1.
–¡Tú no crees en los dioses, Telamón!
2.
¿Qué edad tienes, Telamón?
3.
–Incluso en Tarento, en el sur de Italia -precisó Telamón acabando la lista por ella
4.
¿Crees en la vida después de la muerte, Telamón?
5.
Tienes la reputación de ser un gran físico, Telamón -sentenció mientras se sentaba-
6.
–Están equivocados -respondió Telamón, muy seguro de sí mismo-
7.
Telamón desató el cordón, puso la bolsa boca abajo y vació las monedas de oro sobre el suelo, donde tintinearon y rodaron
8.
Telamón se ocupó de desabrochar la hebilla y entrecerró los párpados mientras lo hacía
9.
Telamón se la estrechó
10.
¿Todavía disfrutas con su obra, Telamón?
11.
–Es lo que queda de una leyenda, Telamón
12.
Telamón guardó el frasco en la alforja y abrochó las hebillas
13.
Telamón se limpió los dedos en la túnica
14.
Fingió un saludo y señaló a Telamón
15.
–Ah -advirtió Telamón frotándose los ojos-
16.
–¿Crees que soy el hijo de un dios, Telamón?
17.
Telamón se reunió con él en el exterior
18.
Telamón miró boquiabierto mientras los celtas, sin preocuparse de dónde estaban, comenzaron a entonar el muy conocido himno:
19.
–¿Aquí en el campamento? – preguntó Telamón
20.
A Telamón le recordaban a una manada de lobos preparados para cazar
21.
El corazón de Telamón dio un brinco
22.
El rostro de Telamón se vio apretujado contra prendas de cuero y piel que tenían el fuerte hedor de las perreras
23.
El jefe se acercó y, con una rodilla en tierra, cogió la mano de Telamón entre las suyas
24.
Aristandro y Telamón, acompañados por los celtas, cruzaron la línea
25.
Las muchachas se rieron al escuchar los cumplidos de Telamón y desviaron las miradas tímidamente
26.
Aristandro se rió de la respuesta y llevó a Telamón hasta los guías, que estaban otra vez reunidos alrededor del cadáver
27.
Telamón sonrió para sus adentros
28.
Hércules cogió la mano de Telamón
29.
En cuanto entraron en el campamento, el enano apretó por un segundo la mano de Telamón y desapareció entre la muchedumbre
30.
Levantó la mirada cuando Telamón entró
31.
–¿Qué es lo que recetas para las resacas, Telamón?
32.
–¿Cuánto tiempo lleva así? – replicó Telamón mientras dejaba el maletín en el suelo
33.
Telamón se alegró al ver que el color comenzaba a retornar a las mejillas de Alejandro y que su respiración ya no era tan rápida y superficial
34.
–¿Los mensajes? – preguntó Telamón mientras guardaba el sello-
35.
–El rey se encuentra bien y el rey está durmiendo -contestó Telamón en voz lo bastante alta como para que le oyeran todos los que se encontraban a su alrededor
36.
Se levantó al ver que se acercaba Telamón
37.
–¡Muy bien! – exclamó Telamón sonriendo-
38.
Telamón sacudió la cabeza y continuó caminando
39.
Telamón levantó el sello real
40.
Telamón apoyó un dedo en los labios de la pelirroja
41.
Telamón se acercó al cántaro de agua, cogió un cucharón y llenó un vaso
42.
Telamón apoyó una mano en el hombro de la muchacha
43.
–Si él no cree en los dioses, hombrecillo, ¿cómo puede creer que Alejandro es hijo de un dios destinado a la gloria? Por último -añadió Aristandro-, Telamón piensa por su cuenta
44.
Telamón se volvió al escuchar el ruido de las armaduras
45.
Telamón siguió al rey al exterior
46.
–Es muy agradable estar lejos del campamento, Telamón
47.
–¿Qué me dices de sus compañeros? – inquirió Telamón intrigado por el alcance de la traición
48.
Telamón se inclinó para palmear el pescuezo del caballo
49.
¿Había cometido un error esta mañana? ¿Alejandro había sido sólo la víctima del exceso de bebida y una pesadilla? ¿O se trataba de algún veneno muy sutil? Telamón miró hacia el cielo
50.
Telamón hizo una pausa para secarse el sudor de las manos
51.
Telamón a la derecha, Hefestión a la izquierda
52.
Telamón miró por encima del hombro
53.
Telamón los observó por turnos
54.
Telamón no pudo más que obedecer
55.
Alejandro y Hefestión se adelantaron seguidos por Telamón
56.
Alejandro avanzó para acabar con el hombre que se había roto el tobillo en la caída y Hefestión se volvió para enfrentarse a Droxenius mientras Telamón separaba los pies, dispuesto a enfrentarse con el mercenario que se había enganchado el yelmo en las ramas del roble
57.
Telamón intentó desesperadamente recordar las lecciones que había aprendido en el campo de ejercicios en Mieza
58.
Alejandro había vuelto más favorable la situación, pero Telamón no se atrevió a pedirle ayuda
59.
El oponente de Telamón era un veterano, con los cabellos, el bigote y la barba grises y el rostro moreno surcado por una multitud de cicatrices; los labios entreabiertos dejaban ver los dientes podridos
60.
Guiñó un ojo a Telamón y palmeó el suelo a su lado
61.
Telamón señaló colina abajo, hacia la hierba alta mecida por el viento
62.
Telamón sacudió la cabeza
63.
–Entiendo lo que dices, Telamón
64.
Tú conoces a los persas, Telamón: no les gustan los griegos -le advirtió sentándose en el diván y golpeándose los labios con la punta de los dedos-
65.
Telamón echó una última ojeada al interior de la tienda y, sin hacer caso de la amarga retahíla de lamentaciones del custodio de los secretos del rey, salió al exterior
66.
Telamón buscó el escudo que le había dado el armero: una rodela de bronce con un forro de cuero y correas
67.
–¡La derecha! – Telamón sujetó el hombro de Casandra-
68.
Perdicles acercó unos taburetes para Antígona y Selena, Telamón, Nikias y Aristandro observaron el cadáver
69.
Telamón advirtió que todavía llevaba puestas las joyas alrededor del cuello, en las muñecas y en los dedos: las quitaron todas
70.
Telamón continuó con el examen
71.
Telamón le repitió la pregunta
72.
Telamón observó el paso de una nube de polvo por delante de la tienda
73.
Telamón se echó a reír mientras la pelirroja brincaba por la tienda en una imitación de las distinguidas damas de la sátira de Aristófanes
74.
–Sin embargo, tú no lo crees, ¿verdad? – apuntó Telamón riéndose-
75.
–¿Tienes miedo del dolor? – preguntó Telamón, curioso ante el inesperado rumbo que había tomado la conversación
76.
¡Irá porque quiere! – exclamó mirando a Telamón por encima del hombro y enarcando las cejas en un gesto de exasperación-
77.
Telamón se volvió y cogió a un enfermero por el brazo con firmeza
78.
El paciente comenzó a cabecear mientras se le cerraban los ojos; Telamón le abofeteó para mantenerlo despierto hasta que acabó de beber la segunda copa
79.
–Semillas de amapola y vino fuerte -replicó Telamón con un tono cáustico-
80.
Telamón sacó unos polvos del maletín y los mezcló en una copa de vino
81.
Telamón volvió a aplicar el cuchillo, siempre con la precaución de evitar aquellos puntos donde había hecho la sutura
82.
Después de acabar con el vendaje, Telamón explicó al enfermero cómo debía controlar la evolución de la herida a la mañana, el mediodía y la noche, lavarla con la mezcla y cambiar las vendas
83.
Telamón apoyó un dedo en el cuello del oficial para controlarle el pulso
84.
El rey levantó la cabeza cuando entró Telamón
85.
Telamón recordó una historia que le había contado su padre sobre cómo las gaviotas eran las almas de los marineros muertos
86.
Los tres parecieron disfrutar con el mal trago de Telamón
87.
Telamón se frotó los ojos y salió de su ensimismamiento; se secó el rocío del mar que le empapaba el rostro
88.
Telamón percibió la excitación: esto era Asia, la fabulosa Troya, ¡el tesoro de Persia!
89.
Telamón agradeció para sus adentros que Casandra no estuviera presente: su risa estridente le hubiese costado la cabeza
90.
Alejandro entregó su copa a Telamón
91.
Telamón se detuvo delante de un tenderete donde el propietario, un tuerto, gritaba los precios de sus productos a voz en cuello
92.
Telamón observó las jarras, las copas y las cajas que estaban a la venta
93.
Telamón observó la caja con mucha atención
94.
Telamón se lavó la cara y las manos
95.
Telamón sonrió mientras cogía un trozo de queso
96.
Telamón no salía de su incredulidad
97.
Telamón la miró con una expresión estupefacta
98.
Telamón vio cómo uno recibía el impacto de un casco
99.
Telamón, paralizado por el miedo, permaneció sentado en su caballo mientras, una vez más, en el frío aire del ocaso resonaban el estrépito del combate y los espantosos ayes de los hombres que morían
100.
Un arquero cretense en busca de botín se acercó, degolló al moribundo y comenzó a robarle todo lo que tenía, sin preocuparse en lo más mínimo de la presencia de Telamón