1.
¡Cómo las ponderaba y se las encarecía al pobre a quien se lasregalaba!, ¡ella, que sacaba del bolsón la mano llena y cerrada, paraignorar lo que valía la limosna! Porque en el bolsón andaba revuelta laplata con el oro
2.
Arrojado de todas partes, sin tener un pedazo de panque llevarse á la boca, ni ropa con que preservarse delfrío, comprendió el cuitado con terror que se acercabael instante de pedir limosna
3.
mi hijo!¡Una limosna por el amor de Dios, y que El les premie a
4.
segundogolpe dejaría a tu mujer y a tu hijo en situación de pedir limosna
5.
recurso quepedir limosna en la puerta de San Juan a los hijos de mis amigos
6.
cual debía enviarde cuando en cuando alguna limosna para
7.
de entregar la limosna, sin que lasrecaudadoras se ofendieran ni
8.
asociación llamada Limosna de la luz tenía por objeto reunir,
9.
Limosna de la luz, de dondesolía volver cuando encendían los
10.
En la Limosna de la
11.
Al trabajador denada le sirve la limosna de un
12.
el fondo, la vida vegetal es un legado, undon, una limosna de
13.
padre estuviera reducido a aceptar una limosna en sus
14.
bienhechor, entre cumplir la promesa y faltará ella, entre hacer limosna y robar el bien ajeno,
15.
limosna o en estrechez tal que la obligase avivir muy en desacuerdo con la magnificencia de que,
16.
Elenvilecimiento de la limosna y la
17.
Recibían la limosna con altanería
18.
Vinieron pidiendo limosna
19.
dispuesto a pediruna limosna por las calles antes que una credencial a los
20.
Perú quedaban cien pesos de limosna por una misa
21.
escamoteándoles lavoluntad, se alzaba con el santo y la limosna
22.
pobre como ellos, que vivía de limosna, y se lasgobernaba como
23.
algunas de ellas una limosna, paracalmarles las angustias del
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una deestas mujeres, que piden limosna para el hijo tullido, y no
25.
2 Y un hombre, que era cojo desde el vientre de su madre, era traido, alcual ponian cada dia á la puerta del templo que se llama la Hermosa, para quepidiese limosna de los que entraban en el templo
26.
No es lícito echarlas en el arca de la limosna, porque es precio de sangre
27.
templo, que se dice la Hermosa, para quepidiese limosna de los que entraban en el templo
28.
que los pueblosde los Guaranís enviaban de limosna á la
29.
Habrá limosna para todos los que lleguen a ellas
30.
pide limosna por las puertas
31.
ofrendasque ellos llaman capaccocha, y juntándose la limosna
32.
una limosna con carácter de liquidación deatrasos, y acompañado de Oricaín y Zugarramurdi,
33.
cuando nos miraba con el saco de la limosna abierto
34.
O quan bien la limosna es empleada
35.
Que es de limosna, cierto, en el qualviene
36.
La limosna está en el puerto,
37.
en donde lacaridad pública les dió albergue y limosna
38.
Allí fuimos asediados por un sinnúmero de pobres, quienesnos demandaban una limosna con destemplada y gangosa
39.
Éste le propuso realizar obras para el ejército, puentes, líneas férreas… Todos estos ofrecimientos fueron rechazados por tu padre, que prefirió mantenerse con el mísero sueldo que los editores de Bombay se complacían en enviarle como limosna a cambio de sus manuscritos
40.
- ¡Ah! Cuando os encontréis en ese mundo que ha de aprisionaros con sus mil atractivos y seducciones, no os acordaréis del viejo Albrit, a quien dejáis en Jerusa aposentado de limosna
41.
Si alguien se atreve a dar limosna antes de que se la pidan, corre riesgo de muerte por tal insulto
42.
Se ha dicho muchas veces que no reciben limosna de locos, bailarines, mujeres embarazadas, sepultureros, tuertos, santos, vendedores de elixir, resucitados, albinos y empleados del correo
43.
-No quiere limosna; lo que quiere es hablar con usía para un asunto importante
44.
Aquella tarde, en el momento en que los rayos del sol trasponían por el horizonte, dejando en las copas de los árboles, en los techos de las casas y en la superficie del Jarama resplandecientes rastros de luz y perfiles y destellos de mil colores; en el momento en que las ovejas se aproximaban unas a otras, buscando cada una [260] abrigo en las calientes lanas de las demás; cuando salía el humo de los techos y empezaban a pedir la palabra las ranas para su discusión nocturna; cuando la Naturaleza se adormía, impresionando los sentidos con recuerdos virgilianos, Pepita encontró lo que deseaba, encontró su pasto en un chico que, habiéndose presentado unos días antes en la puerta de la casa hambriento, cubierto de harapos y pidiendo limosna, fue recogido por los colonos, que eran gente compasiva
45.
La segunda de las anécdotas que se contaban era que se habían presentado una vez ante él tres jóvenes que, por la suciedad y miseria, no se distinguían uno de otro; habían ido a pedirle limosna; sin titubear ni un instante mandó a uno de ellos a un hospital dedicado al tratamiento de individuos de una cierta enfermedad nerviosa, al otro le remitió con una carta de recomendación a un hospital donde se recluían alcohólicos y al tercero le asignó un buen sueldo tomándolo a su servicio, cargo que desempeñó con éxito durante varios años
46.
Sus habitantes me parecieron todos algo andrajosos, con frecuencia el mendigo de la esquina tenía un aspecto menos lamentable que el pasante generoso que le daba una limosna
47.
Lo identifiqué al punto, era el hombre que todos los sábados conducía a la tribu a pedir limosna en Agua Santa, el que me encontró una mañana sentada junto al cadáver de Zulema, el mismo que mandó a avisar la desgracia a Riad Halabí y cuando me detuvieron se plantó delante de la Comandancia a patear el suelo como un tambor de advertencia
48.
Curado del cuerpo y del alma, Pedro Tercero García se fue a la capital con un atadito de ropa y unas pocas monedas que el cura sustrajo de la limosna dominical
49.
Jamás había visto tan grande y variopinta multitud: mercaderes, clérigos, estudiantes, hidalgos, lacayos, corchetes, lechuzas de medio ojo153, soldados, tapadas con dueña y sobre todo mendigos, una cantidad ingente de menesterosos tullidos, algunos de ellos viejos soldados con la tablilla de cuero sujeta al cuello en la que se podía leer la causa de su invalidez y el suceso más o menos glorioso que la había motivado, que invadían la calle tironeando insolentemente de las ropas de las transeúntes exigiendo altaneros154, más que pidiendo, el óbolo o la limosna; unos lo hacían siguiendo, con la mano extendida, el paso de las carrozas, y hasta en según qué ocasiones atreviéndose a encaramarse en los estribos de las mismas pese a algún que otro latigazo del postillón, y otros, cual si tuvieran puesta la parada lo demandaban desde el suelo, mostrando sus llagas purulentas y sus muñones a modo de trofeos gloriosos
50.
Estaba previsto que el conde Ramón Berenguer se detuviera allí y en nombre de su difunta esposa, la condesa Almodis de la Marca, entregara al superior una generosísima limosna
51.
Obtuve el dinero suficiente para pagar el trabajo de Chiarenza, que sólo quiso cobrar lo que había gastado, y para dar limosna a los que más la necesitaban
52.
Y mi hermano respondió: "¡Oh, mi señor! sólo pedirte una limosna, pues estoy extenuado por el hambre y las privaciones"
53.
Teniendo, como tendrá, todo lo que ha robado, viene a pedirnos limosna
54.
Ella contestó: "Se puede pagar el diezmo de la limosna de catorce maneras: en oro, en plata, en camellos, en vacas, en carneros, en trigo, en cebada, en mijo, en maíz, en habas, en garbanzos, en arroz, en pasas y en dátiles
55.
El sueldo era casi una limosna; pero Mortero era Mortero y se las ingeniaba en aquellas profundidades
56.
-Las beso -dijo-, como los pobres cuando reciben una limosna
57.
-De que pido limosna
58.
Decide irse lejos otra vez, pide limosna en el camino y acaba en Kazajstán
59.
-Mi plan es el siguiente: Yo trabajo todo el día con excepción de los domingos; yo cumplo con los preceptos de Nuestra Santa Madre la Iglesia oyendo misa, confesando y comulgando como se me manda; yo cumplo asimismo mis obligaciones comerciales; yo no debo un cuarto a nadie; yo educo a mis hijos; yo pago mis contribuciones puntualmente; yo obedezco todas las leyes, decretos, bandos y órdenes de la autoridad; yo hago a los pobres la limosna que mi fortuna me permite; yo no hablo mal de nadie, ni siquiera del Gobierno; yo sirvo a los amigos en lo que puedo; yo no conspiro; yo [161]
60.
Lo más que se puede hacer por él es darle una limosna, pero nada más, nada más
61.
Y por eso me has visto dar esa limosna al mendigo del puente de Bagdad
62.
Y como no ignoraba los preceptos del Libro Santo, que prescriben la limosna y recomienda la generosidad, vacilaba en la elección del medio mejor de hacer el bien
63.
Solicité al acreedor una prórroga de quince días, pedí vacaciones a mis jefes y me dediqué a pedir limosna en la City, disfrazado
64.
¡Infelices! Conocían el fervor musulmán con que practico la limosna, y acudían a mí
65.
Sospechando que el camarín de Nuestra Señora tendría comunicación con la rectoral por patios profundos interiores, y que era inútil esperar más, salí despacio de la iglesia, y me entretuve hablando con unas viejas que en la puerta pedían limosna
66.
perdonado, y tan creída está de que por sus oraciones ha vuelto el caballero, que ayer, en acción de gracias, confesó y comulgó, y a las monjas del Sacramento llevó de limosna un buen puñadito de monedas de cinco duros
67.
Las damas de alto copete, escogidas por Cristo para su fe, porfiaban a ver cuál daba la limosna más alta y alcanzaba los pastorales elogios del obispo
68.
Existen documentos que hablan del regalo de un cofrecito con reliquias que el padre Ignacio trajo de Tierra Santa y del que le hizo entrega a la hermana tornera en agradecimiento a la limosna que casi diariamente recibía de su mano
69.
Se acabaron las limpias componendas de conservadores y liberales; desde hoy, que el más listo se alce con el santo y la limosna
70.
Lo dijo en tono de cortesía, como si no le importara que se reconociese dicha cualidad; en el tono de quien arroja a un mendigo la limosna con la que salvar su situación
71.
piden limosna en días de indulgencia,
72.
Colin Falconer La ruta de la seda Una hora antes del amanecer, cuando los gritos de los monjes pidiendo limosna con sus cuencos ya se oían en las calles, Mar Salah entregó su alma y se fue al infierno y a su refinado festín de tormentos
73.
Todos los días un duro de limosna -traducción libre de los diezmos y primicias- y prenda de lana en cuanto apunta el invierno
74.
Debería haber pensado que nadie perdona la limosna y menos que nadie los que han levantado cabeza y todos los días tienen delante de los ojos lo que hicieron en otro tiempo para poder vivir
75.
De aquellos lonches que compartimos en La Tiendecita Blanca durante los casi dos años que tardó usted en concluir sus estudios de leyes, recuerdo vívidamente algunas cosas sin importancia: que el pianista era tuerto y a menudo se quedaba dormido en medio de sus interpretaciones, provocando las risas de la clientela; que una vez le trajeron su copa de helado de chocolate y usted se indignó, porque los mozos sabían que usted tomaba una bola de vainilla y una de chocolate (y la de chocolate abajo), y aquella tarde le sirvieron dos bolas de chocolate, lo que motivó que usted se parase furioso y se dirigiese a la oficina del administrador a exigir una explicación, incidente que fue zanjado con la suspensión por un mes, sin goce de haber, del descuidado que osó prescindir de su bien conocida bola de vainilla; que la mesa del fondo estaba siempre reservada para usted, con un pequeña tarjeta que decía Don Tomasito, y pobre de quien se sentara allí, pues entonces intervenían enérgicos los mozos y hasta el personal de seguridad; que una tarde, mientras dábamos cuenta de nuestros dulces y nos contábamos los últimos chismes políticos y sociales, irrumpió de pronto un niño descalzo pidiendo limosna y, cuando los mozos se lo llevaban a empujones, intervino usted poniéndose de pie y ordenó que lo sentaran a una mesa y le sirvieran todo lo que el pobre niño limosnero quisiera, a cuenta del cuaderno de su familia, detalle que mereció mi más rendida admiración y, sospecho, a juzgar por sus caras, considerable malestar entre los mozos, que seguramente pensaron: ¿y por qué carajo el gran Tomasito no nos invita lonche a nosotros y sí a este pájaro frutero que llenecito está de piojos?; y, por último, que nunca me permitió pagar la cuenta, nunca, pues, en rigor, tampoco le traían a usted la cuenta:
76.
Decenas de leprosos se disponían a pasar la noche, envueltos en sus mantos y harapos, mientras una legión de cojos, lisiados, hinchados, contrahechos y ciegos nos salían al paso, suplicándonos una limosna
77.
La mujer no pide limosna con regularidad o habría aprendido a evitar las agencias de apuestas, porque atraen a estafadores y éstos a la policía
78.
Recibiome con cierto recelo; me tomó por una trapisondista; pero a mí, ¿qué me importaba? Diome la limosna y, en seguida, para alentarme y apurar el cáliz de una vez, estuve dos días sin parar subiendo escaleras y tirando de las campanillas
79.
Por supuesto, ya sabía él que aquello no era prestar, sino hacer limosna, quizás la más evangélica, la más aceptable a los ojos de Dios
80.
Al aburrido caballero se le quitaban las ganas de dar limosna, y por fin la dio para librarse de persecución tan terrorífica
81.
¿Y por qué no añadir este caso a tantos otros en los que el menor defecto formal anula un proceso, aunque sea justo? ¿Los conventos son, pues, tan esenciales para la constitución de un Estado? ¿Instituyó Cristo a los monjes y a los religiosos? ¿La Iglesia no puede, acaso, prescindir de ellos en absoluto? ¿Qué necesidad tiene el Estado de tantas vírgenes enloquecidas, y la especie humana de tantas víctimas? ¿No se percibirá nunca la necesidad de reducir la abertura de estas simas donde van a perderse futuras generaciones? ¿Todas las oraciones rutinarias que allí se hacen, valen acaso lo que una limosna que la conmiseración da a un pobre? Dios, que creó sociable al hombre, ¿aprueba que se le encierre? Dios, que lo creó tan inconstante y frágil, ¿puede autorizar la inseguridad de sus votos? Estos votos, contrarios a la inclinación general de la naturaleza, ¿pueden nunca ser cumplidamente observados excepto por algunas criaturas mal constituidas en las que los gérmenes de las pasiones están marchitos, y que con razón serían consideradas como monstruos si nuestras luces nos permitieran conocer tan fácilmente y tan bien la estructura interior del hombre como su forma exterior? ¿Todas estas ceremonias lúgubres que se observan en la toma de hábito y en la profesión de éstos, al consagrar un hombre o una mujer a la vida monástica y a la desgracia, suspenden acaso las funciones fisiológicas? Al contrario, ¿no se despiertan éstas en el silencio, la sujeción y la ociosidad con una violencia desconocida a la gente del mundo ocupada en una multitud de distracciones? ¿Donde se ven mentes obsesionadas por espectros impuros que las siguen y las perturban? ¿Donde este profundo fastidio, esa palidez, ese enflaquecer, todos los síntomas de la naturaleza que languidece y se consume? ¿Donde las noches son turbadas por los gemidos, los días empapados de lágrimas derramadas sin motivo, precedidas de una melancolía que nadie sabe a qué atribuir? ¿Donde la naturaleza, sublevada por una sujeción para la que no está hecha, rompe los obstáculos que se le oponen, tórnase furiosa y lanza la economía animal a un desorden que no tiene ya remedio? ¿En qué sitio la tristeza y el mal humor han aniquilado todas las cualidades sociales? ¿Donde no existe padre, ni hermano, ni hermana, ni amigo? ¿Donde el hombre, al considerarse sólo como ser de un instante fugaz, trata las relaciones más dulces de este mundo como un viajero los objetos que encuentra, sin afección? ¿Donde está la sede del odio, del hastío y de los enervantes? ¿Donde el lugar de la servitud y del despotismo? ¿Donde los odios que nunca se extinguen? ¿Donde las pasiones encubiertas en el silencio? ¿Donde la morada de la crueldad y de la curiosidad? Nadie conoce la historia de estos asilos, decía a continuación el señor Manouri en su defensa; nadie la conoce
82.
En la mesa directiva de La Hora, el único periódico horario del mundo -veinticuatro ediciones por día-, Reich anunció una nueva limosna Monarch
83.
Mi miedo es que si me detengo en la esquina me den una limosna
84.
-Entonces bien podía hacer una limosna
85.
-Es limosna -repuso con gravedad el tabernero
86.
Hay hombres que tienen grandes posesiones y otros que piden limosna en las calles
87.
Durante quince días corrió por todas partes, siguiendo al judío: esperó en la antesala, fue recibido con frialdad, a veces con un desprecio ostensible, y no obtuvo más que una limosna de cincuenta dólares que hubo de compartir con el hombre de negocios
88.
–No podían tener a todos aquellos pobres pidiendo limosna y durmiendo en los bancos de los parques ante los ojos del mundo
89.
Yo conozco algunos jóvenes de su edad que cantan en el metro y piden limosna y muestran el certificado
90.
Al entrar en casa de los Sokolov, soplándose los dedos rojos y congelados, dirigía tímidas sonrisas a los invitados sentados a la mesa, y Shtrum se sorprendía de que fuera el dueño de la casa, el jefe de un taller importante de una gran fábrica; más bien daba la impresión de ser un vecino pobre que viniera a pedir limosna
91.
Tan pronto como entró en la ciudad, se mezcló con los mendigos que pedían limosna ante la puerta del rey
92.
De manera que, dejando los besos y las palabras tiernas para mejor ocasión, le explicó a su hermano brevemente, como si estuviera hablando de otra cosa, la distribución interna de la corte, y le señaló con el dedo al mago que andaba buscando, quien por pura coincidencia deambulaba entre los mendigos, repartiéndoles limosna
93.
¡Qué diantre! ¿No era él un pobre, no era un triste, un mísero? ¿Pues qué hacía más que pedir una limosna, y proporcionar [91] a las buenas almas el ejercicio de la más hermosa de las virtudes, la caridad?
94.
demasiado en la limosna, esto será el mesón del tío Alegría, y nos volverán locas
95.
De vuelta a su casa, ya entrado el día, ¡qué tristeza, qué hastío y cómo se le desvirtuaba su idea con las contingencias de la realidad! Porque él, de buen grado, renunciando a todas las ventajas materiales de su profesión eclesiástica, dejaría de ser gravoso a los infelices y honrados Peludos, y ya por la limosna, ya por el trabajo, se buscaría su pan
96.
Que abandone toda su hacienda, en lo cual paréceme que no hace un gran sacrificio, y que salga a pedir limosna
97.
—Pedía limosna, señor, como es la costumbre de los pobres y ciegos
98.
Muchas aldeas parecían desiertas, los daños de las casas no se habían reparado y la población hambrienta pedía limosna al borde de la carretera
99.
–¡Una limosna, amables señores! ¡Una limosna por el bien de vuestra alma!