1.
Esto no le gustó ni cinco a Lotario, quien enseguida le metió el brinco a su amigo diciéndole que ni pensara que le iba a hacer tal cosa, viendo que el que se pone a terciar en cosas de enamorados sale bien trasquilado, pues ellos, invariablemente, tarde que temprano se contentan, continuando juntos muy campantes y sonantes, mientras uno queda llevando del bulto por ahí, y con su honestidad por el suelo
2.
Apenas llegada la noche, salió de su escondite y se dirigió en la búsqueda de su amigo Lotario para congratularse con él del dechado de virtudes y honestidad que tenía en casa, que ni la misma Porcia de El mercader de Venecia podía igualar
3.
la honestidad su gran baza mediática
4.
ellos, con su recurrente argumento a favor de la limpieza y la honestidad en el Consistorio, si
5.
Policarpa no quiso aceptar esta postura que comprometía su honestidad en el momento fatal, y dando la espalda a los soldados de la escolta, pronunció las conocidas frases que recogió la historia:
6.
7 El amor 17 La honestidad
7.
que halla sutérmino en lo mediocre de la honestidad, en la
8.
con Pulqueria, conquien ha de compartir, en honestidad
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cubrirhonestamente lo que la honestidad quiere y ha querido siempre que se cubra;y no eran sus
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la honestidad es una de las virtudes que al cuerpoy al alma más adornan y hermosean, ¿por qué
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la cual, sentida del dolor,echando a rodar la honestidad, dio el retorno a Sancho con tantas que, a
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calzándose contoda honestidad y recogiendo sus cabellos, se acomodó en el asiento de
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miran el mío ajenode la honestidad que de mí se debían de tener prometida
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arminio, y es más que nieve blanca y limpia lavirtud de la honestidad; y el que quisiere que no la
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tierna que a los primerosencuentros dé con su honestidad por tierra; y con solo este
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padres; porque en la quedadacorría peligro su honestidad, y en la ida iba contra el mandamiento
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que a su honestidad se le debía;y que, cuando Lotario no quisiera tomar trabajo de escribir los
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que, encerrada en los límites de la honestidad, vivióvida contenta hasta que, a las voces de tus
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archivo del mejor donaire, depósito de la honestidad, y,ultimadamente, idea de todo lo
20.
diabólica vía lo que él dice quevio, tan en ofensa de mi honestidad
21.
indecencia, que redundase enmenoscabo y perjuicio de la honestidad de su señora Dulcinea del
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en las heridas, la honestidad y continencia en los amorestan platónicos de vuestra merced y de
23.
lashormigas, la providencia; de los elefantes, la honestidad, y la lealtad,del caballo
24.
ojos a la honestidad y en los pies a la ligereza, se mostraban lasmejores bailadoras del mundo
25.
honestidad parecía tan bien en los caballeros andantes comola valentía
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entretenía y la honestidad quele acreditaba?
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sobresaltar su honestidad y ponerle encondición de faltar a la fee que guardar debía a su señora
28.
fuerza de unos celos hahecho romper el decoro que a la honestidad se debe
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alma y otra del cuerpo; la del alma campea y se muestraen el entendimiento, en la honestidad, en
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En una mujer son las prendas que máslas honran la honestidad y el
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hizo perder la timidez de su honestidad, y dio lecciones a
32.
El despecho de los hombres era también un certificado de su honestidad
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honestidad, nunca sentí que yo tenía una opción en nada de esto
34.
La honestidad, la castidad y hasta
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casas deestas gentes, ni el que se traten con honestidad,
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honestidad, y también deberían celar lasjusticias el tratamiento
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vestidos con honestidad, particularmente a las hijas
38.
Son de complexión raquítica y de costumbresmuy relajadas, cuidándose poco de la honestidad de sus mujeres é hijas
39.
cubrir las que la honestidad quiere y ha querido siempreque se
40.
la gentehumilde? ¿Es la honestidad privilegio exclusivo de las
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y reposadamente en toda piedad y honestidad
42.
adelante entemor de Dios y con honestidad ejemplar
43.
honestidad y perseverancia enlos matrimonios
44.
las mujeres visten con más honestidad, cubriéndosedesde la
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escándalos y corromper la honestidad de lasmujeres
46.
amigos y conocían mi honestidad
47.
Y con los testigos y los abogados que alabaron su honestidad, sus virtudes familiares, su sentimiento cristiano y la placidez de su carácter
48.
El respeto y la honestidad eran, como siempre, excelentes encubrimientos
49.
Los hombres discutian sobre la honestidad de Maurice y la posibilidad de que hubiera descubierto sus secretos, manifestando algunos su arrepentimiento por no haberle matado en el primer encuentro
50.
La honesta y casta mujer es arminio, y es más que nieve blanca y limpia la virtud de la honestidad; y el que quisiere que no la pierda, antes la guarde y conserve, ha de usar de otro estilo diferente que con el arminio se tiene, porque no le han de poner delante el cieno de los regalos y
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honestidad contra el uso,
52.
Pidiéronle que se dejase desnudar para una camisa, pero nunca lo consintió, diciendo que la honestidad parecía tan bien en los caballeros andantes como la valentía
53.
la honestidad es la dote
54.
–Sí -continuó Curtis mientras el coche se detuvo por un momento frente a la casa Morton para lanzarse de nuevo hacia adelante en medio de furiosas campanas-, no compensa trabajar con honestidad para la pléyade de estúpidos que dirigen el Manhattan Illustrated
55.
—¿Por qué lo preguntas si ya lo sabes? —Había veces en que la honestidad era excesiva
56.
Alcide creería en la honestidad de Debbie aunque hablara mal de él a sus espaldas, y hablar mal a espaldas de los demás era la especialidad de la auténtica Debbie
57.
Pero, ¿hasta qué punto de la línea llega la honestidad por abajo? ¿Cuánto hace falta? Puede que los kif tuvieran en sus manos a algún pariente de los agentes de seguridad, e hicieran un trato, ¿no?
58.
Pero los dos filántropos forasteros, esclavos del deber en materia de verlo todo, habían vuelto solos a la capilla, de la cual uno de los claustros y una de las escaleras quedaban sin escudriñar, «prometiendo reunirse con los demás en el jardín para examinar con la misma honestidad los cigarros del colegio»
59.
Estoy de acuerdo con lo que ha dicho nuestro amigo: a su manera, madame Giselle era de una escrupulosa honestidad
60.
Esas excursiones nocturnas le producían una mezcla de exaltación y culpa; las rígidas normas de honestidad impuestas por su madre le martillaban la cabeza, se sentía perverso no tanto por desafiarla sino porque la dueña del quiosco era una vieja bonachona que lo distinguía entre los demás niños y siempre estaba dispuesta a regalarle un dulce
61.
Linda broma me hiciste, reclamó después a Carmen por teléfono y ella, que conocía los sigilosos y culpables encuentros de su amigo con Ernestina Pereda, le aseguró que no se trataba de una broma, con toda honestidad pensaba que era la secretaria ideal para él
62.
Su pluma tenía tanto prestigio, que ni la dictadura consiguió amordazarlo por completo y en sus años de profesión ganó una aureola de honestidad que le permitía publicar aquello que sus colegas jamás habrían osado
63.
Había hecho suya la lección del Benefactor y creía que la historia consagra a los jefes audaces, porque el pueblo desprecia la honestidad como una condición de frailes y de mujeres, poco deseable para ornamento de buen varón
64.
Esa parte del negocio correspondía a la Señora y ella la llevaba a cabo con honestidad, pero al llegar a los puertos de destino, les confiscaban los documentos y las depositaban en lupanares de ínfima categoría, donde se encontraban atrapadas en una telaraña de amenazas y deudas
65.
Para probarme la honestidad de los sentimientos del galán, Juliette me mostró sus cartas, que me parecieron de una prudencia sospechosa
66.
Los años de go-bierno lo aislaron y al final manifestaba una conducta errática que iba de la manía a la depresión, pero aun entre sus peores adversarios go-zaba fama de buen estadista y de irreprochable honestidad, como casi todos los presidentes de Chile, quienes a diferencia de los caudillos de otros países de América Latina, salían del gobierno más pobres de lo que entraban
67.
El canciller don Pedro López de Ayala, aun a riesgo de que su opinión fuera impopular, guiado por su honestidad y su lealtad al monarca y sabiendo que en aquel preciso momento se ganaba un poderoso enemigo respondió:
68.
Allá, al comenzar el siglo, el régimen escolar era todavía más agradable, y sobre todo, más ajustado a las santas reglas de la honestidad
69.
Pero era eficaz en su propósito, que consistía en mantener la honestidad de Seúl bajo la amenaza de una súbita destrucción venida del cielo
70.
El periodista añadía con total honestidad que la frase podía ser esa u otra; la interpretación no estaba clara, pues los largos años pasados en África habían contagiado el habla de Salvatore Aguglia
71.
Hasta aquí yo había supuesto a María un modelo de virtudes y de honestidad; me deleitaba su compañía, y de todos los buenos negocios destinaba un real para comprarle regalitos
72.
¡Oh, qué tiempos! ¡Oh, qué emponzoñadas mentiras! ¡Oh, qué carencia de honestidad! ¡Oh, para la gorda Margot y una profunda copa de botín!
73.
Esto podía dar lugar a necias interpretaciones en el pueblo, aunque la fama de discreción, pureza y honestidad de las huérfanas sería de fijo un valladar contra la suspicacia maliciosa
74.
Era una mariposa jamona y con las alas recompuestas, que iba de flor en flor, y el acogimiento lisonjero que abajo y arriba tenía confirmaba su nativa disposición para las campañas amorosas, lo mismo en el terreno donde no podía quebrantar la ley de honestidad, que en otros terrenos o capas de la galantería libre
75.
Conténtate por ahora con saber que me ocupo en curarte, conforme a la receta del prudentísimo Cardenal, y espera mis acuerdos con todo el recogimiento y la honestidad que el caso pide
76.
Verdad que las de aquel mancebo manos de monja parecían, en consonancia con su rostro lampiño y terso, con su expresión de honestidad y la inocente languidez de su mirada
77.
-Todos cuantos conocen a mi hermana se hacen lenguas de su recato y honestidad, y mi cuñado Halconero es la persona más envidiada que hay en el mundo
78.
En el regazo moral de su madre y su tía Demetria, aprendió Fernanda todas las virtudes, y se revistió de aquella honestidad y comedimiento que tan bien cuadraban a su linaje por ambas ramas
79.
Por el nombre que llevo y el hábito que visto, no pasará el día de mañana sin que yo me plante frente al señor de Urríes y le exija reparación, y [52] le amenace con los furores de mi justicia implacable, si no rinde su necia vanidad de seductor ante la belleza y honestidad de la sin par Fernanda Ibero
80.
Es una fuerza que surge de la presunción de honestidad, integridad y justicia
81.
Mirábamos el vaivén de gente: los hombres morenos de piel y con carácter y costumbres a la siciliana, hablando su lengua mezclada con palabras viejas que venían de los cartagineses; y las mujeres, que allí son bellas aunque rehuyen por honestidad la compañía masculina, y salen de casa cubiertas con mantos negros y pardos a causa de sus parientes y maridos, que son celosos como los españoles, y aún más; costumbre que nos viene a todos de los moros y sarracenos
82.
En el mejor de los casos es difícil encontrar alguien en quien confiar, y cuando lo que está en juego es esa enormidad de dinero, es probable que ni aun la policía actúe con honestidad
83.
Algunos críticos (a los que Dios, en su momento, dará su merecido por poner en tela de juicio la honestidad de su madre) han osado afirmar que el Nacimiento de Jesús, ocurrido aparentemente
84.
Cicerón tenía la honestidad de Catón sin su presunción
85.
Con toda honestidad, Norman no podía recordar que hubiera entrado en la esfera
86.
Pero, como era justamente la honestidad de las Máquinas del Azar lo que se ponía en entredicho, no cabía recurrir a ellas para zanjar la cuestión
87.
No pudo distinguir la respuesta de Elinor, pero a juzgar por el movimiento de sus labios, parecía pensar que ésa no era una objeción de peso; y la señora Jennings la alabó en su corazón por su honestidad
88.
Sé que tu sentido del honor y de la honestidad te habría llevado, al darte cuenta de la situación, a intentar todos los ahorros que te parecieran posibles; y quizá, mientras tu frugalidad disminuyera sólo tu bienestar, podrías haberla resistido, pero más allá de eso (y, ¿qué podría haber hecho hasta el mayor de tus esfuerzos aislados para detener una ruina que había comenzado antes de tu matrimonio?), más allá de eso, si hubieras intentado, incluso de la forma más razonable, limitar sus diversiones, ¿no habría sido de temer que en vez de inducir a alguien de sentimientos tan egoístas para que consintiera en ello, habrías terminado por debilitar tu influencia en su corazón y hacerlo arrepentirse de la unión que le había significado tales dificultades?
89.
Siempre has proclamado tan exagerada devoción hacia la honestidad, que ahora bien puedes permitirme verte condenado a una vida de hipócrita, lo que realmente eres
90.
Y todas sus virtudes pertenecen a la relación de existencia y conciencia: racionalidad, independencia, integridad, honestidad, justicia, productividad y orgullo
91.
Era más honesto, y la honestidad era una de las pocas virtudes que le quedaban después de tantos años
92.
Uno de sus temas predilectos era el Ensayo sobre la honestidad intelectual
93.
¿Crees que ese hombre tendrá tiempo, u honestidad, de volver a la aparición que un día fue el origen de esa idea y verificar, allí mismo, si la objeción es sensata? No lo hará nunca
94.
¿Piensas que ese hombre sería capaz de renunciar a todo esto sólo por el prurito de ser honesto, de respetar el infinito de sus ideas, de volver a preguntarse qué es verdadero y qué no lo es? ¿Piensas que puede volver a ocurrir que ese hombre se pregunte, aun en secreto, aun en soledad absoluta e impenetrable, si su idea artificial tiene todavía algo que ver con la verdad, con su origen? ¿Piensas que sería capaz de un solo instante, aun en secreto, de honestidad? No
95.
Al otro, el que está al lado de los pobres, o de los débiles, o de los marginados, el que lleva un jersey y unas Reebok, ese mismo, habrá empezado con alguna deslumbrante aparición caótica del infinito, algo que en la penumbra de su juventud le habrá dictado vagamente el imperativo de tomar posición, y la sugerencia de qué parte estar, todo habrá empezado como debe empezar, de un modo honesto, pero luego, Dios santo, cuando vuelves a verlo ya adulto y famoso, Jesús, famoso, da cosa ya sólo decirlo, famoso, con su nombre en los periódicos y las fotografías, con el teléfono sonando sin parar porque los periodistas quieren preguntarle su opinión sobre esto o aquello, y él responde, puta miseria, responde, y participa, y marcha en cabeza de las manifestaciones; el teléfono de los sacerdotes no suena, Gould, quiero decírtelo con toda la crueldad necesaria, tú no puedes saberlo pero el teléfono de los sacerdotes no suena porque su vida es un desierto, es programáticamente un desierto, una especie de parque natural protegido, donde la gente puede mirar, pero desde lejos, son animales de parque natural, nadie puede tocarlos, ¿puedes imaginártelo, Gould?, para los sacerdotes es todo un problema incluso dejarse tocar, ¿has visto alguna vez a un sacerdote dando un beso a un niño o a una señora?, sólo para saludarlos, no pienses mal, una nimiedad, lo normal, pero él no puede hacerlo, la gente de alrededor enseguida tendría una sensación de malestar y de inminente irritación, y ésta es la durísima condición cotidiana del sacerdote en este mundo, él, que podría ser un hombre como los demás y que ha elegido en cambio esa soledad vertiginosa, que no tendría vía de escape, nada, salvo una idea, una idea incluso justa, llegada desde fuera para cambiar ese panorama, para devolverle una tibieza de humanidad, una idea que, bien utilizada, perfilada, revisada, protegida de los arriesgados choques con la verdad, conduce al sacerdote fuera de su soledad, simplemente, y poco a poco hace de él el hombre que es ahora, rodeado de admiración, y ganas de acercársele, e incluso deseo en estado puro, un hombre con jersey y Reebok, nunca solo, se mueve arropado por hijos y hermanos, nunca perdido porque está constantemente conectado a alguna terminal de los medios de comunicación, de vez en cuando entre la multitud atrapa al vuelo los ojos de una mujer cargados de deseo, piensa qué puede significar eso para él, esa vertiginosa soledad y esta vida que estalla, ¿hay que sorprenderse si está dispuesto a morir por su idea?, él existe en esa idea, ¿qué significa morir por esa idea?, estaría muerto de todas formas si se la quitaran, se salva en esa idea, y el hecho de que con ella salve a cientos o a lo mejor a miles de semejantes no cambia ni un ápice en este asunto, y es que ante todo se salva a sí mismo, con la coartada accesoria de salvar a los demás, robando a su destino esa necesaria dosis de reconocimiento y admiración y deseo que le hace estar vivo; vivo, Gould, ¿comprendes bien esta palabra?, vivo, sólo quieren estar vivos, hasta los mejores, los que construyen justicia, progreso, libertad, futuro, incluso para ellos se trata de una cuestión de supervivencia, acércate todo lo que puedas, si no me crees, mira cómo se mueven, a quién tienen a su alrededor, míralos e intenta imaginarte qué sería de ellos si por casualidad un día se despertaran y cambiaran de idea, simplemente, qué quedaría de ellos, intenta arrancarles una respuesta que no sea una instintiva autojustificación, mira si puedes aunque sea una sola vez escucharles pronunciar su idea con el estupor y la indecisión de alguien que la descubriera en ese momento y no con la seguridad de alguien que te está mostrando con orgullo la devastadora eficacia del arma que empuña, no te dejes engañar por la aparente docilidad de su tono, por las palabras que eligen, astutamente dóciles, están luchando, Gould, luchan con los dientes por la supervivencia, por la comida, la hembra, la madriguera, son animales, y eso que son los mejores, ¿comprendes?, ¿qué puedes esperar de los demás que sea distinto, de los pequeños mercenarios de la inteligencia, de los comparsas en la gran lucha colectiva, de los pequeños guerreros cobardes que rapiñan restos de vida en los márgenes del campo de batalla, conmovedores basureros de salvaciones irrisorias, cada uno con su ideíta artificial, el médico a la caza de financiación para pagar el internado de su hijo, el viejo crítico que intenta paliar el abandono de su vejez con cuarenta líneas a la semana que suelta donde hagan un poco de ruido, el científico y su puré de Vancouver con que alimentar de orgullo a mujer, hijos, amantes, las penosas apariciones televisivas del escritor que teme desaparecer entre un libro y otro, el periodista que apuñala a diestro y siniestro desde la primera página para estar seguro de existir al menos otras veinticuatro horas más, sólo están luchando, ¿lo comprendes?, lo hacen con ideas porque no saben utilizar otra cosa, pero en esencia es lo mismo, es lucha, y son armas sus ideas, y por mucho asco que nos dé admitirlo, están en su derecho, su deshonestidad es una lógica deducción de un deseo primario, y por tanto necesario, su asquerosa traición cotidiana a la verdad es la consecuencia natural de un estado natural de indigencia que hay que aceptar, no puede pedírsele a un ciego que vaya al cine, no puede pedírsele a un intelectual que sea honesto, no creo, de verdad, que pueda pedírsele, por muy deprimente que sea admitirlo, pero el concepto mismo de honestidad intelectual es un oxímoron
96.
La honestidad intelectual es un oxímoron
97.
A las cosas del amor mezclar la honestidad!
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La paciencia de Owain estaba a punto de agotarse, y optó por una honestidad casi brutal
99.
La nobleza, honestidad y decoro de tía Carolita la precedían en cualquier círculo o institución porteña y, aunque muchos la adulaban por su posición económica y social (después de todo, era la esposa de un conde francés), ella se dirigía al ministro o al hacendado con la misma afabilidad y respeto con que trataba a Cirilo, su cochero
100.
No se le escapaba nada, y aun en los que pretendían honestidad y preocupación por las circunstancias que los rodeaban, podía leer el dejo de lástima y desprecio por los que no pertenecían a esos círculos del esplendor