1.
ED/ ¿ como observa desde su habitación la " Modernidad "
2.
Observa la presencia de un hermoso loro verde gigante, dice le visita todas las noches a su habitación
3.
El autor observa unas apariciones mientras dialogaba tranquilamente en Video-llamada por Skype
4.
El autor, observa la interacción de un papa vivo terrenalmente con su hijo fallecido en la tierra pero vivo en espíritu, con estos dos papas distintos sucedió y dos hijos distintos
5.
El autor observa como el papa cuando entra y abre la puerta de su casa su hijo lo abraza y entra con él
6.
El autor observa dos tipos diferentes de visión, uno está en la casa y otro está dentro del carro fuera de la casa
7.
El autor, observa una cierta atracción de percepción en los gatos, los gatos son muy perceptivos, los perros un poco miedosos y distraídos, los gatos SI perciben, sienten y perciben, es algo muy disimulado, pero siente que algo perciben los gaticos
8.
El autor, observa que los perros SI parecen percibir la sensación de llegada o retorno de quien fue de viaje en la visión, pero nunca percibe la llegada de un espíritu
9.
Lo contrario se observa en el Amphitrión, publicado en 1515 por Francisco de Villalobos, médico deFernando el Católico y de Carlos V, que tradujo en prosa los versos dePlauto, suprimiendo y acortando varias escenas, para imprimir mayorinterés á la acción dramática
10.
El diálogo de Oliva, cuando no traduce con fidelidad, peca por susmetáforas y ampulosidad, ya de moda en este tiempo, como se observa enlas imitaciones de La Celestina
11.
En todas las obras de Juan de la Cueva se observa el sello de un talentopoético verdadero
12.
Observa bien este rostro, Milos
13.
observa el estigma de la crucifixión, pasando por las diferentes fases de la descomposición de
14.
A menudo, cuando Mireille corre por las calles del centro, se sorprende cuando observa la boutique tan repleta de lujos, perfumerías los que ya no encuentran espacio en la ventana para exponer toda la variedad de fragancias que se venden; no entiende por qué todas esas mujeres que se reunieron están tan llenos de cosméticos: parecen maniquíes, ella tan humilde
15.
“¡Vuela y observa!” El pajaroid aleteó y rodeó los hangares
16.
F) Observa que las corporaciones privadas y los gobiernos
17.
Manteniéndose cerca a los casos del microchip observa la eficiente descarga de la nave por los robots
18.
Cuando él está en el rango de escáner visual, observa el planeta en la pantalla de visualización grande
19.
En lugar de ser pensamiento y emoción, debemos ser la conciencia que los observa
20.
En toda la región, con excepción de Chile y países con alta presencia de maquila, se observa una caída absoluta y relativa del empleo industrial (CEPAL, 2005)
21.
Di-s D-s|, Si Se Aplica Una Separación En Dos Partes, Se Observa Lo Siguiente: Sant
22.
observa es una diferencia de fase, es decir, cierta diferencia de tiempo entre los
23.
observa siempre en el comienzo de toda batalla
24.
parado en la posición de llegada ante el lujo que observa y al
25.
las pantallas de control que observa con mas atención y en
26.
enervante que por lo que observa se van introduciendo
27.
la observa, Rhelkan Imlhor, detecta en esos instantes con
28.
También se le observa por el movimiento de la Luna sobre la
29.
observa en la «Crotalogía» del licenciado FranciscoAgustín Florencio y en casi todas
30.
Quince años después de la creación de la web, la revista Wired(California) observa en su número de agosto de 2005 que "sólo menos dela mitad de la web es comercial, y el resto funciona con la pasión"
31.
En cuanto al internet, unos treinta años después de su lanzamiento, eldiario Le Monde (Francia) observa en su edición del 19 de agosto de2005 que "gracias a sus tres poderes ubicuidad, variedad einteractividad su potencial de uso es casi infinito"
32.
tanto en los llanos,donde aun se observa mucha mas regularidad acerca de las estacioneslluviosas
33.
En esta parte de las riberas del Mamoré se observa cierta variedad en lavegetacion: de tiempo en
34.
En la mision de Baúres y en la del Cármen, todavía se observa unacostumbre, ya enteramente olvidada en
35.
observa, toda cuestion y hasta toda ciencia,tienen uno ó pocos puntos capitales á los que
36.
A cada paso se observa la mucha influencia quesobre nuestra conducta tienen las pasiones; y
37.
sociedad;y si bien se observa, los grandes crímenesson excepciones monstruosas
38.
La superioridad no se observa en suestilo;
39.
austriaco Bianchi, a las puertas de lapoblación, se observa con
40.
meses, se observa en las páginas del diario unembriagador
41.
David, el viejo criado, observa sus juegos con gran atención,
42.
extrañadistensión muscular que se observa en los golfos y en los
43.
Nada ve, nada hace, nada observa en sí ni fuera desí, sobre lo
44.
El otro personaje,más viejo que todos los demás, y que observa el
45.
Cuando se aproxima observa los polvos, y
46.
Esta actividad es indispensable;porque si bien se observa, en la operacion de entender, la accion nacede la idea; el entendimiento en cierto modo está pasivo
47.
] Si bien se observa, no hacia mas Descartes en este punto, quelo que hacen todos los filósofos; y por mas extraño que pueda parecer,no estaba en desacuerdo con los gefes de la escuela
48.
] Observa Kant que la equivocacion dimana de que se comienza porseparar el predicado de una
49.
en los niños se observa tambien, que se equivocanen las irregularidades
50.
] Si bien se observa, la idea de la negacion, á mas de entrar en losprincipios fundamentales
51.
antes?—Si bien se observa, esta cuestion {300}implica unacontradiccion: supone un intervalo de
52.
] Cuando Kant observa que el sujeto de la inherencia delpensamiento está solo indicado de
53.
observa el mundo con una mueca perpetua, se ríe de los poetasgemebundos y
54.
GranFraccionamiento Demográfico, observa que la libertad, en ese
55.
observa es: si uno de los empleadostiene necesidad de un par de
56.
gentes enlas poblaciones; cada uno en su casa observa un
57.
esta provincia, será preciso mudar enparte el que se observa en
58.
conocimiento de loque ahora se observa puedan conocerse las
59.
El modo que se observaba y observa en todos los pueblos en
60.
Desde que se observa en losniños una tos
61.
Se observa el prurito en el
62.
en algunas, se observa punzadas,dislaceraciones y aun hinchazon de los dedos de los
63.
En los casos en que el pecho es el mas comprometido, se observa un
64.
veces es abundante, pero siempre fácil, dulce, inodoro y sinardor en la piel; se observa
65.
exagerada de todo el cuerpo, mas notableen el epigastrio y vientre; se la observa
66.
en los riñones, en lagarganta, en la cual se observa una angina que se desarrolla
67.
se observa en todoslos aparatos y en todas las funciones
68.
se observa jamás, y el decaimiento de lasfuerzas, el coma, la parálisis de un lado del
69.
aplicacion del calor, los doloresconcomitantes son quemantes, y se observa
70.
lentamente y por movimientos fluxionarios sucesivos: enestos casos se observa la
71.
decongestion y se observa en ellos el predominio de la accion del cerebrosobre la de
72.
Se observa muchas veces en el curso de estas fiebres ó en sudeclinacion, y despues
73.
general estas inflamaciones sonfijas, y este es el carácter de la erisipela que se observa
74.
á ciertas gastralgias, en las que el grafito ledisputa su eficacia; pero se observa en
75.
vital, y en el que se observa laresolucion de las fuerzas musculares, la adipsia, la
76.
en los capilares, el prurito, lasensacion quemante, como se observa en la alopecia que
77.
Las afecciones de los ojos, en las que se observa una sensacion depresion y como
78.
en la cabeza, con doloreslancinantes y sensacion de ardor en la cara, y se observa
79.
observa una flojedad con sudores ó flujo queaniquilan más y más
80.
cuando ha cesadoeste período de su accion, se observa el endolorimiento del cuerpo,
81.
irritables, que sonmas bien linfáticas que nerviosas, se observa en el cólchico
82.
constitucional en el que con preferencia estánindicados, y que es el que se observa en
83.
mérito: se lecuentan las escamas de los pies, se observa su figura y distribución,la tendencia é
84.
Además, en el proceso de los cinco casos de aniquilaciones se observa una mentalidad clasificadora y científica que corresponde a ambos hombres
85.
¿Es uno? ¿Es varios? ¿Astuto o cobarde manso como un santo o colérico? ¿Lo veis con la horca en la mano acechando a los condenados que va a meter en el horno recogiendo haces de leña para alimentar el fuego de su Infierno seductor sí porque seduce con su inteligencia y su temperamento posee la sabiduría tiene el poder de creación y de destrucción la fuerza invencible, el conocimiento él es el que lo ve todo el que observa a los habitantes de la tierra y moldea su corazón atento a sus obras escucha a los que gritan aconseja y las aguas lo ven y tiemblan y el propio abismo se estremece y las nubes descargan sus trombas los nubarrones aportan la voz el fragor del trueno desgarra el cielo y los relámpagos iluminan el mundo la tierra ruge cuando él aparece él es el amo del mundo y sin embargo nadie conoce sus huellas apenas se le ve apenas se escucha su paso ligero una resonancia un silbido nada más este ser es temible por la fascinación que ejerce sobre todos y que los precipita en el abismo el asesinato es su ocupación la destrucción la finalidad de su vida él es la gran serpiente de mordedura sangrante tetanizante que deja manar la sangre mala emponzoñada por su veneno es el maestro de la estrangulación que se enrosca en torno al cuello del animal y lo aprieta hasta que la bestia se ahoga con los ojos desorbitados y hasta que ve el último estertor de agonía fascina a los seres impulsa a las víctimas a correr hacia todas partes desesperadas hasta el agotamiento no conoce la piedad no ha perdonado a nadie la conciencia no es su fuerte nada lo atormenta si no es la ausencia de crimen vive sólo para el asesinato del que es siervo el celoso siervo
86.
Hortensia levanta la vista de su labor y observa el peinado de La Zapatones mientras Reme y Elvira siguen comentando su desprecio:
87.
Elvira observa el hambre en sus miradas, algunas se chupan los labios
88.
«Así eran en sus primeros años las ciudades que fundaron Francisco Pizarro, Diego de Losada o Pedro de Mendoza», observa fray Pedro
89.
Este es el punto de importancia de los hechos acaecidos en 1204: la completa destrucción de la antigua Constantinopla, que durante cincuenta y siete años observa silenciosamente cómo lo que había construido durante casi nueve siglos le era arrebatado sin piedad alguna, y esto marcó un antes y un después en la historia de la ciudad: antes, arrogante, orgullosa, altiva e invulnerable, la ciudad imperial era la dueña del mundo; después, vencida, sometida, destruida y vulnerable, era una ciudad fantasma, con rencores insalvables y dominada por los occidentales de forma irremediable, aún después de la recuperación por parte de Miguel VIII Paleólogo
90.
Observa cómo el inspector Slack cayó en la trampa
91.
Helen le observa con expresión malévola y triunfal en los ojos
92.
Harwood mira a Leo, quien le observa con rostro inexpresivo
93.
Observa en el espejo, satisfecho, el efecto del nudo de la corbata Un vaso de agua y un par de mejorales
94.
Cuervo también las observa
1.
La mencionada operación, que el principal interesado observaba con un ojo distraído, duró
2.
profundo, observaba con ojo de águila los misterios de la
3.
Gris estaba de pie en frente de la ventana lateral y observaba el firmamento, le gustaba el alba
4.
Los robots totalmente caso omiso de él mientras se pone los observaba desde la puerta
5.
Jacinta le observaba con atenciónrecelosa, sin pestañear, queriendo reírse y sin poderlo conseguir
6.
Jacinta observaba que alguien le hacía telégrafosdesde la puerta, alzando un poco el cortinón
7.
Se observaba con ella aplicada la coz al lagrimal del ojo, puesta lacara hacia la estrella y mirándola por la parte alta del un extremo dela sonaja, se había de dirigir á la vez una visual por el extremo bajode la misma sonaja al horizonte, corriéndola en uno ú otro sentido hastaconseguir la coincidencia, en cuyo caso, los grados y minutos contadoshasta la sonaja, representaban la distancia del astro al cenit, ócomplemento de altura
8.
Ni siquiera observaba el ruido de las calles, el cruzamiento de
9.
Yo la observaba y vi que su frente se había serenado
10.
Antes, esto es, entre la puerta desde donde yo observaba y el
11.
vez que observaba elmonetario de un museo, provocó mi
12.
profundo pesar, y se les observaba taciturnos y foscos, sintiendo que el suelo les quemaba las
13.
formas y manerasque observaba en la prensa nacional y
14.
cuandose encontraba con ella en público, observaba una
15.
Robertopermanecía entre nosotros, más observaba las relaciones
16.
El doctor observaba una vez más el carácter de la poesía entre
17.
De todosmodos el gracioso de Lancia observaba allá, enel
18.
Fernanda le observaba con atención, ganando
19.
observaba todo esto, y leía tan perfectamenteen el cerebro de su esposo como en
20.
portalse observaba el espíritu religioso, la economía y la limpieza quereinaban en
21.
El conde le observaba cada vez con más curiosidad
22.
ósi lo observaba no quería fijar la atención en ello
23.
silenciosa y observaba a los tiradores
24.
En el ceño que contraía su frente, en la preocupaciónque se observaba en sus ojos, comprendíase que ya sabía a qué veníallamado
25.
Examinando atentamente su figura, se observaba que la
26.
numeroso atizaba el fuego y observaba en silencio los progresosdel incendio
27.
enebro y enarcando las cejas, observaba también la llegada delos alemanes
28.
asomaban los pendones tristes y desmayados, lascruces y ciriales, observaba el gesto de don
29.
Petra observaba con el rabillo del ojo la impaciencia del Magistral, quepreguntó:
30.
Observaba ella que talesexageraciones de cariño se avenían mal
31.
Viéndoles juntos, se observaba extraordinario parecido entre el señor dela Lage y su sobrino
32.
Observaba las caras con la más
33.
El modo que se observaba y observa en todos los pueblos en
34.
en ella de granpreocupación, mientras que mi tío nos observaba
35.
Su marido la observaba con disimulo y en
36.
observaba con cuidadodesde lejos, y por eso pude notar que eran
37.
estación, y observaba sin chistar los viajeros queafanados corrían a buscar puesto, los
38.
observaba con atención losindicios del amor que la dominaba
39.
Al lado de la mestiza, observaba y comía el autor de estas líneas
40.
Allí estaba el islandés, haciendo girar en su mano una resplandeciente esfera que observaba con los ojos entrecerrados
41.
Piedras que ella observaba, mientras Thorsteinn trabajaba en sus imágenes, empezaban a ondular y a desplazarse, como lagópodos escoceses camuflados, moteados y manchados, en nidos de huevos camuflados, moteados y manchados, en un desierto de piedras moteadas y manchadas
42.
Desde una elevación, Reza Kan observaba a los hombres congregados abajo
43.
Mientras salían por la puerta, Caramon ya cogía el mortero y el majador del armario de cocina, se ponía de rodillas en la silla ante la mesa y empezaba a machacar las semillas de girasol mientras su madre lo observaba con una sonrisa de aprobación
44.
Lisa lo observaba sin decir palabra, con una mirada de franca compasión
45.
El chico había dejado de restregar y la observaba con curiosidad
46.
Félix, por su parte, fumaba tranquilamente su puro y lo observaba con una concentración teñida de desprecio
47.
Félix lo observaba con curiosidad
48.
Coló se incorporó y echó un buen trago de agua de una cantimplora que había junto a la hoguera mientras observaba al elfo oscuro
49.
Desde un lado de la estancia, lady Mantila observaba la lucha con deleite y lanzaba pullas a Kit
50.
y que observaba todo lo que ocurría en el sanedrín
51.
–Bien -dije mientras lo observaba: sus ojos brillaban de curiosidad
52.
–En los movimientos del adversario -dije, mientras observaba el sable que se movía de arriba abajo
53.
Era su sombra quien lo observaba
54.
Doval pasó su brazo por encima de los hombros de la muchacha y juntos caminaron por la calle del poblado, mientras desde la puerta de la habitación que ocupaba en la casa de su padre, Stellara les observaba, y, mientras les observaba, una sonrisa curvaba sus labios
55.
Mientras observaba todo aquello vio a un korsar salir de una de las puertas y, girándose, alejarse por el pasillo en dirección opuesta a la que él se encontraba
56.
Él me observaba en silencio, de modo que continué hablando
57.
Usando de muy pocas palabras, en un hablar sentencioso y lento, el fraile me explicó que era costumbre singular sacar aquí el Santiago en la festividad del Corpus, porque en tarde de Corpus había llegado a esta villa, a poco de fundada, la imagen del santo tutelar, y desde entonces se observaba la tradición
58.
El jefe de la Aldea, a medio camino, observaba una actitud respetuosa -todo arrugado en medio de sus collares de colmillos-
59.
Observaba cómo ascendían los pies de Caitlin por ellos y traté de acompasarme a su paso, puesto que, al vivir allí, se había convertido en una experta en ascender escaleras
60.
En Turquía, un hombre llamado Haroun observaba a una mujer que dormía y dijo que sí mentalmente porque la decisión recaía en la luna y no en él
61.
Mientras hablaba, Bradley me observaba con gran atención
62.
—Es probable que lo que les preocupa a nuestros amigos es que una de esas cosas golpee a un suubatar en la cara —Anakin se protegió los ojos del polvo y de la luz mientras observaba los matojos pasar por delante de su refugio rocoso—
63.
Son un organismo mutable —mientras hablaba, la pádawan observaba fascinada cómo una chawix acababa con el último de los membibi—
64.
Mientras los soldados, habiendo tomado sus fardos, se alineaban en el puente de cubierta, el legado observaba cómo el barco se acercaba a la orilla, contemplando en toda su mediocridad el lado septentrional de la ciudad, incluidos los edificios de la zona portuaria
65.
Unos se quejaban aun antes de recibir los golpes, y el maestro impávido observaba entonces que eran anticipados, otros se protegían ingenuamente las nalgas con las manos que el señor Bernard apartaba con un golpe negligente
66.
Mi madre lo observaba a través de las persianas y lo veía andar a campo traviesa por sus tierras
67.
Finalmente, Marsilio hizo un gesto de desprecio en dirección a la puerta y dirigió su mirada a Dolcinia, la cual, después de dejar la jarra encima de la mesa, lo observaba con las manos en los costados, preguntándose si no había llegado el momento de llamar a Uro para que la librase de aquel cliente inoportuno
68.
Miró por última vez a Ignacio, que lo observaba con una mezcla de curiosidad y respeto, y luego se dirigió al carcelero
69.
{142} Entonces era la abuela quien decía a Jacques que debía acostarse porque a la mañana siguiente se levantaba a las cinco y media, y él la besaba primero, después al tío y para terminar a su madre, que le daba un beso afectuoso y distraído, con la mirada perdida en la calle y la corriente de vida que fluía infatigable más abajo de la orilla donde estaba ella, infatigable, mientras su hijo, infatigable, con la garganta apretada, la observaba en la sombra, mirando la espalda flaca y encorvada, lleno de una angustia oscura frente a una infelicidad que no podía comprender
70.
–¿Quién es, Cusick? – pregunté mientras observaba la desgastada figura que cruzaba Broadway en dirección del río
71.
Un anciano escuálido de largas y delicadas manos de "majarrero", tomó el anillo y lo estudió con la expresión de quien conoce su oficio, mientras el de la rala barba observaba a su vez el pesado reloj
72.
En cuanto a Meg, Jo observaba un día que cosían juntas cuánto había mejorado su hermana con el matrimonio, qué bien hablaba, cuánto sabía, qué feliz era con su marido y sus hijos y cuánto hacían todos los unos por los otros
73.
La doctora Tonnesen observaba a los presentes volviendo la cabeza hacia un lado y otro, como si estuviera presenciando un encuentro de tenis verbal
74.
Mientras el Buscador las observaba vio el rostro de Isis por el rabillo del ojo
75.
Sharn observaba todo con curiosidad; era la primera vez que veía tan desorbitado a Barón, siempre estólido y poco imaginativo
76.
Cierto aspecto indefinible de elegancia venida a menos, que se observaba en la casa que yo buscaba, diferenciándola de las otras (aunque todas estaban construidas sobre el mismo patrón y parecían esos intentos primitivos de colegial torpe que aprende a dibujar casas), me recordaba todavía más a mis antiguos huéspedes
77.
Comía y bebía con buen apetito, y al mismo tiempo observaba con curiosidad la casa, como si fuera la primera vez que la viese
78.
Había exploraciones de que en otro lugar se espantaría el recato, curioso de durezas para distinguir lo muscular de lo adiposo, y, como en el mercado de caballos, se decía veamos los dientes, y se observaba el aire, la andadura, el alzar y mover las patas
79.
Yo, en pie al otro extremo, observaba las de la bata de ella, de color Página 138 de 164
80.
El abate observaba con ansia las impresiones de Dantés
81.
El patrón los observaba a todos
82.
Montecristo, al contrario, se sonreía con gracia, y observaba silenciosamente el despecho del banquero
83.
Valentina tomó entonces el diccionario y hojeó las páginas a los ojos del notario, que atento lo observaba todo
84.
Armas, eso era lo que había pretendido hacerle entender: en las estaciones hani no se observaba ninguna regla sobre el armamento
85.
Su rostro de largas mandíbulas se levantó un poco hacia ella pero no se observaba ninguna expresión legible en él-
86.
Uno de ellos no hablaba tanto como los demás, pero les observaba con sus brillantes ojos inmóviles, que parecían unidos por sus quevedos, mientras su persistente sonrisa, bajo sus estrechos bigotes negros, estaba muy cerca de reflejar un desprecio permanente
87.
Por encima del hombro de Todd, Missy observaba con expresión de absoluta complacencia
88.
» La observaba y sabía cómo debía de ser amar hasta la muerte a una mujer solitaria
89.
Marshall observaba a Calgary con ojos tranquilos y penetrantes
90.
Poirot la observaba también con atención
91.
Jorge Crossfield se detuvo vacilante unos momentos, mientras observaba una figura femenina que desaparecía por una puerta
92.
Evans lo observaba en silencio
93.
Bundle observaba a Jimmy discretamente
94.
Poirot, que la observaba con atención, advirtió la mirad alerta en sus ojos
95.
La otra mujer la observaba
96.
Estuvo unos momentos absorta en estas reflexiones y se sobresaltó como un ser culpable al darse cuenta de la atención con que Ricardo la observaba
97.
Laurencio empezó a revolver en unos libros, pero me pareció que me observaba con el rabillo del ojo
98.
—Albert, entretanto, observaba lo que pasaba en el dormitorio mirando por el resquicio de la puerta
99.
Yo escuchaba la voz del electorado con cierto interés y observaba que John Gabriel sabía ciertamente hacer las cosas
100.
Tabriz, cuya juventud había transcurrido en buena parte en aquel erial maldito y sabía bastante del movimiento de las arenas, observaba el horizonte con profunda atención
1.
los adolescentes que lo observaban
2.
El propósito decontar menos leguas era contrario á la regla que observaban losespañoles, calculando más largo el camino á fin de no aventurar elencuentro de la tierra, sobre todo de noche
3.
lindopalacio de la calle de los Maturinos, no observaban en
4.
observaban ó por precepto que les había impuesto elprelado» con lo cual la gente
5.
Éstas eran las únicasinsignificantes alteraciones que se observaban en su
6.
condesa Elga,sin cuidarse de los lacayos que le observaban
7.
las miradas curiosas de los celososque la observaban
8.
con la angustiosa atención del quedelinque; observaban y
9.
observaban, y todavía no observaban lo bastante
10.
en casa del marido lascostumbres que observaban cerca de los
11.
de La Nuit y delBrabante, que observaban con interés el ejercicio á que se
12.
regla que observaban losespañoles, calculando más largo el
13.
que le observaban los rebeldes,los cuales quedaron sorprendidos á las primeras luces del dia siguiente,por
14.
oficiales en el alcázar de popa y losmarineros y contramaestres en el de proa, observaban los
15.
Los intrusos observaban a Dan con fijeza
16.
Asomando las astadas cabezas por algunas portillas, unos minotauros observaban también la llegada de los viajeros
17.
Jack y De Galais observaban nerviosos como su compañero introducia distintas combinaciones de número en el panel
18.
Seth y Michael le observaban ansiosos y expectantes
19.
Con morbosa fascinación observaban como su proa se alzaba y caía mientras se precipitaban hacia lo que parecía un inevitable desastre
20.
Hubo murmullos, codazos y miles de ojos que se clavaron en mí y en Gabriel a lo largo de toda la representación; entre ellos, los del Primer Cónsul, que, según pude ver con satisfacción, me observaban a través de sus prismatiques; sin embargo, lo cierto es que ni una de las metafóricas flechas que Diana disparó en su dirección durante el primero y segundo actos logró traspasar el escudo de desdén que parecía haber levantado aquel viejo amigo mío
21.
Luminara y Obi-Wan se acercaron para hablar, mientras los guías y los pádawan les observaban
22.
Los petulantes guías alwari observaban los acontecimientos en silencio, tolerantes pero ni mucho menos entusiasmados, hasta el punto de que Luminara decidió preguntarles por sus reticencias
23.
Sus amigos observaban la escena con sus macrobinoculares, pero Kyakhta, Bulgan, Tooqui, Bayaar y el resto de los borokii se conformaban con aguzar la vista
24.
Barris y Pierpont me observaban mientras yo, sentado en el borde de la cama, masticaba solemnemente el huesecillo de los deseos del gallo y sorbía mi Bordeaux con suma complaciencia
25.
Cada una hablaba en su propia lengua, sin entender a la otra, pero se observaban con la mayor atención para adivinarse mutuamente las intenciones
26.
Mientras lo recorrían sólo encontraron de vez en cuando empleados de uniforme y algunas hani que por su atuendo parecían proceder de una nave, las cuales se apartaban para dejarles pasar y les observaban en silencio
27.
Los mahendo'sat y los stsho debían quedarse y confiar en las escasas convenciones de neutralidad y falta de compromiso que incluso los kif observaban dentro del Pacto
28.
Los primeros rayos del sol asomaban, por lo que bajaban rápidamente de la ladera desde la cual observaban las posiciones enemigas
29.
De vez en cuando se observaban anchas grietas sobre ambas paredes del canal, y dentro de ellas se oían sordos gorgoteos que anunciaban la presencia de nuevas fuentes de petróleo
30.
Sandokán y su compañera subieron la estrecha escalinata que conducía a la cima del acantilado, seguidos por las miradas de todos los piratas, que los observaban con una mezcla de admiración y pesadumbre, y, se detuvieron delante de la gran cabaña
31.
Parecían estar a punto de abalanzarse sobre los marineros ingleses, pues los observaban con curiosidad
32.
Atravesando el río, en cuyas márgenes se observaban ahora numerosos animales, especialmente antílopes y gacelas, el "Germania" se dirigió hacia una cadena de colinas que aparecía sobre el horizonte
33.
Observaban a Roran con ojos vacíos
34.
En cada interrupción del melodrama aparecía Gregory Reeves con su traje bien cortado y sus ojos azules, la imagen de un respetable profesional anglosajón, pero cuando abría la boca para ofrecer sus servicios lo hacía en un sonoro español de barrio, con los modismos y el inconfundible acento arrastrado de los hispanos que lo observaban al otro lado de la pantalla
35.
El ambiente estaba cargado de tensión, y los dos se observaban mutuamente
36.
Sus anfitriones observaban aquellos bienes de dudosa utilidad con una sonrisa cortés y aceptaban comprarlos para no ofenderlo, pero muchos no tenían cómo pagarle, porque rara vez disponían de dinero
37.
Entonces volvió a centrar su atención en los que lo observaban y dijo:
38.
El toqui replicó con similares finezas, y así, de una zalamería en otra, Valdivia fue conduciéndolo por el camino de la negociación, mientras sus capitanes observaban la escena perplejos
39.
Y durante todo el proceso, las compañeras coetáneas femeninas observaban, emitiendo muecas faciales exageradas para expresar asco, cerrándose los orificios nasales con los dedos, haciendo sobresalir los músculos linguales y señalando con el dedo estirado a este agente
40.
Entretanto, los guerreros de Lautaro, invisibles, observaban a los huincas desde la espesura, como les había ordenado el ñidoltoqui
41.
Aquella mañana estaba el joven en pie frente a su progenitor en el salón principal de la casa palacio que poseía el marqués en Benavente y que era, asimismo, la cuna y hogar de quince generaciones de Cárdenas, cuyos más ilustres proceres, obispos, capitanes, secretarios de consejo y adelantados de Castilla, en nobles actitudes, observaban desde la adusta seriedad de sus marcos y en las diversas posturas que sus cargos y rango les propiciaran a lo largo de sus vidas, a don Diego, el cual intentaba mantener el gesto y la actitud gallarda ante el fruncido entrecejo de tanto antepasado ilustre
42.
Observaban a Alba con indisimulada hostilidad cuando subía de la mano con Miguel a su habitación y para ella era un suplicio vencer su timidez y enfrentar la crítica de esas miradas que le arruinaban la dicha del encuentro
43.
Tránsito Soto hizo salones franceses con muebles capitoné, pesebres con heno fresco y caballos de cartón piedra que observaban a los enamorados con sus inmutables ojos de vidrio pintado, cavernas prehistóricas, con estalactitas y teléfonos forrados en piel de puma
44.
La multitud vociferante se había aglomerado frente a las tres puertas de la aljama, pero no satisfecha con tal medida estaba ya apoyando escaleras en los contrafuertes del muro ante la pasividad de los guardias que, desde las garitas y las casamatas que guardaban las esquinas de la muralla, observaban inquietos, conscientes de que eran incapaces de detener aquella marea humana
45.
Los componentes de la Curia Comitis observaban el rostro del conde, que se mostraba impertérrito, sin dar muestra alguna de lo que le rondaba por la cabeza
46.
Los retratos al óleo de Woodrow Wilson y la Primera Dama Edith Bolling Wilson lo observaban desde la pared
47.
Los hombres y mujeres que estaban a bordo de la Goliath observaban con preocupación y compasión y, aun así, con una sensación de indiferencia, casi como si estuvieran contemplando acontecimientos que ya pertenecían al pasado lejano
48.
Los hombres, que observaban y escuchaban, le hicieron más sitio
49.
y los romanos atravesaron las llamas para robar los tesoros del Señor ante los ojos de quienes observaban impotentes
50.
Incluso los camareros los observaban, evidentemente alarmados
51.
Los criados los observaban, petrificados, desde las puertas y las ventanas
52.
Ellos la observaban, sumidos en su contemplación
53.
Los demás observaban aterrados
54.
Todos observaban en silencio mientras Zataki esperaba, el arma suelta en la mano
55.
Los demás observaban petrificados
56.
Se reunieron junto a la verja mientras los Green Bands observaban curiosos
57.
Los dos hombres lo observaban en silencio, asombrados
58.
Mclver y Pettikin observaban a los dos funcionarios de Inmigración y Aduanas
59.
Dante comprobó que todos los clientes del bar le observaban, y no parecían impresionados por su disfraz
60.
En tanto que el rey Etzel permaneció al lado de Crimilda, los jóvenes guerreros hicieron lo mismo que en nuestro tiempo y en nuestro país; se entregaron a alegres juegos; esto hacían y los cristianos y los paganos observaban sus costumbres
61.
Ante las evidentes muestras de alarma que a todas horas se observaban en Madrid, mal [130] podía el optimismo del Gran Capitán sostenerse en las ideales regiones donde le hemos visto cernerse, como el águila de la patria a quien ni el peligro ni el miedo pueden obligar a abatir su majestuoso vuelo
62.
Las paredes [156] próximas, los tejados, las bohardillas y tragaluces abiertos en distintas direcciones estaban llenos de atentos ojos que observaban el menor descuido del soldado enemigo para soltarle un tiro
63.
Inés y la condesa le observaban atentamente, y fijaban sus ojos en el semblante demacrado, pero siempre hermoso, del desgraciado masón
64.
Jenara y su marido observaban fijamente la fisonomía del enfermo
65.
El padre Ambrosio, empero, se percataba bien de la necesidad de permanecer sobre aviso, y no dejaba pasar oportunidad alguna, cuando la joven acudía a su confesionario, para hacer preguntas directas y pertinentes acerca de su comportamiento para con los demás, y de la conducta que los otros observaban con su penitente
66.
El General y sus adláteres observaban esto desde una distancia inapreciable por la obscuridad; mas no veían gran cosa
67.
Vio que Richter y Helm, furiosos, observaban cómo el metro abandonaba la estación
68.
Mientras el ejército se ponía en marcha, los heraldos, con bandera blanca, cabalgaron frente a las defensas del campamento de Sertorio para vociferar un mensaje a los habitantes de Lauro, que observaban desde las murallas
69.
Sexto Julio César tenía la presidencia, ya que al ser septiembre uno de los meses en que le correspondían los fasces, los ritos preliminares se observaban escrupulosamente
70.
Vistiose presuroso el caballero; dio algunas vueltas por la estancia y las cuadras próximas para cerciorarse de que no le observaban sus compañeros de arriería, y echose a la calle precedido del aragonés
71.
Amplió Calpena sus informes con pormenores mil de las familias de Cintruénigo y Villarcayo, edad y referencias de los nietos; y después de oírle atentas y gustosas las dos nenas, dijéronle que observaban cierta discordancia entre su traje y su manera de producirse, la cual más bien parecía de caballero bien educado
72.
No olvidemos que la audiencia que se congregaba a escuchar un discurso, ya fuese político o jurídico, ante los tribunales, estaba formada por entendidos en retórica, que observaban y escuchaban con gran sentido crítico, pues conocían las reglas y recursos y eran muy exigentes
73.
Cuando llegué al patio estaba acabando el recreo y el recreo, Margarida, era la autorización para pasear una hora vigilado por guardianes armados, los mismos que nos observaban en el comedor, nos inspeccionaban las celdas, Salga, y nos conducían después del café a los talleres de la cárcel, ordenando que ajustásemos el paso según el compañero de delante
74.
Subió al Rolls Royce y saludó entusiastamente a los tres con la mano, mientras ellos observaban cómo el coche arrancaba sin esfuerzos, en dirección a Londres
75.
Arak los condujo hasta una habitación con numerosos pequeños tanques de acero inoxidable que a Suzanne le parecieron biorreactores en miniatura, estaban unidos por una complicada red de tubos en lo que parecía una cadena de montaje de alta tecnología, el aire era húmedo y caliente, varios clones obreros observaban el funcionamiento de válvulas y diales
76.
Se hizo un instante de silencio, mientras los dos se observaban
77.
Supuse que los valentones observaban a mi amo, que seguía inmóvil en la popa, junto al patrón que empuñaba la caña del timón
78.
En ocasiones, los dos observaban una gran elevación que se alzaba más abajo, a quinientos pasos siguiendo la orilla misma del río; y el del bigote bermejo parecía referirse al lugar con muchas explicaciones y mucho detalle
79.
Cuatro soldados arrellanados ante la puerta observaban a los transeúntes con escaso interés mientras charlaban
80.
—¡Bienvenidos a la Tejonera! —exclamó, mientras los hombres sentados en el suelo de la cueva los observaban con desconfianza—
81.
El brillo que desprendía parecía tener un misterioso influjo en los que la observaban
82.
Todos lo observaban expectantes
83.
Durante la época en que los israelitas estaban en Egipto, los cretenses primitivos observaban desde antiguo ritos religiosos en que los toros desempeñaban un papel fundamental
84.
Luego, cuando Pompeyo desembarcó (y mientras su mujer e hijo observaban desde el barco), fue apuñalado y muerto
85.
Mientras observaban, el Corridor adoptó una nueva forma
86.
Mientras observaban, la ventosa se adhirió a la superficie y se aplastó contra ella
87.
Mientras los investigadores observaban, el enjambre se extendía
88.
Anton y ella entraron en el probador de un negocio de ropa interior mientras Arkady y Víctor observaban desde la vidriera de zapatos del negocio de enfrente
89.
Por aquel entonces Fazil estaba con él, y mientras llenaban la caja de dinero, observaban boquiabiertos el mundo extraño que había invadido el establecimiento
90.
Pasaban frente al recinto rodeado por una empalizada, y aunque Jondalar no pudo ver el interior, adivinó que los que estaban dentro le observaban a través de las rendijas
91.
Con el fin de evitar cuidadosamente que su actividad atrajese la atención, de tanto en tanto se incorporaban para fingir una normalidad rutinaria; después volvían y se agrupaban para calentarse, lo cual también servía para impedir que las guardias los viesen, y todos observaban con verdadera fascinación
92.
Mientras observaban las paredes, sonó una llamada en la radio de María
93.
Mientras observaban a los submarinistas lanzarse al agua y nadar con energía hacia la nave hundida, se oyeron unos pasos procedentes del pasillo exterior
94.
Sabía que los presentes le observaban con atención, atentos a cada detalle que pudiera rescatar de la memoria
95.
Los caballos observaban el alboroto que tenía lugar en el agua
96.
Las chicas lo observaban desde las ventanas del aula, sentado debajo del árbol, solitario e irresistible, con las piernas cruzadas igual que un indio y, antes aun de que se pusiese de pie, ya imaginaban las leves manchas de humedad que se habrían formado en sus nalgas
97.
Mientras observaban el cielo encapotado, ella le preguntó:
98.
Mientras todos lo observaban, Paul se dirigió a un rincón de la sala, se sentó en un taburete de vinilo negro y se tapó el rostro con las manos
99.
Era como un borracho que fingiese indiferencia ante el licor, entre gentes que lo observaban con la desdeñosa burla de quien está plenamente enterado de una debilidad reprobable… «Anoche te oí volver a las dos
100.
Mientras observaban las pilas de libros Cotton se quitó las gafas
1.
La afirmación se basa en lo que observado en la mortuales efectuadas en el Valle Central para el período 1824-1850
2.
Antes de comenzar a realizar esta práctica, observe que el encéfalo que tiene a su disposición puede traer adheridos a su superficie restos de meninges y vasos sanguíneos los cuales, en caso de que interfieran con su trabajo, deberá retirar cuidadosamente, después de haber observado su estructura y disposición generales
3.
· El nervio musculocutáneo: teniendo en cuenta lo observado en la axila y en el punto anterior, proceda a estudiarlo reconociendo: sus relaciones con el músculo coracobraquial, su recorrido y distribución en el compartimento braquial anterior; sígalo hasta el codo
4.
he observado y estudiado bien en mi soledad y despuésde la
5.
Se ha observado más de una vez que las grandes evoluciones
6.
usted, yo he observado la corrupción de lascostumbres, hija de
7.
Pero habiendo observado en toda que muchosse presentaban de dia, y se desaparecian de noche, regresàndose à suscasas, tuve que tomar otra
8.
teniendo en cuenta lo dicho y observado en los números 7, 8, 9, no pueden ser hijas de la
9.
observado más de 800; perodesde que se les busca con el
10.
eran muy sanas en otrotiempo, son hoy en dia casi inhabitables; y habiendo observado yo mismoque el
11.
, enero de 1831) ha observado quelas emanaciones de los pantanos ejercian cierta influencia sobre
12.
América, y observado que los Puelches ó indiosorientales eran altos, pasando alguno de ellos de
13.
Tengo observado que cuando una
14.
En cualquiera otra ocasión, los tertulios habrían observado que
15.
Bien habíavisto y observado Fernán-Caballero los usos, las
16.
¿Has observado si hay comunicación entre la
17.
Los pocosblancos que he observado en la costa, tienen un color
18.
Y con una efusión que jamás había observado en él me
19.
] Hasta lo que se llama igualdad en las matemáticas, viene ásignificar tambien identidad, de suerte que en esta clase de juicios,á mas de lo que hemos observado de general en todos, á saber, laidentidad salvada por la expresion del predicado en concreto, hay quela misma relacion de igualdad significa identidad: esto necesitaexplicacion
20.
—Sí; y se ha observado que cada uno entra en su casa: esto lo hacenpara desorientar al que los sigue
21.
Nordeste, hacia un paraje solitario dentro de los muros,que él había observado en uno
22.
Habiendo observado Divès que la leña que allí almacenaba, al cubrirse denieve y
23.
Después de haber observado aquel grupo Juan Claudio
24.
modales y gestos que habían observado allá
25.
observado, sinfijarse en la observación: a Mesía le gustaba entrar en la casa de laRinconada
26.
observado en la construcción
27.
Yo lo he observado
28.
sucorte de admiradores; y si alguien le hubiera observado,
29.
ponderaban nohaber observado actividad igual en el trabajo, ni
30.
resarcieroncon creces del discreto silencio observado desde el
31.
precursor de un sueñoreparador; sudor bien diferente del que se ha observado en
32.
observado variacion alguna en las orinas, así en sucantidad como en su calidad; y el
33.
Se ha observado en la esperimentacion una fiebrenotable por una sensacion
34.
mucosa en lauretra y se siente dolor de escoriacion; se han observado úlceras en
35.
los nervios del corazon y de las grandes arterias, yque ha observado sus pulsaciones
36.
justificado que por su influencia la grasa aumenta, y porotra se ha observado una gran
37.
Se ha observado que por la influencia
38.
Se ha observado una irritacion subaguda, humoral, de las mucosas de losórganos de
39.
Es un hecho observado que todas las sustancias que, en proporcionesapreciables,
40.
se ha observado, es la enajenacion mental con visionesespantosas y desesperacion
41.
Se han observado en la cinconina y sulfato de cinconina fenómenosanálogos á los
42.
observado su ineficacia, aun en las inflamaciones de lasglándulas mamarias á
43.
semejante, y hallarán la verdad de lo que es el Sena observado desde el puente de las Artes á las doce
44.
adivinado que poco antes estaba ocupada, ni habría observado vestigios del caballero ni de sus sombríos aprehensores
45.
Los habitantes de esta aldea recibieron al solitario caballero en una actitud diferente de los que había observado con anterioridad
46.
Nadie hubiese creído en los últimos años del siglo diecinueve que este mundo estaba siendo observado intensa y atentamente por inteligencias mayores que la del hombre y sin embargo tan mortales como él, que mientras los hombres se ocupaban de sus asuntos estaban siendo escudriñados y estudiados, quizás con el mismo detenimiento con que un hombre examina en su microscopio los seres efímeros que pululan y se multiplican en una gota de agua
47.
Otros, como Schiaparelli, habían observado ya algo parecido a canales; recibieron el nombre de canali antes de que Lowell iniciara la relación amorosa que mantuvo con Marte toda su vida
48.
Se trata del cambio climático más rápido observado desde que apareció la civilización
49.
El hijo del senor Morand ha puesto la mitad del capital y, como tiene conocimientos de quimica, se ha entregado a la explotacion con la actividad que usted ha observado, gracias a la cual, el comercio del senor Dixmer ha tomado gran extension
50.
El escribano del ministerio de la Guerra habia observado toda la escena con la mayor atencion, y mientras estuvo abierta la puerta de la prision de la reina, su mirada calo rapidamente hasta el fondo del primer compartimento: vio al guardia Duchesne sentado a una mesa y se aseguro de que la reina solo tenia dos guardianes
51.
Habia observado que cada noche, a las nueve, Richard o su mujer depositaban en la puerta un cesto de provisiones
52.
Más bien se habría dicho que la muchacha examinaba regularmente, en cuanto había observado algo, el efecto íntimo que lo que acababa de ver le causaba
53.
El procedimiento que seguimos para filtrar el extracto de raíz fue el mismo que yo había observado para la primera parte
54.
No tardaron en hacer su aparición los dos mastines, que procedieron como yo había previsto, pues tengo observado que los perros, que pasan por animales inteligentes, suelen olisquear las deposiciones de sus congéneres con evidente delectación y los mastines no eran excepción a esta desafortunada regla
55.
Al mandato de un perro que siempre ladra sobre el mismo diapasón agudo, con ritmo picado, todos los perros del vecindario entonan una suerte de cántico, hecho de aullidos, que esucho ahora con suma atención, andando por el camino del regreso de las rocas, pues he observado, tarde tras tarde, que su duración es siempre la misma, y que termina invariablemente como empezó, sobre dos ladridos -nunca uno más- del misterioso perro-chamán de las jaurías
56.
No se ha observado la desaparición de estos objetos
57.
La noche anterior, la madre del doctor había observado que le temblaban las manos mientras leía un telegrama de su mujer
58.
Recuerdo haberla observado mientras se peinaba
59.
Le había observado tantas veces mientras perdía hasta su último céntimo en la ruleta con el aire de un gran señor que no presta atención a las monedas que le sobran, que su actitud de aquellos momentos me preocupó, puesto que daba la impresión de estar a punto de sufrir un nuevo ataque
60.
Habían observado el pequeño incidente
61.
A menudo los veía paseando por el jardín, por donde estaban los melocotones, y a veces lo había observado de cerca en el despacho del doctor o en el salón
62.
El pintor había suprimido la cicatriz; pero yo se la veía; allí estaba, apareciendo y desapareciendo; tan pronto se veía sólo en el labio superior, como durante la comida, como se presentaba en toda su extensión, como había observado cuando se apasionaba
63.
Aquella frase me alarmó bastante, no sólo porque sabía que la habían empleado en la ocasión del disgusto de familia antes mencionado, sino porque siempre he observado que las frases convencionales son una especie de fuegos de artificio, de los que al empezar no se puede prever la variedad de formas ni de colores que los hacen cambiar en absoluto de su forma primitiva
64.
Joan Druce, hija del difunto, confirma las precedentes manifestaciones, diciendo haber estado en la terraza de la casa durante todo el tiempo y haber observado a Floyd mientras trabajaba
65.
Fuera de la sala del tribunal, había observado a Polete y a su padre
66.
¿La ha observado usted?
67.
acto en cuestión, o podía haber sido observado y malinterpretado por la señora
68.
He observado que los hombres que parecen sumisos y humildes son siempre muy testarudos
69.
Las manos de los reunidos se levantaron en el gesto que Bundle había observado antes
70.
No había observado nada extraordinario
71.
Usted ha hablado con ella un buen rato, según he observado
72.
El modo de conocer las dimensiones de una embarcación de la que sólo se ve la arboladura, es muy simple: si desde la cubierta se percibe la totalidad de los papahigos y observado de la cofa se distingue el puente, quiere decir que los dos barcos son del mismo tamaño; si el puente es invisible, es debido a que tiene una arboladura más alta y, por tanto, su volumen es mayor; si además del puente se le ve la línea de flotación, esto es, la entera silueta, es señal de que es más pequeño
73.
Cuando se desengaña de esta idea, mira a Charles «con una expresión que desde entonces he observado varias veces en los religiosos, una expresión de inocente sorpresa al comprobar que quienes se exponen a los peligros del mundo aprovechan muy poco sus variados consuelos»
74.
Ni siquiera durante sus enfrentamientos con Durza había observado una determinación tan implaca-ble
75.
-También yo las he observado; y tú, compadre, quizás tengas razón
76.
-Digo esto porque he observado hace poco, mientras el general os interrogaba, una gran chalupa rondar en las aguas de la nave
77.
Desde las sombras los indios habían observado a los visitantes durante esas dos semanas
78.
Luego alegó ante la monja encargada que habiendo observado el correturnos que hacían las muchachas cuando limpiaban sus aposentos, la más diligente y limpia era Fuencisla, que así se llamaba la chica, y fácilmente consiguió que a ella le asignaran tal menester
79.
Antón, que tenía una especial inquina al fraile y a la priora, y había observado los turbios manejos del primero más de una vez cerca de la pobre Fuencisla, creyó a pie juntillas todo lo que Casilda le relató y se dispuso, consecuente con su recio carácter, a hacer frente a cualquier contingencia que amenazara a su nueva familia y, por extensión, a todo aquello que su mujer amara
80.
» Un suspiro de alivio pareció recorrer a la concurrencia cuando todo hubo finalizado, al ver que el gran rabino había resistido las emociones de aquella ceremonia y que, con los ojos muy abiertos, había observado todos y cada uno de los detalles
81.
Siempre fue limitado, y nació con una curiosidad que sin duda habéis observado, ved que en su mano izquierda conviven amigablemente seis dedos en vez de cinco; y éste fue el mote que le asignó la crueldad y la mofa de los hombres y por lo que nos apartamos del mundo y paramos en este lugar; las gentes comienzan poniendo un apodo mofándose del desventurado y terminan persiguiendo a todos aquellos que son diferentes y, si llega el caso, se dice que es el demonio el que ha marcado con aquella señal al infeliz que la posee, pero mi nieto es muy bueno y sobre todo muy fiel
82.
Los ojos de Gueralda habían observado toda la operación
83.
¡Qué absurdo! ¿Es ésta acaso un capricho del carácter humano? ¿Hay cierta complacencia en recordar los sufrimientos? Ya había yo observado que los que han tenido una larga y penosa enfermedad se entretienen en referir a todo el mundo las terribles peripecias de ella; que los que han pasado largos años de prisión o han experimentado las negras angustias del destierro, se deleitan en referir a otros, o a sí mismos en sus horas de soledad, toda la historia de sus infortunios, de sus dolores físicos
84.
Ella venía del "Pega-Duro" y había observado que por los lados de los depósitos del puerto, un sujeto era llevado por tres tipos sospechosos
85.
Han observado que la plaga de las cenas es el engorroso deber de la palabra
86.
Sobre todo cuando el tren podía ser observado desde el espacio, si lo único que querían hacer los Estados Unidos o Europa era seguirlo
87.
Habían observado al equipo de Georgiev cuando realizaba la transacción, desde el techo del club vecino al galpón de Ustinoviks
88.
—¡En efecto! Algunos de nuestros autores más importantes han observado la similitud entre los locos y los duendes y otras criaturas sobrenaturales
89.
Unos y otros suelen hablar sin sentido ni coherencia; supongo que lo habrá observado en el rey
90.
El jefe de policía siguió mirándolo con una mezcla de desprecio y conmiseración, pues debía de haber observado en el comisario los síntomas inequívocos de una demencia senil
91.
Era la confirmación de lo que la voz del violín le había revelado, mejor dicho, había hecho aflorar a la superficie, pues se trataba de algo que él había observado de manera inconsciente: la diferencia entre el contenido y el contenedor
92.
Fatty se levantó apresuradamente y arrastrando los pies desapareció por la esquina más próxima sin ser observado por el señor Goon, quien estaba terminando la paciencia
93.
Cabía, asimismo, la posibilidad de que hubiera observado al malhechor en el acto de retirar el espejo y desvalijar la caja fuerte
94.
Brayldon también había observado el Muro y elegido el lugar para levantar
95.
Y los investigadores que estaban a bordo de los Gemelos Troyanos tampoco dejaban de lado el vecindario cercano, en el que las distancias se medían en nada más que millones de kilómetros: habían observado centenares de los asteroides retenidos en esa inmensa trampa gravitatoria, y habían hecho breves expediciones para visitar muchos de los que estaban más próximos
96.
Había cantidades de detalles que nunca había observado antes, como el pez rojo que me espiaba en la sombra, las hojas verdes y las algas que crecían en las pequeñas manchas de luz, cerca de los portillos, y hasta una bota de goma, en excelente estado al parecer, que yacía aún donde alguien debió de tirarla
97.
El hechicero sopor que les poseyó era observado desde el altar por un implacable juez supremo que impartía justicia desde la pared, con su brazo en alto, amenazando juzgar la desobediencia sacrílega de Martín y Estrella
98.
Por cierto, señor Van Kessel, he observado que esta instalación permite que cualquiera en la sala pueda ejecutar, de manera unilateral, una instrucción de anulación sin que la corroboren los sistemas robot
1.
En el Diálogo del Nacimiento, de Naharro, no observamos ningúnadelanto, comparado con los de la misma especie de Juan del Encina: suacción es nula, y en las pláticas entre dos peregrinos y dos pastores,se hallan, al lado de licenciosas bufonadas, sutilezas singulares deerudición teológica
2.
Lo pasamos reconociendo este terreno y levantamos su plano, en elcual se hallará su descripcion: observamos en 35 grados S
3.
Levantamos el plano de lo que contiene este terreno, en el cualse hallarà su explicacion: observamos, y se halla en latitud S de 35grados 12 minutos
4.
Observamos en la latitud S de 35 grados 42 minutos
5.
Si observamos el patrón alimentario actual:
6.
Si observamos la proporción del ingreso de los hogares que representan los subsidios, en Chile constituyen una mínima proporción del total de los ingresos
7.
Observamos que la Condesa dió un paso hacia su hijo; que su semblante hermoso y venerable se
8.
Anduvimos 6 leguas por elrumbo del S: observamos en la latitud S de 36 grados 48
9.
Durante muchas horas seguimos con la mirada el curso del torrente y consorpresa observamos que la
10.
y observamos a todo el mundoen las puertas de sus casas; caras
11.
Observamos en primer lugar, que al interés general por los
12.
Los hombres son siempre lo que pueden ser en el momento en que los observamos
13.
Mi amigo y yo observamos que la multitud corría en todas direcciones; pero los más iban hacia la Merced
14.
Corrió algún tiempo más, y entonces observamos que las tropas que ocupaban lo alto del cerro lo abandonaban lentamente, resguardadas por el frente que seguía haciendo fuego
15.
Observamos que la cartera se la habían cortado del cinturón en torno a su jubón
16.
Si hay algo que nos puede sorprender —y alentar— es el hecho de que la raza humana, a pesar de lo acontecido, ha mantenido —y desarrollado— aquellas cualidades de dignidad, valor, decencia y bondad que observamos en todo el curso de la historia, y actualmente, en innumerables individuos
17.
Vestían de pardo, con ropas de cazadores; pero al acercarse observamos que sus armas y pistolas no eran de las que se usan para abatir conejos
18.
Observamos ya esto en la creciente marea del terrorismo
19.
Lo que observamos bajo el cuero cabelludo no hizo sino acrecentar el horror
20.
En otras direcciones, observamos estrellas individuales sin el telón de fondo de la niebla luminosa
21.
Este cambio radiactivo de todo el cobalto-56 contenido en una estrella es lo que proporciona la energía necesaria para producir la luminosidad que observamos en una supernova de tipo I
22.
Lo vimos atacar las excrecencias que se habían ido formando en todas las habitaciones y recogerlas con la pala, y observamos que el tercer día se ponía una máscara de cirujano para protegerse del polvo
23.
En Álgebra aprendemos a trazar las gráficas de ecuaciones algebraicas sencillas, y pronto observamos que las curvas trazadas, si se continúan suficientemente, no se interrumpen repentinamente y terminan
24.
En el capítulo anterior se explicó cómo el mundo que observamos es un corte o una proyección de un superespacio de infinitas dimensiones, de una inmensa masa de mundos alternativos
25.
Vemos ahora que el mundo que observamos no es exactamente una selección aleatoria del superespacio, sino que depende de modo crucial de todos los demás mundos que no vemos
26.
Al final, la situación turbulenta y caótica se va estancando y se reduce a un movimiento bastante lento y tranquilo, con un alto grado de uniformidad, que es precisamente lo que observamos
27.
Observamos el portaestandartes terminar su ronda con paso firme en torno a las dos últimas cohortes de infantería
28.
(Quizá ahora se empiece a entender por qué no puedo ni debo extenderme en los pormenores técnicos de semejante descubrimiento…) Al llevar a cabo estos saltos o cambios de marco tridimensionales observamos con desconcierto que -en el nuevo marco- la velocidad limite o velocidad de la luz (299 792,4580 más-menos 0,0012 kilómetros por segundo) cambiaba notablemente
29.
Si la analizamos en relación con el sexo, observamos que es tres veces más popular entre las niñas que entre los niños
30.
—En él hemos aplicado algo que observamos en los mamíferos marinos —dijo Anawak—
31.
«Esto está muy bien -me dijo la superiora-, ya que en la iglesia observamos toda la santidad necesaria
32.
La cuestión central es que, mientras en el capítulo 7 observamos que todos nuestros conocimientos apuntan hacia la existencia de unas propiedades físicas coherentes y uniformes a lo largo y ancho de todo el universo, es posible que esto no tenga fundamento en los atributos físicos de estos otros universos, ya que se encuentran separados dc nosotros o, al menos, tan alejados que su luz no tiene tiempo para alcanzarnos
33.
También observamos un alto total en las operaciones humanas de infiltración e inteligencia
34.
Cuando estábamos a punto de abandonar el estanque para entrar en los corredores, un oficial me llamó la atención acerca de las aguas en las que flotaba el submarino Al principio me parecieron sencillamente agitadas por el movimiento de un cuerpo de gran tamaño existente debajo de su superficie, y en seguida pensé que otro submarino subía del fondo para perseguirnos; pero luego observamos que el nivel de las aguas se elevaba, si no con extraordinaria rapidez, sí incesantemente, y que pronto sobrepasaría los bordes del estanque para inundar el suelo de la cueva
35.
Observamos por un momento en silencio
36.
Todos lo observamos en silencio
37.
Observamos el final en silencio y volvimos al trabajo
38.
Observamos a Hadley ataviarse con excesivo detalle en el espejo, peinarse de dos formas diferentes, y rumiar su elección de lápices labiales por un tiempo muy largo
39.
Encontraremos al asesino si observamos las cosas atentamente
40.
Joe y yo los observamos hasta que desaparecieron al doblar un recodo
41.
El juez dio instrucciones para que fuese puesto bajo custodia hasta el juicio y observamos en silencio cómo se ponía de pie para que se lo llevaran
42.
Es en el grupo cuando observamos esa malévola tendencia a apoyarnos de manera interna para enfrentarnos despiadadamente contra grupos opositores
43.
Al recogerla en un recipiente y dejarla asentarse, observamos que toda la masa del líquido estaba constituida por cierto número de venas distintas, cada una de un tinte diferente; que estas venas no se mezclaban, y que su cohesión era perfecta respecto a sus propias partículas, e imperfecta respecto a las venas próximas
44.
Al apartar las mantas del catre para que no estorben el trípode del catalejo, y para alejamos de sus pulgas y chinches, observamos un alacrán
45.
i observamos lo que ocurre en la amígdala, que controla el miedo y la ansiedad, vemos que sometida a estrés Funciona mejor, crea conexiones más fuertes y deja al sujeto atrapado ni una red de sensaciones negativas
46.
Todos nosotros, que poseemos cierta sensibilidad, hemos conocido estos estados de ánimo y, cuando los observamos en otros, nos sentimos movidos, conforme a las circunstancias, a compadecerlos o deplorar el hecho
47.
Ya no observamos una decorosa deferencia hacia nuestros superiores
48.
Desplegó cada serie y observamos las variaciones de las pautas
49.
Nos observamos, y el mero asombro del espectáculo nos seduce
50.
Los cristianos consiguieron que la línea de repoblación del reino de León avanzara hasta el río Tormes que hoy observamos aquí delante
51.
Se acercaron al puente tres muchachos con cañas de pescar y nos reclinamos sobre la barandilla y observamos la trucha
52.
Si observamos que un animal hace algo realmente absurdo, como hacer el pino en vez de huir de un león, puede que sea para exhibirse ante una hembra
53.
Si los desenrollamos y los observamos con atención, inmediatamente veremos, al menos, una diferencia importante
54.
El buen resultado en el engarce de piedras preciosas y metales lo podemos constatar cuando observamos los restos supervivientes de los dos tesoros más importantes encontrados hasta la fecha, el de Guarrazar y el de Torredonjimeno, este último lamentablemente deteriorado por la ignorancia de sus descubridores
55.
Durante unos instantes, nos observamos sin hablar
56.
»Sigan con una frase pomposa y que sirva para todo como ésta: observamos con interés que es posible establecer un paralelismo esclarecedor entre la visión paterna del autor y la teoría freudiana; Christine es Electra, su padre es Edipo
57.
Todos lo observamos mientras destornillaba con mucho esmero los espejos de las divisiones del vagón —
1.
[138] Aún hoy se observan en el dialecto asturiano moderno,llamado bable, muchas palabras y locuciones que se leen en los másantiguos monumentos de la lengua castellana, como el poema del Cid,desusados ya en el lenguaje moderno
2.
Incluso si el flujo de las costumbres occidentales ha afectado incluso las personas, siguen siendo todavía las normas, que establecen los rituales sociales se observan estrictamente
3.
Simplemente me responde que en su miedo a la muerte no existe y, cuando pueden parecer asustados para aquellos que las observan, en realidad no lo son
4.
Dada esta interrelación, los "transmisores" no solo transmiten su mensaje sino que observan y comentan los mensajes de sus competidores
5.
(…) en El Salvador se observan aún situaciones que evidencian discriminación y,
6.
Es precisamente en el ámbito doméstico donde se observan los rasgos distintivos de los regímenes de bienestar latinoamericanos
7.
Hay conflictos dramáticos entrelos hombres y no entre los animales, porque los hombres observan lapostura eréctil; y los hombres observan la postura eréctil porque andansobre los pies
8.
En 2004, se observan una mayor diversidad de modelos y una disminuciónde precios para los fabricantes
9.
y por el contrario observan unadmirable silencio cuando les sería permitido
10.
mientras todos en la casa y fuera de ella, observan, lamelancolía
11.
observan con indiferencia lacomedia que en el mundo se
12.
«Estando sepultado en el sepulcro del silencio por el que observan losministros
13.
observan huellas indiscutibles de laantigua acción de los hielos
14.
Negro, cuan útilnos es el método que observan los franceses en
15.
Aunque por la buena fe que estos indios observan con los de
16.
Las corrientes que se observan son dos
17.
tablas de un teatro, y que todoste observan y siguen los
18.
Y este puntualmente era y es el modo que todavía observan los
19.
estas ideasy en cuyo hogar se cree en Dios y se observan los
20.
observan alteraciones varias, debilidad de la vista,estremecimiento y centelleo en el
21.
se observan en ella erosiones, tumefacciones, vesículas,úlceras superficiales, efecto de
22.
ansiedad, tanta agitacion, 100 tantairritabilidad; tambien se observan intermitencias en
23.
los síntomas que se observan, anuncian unatendencia á la descomposicion: los ardores
24.
En el resto del cuerpo, se observan rigidecesmusculares, dolores y chasquidos
25.
En semejantes casos, se observan tambien síntomas de irritacionesviscerales,
26.
En toda la esfera de accion del arsénico, se observan las mas notablesalteraciones,
27.
administrar el arsénico desde el principio, y desde quese observan los primeros
28.
Elvientre está quemante, aun al esterior; se observan con
29.
Tambien se observan en estasegunda série, la pesadez de los miembros, el
30.
Se observan dolores variados: unas veces consisten en una exaltacion dela
31.
observan fenómenos sucesivos y no alternantesmanifestados por un efecto directo ó
32.
En casos de este género, se observan con preferencia accesos dedebilidad y de
33.
estraña, y se observan estremecimientosconvulsivos aun durante el sueño
34.
Estos fenómenossolo se observan con el progreso de la enfermedad, y á
35.
nuestras preguntas, todas las diferencias de detalle que siempre se observan en un pueblo que uno visita
36.
Las supernovas se observan actualmente de modo rutinario en otras galaxias
37.
Han oído el diálogo de los fotógrafos y observan a Harwood mientras se aproxima
38.
En tiempos pasados debió de ser esta caverna el fondo de algún volcán, porque esas cristalizaciones maravillosas sólo se observan de ordinario en el interior o en los cráteres de los volcanes
39.
No se miran a los ojos, observan las manos del otro, manos cuidadas que sostienen los cubiertos con gracia, van y vienen entre el plato y los labios, como pájaros
40.
Son esclavas de los bantúes, hacen el trabajo más pesado, entran en las chozas, escuchan las conversaciones, observan
41.
Todos los agentes observan con ansiedad: Bokara, Sheena, Mang, aterrados ante la posibilidad de que ese artefacto milagroso reciba los mayores galardones y usurpe la oportunidad de clasificarse para la competición nacional
42.
Al no poder no saberse juntos, tampoco pueden dejar de sentirse observados: se saben observados, es más, se observan a sí mismos, cada cual por su parte en busca de un dolor cada vez más profundo y más genuino que haya en sí
43.
Sus sesiones de puntuación en diez minutos se han convertido en una de sus piéces de résistance, que los chicos observan con sonrisas de admiración
44.
Emilia Escaura estaba encinta de cuatro meses, y se le había puesto esa piel lustrosa y los ojos brillantes que se observan en algunas embarazadas
45.
Por eso Tizón se propone esperar paciente, inmóvil como uno de los animales que ahora lo observan con ojos de cristal desde perchas y vitrinas
46.
Han visto el relucir de las monedas y la bolsa de piel que el capitán guarda en un bolsillo del capote, y lo observan con fijeza poco tranquilizadora
47.
Se van hacia un rincón de la sala que está llena de gente que se besa en la mejilla y se estrecha la mano mientras observan un poco los cuadros de Ester
48.
Si observan el dibujo del escarabajo, en su cabeza hay otra palabra, Aahla
49.
(Estos aumentos de luminosidad se observan con frecuencia)
50.
Ambas mujeres se observan
51.
Ambos observan al camión que continúa su marcha hacia el vórtice del tornado
52.
Por el rabillo del ojo veo que Wanjala y Julia observan la situación y tras ver el caos que han provocado y el charco de sangre que hay bajo el futuro emperador, empiezan a retirarse
53.
Por el contrario vienen a este lugar, a esta sala de los héroes, desde donde observan a sus seres queridos y esperan a que éstos se reúnan con ellos
54.
No de los que los observan, nunca fui de ésos, no me interesaba distinguirlos y seguirlos y clasificarlos, todo eso me habría superado, y además me habría aburrido; no, apenas habría sido capaz de distinguir una especie de otra, y sabía poco y me importaban menos su historia y sus hábitos
55.
La teoría tiene por objeto explicar fenómenos del Universo físico real, como se observan en la vida diaria en los laboratorios científicos
56.
Al terminar el curso los maestros decían que sus extravagancias le habían enemistado con todos sus compañeros", y observan además que "algo misterioso existe en su carácter"
57.
Si sus descripciones difieren, la diferencia no es, como se comprende, inherente al suceso físico que ambos observan, sino a su sistema de referencia y a la transformación
58.
El efecto de este esfuerzo se aprecia fácilmente en la altisonancia y en los marcados latinismos que se observan en la prosa de Boole
59.
Y en la madrugada del 29 al 30 de julio, dos de los expedicionarios observan atónitos una serie de «fogonazos» sobre la majestuosa Keops
60.
Los ocupantes del sospechoso turismo observan a la turba con atención
61.
Puede, incluso, que alguna vez fuera una mujer atractiva, de esas que los hombres observan con atención cuando se las cruzan por la calle
62.
En los cementerios de Groenlandia también se observan incluso esos cambios en la disposición de los brazos
63.
Los indios que habitaban aquellos páramos habían escuchado las arengas con el gesto impenetrable e inexpresivo de quienes observan pasar una nube
64.
¿Y por qué no añadir este caso a tantos otros en los que el menor defecto formal anula un proceso, aunque sea justo? ¿Los conventos son, pues, tan esenciales para la constitución de un Estado? ¿Instituyó Cristo a los monjes y a los religiosos? ¿La Iglesia no puede, acaso, prescindir de ellos en absoluto? ¿Qué necesidad tiene el Estado de tantas vírgenes enloquecidas, y la especie humana de tantas víctimas? ¿No se percibirá nunca la necesidad de reducir la abertura de estas simas donde van a perderse futuras generaciones? ¿Todas las oraciones rutinarias que allí se hacen, valen acaso lo que una limosna que la conmiseración da a un pobre? Dios, que creó sociable al hombre, ¿aprueba que se le encierre? Dios, que lo creó tan inconstante y frágil, ¿puede autorizar la inseguridad de sus votos? Estos votos, contrarios a la inclinación general de la naturaleza, ¿pueden nunca ser cumplidamente observados excepto por algunas criaturas mal constituidas en las que los gérmenes de las pasiones están marchitos, y que con razón serían consideradas como monstruos si nuestras luces nos permitieran conocer tan fácilmente y tan bien la estructura interior del hombre como su forma exterior? ¿Todas estas ceremonias lúgubres que se observan en la toma de hábito y en la profesión de éstos, al consagrar un hombre o una mujer a la vida monástica y a la desgracia, suspenden acaso las funciones fisiológicas? Al contrario, ¿no se despiertan éstas en el silencio, la sujeción y la ociosidad con una violencia desconocida a la gente del mundo ocupada en una multitud de distracciones? ¿Donde se ven mentes obsesionadas por espectros impuros que las siguen y las perturban? ¿Donde este profundo fastidio, esa palidez, ese enflaquecer, todos los síntomas de la naturaleza que languidece y se consume? ¿Donde las noches son turbadas por los gemidos, los días empapados de lágrimas derramadas sin motivo, precedidas de una melancolía que nadie sabe a qué atribuir? ¿Donde la naturaleza, sublevada por una sujeción para la que no está hecha, rompe los obstáculos que se le oponen, tórnase furiosa y lanza la economía animal a un desorden que no tiene ya remedio? ¿En qué sitio la tristeza y el mal humor han aniquilado todas las cualidades sociales? ¿Donde no existe padre, ni hermano, ni hermana, ni amigo? ¿Donde el hombre, al considerarse sólo como ser de un instante fugaz, trata las relaciones más dulces de este mundo como un viajero los objetos que encuentra, sin afección? ¿Donde está la sede del odio, del hastío y de los enervantes? ¿Donde el lugar de la servitud y del despotismo? ¿Donde los odios que nunca se extinguen? ¿Donde las pasiones encubiertas en el silencio? ¿Donde la morada de la crueldad y de la curiosidad? Nadie conoce la historia de estos asilos, decía a continuación el señor Manouri en su defensa; nadie la conoce
65.
Por ejemplo, lanzan una palabra maldiciente y le observan; comienzan una historia y esperan que usted pregunte cómo sigue o que la deje; si dice usted una palabra ordinaria, la encuentran encantadora, aunque sepan muy bien que no lo es; elogian intencionadamente lo que critican; intentan penetrar los pensamientos más secretos; le interrogan sobre sus lecturas; le ofrecen libros sagrados o profanos; observan la elección; le invitan a cometer ligeras infracciones de la regla; le hacen confidencias, dejan caer en su presencia ciertas palabras sobre las extravagancias de la superiora: todo se recoge y repite; le abandonan, le reprenden; sondean sus sentimientos sobre las costumbres, la piedad, el mundo, la religión, la vida monástica sobre todo
66.
Pero también las pelotillas observan una vigilancia correspondiente y obedecen ciegamente a la ley que las gobierna, simultáneamente con el movimiento giratorio de Blumfeld cambian ellas también de lugar y se ocultan a sus espaldas
67.
Además, allí siempre te observan, al menos así se cree
68.
Mientras cae la noche y una luz muerta sustituye a otra luz muerta, las precipitaciones pierden intensidad, las calles se vacían por completo y el murmullo del agua sobre los charcos es como un lamento de los seres que nos observan desde espacios invisibles
69.
Tiene unas dosis de calmante muy bien controladas, tres veces al día, pero la observan, con ojos profesionales, cuidadosos, sonrientes, le hacen preguntas amables y, según lo que ven, lo que dice, aumentan gradualmente la dosis
70.
Las energías atrapadas allí, contenidas en un momento formal, activan algo en los otros pájaros o animales que observan
71.
He compulsado los informes de los viajeros, he conversado con patriarcas y teólogos; puedo dar fe de que el cumplimiento del rito es la única práctica religiosa que observan los sectarios
72.
Desde lo alto de la torre de señales, dos soldados lo observan y preparan la bandera negra de las ejecuciones que izarán cuando se haya cumplido la sentencia
73.
Los trabajadores de los Hermanos Fox que quedan, que ya no pertenecen a ninguna plantilla, observan sentados, fumando y escupiendo tabaco de mascar entre los altos matorrales de zanahoria silvestre y cardos
74.
Desde el puesto de mando del 50 batallón, los del Estado Mayor observan el frente con detenimiento
75.
Hay un constante ir y venir de jefes que observan con gravedad el entorno, y les miran con una mezcla de aprecio y lástima
76.
–Es como estar en el teatro, vienen hasta las señoras: se sitúan algo alejadas y observan
77.
(Suben a la cima de la montaña intermediaria y observan la dis- posición del ejército acampado en el valle
78.
–¿Crees que no lo sé? ¿Crees que no siento cómo nos observan, cómo pegan pequeños mordisquitos a los pasteles y se miran entre ellas cuando se dan cuenta de que no son de Casa Popp? Sé lo que murmuran esas viejas cotorras tan bien como si me lo gritaran al oído, Otto
79.
Baste decir que el hervor fue suficiente para provocar las separaciones que se observan en los maxilares, la mandíbula
80.
(Los espías notan que los observan y desaparecen entre la multitud
81.
bajo las reglas de la Federación de Comercio en la que estos oficiales todavía creen y que todavía observan
82.
En todo caso, se observan grandes variaciones en el contenido de agalla y hierro de un documento a otro
83.
Todos sus amigos se la hacen o se la han hecho, sobre todo las mujeres, que observan a Lina con curiosidad
84.
La cabeza de aquella mujer rompía con todas las tradiciones: era hermosa sin ser perfecta; ofrecía rasgos tan propios como los que se observan en un retrato de la mano de un maestro, el cual tiene tanta personalidad, por decirlo así, que, aun sin conocer el tipo a que se refiere, se siente la verdad de la semejanza
85.
Mira a Mike, mientras los otros lo observan, sorprendidos y preocupados
86.
Nos observan por curiosidad
87.
Observan que Hitler sigue sin correrse, y se debate si permitírselo le calmaría un poco o por el contrario le daría alas para descontrolarse aún más
88.
–La observan durante todo el día -dijo Lunan
89.
Jack le escuchó con atención, mientras su rostro adoptaba de forma gradual la mirada de un águila, una de esas águilas enormes que observan su presa a escasa distancia
90.
Sklovski la encuentra patinando, haciendo figuras en la pista de hielo, dejándose mirar y querer por los soldados heridos que la observan
91.
* Un camisón o túnica de mujer, de lienzo blanco, en el que se observan manchas y quemaduras
92.
Cuando se observan de cerca, muchas veces las diferencias son más llamativas que los parecidos, tanto si se estudia la cuestión del potencial revolucionario como otros aspectos
93.
Para abarcar con un mismo principio estos casos podría proponerse esta explicación: al mirar desde una distancia determinada, el ángulo óptico, según el cual se observan los estrechos intervalos entre los círculos se hace menor que el límite que permite la diferenciación de sus formas, por lo que cada uno de los seis intervalos adyacentes al círculo debe parecer un trazo recto de igual espesor y, por consiguiente, los círculos quedan encuadrados en hexágonos
94.
Y cuando en la toldilla del Antilla todos, comandante incluido, acuden al coronamiento de popa a verlo pasar, observan que, en el Formidable, Dumanoir y su plana mayor gabacha hacen lo mismo, y que el contralmirante en persona se lleva una bocina de latón a la boca e interroga al brigadier don Cayetano Valdés, que lo mira impasible desde la toldilla de su navío
95.
Y luego, ronco de gritar, sordo de sus propias voces, oyendo como un rumor confuso, lejano, los estampidos de los disparos, los cañonazos, el ziaaang, ziaaang de las balas que buscan su cuerpo, Nicolás Marrajo Sánchez, natural de la ensenada de Barbate, provincia de Cádiz, hijo de madre poco clara, sin trabajo ni profesión conocida salvo la de picaro, contrabandista, rufián y buscavidas, escoria de las Españas, reclutado forzoso por un piquete de leva en la taberna La Gallinita de Cai, se envuelve la bandera roja y amarilla en torno a la cintura, remetiéndosela por la faja, y se pone a trepar como puede por los obenques, tropezando, resbalando en los balanceos y sujetándose de milagro, mientras todos los ingleses del mundo y la perra que los trajo apuntan con sus mosquetes y le disparan, pam, pam, pam, y él sigue trepando y trepando ajeno a todo, entre docenas de plomazos que pasan zumbando, ziaaang, ziaaang, y él sube y sube y requetesube, una mano, un pie, otra mano, otro pie, entrecortado el aliento, los pulmones en carne viva y los ojos desorbitados por el esfuerzo, blasfemando y jiñándose a gritos en cuanto albergan el cielo y la tierra, cagoendiezycagoentodo, sin mirar abajo, ni al mar, ni al paisaje desolador de la batalla, ni al tres puentes inglés cuyos tiradores, poco a poco, sorprendidos sin duda por esa solitaria figura que trepa al palo del barco moribundo con una bandera sujeta a la cintura, van dejando de disparar, y lo observan, y hasta algunos empiezan a animarlo con gritos burlones al principio y admirados luego, hasta que el fuego de mosquetería cesa por completo
96.
Hombres y mujeres se observan de reojo, se espían, precipitan y retrasan el momento de la captura
1.
costa, observando el suelo arenoso, corrigiendo mi trayectoria en función de la mayor o
2.
observando el balcón abierto de par en par, concebí la esperanza de que ellos hubieran hecho
3.
Pero cuando el último hilo de esperanza va a abandonarlos, una señora de la cara enmascarada por estética, observando desde la ventana, mira hacia fuera, él los llama, se abre la puerta para ellos y les invita
4.
Colibrí había llegado a su nido, había tomado agua de su reserva y estaba afuera en la entrada, observando los alrede-74
5.
Había días en que pasaba varios minutos observando su cuerpo desnudo luciendo las laceraciones del látigo, junto con su collar metálico y la chapa de identificación:
6.
Observando bien el grabado en frente de la página 58 escríbanse unospárrafos descriptivos
7.
Pero habías estado en lo alto, observando al imbécil del cura echar el agua que todo lo sana
8.
observando el drama de las relaciones humanas
9.
Jacinta no quitaba susojos de los ojos de él, observando con atención sostenida si se dormía,si murmuraba alguna queja, si sudaba
10.
—Perfectamente bien—dijo la señora observando con ansiedad elsemblante de Torquemada—
11.
El asesino le iba soltando a la víctima las palabras en dosis pequeñas,y la miraba observando el efecto que le causaban
12.
Callose la santa observando a ladiabla intranquila
13.
Por un largo e interminable momento, posó su mirada sobre la congregación al frente de ella, pareciera una artista observando y admirando su más reciente creación, reparando críticamente en cada detalle
14.
Para esto, deberá identificar en el cuello las ramas anteriores de C5 a Tl observando sus relaciones con los músculos escalenos
15.
Identifique la vena ácigos desde el diafragma hasta su llegada a la vena cava superior, observando la llegada de sus afluentes, las venas intercostales derechas y las hemiácigos (que no siempre terminan en ella)
16.
Levante el músculo observando con cuidado sus vasos y nervios, los cuales llegan al músculo por su cara profunda; recuerde que provienen de los vasos de los vasos y nervios glúteos inferiores
17.
observando a la enferma
18.
observando que sushijas atendían a la planteada discusión con
19.
observando se compone de un millón de oficiales Lhensas
20.
loslugares que se proponen atacar, observando con la mayor exactitud sudisposicion, número de
21.
Observando su confusión, la señora
22.
Observando conatención sus relaciones con Fernanda,
23.
Observando con el rabillo del ojo
24.
adelantados y modernos, observando muchas veces queel marido trabaja con una intensidad
25.
observando lostrabajos que se hacen, en medio de tantas
26.
observando cierto desorden en la conducta deSantos Pérez, empezó a acecharlo, hasta que un día
27.
observando elvestido y las botas de Isidora, cosas que en
28.
acercaron para ponerle un revulsivo; pero observando que comenzaba elestertor, el médico hizo un gesto y cogió por el brazo al duque parasacarlo fuera de la estancia
29.
pie, tenía en sus manoslas de su mujer, observando el estado del
30.
dirección tomabami enemigo, y observando que seguía calle abajo, corrí cuanto
31.
de nuevo la aventura, observando la mismadiscreción en cuanto
32.
Observando en la semioscuridad delPrado la procesional marea de
33.
habilidadde la guisandera; y el anfitrión, observando con disimulo quiénes de losconvidados
34.
observando que eran cuerposrecién muertos, saltaron en tierra
35.
virtud, se miraba en las virtudes de susconnovicios, observando
36.
observando elbulto de su amada en la penumbra, bastarían a suplir la luzsolar que
37.
sólo podía apreciarsecomparativamente, observando la traslación imaginaria de los
38.
—Mucha, replicó Cordero observando la palidez que el miedo pintaba en elagraciado rostro
39.
La creciente inmigración europea en Filipinas que en pos de sí llevatodas las necesidades y superfluidades de Occidente; el conocimientode aquellas por los naturales; el apreciarlas comparándolas con lassuyas tan sencillas como primitivas, fueron causas más que suficientespara operarse la radical revolución que de pocos años á esta partese viene observando en la manera de ser de aquellos pueblos
40.
vulnerable, ¡oh ingenuidad mía!), fui observando, con una mezcla de fascinación y miedo, que en ese
41.
Wicherly la estaba observando desde la puerta
42.
alrededor del cemento, observando el endurecimiento blanco de su piel
43.
Nora sonrió y asintió con la cabeza, observando atentamente a la egiptóloga
44.
observando el trabajo de Julianne
45.
El ilusionista caminó ante la hilera de espectadores y se detuvo frente a la muchacha a la que había estado observando
46.
Incluso desde esa distancia, Kit tuvo la clara sensación de que el elfo los había estado observando a los dos y de que en sus ojos acechaba algo amenazante
47.
A punto de quedarse dormida, y aunque sólo podía verle los ojos, Kit supo que Ursa la estaba observando con una picara mueca bailándole en los labios
48.
Kitiara lo vio bien ahora; era el elfo oscuro que la había estado observando a bordo del Barracuda Plateada
49.
Mazets y sus colegas del Instituto loffe, de Leningrado, que observaron esta fuente con el detector de estallidos de rayos gamma a bordo de las naves espaciales Venera 11 y 12 en camino para aterrizar en Venus, afirman que lo que se está observando es un pulsar eruptivo a sólo unos centenares de años luz de distancia
50.
Isobel permaneció junto a Ian, observando su marcha en silencio, entre el espejismo que ascendía de las polvorientas calles ardientes bajo el sol
51.
Los muchachos se quedaron allí, observando cómo el brillo de aquellos dos ojos palidecía y se desvanecía bajo las aguas para siempre
52.
Lazarus permaneció observando aquella grieta por espacio de varios segundos y, finalmente, dirigió su penetrante mirada hacia ellos
53.
La última vez que hice algo parecido, al cabo de tantos años de solucionar ya los primeros contactos en bares pensados para ese propósito, fue no hace mucho, en unos grandes almacenes, en la sección de librería, entre los anaqueles de obras sobre deporte, observando y dejándome observar con evidente interés, siguiendo y dejándome seguir, durante más de media hora, por un chicarrón con pintas de futbolista -muy alto, estrecho y ceñido de torso, pero con un tren inferior, culo incluido, de primera división y Champions League- que parecía extranjero y recién llegado, hasta que pensé que todo aquel cortejo primitivo y silencioso, a mi edad y con mi aspecto -maduro señor canoso, enchaquetado y encorbatado-, resultaba patético, y me fui
54.
Caminé con ella en la mano alrededor del edificio, observando el entorno
55.
Se percató de que estaba observando detenidamente la habitación
56.
Los oficinistas se asoman con ojos soñadores a las ventanas altas de las oficinas bochornosas y mal ventiladas, observando con envidia el vibrante bullicio de la ciudad
57.
Alex: Tienes razón, la policía probablemente ha montado una operación de vigilancia delante de tu casa y tiene agentes observando todos tus movimientos con binoculares
58.
Se produjo entre ellos un breve silencio, durante el cual Valerio continuó observando su rostro
59.
Se enderezó y dio algunos pasos por el camino, observando atentamente la tierra
60.
Mientras se alejaba, Knubel pasó junto a Ohilin y se detuvo un momento delante de él, observando sus rasgos con los ojos semientornados y una extraña sonrisa
61.
Me quedé sentado un momento observando la luz del día disolverse tras la torre cuadrada de la iglesia en Memoria de Judson, y finalmente, recogiendo el manuscrito y las notas, cogí mi sombrero y me dirigí a la puerta
62.
Empecé a prestar más atención en mis lecturas, observando cada palabra, consultando en el diccionario con frecuencia y no hallando jamás en la gramática solución a mis vacilaciones
63.
Joyce se detiene en los escalones, escuchando la radio y observando a Johnny
64.
Joyce ha llegado al pie de las escaleras y se detiene, observando la puerta
65.
Apoyó el torso en la mesa, jadeando y observando la puerta
66.
Jo estaba demasiado absorbida por su cuidado para importarle nadie más; y ni se preocupaban del interés que despertaban en quienes las rodeaban, observando con ojos compasivos a la hermana fuerte y a la débil, siempre juntas como si, instintivamente, sintieran la larga separación, que no estaba muy lejos de llegar
67.
Podríamos robarlo y unirnos a los rebeldes de Londres, siempre que alguno de ustedes sepa conducir -dijo Andy, que estaba asomado a la ventana, observando la parte trasera del edificio
68.
Creyeron que usted estaba observando lo que hacían con sus compañeras
69.
Mientras rondaba por las afueras del jardín, vi sobresaltado que un hombre joven me estaba observando por encima del caño de una pistola
70.
–Ya sabes cómo son, Binca; están observando
71.
Asientes con la cabeza y te quedas tranquilo observando cómo el Presidente escribe unas líneas en un sobre
72.
Dichas estas palabras arrolló la labor que estaba haciendo y se quitó la rosa del cabello; y o bien San Antonio tuvo el presentimiento de que acababa de quitarse aquel adorno tan poco de su gusto o estaba observando su desaparición, porque poco después el Santo se atrevió a entrar y a los pocos instantes la taberna había recobrado su acostumbrado aspecto
73.
A través de la reja del locutorio en que fue introducido, distinguió Cavalcanti la cara sombría e inteligente de Bertuccio, que le miraba con dolorosa admiración, observando cuidadosamente las rejas, las puertas y el triste sitio en que le encontraba
74.
Se lamió la quemadura de un dedo y se acuclilló sobre la cubierta, observando satisfecha el funcionamiento de la unidad
75.
Hilfy, el eslabón más débil, estaba observando la pantalla del comunicador-
76.
Observando, quizá, la curiosa locura de los respiradores de oxígeno
77.
Tully entró después que él, y también se quedó quieto, observando la situación con una de esas expresiones inescrutables que indicaban una tormenta de emociones dentro de su rubia cabeza
78.
Payne se la dio y el sacerdote estuvo observando el retrato con atención durante largo tiempo, al cabo del cual exclamó:
79.
—¿Es muy viejo el tejado? —se burló la señora Pimpernel con malicia, observando los cubos con asco
80.
Muy suavemente, observando con atención la cara del joven, la señora Boynton
81.
Estaba observando el débil color en las mejillas de Thora Grey
82.
Durante la última hora le he estado observando y me he dado cuenta de que, por el motivo que sea, usted no está de acuerdo con esa teoría
83.
¿Ve esas indicaciones en las asas? Se pueden sacar muchas consecuencias históricas observando los objetos sencillos de uso cotidiano
84.
Tuppence inclinó graciosamente la cabeza, pero continuó observando al recién llegado a través de sus casi entornados párpados
85.
Al principio me confinaron en un harén; pero, observando mi tío que me hallaba dominada por la tristeza, me embarcó con él en su nave
86.
Que se plantó junto a aquella mesa observando a alguien
87.
Sus ojos me estaban observando con una curiosa expresión
88.
Permanecieron un momento inmóviles y observando con curiosidad a los extranjeros, luego su jefe entonó una extraña canción y se movió en dirección a estos seguido de los suyos, todos con las manos extendidas
89.
Mientras el doctor y su compañero estaban observando, oyeron de nuevo las detonaciones
90.
Antes de que Roran pudiera decidir si debía cazar el barco flotante, éste viró y salió volando en dirección al lucero del alba, y desapareció una vez más en el infinito mar del cielo y los dejó atrás, atónitos y observando cómo se alejaba
91.
Durante esa velada se mantuvo a dis- tancia, observando a la embajadora con disimulo, seducido por la curva del cuello, la sombra de sus ojos, los gestos de las manos, la seriedad de su actitud
92.
El griego y el árabe, ayudados por Heggia, habían levantado rápidamente la escala y se inclinaban sobre la plataforma observando los contornos
93.
Salieron sigilosamente, y se dirigieron a la plaza del mercado, observando al llegar, al "Germania", que suavemente flotaba encima de ellos
94.
Durante el viaje en tren de vuelta a casa, el padre se mantuvo silencioso observando a Francisco
95.
Su madre, en cambio, se mantuvo apartada y en silencio, observando a Irene con desconfianza
96.
Tres veces pasó delante de las mesas observando con cuidado, hasta encontrar algo de cada uno de los suyos y probar así que los cinco se encontraban allí, ninguno faltaba
97.
–Ellos deben ser los que pusieron la red donde cayó la gorila -comentó Nadia, observando la que llevaban dos de los pigmeos
98.
Uno podría pasarse el día entero escuchando los pensamientos de un pájaro u observando cómo se siente una lombriz un día de lluvia
99.
Su radio de acción eran cinco cuadras que recorría en ambas direcciones ofreciendo sus modesto servicios, la vista fija en el suelo, observando los zapatos de la gente, tan gastados y deformes como los de sus vecinos latinos
100.
Quince minutos más tarde había un destacamento de policías con linternas y perros, varios voluntarios, una ambulancia que esperaba por si acaso, dos periodistas, un fotógrafo y medio centenar de vecinos y curiosos observando detrás de los cordones
1.
" Vendrán unos tiempos de luz y oscuridad me dice, amor y rencor, paz y guerra, felicidad y amargura, vida y muerte, agua y sed, alimento y hambre, cosecha y desierto, siembra y destrucción, PERO quienes estén al frente de los pies del humilde pastor, en la zona de la siembre buena y posterior cosecha, podrán observar desde los lejos las mazorcas resecas, y desde adentro sentirán un olor a fruta fresca, cuando ante sus ojos desgranen el maíz tierno y amarillo
2.
Había una papelera y me pusieron observar un hombre tirando papeles enrollados en ella
3.
Siempre en una DECISION tomada por discernimiento habrá un mensaje de DIOS, y quien no sienta el mensaje, al menos se podrá aproximar a observar señales, muy distintas a las generadas por la mente
4.
De la misma manera que nos agrada observar los primerostrabajosos ensayos del ingenio para crear formas, que expresenexactamente su pensamiento; de la misma manera que gustan más alaficionado á las artes las sencillas imágenes de las escuelas antiguastoscanas y de Colonia, á pesar de sus formas inflexibles y angulosas, yaprende más examinándolas, que si lo hace con algunos trabajos másacabados y perfectos de los maestros posteriores, así también nosinteresan más Encina y sus sucesores inmediatos, que otros poetas, quedespués recorrieron la senda trazada por ellos
5.
Levantamos el plano de Melincué en el cual se hallará ladiscripcion de este terreno; no pudimos observar
6.
Fue el momento que eligió Milos para observar con detenimiento, ante la luz que entraba
7.
Tomé el mío de un solo trago, sin dejar de observar las reacciones principescas
8.
Los hombres de Milos se iban a limitar a observar de lejos la entrada
9.
muerto, precioso de todos modos, pero en fin, suficiente para observar el objeto de nuestro
10.
A través de la ventana pude observar cómo los suboficiales organizaban el relevo en los
11.
comporta de manera distinta, basta con observar lo que sucede en las playas, las olas entran y
12.
pasar desapercibido a alguien, por ejemplo, que tuviera la misión de observar con
13.
Don José Manuel Groot fue testigo de que, cuando el sentenciado pasaba frente a la casa de Gobierno, el General Santander que se hallaba ubicado detrás de las vidrieras de su gabinete, lo vio, y al observar que Infante podía darse cuenta de ello, dio un paso atrás en momentos en que este dirigía la mirada hacia el balcón
14.
Se teletransportaron dos de los especialistas disfrazados a la Tierra (les llamaban distribuidores) para coger muestras y para observar el comportamiento de esa especia y encontrar alguna forma de cómo aplicar el ADN de mutación dentro de la suya
15.
Comenzó a desatarla y una vez que se incorporó de la incómoda posición en que estaba, Juan pudo observar el rostro lloroso de Luciana
16.
El ministro deFomento propuso que se me llevara cogido por los pies y a la rastra,pero el presidente de la Juventud Católica hizo observar que se me iba aestropear la ropa, y fue desechada la proposición
17.
Así, es posible observar cómo, cuando en un país hay un gobiero de un signo ideológico y en otro país toma el gobiernoun partdio de ideología afín, la empatía que se produce hace que en ambos se refuercen un tema o una posición; pero el tratamiento del tema es distinto y también es diferente el trato al tema si cambia el signo ideológico de uno de los gobiernos
18.
oportunidades únicas de cuestionar y observar a los candidatos
19.
La generalización de la carta poder se constata, sin dificultad, al observar el comportamiento de su emisión en el crepúsculo colonial: entre 1800 y 1823, se extendieron 311 escrituras, cuya tasa de crecimiento anual ascendió a sólo un 0,9 %; por el contrario, entre 1824 y 1850, se otorgaron 1620 documentos y la tasa de crecimiento fue del 5
20.
respuesta basta con observar la forma como los seres humanos se relacionan entre sí, leen un libro de
21.
Cuando estamos lo suficientemente despiertos y conscientes para observar nuestras interacciones con los
22.
a observar, entra a operar en nuestras vidas una inteligencia muy superior a la astucia del ego
23.
Quería observar lo que hacía su sobrina, y porde pronto le llamó la atención su actitud extraña, no muy conforme conlos sentimientos naturales en una esposa en situación tan aflictiva
24.
me permitirá que le haga observar que el uso de las armas desalon está permitido en todos los paises del mundo
25.
Llamó desde luego la atenciónde los transeuntes, y muchos hicieron círculo en tornosuyo, y no pocos, al observar la maestría con que ibavenciendo las dificultades de la obra, se comunicaronen voz baja su sorpresa y dejaron algunos cuartos en elsombrero, que había colgado del brazo
26.
Interesante Observar Como En El Castellano
27.
Observar en ellos cómo la
28.
pueden observar mediante una comparación
29.
En Brasil se puede observar, con el proceso de democratización, una tendencia
30.
Si bien no es posible establecer una relación causal entre las condiciones sociales y la satisfacción con los arreglos políticos y económicos, sí podemos observar un alto grado de asociación que fortalece la tesis inicial planteada en este trabajo: la importancia de comprender mejor la transición social, no sólo en su alta interrelación con la democracia y la transformación económica
31.
Por Otro Lado, Es Intesante Observar El Modo En La La Grafía Hebraica Agasi /
32.
En toda esta región las puedes observar fácilmente
33.
Los años me han enseñado, al paso de observar a los más de ciento cincuenta descendientes, que de una manera aproximada, dos de cada tres de ellos, han resultado nacer a imagen y semejanza de Jairo, casi se podría decirse que son sus vivos retratos: por ejemplo basta fijarse en su hijo mayor Juan Ramón, o su nieto Miguel Enrique
34.
La posibilidad de observar la actividad del cerebro mientras
35.
investigadores, para observar los resultados que esta variable produce en la
36.
Dependiendo de la altura a la que haya quedado el corte, también podrá observar el espacio perforado posterior y las cintillas ópticas rodeando los pedúnculos
37.
Finalmente, y también bajo la supervisión de un docente, practique un corte horizontal en uno de los hemisferios a la altura del surco horizontal y en él, trate de identificar el núcleo dentado que a menudo es muy difícil de observar
38.
· Músculo supraespinoso: localizado por encima de la espina de la escápula; identifíquelo y sígalo hacia el hombro, para observar su inserción en el húmero
39.
Tome las asas del intestino delgado y traiciónelas para observar el mesenterio
40.
Recubre el músculo glúteo mayor y se continúa hacia fuera y abajo con la fascia lata; estúdiela y retire los restos que puedan quedar de ella para observar el músculo
41.
Por encima de él, se pueden observar las fibras superiores del músculo glúteo mediano; identifíquelo
42.
tierra, peroLuciana me hizo observar que la situación de una
43.
inexpresable;y yo hice observar que la ciencia usa el mismo
44.
el pañuelo de laboca y examinándolo pudo observar en medio de
45.
Sin embargo, pude observar
46.
Aunque la joven inclinaba la cabeza sobre el plato, pude observar que sehabía puesto pálida,
47.
observar los movimientos del enemigo
48.
observar cómo aquella gran masa recibe y transmite las impresiones del combate con la presteza
49.
Cuando recorrimos el campo francés, pudimos observar la terrible situación de nuestros
50.
brillantes que pueden observar y se desactivan del mismo
51.
observar el movimientoque pueden hacer los bárbaros y los fronterizos, antes de arriesgar
52.
Tales son los hechos que todo el mundo puede observar en el
53.
Desde la aparición del internet, loúnico que se puede observar es que siguen siendo los últimos en
54.
mapas antiguos), lo he puesto así en el mio por suautoridad: pero se debe observar al mismo
55.
Julio,Agosto y Setiembre, en los parages donde pueden observar los movimientosde sus
56.
Todas estas pequeñas variaciones de la corrienteserían fáciles de observar si en vez de medir el agua con una simplemirada, se consignara la altura por medio de un instrumento deprecisión
57.
las aguas favorables á cadaespecie; observar los fenómenos del aire y las variaciones de latemperatura para
58.
elinteresado hubiese procedido con mas tiento endepositar su confianza, y en observar el uso
59.
¡Cuánto y cuánto falta que observar en materia de
60.
satélite la luna, hizo observar que el tiempo de surevolución
61.
Rosa, al observar el tono serio en que hablaba, le miró
62.
Al joven se le ensanchó el corazón al observar el tono resuelto
63.
Fijándose un poco,se podría observar que la rica heredera estabamuy nerviosa
64.
pues, ponerme enguardia y observar con atención la hora de su
65.
A todo el mundo es dado observar en las salinas la fecundidad
66.
y á pesar de encontrarme muy elevado, al observar que los
67.
observar que esa purgaciónayudaba á neutralizar los males de la
68.
Traté de observar a Lotario, que había heredado de su padre un
69.
entrevista nose supo, pero sí pudo observar quien le siguiera los pasos que
70.
haciéndole observar que loscaminos estaban impracticables y
71.
Nogales acierta en Mariquita León a observar esta regla
72.
Por lo que pude observar, me pareció que la trataba con extraordinariodesdén y
73.
intención de observar los mismos métodosque puso en práctica el señor Blair, el cual
74.
después en una de Londres, observar elaspecto, la fisonomía
75.
mipermanencia en Caracas tuve ocasión de observar uno de esos
76.
observar que las piernas de la mula eran másseguras que las
77.
nocomprobadas todavía, a observar con igual penetración a los
78.
Es de observar cómo en las expediciones yarmadas del siglo XVI, lo mismo en África queen
79.
semejante a la araña, tiende la telaen el portal y se retira a observar la presa al agujero
80.
sólo el deseo de observar las variaciones que en nuestrascostumbres se verifican con
81.
observar dos partes en la geometría; la una esla puramente científica, la otra de representacion sensible: en aquella,está el enlace de las ideas; en esta, las imágenes, los casosparticulares, en que
82.
las escuelas sobre la distincion de laspotencias del alma; y me limitaré á observar, que ya sean
83.
idea de lo grave ytrascendental de estas diferencias, basta observar la discrepancia delos
84.
Para la inteligencia de esto conviene observar que las intuicionessensibles están ligadas á
85.
Este se aplicasiempre á observar los fenómenos para hallar en ellosalguna
86.
observar los fenómenoscorpóreos y sujetarlos á cálculo en elcírculo de dicha intuicion: todo lo
87.
Los celestes que hemos podido observar, estántodos en movimiento; y
88.
Al observar la constante emigración
89.
que se obligase á los que habianrecibido el agua del bautismo á observar la religion
90.
entera libertad de observar la lei deMoisés á todos los muchos judíos que vivian en
91.
intereses de todos lospríncipes, saben muy bien observar las condiciones, el lugar y
92.
mostrador,entraba en el foco de la escasa luz que aclaraba el recinto, siendoposible entonces observar las formas de aquel silencioso y extrañopersonaje
93.
Bastaba observar ciertas caras, con un poco de atención, para conocerlas
94.
observar la lucha que dentro de aquel hombre sostenían elentendimiento y el corazón
95.
El oficial volvió la cabeza y quedose estupefacto al observar la ferozenergía
96.
El autor parece haber puestoun gran interés en hacernos observar que las botas
97.
Petra, después de observar la expresión de susto que se pintó en elrostro del ama, añadió:
98.
que se estiman muy religiosos, que se diviertenen observar quién entra y quién sale en las
1.
habiandicho en la escuela; y si lo observas, verás quetodo está ajustado á las reglas del arte
2.
Tú observas lo que ocurre a tu alrededor y luego sacas deducciones
3.
Como verás, si observas con celo las cartas, no todas las oraciones tienen letras defectuosas
4.
Si las observas con atención, y si las permites y las quieres, al final se irán a jugar a otra parte
5.
cuenta de que lo observas
6.
mientras tú observas el resultado y reaccionas
7.
Observas a Satán y al anciano, que flotan por encima de los cargueros asteroidales modificados de la Migración que se alejan de Tau Ceti V en dirección a la noche galáctica
8.
Si observas con atención lo verás, arriba, en la esquina superior de la derecha
9.
No les pides que hagan nada extraño, simplemente observas su evolución durante décadas, y empiezas a hacer análisis estadísticos sabiendo que dispones de una muy amplia y fidedigna información acumulada en un largo período de tiempo
10.
Y si observas una nave alejarse de puerto, primero ves desaparecer el casco, y luego el mástil
11.
Tu amor por Penélope es una de esas pocas cosas de las que puedes estar seguro, te dices a ti mismo mientras observas aprobadoramente el pompis de la camarera en el restaurante, que se aleja con el dinero de la cuenta en una bandejita de plata, moviendo las caderas igual que haría Telémaco con un sonajero
12.
Mientras habla, observas que su aspecto se transforma
13.
–¿Y observas a todo el mundo?
14.
Tú mismo lo dices cuando observas que un cincuenta y uno por ciento de él está con nosotros, y el cuarenta y nueve por ciento restante en contra, y que a causa de ello padece de grandes depresiones
1.
DC/ mi determinación nace del claro panorama que observo, las luces que DIOS apropia a mi entendimiento, que es igual al entendimiento de cualquier persona; pero recuerda hermano, que la ceguera humana esta invadida por las alteraciones del hombre sobre la creación, que nublan su mente, turban su espíritu y no permiten ver mas allí de tus narices
2.
la operación, lo observo hasta su
3.
en mi situación y por lo que observo en esa pantalla es el
4.
si lo es,entonces observo que si es la del clavel, ó la de la rosa, se sigue quecon una sola de estas
5.
Yo presto atención, observo, pero ya no los veo
6.
Y observo a Ruth, ahora, bajo las arañas de la galería de los retratos, y me parece que interpreta el mejor papel de su vida: enredando y desenredando un inacabable arabesco, se hace poco a poco el centro del acto, su eje de gravitación, y quitando toda iniciativa a las demás mujeres, usurpa las funciones de ama de casa con una gracia y una movilidad de bailarina
7.
Reconocido el marco, observo a la gente que me rodea
8.
En cambio, observo a las cajeras, los tristes y flácidos músculos de sus brazos, el cabello teñido con las raíces asomando
9.
Observo que lleva vaqueros
10.
Las observo caminar hacia el fondo de la tienda, todo balanceo y ondulación
11.
—Me alegra oíros hablar así, ya que veo no se ha quebrantado vuestro ánimo, pero debo recordaros que no fui yo quien puso entre vuestros libros un volumen incluido en el índice y también que mi trabajo consiste en denunciar las irregularidades que observo en las misiones que me encomiendan; a otros compete el legislar y el decir lo que está bien o lo que debe ser juzgado
12.
Observo la cocina, reluciente
13.
Luego miro para dentro de mí y observo mi inutilidad, mi insuficiencia
14.
Hace una hora que os observo
15.
No observo vegetación tropical alguna
16.
Observo que fue herido dos veces en el cumplimento del deber, y que se le ha concedido la Orden del Mérito por su extraordinario valor
17.
Su madre lo acompaña, y los observo desde el suelo, donde estoy llenando una estantería baja; mientras, ella deposita en el mostrador un montón de prendas curiosamente decoradas con pedrería
18.
La observo mientras calienta la punta en una de las antorchas que hay en la pared
19.
Bajo los escalones y observo la placa
20.
Observo la gradual disminución de mi vigor y llego al fin sin pena, sin lamentos, y por una lenta declinación
21.
Por supuesto, no es ese defecto físico lo que me preocupa, sino una pequeña irregularidad de su espíritu, cierto veneno oculto en su sangre cierta incapacidad de utilizar a fondo las posibilidades de su naturaleza que yo sólo observo
22.
¿Qué seguridad es la que observo aquí? ¿Puedo juzgar el peligro en que me encuentro en el interior a través de las experiencias que realizo desde aquí afuera? ¿Siguen mis enemigos el verdadero rastro cuando no estoy en la construcción? Algo huelen probablemente, pero no con seguridad
23.
No, yo no observo mis sueños, como creía; más bien soy el que duerme mientras Malvado vigila
24.
Aunque hace mucho tiempo que observo cuidadosamente la vida aquí abajo, sería posible: el mundo es complejo, y nunca faltan sorpresas desagradables
25.
La observo y cuento la frecuencia de sus destellos, tantos por minuto
26.
El mismo mecanismo se observo en la interpretación de los sueños
27.
Sin dejar de echar pestes, Chewbacca soltó a Lando y observo sus esfuerzos por recuperar el aliento
28.
La observo en las salas de los fotógrafos
29.
Los observo en una escena característica
30.
Estudio las mínimas vidas que se cumplen sobre una hoja; los diminutos seres en letargo que, entumecidos, pugnan débilmente en la cárcel del frío; observo los escarabajos encogidos en sus guaridas; las lagartijas de agua, pulgones adheridos a largos y flexibles hierbajos subterráneos,
31.
Observo los músculos de la espalda de Jéróme mientras trabaja y mi vista se complace acariciando su complexión fuerte, la curva vulnerable del cuello, sus manos, sus ojos expresivos, la piel correosa de su rostro
32.
Floto por encima de mi cuerpo y observo con desinterés mientras ellos discuten
33.
En la cola de los que parten observo a una anciana con un rico quimono violeta pálido, rodeada de familiares jóvenes, hombres y mujeres, en actitud respetuosa y solícita
34.
Me siento en silencio mientras el viejo mentiroso de McGuinty habla de las maravillas del circo y de sus experiencias de niño y observo cómo las ancianas de pelo azulado le escuchan entregadas, con los ojos nublados por la admiración
35.
Yo observo desde lejos, pero es difícil no darse cuenta de que les envuelve un aire de inocencia
36.
Vuelve a sentarse en el sillón, y cuando alza la vista hacia mí observo que la devora una curiosidad maligna
37.
Observo a la gente agudamente, eso es todo
38.
Observo que Clive y Tristan contienen el aliento
39.
Observo a las jirafas, bebiendo de sus pajitas
40.
Cuando no se da cuenta de que lo observo, aflora su dolor
41.
Aral observo al grupo de Cordelia; la aflicción de Droushnakovi los crispamientos convulsivos de Bothari
42.
Y yo los observo y me pregunto cómo demonios lo hace, cómo es posible que nunca meta la pata, cómo consigue tomarle el pelo y que a ella le encante
43.
No intervengo ni para reparar ni para salvar; observo para hallar explicaciones a la muerte, para sacar a la luz indicios que demuestren la intervención de una tercera persona
44.
Observo el jade enorme de sus fauces, su hambre tersa de porcelana, y fantaseo con poseer el tamaño de uno de sus dientes y habitar en el glaciar ondulante de su paladar, dedicada a esquivar sus preciosas dentelladas
45.
La observo con toda atención mientras tacha uno y escribe otro
46.
El Jack Aubrey de los tiempos del rey Jaime pagó una enorme suma como castigo por no aceptar ser barón, ¿sabes? No pretendo criticar en lo más mínimo a los hombres que han ganado una batalla al frente de una flota, y creo que es justo y correcto que sean nombrados pares, pero cuando observo esa masa de títulos y encuentro comerciantes, sucios políticos, prestamistas… pues, quiero seguir siendo simplemente Jack Aubrey, el capitán Jack Aubrey, porque estoy tan orgulloso como Nebuchadnezzar de mi rango
47.
Me observo en el espejo del lavabo y decido que se me ve marchita por el calor y la lluvia, por las horas pasadas en una prisión y conduciendo una camioneta que es un desastre y sin aire acondicionado, y no es esta la manera en que quiero que Jaime me vea
48.
Es un don especial, Observo a una persona con atención, me concentro… luego compruebo la lista de pasajeros y voilá, acierto su nombre
49.
Soy un viajero por la tierra, observo los usos de la gente y adopto los que me sirven
50.
«Estoy en la puerta y, maquinalmente, observo cómo mi mano se levanta y descorre el pestillo de arriba
51.
Miro rápidamente y observo, con indecible terror, que es mí pie el que descorre el pestillo de abajo
52.
Observo la tensión que existe entre los sujetos
53.
¡Es curioso! ¿Es cosa de alimentación, porque no ingieren más que cosas mal preparadas, o porque, por demostrar su abnegación, se entregan a unas tareas inútiles pero que destruyen el régimen que las conservaba? El caso es que observo un número sorprendente de esas extrañas muertes prematuras, prematuras al menos para el gusto del difunto
54.
Observo, repaso, recuerdo y me hago una idea de cómo van las cosas
55.
Cuando observo una persona mayor en buenas condiciones quiero pensar que su cerebro está intacto
56.
En todo caso, observo que la impresión se desvanece en seguida
57.
Observo a Gus torciendo su gesto de marioneta de goma cuando los muchachos arrancan
58.
Observo mi fin: esta serie de experimentos sobre mí mismo continúa el largo estudio iniciado en la clínica de Sátiro
59.
–Yo no imagino, observo
60.
Hace muchos años que le observo
61.
Nadie ha tocado nunca un timbre tan terrible: no me refiero al sonido que produjo sino a la presión en sí, al tacto del botón contra mi dedo, o de mi dedo contra el botón, nadie ha sentido nunca lo mismo que yo; aunque mi sensación fue lógica, ya que físicamente sería imposible tocar el timbre sin el hueso, quiero decir que sin el hueso nuestro dedo se torcería sobre el botón como un tubo de goma, o se aplastaría ridículamente, o se introduciría en sí mismo como un guante vacío, así que hasta cierto punto resulta lógico suponer que el timbre suena con el hueso, que es mi esqueleto el que llama a la puerta, pero nadie ha sentido nunca tal cosa, y me produjo pena y sorpresa comprobar que hasta aquel momento crucial yo ignoraba lo que realmente somos y que el conocimiento puede producirse así, de improviso, mientras el zumbido eléctrico molesta el oído todavía, que se me haya revelado en ese instante doméstico, que cuando Galia abrió la puerta yo ya fuera otro, que el sonido de su timbre me despertara de un sueño de ignorancia para sumirme en la vigilia de un mundo que, por desagradable que fuera, era más cierto, porque si mi dedo había hecho sonar el timbre era debido a que llevaba hueso en su interior; lo había percibido de repente: mi dedo era un dedo con hueso y su utilidad radicaba en el hueso, al palparlo noté la dureza debajo, tras impensables láminas de músculo, y la realidad de aquella presencia me dejó asombrado, estuporoso, con un estupor y un asombro no demasiado intensos pero permanentes: oh Dios mío tengo un hueso debajo, mi dedo no es un dedo, es un hueso articulado y protegido contra el desgaste: la idea me vino así, con una lógica tan aplastante que no me sorprendió en sí misma sino su ausencia hasta ese timbre; no había una idea extraña e increíble, había una extraña e increíble omisión de la idea en todo el mundo, justo hasta el histórico momento en que llamé a la puerta del piso de Galia, pero Galia estaba en el umbral con su bata azul celeste y su cabello ondulado como por rulos invisibles, y me contemplaba sorprendida; y es que es una mujer muy perspicaz: apenas me entretuve un instante demasiado largo entre su saludo y mi entrada, y ya me había preguntado qué me ocurría: yo me frotaba el índice de mi descubrimiento contra el pulgar, incapaz de creer aún que lo obvio podía estar tan oculto, casi temeroso de creerlo, y opté por disimular esperando tener más tiempo para razonar, así que entré, le di un beso, me quité el abrigo húmedo y la bufanda y saludé al pasar a César, que ladraba incesante en el patio de la cocina: Galia me dijo qué tal y yo le dije muy bien, y le devolví estúpidamente la pregunta y ella me respondió igual, y de repente me pareció absurdo este diálogo especular de respuestas consabidas, o quizá era que la revelación me había estropeado la rutina, véase si no otro ejemplo: mantuve tieso el culpable dedo índice mientras entraba, y ni siquiera lo utilicé para quitarme el abrigo, como si una herida repentina me impidiera usarlo, y es que desde que había comprobado que ocultaba un hueso lo miraba con cierta aprensión, como se miran los fetiches o los amuletos mágicos; pero hice lo que suelo hacer: me senté en uno de los dos grandes sofás de respaldo recto, estiré las piernas, saqué un cigarrillo —con los dedos pulgar y medio— y dije que sí casi al mismo instante que Galia me preguntaba si quería café, incluso antes de saber si realmente tenía ganas de café, ya que la tradición es que acepte, y Galia, tan maternal, necesita que yo acepte todo lo que me da y rechace todo lo que no puede darme; tomar el café en la salita, mientras termino el cigarrillo y justo antes de pasar al dormitorio, se ha vuelto, a la larga, el rato más excitante para ambos; charlamos de lo acontecido durante la semana, Galia me pregunta siempre por Ameli y Héctor Luis, se muestra interesada en mis problemas y apenas me habla de los suyos, pero el diálogo es una excusa para que ella me inspeccione, me palpe, capte cosas en mi mirada, en mi forma de vestir, en mis gestos, pues Galia, a diferencia de Alejandra, es una mujer afectuosa, impulsiva y, como ya he dicho, perspicaz, y la conversación no le interesa tanto como ese otro lenguaje inaudible de la apariencia, así que es muy natural que la interrumpa para decirme: estás cansado, ¿verdad?, o bien: hoy no tenías muchas ganas de venir, ¿no es cierto? o bien: cuéntame lo que te ha pasado, vamos, has discutido con Alejandra, ¿me equivoco?, así estemos hablando del tiempo que hace, los estudios de Héctor Luis o lo que sea, da igual, su mirada me envuelve y nota las diferencias; por lo tanto, no fue extraño que esa tarde me dijera, de repente: te encuentro raro, Héctor, y yo, con simulada ingenuidad: ¿sí?, y ella, confundida, aventura la idea de que pueda tratarse de Alejandra o de la niña: no, no es Alejandra, le digo, tampoco es Ameli; Alejandra sigue sin saber nada de lo nuestro, tranquila, y en cuanto a Ameli, ya la dejo por imposible, pero ella concluye que tengo una cara muy curiosa este jueves y yo la consuelo a medias diciéndole que estoy cansado, y ella insiste: pero no es cara de estar cansado sino preocupado, y yo: pues lo cierto es que no me pasa nada, Gali, porque cómo decirle que estoy pensando inevitablemente en el hueso de mi dedo índice, cómo decirle que de repente me he descubierto un hueso al llamar al timbre de su casa: ¿acaso no iba a sentirse un poco dolida?, ¿acaso no pensaría que era una forma como cualquier otra de decirle que ya estaba harto de visitarla cada semana, todos los jueves, desde hace años?, sonaba mal eso de: acabo de darme cuenta, Gali, justo al llamar al timbre de tu puerta, de que tengo un hueso en el dedo, de que mi dedo índice son tres huesos camuflados, para acto seguido decir: bueno, Gali, no pensemos más en que mi dedo índice son tres huesos, ¿no?, y vamos a la cama, que se hace tarde; sonaba mal, sobre todo porque con Galia, igual que con Alejandra, tenía que andar de puntillas: nuestra relación se había prolongado tanto que, a su modo, también era rutinaria, a pesar de que ella seguía llamándola «una locura»; curiosamente, Galia es viuda y libre y yo estoy casado y tengo dos hijos, pero ella sigue diciendo que lo nuestro es «una locura» y yo pienso cada vez más en una aburrida traición, un engaño cuya monótona supervivencia lo ha despojado incluso del interés perverso de todo engaño dejando solo los inconvenientes: jamás podría hablarle a Alejandra de Galia, ahora ya no, y jamás podría terminar con Galia, ahora ya no, cada relación se había instalado en su propia rutina y ya ni siquiera podía soñar con escaparme de ésta, porque se suponía que cada una servía precisamente para huir de la rutina de la otra: mi deber era cuidar de ambas, conocer a Galia y a Alejandra, saber qué les gustaba oír y qué no, lo cual, naturalmente, era difícil, y por eso mi propia rutina consistía en callarme frente a las dos; pero en momentos así callarme también era un esfuerzo, porque si me notaba incluso la división entre los huesos, si podía imaginármelos al tacto, sentirlos allí como un dolor o una comezón repentina, ¿cómo podía evitar pensar en eso?; y ni siquiera era mi dedo lo que me molestaba, ya dije, sino mi error al no darme cuenta hasta ahora: esa ceguera era lo que jodía un poco, perdonando la expresión; porque hubiera sido como si me creyera que el arlequín de la fiesta de disfraces no esconde a nadie debajo, cuando es bien cierto que ese alguien bajo el arlequín es quien le otorga forma a este último, que no podría existir sin el primero: sería tan solo puros leotardos a rombos blancos y negros, bicornio de cascabeles, zapatillas en punta y antifaz, pero no el arlequín, y de igual manera, ¿qué error me llevó a creer hasta esa misma tarde que mi dedo índice era un dedo?; si lo analizamos con frialdad, un dedo es un disfraz, ¿no?, una piel elegante que oculta el cuerpo de un hueso, o de tres huesos si nos atenemos a lo exacto, y a poco que lo meditemos, una vez llegados a este punto y pinchado en el hueso, valga la expresión, ya no se puede retroceder y razonar al revés: decir, por ejemplo, que el hueso es simplemente la parte interna de un dedo: sería como llegar a ver el alma: ¿acaso pensaríamos en el cuerpo con el mismo interés que antes?; pero mientras hablaba con Galia y la tranquilizaba estaba razonando lo siguiente: que este descubrimiento conlleva sus problemas, porque es un hallazgo delator, como atrapar a un miembro de la banda y lograr que revele la guarida de los demás: si mi dedo índice derecho, el dedo del timbre, lleva huesos ocultos, la conclusión más sencilla se extiende como un contagio a los otros cuatro de esa misma mano y, ¿por qué no?, a los cinco de la otra: tengo un total de diez huesos entre las dos manos, tirando por lo bajo, cinco huesos en cada una, y lo peor de todo es que se mueven: porque hay que pensar en esto para horrorizarse del todo: ¿alguna vez vieron moverse solos a diez huesos?, pues ocurre todos los días frente a ustedes, en el extremo final de los brazos: hagan esto, alcen una mano como hice yo aprovechando que Galia se acicalaba en el cuarto de baño (porque Galia se acicala antes y después de nuestro encuentro amoroso), alcen cualquiera de las dos manos frente a sus ojos y notarán el asco: cinco repugnantes huesos bajo una capa de pellejo (ni siquiera huesos limpios, por tanto, sino envueltos en carne) moviéndose como ustedes desean, cinco huesos pegados a ustedes, oigan, y tan usados: saber que nos rascamos con huesos, que cogemos la cuchara con huesos, que estrechamos los huesos de los demás en la calle, que acariciamos con huesos la piel de una mujer como Galia: saberlo es tan terrible pero no menos real que los propios huesos, saberlo es descubrirlo para siempre, y lo peor de todo fue lo que me afectó: no se trata de que no se me pusiera tiesa en toda la tarde, perdonando la intimidad, ya que esto me ocurría incluso cuando pensaba que los dedos eran dedos, no, lo peor fue el cuidado que puse: tanto que no parecía que estaba haciendo el amor sino operando algún diente delicado; y es que me invadió una notoria compasión por Galia, tan hermosota a sus cincuenta incluso, al pensar que sobaba sus opulencias, sus suavidades, con huesos fríos y duros de cadáver: mi culpa llegó incluso a hacerme balbucear incongruencias, desnudos ambos en la cama: ¿soy demasiado duro?, comencé por decirle, y ella susurró que no y me abrazó maternalmente, e insistir al rato, todo tembloroso: ¿no estoy siendo quizá algo tosco?, y ella: no, cariño, sigue, sigue, pero yo la tocaba con la delicadeza con que se cierran los ojos de un muerto, porque ¿cómo olvidar que eran huesos lo que deslizaba por sus muslos?, aún más: ¿cómo es que ella no lo sabía?, ¿acaso no se percataba de que las caricias que más le gustaban, aquellas en que mis dedos se cerraban sobre su carne, eran debidas a los huesos?: sin ellos, tanto daría que la magreara con un plumero: ¿cómo podría estrujar sus pechos sin los huesos?, ¿cómo apretaría sus nalgas sin los huesos?, ¿cómo la haría venirse, en fin, sin frotar un hueso contra su cosa, perdonando la vulgaridad?: sin los huesos, mis dedos valdrían tanto como mi pilila, perdonando la obscenidad, o sea, nada: ¿cómo es que ella no se horrorizaba de saber que nuestros retozos, que tanto le agradaban, eran puro intercambio de huesos muertos?, porque incluso sus propias manos, y mis brazos, y los suyos, Dios mío, ¿no eran largos y recios huesos articulados que se deslizaban por nuestros cuerpos, nos envolvían, apretaban nuestra carne, nos abrazaban?, ¿acaso era posible no sentir el grosero tacto de los húmeros, la chirriante estrechez del cúbito y el radio, los bolondros del codo y la muñeca?; sumido en esa obsesión me hallaba cuando dije, sin querer: ¿no estoy siendo muy afilado para ti?, y ella dijo: ¿qué?, y supe que la frase era absurda: «afilado»», ¿cómo podía alguien ser «afilado» para otro?, y casi al mismo tiempo me percaté de que era la pregunta correcta, la más cortés, la más cierta: porque con toda seguridad había huesos y huesos, unos afilados y otros romos, unos muy bastos y ásperos corno rocas lunares y otros pulidos quizá como jaspes: incluso era posible que el tacto del mismo hueso dependiera del ángulo en que se colocaba con respecto a la piel, porque un hueso es un poliedro, casi un diamante, y hay que imaginarse sobando a la querida con diez durísimos y helados cuarzos para comprender mi situación, pensar en la carilla adecuada que usaremos para deslizarlos por la piel, el borde más inofensivo, no sea que nuestros apretujones se conviertan en el corte del filo de un papel, en la erizante cosquilla de una navaja de barbero; y entre ésas y otras se nos pasó el tiempo y terminamos como siempre pero peor, resoplando ambos bocarriba como dos boyas en el mar, mirando al techo, con esa satisfacción pacífica que solo otorga la insatisfacción perenne: cuánto tiempo hace que tú y yo no disfrutamos, Galia, pienso entonces, que vamos llevando esto adelante por no aguardar la muerte con las manos vacías, tiempo repetido que nunca se recobra porque nunca se pierde, días monótonos, el trasiego de la rutina incluso en la excepción: porque, Galia, hemos hecho un matrimonio de nuestra hermosa amistad, eso es lo que pienso, pero hubiéramos podido ser felices si todo esto conservara algún sentido, si existiera alguna otra razón que no fuera la inercia para mantenerlo; oía su respiración jadeante de cincuenta años junto a mí y trataba de imaginarme que estaba pensando lo mismo: ese silencio, Galia, que nunca llenamos, la distancia de nuestra proximidad, por qué tener que imaginarlo todo sin las palabras, qué piensas de mí, qué piensas de ti misma, por qué hablar de lo intrascendente, y va y me indaga ella entonces: ¿qué tal el trabajo?, porque cree que el exceso de dedicación me está afectando, y yo le digo que bien, y ella, apoyada en uno de sus codos e inclinada sobre mí, los pechos como almohadas blandas, vuelve a la carga con Alejandra: pero te ocurre algo, Héctor, dice, desde que has entrado hoy por la puerta te noto cambiado, ¿no será que Alejandra sospecha algo y no me lo quieres decir?, y le he contestado otra vez que no, y a veces me interrogo: ¿por qué todo esto?, ¿por qué lo mismo de lo mismo, este vaivén inacabable?, ¿qué pasaría si un día hablara y confesara?, ¿qué pasaría si por fin me decidiera a hablar delante de Alejandra, pero también delante de Galia y de mí mismo?, decir: basta de secretos, de engaños, de misterios: ¿qué sentido le encontráis a todo?, ¿por qué oficiar siempre el mismo ritual de lo cotidiano?, y para cambiar de tema le comento que Ameli está atravesando ahora la crisis de la adolescencia y discute frecuentemente conmigo y que Héctor Luis ha decidido que no será dentista sino aviador; a Galia le gusta saber lo que ocurre con mis hijos, ese tema siempre la distrae, incluso me ofrece consejos sobre cómo educarlos mejor, y yo creo que goza más de su maternidad imaginaria que Alejandra de la real; en todo caso, es un buen tema para cambiar de tema, y pasamos un largo rato charlando sin interés y pienso que es curioso que venga a casa de Galia para hablar de lo que apenas importa, ya que eso es prácticamente lo único que hago con Alejandra; en los instantes de silencio previos a mi partida seguimos mirando el techo, o bien ella me acaricia, zalamera, incluso pesada, y me dice algo: esa tarde, por ejemplo: me gusta tu pecho velludo, así lo dice, «velludo», y no sé por qué pero de repente me parece repugnante recibir un piropo como ése, aunque no se lo comento, claro, y ella, insistente, juega con el vello de mi pecho y sonríe; Galia es una orquídea salvaje, pienso, y a saber por qué se me ocurre esa pijada de comparación, pero es tan cierta como que Dios está en los cielos aunque nunca le vemos: Galia es una orquídea salvaje en olor, tacto, sabor, vista y sonido, y me encuentro de repente pensando en ella como orquídea cuando la oigo decir: ¿por qué me preguntaste antes si eras «afilado»?, ¿eso fue lo que dijiste?, y me pilla en bragas, perdonando la expresión, porque al pronto no sé a lo que se refiere, y cuando caigo en la cuenta, y para no traicionarme, le respondo que quería saber si le estaba haciendo daño en el cuello con mis dientes, y ella va y se echa a reír y dice: ¡vampirillo, vampirillo!, y vuelve a acariciarme, y como un tema trae otro, lo de los dientes le recuerda que necesita hacerse otro empaste, porque hace dos días, comiendo empanada gallega, notó que se le desprendía un pedacito de la muela arreglada, así que pasará por mi consulta sin avisarme cualquier día de éstos, y de esa forma nos veremos antes del jueves, dice, y su sonrisa parece dar a entender que está recordando el día en que nos conocimos, porque las mujeres son aficionadas a los aniversarios, ella tendida en el sillón articulado, la boca abierta, y yo con mi bata blanca y los instrumentos plateados del oficio, y como para confirmar mis sospechas me acaricia de nuevo el pecho «velludo» y dice: me gustaste desde aquel primer día, Héctor, me hiciste daño pero me gustaste, y claro está que nos reímos brevemente y yo le digo que nunca he comprendido por qué se enamoró de mí en la consulta, qué clase de erotismo desprendería mi aspecto, bajito, calvo y bigotudo, amortajado en mi bata blanca, entre el olor a alcohol, benzol, formol y otros volátiles, provisto de garfios, tenacillas, tubos de goma, lancetas y ganchos, porque no es que mi oficio me disgustara, claro que no, pero no dejaba de reconocer que la consulta de un dentista de pago es cualquier cosa menos un balcón a la luz de la luna frente a un jardín repleto de tulipanes, eso le digo y ella se ríe, y por último el silencio regresa otra vez, inexorable, porque es un enemigo que gana siempre la última batalla; llega la hora de irme, esa tarde más temprano porque mi suegro viene a cenar a casa, y cuando voy a levantarme la oigo decir, como de forma casual: ¿qué haces frotándote los dedos sin parar, Héctor?, ¿te pican?, eso dice, y descubro que, en efecto, he estado todo el rato dale que dale moviendo los dedos de la mano derecha como si repitiera una y otra vez el gesto con el que indicamos «dinero» o nos desprendemos de alguna mucosidad, perdonando la vulgaridad, que es casi el mismo que el que utilizamos para indicar «dinero», y enrojezco como un niño de colegio de curas pillado en una mentira y quedo sin saber qué decirle, hasta que por fin me decido y opto por revelarle mi hallazgo: nada, digo, ¿es que nunca te has tocado el hueso que tenemos bajo los dedos?, y lo pregunto con un tono prefabricado de sorpresa, como si lo increíble no fuera que yo me los frotase sino que ella no lo hiciera: qué dices, me mira sin entender, y me encojo de hombros y le explico: es que resulta curioso, ¿no?, quiero decir que si te tocas los dedos notas durezas debajo, ¿verdad?, y esas durezas son el hueso, ¿no te parece curioso, Gali?, toca, toca mis dedos: ¿no lo palpas bajo la piel, la grasa y los tendones?, es un hueso cualquiera, como los que César puede roer todos los días, le digo, y ella retira la mano con asco: qué cosas tienes, Héctor, dice, es repugnante, dice, y yo le doy la razón: en efecto, es repugnante pero está ahí, son huesos, Gali, mondos y lirondos, blancos, fríos y duros huesos sin vida: sin vida no, dice ella, pero replico: sin vida, Gali, porque nadie puede vivir con los huesos fuera, los huesos son muerte, por eso nos morimos y sobresalen, emergen y persisten para siempre, pero se ocultan mientras estamos vivos, es curioso, ¿no?, quiero decir que es curioso que seamos incapaces de vivir sin los huesos de nuestra propia muerte, pero más aún: que los llevemos dentro como tumbas, que seamos ellos ocultos por la piel, que seamos el disfraz del esqueleto, ¿no, Gali?, y ella: ¿te pasa algo, Héctor?, y yo: no, ¿por qué?, y ella: es que hablas de algo tan extraño, y yo le digo que es posible y me callo y pienso que quién me manda contarle mi descubrimiento a Galia, sonrío para tranquilizarla y me levanto de la cama, no sin antes cubrirme convenientemente con la sábana, ya que siempre me ha parecido, a propósito del tema, que la desnudez tiene su hora y lugar, como la muerte, y recojo la ropa doblada sobre la silla, me visto en el cuarto de baño y para cuando salgo Galia me espera ya de pie, en bata estampada por cuya abertura despuntan orondos los pechos y destaca el abultado pubis, me da un besazo enorme y húmedo y me envuelve con su cariño y bondad maternales: te quiero, Héctor, dice, y yo a ti, respondo, y no te preocupes, dice, porque otro día nos saldrá mejor, y me recuerda aquel jueves de la primavera pasada, o quizá de la anterior, en que fuimos capaces de hacerlo dos veces seguidas y en que ella me bautizó con el apodo de «hombre lobo»: teniendo en cuenta que hoy he sido «vampirillo», más intelectual pero menos bestia, quién duda de que me convertiré cualquier futuro jueves en «momia» y terminará así este ciclo de avatares terroríficos que comenzó con un «frankenstein» entre luces blancas, olor a fármacos y cuchillas plateadas, pero esto lo digo en broma, porque bien sé que lo nuestro nunca terminará, ya que, a pesar de todo —incluso de mi escasa fogosidad—, es «una locura», o no, porque hay ritual: el rito de decirle adiós a César, ladrando en el patio encadenado a una tubería oxidada, el beso final de Galia, y otra vez en la calle, ya de noche, frotándome los dedos dentro de los bolsillos del abrigo mientras camino, porque vivo cerca de la casa de Galia y tengo mi trabajo cerca de donde vivo, así que me puedo permitir ir caminando de un sitio a otro, todo a mano en mi vida salvo los instantes de vacaciones en que nos vamos al apartamento de la costa, y, sin embargo, debido a la repetición de los veranos, también a mano el apartamento, y la costa, y todo el universo, pienso, tan próximo todo como mis propias manos, y, sin embargo, a veces tan sorprendentemente extraño como ellas: porque de improviso surge lo oculto, los huesos que yacen debajo, ¿no?, pienso eso y froto mis dedos dentro de los bolsillos del abrigo; y ya en casa, comprobar que mi suegro había llegado ya y excusarme frente a él y Alejandra con tonos de voz similares, aunque ambos creen que los jueves me quedo hasta tarde en la consulta «haciendo inventario», que es la excusa que doy, así me cuesta menos trabajo la mentira, ya que me parece que «hacer inventario» es suministrarle a Alejandra la pista de que mi demora es una invención, una alocada fantasía de mi adolescencia póstuma, hasta tal extremo de juego y cansancio me ha llevado el silencio de estos últimos años; además, sospecho que el viejo escoge los jueves para disponer de un rato a solas con Alejandra mientras yo estoy ausente, lo cual, hasta cierto punto, me parece una compensación, Alejandra tiene a su padre y yo tengo a Galia, y sospecho que desde hace meses ambas parejas pasamos el tiempo de manera similar: hablando de tonterías y fumando; el padre de Alejandra, rebasados los ochenta, tiene una cabeza tan perfecta y despejada que te hace desear verlo un poco confuso de vez en cuando, que Dios me perdone, porque además ha sido librero, propietario de una antigua tienda ya traspasada en la calle Tudescos, hombre instruido y amante de la letra impresa, particularmente de los periódicos, y con un genio detestable muy acorde con su inútil sabiduría y su fisonomía encorvada y su luenga barbilla lampiña; Alejandra, que ha heredado del viejo el gusto por la lectura fácil y la barbilla, además de cierta distracción del ojo izquierdo que apenas llega a ser bizquera, se enzarza con él en discusiones bienintencionadas en las que siempre terminan ambos de acuerdo y en contra de mí, aunque yo no haya intervenido siquiera, ya que al viejo nunca le gustó nuestro matrimonio, y no porque hubiera creído que yo era una mala oportunidad, sino por «principios», porque el viejo es de los que odian a priori, y yo nunca sería él, nunca compartiría todas sus opiniones, nunca aceptaría todos sus consejos y, particularmente, jamás permitiría que Alejandra regresara a su área de influencia (vacía ya, porque su otro hijo se emancipó hace tiempo y tiene librería propia en otra provincia); además, mi profesión era casi una ofensa al buen gusto de los «intelectuales discretos» a los que él representa, porque está claro que los dentistas solo sabemos provocar dolor, somos terriblemente groseros, apenas se puede hablar con nosotros a diferencia de lo que ocurre con el peluquero o el callista (debido a que no se puede hablar mientras alguien te hurga en las muelas), y, por último, ni siquiera poseemos la categoría social de los cirujanos: el hecho de que yo ganara más que suficiente como para mantener confortables a Alejandra y a mis dos hijos, poseer consulta privada, secretaria y servicio doméstico, no excusaba la vulgaridad de mi trabajo, pero lo cierto es que nunca me había confiado de manera directa ninguna de estas razones: frente a mí siempre pasaba en silencio y con fingido respeto, como frente a la estatua del dictador, pero se agazapaba aguardando el momento de mi error, el instante apropiado para señalar algo en lo que me equivoqué por no hacerle caso, aunque, por supuesto, nunca de manera obvia ni durante el período inmediatamente posterior a mi pequeño fracaso, porque no era tanto un cazador legal como furtivo y rondaba en secreto a mi alrededor esperando el instante apropiado para que su odio, dirigido hacia mí con fina puntería, apenas sonara, y entonces hablaba con una sutileza que él mismo detestaba que empleasen con él, ya que había que ser «franco, directo, como los hombres de antes», pero yo, lejos de aborrecerle, le compadecía (y fingía aborrecerle precisamente porque le compadecía): me preguntaba por qué tanto silencio, por qué llevarse todas sus maldiciones a la tumba, cuál es la ventaja de aguantar, de reprimir la emoción día tras día o enfocarla hacia el sitio incorrecto; pero lo más insoportable del viejo era su fingida indiferencia, esa charla intrascendente durante las cenas, ese acuerdo tácito para no molestar ni ser molestado, tan bien vestido siempre con su chaqueta oscura y su corbata negra de nudo muy fino: un día te morirás trabajando, me dice cuando me excuso por la tardanza, y no te habrá servido de nada: este gobierno nunca nos devuelve el tiempo perdido ese del señor Joyce, añade (su costumbre de citar autores que nunca ha leído solo es superada por la de citarlos mal), que diga, Proust, se corrige, a mí siempre los escritores franceses me han dado por atrás, con perdón, dice, y por eso me equivoco, y Alejandra se lo reprocha: papá, dice; mientras finjo que escucho al viejo, contemplo a Alejandra ir y venir instruyendo a la criada para la cena y llego a la conclusión de que mi mujer es como la casa en la que vivimos: demasiado grande, pero a la vez muy estrecha, adornada inútilmente para ocultar los años que tiene y llena de recuerdos que te impiden abandonarla; Alejandra tiene amigas que la visitan y le dan la enhorabuena cuando Ameli o Héctor Luis consiguen un sobresaliente; a diferencia de Galia, Alejandra es fría, distinguida e intelectual a su modo, y vive como tantas otras personas: pensando que no está bien vivir como a uno realmente le gustaría, porque Alejandra cree que el matrimonio termina unos meses después de la boda y ya solo persiste el temor a separarse; su religión es semejante: hace tiempo que dejó de creer en la felicidad eterna y ahora tan solo teme la tristeza inmediata; sin embargo, invita a almorzar con frecuencia al párroco de la iglesia y acude a ésta con una elegancia no llamativa, lo que considera una característica importante de su cultura, pues en la iglesia se arrodilla, reza y se confiesa y murmura por lo bajo cosas que parecen palabras importantes; a veces he pensado en la siguiente blasfemia: si a Dios le diera por no existir, ¡cuántos secretos desperdiciados que pudimos habernos dicho!, ¡qué opiniones sobre ambos hemos entregado a otros hombres!, pero lo terrible es que tanto da que Dios exista: dudo que al final me entere de todo lo que comentas sobre mí y sobre nuestro matrimonio en la iglesia, Alejandra, eso pienso; qué va: por paradójico que resulte, la iglesia es el lugar donde la gente como nosotros habla más y mejor, pero todo se disuelve en murmullos y silencio y oraciones, y la verdad se pierde irremediablemente: quizá la clave resida en arrodillarnos frente al otro siempre que tengamos necesidad de hablar, o en hacerlo en voz baja y muy rápido, sin pensar, cómo si rezáramos un rosario; y meditando esto oigo que el viejo me dice: ¿te pasa algo en los dedos, Héctor?, con esa malicia oculta de atraparme en otro error: y es que ahora compruebo que desde que he llegado no he dejado en ningún momento de palparme los extremos de las falanges, los rebordes óseos, el final de los metacarpos; ¿qué opinaría el viejo si le confiara mi hallazgo?, pienso y sonrío al imaginar las posibles reacciones: nada, le digo, y muevo los huesos ante sus ojos y cambio de tema; ni Ameli ni Héctor Luis están en casa cuando llego, e imagino que es la forma filial que poseen de «hacer inventario» por su cuenta, lo cual no me parece ni malo ni bueno en sí mismo, y nos sentamos a la mesa casi enseguida y Alejandra sirve de la fuente de plata con el cucharón de plata las albóndigas de los jueves, y nos ponemos a escuchar la conversación del viejo con el debido respeto, como quien oye una interminable bendición de los alimentos, interrumpido a ratos por las breves acotaciones de Alejandra, solo que esa noche el tema elegido se me hace extraño, alegórico casi, y además empiezo a sentirme incómodo nada más comenzar a comer, porque los brazos, que apoyo en el borde de la mesa, me han desvelado con todo su peso la presencia de los huesos, del cúbito y el radio que guardan dentro, y los codos se me figuran una zona tan inadecuada y brutal para esa respetuosa reunión como colocar quijadas de asno sobre la mesa mientras el viejo habla, y en su discurso de esa noche repite una y otra vez la palabra «corrupción»: ¿habéis visto qué corrupción?, dice, ¿os dais cuenta de la corrupción de este gobierno?, ¿acaso no se pone de manifiesto la corrupción del sistema?, ¿no son unos corruptos todos los políticos?, ¿no oléis a corrupción por todas partes?, ¿no se ha descubierto por fin toda la corrupción?, y mientras le escucho, intento no hacer ruido con mis brazos, porque de repente me parece que la madera de la mesa al chocar contra el hueso produce un sonido como el de un muerto arañando el ataúd y no me parece correcto escuchar la opinión del viejo con tal ruido de fondo, pero como tengo que comer, cojo tenedor y cuchillo y divido una albóndiga en dos partes y me llevo una a los labios intentando no mirar hacia los huesos que sostienen el tenedor, porque no es agradable la paradoja de verme alimentado por un esqueleto, aunque sea el mío, pero mientras mastico con los ojos cerrados oyendo al viejo hablar de la «corrupción» mi lengua detecta una esquirla, un pedacito de algo dentro de la albóndiga, y, tras quejarme a Alejandra con suavidad, recibo esta respuesta: será un huesecillo de algo, es que son de pollo, Héctor, y es quitarme con mis huesos índice y pulgar el huesecillo y dejarlo sobre el plato, e írseme la mente tras esta idea inevitable: que dentro de todo lo blando necesariamente existe lo que queda, el hueso, el armazón, la dureza, el hallazgo, aquello oculto que es blanco y eterno, lo que permanece en el cedazo, la piedra, lo que «nadie quiere»; es imposible huir de «eso que queda», porque está dentro, así que escondo los brazos bajo la mesa, incluso me tienta la idea de comer como César, acercando el hocico al plato, pero ¿acaso no es inútil todo intento de disimulo frente al apocalíptico trajín de la cena?, porque lo que percibo en ese instante es algo muy parecido a una hogareña resurrección de los muertos: incluso con el apropiado evangelista —mi suegro—, gritando «corrupción»: Alejandra coge el pan con sus huesos y lo hace crujir y lo parte, el viejo apoya los huesos en el mantel y los hace sonar con ritmo, Alejandra coge el cucharón con sus huesos y sirve más albóndigas repletas de huesecillos de pollo muerto, el viejo va y se limpia los huesos sucios de carne ajena con la servilleta, Alejandra señala con su hueso la cesta del pan y yo se la alcanzo extendiendo mis huesos y ella la coge con los suyos, hay un cruce de húmeros, cúbitos y radios, de carpos y metacarpianos, de falanges, y nos pasamos de unos a otros, de hueso a hueso, la vinagrera, el aceite, la sal, el vino y la gaseosa, y llegan Ameli y Héctor Luis, una del cine y el otro de estudiar, y saludan, y Ameli desliza sus frágiles huesos de quince años por mi cabeza calva, envuelve con sus breves húmeros mi cuello, me besa en la mejilla: ¿dónde has estado hasta estas horas?, le pregunto, y ella: en el cine, ya te lo he dicho, y yo: pero ¿tan tarde?; sí, dice, habla sin mirar sus manos gélidas, los huesos de sus manos muertas, sus brazos como pinzas blancas; sí, papá, la película terminó muy tarde; y de repente, mientras la contemplo sentándose a la mesa, su cabello oscuro y lacio, los ojos muy grandes, el jersey azul celeste tenso por la presencia de los huesos, he sentido miedo por ella, he querido cogerla, atraparla y bogar juntos por ese fluir desconocido e incesante hacia la oscuridad final: creo que deberías volver más temprano a casa a partir de ahora, Ameli, le digo, y ella: ¿por qué?, con sus ojos brillando de disgusto, y yo, mis brazos escondidos, ocultos, sin revelarlos: creo que las calles no son seguras, y el viejo me interrumpe: hoy ya nada es seguro, Héctor, dice y sigue comiendo, Alejandra sirve albóndigas y Héctor Luis se queja de que son muchas, y Ameli: ¡pero ya tengo quince años, papá!, y yo: es igual, y entonces Alejandra: no seas muy duro con la niña, Héctor, dice, le dimos permiso para que volviera hoy a esta hora, pero ella sabe que solamente hoy; guardo silencio: en realidad, todo se sumerge en el silencio salvo el entrechocar de los huesos; Ameli y Héctor Luis son tan distintos, pienso, pero en algo se parecen, y es que ambos se nos van; no los he visto crecer, los he visto irse: pero ni siquiera eso, pienso ahora, porque jamás he podido saber si alguna vez estuvieron por completo; Ameli tiene novio, pero es un secreto; sabemos que Héctor Luis ha salido con varias chicas, pero lo que piensa de ellas es secreto; ambos se han hecho planes para el futuro, tienen deseos, ganas de hacer cosas, pero todo es secreto: quizá lo comentan en los «pubs» a falta de una buena iglesia en la que poder hablar como nosotros, tan a gusto, pero en casa adoptan los dos mandamientos trascendentales de la familia: nunca hablarás de nada importante y ama el enigma como a ti mismo, ¡y si hubiera solo silencio!, pero es la charla insignificante lo que molesta, y ahora esos ruidos detrás: el golpe, el crujir de nuestros huesos; siento algo muy parecido a la pena, pero una pena casi biológica, como una mota en el ojo o el aroma inevitable de la cebolla cruda, y me disculpo para ir al baño y llorar a gusto por algo que no entiendo, y más tarde, en la cama, con Alejandra a mi lado leyendo complacida un librito de romances, me da por preguntarle: ¿soy demasiado duro contigo? mientras me observo los huesos tranquilos sobre la colcha: mis manos muertas y peladas, los cúbitos y radios en aspa, los húmeros convergiendo, y ella deja un instante el libro que sostiene con sus huesos, me mira sorprendida y dice: no, Héctor, no, ¿por qué preguntas eso?, y yo, insistente: ¿he sido duro contigo alguna vez?, y ella: nunca, y yo: ¿quizá soy demasiado tosco?, y ella: Héctor, ¿qué te pasa?, y yo: demasiado rudo quizá, ¿no?, y ella: no seas bobo, ¿lo dices porque hoy no hablaste apenas durante la cena?, ya sé que papá no te cae bien, me da un beso y añade: procura descansar, el trabajo te agota, y la veo extender las falanges blancas y articuladas de sus dedos, apagar la lamparilla de pantalla rosa y sumir la habitación en una oscuridad donde la luz de la luna, filtrada, hace brillar las superficies ásperas de nuestros huesos; después, en el sueño, he presenciado un teatro de sombras donde mis manos y brazos se movían, desplazándome, porque eran lo único, ya que la vida se había invertido como un negativo de foto y ahora solo importaba lo oculto, el secreto descubierto: los huesos de mis manos se extendían con un sonido semejante a los resortes de madera de ciertos juguetes antiguos, emergiendo del telón negro que los rodeaba: son ellos solos, el mundo es ellos, brazos y manos colgantes que hacen y deshacen, crean y destruyen, no nacen ni mueren, simplemente cambian su posición, horizontal, vertical, en ángulo, hacia arriba o hacia abajo, brazos que se balancean al caminar y manos que agarran con sus huesos cosas invisibles; y a la mañana siguiente, tras toda una noche de sueños interrumpidos y vueltas en la cama, creo comprenderlo: mi revelación es una lepra que avanza incesante, porque suena el despertador con su timbre gangoso que tanto me recuerda a una trompeta de cobre, pongo los pies descalzos en las zapatillas y lo noto: la dureza bajo las plantas, la pelusa del forro de las zapatillas adherida a los huesos del tarso, el rompecabezas de huesos irregulares de mis pies, los extremos de la tibia y el peroné sobresaliendo por el borde del pijama, las rótulas marcando un óvalo bajo la tela extendida, y al erguirme, el crujido de los fémures: el descubrimiento no me hace ni más ni menos feliz que antes, ya que lo intuyo como una consecuencia, pero un estupor inmóvil de estatua persiste en mi interior; y al ducharme viene lo peor, porque entonces compruebo que los golpes de las gotas no me lavan sino que se limitan a disgregarme la suciedad por mis huesos: arrastran el barro de mis costillas goteantes, concentran la cal en mis pies, desprenden la tierra, permean las junturas, las grietas, los desperfectos, rajan los pequeños metacarpos como cáscaras de huevo, horadan mis clavículas y escápulas, pero no hoy ni ayer sino todos y cada uno de los días en un inexorable desgaste, siento que me disuelvo en agua y salgo con prisa no disimulada de la bañera y seco mi esqueleto goteante, deslizo la toalla por el cilindro de los huesos largos como si envolviera unos juncos, la arranco con torpeza de la trabazón de las vértebras, froto como cristales de ventana los huesos planos, pienso que debo conservarme seco para siempre porque de repente sé que soy un armazón de cincuenta años de edad que solo puede humedecerse con aceite, y es en ese instante, o quizá un poco después, cuando apoyo la maquinilla de afeitar contra mi rostro, que siento la invasión final de esa lepra y quedo tan inerme que apenas puedo apartar las cuchillas giratorias de mi mejilla: algo parecido a una horrísona dentera me paraliza, porque de repente noto como el restregar de un rastrillo contra una pizarra o el arañar baldosas con las patas metálicas de una silla, incluso imagino que pueden saltar chispas entre la maquinilla y el hueso de la mandíbula o el pómulo; me palpo con la otra mano la cabeza, siento las durezas del cráneo, el arco de las órbitas, el puente del maxilar, el ángulo de la quijada, y pienso: ¿por qué finjo que me afeito?, ¿acaso mi rostro no es un añadido, una capa, una máscara?; entra Alejandra en ese instante y casi me parece que gritará al ver a un desconocido, pero apenas me mira y se dirige al lavabo; yo me aparto, desenchufo la maquinilla y la guardo en su funda, y ella: ¿ya te has afeitado, Héctor?, y yo: sí, y salgo del baño con rapidez: ¡no podría acercar esa maquinilla a los huesos de mi calavera!; todo es tan obvio que lo inconcebible parece la ignorancia, pienso mientras me visto frente al espejo del dormitorio y abrocho la camisa blanca alrededor de las delgadas vértebras cervicales: llevar un cráneo dentro, una calavera sobre los hombros, besar con una calavera, pensar con una calavera, sonreír con una calavera, mirar a través de una calavera como a través de los ojos de buey de un barco fantasma, hablar por entre los dientes de una calavera: aquí está, tan simple que movería a risa si no fuera espantoso, y me afano en terminar el lazo de mi corbata con los huesos de mis dedos sonando como agujas de tricotar; Alejandra llega detrás, peinándose la melena amplia y negra que luce sobre su propia calavera, y el paso del cepillo descubre espacios blancos en el cuero cabelludo donde los pelos se entierran: parece inaudito saberlo ahora, contemplarlo ahora; entre los dientes sostiene dos ganchillos: el asco llega a tal extremo que tengo que apartar la vista: allí emerge el hueso, pienso, el subterfugio, el disfraz, tiene un defecto, como una carrera en la media que descubre el rectángulo de muslo blanco; allí, tras los labios, los dientes, los únicos huesos que asoman, y vivimos sonriendo y mostrándolos, y nos agrada enseñarlos y cuidarlos y mi profesión consiste precisamente en mantenerlos en buen estado, blancos y brillantes, limpios, pelados, lisos, desprovistos de carne, como tras el paso de aves carroñeras: esa hilera de pequeñas muertes, esa dureza tras lo blando; ¿acaso no es enorme el descuido?; de repente tengo deseos de decirle: Alejandra, estás enseñando tus huesos, oculta tus huesos, Alejandra, una mujer tan respetable como tú, una señora de rubor fácil, tan educada y limpia, con tu colección de novela rosa y tu familia y tu religión, ¿qué haces con los huesos al aire?, ¿no estás viendo que incluso muerdes cosas con tus huesos?, ¡Alejandra, por favor, que son tus huesos hundidos en el cráneo oculto, los huesos que quedarán cuando te pudras, mujer: no los enseñes!; esto va más allá de lo inmoral, pienso: es una especie de exhumación prematura, cada sonrisa es la profanación de una tumba, porque desenterramos nuestros huesos incluso antes de morir; deberíamos ir con los labios cerrados y una cruz encima de la boca, hablar como viejos desdentados, educar a los niños para que no mostraran los dientes al comer: un error, un gravísimo error en la estructura social comparable a caminar con las clavículas despellejadas, tener los omoplatos desnudos, descubrir el extremo basto del húmero al flexionar el codo, mostrar las suturas del cráneo al saludar cortésmente a una señora, enseñar las rótulas al arrodillarnos en la misa o las palas del coxal durante un baile o la superficie cortante del sacro durante el acto sexual: y sin embargo, ella y yo, con nuestros horribles dientes, la prueba visible de la existencia de los cráneos: absurdo, murmuro, y ella: ¿decías algo?, pero hablando entre dientes debido a los ganchillos, como si lo hiciera a través de apretadas filas de lápidas blancas, un soplo de aire muerto por entre las piedras de un cementerio, o peor: la voz a través de la tumba, las palabras pronunciadas en la fosa: no, nada, respondo, y ella, intrigada, se me acerca y arrastra sus falanges por mis vértebras: te noto distante desde ayer, Héctor, ¿te ocurre algo?, ¿es el trabajo?, y juro que estuve a punto de decirle: te la pego con una antigua paciente desde hace varios años, todos los jueves a la misma hora, pero no te preocupes porque una increíble revelación me ha hecho dejarlo, ya nunca más regresaré con Galia, no merece la pena (y por qué no decirlo, pienso, por qué reprimir el deseo y no decir la verdad, por qué no descargar la conciencia y vaciarme del todo); sin embargo, en vez de esa explicación catártica, le dije que sí, que era el exceso de trabajo, y me mostré torpe, callándome la inmensa sabiduría que poseía mientras notaba cómo descendían sus falanges por el edificio engarzado de mi columna, y ella dijo: pero hace mucho tiempo que no me sonríes, y pensé: ¡te equivocas!, somos una sonrisa eterna, ¿no lo ves?: nuestros dientes alcanzan hasta los extremos de la mandíbula y no podemos dejar de sonreír: sonreímos cuando gritamos, cuando lloramos, al pelear, al matar, al morir, al soñar: sonreímos siempre, Alejandra, quise decirle, y la sonrisa es muerte, ¿no lo ves?, quise decirle, nuestras calaveras sonríen siempre, así que la mayor sinceridad consiste en apartar los labios, elevar las comisuras y sonreír con la piel intentando imitar lo mejor posible nuestra sonrisa interior en un gesto que indica que estamos conformes, que aceptamos nuestro final: porque al sonreír descubrimos nuestros dientes, «enseñamos la calavera un poco más», no hay otro gesto humano que nos desvele tanto; la sonrisa, quise decirle, traiciona nuestra muerte, la delata; cada sonrisa es una profecía que se cumple siempre, Alejandra, así que vamos a sonreír, separemos los labios, mostremos los dientes, sonriamos para revelar las calaveras en nuestras caras, hagamos salir el armazón frío y secreto, draguemos el rostro con nuestra sonrisa y extraigamos el cráneo de la profundidad de nuestros hijos, de ti y de mí, del abuelo, de los amigos, de los parientes y del cura; pero no le dije nada de eso y me disculpé con frases inacabadas y ella enfrentó mis ojos y me abrazó y sentí los crujidos, la fricción, costilla contra costilla, golpes de cráneos, y supuse que ella también los había sentido: no seamos tan duros, le dije, y ella respondió, abrazándome aún: no, tú no eres duro, Héctor, y yo le dije: ambos somos duros, y tenía razón, porque se notaba en los ruidos del abrazo, en el telón de fondo de nuestro amor: un sonido semejante al que se produciría al echarnos la suerte con los palillos del I Ching sobre una mesa de mármol, o jugando al ajedrez con fichas de marfil, un trajín de palitos recios como un pimpón de piedra, el entrechocar aparentemente dulce de nuestros esqueletos como agitar perchas vacías; me aparté de ella y terminé de vestirme: quizá soy dura contigo, repitió ella, yo también soy duro, dije, y pensé: y Ameli y Héctor Luis, y todos entre sí y cada uno consigo mismo, ¡qué duros y afilados y cortantes y fríos y blancos y sonoros!; ¿te vas ya?, me dijo, sí, le dije, porque no deseaba desayunar en casa, en realidad no deseaba desayunar nunca más, pero sobre todo, sobre todas las cosas, no deseaba cruzarme con los esqueletos de mis hijos recién levantados, así que casi eché a correr, abrí la puerta y salí a la calle con el abrigo bajo el brazo, a la madrugada fría y oscura; ya he dicho que tengo la consulta cerca, lo cual siempre ha sido una ventaja, aunque no lo era esa mañana: quería trasladarme a ella solo con mi voluntad, sin perder siquiera el tiempo que tardara en desearlo; caminaba observando con mis cuencas vacías las casas que se abren, las figuras blancas que emergen de ellas como fantasmas en medio de la oscuridad, las primeras tiendas de alimentos llenas de huesos y cadáveres limpios de seres y cosas; caminaba y observaba con mis órbitas negras, lleno de un extraño y perseverante horror: ¿qué hacer después de la revelación?, ¿dónde, en qué lugar encontraría el reposo necesario?; porque ahora necesitaba envolverme, ahora, más que nunca, era preciso hallar la suavidad; mientras caminaba hacia la consulta lo pensaba: todos tenemos ansias de suavidad: guantes de borrego, abrigos de lana, bufandas, zapatos cómodos; sin embargo, el mundo son aristas, y todo suena a nuestro alrededor con crujidos de metal; qué pocas cosas delicadas, cuánta aspereza, cuánta jaula de púas, qué amenaza constante de quebrarnos como juncos, de partirnos, qué mundo de esqueletos por dentro y por fuera, móviles o quietos, invasión blanca o negra de huesos pelados, qué cementerio: toda obra es una ruina, toda cosa recién creada tiene aires de destrucción, y nosotros avanzamos por entre cruces, mármol, inscripciones, rejas y ángeles de piedra como espectros, y la niebla de la madrugada nos traspasa, huesos que van y vienen, esqueletos que se acercan y caminan junto a mí y me adelantan, apresurados, aquel que limpia los huesos en ese tramo de la calle, ese otro que espera en la parada, envuelto en su impermeable, huesos blancos por encima de los cuellos, la muerte dentro como una enfermedad que aparece desde que somos concebidos, ¿no hay solución?; y sorprender entonces a un hombre, una figura, no como yo, no como los demás, que se detiene frente a mí y me habla: ¿tiene fuego?, dice, un individuo desaliñado de espesa melena y barba, rostro pequeño, casi escondido, chaqueta sucia y manos sucias que se tambalea de un lado a otro como si el mero hecho de estar de pie fuera un tremendo esfuerzo para él; le ofrezco fuego y se cubre con las manos para encender un cigarrillo medio consumido, entonces dice: gracias, y se aleja; me detengo para observarle: camina con cierta vacilación hasta llegar a la esquina, después se vuelve de cara a la pared, una figura sin rasgos, y distingo la creciente humedad oscura a sus pies, detenerme un instante para contemplarle, volverse él y alejarse con un encogimiento de hombros y una frase brutal; un borracho orinando, pienso, pero al mismo tiempo deduzco: se ha reconstruido, ha verificado su interior, ha exhumado cosas que le pertenecen y le llenan por dentro: líquidos que alguna vez formaron parte de él; eso es un proceso de autoafirmación, pienso: él es algo que yo no soy o que he dejado de ser, ha logrado obtener lo que yo pierdo poco a poco: integridad, quizá porque no tiene que callar, porque es libre para decir lo que le gusta y lo que no, pienso y golpeo con los huesos del pie el cadáver de una vieja lata en la acera, o porque ha aceptado la vida tal cual es, o quizá porque tiene hambre y sed, y necesidad de fumar, dormir y orinar en una esquina, quizá porque siente necesidades en su interior, dentro de esa intimidad de las costillas que en mí mismo forma un espacio negro: sus necesidades le llenan, y yo, satisfecho, camino vacío: eso pensé; era preciso, pues, reformarse, volver a la vida a partir de los huesos, resucitar, aunque es cierto que en algún sitio dentro de mí existían vestigios, cosas que se movían bajo las costillas o en el espacio entre éstas y el hueso púbico, pero era necesario comprobarlo; todo aturdido por el ansia, entré en uno de los bares que estaban abiertos a esas horas y me dirigí apresurado al cuarto de baño, respondiendo con un gesto al hombre que atendía la barra y que me dijo buenos días; ya en el urinario, muy nervioso, busqué mi pija semihundida, perdonando la frase, la extraje y me esforcé un instante: tras un cierto lapso, comprobé la aparición brusca del fino chorro amarillo y sentí una distensión lenta en mi pubis que califiqué como el hallazgo de la vejiga: al fin me sirves de algo, pensé mientras me sacudía la pilila, perdonando la bajeza; así, convertido en pura vejiga, salí a la calle de nuevo y respiré hondo: noté bolsas gemelas a ambos lados del esternón, sacos que se ampliaban con el aire frío de la mañana, y descubrí mis pulmones; en un estado de alborozo difícilmente descriptible me tomé el pulso y sentí, con la alegría de tocar el pecho de un pájaro recién nacido, el golpeteo suave de la arteria contra mi dedo, su pequeño pero nítido calor de hogar, y supe que guardaba sangre y que mi corazón había emergido; caminando hacia la consulta completé mi resurrección, la encarnación lenta de mi esqueleto; así pues, yo era pulmones y vejiga, yo era intestino, tripas, estómago, yo era músculos del pene, tendones, sangre, hígado, vesícula, bazo y páncreas, yo era glándulas y linfa, todo suave, todo lleno, ocupando intersticios como si vertieran sobre mí unas sobras de hombre: yo era, por fin, globos oculares líquidos, yo era lengua y labios, yo era el abrir lento de los párpados, la creación del paladar, la suave nariz horadada, la humedad limpia de la saliva, la lágrima tibia y el sudor de los poros; yo era sobre todo mi propio cerebro, las revueltas grises de los nervios, la masa de ideas invisibles, la voluntad, el deseo, el pensamiento; llegué a la consulta recién creado, aún sin piel pero ya formado y funcionando, atravesé el oscuro umbral con la placa dorada donde se leía «Héctor Galbo, odontólogo», preferí las escaleras y abrí la puerta con la delicadeza muscular de un relojero, con la exactitud de un ladrón o un pianista; Laura, mi secretaria, ya estaba esperándome, y el vestíbulo aparecía iluminado así como la marina enmarcada en la pared opuesta, y me dejé invadir por el olor a cedro de los muebles, la suavidad de la moqueta bajo los pies, y cuando mis globos oculares se movieron hacia Laura pude parpadear evidenciando mi perfección; entonces, la prueba de fuego: me incliné para saludarla con un beso y percibí la suavidad de mi mejilla, los delicados embriones de mis labios, y supe que por fin la piel había aparecido: cabello, pestañas, cejas, uñas, el florecer de mi bigote negro; besarla fue como besarme a mí mismo: buenos días, doctor Galbo, me dijo, noté las cosquillas de mi camisa sobre mi pecho velludo, muy velludo, buenos días, dije, buenos días, Laura, y percibí mi laringe en el foso oculto entre la cabeza y el pecho, sentí el aire atravesando sus infinitos tubos de órgano: buenos días, repetí despacio saludando a todo mi cuerpo reflejado en el espejo del vestíbulo, mi cuerpo con piel y sentimientos, mi cuerpo vestido, bajito, mi cabeza calva y mi rostro bigotudo: buenos días, doctor Galbo, hoy viene usted contento, dice Laura, sí, le dije, vengo aliviado, quise añadir, he orinado en un bar y he descubierto por fin que tengo vejiga, y a partir de ahí todo lo demás, pero en vez de decirle esto pregunté: ¿hay pacientes ya?, y ella: todavía no, y yo: ¿cuántos tengo citados?, y ella: cinco para la mañana, la primera es Francisca, ah sí, Francisca, dije, sí: sus prótesis darán un poco la lata, y me deleito: oh mi memoria perfecta, mis sentidos vivos, mis movimientos coordinados, sí, sí, Francisca, muy bien, y mi imaginación: porque de repente me vi avanzando hacia mi despacho con los músculos poderosos de un tigre, todo mi cuerpo a franjas negras, mis fauces abiertas, los bigotes vibrantes, los ojos de esmeralda, y mi sexo, por fin, mi sexo: porque Laura, con la mitad de años que yo, me parecía una presa fácil para mis instintos, una captura que podía intentarse, la gacela desnuda en la sabana; ya era yo del todo, incluso con mis pensamientos malignos, incluso con mi crueldad, por fin: avíseme cuando llegue, le dije, y entré en mi despacho, me quité el abrigo y la chaqueta, me vestí con la bata blanca, inmaculada, mi bata y mi reloj a prueba de agua y de golpes, y mi anillo de matrimonio, y los periódicos que Laura me compra y deposita en la mesa, y mi ordenador y mis libros, y mis cuadros anatómicos: secciones de la boca, dientes abiertos, mitades de cabezas, nervios, lenguas, ojos, mejor será no mirarlos, pienso, porque son hombres incompletos, yo ya estoy hecho, pienso, envuelto al fin de nuevo en mi funda limpia, recién estrenado; por fin pensar: saber que he regresado al origen, me he recobrado, he impedido mi disolución guardándome en un cuerpo recién hecho; no recuerdo cuánto tiempo estuve sentado frente al escritorio saboreando mi triunfo, pero sé que la segunda y más terrible revelación llegó después, con el primer paciente, y que a partir de entonces ya no he podido ser el mismo, peor aún, porque me he preguntado después si he sido yo mismo alguna vez, si mi integridad fue algo más que una simple ilusión: y fue cuando sonó el timbre de la puerta, el siguiente timbre, el nuevo timbre que me despertó de la última ensoñación (como el de casa de Galia, o el del despertador con sonido de trompeta de cobre, ahora el de la consulta, pensé, y no pude encontrarles relación alguna entre sí, salvo que parecían avisos repentinos, llamadas, notas eléctricas que presagiaban algo), y Laura anunció a la señora Francisca, una mujer mayor y adinerada, como Galia, como Alejandra, con las piernas flebíticas y el rostro rojizo bajo un peinado constante, que entró con lentitud en la consulta hablando de algo que no recuerdo porque me encontraba aún absorto en el éxito de mi creación: fue verla entrar y pensar que iría a casa de Galia cuando la consulta terminara y le diría que todo seguía igual, que era posible continuar, que nada nos estorbaba, y después llegaría a mi casa y le diría a Alejandra que la quería, que nunca más sería duro con ella ni con Ameli, eso me propuse, y saludé a la señora Francisca con una sonrisa amable, y la hice sentarse en el sillón articulado, la eché hacia atrás con los pedales, la enfrenté al brillo de los focos y le pedí que abriera la boca, porque eso es lo primero que le pido a mis pacientes incluso antes de oír sus quejas por completo: como estoy acostumbrado a que esta instrucción se realice a medias, me incliné sobre ella y abrí mi propia boca para demostrarle cómo la quería: así, abra bien la boca, le dije, ah, ah, ah, y es curioso lo cerca que siempre estamos de la inocencia momentos antes de que un nuevo horror nos alcance: incluso éste aparece al principio con disimulo, revelándose en un detalle, en un suceso que, de otra manera, apenas merecería recordarse, porque mientras Francisca, obediente, abría más la boca, descubrí el último de los horrores, la luz del rayo que nunca debería contemplar un ser humano, la degradación final, tan rápida, pavorosa e inevitable como cuando presioné el timbre de Galia, pero mucho peor porque no era lo oculto, lo que era, sino lo que no era, aquello que falta, no lo que se esconde sino lo que no existe: la nueva revelación me violó, perdonando la brutalidad, de tal manera que todos mis logros anteriores adoptaron de inmediato la apariencia de un sueño que no se recuerda sino a fragmentos, e incapaz de reaccionar, permanecí inmóvil, inclinado sobre la mujer, ambos con la boca abierta, ella con los ojos cerrados esperando sin duda la llegada de mis instrumentos; pero como no llegaban los abrió, me vio y advirtió en mi rostro el horror más puro que cabe imaginarse: qué pasa, doctor, me dijo, qué tengo, qué tengo, pero yo me sentía incapaz de responderle, incapaz incluso de continuar allí, fingiendo, así que retrocedí, me quité la bata con delirante torpeza, la arrojé al suelo, me puse la chaqueta y salí de la habitación, corrí hacia el vestíbulo sin hacer caso a las voces de la paciente y a las preguntas de Laura, abrí la puerta, bajé las escaleras frenéticamente y salí a la calle: no sabía adónde dirigirme, ni siquiera si tenía sentido dirigirme a algún sitio; contemplé a los transeúntes con muchísima más incredulidad de la que ellos mostraron al contemplarme a mí: ¿era posible que todos ignoraran?, ¿hasta ese punto nos ha embotado la existencia?; hubo un momento terrible en el que no supe cuál debería ser mi labor: si caer en soledad por el abismo o arrastrar como un profeta a las conciencias ciegas que me rodeaban; es cierto que toda gran verdad precisa ser expresada, pero la locura de mi actual situación consistía en que esta verdad última era inexpresable: quiero decir que esta verdad final no era algo, más bien era nada, así que no podía soñar con explicarla: quizá el silencio en el gélido vacío entre las estrellas hubiera sido una explicación adecuada, pero no un silencio progresivo sino repentino y abrupto: una brecha de espacio muerto, una bomba inversa que absorbiera las cosas hacia dentro, que nos introdujera a todos en un mundo sin lugares ni tiempo donde la nada cobrara alguna especial y terrible significación, quizá entonces, pensé, y corrí por la acera intuyendo que cada minuto desperdiciado era fatal: ¿le ocurre algo?, fue la pregunta que me hizo un individuo que aguardaba frente a un paso de peatones cuando me acerqué, y solo entonces fui consciente de que tenía ambas manos sobre la boca, como si tratara de contener un inmenso vómito; mi respuesta fue ininteligible, porque sacudí la cabeza diciendo que no, pero esperando que él entendiera que eso era lo que me pasaba: que no; si hubiera podido hablar, habría respondido: nada, y precisamente ahí radicaba lo que me ocurría: me ocurría nada, pero era imposible hacerle comprender que nada era infinitamente peor que todos los algos que nos ocurren diariamente; no pude hacer otra cosa sino alejarme de él con las manos aún sobre la boca, corriendo sin saber por dónde iba pero con la secreta esperanza de no ir a ninguna parte, de no llegar, de seguir corriendo para siempre, porque no podía presentarme en casa de aquel modo, no con aquel fallo, sería preciso hacer cualquier cosa para remediar esa escisión, quizá comenzar desde el principio, reunir de nuevo el hilo en el ovillo, a la inversa: pensar en el instante anterior a la revelación, notar la presencia para comprender ahora la falta; pero cómo describirlo: cómo decir que había conocido de repente la boca cuando la paciente abrió la suya y yo quise indicarle cómo tenía que hacerlo y abrí la mía; fue entonces: el tiempo se congeló a mi alrededor y quedé solo en medio de mi hallazgo, como un náufrago, paralizado por la revelación suprema, incapaz de comprender, al igual que con la anterior, por qué no lo había sabido hasta entonces: la boca, claro, ahí, aquí, abajo, bajo mi nariz, en mi rostro, la boca: de repente me había percatado de la verdad, tan simple e invisible debido a su propia evidencia: la boca no es nada, lo comprendí al pedirle a la paciente que la abriera y al abrir la mía: ¿qué he abierto?, pensé: la boca; pero entonces, si la boca abierta también es la boca, el resultado era una oscuridad, un agujero vacío, un abismo; quiero decir que, de repente, al ver la boca, al inclinarme para verla, no la vi, pero no la vi justamente porque era eso: el no verla; si hubiera visto la boca de la misma forma que veo mis dedos, por ejemplo, no lo sería o estaría cerrada; sin embargo, el horror consiste en que una boca abierta también es una boca: como llamarle «dedos» al espacio vacío que hay entre ellos; ¡pero eso no era todo!: si aquel defecto, aquella nada, era, ¿cómo podía evitar la llegada del vacío?, ¿cómo impedir que todo siguiera siendo lo que es en la nada?, ¿cómo pretender recobrar mi cuerpo si me evacuo por ese agujero negro y absurdo?; lo comprendí: ¡si todo se hubiera cerrado a mi alrededor!, ¡si las junturas hubieran encajado perfectamente, sin interrupciones, sin oquedades!, pero tenía que estar la boca, la boca abierta que también era la boca, y ahora ¿cómo permanecer incólume?, ¿cómo seguir inmutable, conservándome dentro, si allí estaba eso que no era, esa nada negra implantada en mí?; corrí, en efecto, a ciegas, no recuerdo durante cuánto tiempo, hasta que un nuevo acontecimiento pudo más que mi propia desesperación: en una esquina, recostado en un portal, distinguí a un hombre, el borracho de aquella madrugada, que parecía dormir o agonizar: un sombrero gris le cubría casi todo el rostro salvo la barba, y allí, insertado en lo más hondo del pelo, un agujero abierto, sin dientes, sin lengua, una cosa negra y circular como una cloaca o la pupila de un cíclope ciego que me mirara, aunque yo fuera «nadie», el vacío terrible, la nada; de repente se había apoderado de mí un horror supremo, un asco infinito, la conjunción final de todo lo repugnante, y me alejé desesperado cubriéndome con las manos aquel «salto», aquel «vacío» letal, atenazado por una sensación revulsiva, un pánico que era como cribar mis ideas con violencia hasta romperlas, la certeza de mi perdición, el desprendimiento a trozos de mi voluntad frente a lo irremediable: esa boca abierta, el error por el que todo entra y todo sale, los secretos, la palabra, el vómito, la saliva, la vida, el aliento final, porque me había envuelto en mi propio cuerpo para hallar algo último que no cierra, ese terrible defecto tras los labios del beso, tras el lenguaje cotidiano, tras los gestos de comer y masticar, más allá de los dientes y la lengua, ese algo que no es el paladar ni la faringe ni la descarga de las glándulas, ese vacío que me recorre hacia dentro, el túnel deshabitado del gusano, la nada, la negación, eso que ahora empezaba a corroerme; porque si existía la boca, nada podía detener la entrada del vacío; así que cerca de casa empecé a perderme, a dividirme en secciones, a horadarme: primero fue la piel, que apenas se presiente, que es casi solamente tacto, la piel que cayó a la acera mientras corría, la piel con mi figura y mis rasgos que se me desprendió como la de un reptil mudando sus escamas, porque el vacío se introducía bajo ella como un cuchillo de aire y la separaba; entonces los músculos y los tendones, en silencio: ¿qué protección pueden ofrecer frente a los túneles de la nada?, ¿qué defensa procuran ante esa marea de vacío, ese fallo que me alcanzaba como a través de un sumidero?, también ellos caen y se desatan como cordajes de barco en una tempestad; la calle en la que vivo recibió el tributo de la lenta pero inexorable pérdida de mis vísceras: ese trago infecto de nada, que no está pero es, provoca la caída de mi estómago y mis intestinos, mi hígado derretido y mi bazo, los pulmones sueltos que se alejan por el aire como palomas grises, el corazón que ya no late, madura, se endurece y cae, gélido como el puño de un muerto, porque nada puede latir frente a la boca, los nervios arrastrados por la acera como hilos de un títere estropeado, los ojos como gotas de leche derramada, la suave materia de mi cerebro, la exactitud de mis sentidos, la excitante delicia del deseo, la provocación del hambre y el instinto, las sensaciones, los impulsos: todo cae y se pierde, todo gotea incesante desde mi armazón, todo se va y se desvanece calle abajo; entro en casa al fin, ya solo mi esqueleto muerto y limpio, y pienso: mis hijos están en el colegio, por fortuna; me dirijo al salón y allí encuentro a Alejandra, que me mira con pasmo; se halla sentada en su sofá tejiendo algo, y probablemente destejiéndolo también, creando y destruyendo en un vaivén de interminable dedicación; entonces me detengo frente a ella, aparto con lentitud las falanges blancas de mi oquedad y la descubro, por fin, en toda su horrible grandeza: la boca abierta, las mandíbulas separadas, el enorme vacío entre maxilares, la verdadera boca que no es, desprovista del engaño de las mucosas, ese espacio negro que nada contiene, y hablo, por fin, tras lo que me parecen siglos de silencio, y mis palabras, emergiendo de ese vacío, son también vacío y horadan: Alejandra, hablo, llevo años traicionándote con una mujer que conocí en la consulta, y ella: Héctor, qué dices, y yo: es guapa, pero no demasiado, cariñosa, pero no demasiado, inteligente, pero no demasiado: lo mejor que tiene es que me quiere y que intentó hacerme feliz, y que nunca me ha creado problemas salvo la necesidad de mentirte, de ocultártelo, una mujer con la que descubrí que puede haber una cierta felicidad cotidiana a la que nunca deberíamos renunciar, como hemos hecho tú y yo, ni siquiera a esa cierta felicidad cotidiana, una mujer, en fin, con la que he sabido que ya todo es igual, que incluso el pecado termina alguna vez, incluso la culpa, incluso lo prohibido, y ella: Héctor, Héctor, qué te pasa, dice, que ya basta de mentiras, respondo y me deshago de su lento abrazo y de sus lágrimas, y basta de silencio, porque era necesario hablar, pero no solo a ti, no, no solo a ti, y ella, gritando: ¿adónde vas?, pero su grito se me pierde con el mío propio, que ya solo oigo yo, y eso es lo terrible: porque mi garganta ha desaparecido y solo quedan las tenues vértebras y el deseo de ser escuchado; corro entonces a casa de Galia arrastrando apenas los jirones blancos de mis huesos por la acera, y ella misma abre la puerta y grita al verme: no, Galia, no podemos seguir juntos, dije entonces, no tengo nada más que hacer aquí, tú, viuda y solitaria, yo, casado y solitario, nada que hacer, Galia, no más consuelos, no más secretos, basta de felicidad y de cariño doméstico, porque llega un instante, Galia, en que todo termina, y lo peor de todo es que tú no eres una solución: ¿por qué?, me dijo: porque es necesario decir la verdad y revelar la mentira, repliqué, aunque nos quedemos vacíos, es necesario abrir las bocas, Galia, le dije, y volcarnos en hablar y hablar y destruirlo todo con las palabras, dije, porque si algo somos, Galia, es aliento, así que es necesario, por eso lo hago, dije, y me alejé de ella, que gritó: ¿adónde vas?, pero su grito se perdió dentro del mío, que ya era tan enorme como el silencio del cielo; y me alejé de todos, de una ciudad que no era mi ciudad, de una vida que no era mi vida, corrí ya casi llevado por el viento, las espinas delgadas de mi cuerpo flotando en el aire, corrí, volé hacia los bosques transportado por una ráfaga de brisa como el polvo o la basura, avancé por la hierba, entre los árboles, desgastándome con cada palabra: basta con eso, dije, no más hogar, no más vida, no más esfuerzo, dije, grité en silencio: ya basta de mundo y de existencia, ya basta de hacer y de procurar, soportar, callar y mirar buscando respuestas, no, no más luz sobre mis ojos, nunca otro día más, basta de desear y pretender, de conseguir y por último perder lo conseguido y enfermar y morir y terminar en nada, todo vacío, intrascendente, limitado y mediocre: basta, porque hay un error en nosotros, un hiato perenne, el sello de la nada, esta boca siempre abierta, este hueco hacia algo y desde algo, miradlo: está en vosotros, el sumidero, el vórtice; lo he soportado todo, incluso los años de silencio, los años iguales y el silencio, la muerte interior, el vacío interior, la falsa esperanza, la ausencia de deseos, pero no puedo soportar esta conexión: si tiene que existir esto, este hueco vacío y nulo, esta ausencia de mi carne y de mi cuerpo, si tiene que existir la boca, prefiero echarlo todo fuera, dejar que todo se vaya como un soplo puro, que lo oigan todos, que todos lo sepan, prefiero esto a la falsa seguridad de un cuerpo muerto, eso dije, eso grité, y me vi por fin convertido en nada, la oquedad llenando todos mis huesos abiertos como flautas mudas, desmenuzados como arena por fin, solo esa ceniza última, apenas el rastro leve que el viento termina por borrar, el vacío enorme de esa boca que tiene que decir y revelar y descubrir y gritar y acusar y vaciarme hacia fuera desde dentro y mezclarme con todo, esa boca abierta e infinita del silencio absoluto por la que hablo aunque nadie oiga
62.
Observo sus pies relajados, los dedos vencidos, situados en extremos opuestos, casi enfrentándose; las pantorrillas inmóviles; la esbelta contracción de los tendones en las corvas; los músculos del muslo ascendiendo suavemente, presagiando las esferas perfectas de las nalgas
63.
Contengo la risa mientras observo el culo en pompa y el agujero cubierto de pelo negro
64.
Observo dos vastas construcciones y, más adelante, una construcción enorme, una especie de fortaleza en estrella y buharda
65.
—¿Eso crees? A veces, cuando observo a los míos, me parecen extraños, invitados en la comunidad
66.
El lunes me levanto temprano, con una enorme sensación de vacío Observo el montón de bolsas sin abrir que hay en un rincón del cuarto y después aparto la mirada
67.
Sentada en el metro, de regreso a casa, observo mi reflejo en el cristal
68.
Entonces observo que la huesuda mano de Tarquin se acerca a la mía por encima de la mesa y con un movimiento reflejo la retiro y me rasco la oreja
69.
Ana: Yo les observo, les veo, les conozco y tienen una capacidad de reacción y de respuesta ante cualquier situación que yo no tengo; solamente la veo en ellos
1.
quedamos un rato escuchando el mar, mientras observábamos
2.
Lopera; y alargando una de nuestras alas por el camino de Arjonilla, observábamos la orilla
3.
Luego observábamos con
4.
Al descubrir poco después que las observábamos, varias se paseaban desnudas
5.
Mientras observábamos juntos desde esa azotea a más de la mitad de nuestras fuerzas, que se alejaban de la ciudad, me pregunté cómo sería Rodrigo de Quiroga en la intimidad, si acaso le daría contento a Eulalia
6.
Mientras observábamos, las ventanas anaranjadas se fueron haciendo más brillantes, mientras el sol se iba desplazando, subiendo lentamente por el horizonte rumbo al Este
7.
Mientras observábamos se reunió con ellos un cuarto coche
8.
Desde las murallas observábamos algunos guerreros, con manifiesta sorpresa, ya que Mantar y yo lucíamos aún el peinado y atavío zanis
9.
Mientras le observábamos, acercó el rostro al de su amo y se lamió el rabo, agitándose entre sus patas
10.
Pero observábamos con ansiedad que el alisio sudeste y la corriente de Humboldt nos estaban día tras día empujando de través, en dirección a las contracorrientes que rodean las islas Galápagos
11.
Nosotros observábamos toda la operación desde Pórtico por PV
12.
—Mientras observábamos el juego de la búsqueda y la caza, empecé a preguntarme: cuando los Dirdir matan a un buscador, ¿qué ocurre con sus sequins?
13.
Día tras día, nos sentábamos a tomar el té y observábamos estás cosas
14.
Nicolás empujaba la silla, mientras Celia, que ya está muy pesada, y yo, con Alejandro en brazos, los observábamos desde lejos
1.
Las diferencias que observáis en las circunstancias de
2.
Cree que las mujeres os observáis y os
3.
(Con delicadeza, tratando de señalar un párrafo): Si observáis, señor…, han conocido a las mujeres por muchos años y jamás vieron señales de que hubiesen traficado con el Diablo
1.
Observé que era un grupo bien soldado, al fin y al
2.
Observé que el vino estaba a punto de agotarse
3.
En vista de ello, acepté, dándole las gracias, y observé que el joven,antes de
4.
Cuando se fué don Rodrigo, observé
5.
En los días sucesivos observé que el sentimiento de conmiseración por ladesgracia
6.
observé enlas habitaciones excesivo lujo, sobre todo para lo que estabaacostumbrado
7.
Observé gran diversidad en el mobiliario de la casa
8.
alhacerlo observé que la habitación se bamboleaba
9.
En esto transponíamos las puertas del Casino, y yo observé que elportero era tuerto
10.
observé con más detenimiento,porque eran las que abundaban y
11.
Observé que le gustaba el razonamiento a Tanasia, aun en la
12.
Por santa obediencia se resignó á entrar en el estanco, y no pude menosde soltar la risa, cuando observé la
13.
observé en una estadística que busqué en Venecia, es el de 5,200
14.
Alzó la mirada hacia mí y yo la observé con atención
15.
Lo observé un momento
16.
Observé que los que no estaban armados con arcos urgían a algo a los que sí lo estaban
17.
Durante los escasos minutos que dispuse para contemplar el solemne recinto, observé a la derecha del féretro de Bolívar una enorme tumba de mármol, parecida a un altar, que estaba semi-abierta y ostensiblemente vacía
18.
Y al ver la pequeña cruz de oro que le colgaba del cuello, observé que el único terreno de entendimiento que podíamos tener en común, el de la fe en Cristo, lo habían desertado mis antepasados paternos hacía mucho tiempo: desde que, hugonotes expulsados de la Saboya por la revocación del Edicto de Nantes, pasados a la Enciclopedia por un tatarabuelo mío, amigo del barón de Holbach, conservaran Biblias en la familia, sin creer ya en las Escrituras, únicamente por aquello de que no estaban exentas de una cierta poesía… La taberna se vio invadida por los mineros de otro turno
19.
Al salir de la choza en busca de lianas para atar, observé que un alboroto inhabitual había roto el ritmo de las faenas de la aldea
20.
En lugar de mirarlo, observé la mesa y cogí el tenedor que el camarero había traído para su almuerzo
21.
Abatida, observé los rostros de los miembros del jurado pero no capté en ellos reacción alguna
22.
Luego observé al señor Carey, pero la expresión de su cara me lastimó y aparté la mirada
23.
Aquella vez observé ramitas frescas pisoteadas
24.
Con el rabillo del ojo observé como Merit iba asintiendo a cada una de las afirmaciones y como su sonrisa, aquel gesto dulce y tierno que se había apoderado de mi corazón, volvía a dibujarse en su rostro
25.
Observé que algunos de los sacerdotes cercanos al trono de Ajeprura Amenhotep cuchicheaban entre ellos y que uno de ellos abandonaba apresuradamente la estancia
26.
Observé a los murciélagos que se lanzaban y giraban sobre las plantas acuáticas, pero su rápido vuelo espasmódico me ponía los nervios en punta, por lo que me aparté y volví a caminar sin rumbo de un lado a otro entre los árboles
27.
Oh, lo hice con mucho cuidado; observé y observé, hasta estar seguro de haber elegido un tipo que, obviamente, no era de la zona, para que nada lo vinculase con los Seven Dials
28.
Observé entonces que, aunque continuaba sonriendo, había palidecido de pronto y parecía respirar con dificultad
29.
Nuestros ojos se encontraron y observé que estaba pálido hasta los labios; pero miraba tranquilamente a los míos
30.
Observé que continuaba lo mismo mientras yo sacaba del armario los restos de la empanada de ave y alguna que otra cosa del festín
31.
Iba a entrar, escuchando las campanadas de Saint Paul, que llegaban en medio del ruido de los relojes de la ciudad, cuando observé con sorpresa que la puerta del jardín de mi tía estaba abierta y que se veía una débil luz delante de la casa
32.
Observé la puerta delantera de su casa
33.
Observé a treinta y cuatro individuos a lo largo de tres noches
34.
Observé a John
35.
Observé con atención sus ojos grises
36.
La observé más de cerca que antes y me di cuenta de que había llorado
37.
Observé, con cierto regocijo, que era objeto de numerosas atenciones
38.
Observé la estancia y sus habitantes
39.
Como ya observé en otra ocasión, soy esencialmente un hombre de paz
40.
Observé que sus dedos retorcían una y otra vez, nerviosamente, en uno de los pliegues de su vestido de terciopelo chiffon
41.
Eustaquio salió despacio de la habitación y observé la rigidez con que se movía
42.
Pero al hablar con él observé que en uno de los dientes llevaba una corona de oro y que, por cierto, sólo la enseña cuando se ríe
43.
—Vi una fotografía en un periódico, y observé el parecido
44.
- La verdad - observé dejando el Daily Newmonger a un lado - tiene más fuerza que la ficción
45.
- Los marinos se lo colocan en la manga - observé pensativo
46.
De pie, frente al espejo, podía verme la cara y los hombros, y detrás de ellos la pared de la habitación (un trozo liso de pared, interrumpido en el centro por una puerta), y en el momento en que había logrado hacer el nudo observé que la puerta estaba abriéndose
47.
Observé a Franklin mientras avanzaba hacia el laboratorio
48.
Observé esos rostros, buscando mi propia imagen en cada uno de ellos, pero sólo encontré la expresión sosegada de quienes vienen de vuelta de todas las preguntas
49.
Nos miramos a los ojos y creo que nos vimos por primera vez, al menos yo lo observé en serio y me gustó lo que vi
50.
Observé que no había entablado ninguna relación con otros jóvenes de la universidad
51.
Observé el perfil de Rachel
52.
Cuando le observé un poco mejor, me llamó la atención su aspecto tan cansado
53.
La observé con un solo ojo desde mi almohada de seda
54.
Junto a los pórticos que flanqueaban el jardín vi numerosas puertas; alcé los ojos y observé que las ventanas del segundo piso se cerraban sobre los porches
55.
Observé que la sacerdotisa comenzaba a alterarse mientras hacía esas afirmaciones
56.
El sitio donde yo estaba se vio despejado por el avance de nuestras tropas, y en casi todos los jefes que allí había observé [222] tal expresión de gozo que sin duda consideraban asegurada la victoria
57.
Era gran tirador según observé a los primeros golpes; y como [36] yo no poseía en tal alto grado los secretos del arte y él no tenía entonces en su cerebro todo aquel buen asiento y equilibrio que indican una organización educada en la sobriedad, jugaba con gran pesadez de brazo, haciéndome más daño del que correspondía a un simple entretenimiento
58.
No sólo en aquella ocasión, sino en otras varias, observé que al separarse de doña María y al sentirse libre del peso de aquella gran losa de la autoridad materna, desbordábanse en ella con desenfrenada impetuosidad, fantasía, sentimiento, ideas y deseos
59.
Le observé estudiar la situación
60.
-El libro se me cayó de las manos, observé la asombrosa visión, pues visión era, y el
61.
Al fin, Inés levantó los ojos sobre mi frente y la observé con curiosidad y atención
62.
Observé la creciente distancia entre el muelle y el barco y miré con desesperación hacia la oscuridad
63.
Observé que desde el rincón de Felipe II, cuatro ojos me miraban con enojo
64.
La muchacha ignoraba que yo estaba en la habitación y la observé mientras cambiaba las sábanas; es todo lo contrario a mí, sir Edmund: más honrada que un santo
65.
Al pasar por la larga galería que las separaba de las mías y del comedor, observé que Jenara dirigía miradas inquietas a un lado y otro
66.
Observé a Benjamín con gran atención
67.
Lucy bajó del coche y la observé acercarse a la puerta
68.
Mientras conversaba conmigo, observé en él una peculiaridad digna de mención
69.
Vi salir a pocos hombres, en los que no me fijé, y mayor número de mujeres que observé atentamente, cerciorándome de que todas eran viejas, y las que no lo eran, no daban lugar a confusión a causa de su ostensible fealdad
70.
Observé que estaba fumando con extraordinaria rapidez
71.
«Cuando me puse a examinar la dirección del paquete observé que iba dirigido a la señorita S
72.
En el extremo del mismo estaba la puerta del despacho de la juez y observé que Michaela Gilí llamaba una vez antes de que le dieran permiso para pasar
73.
Observé que Serafín me oía con atención cariñosa mezclada de lástima
74.
Yo lo observé durante un momento bastante largo, antes de responder
75.
Los observé conversar indolentes, fumando largas pipas y sorbiendo infusiones calientes
76.
Observé de nuevo hacia el redondel de hogueras
77.
Observé su desaparición mientras la cortina de acero caía
78.
Sus ojos miraron la fotografía, pero no observé ninguna reacción
79.
Me detuve un momento y observé
80.
Observé a Cross mientras lo hacía
81.
Oí el ruido de las tijeras que se le escapaban de las manos, observé el peligroso esfuerzo que hacía todo su cuerpo al borde de la cama para recogerlas, y luego, volviendo a mi primer impulso, subí apresuradamente hacia el puente
82.
Tal vez por eso observé que permanecían silenciosos todo el tiempo, desde que una falúa nos llevó a través del brazo de agua del puerto grande hasta el pie de la puerta del Monte, y bajo sus dos torreoncillos entramos en la ciudad nueva de La Valetta —llamada así en memoria del gran maestre que la había construido tras dirigir la defensa de Malta durante el asedio—
83.
Observé las cintas de humo que se escapaban de ellos mientras unas chispas subían como un enjambre hacia el cañón
84.
No observé el menor brillo de reconocimiento en los grises ojos que me miraron por encima de las gafas de lectura
85.
–También habría que explicar por qué se dejaron los bolsos y carteras dentro de los coches, con la excepción de Deborah Harvey, cuyo bolso no se ha encontrado – observé
86.
–Ya sabe dónde está el bourbon – observé, mientras revolvía la sartén
87.
–Si sus muertes no están relacionadas con las otras y son obra de un profesional observé, escéptica -, ¿cómo te explicas que el asesino supiera lo de las cartas, Benton? Ni siquiera yo conocía la existencia de la jota de corazones hasta hace muy poco
88.
–Eso no excluye que el asesino dejara su coche en el motel, se llevara a las mujeres en el de Elizabeth y luego regresara, recogiera su coche y se marchara – observé
89.
La observé mientras llenaba con chile los boles de alfarería, aliñaba la ensalada de col y escanciaba el vino
90.
La observé en silencio, y sentí una punzada de impaciencia
91.
Es curioso que alguien tan antisocial haya abierto un negocio que lo obliga a relacionarse con los clientes, aunque sea una relación bastante limitada – observé
92.
Abajo, en la cocina, observé la silla junto al teléfono en la cual Mote debía de haber estado sentado durante horas esperando nuestra llegada
93.
Observé a todas las mujeres y luego recordé que" también debía prestar atención a los hombres, pues Denesa Steiner era muy lista: había dedicado la mayor parte de su vida a urdir engaños y tramas increíbles, y yo sabía lo astuta que la perversidad podía ser
94.
Ya en la acera, me detuve un momento y observé las farolas de gas situadas a intervalos considerables a lo largo de las calles estrechas y oscuras
95.
También observé un rastro de sangre en el suelo, pero éste era reciente y conducía a la parte trasera de una consola, donde los asesinos habían dejado a su última víctima
96.
La aparté un poco y la observé bien, como siempre lo hacía
97.
Observé por el parabrisas las señales reflectantes que íbamos pasando y que anunciaban salidas a calles de Baltimore que yo había conocido muy bien cuando estudiaba medicina en el Johns Hopkins
98.
–¿Qué me ofreces? – Observé su esbelta figura inclinada hacia delante; con un brazo mantenía abierta la puerta del frigorífico mientras con la otra mano tanteaba entre unas latas en las bandejas
99.
Observé que tenía sobre la mesa varios manuales del FBI, de tapas azul celeste, que procedían de Gestión de Ingeniería
100.
La observé con atención