pasado no sólo se encontrara con la versión única, y supuestamente autorizada al estar refrendada por un Senado corrupto, de Marco Porcio Catón
79.
* Las palabras seguidas de un asterisco se explican en el Glosario, al final del libro
80.
—El psiquiatra que le está llevando, el doctor Diego Hernández, de La Custodia, y el neurólogo, Miquel Llor, no se explican muy bien el origen de esos delirios y suponen que pueden tener alguna relación con su trabajo
81.
Ignoraron sus advertencias y los informes oficiales explican que la batalla fue una insurrección de la población india
82.
Al verlo acercarse, los agentes, aburridos o medio dormidos, se ponen de pie y explican educadamente que esperarán fuera, en el pasillo
83.
Las actividades de tantos espías se explican por el hecho de que en Valencia habíase librado una lucha a muerte entre el Gobierno, el Trust de Nitrato y el consorcio Walker-Keefe por la posesión de los yacimientos de nitrato
84.
—Vale, ¿y las huellas en la habitación del motel? ¿Cómo se explican?
85.
—¿Mientras las personas como tú permanecen al margen y explican ese acto de creación?
86.
Usted debería saber mejor que nadie que las gentes de estas tierras no han recibido educación, y que explican con sus pobres palabras lo que han visto
87.
Los animales, probablemente, explican el golpe de suerte que estaban a punto de tener
88.
5) Tras formular la irritante pregunta: «En un terreno desprovisto de árboles, ¿cómo se las arreglaron para cortar estacas?», los naturalistas explican: «Vista de lejos, la planta de yuca parece una estaca
89.
Los funcionarios de la compañía aseguran que los trabajadores de la vía están al corriente de los horarios de trenes, y no se explican por qué el señor Incardona no se apartó del curso del Pirata
90.
Pero las investigaciones estadísticas han demostrado que la víbora es, por un margen enorme, el animal que la mayoría de la gente más aborrece (con la araña en segundo lugar), y lo más raro del asunto es que cuando se amplía el cuestionario para determinar cuál es la característica del animal que despierta tal disgusto, la mayoría de los que odian a las serpientes explican con presteza que no pueden aguantarlas porque son «viscosas»
91.
Con frecuencia, sueños que parecen psíquicos se explican también como la integración inconsciente de la información sensoria y analítica de la que dispone el soñador por medio de canales bien conocidos
92.
¡está claro que nuestro amigo Daniel siente el empuje de la gravedad, o en caso contrario saldría flotando! Pero dichos cuerpos actúan de formas complicadas que no se explican a partir de las leyes presentadas en su Principia Mathematica
93.
Las condiciones de producción de la Teoría Queer explican por qué estas prácticas, por las que el sujeto queer se constituye a sí mismo, se articulan a partir de un 'juego de verdad' que lejos de oponerse al neoliberalismo, lo refuerza e incluso contribuye a reforzar algunos regímenes de verdad como los que aparecen en la publicidad, los discursos de los Gobiernos, de la academia etc
94.
—¡Rue! —respondo, para que sepa que estoy cerca, para que ellos sepan que estoy cerca y, con suerte, la idea de que está cerca la chica que los ha atacado con rastrevíspulas y que ha conseguido un once que todavía no se explican baste para que dejen en paz a la niña—
95.
La inseguridad de Lara es ya algo patológico, aunque supongo que es una de las razones que explican por qué está tan adaptada al entorno del Upper East Side
96.
Pregunto dónde está, me explican cómo llegar desde la estación, doy las gracias y cuelgo
97.
Todos los documentos y todas las leyes explican y justifican la superioridad masculina
98.
Todas estas teorías, pese a su diversidad, tienen dos cosas en común: las tres explican los hechos y las tres son completamente erróneas
99.
comprar una guía del museo, un librito en inglés donde se explican a grandes rasgos las características de esta cultura, de este arte, pero, muy en su papel, de inmediato interviene nuestro acompañante, regateando el precio, que considera excesivo
1.
estuvo explicando cuándo salían las
2.
explicando el miedo que había pasado
3.
queríadesautorizarlas explicando cómos y por qués
4.
explicando la herejía de los alumbrados
5.
Y fué explicando á Gillespie sus gestiones para conseguir estaautorización y el motivo de que el gobierno hubiese fijado para dos díasdespués la visita del Hombre-Montaña á la capital
6.
plazas, hablando enlas eras de los pueblos vecinos, explicando los Derechos del
7.
] En la aplicacion del álgebra á la geometría, se ve con masclaridad lo que estoy explicando
8.
En su disertacion sobre la filosofía platónica, combate las tendenciaspanteistas de Valentin Vegelio con estas palabras: «Yo quisiera queValentin Vegelio explicando en un tratado particular la vidabienaventurada por la transformacion en Dios, y preconizando confrecuencia una muerte y un reposo de este género, no
9.
» Luego, explicando cómo lo indivisible puedeestar en diferentes lugares dice: «lo indivisible es de
10.
en partes explicando lacombinacion de estas por medio de un discurso
11.
Seguía y seguía explicando métodos todos los cuales
12.
generacion delas ideas, explicando cómo estas dimanan de la sensacion, por medio
13.
sincerarse de la acusacion depanteismo, explicando á su manera los pasajes de sus obrasdonde se
14.
explicando el régimen a que se sometían los caballos jóvenes;
15.
monolito en medio deruinas, explicando el origen de la creación, se vino abajo
16.
Aguirre, explicando en seguida las franquicias de su arte, acabódiciendo:
17.
La de Ribert me leyó una porción de misivas explicando de
18.
inventó el modo de escribir alcielo encargando y explicando bien el sexo que se desea
19.
intención felina, leiba explicando todos los asuntos correspondientes a los bienes deCabruñana,
20.
Y refirióen seguida la historia de esa invención, explicando que
21.
Todolo que veo por aquí, me lo voy explicando á mi manera, y el
22.
Las dos ideas de que hablo son: la estadística y la fisiología: laestadística, explicando la sociedad; la
23.
: decir, unagloria, explicando un infierno; un Dios explicando á un diablo
24.
Bien, siga explicando los motivos de los demás
25.
El director de enfermería la acompañó por todas las plantas y le fue explicando qué tipo de paciente estaba en cada sala, en ésta los ACV (accidentes cerebro vasculares), en ésta los paliativos, etcétera
26.
Fitt, engrandecido por la importancia de su nuevo cargo y considerándose una especie de guía, iba revelando y explicando las maravillas del palacio a aquellos ignorantes no iniciados, describiendo los objetos de interés con los que se cruzaban o señalándoles quienes eran personajes de importancia
27.
La carta de Tallien continuaba explicando cómo, ya fuera porque las frases altisonantes de uno u otro signo todavía producían buen efecto entre los diputados, o bien porque éstos estaban fatigados de ver siempre las mismas caras, su entusiasmo les había resultado muy atractivo
28.
Explicando por qué hay que querer a los hermanos, por qué hay que defender a los humildes
29.
Le estoy explicando la única manera plausible de abordar el asunto
30.
Este señor debía pronunciar breves palabras, explicando el objeto de la ceremonia, y dando las gracias a las distinguidísimas y eminentes personas que se habían dignado cooperar a su esplendor en bien de la humanidad y de los pobres
31.
Cuando abro los ojos estoy solo en la sala con el hombre de la televisión explicando que se acerca una gran borrasca en el océano
32.
El guía estaba explicando que había allí otro grupo de
33.
El hombre del abrigo de mal gusto pareció haberse prendado de Victoria, y le estuvo explicando con todo detalle lo referente a la fabricación de tapices
34.
Kiselt estaba explicando el estado de las provisiones de Carvahall
35.
Rayas verticales, le estaba explicando el niño a la madre adoptiva cuando lo oyeron
36.
Tampoco deseaba seguir haciendo giras de promoción explicando lo que ya estaba dicho en los libros
37.
Hablaba en inglés -con subtítulos-, con la calma de un académico y la convicción moral de un apóstol, explicando las razones de justicia que lo impulsaban en la misión de rescatar la corona de Moctezuma, símbolo de la dignidad y tradición del pueblo azteca, secuestrada por el imperialismo europeo
38.
Su padre había hablado de eso durante una cena en el Nivel Residencial de la Casa Blanca, explicando que una de las cosas que había que explicarles a los jóvenes reclutas del ejército y la infantería de marina era que hasta la guerra tiene reglas y que violarlas acarrea serias penalidades
39.
Entró en la casa y estuvo explicando a los otros lo que había ocurrido
40.
Pronto estuvo en el cuarto de jugar explicando todo lo ocurrido a sus amigos
41.
Luego los dos muchachos vieron la escollera que escondía la playita donde Montalbano la había encontrado, descubrieron el paso y entraron, explicando a Libania con gestos que así se podría bañar
42.
Luego llegó carta de Rutilio Rufo explicando los hechos tal como se veían en Roma
43.
Sin embargo, como es lógico, yo no podía llamar la atención explicando mi reciente experiencia en Venezuela
44.
y explicando que es el sexto,
45.
Lo que le estaba explicando era el afecto entre los dos chiquillos, que han crecido y se han convertido en esposo y esposa
46.
Y usted estará ante la presidenta del Tribunal Superior explicando cómo ha violado los derechos de todos y cada uno de los clientes de Vincent
47.
Encontró el indicado y lo abrió en la M, explicando que los números que aparecían a continuación de cada nombre indicaban el correspondiente al rollo de microfilm
48.
–Lo que te estoy explicando es algo parecido
49.
¿Me sigo explicando bien?
50.
—Existen ciertas presiones —continuó explicando lentamente el Puño Supremo—
51.
Antes de que el agua se evaporase al espacio, se habrían depositado densos sedimentos, explicando así ese exceso de masa
52.
Tras sedarle con el cloroformo le disparó y le causó la muerte instantánea, después escribió una nota explicando su posterior suicidio
53.
Ayla ha estado explicando a Tholie las propiedades de algunas de sus medicinas
54.
Ayla asintió, siempre en silencio, explicando que llevaba también su honda
55.
Collins encontró en la señora Philips una oyente atenta cuya buena opinión del rector aumentaba por momentos con lo que él le iba explicando, y ya estaba pensando en contárselo todo a sus vecinas cuanto antes
56.
Llama a su oficina y deja un mensaje en el contestador, dando complejas instrucciones a su secretaria sobre las cuestiones pendientes para esa semana, y explicando a continuación que debe ocuparse de un asunto urgente de familia
57.
—Hubo una explosión y un incendio —continuó explicando Cohen—
58.
Le vemos tratando de adaptarse a su nuevo entorno, jugando a las cartas en la sala de recreo con un engrasador de Louisiana (y ganando), jugando al billar en diversos bares de mala muerte en tierra (y ganando) y luego explicando su éxito como una chiripa: “Estoy tan concentrado en no pegármela que de alguna manera me he superado
59.
Saul recordó al piloto, Meeks, explicando que el camino estaría iluminado para los dignatarios de visita y los VIP, pero esa noche el camino cubierto de hierba estaba completamente a oscuras
60.
El presidente del Congreso envió durante el mes de marzo una carta personal a todos los diputados explicando el plan de recortes en actividades internacionales aprobado por las Cortes Generales para combatir la crisis
61.
Una reportera hablaba ahora a la cámara, en directo, explicando cómo encontró los cuerpos la policía (un par de adolescentes habían tropezado con ellos mientras estaban explorando el desierto edificio por un desafío), y cuándo, y cómo progresaba la búsqueda
62.
A pesar de todo y aún creyendo lo que le decía el barón, aunque ignoraba la razón por la cual creía lo que le estaba explicando, le contestó:
63.
La completa solución matemática todavía hoy es imposible en una forma adaptada al cómputo exacto; pero usando los métodos de aproximación, Lagrange realizó un notable progreso, explicando las desigualdades observadas
64.
Fourier demostraba la vastedad de sus conocimientos reemplazando a sus colegas cuando estaban enfermos, y explicando, quizá mejor que ellos, toda clase de materias, desde la física hasta el griego y el latín
65.
Uno de los técnicos fue el que habló, explicando al profano Drakyl la dificultad
66.
Ahora seguiré hablando, seguiré explicando el caso,
67.
Fue extendiendo y explicando los distintos planos y diseños; el frente, los lados, el interior, los techos, el mobiliario, los ambientes
68.
Finalmente explicó las demandas que se harían: la libertad de los presos políticos; la difusión en todos los medios de comunicados explicando a la población los motivos de la acción: los requerimientos innegociables del comando
69.
Esquivando la impaciencia que brotaba a borbotones por todos los poros de este perplejo y desarmado investigador, ajustándose con frialdad a lo convenido, fue a presentarme, explicando el motivo de la llamada
70.
Thomas empezó explicando, clara y concisamente, la pista que había conducido desde los Archivos Criminales a la Sección Especial, la conversación con Lloyd, la mención de un hombre llamado Calthrop, y las investigaciones que se habían llevado a cabo hasta aquel momento
71.
—Será introducida en su suministro de agua —estaba explicando Jonas—
72.
–¡Estoy explicando la teoría fascista de la acción!
73.
El obispo continuó explicando que hacia unas semanas, Gundleus había visitado a Uter, había hecho la paz con el rey supremo y ahora era un placer para Uter entregarle a Norwenna por esposa y convertirlo así en protector, y repitió la palabra, en protector del reino de Mordred
74.
Mientras el Capitán hablaba, explicando lo que Kelly le había pedido, una figura se separó del grupo y se marchó en la oscuridad
75.
—La casa de Brian se quemó hasta los cimientos —continúa explicando ella
76.
Alzó los hombros explicando que carecía de alimento: no tenía carne
77.
Stride echó un vistazo a la puerta para asegurarse de que estuviera cerrada, y luego pasó los siguientes minutos explicando todo lo que había pasado: lo de Boni, lo de Mickey, lo del enfrentamiento que Serena y él habían mantenido con ellos la noche anterior
78.
A lo mejor redactaré un edicto explicando sus presuntos crímenes, y tú distribuirás copias entre las ruinas, para que el resto de los fremen pueda leerlas
79.
La señora Cortés palideció levemente, pero respondió con serenidad, explicando quién era yo y dónde había estado ella
80.
—En ese momento no lo relacioné, claro —siguió explicando el policía—,
81.
Ya estaba explicando el ciclo de vida del Garganta-retráctil cuando un gran rugido sacudió los cimientos de la construcción
82.
Más tarde, sin embargo, los dos se habían retractado de sus declaraciones, explicando que habían estado confusos y, posiblemente, drogados por el té de esa horrible mujer
83.
Recorrió la fila de prisioneros y les fue explicando que nunca debían mirar a los nobles a los ojos, ni hablar si no les hablaban, ni cruzarse en el camino del señor
84.
Felipe ríe y, para hacer tiempo, me va explicando lo de esos árboles enanos que él colecciona y cuida
85.
En la reunión del día 28 de diciembre, después de consumir un turno explicando al gobernador el plan de involucrar a un banco español en la forma que quedó anteriormente descrita, lo cierto es que me di cuenta de que el problema era yo
86.
Lo peor había sido la segunda muerte de Tavito, días después de la primera, cuando, utilizando toda la maquinaria informativa y publicitaria, El Caribe y La Nación, la televisión y radio La Voz Dominicana, las radios La Voz del Trópico, Radio Caribe, y una docena de periodiquitos y emisoras regionales, el régimen, en una de sus más truculentas mascaradas, divulgó una supuesta carta manuscrita de Octavio de la Maza, explicando su suicidio
87.
Él había contestado explicando que la custodia policial protegía a las madres contra actos hostiles
88.
Decio enviaba carta tras carta a la Urbe, explicando la situación y justificando su postura de intentar una solución pacífica hasta el último momento
89.
–Nuestro verdadero problema es la continuidad -dijo Dockson, haciendo una última anotación en la Puerta de Estaño, explicando lo que había sucedido allí
90.
Abrió el secretario y Luis le entregó la citación explicando que venía en lugar de su madre, que estaba enferma
91.
¿no vas a entregarme?», pero el cónsul levanta la mano derecha para que guarde silencio y continúa explicando el plan de ataque, girando sobre sí mismo, mirando uno a uno a sus tribunos y centuriones—
92.
Los techos y las paredes de las cloacas se derrumban de cuando en cuando; eso no es nuevo —siguió explicando mientras entraba en la abertura de la izquierda, el único camino que quedaba libre—, pero antes, con los Julio-Claudios, se cuidaba más de las alcantarillas; lo peor fue cuando construyeron el anfiteatro Flavio
93.
El general debía de estar explicando el plan de ataque y no era cuestión de estar distraído
94.
—¡No, no, ni mucho menos! Eco sigue explicando a continuación las características por las cuales el aymara podría calificarse como un lenguaje perfecto, aunque sin comprometerse del todo con la idea de que sea un lenguaje artificial
95.
Al Amores le estaban explicando en la redacción las anécdotas del viejo periodista José María Lladó
96.
–contaban con el dinero que eva tenía en el banco y con una pequeña pensión asistencial -siguió explicando marjorie lassiter-
97.
Cárter lo irá explicando todo poco a poco
1.
Con frecuencia se ha dicho que era un colorista excepcional, peroconviene explicar en qué sentido es esto cierto
2.
explicar, de la manera más concisa posible, lo que uno espera de los demás y lo que los demás
3.
mucho que puedan explicar la gran cantidad de preguntas que tengo, de las que
4.
explicar lo que es el color a un ciego de nacimiento
5.
¿Puedes explicar la diferencia entre amor y apego?
6.
¿Me puedes explicar una por una las razones por las cuales todas esas creencias
7.
Por cierto, ¿esas raras ocasiones coinciden con los días cuando los profesores tenían que explicar, bueno, no sé cómo, pero cambió de opinión
8.
Por cierto, esas raras ocasiones coinciden con los días cuando los profesores tenían que explicar, bueno, no sé cómo, pero cambió de opinión
9.
desfasados para explicar y dar una solución satisfactoria a las experiencias vividas
10.
explicar, y había dejado tirado a todo el personal
11.
busca de indicios que le pudiesen explicar todo lo que tan
12.
La situación se puede explicar de forma muy sencilla
13.
Necesita explicar una y otra vez cómo le acaeció
14.
explicar la existencia del individuo,
15.
En este sentido, también los modelos de actividades y orientación, que se estudian bajo el concepto de motivación, constituyen un aporte para explicar la comunicación
16.
El Diccionario Electoral, al explicar el término "manipulación" política -que parece ya intrínseco al proceso electoral-, señala que en éste se da una interrelación que califica así: "En este caso la educación podríamos calificarla de "maquiavélica con un sentido crítico y hasta peyorativo: los dominados están siendo engatusados, conducidos por quienes no perciben como conductores, y hacia situaciones de cuyos alcances no tienen ni deben tener conciencia
17.
- en que se concedían los préstamos; d) reconstruir la coyuntura crediticia; e) explicar el papel jugado por el crédito en el inicio de la expansión cafetalera; y f) analizar el proceso de conversión del dinero en capital en el Valle Central de Costa Rica
18.
propuesto una teoría para explicar el fenómeno y haber iniciado una lucha
19.
públicamente para explicar la posición de su oficina, de rechazo al citado referendo
20.
Si se quisiera explicar la desigualdad del ingreso y no la del régimen de Segunda parte • Hallazgos
21.
Generales: Estas consideran la totalidad de las variables para explicar
22.
A fin de explicar este influjo de las obras literarias, ejercido enocasiones sin
23.
vulgo, en explicar lo más delicado y oscurode la mente; en mostrarnos, con poderosa
24.
epopeya grande y completa, donde todo se quiere explicar orepresentar, redujeron la
25.
Sería tan necia pretensión como la dequerer explicar el efecto de
26.
La Marquesa creyó que debía explicar el pensamiento de
27.
—Te voy a explicar los indicios que sirvieron a tu pobre y
28.
orgullo difíciles de explicar
29.
explicar lo que sucedía
30.
supuesto esto, medetendré un poco en explicar mis ideas, fundadas en los
31.
cuanto al curso de los rios menores, lo essuficiente para explicar mis ideas
32.
—Las variaciones de distancia no bastan á explicar
33.
Todo cuantoacabamos de decir para explicar las variaciones de
34.
explicar elespíritu, la voluntad, la inteligencia y el deseo,
35.
Antes de establecer comparacion alguna, debo explicar la circunstanciade no haber individuos solteros que
36.
señalarán unmillon de causas para explicar lo poco satisfactoriode los resultados
37.
Estos fenómenos no sondifíciles de explicar si se advierte que las alteracionesdel
38.
estado de tribulacióndifícil de explicar
39.
misión de dirigir lasprácticas piadosas y explicar la doctrina a
40.
Jaime se apresuró a explicar el encuentro
41.
Aresti se hacía explicar todos los síntomas de la enfermedad
42.
Para explicar la herida de la mano y los cardenalesque presentaba,
43.
Duodécima luna, el padre Sánchez para Tien-Tsintambién, a explicar el catecismo a los
44.
puesto el pie en el camino de lainvestigación, es posible que llegara a explicar este
45.
En otros momentos, el enorme concurso quedaba en profundo silencio, comosi cada cual, ante las vacilaciones del inventario, buscase una soluciónpara explicar la utilidad del objeto misterioso
46.
Siempre que el doctor Flimnap se presentaba con algún retraso en elalojamiento del gigante, creía necesario explicar el motivo de sutardanza
47.
Todos quisieron explicar a la autoridad su acción vindicadora:
48.
triviales, que narraba el empleadoal explicar los grupos a los
49.
Explicar esto con claridadconveniente, a fin de evitar confusiones y
50.
explicar los grandes sucesos, poniéndola como una de las bases dela filosofía
51.
explicar todo; es el movimientolibre, irregular y audaz de un
52.
llegado elmomento de explicar su formación, buscando
53.
Por esto Rafael, después de hacerse explicar por los más exaltados eldeseo de la
54.
pueden explicar las cosas que con el explicamos en los quince sentidos que le usamos, y de que
55.
mi juicio, en el mundo, y él sólo bastapara explicar toda nuestra revolución
56.
dando lección en laUniversidad sobre legislación, después de explicar lo que era
57.
un gesto de desagrado nuestraselegantes lectoras cuando nos vean explicar la
58.
fundamentales de la conciencia, noadelantan nada para explicar ni el orígen de la
59.
En primer lugar, siendo la representacion de las mónadas una merahipótesis, no sirve para explicar
60.
, ó la que quiere explicar el mundointerno y externo, partiendo del
61.
] La evidencia, suele decirse, es una luz intelectual: esta esuna metáfora muy oportuna y hasta muy exacta si se quiere; pero queadolece del mismo defecto que todas las metáforas, las cuales, por sísolas, sirven poco para explicar los misterios de la filosofía
62.
] Descartes al anunciar y explicar su principio, no siempre seexpresó con la debida exactitud, lo cual dió motivo á que seinterpretasen mal sus palabras
63.
] De estos principios saca Vico consecuencias muytrascendentales, entre ellas la de explicar la causa de la division denuestra ciencia en muchos ramos, y de los diferentes grados de certezacon que se
64.
Esta doctrina de Santo Tomás confirma la opinion expuesta mas arriba,sobre la imposibilidad de explicar el acto intelectual por sola laproduccion
65.
Dificultad de explicar el desarrollo delos sentidos, y la relacion de las sensaciones
66.
] Esta inseparabilidad es tan cierta que los teólogos al explicar elaugusto misterio de la Eucaristía, han distinguido en la extension delcuerpo, la relacion de las partes entre sí, y la relacion con el lugar: in ordine ad se, et in ordine ad locum
67.
No hemos pues adelantado un paso: falta explicar lo que es esacapacidad, esa distancia; la cuestion está intacta todavía
68.
Si bien no hay dificultad en explicar por ideas metafísicas ygeométricas el hecho mismo de la gravitacion, en cuanto significa tansolo la tendencia de los cuerpos á aproximarse; las hay, y muy grandes,en determinar por este órden de ideas las condiciones á que se hallasometida la gravitacion
69.
físicos lo admiten generalmente, y losuponen necesario para explicar el movimiento, la condensacion,
70.
] Decir que no hay mas en esta percepcion, que una condicion desubjetividad, es cortar el nudo en vez de desatarle; no es explicar elmodo de la posibilidad de la experiencia, sino negar la posibilidad deesta experiencia
71.
] El gran problema de la filosofía no está en explicar laposibilidad de la experiencia; sino en
72.
º Explicar lo que es la representacion subjetiva de la extension,prescindiendo absolutamente de toda
73.
] No alcanzo que se pueda explicar el por qué se halla en nuestraalma la representacion de la
74.
? Dentroy fuera, junto y separado, implican extension; presuponen lo mismo quese quiere explicar; la
75.
El tomarla extension del espacio como un término de referencia por el cual sepueda explicar la extension de los cuerpos, equivale tambien ápresuponer hallado lo que se ha de buscar
76.
Si presuponemos puesla extension del espacio como una cosa absoluta, y con respecto á ellapretendemos explicar las demás extensiones, nos hacemos la ilusion mascompleta: se trata de explicar la extension en sí misma, la del espacionecesita ser explicada como las demás: presuponerla es dar por
77.
¿Estas doctrinas matemáticaspueden servir para explicar la generacion de lo extenso, partiendo depuntos inextensos? creo que nó
78.
que yo también debería explicar un poco acerca del uso del lenguaje en el control mental basado
79.
quiero explicar exactamente cómo funcionaba este procedimiento
80.
Imposibilidad de explicar los fenómenos del mundo interno sin elexterno
81.
engaña Condillac, cuando quiere explicar la memoriade las sensaciones por sensaciones puras
82.
quisieron los aristotélicos explicar los del órdenintelectual, en lo que lucieron su ingenio,
83.
del T: De hecho, es la única manera que puede explicar la actual desigualdad en el mundo
84.
discursivo; bien que sin explicar conentera claridad los caractéres distintivos de estas dos clases
85.
propongo consignar y explicar los hechos en la esferaideológica, prescindiendo absolutamente
86.
en la dificultad de explicar launion de cosas tan diferentes, replicaré 1
87.
generalizacion de lomismo que queremos explicar: á un grande efecto le señalamos una
88.
º Luego toda filosofía que quiere explicar la razon aislándola; quesolo considera fenómenos
89.
] Como esta manera de explicar el conocimiento de las relacionesesenciales de las cosas,
90.
apariencia, tal vez indica que las ideas de sucesion ytiempo, no se han de explicar la una por la
91.
ª ¿Cómo se puede explicar la necesidad {313}entrañada en la idea deltiempo, si se la hace
92.
valor objetivo, independientemente de nuestraintuicion; y explicar sus relaciones con la
93.
dificultad en explicar estas ideas? ¿por quétanta diferencia en las opiniones de los filósofos? En
94.
Con esta aclaracion creo que se puede explicar {77} alguntanto la idea de la infinidad absoluta, nó
95.
explicar ni elpensamiento ni el acto de voluntad, ni ninguno de losfenómenos internos; el
96.
de explicar el modo con que se hace esta produccion inmanente; lasinvestigaciones ideológicas se
97.
explicar los cimientos delórden moral
98.
] Estas consideraciones sugieren la cuestion: ¿esposible explicar el órden moral del mismo
99.
Joaquín había oído explicar a una persona muy docta en la ciencia delblasón, a la que aplicaba
100.
explicar esterepentino cambio de ideas a las personas a quienes
1.
—¿Por qué te lo explicas?
2.
—Y bien, si no me explicas lo que es la prestación personal, pocopodré saber por lo que veo
3.
Al principio, tú les explicas todo para que no les quede ninguna duda
4.
¿Cómo te explicas que la Biblia, al igual que todo lo que a ellos se refiere, sólo trate de ellos haciendo esto o lo otro, mientras a la gente de color sólo le toca recibir las maldiciones?
5.
Y si las cosas suceden como explicas, en cuanto yo gobierne el condado, tendrás la debida recompensa
6.
—¡Qué maravilla hablar contigo, Juan, todo lo sabes, todo, por terrible que sea tú me lo explicas, tú lo ajustas, tú me lo haces ver con la claridad del mediodía
7.
—¿Y cómo explicas que el día de la desgracia, en lugar de quedarse en el barracón, subiera solo al andamio?
8.
–¿Cómo explicas que un ministro del Gobierno sea, al mismo tiempo, director de esta compañía de helicópteros?
9.
-Yo no entiendo de esas cosas tan sutiles, si no me las explicas bien -dijo Sola, cuya palidez crecía por momentos
10.
–¿Cómo explicas lo de mi camiseta?-preguntó Curt
11.
–Si sus muertes no están relacionadas con las otras y son obra de un profesional observé, escéptica -, ¿cómo te explicas que el asesino supiera lo de las cartas, Benton? Ni siquiera yo conocía la existencia de la jota de corazones hasta hace muy poco
12.
–Si Creed es el autor de todo esto, ¿cómo explicas la huella de Denesa Steiner en las bragas que vestía Ferguson?
13.
Es diferente si tú lo explicas; sabes hacerlo con tanta claridad…
14.
te explicas lo que ves por el telescopio?
15.
Tú compartiste la hospitalidad de los Zelandonii… ¿por qué no les explicas el derecho de paso y la cortesía debida a los visitantes? En realidad, es más que una cortesía, es una obligación
16.
–Cuando lo explicas así, lo entiendo -declaró-
17.
¿ Cómo te lo explicas?
18.
–¿Cómo explicas la destrucción de los mapas?
19.
–Mejor no aceleres tanto, al menos mientras me lo explicas
20.
—¿Cómo explicas entonces la súbita transformación de gente corriente en elantrinos, arteth?
21.
–Muy bien, ¿por qué no me lo explicas?
22.
–Te explicas muy bien
23.
–Me explicas muy bien lo que es para ti: Gurú e iniciadora
24.
¿Te lo explicas? ¡Yo estaba violentísima!
25.
–Eso se lo explicas a quien corresponda
26.
¿Te explicas ahora la chifladura de la pobre Antonia?
27.
–Sí, pero Ernesto no la entendía y mamá se la explica, ¿verdad, mamá?; a papá le dices que nos lo explicas todo y que te gustan las películas de niños, y él quiere que vengas y nos las expliques, pero si viene Juana sólo sabe reírse y pasarlo bien ella y decir que ése es el oso, pues eso ya, pero digo que por qué lloraba el oso
28.
¿Por qué no me lo explicas? – pregunte
29.
¿Cómo explicas eso?
30.
—Todo esto que me explicas hace que las magias y cosmologías más complejas de mi mundo parezcan juegos de niños, en comparación —dijo Elric con una sonrisa mientras cruzaban el tranquilo páramo
31.
No tenemos Pontífice, nos explicas que la Corona es algo así como un demente visionario y ahora propones dejar el Castillo sin dirigente…
32.
Steed: ¿Cómo explicas la corrupción, la casi traición?
33.
Sucumbí a la tentación de intervenir y pregunté: -¿Pero cómo explicas el fracaso invariable de las comunidades, en el pasado?
34.
Y les explicas que vienes de parte de la multinacional noruega, y que les vas a hacer un estudio de rentabilidad de la fábrica completamente gratis, un regalo de Nilsen-Olsen a su proveedor
35.
– ¿Te importaría si como algo mientras lo explicas, duque Avan?
36.
-Todo esto que me explicas hace que las magias y cosmologías más complejas de mi mundo parezcan juegos de niños, en comparación -dijo Elric con una sonrisa mientras cruzaban el tranquilo páramo
37.
"Pero las cicatrices, Audra, ¿cómo explicas lo de las cicatrices? Él tiene razón
38.
¿Me explicas cómo?
39.
-¿Cómo le explicas a la gente que viene a visitarte de tu trabajo la presencia de Dawson? Había arreglos florales y canastas de fruta y hasta un gato de peluche, atestando las mesas de la habitación
40.
—Te explicas muy bien
41.
Te explicas muy bien
42.
–¿Me explicas, Luis? – dijo el titerote
43.
¿Por qué no me lo explicas?
44.
Si las chirivías son malvadas, ¿cómo explicas eso?
45.
Si le explicas la situación, y le preguntas de buena manera, él te puede decir quién soy
46.
No me explicas los detalles de tu acuerdo con el Gran Lord, y sin embargo esperas que crea que mantienes en secreto mi existencia
47.
Eso, ¿cómo lo explicas?
48.
–¡Qué maravilla hablar contigo, Juan, todo lo sabes, todo, por terrible que sea tú me lo explicas, tú lo ajustas, tú me lo haces ver con la claridad del mediodía
49.
, ¿por qué no les explicas el derecho de paso y la cortesía debida a los visitantes? En realidad, es más que una cortesía, es una obligación
50.
–Cuando lo explicas así, lo entiendo –declaró–
51.
—¿Cómo explicas, pues, que haya un pan de oro oculto en tu capa?
52.
¿Cómo te explicas eso?
53.
— ¿Cómo lo explicas? St
54.
Por eso me lo explicas tú
55.
-¿Cómo explicas, entonces -pregunté-, la diferencia entre el artista y el psicótico?
56.
—Pero ¿qué te pasó? ¡Habla de una vez! No explicas con claridad
1.
Dándome una prueba inesperada de la sabiduría me explico por qué, recojo las ondas cerebrales que se transforman en palabras de contenido altamente filosóficos a mis oídos: "Mira, el mar es una enorme masa de agua, pero en el mismo punto en el pasado milenios, no toda el agua que compone nuestro maravilloso continente, que, cuando se pretende huir, no hacemos otra cosa que seguir el agua, nuestra fuente inagotable de vida y la alimentación
2.
Así me explico cómocomprendía tan bien las
3.
Yo me los explico de cierto modo, quevoy á tener la sinceridad de declarar á V
4.
cuán claro me explico
5.
explico y deploro que viváis tan aisladosen este esquivo rincón del mundo, sin influir en las
6.
extraordinariamenteapasionado, y yo me explico muy bien el
7.
Y ahora me explico por qué me gustamás, cuando estoy en un templo, la música del Norte, la
8.
Ella insistio en que se quedara y le explico que su marido no comia con ellos ese dia y le habia pedido que le retuviera
9.
Cuando las companias estuvieron en sus puestos, Lorin se acerco a su amigo, se hicieron las presentaciones, y Maurice explico la presencia en el Temple de Genevieve y Morand
10.
El oficial les explico que los aristocratas pretendian llevarse a la reina durante el paseo y que ella, probablemente, estaba en connivencia con ellos
11.
—No me lo explico —se lamentó Eiji—
12.
—En seguida se lo explico
13.
Ahora me explico por qué tenía la impresión de que las cosas habían cambiado un poco
14.
¡Ah!, ahora comprendo los excesos y las violencias que acompañan a las primeras violencias populares, y me explico ciertos crímenes que la razón no acierta a justificar
15.
Por lo que en mí pasa comprendo lo que puede ser la pasión de innumerables seres vejados y maltratados por una tiranía de siglos; comprendo las catástrofes de la venganza popular, llevada a cabo por hombres sin instrucción ni conocimiento alguno del mundo y de la sociedad; me explico que la multitud no se detenga, sino que avance siempre, destruyendo todo lo que encuentra al paso, acordándose sólo de sus agravios y olvidando toda la ley de humanidad
16.
Y si el hombre no era el hombre… Creo que me explico con claridad… ¡Hola!
17.
Siento que se apaga en la medida en que me explico la existencia del coronel García y de otros como él, que comprendo a mi abuelo y me entero de las cosas a través de los cuadernos de Clara, las cartas de mi madre, los libros de administración de Las Tres Marías y tantos otros documentos que ahora están sobre la mesa al alcance de la mano
18.
—Si quieres, te lo explico
19.
¿Me explico? Esto no es profundo Angélica, es maligno nada más
20.
Este fenómeno nunca desapareció y no me lo explico
21.
-Cierto es -dijo el ministril-, que la señora condesa te protege, pues ahora caigo en la cuenta de que algunas veces se lo he oído decir; pero no me explico que tu ama se cartee con el alférez
22.
¿Me explico con claridad? -¡Asornbroso! -exclamó el coronel-
23.
«Yo me lo explico o quiero explicármelo -dijo Pezuela-, por la depresión de su ánimo ante el mal cariz de la campaña
24.
No sé si me explico bien
25.
—No me explico bien
26.
– ¿Comprende lo que le quiero decir? Se lo explico por su propio bien
27.
Yo hago como si no me importara y le explico
28.
¿Me explico con la suficiente claridad?
29.
Se lo explico
30.
No me lo explico en un obrero, consiervo amigo
31.
De otra manera no me explico la minuciosidad con que era habitual en él regresar a escenas aparentemente insignificantes, y en particular la atención con que quiso contarme repetidas veces lo de aquella vez, en aquel bosque otoñal, donde aplastado contra el suelo, junto a mi hijo y Cabiria, tuvo la primera revelación instintiva del caos al que habían arribado
32.
–Es que no lo entiende -le explico él mientras la enfermera buscaba la vena en el brazo
33.
Explico que pasaría a leer un editorial de Il Popolo y agregó: Lo que no es precisamente una opinión personal, señor presidente…
34.
Si estos efectos, tan palpables, producen las ideas fijas en la economía animal; si tienen poder bastante para alterar los tejidos, para trastornar lo que les es menos afín, la materia, ¿qué no harán en la vida espiritual, donde todas las facultades están en perpetuo y estrechísimo enlace? Yo me explico la obsesión de usted y sus diálogos con ese ser incomprensible; me explico el duelo, que fue el último grado de la alucinación
35.
El otro le explico:
36.
—Te lo explico, desde luego: los equipos de seguridad del evento nos han llamado al descubrir tu nacionalidad; y al conocer la identidad del muerto, han llamado al FBI
37.
Sólo así me explico el explosivo impacto de los relámpagos carnales revelados por el caftán puesto que, en el verano anterior, yo había visto ya en Ras-Marif a diario los muslos de tita Luisa, había nadado entre ellos y hasta los había secado en la playa… Pero aquellas piernas familiares eran de otra naturaleza: entrañables y afectuosas, ajenas al deseo, sin sombra de pecado
38.
Cuando le explico al director la razón de mi visita, se encoge de hombros en señal de impotencia
39.
Eran patrañas inventadas por él y por Sarnita al alimón, en la trapería: he sabido que estuvo haciendo la mala vida en una casa de ésas, podemos decirle de momento, me lo dijo la criada de la baronesa el otro día que me vendió un saco de revistas viejas, trabajaba en la Madame Petit, perdone la señora, pero así se llama la casa de meucas, parece que allí la chica era muy popular por lo bien que hacía el baño María, ¿se lo explico?, como quiera, a lo que iba: que luego la vieron de camarera en un bar del Paralelo, le dices, quería regenerarse, sí, bueno, para que luego se fíe uno: resulta que la dueña del bar acababa de echarla a la calle a patadas, ¿sabe por qué?, no por robar, no, no por gandula ni por piojosa, que parece que lo es un rato, tampoco por vender jabón de estranquis a las artistas del Cómico: por liarse con su marido, ésa no pierde el tiempo, doña, le dices, aunque la verdad, la dueña y su marido tampoco es que sean marido y mujer, al parecer viven reajuntaos, con perdón, pero qué cuadros se ven yendo de casa en casa, doña, qué líos
40.
Vivo en Madrid, no sé si me explico
41.
No sé si me explico
42.
En mis seminarios, cuando explico el tema de las cuevas y los dragones, las mujeres quieren saber cómo abreviar el tiempo que pasan los hombres en sus cuevas
43.
El albino se lo explico
44.
A ver si me explico: los que propugnaban el advenimiento de un Papa angélico eran herejes, o aún peor
45.
Le explico todo esto porque ahora nos encontramos, precisamente, en uno de esos momentos de renovación
46.
Un sargento, de alguna ciudad sureña, de pelo color zanahoria, dientes picados, granos… Parecido a un mono sin pelo en el cuerpo, no sé si me explico
47.
–¡Ay, Señor! Ahora le explico… Escúcheme con atención, por favor
48.
No me explico bien, perdone usted
49.
–Trabajo para una empresa de publicidad -le explico, intentando adoptar un aire amable
50.
–No lo explico de ninguna manera, milord
51.
–Stephen, ¿me prestarás atención si te lo explico?
52.
–¿Le interesa lo que le explico?
53.
–Pero es que me explico en chino, ¿o qué? Caballeros: no hay caso
54.
—Benton hizo lo que creía que era mejor para ti —le explico a Lucy—
55.
Le explico entonces que la función llamada de Control Técnico es absolutamente ficticia
56.
–No me explico bien
57.
—Cómo se lo explico
58.
–Ahora se lo explico
59.
¿No estuvo usted en las carreras de la Sogne? Nosotras fuimos en el tram, y me explico que no le guste a usted tomar un cacharro semejante
60.
¡Qué pelos! No me explico cómo un hombre puede tener esos pelos tan tiesos
61.
Por ejemplo, el chorizo con los callos, con el pote gallego, con las patatas a la riojana… ¿Me explico, jefe?
62.
—No me lo explico, de verdad que no me lo explico
63.
Le explico lo que le pasó, que soy su madre, que no tenga miedo porque de esta prueba saldrá fortalecida, que en los momentos más desesperados, cuando todas las puertas se cierran y nos sentimos atrapados en un callejón sin salida, siempre se abre un resquicio inesperado por donde podemos asomarnos
64.
Esa aventura me recordó la primera lección de mi infancia, que no me explico cómo se me había olvidado: no hay libertad sin independencia económica
65.
No me explico qué atrajo a Willie, que tiene un pasado de mujeres altas y rubias, a mí me atrajo su historia
66.
Esto nunca había fallado, no me lo explico
67.
—Sólo le explico el plan al muchacho —gruñó Moody—
68.
Después de todo, es probable que los compañeros estén implicados en un juego de suma no cero, en el que ambos pueden aumentar sus ganancias mediante la cooperación, en vez de que la ganancia de uno suponga, necesariamente, una pérdida para el otro (explico esta idea en el capítulo XII)
69.
Explico esto en profundidad en El gen egoísta
70.
Te lo explico más tarde
71.
Nadie ha tocado nunca un timbre tan terrible: no me refiero al sonido que produjo sino a la presión en sí, al tacto del botón contra mi dedo, o de mi dedo contra el botón, nadie ha sentido nunca lo mismo que yo; aunque mi sensación fue lógica, ya que físicamente sería imposible tocar el timbre sin el hueso, quiero decir que sin el hueso nuestro dedo se torcería sobre el botón como un tubo de goma, o se aplastaría ridículamente, o se introduciría en sí mismo como un guante vacío, así que hasta cierto punto resulta lógico suponer que el timbre suena con el hueso, que es mi esqueleto el que llama a la puerta, pero nadie ha sentido nunca tal cosa, y me produjo pena y sorpresa comprobar que hasta aquel momento crucial yo ignoraba lo que realmente somos y que el conocimiento puede producirse así, de improviso, mientras el zumbido eléctrico molesta el oído todavía, que se me haya revelado en ese instante doméstico, que cuando Galia abrió la puerta yo ya fuera otro, que el sonido de su timbre me despertara de un sueño de ignorancia para sumirme en la vigilia de un mundo que, por desagradable que fuera, era más cierto, porque si mi dedo había hecho sonar el timbre era debido a que llevaba hueso en su interior; lo había percibido de repente: mi dedo era un dedo con hueso y su utilidad radicaba en el hueso, al palparlo noté la dureza debajo, tras impensables láminas de músculo, y la realidad de aquella presencia me dejó asombrado, estuporoso, con un estupor y un asombro no demasiado intensos pero permanentes: oh Dios mío tengo un hueso debajo, mi dedo no es un dedo, es un hueso articulado y protegido contra el desgaste: la idea me vino así, con una lógica tan aplastante que no me sorprendió en sí misma sino su ausencia hasta ese timbre; no había una idea extraña e increíble, había una extraña e increíble omisión de la idea en todo el mundo, justo hasta el histórico momento en que llamé a la puerta del piso de Galia, pero Galia estaba en el umbral con su bata azul celeste y su cabello ondulado como por rulos invisibles, y me contemplaba sorprendida; y es que es una mujer muy perspicaz: apenas me entretuve un instante demasiado largo entre su saludo y mi entrada, y ya me había preguntado qué me ocurría: yo me frotaba el índice de mi descubrimiento contra el pulgar, incapaz de creer aún que lo obvio podía estar tan oculto, casi temeroso de creerlo, y opté por disimular esperando tener más tiempo para razonar, así que entré, le di un beso, me quité el abrigo húmedo y la bufanda y saludé al pasar a César, que ladraba incesante en el patio de la cocina: Galia me dijo qué tal y yo le dije muy bien, y le devolví estúpidamente la pregunta y ella me respondió igual, y de repente me pareció absurdo este diálogo especular de respuestas consabidas, o quizá era que la revelación me había estropeado la rutina, véase si no otro ejemplo: mantuve tieso el culpable dedo índice mientras entraba, y ni siquiera lo utilicé para quitarme el abrigo, como si una herida repentina me impidiera usarlo, y es que desde que había comprobado que ocultaba un hueso lo miraba con cierta aprensión, como se miran los fetiches o los amuletos mágicos; pero hice lo que suelo hacer: me senté en uno de los dos grandes sofás de respaldo recto, estiré las piernas, saqué un cigarrillo —con los dedos pulgar y medio— y dije que sí casi al mismo instante que Galia me preguntaba si quería café, incluso antes de saber si realmente tenía ganas de café, ya que la tradición es que acepte, y Galia, tan maternal, necesita que yo acepte todo lo que me da y rechace todo lo que no puede darme; tomar el café en la salita, mientras termino el cigarrillo y justo antes de pasar al dormitorio, se ha vuelto, a la larga, el rato más excitante para ambos; charlamos de lo acontecido durante la semana, Galia me pregunta siempre por Ameli y Héctor Luis, se muestra interesada en mis problemas y apenas me habla de los suyos, pero el diálogo es una excusa para que ella me inspeccione, me palpe, capte cosas en mi mirada, en mi forma de vestir, en mis gestos, pues Galia, a diferencia de Alejandra, es una mujer afectuosa, impulsiva y, como ya he dicho, perspicaz, y la conversación no le interesa tanto como ese otro lenguaje inaudible de la apariencia, así que es muy natural que la interrumpa para decirme: estás cansado, ¿verdad?, o bien: hoy no tenías muchas ganas de venir, ¿no es cierto? o bien: cuéntame lo que te ha pasado, vamos, has discutido con Alejandra, ¿me equivoco?, así estemos hablando del tiempo que hace, los estudios de Héctor Luis o lo que sea, da igual, su mirada me envuelve y nota las diferencias; por lo tanto, no fue extraño que esa tarde me dijera, de repente: te encuentro raro, Héctor, y yo, con simulada ingenuidad: ¿sí?, y ella, confundida, aventura la idea de que pueda tratarse de Alejandra o de la niña: no, no es Alejandra, le digo, tampoco es Ameli; Alejandra sigue sin saber nada de lo nuestro, tranquila, y en cuanto a Ameli, ya la dejo por imposible, pero ella concluye que tengo una cara muy curiosa este jueves y yo la consuelo a medias diciéndole que estoy cansado, y ella insiste: pero no es cara de estar cansado sino preocupado, y yo: pues lo cierto es que no me pasa nada, Gali, porque cómo decirle que estoy pensando inevitablemente en el hueso de mi dedo índice, cómo decirle que de repente me he descubierto un hueso al llamar al timbre de su casa: ¿acaso no iba a sentirse un poco dolida?, ¿acaso no pensaría que era una forma como cualquier otra de decirle que ya estaba harto de visitarla cada semana, todos los jueves, desde hace años?, sonaba mal eso de: acabo de darme cuenta, Gali, justo al llamar al timbre de tu puerta, de que tengo un hueso en el dedo, de que mi dedo índice son tres huesos camuflados, para acto seguido decir: bueno, Gali, no pensemos más en que mi dedo índice son tres huesos, ¿no?, y vamos a la cama, que se hace tarde; sonaba mal, sobre todo porque con Galia, igual que con Alejandra, tenía que andar de puntillas: nuestra relación se había prolongado tanto que, a su modo, también era rutinaria, a pesar de que ella seguía llamándola «una locura»; curiosamente, Galia es viuda y libre y yo estoy casado y tengo dos hijos, pero ella sigue diciendo que lo nuestro es «una locura» y yo pienso cada vez más en una aburrida traición, un engaño cuya monótona supervivencia lo ha despojado incluso del interés perverso de todo engaño dejando solo los inconvenientes: jamás podría hablarle a Alejandra de Galia, ahora ya no, y jamás podría terminar con Galia, ahora ya no, cada relación se había instalado en su propia rutina y ya ni siquiera podía soñar con escaparme de ésta, porque se suponía que cada una servía precisamente para huir de la rutina de la otra: mi deber era cuidar de ambas, conocer a Galia y a Alejandra, saber qué les gustaba oír y qué no, lo cual, naturalmente, era difícil, y por eso mi propia rutina consistía en callarme frente a las dos; pero en momentos así callarme también era un esfuerzo, porque si me notaba incluso la división entre los huesos, si podía imaginármelos al tacto, sentirlos allí como un dolor o una comezón repentina, ¿cómo podía evitar pensar en eso?; y ni siquiera era mi dedo lo que me molestaba, ya dije, sino mi error al no darme cuenta hasta ahora: esa ceguera era lo que jodía un poco, perdonando la expresión; porque hubiera sido como si me creyera que el arlequín de la fiesta de disfraces no esconde a nadie debajo, cuando es bien cierto que ese alguien bajo el arlequín es quien le otorga forma a este último, que no podría existir sin el primero: sería tan solo puros leotardos a rombos blancos y negros, bicornio de cascabeles, zapatillas en punta y antifaz, pero no el arlequín, y de igual manera, ¿qué error me llevó a creer hasta esa misma tarde que mi dedo índice era un dedo?; si lo analizamos con frialdad, un dedo es un disfraz, ¿no?, una piel elegante que oculta el cuerpo de un hueso, o de tres huesos si nos atenemos a lo exacto, y a poco que lo meditemos, una vez llegados a este punto y pinchado en el hueso, valga la expresión, ya no se puede retroceder y razonar al revés: decir, por ejemplo, que el hueso es simplemente la parte interna de un dedo: sería como llegar a ver el alma: ¿acaso pensaríamos en el cuerpo con el mismo interés que antes?; pero mientras hablaba con Galia y la tranquilizaba estaba razonando lo siguiente: que este descubrimiento conlleva sus problemas, porque es un hallazgo delator, como atrapar a un miembro de la banda y lograr que revele la guarida de los demás: si mi dedo índice derecho, el dedo del timbre, lleva huesos ocultos, la conclusión más sencilla se extiende como un contagio a los otros cuatro de esa misma mano y, ¿por qué no?, a los cinco de la otra: tengo un total de diez huesos entre las dos manos, tirando por lo bajo, cinco huesos en cada una, y lo peor de todo es que se mueven: porque hay que pensar en esto para horrorizarse del todo: ¿alguna vez vieron moverse solos a diez huesos?, pues ocurre todos los días frente a ustedes, en el extremo final de los brazos: hagan esto, alcen una mano como hice yo aprovechando que Galia se acicalaba en el cuarto de baño (porque Galia se acicala antes y después de nuestro encuentro amoroso), alcen cualquiera de las dos manos frente a sus ojos y notarán el asco: cinco repugnantes huesos bajo una capa de pellejo (ni siquiera huesos limpios, por tanto, sino envueltos en carne) moviéndose como ustedes desean, cinco huesos pegados a ustedes, oigan, y tan usados: saber que nos rascamos con huesos, que cogemos la cuchara con huesos, que estrechamos los huesos de los demás en la calle, que acariciamos con huesos la piel de una mujer como Galia: saberlo es tan terrible pero no menos real que los propios huesos, saberlo es descubrirlo para siempre, y lo peor de todo fue lo que me afectó: no se trata de que no se me pusiera tiesa en toda la tarde, perdonando la intimidad, ya que esto me ocurría incluso cuando pensaba que los dedos eran dedos, no, lo peor fue el cuidado que puse: tanto que no parecía que estaba haciendo el amor sino operando algún diente delicado; y es que me invadió una notoria compasión por Galia, tan hermosota a sus cincuenta incluso, al pensar que sobaba sus opulencias, sus suavidades, con huesos fríos y duros de cadáver: mi culpa llegó incluso a hacerme balbucear incongruencias, desnudos ambos en la cama: ¿soy demasiado duro?, comencé por decirle, y ella susurró que no y me abrazó maternalmente, e insistir al rato, todo tembloroso: ¿no estoy siendo quizá algo tosco?, y ella: no, cariño, sigue, sigue, pero yo la tocaba con la delicadeza con que se cierran los ojos de un muerto, porque ¿cómo olvidar que eran huesos lo que deslizaba por sus muslos?, aún más: ¿cómo es que ella no lo sabía?, ¿acaso no se percataba de que las caricias que más le gustaban, aquellas en que mis dedos se cerraban sobre su carne, eran debidas a los huesos?: sin ellos, tanto daría que la magreara con un plumero: ¿cómo podría estrujar sus pechos sin los huesos?, ¿cómo apretaría sus nalgas sin los huesos?, ¿cómo la haría venirse, en fin, sin frotar un hueso contra su cosa, perdonando la vulgaridad?: sin los huesos, mis dedos valdrían tanto como mi pilila, perdonando la obscenidad, o sea, nada: ¿cómo es que ella no se horrorizaba de saber que nuestros retozos, que tanto le agradaban, eran puro intercambio de huesos muertos?, porque incluso sus propias manos, y mis brazos, y los suyos, Dios mío, ¿no eran largos y recios huesos articulados que se deslizaban por nuestros cuerpos, nos envolvían, apretaban nuestra carne, nos abrazaban?, ¿acaso era posible no sentir el grosero tacto de los húmeros, la chirriante estrechez del cúbito y el radio, los bolondros del codo y la muñeca?; sumido en esa obsesión me hallaba cuando dije, sin querer: ¿no estoy siendo muy afilado para ti?, y ella dijo: ¿qué?, y supe que la frase era absurda: «afilado»», ¿cómo podía alguien ser «afilado» para otro?, y casi al mismo tiempo me percaté de que era la pregunta correcta, la más cortés, la más cierta: porque con toda seguridad había huesos y huesos, unos afilados y otros romos, unos muy bastos y ásperos corno rocas lunares y otros pulidos quizá como jaspes: incluso era posible que el tacto del mismo hueso dependiera del ángulo en que se colocaba con respecto a la piel, porque un hueso es un poliedro, casi un diamante, y hay que imaginarse sobando a la querida con diez durísimos y helados cuarzos para comprender mi situación, pensar en la carilla adecuada que usaremos para deslizarlos por la piel, el borde más inofensivo, no sea que nuestros apretujones se conviertan en el corte del filo de un papel, en la erizante cosquilla de una navaja de barbero; y entre ésas y otras se nos pasó el tiempo y terminamos como siempre pero peor, resoplando ambos bocarriba como dos boyas en el mar, mirando al techo, con esa satisfacción pacífica que solo otorga la insatisfacción perenne: cuánto tiempo hace que tú y yo no disfrutamos, Galia, pienso entonces, que vamos llevando esto adelante por no aguardar la muerte con las manos vacías, tiempo repetido que nunca se recobra porque nunca se pierde, días monótonos, el trasiego de la rutina incluso en la excepción: porque, Galia, hemos hecho un matrimonio de nuestra hermosa amistad, eso es lo que pienso, pero hubiéramos podido ser felices si todo esto conservara algún sentido, si existiera alguna otra razón que no fuera la inercia para mantenerlo; oía su respiración jadeante de cincuenta años junto a mí y trataba de imaginarme que estaba pensando lo mismo: ese silencio, Galia, que nunca llenamos, la distancia de nuestra proximidad, por qué tener que imaginarlo todo sin las palabras, qué piensas de mí, qué piensas de ti misma, por qué hablar de lo intrascendente, y va y me indaga ella entonces: ¿qué tal el trabajo?, porque cree que el exceso de dedicación me está afectando, y yo le digo que bien, y ella, apoyada en uno de sus codos e inclinada sobre mí, los pechos como almohadas blandas, vuelve a la carga con Alejandra: pero te ocurre algo, Héctor, dice, desde que has entrado hoy por la puerta te noto cambiado, ¿no será que Alejandra sospecha algo y no me lo quieres decir?, y le he contestado otra vez que no, y a veces me interrogo: ¿por qué todo esto?, ¿por qué lo mismo de lo mismo, este vaivén inacabable?, ¿qué pasaría si un día hablara y confesara?, ¿qué pasaría si por fin me decidiera a hablar delante de Alejandra, pero también delante de Galia y de mí mismo?, decir: basta de secretos, de engaños, de misterios: ¿qué sentido le encontráis a todo?, ¿por qué oficiar siempre el mismo ritual de lo cotidiano?, y para cambiar de tema le comento que Ameli está atravesando ahora la crisis de la adolescencia y discute frecuentemente conmigo y que Héctor Luis ha decidido que no será dentista sino aviador; a Galia le gusta saber lo que ocurre con mis hijos, ese tema siempre la distrae, incluso me ofrece consejos sobre cómo educarlos mejor, y yo creo que goza más de su maternidad imaginaria que Alejandra de la real; en todo caso, es un buen tema para cambiar de tema, y pasamos un largo rato charlando sin interés y pienso que es curioso que venga a casa de Galia para hablar de lo que apenas importa, ya que eso es prácticamente lo único que hago con Alejandra; en los instantes de silencio previos a mi partida seguimos mirando el techo, o bien ella me acaricia, zalamera, incluso pesada, y me dice algo: esa tarde, por ejemplo: me gusta tu pecho velludo, así lo dice, «velludo», y no sé por qué pero de repente me parece repugnante recibir un piropo como ése, aunque no se lo comento, claro, y ella, insistente, juega con el vello de mi pecho y sonríe; Galia es una orquídea salvaje, pienso, y a saber por qué se me ocurre esa pijada de comparación, pero es tan cierta como que Dios está en los cielos aunque nunca le vemos: Galia es una orquídea salvaje en olor, tacto, sabor, vista y sonido, y me encuentro de repente pensando en ella como orquídea cuando la oigo decir: ¿por qué me preguntaste antes si eras «afilado»?, ¿eso fue lo que dijiste?, y me pilla en bragas, perdonando la expresión, porque al pronto no sé a lo que se refiere, y cuando caigo en la cuenta, y para no traicionarme, le respondo que quería saber si le estaba haciendo daño en el cuello con mis dientes, y ella va y se echa a reír y dice: ¡vampirillo, vampirillo!, y vuelve a acariciarme, y como un tema trae otro, lo de los dientes le recuerda que necesita hacerse otro empaste, porque hace dos días, comiendo empanada gallega, notó que se le desprendía un pedacito de la muela arreglada, así que pasará por mi consulta sin avisarme cualquier día de éstos, y de esa forma nos veremos antes del jueves, dice, y su sonrisa parece dar a entender que está recordando el día en que nos conocimos, porque las mujeres son aficionadas a los aniversarios, ella tendida en el sillón articulado, la boca abierta, y yo con mi bata blanca y los instrumentos plateados del oficio, y como para confirmar mis sospechas me acaricia de nuevo el pecho «velludo» y dice: me gustaste desde aquel primer día, Héctor, me hiciste daño pero me gustaste, y claro está que nos reímos brevemente y yo le digo que nunca he comprendido por qué se enamoró de mí en la consulta, qué clase de erotismo desprendería mi aspecto, bajito, calvo y bigotudo, amortajado en mi bata blanca, entre el olor a alcohol, benzol, formol y otros volátiles, provisto de garfios, tenacillas, tubos de goma, lancetas y ganchos, porque no es que mi oficio me disgustara, claro que no, pero no dejaba de reconocer que la consulta de un dentista de pago es cualquier cosa menos un balcón a la luz de la luna frente a un jardín repleto de tulipanes, eso le digo y ella se ríe, y por último el silencio regresa otra vez, inexorable, porque es un enemigo que gana siempre la última batalla; llega la hora de irme, esa tarde más temprano porque mi suegro viene a cenar a casa, y cuando voy a levantarme la oigo decir, como de forma casual: ¿qué haces frotándote los dedos sin parar, Héctor?, ¿te pican?, eso dice, y descubro que, en efecto, he estado todo el rato dale que dale moviendo los dedos de la mano derecha como si repitiera una y otra vez el gesto con el que indicamos «dinero» o nos desprendemos de alguna mucosidad, perdonando la vulgaridad, que es casi el mismo que el que utilizamos para indicar «dinero», y enrojezco como un niño de colegio de curas pillado en una mentira y quedo sin saber qué decirle, hasta que por fin me decido y opto por revelarle mi hallazgo: nada, digo, ¿es que nunca te has tocado el hueso que tenemos bajo los dedos?, y lo pregunto con un tono prefabricado de sorpresa, como si lo increíble no fuera que yo me los frotase sino que ella no lo hiciera: qué dices, me mira sin entender, y me encojo de hombros y le explico: es que resulta curioso, ¿no?, quiero decir que si te tocas los dedos notas durezas debajo, ¿verdad?, y esas durezas son el hueso, ¿no te parece curioso, Gali?, toca, toca mis dedos: ¿no lo palpas bajo la piel, la grasa y los tendones?, es un hueso cualquiera, como los que César puede roer todos los días, le digo, y ella retira la mano con asco: qué cosas tienes, Héctor, dice, es repugnante, dice, y yo le doy la razón: en efecto, es repugnante pero está ahí, son huesos, Gali, mondos y lirondos, blancos, fríos y duros huesos sin vida: sin vida no, dice ella, pero replico: sin vida, Gali, porque nadie puede vivir con los huesos fuera, los huesos son muerte, por eso nos morimos y sobresalen, emergen y persisten para siempre, pero se ocultan mientras estamos vivos, es curioso, ¿no?, quiero decir que es curioso que seamos incapaces de vivir sin los huesos de nuestra propia muerte, pero más aún: que los llevemos dentro como tumbas, que seamos ellos ocultos por la piel, que seamos el disfraz del esqueleto, ¿no, Gali?, y ella: ¿te pasa algo, Héctor?, y yo: no, ¿por qué?, y ella: es que hablas de algo tan extraño, y yo le digo que es posible y me callo y pienso que quién me manda contarle mi descubrimiento a Galia, sonrío para tranquilizarla y me levanto de la cama, no sin antes cubrirme convenientemente con la sábana, ya que siempre me ha parecido, a propósito del tema, que la desnudez tiene su hora y lugar, como la muerte, y recojo la ropa doblada sobre la silla, me visto en el cuarto de baño y para cuando salgo Galia me espera ya de pie, en bata estampada por cuya abertura despuntan orondos los pechos y destaca el abultado pubis, me da un besazo enorme y húmedo y me envuelve con su cariño y bondad maternales: te quiero, Héctor, dice, y yo a ti, respondo, y no te preocupes, dice, porque otro día nos saldrá mejor, y me recuerda aquel jueves de la primavera pasada, o quizá de la anterior, en que fuimos capaces de hacerlo dos veces seguidas y en que ella me bautizó con el apodo de «hombre lobo»: teniendo en cuenta que hoy he sido «vampirillo», más intelectual pero menos bestia, quién duda de que me convertiré cualquier futuro jueves en «momia» y terminará así este ciclo de avatares terroríficos que comenzó con un «frankenstein» entre luces blancas, olor a fármacos y cuchillas plateadas, pero esto lo digo en broma, porque bien sé que lo nuestro nunca terminará, ya que, a pesar de todo —incluso de mi escasa fogosidad—, es «una locura», o no, porque hay ritual: el rito de decirle adiós a César, ladrando en el patio encadenado a una tubería oxidada, el beso final de Galia, y otra vez en la calle, ya de noche, frotándome los dedos dentro de los bolsillos del abrigo mientras camino, porque vivo cerca de la casa de Galia y tengo mi trabajo cerca de donde vivo, así que me puedo permitir ir caminando de un sitio a otro, todo a mano en mi vida salvo los instantes de vacaciones en que nos vamos al apartamento de la costa, y, sin embargo, debido a la repetición de los veranos, también a mano el apartamento, y la costa, y todo el universo, pienso, tan próximo todo como mis propias manos, y, sin embargo, a veces tan sorprendentemente extraño como ellas: porque de improviso surge lo oculto, los huesos que yacen debajo, ¿no?, pienso eso y froto mis dedos dentro de los bolsillos del abrigo; y ya en casa, comprobar que mi suegro había llegado ya y excusarme frente a él y Alejandra con tonos de voz similares, aunque ambos creen que los jueves me quedo hasta tarde en la consulta «haciendo inventario», que es la excusa que doy, así me cuesta menos trabajo la mentira, ya que me parece que «hacer inventario» es suministrarle a Alejandra la pista de que mi demora es una invención, una alocada fantasía de mi adolescencia póstuma, hasta tal extremo de juego y cansancio me ha llevado el silencio de estos últimos años; además, sospecho que el viejo escoge los jueves para disponer de un rato a solas con Alejandra mientras yo estoy ausente, lo cual, hasta cierto punto, me parece una compensación, Alejandra tiene a su padre y yo tengo a Galia, y sospecho que desde hace meses ambas parejas pasamos el tiempo de manera similar: hablando de tonterías y fumando; el padre de Alejandra, rebasados los ochenta, tiene una cabeza tan perfecta y despejada que te hace desear verlo un poco confuso de vez en cuando, que Dios me perdone, porque además ha sido librero, propietario de una antigua tienda ya traspasada en la calle Tudescos, hombre instruido y amante de la letra impresa, particularmente de los periódicos, y con un genio detestable muy acorde con su inútil sabiduría y su fisonomía encorvada y su luenga barbilla lampiña; Alejandra, que ha heredado del viejo el gusto por la lectura fácil y la barbilla, además de cierta distracción del ojo izquierdo que apenas llega a ser bizquera, se enzarza con él en discusiones bienintencionadas en las que siempre terminan ambos de acuerdo y en contra de mí, aunque yo no haya intervenido siquiera, ya que al viejo nunca le gustó nuestro matrimonio, y no porque hubiera creído que yo era una mala oportunidad, sino por «principios», porque el viejo es de los que odian a priori, y yo nunca sería él, nunca compartiría todas sus opiniones, nunca aceptaría todos sus consejos y, particularmente, jamás permitiría que Alejandra regresara a su área de influencia (vacía ya, porque su otro hijo se emancipó hace tiempo y tiene librería propia en otra provincia); además, mi profesión era casi una ofensa al buen gusto de los «intelectuales discretos» a los que él representa, porque está claro que los dentistas solo sabemos provocar dolor, somos terriblemente groseros, apenas se puede hablar con nosotros a diferencia de lo que ocurre con el peluquero o el callista (debido a que no se puede hablar mientras alguien te hurga en las muelas), y, por último, ni siquiera poseemos la categoría social de los cirujanos: el hecho de que yo ganara más que suficiente como para mantener confortables a Alejandra y a mis dos hijos, poseer consulta privada, secretaria y servicio doméstico, no excusaba la vulgaridad de mi trabajo, pero lo cierto es que nunca me había confiado de manera directa ninguna de estas razones: frente a mí siempre pasaba en silencio y con fingido respeto, como frente a la estatua del dictador, pero se agazapaba aguardando el momento de mi error, el instante apropiado para señalar algo en lo que me equivoqué por no hacerle caso, aunque, por supuesto, nunca de manera obvia ni durante el período inmediatamente posterior a mi pequeño fracaso, porque no era tanto un cazador legal como furtivo y rondaba en secreto a mi alrededor esperando el instante apropiado para que su odio, dirigido hacia mí con fina puntería, apenas sonara, y entonces hablaba con una sutileza que él mismo detestaba que empleasen con él, ya que había que ser «franco, directo, como los hombres de antes», pero yo, lejos de aborrecerle, le compadecía (y fingía aborrecerle precisamente porque le compadecía): me preguntaba por qué tanto silencio, por qué llevarse todas sus maldiciones a la tumba, cuál es la ventaja de aguantar, de reprimir la emoción día tras día o enfocarla hacia el sitio incorrecto; pero lo más insoportable del viejo era su fingida indiferencia, esa charla intrascendente durante las cenas, ese acuerdo tácito para no molestar ni ser molestado, tan bien vestido siempre con su chaqueta oscura y su corbata negra de nudo muy fino: un día te morirás trabajando, me dice cuando me excuso por la tardanza, y no te habrá servido de nada: este gobierno nunca nos devuelve el tiempo perdido ese del señor Joyce, añade (su costumbre de citar autores que nunca ha leído solo es superada por la de citarlos mal), que diga, Proust, se corrige, a mí siempre los escritores franceses me han dado por atrás, con perdón, dice, y por eso me equivoco, y Alejandra se lo reprocha: papá, dice; mientras finjo que escucho al viejo, contemplo a Alejandra ir y venir instruyendo a la criada para la cena y llego a la conclusión de que mi mujer es como la casa en la que vivimos: demasiado grande, pero a la vez muy estrecha, adornada inútilmente para ocultar los años que tiene y llena de recuerdos que te impiden abandonarla; Alejandra tiene amigas que la visitan y le dan la enhorabuena cuando Ameli o Héctor Luis consiguen un sobresaliente; a diferencia de Galia, Alejandra es fría, distinguida e intelectual a su modo, y vive como tantas otras personas: pensando que no está bien vivir como a uno realmente le gustaría, porque Alejandra cree que el matrimonio termina unos meses después de la boda y ya solo persiste el temor a separarse; su religión es semejante: hace tiempo que dejó de creer en la felicidad eterna y ahora tan solo teme la tristeza inmediata; sin embargo, invita a almorzar con frecuencia al párroco de la iglesia y acude a ésta con una elegancia no llamativa, lo que considera una característica importante de su cultura, pues en la iglesia se arrodilla, reza y se confiesa y murmura por lo bajo cosas que parecen palabras importantes; a veces he pensado en la siguiente blasfemia: si a Dios le diera por no existir, ¡cuántos secretos desperdiciados que pudimos habernos dicho!, ¡qué opiniones sobre ambos hemos entregado a otros hombres!, pero lo terrible es que tanto da que Dios exista: dudo que al final me entere de todo lo que comentas sobre mí y sobre nuestro matrimonio en la iglesia, Alejandra, eso pienso; qué va: por paradójico que resulte, la iglesia es el lugar donde la gente como nosotros habla más y mejor, pero todo se disuelve en murmullos y silencio y oraciones, y la verdad se pierde irremediablemente: quizá la clave resida en arrodillarnos frente al otro siempre que tengamos necesidad de hablar, o en hacerlo en voz baja y muy rápido, sin pensar, cómo si rezáramos un rosario; y meditando esto oigo que el viejo me dice: ¿te pasa algo en los dedos, Héctor?, con esa malicia oculta de atraparme en otro error: y es que ahora compruebo que desde que he llegado no he dejado en ningún momento de palparme los extremos de las falanges, los rebordes óseos, el final de los metacarpos; ¿qué opinaría el viejo si le confiara mi hallazgo?, pienso y sonrío al imaginar las posibles reacciones: nada, le digo, y muevo los huesos ante sus ojos y cambio de tema; ni Ameli ni Héctor Luis están en casa cuando llego, e imagino que es la forma filial que poseen de «hacer inventario» por su cuenta, lo cual no me parece ni malo ni bueno en sí mismo, y nos sentamos a la mesa casi enseguida y Alejandra sirve de la fuente de plata con el cucharón de plata las albóndigas de los jueves, y nos ponemos a escuchar la conversación del viejo con el debido respeto, como quien oye una interminable bendición de los alimentos, interrumpido a ratos por las breves acotaciones de Alejandra, solo que esa noche el tema elegido se me hace extraño, alegórico casi, y además empiezo a sentirme incómodo nada más comenzar a comer, porque los brazos, que apoyo en el borde de la mesa, me han desvelado con todo su peso la presencia de los huesos, del cúbito y el radio que guardan dentro, y los codos se me figuran una zona tan inadecuada y brutal para esa respetuosa reunión como colocar quijadas de asno sobre la mesa mientras el viejo habla, y en su discurso de esa noche repite una y otra vez la palabra «corrupción»: ¿habéis visto qué corrupción?, dice, ¿os dais cuenta de la corrupción de este gobierno?, ¿acaso no se pone de manifiesto la corrupción del sistema?, ¿no son unos corruptos todos los políticos?, ¿no oléis a corrupción por todas partes?, ¿no se ha descubierto por fin toda la corrupción?, y mientras le escucho, intento no hacer ruido con mis brazos, porque de repente me parece que la madera de la mesa al chocar contra el hueso produce un sonido como el de un muerto arañando el ataúd y no me parece correcto escuchar la opinión del viejo con tal ruido de fondo, pero como tengo que comer, cojo tenedor y cuchillo y divido una albóndiga en dos partes y me llevo una a los labios intentando no mirar hacia los huesos que sostienen el tenedor, porque no es agradable la paradoja de verme alimentado por un esqueleto, aunque sea el mío, pero mientras mastico con los ojos cerrados oyendo al viejo hablar de la «corrupción» mi lengua detecta una esquirla, un pedacito de algo dentro de la albóndiga, y, tras quejarme a Alejandra con suavidad, recibo esta respuesta: será un huesecillo de algo, es que son de pollo, Héctor, y es quitarme con mis huesos índice y pulgar el huesecillo y dejarlo sobre el plato, e írseme la mente tras esta idea inevitable: que dentro de todo lo blando necesariamente existe lo que queda, el hueso, el armazón, la dureza, el hallazgo, aquello oculto que es blanco y eterno, lo que permanece en el cedazo, la piedra, lo que «nadie quiere»; es imposible huir de «eso que queda», porque está dentro, así que escondo los brazos bajo la mesa, incluso me tienta la idea de comer como César, acercando el hocico al plato, pero ¿acaso no es inútil todo intento de disimulo frente al apocalíptico trajín de la cena?, porque lo que percibo en ese instante es algo muy parecido a una hogareña resurrección de los muertos: incluso con el apropiado evangelista —mi suegro—, gritando «corrupción»: Alejandra coge el pan con sus huesos y lo hace crujir y lo parte, el viejo apoya los huesos en el mantel y los hace sonar con ritmo, Alejandra coge el cucharón con sus huesos y sirve más albóndigas repletas de huesecillos de pollo muerto, el viejo va y se limpia los huesos sucios de carne ajena con la servilleta, Alejandra señala con su hueso la cesta del pan y yo se la alcanzo extendiendo mis huesos y ella la coge con los suyos, hay un cruce de húmeros, cúbitos y radios, de carpos y metacarpianos, de falanges, y nos pasamos de unos a otros, de hueso a hueso, la vinagrera, el aceite, la sal, el vino y la gaseosa, y llegan Ameli y Héctor Luis, una del cine y el otro de estudiar, y saludan, y Ameli desliza sus frágiles huesos de quince años por mi cabeza calva, envuelve con sus breves húmeros mi cuello, me besa en la mejilla: ¿dónde has estado hasta estas horas?, le pregunto, y ella: en el cine, ya te lo he dicho, y yo: pero ¿tan tarde?; sí, dice, habla sin mirar sus manos gélidas, los huesos de sus manos muertas, sus brazos como pinzas blancas; sí, papá, la película terminó muy tarde; y de repente, mientras la contemplo sentándose a la mesa, su cabello oscuro y lacio, los ojos muy grandes, el jersey azul celeste tenso por la presencia de los huesos, he sentido miedo por ella, he querido cogerla, atraparla y bogar juntos por ese fluir desconocido e incesante hacia la oscuridad final: creo que deberías volver más temprano a casa a partir de ahora, Ameli, le digo, y ella: ¿por qué?, con sus ojos brillando de disgusto, y yo, mis brazos escondidos, ocultos, sin revelarlos: creo que las calles no son seguras, y el viejo me interrumpe: hoy ya nada es seguro, Héctor, dice y sigue comiendo, Alejandra sirve albóndigas y Héctor Luis se queja de que son muchas, y Ameli: ¡pero ya tengo quince años, papá!, y yo: es igual, y entonces Alejandra: no seas muy duro con la niña, Héctor, dice, le dimos permiso para que volviera hoy a esta hora, pero ella sabe que solamente hoy; guardo silencio: en realidad, todo se sumerge en el silencio salvo el entrechocar de los huesos; Ameli y Héctor Luis son tan distintos, pienso, pero en algo se parecen, y es que ambos se nos van; no los he visto crecer, los he visto irse: pero ni siquiera eso, pienso ahora, porque jamás he podido saber si alguna vez estuvieron por completo; Ameli tiene novio, pero es un secreto; sabemos que Héctor Luis ha salido con varias chicas, pero lo que piensa de ellas es secreto; ambos se han hecho planes para el futuro, tienen deseos, ganas de hacer cosas, pero todo es secreto: quizá lo comentan en los «pubs» a falta de una buena iglesia en la que poder hablar como nosotros, tan a gusto, pero en casa adoptan los dos mandamientos trascendentales de la familia: nunca hablarás de nada importante y ama el enigma como a ti mismo, ¡y si hubiera solo silencio!, pero es la charla insignificante lo que molesta, y ahora esos ruidos detrás: el golpe, el crujir de nuestros huesos; siento algo muy parecido a la pena, pero una pena casi biológica, como una mota en el ojo o el aroma inevitable de la cebolla cruda, y me disculpo para ir al baño y llorar a gusto por algo que no entiendo, y más tarde, en la cama, con Alejandra a mi lado leyendo complacida un librito de romances, me da por preguntarle: ¿soy demasiado duro contigo? mientras me observo los huesos tranquilos sobre la colcha: mis manos muertas y peladas, los cúbitos y radios en aspa, los húmeros convergiendo, y ella deja un instante el libro que sostiene con sus huesos, me mira sorprendida y dice: no, Héctor, no, ¿por qué preguntas eso?, y yo, insistente: ¿he sido duro contigo alguna vez?, y ella: nunca, y yo: ¿quizá soy demasiado tosco?, y ella: Héctor, ¿qué te pasa?, y yo: demasiado rudo quizá, ¿no?, y ella: no seas bobo, ¿lo dices porque hoy no hablaste apenas durante la cena?, ya sé que papá no te cae bien, me da un beso y añade: procura descansar, el trabajo te agota, y la veo extender las falanges blancas y articuladas de sus dedos, apagar la lamparilla de pantalla rosa y sumir la habitación en una oscuridad donde la luz de la luna, filtrada, hace brillar las superficies ásperas de nuestros huesos; después, en el sueño, he presenciado un teatro de sombras donde mis manos y brazos se movían, desplazándome, porque eran lo único, ya que la vida se había invertido como un negativo de foto y ahora solo importaba lo oculto, el secreto descubierto: los huesos de mis manos se extendían con un sonido semejante a los resortes de madera de ciertos juguetes antiguos, emergiendo del telón negro que los rodeaba: son ellos solos, el mundo es ellos, brazos y manos colgantes que hacen y deshacen, crean y destruyen, no nacen ni mueren, simplemente cambian su posición, horizontal, vertical, en ángulo, hacia arriba o hacia abajo, brazos que se balancean al caminar y manos que agarran con sus huesos cosas invisibles; y a la mañana siguiente, tras toda una noche de sueños interrumpidos y vueltas en la cama, creo comprenderlo: mi revelación es una lepra que avanza incesante, porque suena el despertador con su timbre gangoso que tanto me recuerda a una trompeta de cobre, pongo los pies descalzos en las zapatillas y lo noto: la dureza bajo las plantas, la pelusa del forro de las zapatillas adherida a los huesos del tarso, el rompecabezas de huesos irregulares de mis pies, los extremos de la tibia y el peroné sobresaliendo por el borde del pijama, las rótulas marcando un óvalo bajo la tela extendida, y al erguirme, el crujido de los fémures: el descubrimiento no me hace ni más ni menos feliz que antes, ya que lo intuyo como una consecuencia, pero un estupor inmóvil de estatua persiste en mi interior; y al ducharme viene lo peor, porque entonces compruebo que los golpes de las gotas no me lavan sino que se limitan a disgregarme la suciedad por mis huesos: arrastran el barro de mis costillas goteantes, concentran la cal en mis pies, desprenden la tierra, permean las junturas, las grietas, los desperfectos, rajan los pequeños metacarpos como cáscaras de huevo, horadan mis clavículas y escápulas, pero no hoy ni ayer sino todos y cada uno de los días en un inexorable desgaste, siento que me disuelvo en agua y salgo con prisa no disimulada de la bañera y seco mi esqueleto goteante, deslizo la toalla por el cilindro de los huesos largos como si envolviera unos juncos, la arranco con torpeza de la trabazón de las vértebras, froto como cristales de ventana los huesos planos, pienso que debo conservarme seco para siempre porque de repente sé que soy un armazón de cincuenta años de edad que solo puede humedecerse con aceite, y es en ese instante, o quizá un poco después, cuando apoyo la maquinilla de afeitar contra mi rostro, que siento la invasión final de esa lepra y quedo tan inerme que apenas puedo apartar las cuchillas giratorias de mi mejilla: algo parecido a una horrísona dentera me paraliza, porque de repente noto como el restregar de un rastrillo contra una pizarra o el arañar baldosas con las patas metálicas de una silla, incluso imagino que pueden saltar chispas entre la maquinilla y el hueso de la mandíbula o el pómulo; me palpo con la otra mano la cabeza, siento las durezas del cráneo, el arco de las órbitas, el puente del maxilar, el ángulo de la quijada, y pienso: ¿por qué finjo que me afeito?, ¿acaso mi rostro no es un añadido, una capa, una máscara?; entra Alejandra en ese instante y casi me parece que gritará al ver a un desconocido, pero apenas me mira y se dirige al lavabo; yo me aparto, desenchufo la maquinilla y la guardo en su funda, y ella: ¿ya te has afeitado, Héctor?, y yo: sí, y salgo del baño con rapidez: ¡no podría acercar esa maquinilla a los huesos de mi calavera!; todo es tan obvio que lo inconcebible parece la ignorancia, pienso mientras me visto frente al espejo del dormitorio y abrocho la camisa blanca alrededor de las delgadas vértebras cervicales: llevar un cráneo dentro, una calavera sobre los hombros, besar con una calavera, pensar con una calavera, sonreír con una calavera, mirar a través de una calavera como a través de los ojos de buey de un barco fantasma, hablar por entre los dientes de una calavera: aquí está, tan simple que movería a risa si no fuera espantoso, y me afano en terminar el lazo de mi corbata con los huesos de mis dedos sonando como agujas de tricotar; Alejandra llega detrás, peinándose la melena amplia y negra que luce sobre su propia calavera, y el paso del cepillo descubre espacios blancos en el cuero cabelludo donde los pelos se entierran: parece inaudito saberlo ahora, contemplarlo ahora; entre los dientes sostiene dos ganchillos: el asco llega a tal extremo que tengo que apartar la vista: allí emerge el hueso, pienso, el subterfugio, el disfraz, tiene un defecto, como una carrera en la media que descubre el rectángulo de muslo blanco; allí, tras los labios, los dientes, los únicos huesos que asoman, y vivimos sonriendo y mostrándolos, y nos agrada enseñarlos y cuidarlos y mi profesión consiste precisamente en mantenerlos en buen estado, blancos y brillantes, limpios, pelados, lisos, desprovistos de carne, como tras el paso de aves carroñeras: esa hilera de pequeñas muertes, esa dureza tras lo blando; ¿acaso no es enorme el descuido?; de repente tengo deseos de decirle: Alejandra, estás enseñando tus huesos, oculta tus huesos, Alejandra, una mujer tan respetable como tú, una señora de rubor fácil, tan educada y limpia, con tu colección de novela rosa y tu familia y tu religión, ¿qué haces con los huesos al aire?, ¿no estás viendo que incluso muerdes cosas con tus huesos?, ¡Alejandra, por favor, que son tus huesos hundidos en el cráneo oculto, los huesos que quedarán cuando te pudras, mujer: no los enseñes!; esto va más allá de lo inmoral, pienso: es una especie de exhumación prematura, cada sonrisa es la profanación de una tumba, porque desenterramos nuestros huesos incluso antes de morir; deberíamos ir con los labios cerrados y una cruz encima de la boca, hablar como viejos desdentados, educar a los niños para que no mostraran los dientes al comer: un error, un gravísimo error en la estructura social comparable a caminar con las clavículas despellejadas, tener los omoplatos desnudos, descubrir el extremo basto del húmero al flexionar el codo, mostrar las suturas del cráneo al saludar cortésmente a una señora, enseñar las rótulas al arrodillarnos en la misa o las palas del coxal durante un baile o la superficie cortante del sacro durante el acto sexual: y sin embargo, ella y yo, con nuestros horribles dientes, la prueba visible de la existencia de los cráneos: absurdo, murmuro, y ella: ¿decías algo?, pero hablando entre dientes debido a los ganchillos, como si lo hiciera a través de apretadas filas de lápidas blancas, un soplo de aire muerto por entre las piedras de un cementerio, o peor: la voz a través de la tumba, las palabras pronunciadas en la fosa: no, nada, respondo, y ella, intrigada, se me acerca y arrastra sus falanges por mis vértebras: te noto distante desde ayer, Héctor, ¿te ocurre algo?, ¿es el trabajo?, y juro que estuve a punto de decirle: te la pego con una antigua paciente desde hace varios años, todos los jueves a la misma hora, pero no te preocupes porque una increíble revelación me ha hecho dejarlo, ya nunca más regresaré con Galia, no merece la pena (y por qué no decirlo, pienso, por qué reprimir el deseo y no decir la verdad, por qué no descargar la conciencia y vaciarme del todo); sin embargo, en vez de esa explicación catártica, le dije que sí, que era el exceso de trabajo, y me mostré torpe, callándome la inmensa sabiduría que poseía mientras notaba cómo descendían sus falanges por el edificio engarzado de mi columna, y ella dijo: pero hace mucho tiempo que no me sonríes, y pensé: ¡te equivocas!, somos una sonrisa eterna, ¿no lo ves?: nuestros dientes alcanzan hasta los extremos de la mandíbula y no podemos dejar de sonreír: sonreímos cuando gritamos, cuando lloramos, al pelear, al matar, al morir, al soñar: sonreímos siempre, Alejandra, quise decirle, y la sonrisa es muerte, ¿no lo ves?, quise decirle, nuestras calaveras sonríen siempre, así que la mayor sinceridad consiste en apartar los labios, elevar las comisuras y sonreír con la piel intentando imitar lo mejor posible nuestra sonrisa interior en un gesto que indica que estamos conformes, que aceptamos nuestro final: porque al sonreír descubrimos nuestros dientes, «enseñamos la calavera un poco más», no hay otro gesto humano que nos desvele tanto; la sonrisa, quise decirle, traiciona nuestra muerte, la delata; cada sonrisa es una profecía que se cumple siempre, Alejandra, así que vamos a sonreír, separemos los labios, mostremos los dientes, sonriamos para revelar las calaveras en nuestras caras, hagamos salir el armazón frío y secreto, draguemos el rostro con nuestra sonrisa y extraigamos el cráneo de la profundidad de nuestros hijos, de ti y de mí, del abuelo, de los amigos, de los parientes y del cura; pero no le dije nada de eso y me disculpé con frases inacabadas y ella enfrentó mis ojos y me abrazó y sentí los crujidos, la fricción, costilla contra costilla, golpes de cráneos, y supuse que ella también los había sentido: no seamos tan duros, le dije, y ella respondió, abrazándome aún: no, tú no eres duro, Héctor, y yo le dije: ambos somos duros, y tenía razón, porque se notaba en los ruidos del abrazo, en el telón de fondo de nuestro amor: un sonido semejante al que se produciría al echarnos la suerte con los palillos del I Ching sobre una mesa de mármol, o jugando al ajedrez con fichas de marfil, un trajín de palitos recios como un pimpón de piedra, el entrechocar aparentemente dulce de nuestros esqueletos como agitar perchas vacías; me aparté de ella y terminé de vestirme: quizá soy dura contigo, repitió ella, yo también soy duro, dije, y pensé: y Ameli y Héctor Luis, y todos entre sí y cada uno consigo mismo, ¡qué duros y afilados y cortantes y fríos y blancos y sonoros!; ¿te vas ya?, me dijo, sí, le dije, porque no deseaba desayunar en casa, en realidad no deseaba desayunar nunca más, pero sobre todo, sobre todas las cosas, no deseaba cruzarme con los esqueletos de mis hijos recién levantados, así que casi eché a correr, abrí la puerta y salí a la calle con el abrigo bajo el brazo, a la madrugada fría y oscura; ya he dicho que tengo la consulta cerca, lo cual siempre ha sido una ventaja, aunque no lo era esa mañana: quería trasladarme a ella solo con mi voluntad, sin perder siquiera el tiempo que tardara en desearlo; caminaba observando con mis cuencas vacías las casas que se abren, las figuras blancas que emergen de ellas como fantasmas en medio de la oscuridad, las primeras tiendas de alimentos llenas de huesos y cadáveres limpios de seres y cosas; caminaba y observaba con mis órbitas negras, lleno de un extraño y perseverante horror: ¿qué hacer después de la revelación?, ¿dónde, en qué lugar encontraría el reposo necesario?; porque ahora necesitaba envolverme, ahora, más que nunca, era preciso hallar la suavidad; mientras caminaba hacia la consulta lo pensaba: todos tenemos ansias de suavidad: guantes de borrego, abrigos de lana, bufandas, zapatos cómodos; sin embargo, el mundo son aristas, y todo suena a nuestro alrededor con crujidos de metal; qué pocas cosas delicadas, cuánta aspereza, cuánta jaula de púas, qué amenaza constante de quebrarnos como juncos, de partirnos, qué mundo de esqueletos por dentro y por fuera, móviles o quietos, invasión blanca o negra de huesos pelados, qué cementerio: toda obra es una ruina, toda cosa recién creada tiene aires de destrucción, y nosotros avanzamos por entre cruces, mármol, inscripciones, rejas y ángeles de piedra como espectros, y la niebla de la madrugada nos traspasa, huesos que van y vienen, esqueletos que se acercan y caminan junto a mí y me adelantan, apresurados, aquel que limpia los huesos en ese tramo de la calle, ese otro que espera en la parada, envuelto en su impermeable, huesos blancos por encima de los cuellos, la muerte dentro como una enfermedad que aparece desde que somos concebidos, ¿no hay solución?; y sorprender entonces a un hombre, una figura, no como yo, no como los demás, que se detiene frente a mí y me habla: ¿tiene fuego?, dice, un individuo desaliñado de espesa melena y barba, rostro pequeño, casi escondido, chaqueta sucia y manos sucias que se tambalea de un lado a otro como si el mero hecho de estar de pie fuera un tremendo esfuerzo para él; le ofrezco fuego y se cubre con las manos para encender un cigarrillo medio consumido, entonces dice: gracias, y se aleja; me detengo para observarle: camina con cierta vacilación hasta llegar a la esquina, después se vuelve de cara a la pared, una figura sin rasgos, y distingo la creciente humedad oscura a sus pies, detenerme un instante para contemplarle, volverse él y alejarse con un encogimiento de hombros y una frase brutal; un borracho orinando, pienso, pero al mismo tiempo deduzco: se ha reconstruido, ha verificado su interior, ha exhumado cosas que le pertenecen y le llenan por dentro: líquidos que alguna vez formaron parte de él; eso es un proceso de autoafirmación, pienso: él es algo que yo no soy o que he dejado de ser, ha logrado obtener lo que yo pierdo poco a poco: integridad, quizá porque no tiene que callar, porque es libre para decir lo que le gusta y lo que no, pienso y golpeo con los huesos del pie el cadáver de una vieja lata en la acera, o porque ha aceptado la vida tal cual es, o quizá porque tiene hambre y sed, y necesidad de fumar, dormir y orinar en una esquina, quizá porque siente necesidades en su interior, dentro de esa intimidad de las costillas que en mí mismo forma un espacio negro: sus necesidades le llenan, y yo, satisfecho, camino vacío: eso pensé; era preciso, pues, reformarse, volver a la vida a partir de los huesos, resucitar, aunque es cierto que en algún sitio dentro de mí existían vestigios, cosas que se movían bajo las costillas o en el espacio entre éstas y el hueso púbico, pero era necesario comprobarlo; todo aturdido por el ansia, entré en uno de los bares que estaban abiertos a esas horas y me dirigí apresurado al cuarto de baño, respondiendo con un gesto al hombre que atendía la barra y que me dijo buenos días; ya en el urinario, muy nervioso, busqué mi pija semihundida, perdonando la frase, la extraje y me esforcé un instante: tras un cierto lapso, comprobé la aparición brusca del fino chorro amarillo y sentí una distensión lenta en mi pubis que califiqué como el hallazgo de la vejiga: al fin me sirves de algo, pensé mientras me sacudía la pilila, perdonando la bajeza; así, convertido en pura vejiga, salí a la calle de nuevo y respiré hondo: noté bolsas gemelas a ambos lados del esternón, sacos que se ampliaban con el aire frío de la mañana, y descubrí mis pulmones; en un estado de alborozo difícilmente descriptible me tomé el pulso y sentí, con la alegría de tocar el pecho de un pájaro recién nacido, el golpeteo suave de la arteria contra mi dedo, su pequeño pero nítido calor de hogar, y supe que guardaba sangre y que mi corazón había emergido; caminando hacia la consulta completé mi resurrección, la encarnación lenta de mi esqueleto; así pues, yo era pulmones y vejiga, yo era intestino, tripas, estómago, yo era músculos del pene, tendones, sangre, hígado, vesícula, bazo y páncreas, yo era glándulas y linfa, todo suave, todo lleno, ocupando intersticios como si vertieran sobre mí unas sobras de hombre: yo era, por fin, globos oculares líquidos, yo era lengua y labios, yo era el abrir lento de los párpados, la creación del paladar, la suave nariz horadada, la humedad limpia de la saliva, la lágrima tibia y el sudor de los poros; yo era sobre todo mi propio cerebro, las revueltas grises de los nervios, la masa de ideas invisibles, la voluntad, el deseo, el pensamiento; llegué a la consulta recién creado, aún sin piel pero ya formado y funcionando, atravesé el oscuro umbral con la placa dorada donde se leía «Héctor Galbo, odontólogo», preferí las escaleras y abrí la puerta con la delicadeza muscular de un relojero, con la exactitud de un ladrón o un pianista; Laura, mi secretaria, ya estaba esperándome, y el vestíbulo aparecía iluminado así como la marina enmarcada en la pared opuesta, y me dejé invadir por el olor a cedro de los muebles, la suavidad de la moqueta bajo los pies, y cuando mis globos oculares se movieron hacia Laura pude parpadear evidenciando mi perfección; entonces, la prueba de fuego: me incliné para saludarla con un beso y percibí la suavidad de mi mejilla, los delicados embriones de mis labios, y supe que por fin la piel había aparecido: cabello, pestañas, cejas, uñas, el florecer de mi bigote negro; besarla fue como besarme a mí mismo: buenos días, doctor Galbo, me dijo, noté las cosquillas de mi camisa sobre mi pecho velludo, muy velludo, buenos días, dije, buenos días, Laura, y percibí mi laringe en el foso oculto entre la cabeza y el pecho, sentí el aire atravesando sus infinitos tubos de órgano: buenos días, repetí despacio saludando a todo mi cuerpo reflejado en el espejo del vestíbulo, mi cuerpo con piel y sentimientos, mi cuerpo vestido, bajito, mi cabeza calva y mi rostro bigotudo: buenos días, doctor Galbo, hoy viene usted contento, dice Laura, sí, le dije, vengo aliviado, quise añadir, he orinado en un bar y he descubierto por fin que tengo vejiga, y a partir de ahí todo lo demás, pero en vez de decirle esto pregunté: ¿hay pacientes ya?, y ella: todavía no, y yo: ¿cuántos tengo citados?, y ella: cinco para la mañana, la primera es Francisca, ah sí, Francisca, dije, sí: sus prótesis darán un poco la lata, y me deleito: oh mi memoria perfecta, mis sentidos vivos, mis movimientos coordinados, sí, sí, Francisca, muy bien, y mi imaginación: porque de repente me vi avanzando hacia mi despacho con los músculos poderosos de un tigre, todo mi cuerpo a franjas negras, mis fauces abiertas, los bigotes vibrantes, los ojos de esmeralda, y mi sexo, por fin, mi sexo: porque Laura, con la mitad de años que yo, me parecía una presa fácil para mis instintos, una captura que podía intentarse, la gacela desnuda en la sabana; ya era yo del todo, incluso con mis pensamientos malignos, incluso con mi crueldad, por fin: avíseme cuando llegue, le dije, y entré en mi despacho, me quité el abrigo y la chaqueta, me vestí con la bata blanca, inmaculada, mi bata y mi reloj a prueba de agua y de golpes, y mi anillo de matrimonio, y los periódicos que Laura me compra y deposita en la mesa, y mi ordenador y mis libros, y mis cuadros anatómicos: secciones de la boca, dientes abiertos, mitades de cabezas, nervios, lenguas, ojos, mejor será no mirarlos, pienso, porque son hombres incompletos, yo ya estoy hecho, pienso, envuelto al fin de nuevo en mi funda limpia, recién estrenado; por fin pensar: saber que he regresado al origen, me he recobrado, he impedido mi disolución guardándome en un cuerpo recién hecho; no recuerdo cuánto tiempo estuve sentado frente al escritorio saboreando mi triunfo, pero sé que la segunda y más terrible revelación llegó después, con el primer paciente, y que a partir de entonces ya no he podido ser el mismo, peor aún, porque me he preguntado después si he sido yo mismo alguna vez, si mi integridad fue algo más que una simple ilusión: y fue cuando sonó el timbre de la puerta, el siguiente timbre, el nuevo timbre que me despertó de la última ensoñación (como el de casa de Galia, o el del despertador con sonido de trompeta de cobre, ahora el de la consulta, pensé, y no pude encontrarles relación alguna entre sí, salvo que parecían avisos repentinos, llamadas, notas eléctricas que presagiaban algo), y Laura anunció a la señora Francisca, una mujer mayor y adinerada, como Galia, como Alejandra, con las piernas flebíticas y el rostro rojizo bajo un peinado constante, que entró con lentitud en la consulta hablando de algo que no recuerdo porque me encontraba aún absorto en el éxito de mi creación: fue verla entrar y pensar que iría a casa de Galia cuando la consulta terminara y le diría que todo seguía igual, que era posible continuar, que nada nos estorbaba, y después llegaría a mi casa y le diría a Alejandra que la quería, que nunca más sería duro con ella ni con Ameli, eso me propuse, y saludé a la señora Francisca con una sonrisa amable, y la hice sentarse en el sillón articulado, la eché hacia atrás con los pedales, la enfrenté al brillo de los focos y le pedí que abriera la boca, porque eso es lo primero que le pido a mis pacientes incluso antes de oír sus quejas por completo: como estoy acostumbrado a que esta instrucción se realice a medias, me incliné sobre ella y abrí mi propia boca para demostrarle cómo la quería: así, abra bien la boca, le dije, ah, ah, ah, y es curioso lo cerca que siempre estamos de la inocencia momentos antes de que un nuevo horror nos alcance: incluso éste aparece al principio con disimulo, revelándose en un detalle, en un suceso que, de otra manera, apenas merecería recordarse, porque mientras Francisca, obediente, abría más la boca, descubrí el último de los horrores, la luz del rayo que nunca debería contemplar un ser humano, la degradación final, tan rápida, pavorosa e inevitable como cuando presioné el timbre de Galia, pero mucho peor porque no era lo oculto, lo que era, sino lo que no era, aquello que falta, no lo que se esconde sino lo que no existe: la nueva revelación me violó, perdonando la brutalidad, de tal manera que todos mis logros anteriores adoptaron de inmediato la apariencia de un sueño que no se recuerda sino a fragmentos, e incapaz de reaccionar, permanecí inmóvil, inclinado sobre la mujer, ambos con la boca abierta, ella con los ojos cerrados esperando sin duda la llegada de mis instrumentos; pero como no llegaban los abrió, me vio y advirtió en mi rostro el horror más puro que cabe imaginarse: qué pasa, doctor, me dijo, qué tengo, qué tengo, pero yo me sentía incapaz de responderle, incapaz incluso de continuar allí, fingiendo, así que retrocedí, me quité la bata con delirante torpeza, la arrojé al suelo, me puse la chaqueta y salí de la habitación, corrí hacia el vestíbulo sin hacer caso a las voces de la paciente y a las preguntas de Laura, abrí la puerta, bajé las escaleras frenéticamente y salí a la calle: no sabía adónde dirigirme, ni siquiera si tenía sentido dirigirme a algún sitio; contemplé a los transeúntes con muchísima más incredulidad de la que ellos mostraron al contemplarme a mí: ¿era posible que todos ignoraran?, ¿hasta ese punto nos ha embotado la existencia?; hubo un momento terrible en el que no supe cuál debería ser mi labor: si caer en soledad por el abismo o arrastrar como un profeta a las conciencias ciegas que me rodeaban; es cierto que toda gran verdad precisa ser expresada, pero la locura de mi actual situación consistía en que esta verdad última era inexpresable: quiero decir que esta verdad final no era algo, más bien era nada, así que no podía soñar con explicarla: quizá el silencio en el gélido vacío entre las estrellas hubiera sido una explicación adecuada, pero no un silencio progresivo sino repentino y abrupto: una brecha de espacio muerto, una bomba inversa que absorbiera las cosas hacia dentro, que nos introdujera a todos en un mundo sin lugares ni tiempo donde la nada cobrara alguna especial y terrible significación, quizá entonces, pensé, y corrí por la acera intuyendo que cada minuto desperdiciado era fatal: ¿le ocurre algo?, fue la pregunta que me hizo un individuo que aguardaba frente a un paso de peatones cuando me acerqué, y solo entonces fui consciente de que tenía ambas manos sobre la boca, como si tratara de contener un inmenso vómito; mi respuesta fue ininteligible, porque sacudí la cabeza diciendo que no, pero esperando que él entendiera que eso era lo que me pasaba: que no; si hubiera podido hablar, habría respondido: nada, y precisamente ahí radicaba lo que me ocurría: me ocurría nada, pero era imposible hacerle comprender que nada era infinitamente peor que todos los algos que nos ocurren diariamente; no pude hacer otra cosa sino alejarme de él con las manos aún sobre la boca, corriendo sin saber por dónde iba pero con la secreta esperanza de no ir a ninguna parte, de no llegar, de seguir corriendo para siempre, porque no podía presentarme en casa de aquel modo, no con aquel fallo, sería preciso hacer cualquier cosa para remediar esa escisión, quizá comenzar desde el principio, reunir de nuevo el hilo en el ovillo, a la inversa: pensar en el instante anterior a la revelación, notar la presencia para comprender ahora la falta; pero cómo describirlo: cómo decir que había conocido de repente la boca cuando la paciente abrió la suya y yo quise indicarle cómo tenía que hacerlo y abrí la mía; fue entonces: el tiempo se congeló a mi alrededor y quedé solo en medio de mi hallazgo, como un náufrago, paralizado por la revelación suprema, incapaz de comprender, al igual que con la anterior, por qué no lo había sabido hasta entonces: la boca, claro, ahí, aquí, abajo, bajo mi nariz, en mi rostro, la boca: de repente me había percatado de la verdad, tan simple e invisible debido a su propia evidencia: la boca no es nada, lo comprendí al pedirle a la paciente que la abriera y al abrir la mía: ¿qué he abierto?, pensé: la boca; pero entonces, si la boca abierta también es la boca, el resultado era una oscuridad, un agujero vacío, un abismo; quiero decir que, de repente, al ver la boca, al inclinarme para verla, no la vi, pero no la vi justamente porque era eso: el no verla; si hubiera visto la boca de la misma forma que veo mis dedos, por ejemplo, no lo sería o estaría cerrada; sin embargo, el horror consiste en que una boca abierta también es una boca: como llamarle «dedos» al espacio vacío que hay entre ellos; ¡pero eso no era todo!: si aquel defecto, aquella nada, era, ¿cómo podía evitar la llegada del vacío?, ¿cómo impedir que todo siguiera siendo lo que es en la nada?, ¿cómo pretender recobrar mi cuerpo si me evacuo por ese agujero negro y absurdo?; lo comprendí: ¡si todo se hubiera cerrado a mi alrededor!, ¡si las junturas hubieran encajado perfectamente, sin interrupciones, sin oquedades!, pero tenía que estar la boca, la boca abierta que también era la boca, y ahora ¿cómo permanecer incólume?, ¿cómo seguir inmutable, conservándome dentro, si allí estaba eso que no era, esa nada negra implantada en mí?; corrí, en efecto, a ciegas, no recuerdo durante cuánto tiempo, hasta que un nuevo acontecimiento pudo más que mi propia desesperación: en una esquina, recostado en un portal, distinguí a un hombre, el borracho de aquella madrugada, que parecía dormir o agonizar: un sombrero gris le cubría casi todo el rostro salvo la barba, y allí, insertado en lo más hondo del pelo, un agujero abierto, sin dientes, sin lengua, una cosa negra y circular como una cloaca o la pupila de un cíclope ciego que me mirara, aunque yo fuera «nadie», el vacío terrible, la nada; de repente se había apoderado de mí un horror supremo, un asco infinito, la conjunción final de todo lo repugnante, y me alejé desesperado cubriéndome con las manos aquel «salto», aquel «vacío» letal, atenazado por una sensación revulsiva, un pánico que era como cribar mis ideas con violencia hasta romperlas, la certeza de mi perdición, el desprendimiento a trozos de mi voluntad frente a lo irremediable: esa boca abierta, el error por el que todo entra y todo sale, los secretos, la palabra, el vómito, la saliva, la vida, el aliento final, porque me había envuelto en mi propio cuerpo para hallar algo último que no cierra, ese terrible defecto tras los labios del beso, tras el lenguaje cotidiano, tras los gestos de comer y masticar, más allá de los dientes y la lengua, ese algo que no es el paladar ni la faringe ni la descarga de las glándulas, ese vacío que me recorre hacia dentro, el túnel deshabitado del gusano, la nada, la negación, eso que ahora empezaba a corroerme; porque si existía la boca, nada podía detener la entrada del vacío; así que cerca de casa empecé a perderme, a dividirme en secciones, a horadarme: primero fue la piel, que apenas se presiente, que es casi solamente tacto, la piel que cayó a la acera mientras corría, la piel con mi figura y mis rasgos que se me desprendió como la de un reptil mudando sus escamas, porque el vacío se introducía bajo ella como un cuchillo de aire y la separaba; entonces los músculos y los tendones, en silencio: ¿qué protección pueden ofrecer frente a los túneles de la nada?, ¿qué defensa procuran ante esa marea de vacío, ese fallo que me alcanzaba como a través de un sumidero?, también ellos caen y se desatan como cordajes de barco en una tempestad; la calle en la que vivo recibió el tributo de la lenta pero inexorable pérdida de mis vísceras: ese trago infecto de nada, que no está pero es, provoca la caída de mi estómago y mis intestinos, mi hígado derretido y mi bazo, los pulmones sueltos que se alejan por el aire como palomas grises, el corazón que ya no late, madura, se endurece y cae, gélido como el puño de un muerto, porque nada puede latir frente a la boca, los nervios arrastrados por la acera como hilos de un títere estropeado, los ojos como gotas de leche derramada, la suave materia de mi cerebro, la exactitud de mis sentidos, la excitante delicia del deseo, la provocación del hambre y el instinto, las sensaciones, los impulsos: todo cae y se pierde, todo gotea incesante desde mi armazón, todo se va y se desvanece calle abajo; entro en casa al fin, ya solo mi esqueleto muerto y limpio, y pienso: mis hijos están en el colegio, por fortuna; me dirijo al salón y allí encuentro a Alejandra, que me mira con pasmo; se halla sentada en su sofá tejiendo algo, y probablemente destejiéndolo también, creando y destruyendo en un vaivén de interminable dedicación; entonces me detengo frente a ella, aparto con lentitud las falanges blancas de mi oquedad y la descubro, por fin, en toda su horrible grandeza: la boca abierta, las mandíbulas separadas, el enorme vacío entre maxilares, la verdadera boca que no es, desprovista del engaño de las mucosas, ese espacio negro que nada contiene, y hablo, por fin, tras lo que me parecen siglos de silencio, y mis palabras, emergiendo de ese vacío, son también vacío y horadan: Alejandra, hablo, llevo años traicionándote con una mujer que conocí en la consulta, y ella: Héctor, qué dices, y yo: es guapa, pero no demasiado, cariñosa, pero no demasiado, inteligente, pero no demasiado: lo mejor que tiene es que me quiere y que intentó hacerme feliz, y que nunca me ha creado problemas salvo la necesidad de mentirte, de ocultártelo, una mujer con la que descubrí que puede haber una cierta felicidad cotidiana a la que nunca deberíamos renunciar, como hemos hecho tú y yo, ni siquiera a esa cierta felicidad cotidiana, una mujer, en fin, con la que he sabido que ya todo es igual, que incluso el pecado termina alguna vez, incluso la culpa, incluso lo prohibido, y ella: Héctor, Héctor, qué te pasa, dice, que ya basta de mentiras, respondo y me deshago de su lento abrazo y de sus lágrimas, y basta de silencio, porque era necesario hablar, pero no solo a ti, no, no solo a ti, y ella, gritando: ¿adónde vas?, pero su grito se me pierde con el mío propio, que ya solo oigo yo, y eso es lo terrible: porque mi garganta ha desaparecido y solo quedan las tenues vértebras y el deseo de ser escuchado; corro entonces a casa de Galia arrastrando apenas los jirones blancos de mis huesos por la acera, y ella misma abre la puerta y grita al verme: no, Galia, no podemos seguir juntos, dije entonces, no tengo nada más que hacer aquí, tú, viuda y solitaria, yo, casado y solitario, nada que hacer, Galia, no más consuelos, no más secretos, basta de felicidad y de cariño doméstico, porque llega un instante, Galia, en que todo termina, y lo peor de todo es que tú no eres una solución: ¿por qué?, me dijo: porque es necesario decir la verdad y revelar la mentira, repliqué, aunque nos quedemos vacíos, es necesario abrir las bocas, Galia, le dije, y volcarnos en hablar y hablar y destruirlo todo con las palabras, dije, porque si algo somos, Galia, es aliento, así que es necesario, por eso lo hago, dije, y me alejé de ella, que gritó: ¿adónde vas?, pero su grito se perdió dentro del mío, que ya era tan enorme como el silencio del cielo; y me alejé de todos, de una ciudad que no era mi ciudad, de una vida que no era mi vida, corrí ya casi llevado por el viento, las espinas delgadas de mi cuerpo flotando en el aire, corrí, volé hacia los bosques transportado por una ráfaga de brisa como el polvo o la basura, avancé por la hierba, entre los árboles, desgastándome con cada palabra: basta con eso, dije, no más hogar, no más vida, no más esfuerzo, dije, grité en silencio: ya basta de mundo y de existencia, ya basta de hacer y de procurar, soportar, callar y mirar buscando respuestas, no, no más luz sobre mis ojos, nunca otro día más, basta de desear y pretender, de conseguir y por último perder lo conseguido y enfermar y morir y terminar en nada, todo vacío, intrascendente, limitado y mediocre: basta, porque hay un error en nosotros, un hiato perenne, el sello de la nada, esta boca siempre abierta, este hueco hacia algo y desde algo, miradlo: está en vosotros, el sumidero, el vórtice; lo he soportado todo, incluso los años de silencio, los años iguales y el silencio, la muerte interior, el vacío interior, la falsa esperanza, la ausencia de deseos, pero no puedo soportar esta conexión: si tiene que existir esto, este hueco vacío y nulo, esta ausencia de mi carne y de mi cuerpo, si tiene que existir la boca, prefiero echarlo todo fuera, dejar que todo se vaya como un soplo puro, que lo oigan todos, que todos lo sepan, prefiero esto a la falsa seguridad de un cuerpo muerto, eso dije, eso grité, y me vi por fin convertido en nada, la oquedad llenando todos mis huesos abiertos como flautas mudas, desmenuzados como arena por fin, solo esa ceniza última, apenas el rastro leve que el viento termina por borrar, el vacío enorme de esa boca que tiene que decir y revelar y descubrir y gritar y acusar y vaciarme hacia fuera desde dentro y mezclarme con todo, esa boca abierta e infinita del silencio absoluto por la que hablo aunque nadie oiga
72.
Si les explico la situación, tal vez…
73.
__Tenemos que coger el artículo más caro —le explico regalándole otra insulsa sonrisa—
74.
–Esta todo sucio de lodo – explico Max
75.
–Hace milagros – Lou explico
76.
–Esta vez es diferente – explico ella
77.
–Aun no estan todos ahi – explico Alan
78.
–No -replicó el conde-, y no me explico esto en absoluto…
79.
–No explico nada, señor
80.
En la intersección de las dos galerías, ve al mismo tiempo (como lo explico más arriba): a su izquierda a Frédéric Larsan, al final del recodo de la galería, y enfrente al tío Jacques, al final de la galería recta
81.
No me explico que haya tanta gente joven entregada a ese pastor dinamarqués -¿cómo se llama?– Kierkegaard
82.
Te explico las cosas como son, y te advierto de ellas
83.
¿Me explico? Le arrancó los tornillos, como se dice; le hizo saltar los resortes, lo puso como una máquina en punto crítico
84.
¿Por qué no? ¡Porque somos latinoamericanos! Y ahora le explico a qué viene esto; escuche bien
1.
Le expliqué que gozamos todo el año, hasta en los meses centrales del período
2.
mujer, ya lo expliqué antes, porque se
3.
Por eso, y a partir de los hallazgos que expliqué en el capítulo 3, nos detuvimos en cuatro conglomerados
4.
palabras, conmucha cortesía, expliqué los motivos de mi separación
5.
Mientras fumábamos, le expliqué el punto sobre el cualdeseaba me diese su opinión
6.
Le expliqué, y el anciano se sonrió, pero yo conocí que en ladescripción del monje
7.
dije lo que quería saber, y entreotras cosas, le expliqué el arreglo de las cartas, de
8.
Le expliqué que principalmente veía la televisión y jugaba a las cartas
9.
Entonces le expliqué de qué manera la había visto bailar en Marmolejo,lo cual
10.
Le expliqué el asunto con alguna timidez
11.
De un salto estuve en los brazos de Francisca y le expliqué en
12.
había hecho, le expliqué con lujo de detalles cuál era mi motivación central, la necesidad que tiene el
13.
Yo le expliqué que existía la posibilidad de que lo detuviesen, pero él no lo comprendía por completo
14.
Expliqué brevemente que deseaba hablar con ellos de las grutas y los manuscritos que habían encontrado, hacía mucho tiempo, en unas jarras
15.
Le expliqué que lo que me había afectado era la sensación de las garras en mis palmas; él dijo que muchas cosas podían volver loco a un hombre, sobre todo si no tenía la decisión, el propósito necesario para aprender; pero cuando un hombre poseía una intención clara y recia, los sentimientos no resultaban en modo alguno un obstáculo, pues era capaz de controlarlos
16.
Todo esto se lo expliqué a Dian
17.
Le expliqué a Juag la desaparición de Dian y mis sospechas sobre la explicación de la catástrofe
18.
Expliqué cómo me había despertado, y después de oír un ruido extraño, había entrado en la habitación de la señorita Johnson
19.
Le expliqué que Greta Andersen estaba al cuidado de la casa
20.
Le expliqué que había una mujer enferma en la balsa, le rogué que intentara ayudarla, y que, por favor, me diera oportunidad de llegar a la ciudad antes de que la Policía me alcanzara
21.
Resumí el tema de la guerra de hombres lobo en pocas frases, les conté el ataque que había sufrido la noche anterior en la interestatal y les expliqué la solicitud de Amanda
22.
—A juego con las de los pies —le expliqué a mi anfitrión
23.
—Un miembro de la banda de moteros —le expliqué con cuidado, recordando que teníamos público civil que escuchaba con gran curiosidad
24.
En la camioneta, de vuelta a casa, le expliqué a mi hermano la conversación que había mantenido con Calvin
25.
Le expliqué el funcionamiento del mando a distancia de la tele, le mostré mi pequeña colección de películas y le enseñé los libros que tenía en las estanterías de la sala de estar y de la habitación de invitados
26.
Después de discutirlo un rato, expliqué todo lo que quería y Randall dijo que me llamaría cuando fuera el momento de elegir los armarios, los fregaderos y todos los demás detalles
27.
Llamé a Salomé y le expliqué lo que estaba haciendo su hijo
28.
Se lo expliqué con un toque de malicia
29.
Ella me escribió quejándose del comportamiento de su marido y yo le expliqué con toda claridad que el divorcio era la única solución
30.
»Le expliqué que había impedido que lo hiciera Mr
31.
- Recuerdo - expliqué - que la conducta seguida por Ralp Curtis con relación a determinadas acciones dio lugar a un escándalo formidable
32.
Le expliqué en pocas palabras lo que había pasado allí
33.
Le expliqué la situación, le describí al pájaro con la mayor precisión que pude
34.
—Catalina, ya os lo expliqué cuando nació el ternero
35.
Son siempre las más pobres de los pobres; hacen dos terceras partes del trabajo en el mundo, pero poseen menos del uno por ciento de los bienes -le expliqué
36.
Pero ya fuera por la opacidad del italiano con que lo expliqué a los gondolieri, ya porque la distribución de las sombrereras y los baúles de la señorita Greysteel impuso otra disposición, lo cierto es que la primera góndola se alejó por la laguna llevando a bordo a todos los Greysteel y dejándome a mí en tierra
37.
Por último expliqué a Marius que había escrito todo aquello en egipcio
38.
Le expliqué lo que creía que me pasaba y me alzó con suavidad el pie lesionado hacia un aparato de rayos X
39.
Ya le expliqué que el testimonio del administrador de correos invalida su estratagema, por lo que carecemos de pruebas en un sentido u otro
40.
Expliqué a Sir Henry cuál era la situación e inmediatamente, con su franqueza característica, hizo llamar a Barrymore y le preguntó si había recibido en persona el telegrama
41.
"Nunca le expliqué a mi esposa cómo estaban las cosas
42.
He, como le expliqué, usado un langur negro porque el espécimen fue accesible
43.
Luego les expliqué, mal que bien, lo que esperaba de ellos y lo que entendía como una interpretación correcta de lo que se esperaba de nosotros
44.
–No, no lo estaba y se lo expliqué a él
45.
–No, una vez más le expliqué que necesitábamos hablar con él y que, si todavía estaba dispuesto a cooperar, íbamos a llevarlo a una sala de entrevistas en la comisaría
46.
Como inventora y árbitro del reto, expliqué las reglas
47.
Se lo expliqué y le dije que lo buscara
48.
—Sí, se lo expliqué antes de que me diera cuenta
49.
–Nosotros la llamamos la Guerra entre los Estados -le expliqué en un tono más desenfadado que antes, pues ya me sentía más a gusto con ella
50.
Luke estaba encantado cuando se lo expliqué esa tarde
51.
—Por el sol —les expliqué sonriendo—
52.
Dos hospitalarios de la mesnada de acompañamiento (uno, joven, de mandíbula firme y ojos vacíos, y otro de mediana edad que, aunque hablaba poco, cuando lo hacía mostraba un par de hileras de dientes mal formados y podridos), se convirtieron en soldados al servicio de la distinguida señora, la cual, le expliqué asimismo a frey Ferrando, se detendría a rezar en todos los santuarios del Camino para permitirme realizar cómodamente mis observaciones y estudios, y sería muy generosa en limosnas con los pobres peregrinos y los enfermos, de manera que los ojos del Temple, que esperaban descubrir un trío de fugitivos mendicantes, quedasen cegados por el perfil de un grupo de cinco que dejaba abundantes rastros de riquezas
53.
En cuanto supe lo que había en el «cofre de las cien joyas» y adiviné el alcance del proyecto de restauración imperial de los Qing y de los japoneses, llamé en seguida al doctor Sun Yatsen a Cantón y le expliqué lo que estaba sucediendo
54.
El maestro Rojo me miró con admiración cuando expliqué mis objeciones
55.
–Pues porque los datos de mi departamento son muy delicados -le expliqué serenamente- y algunas personas importantes del ayuntamiento y la administración del Estado están preocupadas porque la información se está filtrando a los periódicos
56.
Mientras la acompañaba al laboratorio de serología, le expliqué que no recordaba haber etiquetado dos carpetas en el ERP del caso de Lori
57.
Se lo expliqué con la deliberada lentitud de una conferencia grabada en una cinta
58.
–Indio como los del río Ganges de la India – le expliqué, mientras salíamos del ascensor, en la planta baja -
59.
–La marca y el calibre deben aparecer en el informe de balística – le expliqué -
60.
A continuación, le expliqué lo que probablemente ya sospechaba
61.
Por el tipo de incisión, yo diría que alguien tuvo dificultades para insertar una sonda subclavia – le expliqué
62.
Mi sobrina me ayudó a empacar el resto de mis cosas y no expliqué lo que había sucedido en el patio trasero hasta que estuvimos en el coche de Marino, avanzando a buena velocidad por la 64 Oeste en dirección a Richmond
63.
–Yo ya pasé antes por aquí con esto -le expliqué con paciencia
64.
–Estaban incrustadas profundamente en la herida del cuello, de modo que sí, yo diría que proceden del arma; y son parecidas a lo que descubrimos en el caso Warrenton -le expliqué
65.
En mi respuesta, le expliqué que, en mi opinión, el trabajo de Burt era totalmente relevante
66.
Como expliqué en el capítulo «El electrón es zurdo», la ley de paridad falla en las interacciones débiles, y ésas son las que afectan a los electrones
67.
Le expliqué a la comandante lo que Wesley y yo habíamos descubierto la noche anterior en el restaurante
68.
En el capítulo anterior expliqué que el fósforo se había descubierto justamente un siglo antes del descubrimiento de Gahn
69.
Ya le expliqué eso al doctor Lee
70.
– Bien, ya le expliqué mi posición, y el doctor Lee la aceptó
71.
Como expliqué en el capítulo anterior, las proteínas son una de las claves principales de la individualidad química, gracias a las complicaciones de su estructura molecular
72.
Deseaba saldar mi cuenta con él, le expliqué, y hacer aquel trabajo era la forma más práctica y más rápida de conseguirlo
73.
Finalmente hablé con el supervisor (un negro que hablaba muy deprisa y llevaba chalinas de seda y una sortija de zafiro) y le expliqué mi problema
74.
Se lo expliqué a míster Locey, le amenacé, le supliqué; le dije que ella había convertido en regla especialísima que la estación de Winston no quedara nunca sin una «Diesel» de reserva
75.
—Ya se lo expliqué por radio
76.
Canté en silencio y me expliqué historias entre dientes
77.
Le expliqué que no lo estaban, a excepción de la araña
78.
—Ya te expliqué los motivos el otro día
79.
Ya te expliqué lo que ocurrió; estaba muy afectada
80.
Creyendo que se trataba de un candidato para ingresar en el Instituto le expliqué que eran necesarios diversos exámenes
81.
Mi plan, expliqué, consistía en la instalación de los mecanismos más potentes creadores del transportador en uno de los Starship
82.
Le expliqué que había intentado mezclárselas con el café en polvo pero lo había descubierto
83.
Le expliqué que cuando se refina un mineral precioso, al fundirse el metal sale de los hornos por un largo canal a cuyos costados se encuentran las lingoteras, como cochinillos lechales junto a su madre
84.
No le expliqué los motivos pero, como a cualquier hombre inteligente, a Tito le agradaban las conversaciones en las que no todo quedaba resuelto
85.
En ese momento expliqué a Vespasiano qué era lo que pretendía con mi retorno a palacio
86.
Supuse que se debía a que sus amigos eran tipos demasiado cultivados y le expliqué la razón de la visita
87.
Le expliqué que debía encontrar a la bailarina
88.
—Saqué un momento el microscopio para lustrarlo —les expliqué
89.
¿Ya le expliqué, verdad, que es una de mis distracciones cuando llegan los amigos?
90.
Le expliqué como pude que «los astros habían anunciado para esa misma mañana un funesto augurio y que, por el bien de todos, extremase sus precauciones…»
91.
—Al ver que Matthew parecía perplejo, expliqué —: Mi madre insistía en que limpiara mi cepillo antes de salir para la escuela todas las mañanas
92.
Y evitando toda alusión al asunto de la supuesta alienígena, expliqué que era escritor y que, por una serie de circunstancias, el accidente del autobús formaba parte de un libro que tenía en preparación
93.
– ¿Recuerdas que te expliqué que Martin me había cogido mucho dinero a lo largo de los años?
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Le expliqué que los machos de esta especie no proporcionan ninguna ayuda en la cría de los polluelos, sino que en vez de ello dedican su tiempo a intentar seducir a tantas hembras como sea posible
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Le expliqué todo lo relativo a las chicas, sin escatimar los detalles más íntimos
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No sé si también era así en la mayoría de los negocios (en Assicurazioni Generali, por ejemplo, el trato era, en mis tiempos, realmente semejante; expliqué al director, no ajustándome por entero a la verdad, pero tampoco era por entero mentira, que mi renuncia se debía a que no puedo soportar los insultos, aunque por otra parte, no estaban ni siquiera dirigidos a mí; ya en mi casa me había vuelto dolorosamente sensible a ellos) pero los otros negocios no me preocupaban durante mi niñez
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Le expliqué que para que se viera mejor vestida ante los señores debía, al menos, cambiarse de ropas
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Le expliqué lo que había pasado
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Le expliqué que habría que ser un profesional con formación y llevar a cabo una extensa entrevista para obtener una evaluación, y aun así eso no suponía plenas garantías