1.
pese a que también existe una gran concentración en el
2.
Pese a su origen censor, la legislación sobre esta
3.
Pese a todo el valor que se le concede a lo digital y al
4.
Pese a todo, mientras estén a
5.
Pese a ello mis padres insistieron en convertir a su hijo en un hombre
6.
La construcción del conocimiento es una empresa colectiva, en la cual el producto individual, pese a su relevancia, tiende a desactualizarse, no a la consagración
7.
- Pese al auge que tuvo la investigación sobre socialización en la década de los setenta, existen, sorprendentemente, pocos estudios y escasos conocimientos seguros acerca del rol de los medios masivos de comunicación en el proceso de la socialización política
8.
- Con todo, y pese a todas las disputas en torno a la interpretación, se cuenta con conocimientos ciertos sobre el hecho y la dirección del cambio en los valores políticos
9.
pese a algunas dudas sobre la adecuada complejidad de sus instrumentos- suficientes puntos de referencia para descartar el rol presupuesto hasta ahora por los propios medios que, en todo caso, era secundario
10.
Es obvio que tales retos implican volcar la voluntad política de los partidos representados en la Asamblea Legislativa para que se aboquen al conocimiento y discusión de estas grandes cuestiones que -pese a sus importancia- permanecen sin resolverse, no obstante que el país se encuentra en una encrucijada que lo obliga a modernizarse muy aceleradamente, para poder tener viabilidad en un contexto global marcado por el cambio, en el que las condiciones de la especialización y la regionalización son impuestas por circunstancias externas
11.
alteraciones sociales relevantes, pese a las constricciones y asimilaciones impuestas por
12.
Pese a las supuestas
13.
A diferencia de los otros tres países en los cuales la población espera poco del Estado, la población costarricense, pese a las múltiples críticas en su funcionamiento, ha mantenido altas expectativas sobre el papel del Estado en la asignación de los recursos
14.
Pese a la estabilidad y al crecimiento económico, la desigualdad se mantuvo constante, tal como lo registran los coeficientes de Gini de 0
15.
Pese a los esfuerzos por fortalecer la presencia de la política social en la vida de los chilenos y las chilenas,
16.
Asimismo, la evidencia sugiere que, pese a las limitaciones en las fuentes estadísticas, el análisis estadístico de conglomerados constituye una técnica adecuada para reconstruir las constelaciones de las variables entre las cuales se encuentre la política social
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Oíanle ellas embelesadas, pese a su gran recato y a lo
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consecuencia, no es el uso hoy,pese a la revolución, que una
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Las secciones 1, 2, 5, 6, 7 y 8 permanecerán vigentes pese a
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recopiladas,según le habían asegurado; él, pese a todas las leyes del mundo, nodisponía de un
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La sugerencia, pese a su eficacia, fue acogida
22.
De todos modos, pese a esa rapidez pasaron días antes de que el capitán Kremer pudiese establecer contacto con el coronel Zerna
23.
Los meses invernales parecían interminables y, pese a ello, cuando todo el mundo creía haber llegado a un punto en que no lo soportaría más, la primavera llegaba de manera repentina cogiendo desprevenidos incluso a los más avisados habitantes de Solace
24.
La forma del otro lado de la lona se escabulló rauda, sigilosa, pese a lo imprevisto y precipitado de su huida
25.
Pese a que su voz no sufrió exagerados quiebros, sus ojos se desorbitaron y empezaron a escrutar el entorno al estilo de los que detectan animales feroces por todas partes
26.
–¡Por los dioses! – se horrorizó Avondale, que, pese al patente movimiento de sus mandíbulas, no atinaba a articular instrucciones
27.
Cuando se hubo ajustado el batiente, Oswal escudriñó al excitado caballero, que, gracias a su disciplina, se mantenía enhiesto, pese a que le temblaba todo el cuerpo
28.
El coronel fijó la mirada en los ojos del soldado, que no perdían vitalidad pese a los estigmas del agotamiento
29.
Pese a la escasez de su renta, consiguen arreglarse con la ayuda de su familia, sus amigos y los préstamos de los bancos
30.
Pese a la ironía que rebosaba su tono, el semblante del presunto encantador era ahora tan impenetrable como lo fue siempre el de Rennard
31.
Festoneaban sus rasgos enaniles unas hirsutas patillas y, pese a su apariencia
32.
Alguien se destacó de las llamas, era un ente que, pese a estar envuelto en su
33.
–De manera que eres un caballero, pese a toda la locura…
34.
Ella había continuado soñando con esa clase de caballería pese a los tropiezos en las luchas y la incertidumbre del mando, pese a las desencaminadas visiones en los ópalos y a los desastres que parecían sobrevenir cuando el muchacho era guiado por las piedras, el broche y los augurios
35.
Pese a ello, parecía lógico y prudente penetrar en las tinieblas con la debida precaución… Sí, eso parecía solámnico y como exigía la Medida
36.
Tan a menudo intenté enmendarme sin lograrlo, pese a que había reconocido ya todo el valor de las razones morales que me exponéis…
37.
pese a que ello nos ahorraría muchas molestias con el casero
38.
Pese al hermoso dia y al ofrecimiento que se hizo a las prisioneras para que bajaran al jardin a pasear, las tres mujeres rehusaron: tras la ejecucion de su marido, la reina se mantenia obstinadamente en su habitacion para evitar el paso ante la puerta del apartamento que habia ocupado el rey en el segundo piso
39.
Pese a estas inquietudes, algunas naciones, como Francia y Japón, han apostado fuerte por la energía nuclear
40.
Pese a las indignadas protestas pacifistas y los compromisos solemnes de los tratados para invertir la carrera nuclear, cada año Estados Unidos y la Unión Soviética se las arreglan para fabricar nuevos artefactos atómicos capaces de destruir todas las ciudades importantes del planeta
41.
Tras los desastres del transbordador espacial Challenger y de la central nuclear de Chernobil, tuvimos que recordar que, pese a nuestros mejores esfuerzos, la alta tecnología puede tener fallos catastróficos
42.
Era la una de la manana y Maurice, pese a su vigor atletico, estaba deshecho por la fatiga: por fin renuncio a su busqueda, y Lorin detuvo un coche de alquiler
43.
Lorin dijo que, pese a todo, dudaba de la veracidad de tal acusacion
44.
–Eso es precisamente lo que me trae a casa del ciudadano Girard -dijo el joven en voz alta, al tiempo que, pese a la oposicion de la mujer, penetraba en la casa hasta la habitacion del abate
45.
Quererme un poco dije, mientras los latidos de mi corazón casi me impedían hablar; pues, pese a las sonrisas medio burlonas con que había acompañado toda aquella conversación, me parecía que Marguerite empezaba a compartir mi turbación y que me acercaba a la hora esperada desde hacía tanto tiempo
46.
Pese a su dicha por encontrarse con viejos amigos, le resultaba imposible evitar que la tristeza lo visitara de vez en cuando
47.
Pese a todo lo que había sucedido desde entonces, Jack sintió la declaración de Rosewicz como un duro golpe en el estómago
48.
Pese a sus protestas, el sabía que no eran muy sinceros al decirle que era un hombre libre
49.
Pese a la alegre jovialidad de McBride, en el piso dominaba la seriedad
50.
Pese a los escasos recursos con los que se cuenta en una cárcel, las damas rivalizábamos para ver cuál de nosotras lucía un «tajo» más realista
51.
Ahora bien, ni las fichas ni los empresarios de la noticia hicieron su labor gratis, pese a que suponía la defensa de sus intereses
52.
Hasta los colonos conocían sus connotaciones, pese a que las religiones que engendraron diablos habían desaparecido hacía milenios
53.
Las amebas, pese a tratarse de células independientes que hasta la fecha no se habían relacionado entre ellas, se reparten el trabajo
54.
Investigaciones Hernando se rió como se ríen los tipos duros cuando se permiten, pese a todos los esfuerzos de las chicas como yo, ablandarse un poco
55.
Debido a que "pese a ello (los detenidos) habrían continuado su fuga", los centinelas de guardia "hicieron blanco en sus cuerpos provocándoles la muerte"
56.
Me subí sobre los hombros de Mercedes, que, pese a mi esmirriada complexión, se bamboleaba como barquilla al viento, y tendí sobre el remate del muro una manta que habíamos adquirido aquella misma tarde en un local que tal artículo vendía
57.
Algunas son capitales para aumentar la felicidad y otras, lógicamente, pese a ser resplandecientes, deben evitarse como la peor de las amenazas
58.
Pese a que los centinelas les gritaron ¡Alto! varias veces, e incluso dispararon al aire para amedrentarlos, no se detuvieron»
59.
Pese a la desconfianza que me produjo, decidí esperar
60.
Siempre esos silencios son incómodos, pero pese a eso Chaparro los disfruta muchísimo
61.
Pese a sus excentricidades Morales habría terminado por caerles bien, y el viudo deseaba mantener intacto el buen recuerdo
62.
Mehmet, pese a sus 25 campañas militares, no fue únicamente un gran soldado
63.
La situación en esos días era de desasosiego, ansiedad y preocupación en los dos bandos: los bizantinos no podían creer que hubiesen aguantado tanto, estaban exhaustos, sus murallas se venían abajo en varios puntos, estaban solos, abandonados por occidente, y se encomendaban a Cristo y la Virgen; asimismo la antigua profecía de la luna en el cuarto menguante les ensombrecía el ánimo aún más; los otomanos estaban desilusionados, no podían creer que pese a sus esfuerzos no hubieran podido hasta ahora hacer entrar un solo soldado en la ciudad, la flota no les daba satisfacciones, sus zapadores eran descubiertos y muertos en todos lados, las enormes torres de madera eran incendiadas, no podían construir caminos o puentes sobre el foso, y cada asalto había sido rechazado invariablemente; la única satisfacción de los turcos habían sido sus cañones, que habían debilitado bastante a las murallas, especialmente en el sector del Mesoteichion, el cual era ahora la única esperanza posible para Mahomet
64.
No obstante, la corriente de la historia estaba allí, tenaz pese a la incomprensión de la monarquía y los vigilantes ingleses
65.
Y, pese a todo y potencias occidentales en principio renuentes, parece actuar siguiendo la estela del sueño: el 3 de Febrero de 1919 en la Conferencia de París, exige las tierras de la Rumelia -nombre bien significativo que se otorgaba por entonces a Tracia-hasta las puertas de Estambul
66.
Hasta entonces, pese a la fascinación que en ella ejercían Hilaria y su tabuco, y pese al deseo que ella misma tenía de huir de su propio pasado y olvidarse de su propia identidad, Ana seguía siendo, aparencialmente, la hija del señor de la torre
67.
El proceso ha comenzado con algo que no tiene nada que ver con Arthur; el juez, un hombre cortés y de aspecto casi humano pese a ir ataviado con la tradicional toga escarlata y la peluca blanca, se ha dirigido a los miembros del jurado durante un buen rato para informarles de sus derechos y deberes
68.
El viajero sabe que el uso que tiene el género humano de desaparecer es ley de vida a la que no cabe substraerse pero, pese a todo, no se acostumbra a sembrar de amigos difuntos el recuerdo
69.
Pese a ello, y también pese a que durante toda la tarde y la noche las noticias que llegaban a la Zarzuela sobre las capitanías generales variaban de minuto en minuto y con frecuencia eran o parecían contradictorias, es muy posible que antes de las nueve de la noche el Rey tuviera la certeza razonable de que a menos que un imprevisto diese un vuelco a la situación los capitanes generales no iban a atreverse por el momento a desobedecer sus órdenes
70.
Pese a sus similitudes, eran tres hombres dispares que se lanzaron al golpe guiados por motivaciones políticas y personales dispares; puede que las últimas no sean menos importantes que las primeras: aunque la historia no se rija por motivaciones personales, detrás de cada acontecimiento histórico hay siempre motivaciones personales
71.
pese a que fue el único de ellos que obtuvo los diplomas de Estado Mayor de los tres ejércitos, a la muerte de Franco nadie encarnaba mejor que Milans el prototipo de militar de intemperie y de ideas sucintas, alérgico a los despachos y los libros, directo, expeditivo, visceral y sin doblez que idealizó el franquismo
72.
Creía tener un comprador en perspectiva ya, pese a que los agentes de la autoridad encargados de tramitar la operación sólo hacía una semana que se ocupaban de aquel asunto
73.
» Cumplió con su palabra justo a tiempo: el 23 de febrero le faltaban sólo cuatro meses para recibir el pase a la reserva; también cumplió con sus genes golpistas y monárquicos, puesto que, pese a ser un franquista acérrimo, su golpe no aspiraba a ser un golpe contra la monarquía, sino con la monarquía
74.
Pese a ser contradictorias, muchas de ellas son válidas; o pueden serlo: segmentar la historia es realizar un ejercicio arbitrario; en rigor, es imposible precisar el origen exacto de un acontecimiento histórico, igual que es imposible precisar su exacto final: todo acontecimiento tiene su origen en un acontecimiento anterior, y éste en otro anterior, y éste en otro anterior, y así hasta el infinito, porque la historia es como la materia y en ella nada se crea ni se destruye: sólo se transforma
75.
Sea como sea, el Rey se apresuró a cumplir lo prometido y, pese a la drástica oposición de Suárez, que desconfiaba más que nunca de las maquinaciones del antiguo secretario real, consiguió que el ministro de Defensa reservase para Armada la plaza de segundo jefe de Estado Mayor del ejército
76.
Pese a que hacía muchos meses que la clase dirigente la pedía a gritos, la noticia sorprendió a todo el mundo, y cabe imaginar que en el primer momento Armada pensara con razón que Suárez había dimitido para abortar las operaciones políticas dirigidas contra él, entre ellas la Operación Armada; pero igualmente cabe imaginar que en el segundo momento el general intentase convencerse de que, lejos de complicarle las cosas, la dimisión de Suárez se las simplificaba, puesto que le ahorraba el trámite incierto de la moción de censura y dejaba su futuro político en manos del Rey, a quien la Constitución otorgaba la potestad de proponer el nuevo presidente del gobierno previa consulta con los líderes parlamentarios
77.
Así también, la Constitución fue un intento logrado de dotar a la democracia de un marco legal duradero; pero lo más probable es que Suárez sólo accediera a elaborarla presionado por las exigencias de la izquierda, y es seguro que, pese a que al principio hizo lo posible por que el texto se ciñese al pie de la letra a sus intereses, cuando comprendió que su pretensión era inútil y perniciosa se esforzó más que nadie para que el resultado fuera obra del acuerdo de todos los partidos, y no, como lo habían sido todas o casi todas las constituciones anteriores, un motivo continuo de discordia y a la larga un lastre para la democracia, igual que es verdad que para conseguirlo siempre buscó aliarse con la izquierda y no con la derecha, lo que produjo más resquemores en su propio partido
78.
Pese a ello, es probable que durante esa época de desastres -mientras se acercaba el momento de su renuncia a la presidencia y el momento del golpe militar y se imaginaba a sí mismo en el centro del ring, ciego y tambaleándose y resollando entre el aullido del público y el calor de los focos, políticamente hundido y personalmente roto-Suárez se imbuyera más que nunca de su papel aristocrático de hombre de estado progresista, cada vez más convencido de ser el último baluarte de la democracia cuando todas las defensas de la democracia se derrumbaban, cada vez más seguro de que las innumerables maniobras políticas emprendidas contra él entreabrían las puertas de la democracia a los enemigos de la democracia, cada vez más profundamente investido de la dignidad de su cargo de presidente de la democracia y de su responsabilidad como hacedor de la democracia, cada vez más incorporado el personaje a su persona, como un Suárez inventado pero más real que el Suárez real porque se sobreponía al real trascendiéndolo, como un actor a punto de interpretar la escena que lo justificará ante la historia escondido tras una máscara que antes que ocultarlo revela su auténtico rostro, como un Emmanuele Bardone ya convertido sin retorno en el general De la Rovere que en la tarde del 23 de febrero, en el momento de la verdad, mientras las balas zumbaban a su alrededor en el hemiciclo del Congreso y los diputados buscaban refugio bajo sus escaños, hubiera permanecido en el suyo en medio de aquel estruendo de batalla para aplacar el temor de sus compañeros y ayudarles a encarar el infortunio con estas palabras: «Amigos, os habla vuestro presidente
79.
Su vocación era sin embargo mucho más fuerte que su insolvencia y, pese a la promesa que le había hecho al Rey, ese período sin política fue breve y su alejamiento del poder relativo; después de todo aún mantenía cierto control de UCD a través de algunos de sus hombres, lo que no impidió que el partido continuara desquiciándose ni que él asistiera al desquiciamiento con un disgusto mezclado de rabia vindicativa: contra lo que tantos correligionarios venían predicando desde tiempo atrás, aquello probaba que su liderazgo no había sido la causa de todos los males de UCD; con su sucesor, en cambio, el disgusto carecía de mezcla: tan pronto como llegó a la presidencia del gobierno Calvo Sotelo empezó a adoptar medidas que corregían de raíz la política de Suárez y que éste interpretó como un giro intolerable a la derecha
80.
¿Qué han hecho ellas? ¿Qué hemos hecho nosotros?» Suárez entiende que tales preguntas son absurdas, «el tributo lógico de la egolatría instintiva», pero que pese a ello las formule prueba que se las hizo muchas veces y que, aunque no hubiera leído a Max Weber, muchas veces el remordimiento lo mortificó con el reproche ilusorio de que el diablo había venido a cobrarse su parte del trato y de que el yermo abrasado que lo rodeaba era el fruto de la egolatría instintiva que le había permitido llegar a ser quien siempre quiso ser
81.
De pie frente al atril y la multitud, Suárez luce traje oscuro, camisa blanca y corbata de lunares; tiene setenta años y, pese a que su cuerpo conserva vestigios de su prestancia de tenista y de su porte de bailarín de verbena, los aparenta, el pelo entretejido de blanco, las generosas entradas, la piel moteada por las manchas de la vejez
82.
Todavía bajo el efecto de la tremenda tensión militar provocada por el consejo de guerra multitudinario y por la condena de algunos de los jefes más prestigiosos del ejército, hubo quien interpretó el cuádruple atentado como un signo de que estaba en marcha un nuevo golpe militar y como un aviso al CESID para que esta vez no se interpusiera en el camino de sus organizadores; lo más probable es que fuese un aviso más personal: muchos militares y guardias civiles estaban furiosos con el CESID porque el 23 de febrero no se había puesto del lado del golpe y había hecho lo posible por pararlo, pero aún estaban más furiosos con Cortina, que según ellos había lanzado a los golpistas a la aventura, los había abandonado a mitad del recorrido y había logrado pese a todo salir indemne del juicio
83.
Svanvith, con la que ya estaba prometido en el momento de partir para la guerra, se enfrentó a su propia familia —que hubiese deseado que rompiera el compromiso matrimonial— y se casó con él pese a su invalidez
84.
Pese a que le costase reconocerlo, nada valía tanto para él como el momento en que, bajo la fugaz ilusión de adueñarse del secreto de su alma, veía de nuevo dibujarse el placer en su rostro y exaltar, en el estremecimiento de cada fibra de su cuerpo, la belleza de sus rasgos
85.
Sin embargo, las repentinas miradas de dicha que le había lanzado en la tienda de tejidos fueron como abrir una ventana a un mundo de pequeñas y posibles alegrías y le hicieron creer, pese a todo, que estaba en condiciones de proporcionarle un poco de serenidad
86.
Pese a tener entradas, llevaba los cabellos largos, aunque recogidos en la nuca
87.
Los bátavos eran magníficos y valientes guerreros, pero pese a ello eran germanos, su servicio como auxiliares del ejército romano —que había sido siempre a cambio de cualquier tributo— los había hecho objeto del odio visceral de los pueblos establecidos al otro lado del Rin, y en Ildiviasio él mismo había podido comprobar con cuánta aversión luchaban contra ellos
88.
Daniel, su preferido, le había cogido la mochila, pese a sus protestas, pero de todos modos tenía que redoblar el paso para seguir a la altura del grupo, y el aire afilado de la mañana le quemaba los pulmones
89.
Pese a que no era prudente transitar solo por las calles y callejones oscuros, Valerio, que siempre llevaba consigo su espada, decidió dar un paseo, adentrándose en aquella corriente de vida antes de volver a recluirse en sus dependencias
90.
Había otras mujeres allí, por lo que nadie se sorprendió, pese a que los tipos más aviesos, al ver la espada de Valerio, no se alegraron de su entrada en el local
91.
Pese a las dramáticas circunstancias, la nevada había traído la felicidad a los niños que, indiferentes al frío y al estado de asedio, jugaban por toda la ciudad
92.
Pese a no descuidar el cumplimiento de los ritos y sacrificios de la antigua tradición romana, les daba poco crédito, y menos aún a los nuevos cultos orientales, como el de Mitra, el dios—luz, que desde hacía tiempo había cautivado a sus soldados
93.
Se recibía una impresión más favorable de la ciudad si se la miraba desde el sur o desde la orilla derecha a la altura del fuerte de los Matiacos, pese a que el teatro y el gran cenotafio dedicado a Druso, cerca del río, resultaban un poco desproporcionados con respecto a la ciudad, relativamente extendida pero caracterizada por edificios, por lo general, de una altura modesta y, salvo las columnatas romanas del foro, no especialmente imponentes
94.
En pocos años multiplicó su capital y consiguió abrir una venta y una posada en Mogontiacum, asociándose con un estúpido vendedor de cerveza con el que luego se casó, pese a que tenía veinte años más que ella
95.
Valerio advirtió que sus rasgos parecían nobles y que, pese a las lamentables condiciones en las que se encontraba, su actitud resultaba muy tranquila
96.
Pese a constituir un cargo temporal, la designación por parte de Augusto representaba un gran honor para Valerio, sobre todo porque Probo había tomado su decisión antes de recibir la noticia de su victoria sobre los turingios
97.
Salvo cuando un daño irreparable, suela abierta, empeine cortado o tacón torcido, no dejaba ninguna duda sobre la acogida que recibiría al volver, tragaba saliva con el estómago apretado, durante las dos horas de estudio, tratando de compensar su falta con un trabajo más atento, pero, pese a todos sus esfuerzos, el miedo a los golpes era una distracción fatal
98.
Ermanfred era un joven alto y robusto, parecido a su padre, del cual, entre otras cosas, había heredado la complexión física más que los rasgos del rostro, que eran menos esculpidos, aunque marcados por un gesto de arrogancia que no despertaba una inmediata simpatía, pese a que su mirada fuese firme y resuelta y estuviese animada por el ardor de los impulsos
99.
Aquella noche en él, sí, aquellas raíces oscuras y enmarañadas que lo ataban a esa tierra espléndida y aterradora, a sus días ardientes y a sus noches rápidas que embargaban el alma, y que había sido como una segunda vida, más verdadera quizá bajo las apariencias cotidianas de la primera y cuya historia estaba hecha de una serie de deseos oscuros y de sensaciones poderosas e indescriptibles, el olor de las escuelas, de las caballerizas del barrio, de la lejía en las manos de su madre, de los jazmines y la madreselva en los barrios altos, de las páginas del diccionario y de los libros devorados, y el olor agrio de los retretes de su casa o de la quincallería, el de las grandes aulas frías, donde a veces entraba solo, antes o después de las clases, el calor de sus compañeros preferidos, el olor a lana caliente y a deyecciones que arrastraba Didier, o el del agua de colonia con que la madre de Marconi, el alto, lo rociaba abundantemente y que le daba ganas, en el banco de su clase, de acercarse todavía más a su amigo, el perfume del lápiz de labios que Pierre había robado a una de sus tías y que olían entre ellos, perturbados e inquietos como los perros que entran en una casa donde ha pasado una hembra perseguida, imaginando que la mujer era ese bloque de perfume dulzón de bergamota y crema que, en el mundo brutal de gritos, transpiración y polvo, les traía la revelación de un universo refinado{178} y delicado, con su indecible seducción, del que ni siquiera las groserías que lanzaban a propósito del lápiz de labios llegaba a defenderlos, y el amor de los cuerpos desde su más tierna infancia, de su belleza, que le hacía reír de felicidad en las playas, de su tibieza, que lo atraía constantemente, sin idea precisa, animalmente, no para poseerlos, cosa que no sabía hacer, sino simplemente para entrar en su irradiación, apoyar su hombro contra el hombro del compañero y casi desfallecer cuando la mano de una mujer en un tranvía atestado tocaba durante un momento la suya, el deseo, sí, de vivir, de vivir aún más, de mezclarse a lo que de más cálido tenía la tierra, lo que sin saberlo esperaba de su madre y que no obtenía o tal vez no se atrevía a obtener y que encontraba en el perro Brillant cuando se tendía junto a él al sol y respiraba su fuerte olor a pelos, o en los olores más fuertes o más animales en los que el calor terrible de la vida se conservaba, pese a todo, para él, y del que no podía prescindir
100.
Con todo, y pese a encontrarse a mitad de camino entre los súbditos más miserables y los esclavos, su suerte aún no había dejado de empeorar