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quevedos frases de exemplo
quevedos
1. —No abundan los Quevedos, hermano, y necesario erauno para que la buena doña
2. mentón y quevedos de oro, queantes de acomodarse en la
3. Uno de ellos no hablaba tanto como los demás, pero les observaba con sus brillantes ojos inmóviles, que parecían unidos por sus quevedos, mientras su persistente sonrisa, bajo sus estrechos bigotes negros, estaba muy cerca de reflejar un desprecio permanente
4. El doctor asintió, después se recostó en la silla y se quitó los quevedos
5. El marqués, tras retirarse los quevedos, con un pañuelo de batista se enjugó una lágrima furtiva
6. Lo acarició y, en el ventanuco, entre las estrellas y el vapor de la luna, vislumbró el rostro de un cliente de Clara: un diplomático calvo con quevedos de oro
7. Escalante tomó los quevedos del bolsillo y se los calzó
8. El subdirector entró en seguida, permaneció cerca de la puerta, limpió sus quevedos era una nueva costumbre que había adquirido, miró a K y, a continuación, para no dar la impresión de fijarse demasiado en él, paseó la mirada por la habitación
9. El conde sacó un papel en blanco y se apoyó los quevedos en la nariz
10. —Se ajustó los quevedos y miró a Azoth—
11. El conde Drake se quitó los quevedos y se frotó el caballete de la nariz
12. El conde Drake sacó los quevedos del bolsillo de su chaleco pero no se los puso
13. El conde se dio un golpecito en la palma de la mano con los quevedos
14. Shabet sacó unos quevedos del bolsillo de su chaqueta y se los puso en la nariz
15. –¡Claro! ¡Son los quevedos!
16. La mujer frunció, el ceño debajo de los quevedos bifocales
17. –Por ejemplo, cuando los quevedos se enredaron en el aparejo, ¿se acuerda usted?
18. Sólo Dios podía saber lo que le había ocurrido a ella, tal vez había viajado al cielo y se había quedado allí con su asma, sus caramelos de regaliz y sus quevedos atados con un cordón negro
19. Su suegro se puso los quevedos y contempló el dibujo largo rato, asintiendo con la cabeza
20. Y, arqueando las cejas, a través de los cristales de los quevedos que ahora necesitaba para hacer labor pero que no sabía bien cómo ponerse, clavó la vista en las agujas, que chocaban entre sí con un suave tintineo y a una velocidad vertiginosa
21. Campillo hizo una pausa, se puso los quevedos y utilizó el pañuelo para secarse el sudor de la cara
22. Se abalanzó literalmente sobre los quevedos; sus dedos acariciaron la convexidad[66] de los cristales… y entonces me miró de un modo aterrador
23. Quitándose los quevedos con ambas manos, los posó con decisión en la mesa, y apoyándose en los codos se inclinó hacia mí en actitud confidencial