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    ápice frases de exemplo

    ápice


    1. Tardó bastante, pero lo expuso bien, sin ocultar un ápice de cuantosabía


    2. Considerado en el ápice de mi mente, enla


    3. lapso de los años entibiarán en un ápice suardor


    4. ápice de la ciencia en el país; y encuanto usted vea que pasa por muchacho de


    5. Y para el alma pura o ápice del alma para la supremaporción de


    6. ni en un ápice su bienestar![21]


    7. Caramon alzó la vista justo a tiempo de presenciar el momento culminante de la actuación del mago itinerante, probablemente el ápice del conocimiento y la destreza del hombre


    8. Se impacientó al pasar los minutos sin que variase ni un ápice el panorama, una sucesión de corredores idénticos entre sí


    9. El hecho ápice de los '50 fue la derogación de la llamada Ley de Defensa Permanente de la Democracia


    10. La traducción literal de «gable» es «gablete», del que dice el Diccionario de la Lengua es el «remate de la cubierta de un edificio formado por dos líneas rectas y ápice agudo»

    11. —Pero las investigaciones sobre las drogas no han prosperado un ápice —comentó Poirot—


    12. Había madurado y ya no era un joven exaltado, pero no había variado ni un ápice en su línea política y seguía pensando que sin una revolución violenta, sería imposible vencer a la derecha


    13. El de Fleitas no permitía que un ápice de culpa rozase el borde de la loba de su generoso protector


    14. El único ápice de optimismo en este sombrío escenario era que, con un mínimo margen de error, se podía predecir el momento del impacto


    15. —Déjame adivinar —dijo la presidenta, el ápice de preocupación había desaparecido—


    16. —Los labios fruncidos de la señora Bethany se relajaron un ápice y comprendí que casi estaba sonriendo—


    17. Era el hecho de no anhelar nada, de no apreciar nada, de no creer en nada; de no disfrutar un ápice en el ejercicio de sus poderes, asombrosos y siempre crecientes; de vivir todos los momentos en un vacío roto una vez cada noche de su vida eterna con el acto de la caza


    18. El cielo estaba encapotado, cargado de nieve, lo que no le gustó un ápice, y aborreció haberse visto obligado a abandonar la tibieza del lecho, y a Sharazad


    19. Pues bien: sepa Espartero que en este punto no cedo ni un ápice, ¡porra!, pues así lo he concertado con la de Beira


    20. Anton no había perdido ni un ápice de su habilidad para motivar y alimentar el entusiasmo de los jóvenes por la especialidad que escogían

    21. Se mantenía en el justo medio, y no se apartaba un ápice de la realidad


    22. Hay que ceder para llegar a un acuerdo y tomar una posición intermedia si se quiere tener la paz en casa, pero vaya usted a hablarles a los ángeles de concilios con el mal o a los diablos de hacer el bien así sea por hacer el mal; prefieren llagarse los codos que ceder un ápice y ahí los tienes ya dispuestos a batirse por cualquier fruslería como en efecto se batieron y se restregaron sus pasiones contrarias con una sevicia que de pertinaz parecía casi humana


    23. Richard y Michael, logrando un ápice de libertad de movimientos, terminaron de ponerse las aletas


    24. Había un ápice de sonrisa, una levísima insinuación casi inapreciable en la boca del viejo waffen SS


    25. —¡Así hablan los húsares! —coreó Philippo, a quien la inminencia de la acción no parecía mermar en un ápice su habitual fanfarronería—


    26. No ha cambiado un ápice en ese aspecto


    27. Sin despertar a Fernanda y a Biao, y helada de frío, me incorporé a los ejercicios viendo cómo las primeras luces de la mañana iluminaban un cielo perfectamente azul y unos inmensos y escarpados picos cubiertos de selva que cambiaban de matiz verdoso sin perder ni un ápice de intensidad


    28. El cuerpo no puede sobrepasar la velocidad de la luz, porque para conseguirlo hay que comunicarle energía adicional, y a la velocidad de la luz toda esa energía, por mucha que sea, se convertirá en nueva masa, con lo cual la velocidad no aumentará ni un ápice


    29. –Todo es posible -murmuró Wesley sin alterar un ápice el tono


    30. La composición tiene forma triangular, con la Virgen María en el ápice

    31. Al final, no se movía ni un ápice


    32. sin el menor ápice de sensatez


    33. Al otro, el que está al lado de los pobres, o de los débiles, o de los marginados, el que lleva un jersey y unas Reebok, ese mismo, habrá empezado con alguna deslumbrante aparición caótica del infinito, algo que en la penumbra de su juventud le habrá dictado vagamente el imperativo de tomar posición, y la sugerencia de qué parte estar, todo habrá empezado como debe empezar, de un modo honesto, pero luego, Dios santo, cuando vuelves a verlo ya adulto y famoso, Jesús, famoso, da cosa ya sólo decirlo, famoso, con su nombre en los periódicos y las fotografías, con el teléfono sonando sin parar porque los periodistas quieren preguntarle su opinión sobre esto o aquello, y él responde, puta miseria, responde, y participa, y marcha en cabeza de las manifestaciones; el teléfono de los sacerdotes no suena, Gould, quiero decírtelo con toda la crueldad necesaria, tú no puedes saberlo pero el teléfono de los sacerdotes no suena porque su vida es un desierto, es programáticamente un desierto, una especie de parque natural protegido, donde la gente puede mirar, pero desde lejos, son animales de parque natural, nadie puede tocarlos, ¿puedes imaginártelo, Gould?, para los sacerdotes es todo un problema incluso dejarse tocar, ¿has visto alguna vez a un sacerdote dando un beso a un niño o a una señora?, sólo para saludarlos, no pienses mal, una nimiedad, lo normal, pero él no puede hacerlo, la gente de alrededor enseguida tendría una sensación de malestar y de inminente irritación, y ésta es la durísima condición cotidiana del sacerdote en este mundo, él, que podría ser un hombre como los demás y que ha elegido en cambio esa soledad vertiginosa, que no tendría vía de escape, nada, salvo una idea, una idea incluso justa, llegada desde fuera para cambiar ese panorama, para devolverle una tibieza de humanidad, una idea que, bien utilizada, perfilada, revisada, protegida de los arriesgados choques con la verdad, conduce al sacerdote fuera de su soledad, simplemente, y poco a poco hace de él el hombre que es ahora, rodeado de admiración, y ganas de acercársele, e incluso deseo en estado puro, un hombre con jersey y Reebok, nunca solo, se mueve arropado por hijos y hermanos, nunca perdido porque está constantemente conectado a alguna terminal de los medios de comunicación, de vez en cuando entre la multitud atrapa al vuelo los ojos de una mujer cargados de deseo, piensa qué puede significar eso para él, esa vertiginosa soledad y esta vida que estalla, ¿hay que sorprenderse si está dispuesto a morir por su idea?, él existe en esa idea, ¿qué significa morir por esa idea?, estaría muerto de todas formas si se la quitaran, se salva en esa idea, y el hecho de que con ella salve a cientos o a lo mejor a miles de semejantes no cambia ni un ápice en este asunto, y es que ante todo se salva a sí mismo, con la coartada accesoria de salvar a los demás, robando a su destino esa necesaria dosis de reconocimiento y admiración y deseo que le hace estar vivo; vivo, Gould, ¿comprendes bien esta palabra?, vivo, sólo quieren estar vivos, hasta los mejores, los que construyen justicia, progreso, libertad, futuro, incluso para ellos se trata de una cuestión de supervivencia, acércate todo lo que puedas, si no me crees, mira cómo se mueven, a quién tienen a su alrededor, míralos e intenta imaginarte qué sería de ellos si por casualidad un día se despertaran y cambiaran de idea, simplemente, qué quedaría de ellos, intenta arrancarles una respuesta que no sea una instintiva autojustificación, mira si puedes aunque sea una sola vez escucharles pronunciar su idea con el estupor y la indecisión de alguien que la descubriera en ese momento y no con la seguridad de alguien que te está mostrando con orgullo la devastadora eficacia del arma que empuña, no te dejes engañar por la aparente docilidad de su tono, por las palabras que eligen, astutamente dóciles, están luchando, Gould, luchan con los dientes por la supervivencia, por la comida, la hembra, la madriguera, son animales, y eso que son los mejores, ¿comprendes?, ¿qué puedes esperar de los demás que sea distinto, de los pequeños mercenarios de la inteligencia, de los comparsas en la gran lucha colectiva, de los pequeños guerreros cobardes que rapiñan restos de vida en los márgenes del campo de batalla, conmovedores basureros de salvaciones irrisorias, cada uno con su ideíta artificial, el médico a la caza de financiación para pagar el internado de su hijo, el viejo crítico que intenta paliar el abandono de su vejez con cuarenta líneas a la semana que suelta donde hagan un poco de ruido, el científico y su puré de Vancouver con que alimentar de orgullo a mujer, hijos, amantes, las penosas apariciones televisivas del escritor que teme desaparecer entre un libro y otro, el periodista que apuñala a diestro y siniestro desde la primera página para estar seguro de existir al menos otras veinticuatro horas más, sólo están luchando, ¿lo comprendes?, lo hacen con ideas porque no saben utilizar otra cosa, pero en esencia es lo mismo, es lucha, y son armas sus ideas, y por mucho asco que nos dé admitirlo, están en su derecho, su deshonestidad es una lógica deducción de un deseo primario, y por tanto necesario, su asquerosa traición cotidiana a la verdad es la consecuencia natural de un estado natural de indigencia que hay que aceptar, no puede pedírsele a un ciego que vaya al cine, no puede pedírsele a un intelectual que sea honesto, no creo, de verdad, que pueda pedírsele, por muy deprimente que sea admitirlo, pero el concepto mismo de honestidad intelectual es un oxímoron


    34. Pero, pese a sus diferencias científicas, los dos eran buenos amigos, y ambos eran grandes matemáticos, sin un ápice del complejo de "gran hombre" que muchas veces infla


    35. Analizando todo aquello se dio cuenta de que aún no estaba preparado para perder ni un ápice de su patrimonio, y menos, a


    36. El objetivo de la sesión era mostrar a Mike Martin hasta el último ápice de información que estaba en posesión de todo el espectro de agencias occidentales en relación con los rostros con los que podría cruzarse


    37. Entraba tranquilo, como en los tiempos de continua competencia con K, le escuchaba paciente, mostraba su interés con pequeñas indicaciones amistosas y de confianza, y sólo confundía a K, sin que se notase ninguna intención expresa en ello, al no desviarse un ápice del asunto de negocios, al mostrarse receptivo y concentrado mientras los pensamientos de K, ante ese modelo de cumplimiento del deber, comenzaban a dispersarse y le obligaban, casi sin resistencia, a cederle todo el asunto


    38. Al entrecerrar los ojos, divisó algo en el centro, debajo del lugar donde antes se encontraba el ápice de la pirámide


    39. No había ni un ápice de respeto en la voz


    40. Al final, todo el mundo comprendió que sus acusaciones no contenían ni un ápice de verdad, por supuesto, y hace unos cinco años Vados la invitó a regresar a Aguazul, con la única condición de que se abstuviera de intervenir en política

    41. Los agentes, muy crecidos dentro del odioso ejercicio de sus funciones, no cejaban un ápice; ni por cien pesos habrían abandonado su presa, por orgullosa codiciable, y a su entera merced en lo futuro, después de este susto mayúsculo


    42. Al cabo de una hora de la caída de Lu-don y Mo-sar, los jefes y principales guerreros de Pal-ul-don se reunieron en el gran salón del trono del palacio de A-lur y, tras situar a Jad-on en el ápice, le proclamaron rey


    43. La sala en pleno rió el comentario de Afer, pues estaba claro que no se había equivocado un ápice


    44. Firmo se tenía la lección bien aprendida y no se desviaba ni un ápice del guión que previamente había pactado con Quartio


    45. Lo peor de todo era que no había un ápice de artificio en mi forma de ser


    46. No estoy dispuesta a ceder un ápice; si lo hago, estaré admitiendo que también llevan razón cuando obligan a las mujeres a cubrirse de pies a cabeza y cuando sostienen que los límites de su existencia quedan


    47. —Mi querida esposa los sobrevalora, ¡caballeros, dice! Son mercenarios con ínfulas, y entre los cuatro no juntan ni un ápice de caballerosidad


    48. A ninguno de aquellos hombres le importaba un ápice si Lucio Cornelio era o no culpable


    49. Perdón, perdón, ¿he dicho acaso algo incierto? -Y Catón, sin arredrarse un ápice, levantó el volumen de su voz para hacerse oír con claridad por encima de todos los improperios que sus enemigos políticos lanzaban contra él—


    50. Aníbal se sorprendió al ver que el cepo de los dedos del cónsul no cedía un ápice








































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