1.
por la relajación moral absoluta suele resolverse en pereza crónica con crestas de auténtica
2.
De todos modos acabas de decir que lo peor es el abandono y la pereza
3.
Aballemos sin pereza L
4.
todaasamblea voto decisivo, y como están unidos con su pereza y aborrecen eltrabajo, son los mas
5.
Mientras se lavaba, los perros se acercaron y le olfatearon las botas,meneando con pereza el rabo
6.
la pereza del escrutiñador; y así,se cumplió el refrán en ellos de que pagan a las veces justos
7.
Mas agora, yatriunfa la pereza de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio dela
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la pereza, con andar por todas las partes del mundo,buscando las ocasiones que nos puedan hacer
9.
resistencia á las sugestiones del orgullo ó de lavanidad, puede muy bien explotarla la pereza
10.
Todas las pasiones, para el logro de su objeto,exigen algo; solo la pereza no
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El orígen de la pereza se halla en nuestra mismaorganizacion, y en el modo con que se
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funcionesorgánicas, la pereza tiene lugar en los actosdel espíritu como en los del cuerpo
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Razones que confirman lo dicho sobre el orígen de la pereza
14.
En prueba de que la pereza es un instinto deprecaucion contra el sufrimiento que nace
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La emulacion es un sentimiento poderoso, excelentepreservativo contra la pereza, contra
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vanidad y la pereza
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Razones que confirman lo dicho sobre elorígen de la pereza
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abiertos, sin comprender,moviendo con pereza las mandíbulas
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Al fin su tenacidad había vencido la pereza tradicional de las distintasoficinas por las que tuvo que pasar su demanda
20.
impulsos, esperando lasrevelaciones de la Pereza, esa gran
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indispensables justifican la pereza natural, y lafrugalidad en los goces trae en seguida
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es enel hombre hija de la pereza y madre de la constancia
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intención, de atraso, de pereza, deapatía, de egoísmo
24.
¿Es la pereza de imaginación o de raciocinio
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Rodaba con pereza, enredándose en la imperceptible
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pereza y la chismografía
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—Se ha de levantar usted á las cuatro de la mañana, que la pereza esmadre de todos los vicios
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regodeo de la pereza, mientras en los camarotesinmediatos
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revoluciones; de la pereza propia de los climascálidos; de la
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Se abanicaba con pereza, saboreando el descanso de que
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suelo, dominado por elvicio y la pereza? Cuanto más le miro,
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levantarse, y en talesdeliquios de la pereza, así como en las frecuentes rachas de murria,Emma
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inveterada pereza del espíritu, la ociosidad demuchas generaciones y la falta de
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Sobrevinieron entonces el desaliento, el malestar, la despreocupación yuna pereza
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Gobierno, que tales crímeneshabía permitido, si no por expreso consentimiento, por pereza y
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Trababan conversación, y las de Amézaga hablaban como con pereza
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Y la torpe pereza que los culpa,
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La razón me ordenaba no desfallecer, y me decía, con páginas que conocía muy bien, que lo instantáneo de la intuición sobrenatural era sólo la pereza del pensamiento y el reverso de un racionalismo empantanado en la imaginación
39.
Y es que después de varios días de una tremenda pereza mental, durante los cuales he sido un hombre físico, ajeno a todo lo que no fuera sensación, quemarme al sol, holgarme con Rosario, aprender a pescar, habituarme a sabores de una desconcertante novedad para mi paladar, mi cerebro se ha puesto a trabajar, como después de un reposo necesario, en un ritmo impaciente y ansioso
40.
Antes de caer en las estúpidas actividades que me hubieran alejado de la composición -mi pereza de entonces, mi flaqueza ante toda incitación al placer no eran, en el fondo, sino formas del miedo a crear sin estar seguro de mí mismo- había meditado mucho acerca de ciertas posibilidades nuevas de acoplar la palabra con la música
41.
Aquella noche quemó y abrasó el ama cuantos libros había en el corral y en toda la casa, y tales debieron de arder que merecían guardarse en perpetuos archivos; mas no lo permitió su suerte y la pereza del escrutiñador; y así, se cumplió el refrán en ellos de que pagan a las veces justos por pecadores
42.
Mas agora, ya triunfa la pereza de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la arrogancia de la valentía y la teórica de la práctica de las armas, que sólo vivieron y resplandecieron en las edades del oro y en los andantes caballeros
43.
Hemos de matar en los gigantes a la soberbia; a la envidia, en la generosidad y buen pecho; a la ira, en el reposado continente y quietud del ánimo; a la gula y al sueño, en el poco comer que comemos y en el mucho velar que velamos; a la lujuria y lascivia, en la lealtad que guardamos a las que hemos hecho señoras de nuestros pensamientos; a la pereza, con andar por todas las partes del mundo, buscando las ocasiones que nos puedan hacer y hagan, sobre cristianos, famosos caballeros
44.
Recordó, al oírlo, los mecanismos infantiles y vulgares que provocaban su risa y su admiración antes de que los preceptores taoístas lo previnieran contra la pereza del alma
45.
La marihuana y el hachís, también estimulantes eróticos, se consideran inocuos en varias partes del mundo, pero en otras están prohibidos porque relajan la moral, inducen a la pereza,
46.
No tole-raba la pereza; en su presencia la frase «no puedo» estaba prohibida
47.
No había, como en los antiguos hospitales de la ciudad, la tí-pica arena de operaciones con el aspecto de una plaza de toros -un ruedo central cubierto de aserrín o arena y rodeado de galerías para espectadores- sino pequeñas salas de cirugía con paredes, techo y piso forradas de baldosas y planchas metálicas que se cepillaban con lejía y jabón una vez al día, porque el difunto doctor Hobbs había sido de los primeros en aceptar la teoría de la propagación de infecciones de Koch y adoptar los métodos de asepsia de Lister, que la mayor parte del cuerpo médico todavía rechazaba por soberbia o pereza
48.
Tal vez me deseaba, porque los dos éramos jóvenes y estába-mos disponibles; tal vez creyó que con el tiempo llegaría a quererme; tal vez se casó conmigo por pereza y conveniencia
49.
Seguía sin apetecerme volver a casa, pero las razones de mi pereza no estaban allí, sino en el maletero de mi coche
50.
Pues tal era el oficio que le permitía ganarse la vida y alimentar a sus hijos, y lo ejercía sin pereza, desempeñando honradamente su profesión
51.
Para averiguarlo debía sacar el brazo de debajo de las cobijas y le daba pereza hacerlo
52.
El estado Vargas me recibía con una tarde de calor tropical que invitaba a la pereza, pero yo llevaba un programa muy apretado y lo primero que hice fue intentar contextualizarme
53.
Bruno era dar una vuelta por allá; mas cuando [154] lo pensaba, le invadía la pereza, la terrible parálisis de su voluntad, fomentada incesantemente en el casino y agravada con otras distracciones que cargaban de plomo sus miembros y su no muy viva inteligencia
54.
Enrique, sino más bien pantalla política que su padre usaba para que no le descubriesen los verdaderos móviles de su pereza, no pasaba día sin que tratase de vencer, ya con razonamientos, ya con [240] carantoñas, la obstinación del buen manchego
55.
Manifestose en la señora desde aquel día visible inclinación a la pereza y al silencio
56.
La querencia de la comodidad, estimulada por la pereza, le llevó también a desechar el poncho, sustituyéndolo por un chaquetón pardo que le dio [162] Leoncio, muy holgado y de abrigo
57.
Era un dolor verlos caer y humillarse a [279] la pereza, y requerir el olvido de lo que fueron
58.
Respecto a la salud, dio Novaliches las mejores impresiones; ya no le quedaba al niño más que algo de tos y un poquito de pereza
59.
No sabía tampoco Fajardo que Ibero había ido cayendo en una dulce pereza mental, a medida que el alma de la pecadora penetraba más en la suya
60.
Primer síntoma de aquella pereza era un creciente olvido del ensoñado amor que le hizo caballero de una Dulcineíta lejana
61.
Gracias al sostenido paso militar, llegaron a Bergüenda cuando los gallos, con alegre clarín, espantaban a la Pereza y mandaban descorrer el velo del Día
62.
Los molinos y demás artefactos ingeniosos que durante milenios de dejar pasar el tiempo contemplándose el ombligo fueron inventados por la pereza humana, seguían dando vueltas solitarias
63.
Administración, Hacienda, Instrucción Pública, permanecían en el mismo estado de quietismo y pereza oriental
64.
En la soledad de mi casa, suspendidas ya las caminatas campestres, el buen Segis trataba de sacudir mi pereza mental refiriéndome pormenores de la maquinación sediciosa
65.
Pero la paz es un mal si representa la pereza de una raza, y su incapacidad para dar práctica solución a los fundamentales empeños del comer y del pensar
66.
Luego, con mucha pereza, metió el libro en el bolsillo, apartó la espalda del estanterol, se puso en pie, anduvo por el corredor de la banda diestra entre la gente que allí estaba tumbada, y echando una pierna fuera y luego la otra se agarró a un cabo suelto para pasar a la Caridad Negra
67.
Buscando cabezas picudas como signo de maldad, frentes estrechas delatando a estúpidos e ignorantes, cejas ralas y unidas proclives al vicio, dientes caballunos propensos al mal, orejas malvadas de macho cabrío, narices corvas de impudicia y crueldad —lo de la cara de buey o vaca tenía que ver, recuerda Tizón, con pereza y cobardía—
68.
Por un momento el corsario imagina la tibieza de su cuerpo, la expresión al abrir los ojos por la mañana, la pereza de los primeros movimientos, la luz del sol que entra por la ventana al iluminar su rostro
69.
Dentro de la apatía general, la vida se había tornado mediocre y provinciana; la sociedad, carcomida por la pereza y la envidia -esos entrañables vicios nacionales-, navegaba a la deriva, acanallada, sin horizontes, encallecida en sus prejuicios y en su ignorancia
70.
En realidad, debería estar escribiendo un informe sobre el interrogatorio de Sjur Flateby y de los demás testigos, pero le daba pereza
71.
Aquél era un paraíso de la pereza, comparado con los deberes en alta mar
72.
Llegó a su habitación, se quitó los zapatos y descalza fue directamente a echarse sobre la cama, disfrutando de ese momento de pereza
73.
Los pecados que confiesa deben de ser menos que veniales: cierta pereza al abandonar la cama, un poco de gula a la vista de ese batido de nata que liba en «Ochoa» y un atisbo de envidia hacia los mártires que tuvieron la oportunidad de morir en la arena del circo, devorados por las fieras
74.
La simple Aritmética necesaria para establecer con seguridad suficiente una órbita que permitiera hallar a Ceres en su recorrido alrededor del Sol, no hay duda de que habría destrozado las máquinas de calcular actualmente empleadas; pero para aquel joven cuya memoria sobrehumana le permitía pasarse sin la tabla de logaritmos cuando tenía prisa o cuando su pereza no le dejaba buscarla, toda esta interminable Aritmética, logística, no aritmética, era un juego de niños
75.
Fue una desgracia para el metafísico Hamilton que su pereza no le permitiera ir más allá de los conocimientos superficiales de la Matemática elemental que recibiera en la escuela, pero la "omnisciencia era su punto débil", y cuando comenzaba a pronunciar conferencias y a escribir sobre filosofía, se creía obligado a decir al mundo cuán inútil era la Matemática
76.
Y palmeras de las que llueve sobre los ojos la pereza,
77.
Con el pasar de los días, fui aceptando con resignación que, dada mi paupérrima imaginación y mi considerable pereza, llenaría ese cuaderno con apuntes de las aventurillas que soñaba ciertas noches, así que lo llamé "Diario de mis sueños" y resolví muy convenientemente que, para no fatigarme demasiado, dejaría que mi subconsciente escribiese el libro por mí
78.
Es un fraude que se basa en la pereza de los jugadores
79.
por pereza en los adioses
80.
Y no por pereza o astucia, lo que sin duda impedía a los abogados concluir su redacción, sino porque tenía que recordar y examinar concienzudamente, toda su vida, sin tener conocimiento de la acusación y de sus posibles ampliaciones
81.
Karl entró con timidez y de prisa, costumbre que había adquirido en el hotel, pues la lentitud y cautela, que en un particular son señal de cortesía, considerábase pereza en un ascensorista
82.
A Elsa grande la invadía una inmensa pereza cuando pensaba en ello
83.
Disponer las copas, con la pereza enorme que me da sacar el hielo -un whisky para mí, para él el zumo-, me exime de palabras de consuelo al padre abandonado de Maripi y, por supuesto, hago caso a Marga, que me aconseja: no te metas en cosas de familia, tú no te metas
84.
Me da pereza explicarle por qué me vine a Madrid sin avisar y debo hacerlo cuanto antes; temerá ya que pueda haberme ocurrido un accidente y hablaré con Isabel, a quien mamá habrá llamado antes que a la Guardia Civil
85.
La pereza se lleva en los cestos
86.
Involuntariamente aflojaron el paso, poseídos por una pereza contagiosa, una atmósfera relajada y contemplativa que disipaba incluso la estrechez de miras de Entreri
87.
La visión de una gotera cuyo dibujo recuerda el de una foca la distrae momentáneamente de la idea de los trajes, luego piensa que así tirada se le puede pasar la tarde y que mejor sería llegarse a casa de la modista por pereza que dé y decirle las reformas que quiere
88.
El papa Gregorio Magno extendió esa prohibición a toda la cristiandad y siguió hablando de ocho pecados viciosos: envidia, ira, gula, lujuria, avaricia, pereza, soberbia y vanagloria
89.
No vi al Lute, ni a ningún otro ser humano, aquella tarde, ni la siguiente, ni la otra, pero conservé una extraña fe en aquel camino, que seguía prometiéndome mucho más de lo que me daba, y me daba al menos la oportunidad de estar solo, solo del todo, como si el resto del mundo fuera disolviéndose sin pereza y sin dolor al esforzado ritmo de mis pasos
90.
Él también vería cómo los rayos de luz se arrastran con la pereza de un caracol y palidecen más y más, subiendo por la pared como las agujas de un reloj que midiera la eternidad
91.
Quizá fuese una cuestión de pereza
92.
Inventa historias para desconcertarme, y ahora que tiene el pan asegurado, se revuelca en la pereza, hay días en los que apenas sale de la cama, enfrente de la cual se hace poner la televisión
93.
Aquella noche quemó y abrasó el ama cuantos libros había en el corral y en toda la casa; y tales debieron de arder, que merecían guardarse en perpetuos archivos; mas no lo permitió su suerte y la pereza del escrutiñador, y así se cumplió el refrán en ellos de que pagan a las veces justos por pecadores
94.
Mas agora ya triunfa la pereza de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la arrogancia de la valentía, y la teórica de la práctica de las armas, que sólo vivieron y resplandecieron en las edades del oro y en los andantes caballeros
95.
Y aunque reconoció a su hermano, hizo un gesto de abandono, como queriendo señalar que le daba pereza salir del frasco
96.
Me incliné sobre la mesa para llenar los vasos de vino mientras con pereza pensaba que tenía que entrar para servir el almuerzo, compuesto de carne fría, ensalada y baguettes
97.
Al final de una de las empresas más nobles de la historia del mundo hace una confesión: «Como tú sabes, tenía que esforzarme para ser activo, pues siempre he sido inclinado a la pereza
98.
Pero en el granero había calma y zumbido y pereza y calor