1.
…Mi madre se encontraba en la habitación del lado, y dialogaba con la empleada doméstica acerca del montaje del almuerzo de ese día
2.
Otra, allado opuesto de la composición y sentada de espaldas al espectador,desenreda con la mano izquierda la madeja enmarañada en una devanaderasosteniendo en la derecha el ovillo, en tanto que parece oír lo que ledice una jovencilla que se le acerca trayendo un cesto
3.
Su título, al menos, parece indicar un drama, aunque nose sepa con certeza la significación, que le dió su autor, pues de sudedicatoria á Doña Violante de Prados, condesa de Módica y Cabrera, sólose deduce que eran harto confusas y embrolladas sus nociones acerca delos diversos géneros de poesía
4.
Fueron representadas en la noche deNavidad en los palacios de los grandes, mencionados antes, y no hayrazón que autorice á dudar de la noticia, que encontramos en el Catálogo Real acerca de su representación pública en el año de1492[212]
5.
Las reflexiones, que anteceden á sus comedias, nos dan á conocer lasideas del poeta acerca de su arte
6.
He aquí ahora algunasindicaciones ligeras acerca de estos pasos
7.
El padre y la madre, cada uno por su parte, dan sus órdenes áMencigüela acerca del precio, á que ha de vender las futuras aceitunas,y ella promete á ambos cumplirlas
8.
No son menos graves los obstáculos, con que tropieza el que escribe lahistoria del teatro español, cuando intenta investigar los progresos deldrama profano bajo los inmediatos sucesores de Lope de Rueda; laliteratura dramática de este período, cuyos monumentos pudiera estudiar,ha desaparecido casi por completo, y las escasas noticias, que acerca deella se conservan, únicos datos que existen, están llenas de singularescontradicciones
9.
Virués tenía sus ideas especiales acerca del arte trágico, y asíconsta, no sólo de la conformación especial de sus obras, sino tambiénde varios juicios teóricos, que se hallan en sus prólogos
10.
»Mientras tanto comienzan los músicos á templar los instrumentos detrásde la escena: asoma un actor en traje pastoril por el telón, y da motivoá los amigos para hacer varias reflexiones acerca de su traje, ya por elzamarro que llevaba con listas doradas, ya por su galana caperuza, ya,en fin, por su gran cuello con lechuguilla muy tiesa, que debía teneruna libra de almidón
11.
La descripción detallada dela representación de una comedia con figuras alegóricas (titulada Obrares dudar), hecha en el colegio de Jesuitas de Madrid, se encuentra enel cuaderno: Traslado de una relacion que escrivió un Cavallero de estacorte acerca de las fiestas, que el imperial colegio de la Compañía deJesús de Madrid hizo este año de 1640 al fin del primer siglo de sufundación
12.
exploradores de la junta de los rios, acerca de que notasen
13.
Alguien le había informado acerca de mi pasión por los automóviles de lujo
14.
tuve que agotar los ralos conocimientos que obraban en mi poder acerca de las luces y las
15.
embargo, lo creas o no, el momento de esa descomunal liberación de energía se acerca con
16.
Como un padre se acerca a mí, dedos pulgar e índice en mi oreja y me saca me hace un gran mal
17.
Y tanto después de ese hermoso criador de piojos! Pero no hay tiempo ahora para pensar acerca de las relaciones con las mujeres
18.
Se acerca, pero no verlos, escucharlos, admiran en un sentido
19.
Se acerca una crisis; Es histérica; caídas en el suelo, soportes, batir sus puños en la arena, también es mejor que la cabeza, gritando sus corazones mientras el sol
20.
Dejo todas las respuestas a los hechos y que se acerca a la mujer, abrazo y suavemente, cerrando los ojos, mis labios en su colina, mover la lengua para palpar los dientes y para fusionarla con su propia; envolver mis brazos alrededor de ese cuerpo con curvas y una emoción de placer a través de mi espalda
21.
Y es con los ojos brillantes de alegría y emoción que me acerco a la tercera mujer, que se acerca a mí, se limpia las lágrimas y exclama la voz provocativa: "Ha sido un largo tiempo desde que yo quería conocer a un hombre como tú, fuerte y vigoroso
22.
Además de todas estas maravillas, otra cosa me llamó la atención acerca de mi nuevo físico: el hecho de que los pensamientos, reflexiones, conjeturas, empezó a desaparecer de mi mente para dar lugar a la sencillez y valentía
23.
Luego emitirá el silbido, y ella se me acerca lentamente
24.
" "Gracias por decírmelo"-digo-"es bueno saber todo acerca de la persona a tu lado
25.
En aquel entonces al lado de mi mujer, y me pregunto acerca de la civilización, asegurándose de que, con su enorme cultura que ya ha descifrado esos libros tan sagrados y misteriosos
26.
privacidad y desconocimiento acerca del problema
27.
Una última cuestión acerca de la identificación
28.
acerca de cómo se utilizan los productos, con la intención de
29.
La primera vez que mantuvo una conversación, fue acerca de algodones, a la
30.
Clotilde dijo que no labajaría en esta ocasión porque estaba bien persuadida de que el mundo seengañaba mucho acerca de lo que llamaba su talento y que no era otracosa que un puro instinto
31.
Señala Oberraunter que en el campo de las preguntas acerca del papel y la repercusión de los medios en el comportamiento político, resulta evidente la ausencia de correlación entre las preguntas y respuestas
32.
- Pese al auge que tuvo la investigación sobre socialización en la década de los setenta, existen, sorprendentemente, pocos estudios y escasos conocimientos seguros acerca del rol de los medios masivos de comunicación en el proceso de la socialización política
33.
- Ciertamente, no cabe duda acerca del efecto de los medios
34.
Pero también es dudoso afirmar que el proceso de la cultura política se dilucidaría plenamente con solo impulsar, con más energía, los planteos y las investigaciones acerca del efecto que surten los medios
35.
Depende mucho más de la calidad de aquellos valores fundamentales, que constituyen un orden político en el sentido de la vieja pregunta acerca del buen orden: el reconocimiento está sujeto a condiciones
36.
- El hecho de que las instituciones democráticas no sean capaces de recuperar las normas éticas que se han perdido en la sociedad no sólo configura una postura decidida en la discusión acerca de los valores fundamentales
37.
C) La incertidumbre acerca de los apoyos políticos resalta la importancia de las interpretaciones utilizadas por participantes en campaña, periodistas y,
38.
Al igual que en la presa, se proporcionan informes sobre los trastornos de la conducción electoral y comentarios acerca de los nuevos acontecimientos que se producen
39.
-Los votantes han confiado en la simplificación e interpretación inherente a las presentaciones noticiosas para clarificar características y posiciones acerca de algunas cuestiones políticas y prospectos de los candidatos
40.
Por sorprendente que sea, a la luz de las constantes preocupaciones expresadas sobre la posible manipulación por los medios de una ciudadanía inconsciente, se han elaborado pocos estudios profundos acerca del papel de los medios informativos en el proceso electoral o en el de gobierno
41.
A lo largo de este trabajo ha quedado evidencia de que las investigaciones académicas plantean dudas acerca de dos puntos:
42.
Pero lo que sí es cierto es que los directores de campañas presidenciales tienen pocas dudas acerca del papel de los medios informativos en las elecciones
43.
Apuntes acerca de su origen y desarrollo hasta la erección en Universidad (San José, Imprenta Nacional, 1941)
44.
Apuntes acerca de su origen y desarrollo hasta la erección en Universidad
45.
000 kilometros del planeta, Grailem se acerca con cautela en su buque insignia
46.
Grailem acerca con una sonrisa y los saluda en su idioma
47.
es mayor el número de personas confundidas acerca de su posición, su propósito y hasta de lo que son
48.
Algunos niños aprenden acerca del ego y del cuerpo del dolor por la vía subliminal, por el solo hecho de
49.
También conviene que el padre hable con el niño acerca de su propio cuerpo del dolor, en
50.
(pensamientos) acerca lo que es usted y sin duda alguna crecería la complejidad de su experiencia (y
51.
Los disparates que aquelhombre dijo acerca del Pronunciamiento de Francia, hicieron reír muchoa todos, particularmente al portero de la Academia de la Historia, queechaba al concurso miradas desdeñosas, no queriendo aventurar unaopinión, que habría sido lo mismo que arrojar margaritas a cerdos
52.
»En esos mismos Juegos florales se ofreció una pluma de oro a la mejorMemoria histórico-filosófica acerca de la expulsión de los moriscos ysus consecuencias en el reino de Valencia, a cuyo premio también opté,presentando una Memoria con el lema El tiempo es la mejor prueba de lajusticia
53.
llama la atención acerca de los protocolos y pactos que Paraguay ha firmado y
54.
Consideraciones acerca de los
55.
Ilustra un régimen de bienestar que combina un paradigma individual y mercantil del manejo del bienestar, una realidad que difícilmente permite alcanzarlo y un pasado no tan lejano en el que la población tenía mayores expectativas acerca del manejo colectivo de los riesgos
56.
Es consistente con los estudios previos, que llaman la atención acerca de la altísima importancia que tienen las remesas en las familias de sectores medios en Ecuador: más de la mitad del total de las remesas son recibidas por familias de este estrato mientras que el 26% pertenecen a los estratos bajos (Acosta, 2005)7
57.
Segundo, que las políticas públicas deberían, urgentemente, mejorar su comprensión y atención acerca de las interacciones entre las prácticas de producción del Tercera parte • De la investigación a las políticas 271
58.
desarrolla con el objetivo de obtener información numérica acerca de una
59.
de que a través del tiempo se han producido cambios en las concepciones acerca
60.
No hay seguridad acerca del número de los tripulantes pordiscrepancia de los escritores de la época
61.
Clarence King acerca de esto
62.
La verdad es que acerca de la España actual hay en el mundo muydesfavorables
63.
queen atencion á los justos temores del pueblo, acerca de la
64.
que Eduardo interviniera acerca del confesor
65.
Cuando hablaré acerca del comportamiento de Ulises en relación a su propia envidia, cuando vuelve a encontrar a Eolo después de que sus compañeros hubieran abierto el odre de los vientos, aparecerá de manera evidente que Ulises oscila entre el reconocer y el negar su locura tratando de descargar la responsabilidad en el sueño, en sus compañeros o en los dioses
66.
Atenea y Ulises hablan de ello por largo tiempo y “meditan” y “reflexionan” juntos acerca de cuál es el modo mejor para presentarse en el palacio y cómo poner en práctica la matanza de los Pretendientes
67.
El hecho de que Ulises diga que Zeus ya meditaba acerca de cómo hacer perecer a sus compañeros es una idea personal de un dios que castiga, idea que se contrapone abiertamente con cuanto afirma Homero ya en el primer canto de la Odisea, es decir que los hombres se equivocan en pensar que son los dioses quienes les envían los males que los afligen, en lugar de pensar que los males son causados por la propia locura
68.
Son valiosas indicaciones que deben suscitar en el lector una reflexión más profunda acerca del significado de los hechos narrados
69.
*** Como siempre, recurriendo a la ayuda de las imágenes, presento un fragmento del mismo libro en el cual he escrito un comentario del film de Werner Herzog acerca del emperador Bokassa
70.
Homero fija la atención acerca de la avidez cuando cuenta de Egisto, justo al principio del poema: «De qué modo culpan los mortales a los númenes!
71.
Explicaciones acerca del Decálogo expuestas durante los trabajos del Laboratorio
72.
y deliberaron acerca del exterminio de los orgullosos pretendientes
73.
Es importante reflexionar acerca de esta frase y captar todas las implicaciones que ella contiene
74.
»Se acerca ya el buen tiempo; iniciarase la era de los viajes, y
75.
De un texto que he escrito acerca del árbol elijo algunas ideas que mejor destacan las similitudes y las diferencias que existen entre el hombre y el árbol: * “Así como el árbol es un transformadorde energía
76.
Cuando estaba sumergida en el más profundo dolor por la muerte de su hija Sandra, después de haberla consolado por mucho tiempo, yo le he pedido que transformara el dolor en creatividad como sugiere el cosmo-art y ella me ha escuchado creando la Asociación Microcosmo y el“Premio Cine y Narrativa”reservado a los jóvenes que hubiesen enviado una crítica sophiartística acerca de uno de los cuatro films elegidos cada año
77.
Encontró en el baúl cartas y papeles, documentos que le dieronnoticias acerca de la residencia de
78.
Don Juan, interrogado en la botica acerca de la causa de mi separación,se limitó a decir:
79.
Los juicios y opiniones acerca del
80.
estancia en la casa y acerca de la medición de losdías y las
81.
con frecuencia los pescadores depor allá durante la velada, y acerca de la
82.
Sieboldt cuyasnotables obras acerca de la flora japonesa lehan conquistado
1.
Una de las jóvenes se acercaba a la columna
2.
Cuanto más se acercaba más enfurecido se sentía puesto que incrementaban las oscilaciones
3.
Una noche sentí que me acercaba a un recuerdo preciso; antes de ver el mar, el viajero siente una
4.
ruedas emitía unos sonidos ininteligibles y alguien acercaba el oído a la boca y lograba interpretar
5.
Yo me acercaba con disimulo
6.
El mozo le saludaba en el momento de dar un restregón con elpaño a la mesa, y él, contestando con cierta dignidad, frotábase lasmanos, se acomodaba bien en el asiento, conservando la capa sobre loshombros; después acercaba el vaso, poniendo a la derecha, a la discretadistancia a que se pone el tintero para escribir, el platillo delazúcar, y luego atendía a la operación de verter en el vaso la leche yel café, poniendo mucho cuidado en que las proporciones de amboslíquidos fueran convenientes y en que el vaso se llenara sin rebosar
7.
Tenía pintada en su carala ansiedad más terrible; su piel era como la cáscara de un limónpodrido, sus ojos de espectro, y cuando se acercaba a la mesa de losespiritistas, parecía uno de aquellos seres muertos hace miles de años,que vienen ahora por estos barrios, llamados por el toque de la pata deun velador
8.
Peroel momento de la confesión se acercaba, y el pecador estaba algoconfuso, sin saber cómo iba a salir de ella
9.
para ellos, se acercaba a contemplarles
10.
acercaba a la suya la cara querida, como en elvivo sueño de la
11.
El odio reprimido reaparece cuando Poseidón lo golpea con una tempestad furiosa mientras se acercaba a la isla de los Feacios
12.
¡Adiós el invierno! La primavera se acercaba con sus tibiascaricias, y en los balcones sonreían
13.
que era ésta señal de que se le acercaba lavejez y con ella una
14.
Los perros se arquearon sobre las patas, ladrando con prudentefuria a la Muerte que se acercaba
15.
Mientras más se acercaba el suspirado día, más tiernos estaban losnovios; sus coloquios
16.
Angustias se acercaba a la alcoba, cesaban completamente, y elenfermo ponía
17.
Pero lapersona que se acercaba traía luz: entró precipitadamente enel dormitorio, y
18.
Se acercaba a él cautelosamente
19.
El barbero, obedeciendo la consigna, se acercaba, le
20.
entibiar la atmósfera en quecrecían las flores: Pateta se acercaba
21.
mirandoa un punto fijo, o bien se acercaba al balcón yescribía en los cristales con el
22.
Y cuanto más se acercaba el día de la
23.
un camaradade su misma edad, se acercaba a una estación de
24.
pastora; el general Villafañe se acercaba por elNorte con una división de Catamarca,
25.
advirtieron quese acercaba el invierno
26.
A medida que las semanas pasaban y el día de iniciación se acercaba, me ponía más
27.
Cuando se acercaba la hora, púsose la de Rufete su
28.
Poco a poco se acercaba al
29.
por latrompeta, estaba la chica que cualquiera se acercaba a ella
30.
La noche se acercaba; elcementerio estaba lejos, y hubo que apretar el paso
31.
Así trascurrían los meses y se acercaba el aniversario de la
32.
recogía luego, y sialguien se olvidaba de apagar la suya, se acercaba y la apagaba
33.
De vez en cuando la acercaba a los labios y
34.
Se acercaba a la ventanilla, tras la cual estaba el empleado
35.
que el tiempo transcurría y se acercaba la hora enque Tristán
36.
En aquel momento el sujeto en cuestión acercaba su nariz
37.
Muysensible al frío, se acercaba con frecuencia a la lumbre, la observabacon
38.
Un hombre ponia candentes unas varas de hierro, las cogia con lanecesaria precaucion, se acercaba de un
39.
amante, porque al amante se acercaba todo lo que se desviaba de sufamilia; si en vez de esto, la hubiera
40.
El sendero tan pronto se acercaba a la torrentera, llena
41.
Él se acercaba con una carretilla y se llevaba las cajas
42.
¿Era el hombre malvado, el secuaz de Belial que se alzará para ser el señuelo del cazador para el pueblo y la destrucción para todos sus vecinos? Si tal era el caso, ello significaba que se acercaba el tiempo
43.
Luego se acercaba al chivo expiatorio, destinado a Azazel, y confesaba ante él los pecados cometidos por el Pueblo
44.
Pero tampoco él se consideraría satisfecho mientras no obtuviese información sobre el misterioso santuario de las montañas y el caballero que se acercaba con los ópalos en cuestión
45.
La hora de la cita se acercaba
46.
Para saber dónde se escondían los esenios, organizó una ceremonia en el desierto de Judea, una ceremonia que evocaba el Día del Juicio, para llamar la atención de los esenios y mostrarles que el Final de los Tiempos se acercaba…
47.
–Mary, es una tetera -respondió la señora Lamb mientras se acercaba a su hija y la cogía de las muñecas-
48.
Quererme un poco dije, mientras los latidos de mi corazón casi me impedían hablar; pues, pese a las sonrisas medio burlonas con que había acompañado toda aquella conversación, me parecía que Marguerite empezaba a compartir mi turbación y que me acercaba a la hora esperada desde hacía tanto tiempo
49.
Cuando me acercaba con aquel bocado me miraban con los ojos muy abiertos y las manos extendidas en ademán de súplica, temblando ligeramente y profiriendo débiles chillidos de emoción
50.
—La dejé en del risco mientras me acercaba a Carn para tratar de conseguir que la recibieran de una manera amistosa
51.
Mientras aguardaba, percibió un ruido detrás de él y pensó que otra nueva manada se acercaba por su retaguardia; pero al mirar por encima de su hombro, distinguió la figura de un hombre que se hallaba de pie frente a una de las puertas más alejadas del pasillo
52.
Los pasos del vigilante que se acercaba los redujeron al silencio
53.
Cuando el criado acercaba la mano a una de las puertas, T
54.
Esbozó una sonrisa y miró alrededor mientras se acercaba a mí, por si casualmente había algún amigo mío en las inmediaciones
55.
A medida que se acercaba, la expresión de felicidad de su cara fue creciendo
56.
La señorita Bligh, que era una mujer que Tuppence viera en la iglesia, se acercaba a ellos, a buen paso, llevando todavía en sus manos un recipiente con agua
57.
El año 1980 no hizo nada por corregir esa interpretación, y menos aún los meses anteriores al golpe, cuando a medida que se alejaba de Suárez el Rey se acercaba a Armada -reuniéndose a menudo con él en privado, discutiendo con él la situación política y militar y la sustitución del presidente, consiguiéndole un destino de primer orden en Madrid-, casi como si Suárez y él fueran dos validos disputándose el favor del Rey y éste buscara la forma de sustituir a uno por el otro
58.
Cuando oyera que alguien se acercaba a la puerta, tenía que tumbarse en el suelo, ponerse la cuerda alrededor del cuello y fingirse muerta
59.
Pese a ello, es probable que durante esa época de desastres -mientras se acercaba el momento de su renuncia a la presidencia y el momento del golpe militar y se imaginaba a sí mismo en el centro del ring, ciego y tambaleándose y resollando entre el aullido del público y el calor de los focos, políticamente hundido y personalmente roto-Suárez se imbuyera más que nunca de su papel aristocrático de hombre de estado progresista, cada vez más convencido de ser el último baluarte de la democracia cuando todas las defensas de la democracia se derrumbaban, cada vez más seguro de que las innumerables maniobras políticas emprendidas contra él entreabrían las puertas de la democracia a los enemigos de la democracia, cada vez más profundamente investido de la dignidad de su cargo de presidente de la democracia y de su responsabilidad como hacedor de la democracia, cada vez más incorporado el personaje a su persona, como un Suárez inventado pero más real que el Suárez real porque se sobreponía al real trascendiéndolo, como un actor a punto de interpretar la escena que lo justificará ante la historia escondido tras una máscara que antes que ocultarlo revela su auténtico rostro, como un Emmanuele Bardone ya convertido sin retorno en el general De la Rovere que en la tarde del 23 de febrero, en el momento de la verdad, mientras las balas zumbaban a su alrededor en el hemiciclo del Congreso y los diputados buscaban refugio bajo sus escaños, hubiera permanecido en el suyo en medio de aquel estruendo de batalla para aplacar el temor de sus compañeros y ayudarles a encarar el infortunio con estas palabras: «Amigos, os habla vuestro presidente
60.
Los últimos días fueron difíciles para Armada, Cortina y Gómez Iglesias; aunque durante meses habían convivido sin excesivos problemas con los demás procesados en la residencia del Servicio Geográfico, a medida que se acercaba la hora del veredicto y se hacía evidente que todos o casi todos iban a ser condenados las relaciones entre los dos grupos se volvieron insostenibles, y el mismo día en que Tejero intentó agredir a Cortina al terminar la sesión de la mañana el tribunal decidió proteger a los tres disidentes confinándolos en un ala aislada de la residencia
61.
Mientras los soldados, habiendo tomado sus fardos, se alineaban en el puente de cubierta, el legado observaba cómo el barco se acercaba a la orilla, contemplando en toda su mediocridad el lado septentrional de la ciudad, incluidos los edificios de la zona portuaria
62.
¡Cómo brillaba su rostro en la oscuridad mientras se me acercaba! La profunda bóveda, las enormes puertas cerradas, los fríos cerrojos de hierro estaban todos de su lado
63.
Estaba sentado derecho en el rompeolas y miraba fijamente la figura que se me acercaba bajo la chisporroteante luz eléctrica
64.
Otra vez vio la estrella rosada; se acercaba; su reflejo refulgía en el agua
65.
—Es la dirección de una persona a la que he estado buscando —dije, algo que no era del todo verdad pero se le acercaba
66.
Cuanto más se acercaba al final, más lo veía como una simple cáscara, como un recipiente del alma
67.
Estaba descansando un poco en el jardín cuando oí que se acercaba un vehículo, que apareció poco después entre los árboles que rodeaban el camino de acceso a la casa
68.
Pasado un minuto, oí que alguien pisoteaba los escombros y se acercaba a mí
69.
Mientras yo, ansiosa y espantada, me acercaba a ella, vi que Eric volvía a hablar por el móvil
70.
Oí que se acercaba un coche por el camino de acceso a la casa de Bill
71.
La muchacha y Grendon alzaron los ojos mientras Gregory se acercaba a las tumbas, pero el granjero volvió en seguida a sus tareas
72.
Oí que se acercaba un coche, y Bill y Eric aparecieron juntos en el claro
73.
Avanzó sobre manos y rodillas en la oscuridad, a tontas y a locas, prisionero de una cárcel ambulante; iba en dirección al Acantilado, que también se acercaba
74.
Obedeció el hijo mientras se acercaba la multitud silbando y gritando en torno de un mal ataúd en un coche fúnebre bastante destartalado, y al que seguía un solo plañidor vestido con el traje del oficio, nada nuevo, que se consideraba indispensable para la dignidad de su posición
75.
Danglars y Caderousse se marcharon en seguida pero a los cien pasos vieron que la comitiva se acercaba
76.
La cuerda de hilo de telaraña se balanceaba a medida que Hurón se acercaba a la ventana abierta del Arpista, maldiciendo en silencio su situación
77.
Con sólo aquel preámbulo, Benedetto estaba perdido para siempre en la opinión pública, en tanto que se acercaba el castigo más material aún que la ley
78.
Después de un cierto tiempo, en el comunicador resonaron nuevamente las voces de los empleados mahendo'sat, transmitiendo con tono pausado las instrucciones de entrada al carguero que se acercaba, pero sin dar ninguna información más
79.
Sus garras resonaban rítmicamente sobre el suelo para detenerse sólo cuando alguna tripulante se acercaba al puente, obligándola a intentar esconder la ansiedad que sentía
80.
En la hendida boca del criado hubo una mueca desdeñosa, y el silbato de un tren que se acercaba pareció comentar oportunamente la intención burlesca
81.
—¡Eh, Penny! ¿Te encuentras bien? —preguntó Ryan a la vez que se acercaba a toda velocidad
82.
Se detuvo un instante y, acto seguido, bajó la mirada mientras se acercaba a su taquilla
83.
—Leed la inscripción —pidió Diane mientras se acercaba a mí y colocaba el corazón en alto
84.
acercaba hacia ellos, pero a un paso mucho más lento
85.
Vi que Poirot se acercaba al abogado y le hablaba a media voz, en tono confidencial
86.
Cuando decidía que ya había andado lo suficiente entre vagones, se acercaba al balcón de la estación
87.
Uno de los muchachos dijo a Tuppence, que se les acercaba:
88.
Vimos cómo se acercaba, cruzaba la puerta del jardín y subía los escalones hacia la terraza
89.
Levantó la vista en el instante en que un joven, apuesto y elegante, se acercaba a ellos
90.
El perro se había arrojado al mar y se acercaba nadando al banco de arena
91.
El «Bangalore», impulsado por las olas y por el viento, se acercaba; a la costa, guiándose por el faro para embocar en el puerto
92.
El Corsario Negro llevaba el timón y miraba a la nave enemiga, que se acercaba con cierta precaución, pues ya había visto los fanales de El Rayo
93.
Siempre quedaba una convencida de que iba a ponerse bien cuando él se acercaba a reconocerla
94.
Cuando alguna boa se acercaba demasiado, Indri o Permati, armados de pequeños sables, se lanzaban adelante con el ímpetu que infunde la desesperación, y de un buen golpe la decapitaban
95.
El ruido de un automóvil que se acercaba a la puerta delantera rompió la tensión del momento
96.
El oficial llamó a los dos jinetes que montaban guardia bajo el mirador, y les ordenó que fueran a reconocer la caravana que se acercaba
97.
No pude contestar porque la enfermera Craven se acercaba a toda prisa
98.
Allerton se acercaba
99.
Se interrumpió bruscamente, viendo a Sun-Pao que entregaba el timón a un marinero y que se acercaba a ella
100.
Alguien se acercaba desde la puertecilla
1.
sacaba hasta la sangre a todos los que se le acercaban, hasta que parece ser que se
2.
atravesar tanta eternidad para salirse en el ahora) le acercaban el bidón que lo salvaba de
3.
El más alto escuchó cómo se acercaban los pasos, pero sólo de un intruso
4.
En efecto los pasos se acercaban, y en la platería todos secallaron
5.
Vigo», en la tienda de micompadre don Venancio, cuando ya se acercaban los exámenes, dijo
6.
proporción que se acercaban ala Plaza; el poblado dividido por el río, y a orillas de éste
7.
¡Ave María Purísima! Hasta los soldados se acercaban a la tienda para oír
8.
las mudadas que hicieron los indios de sustoldos: pero como se reconocia que se acercaban á las campañas
9.
Los pasos se acercaban, llegaban, sealejaban
10.
En aquel momento se acercaban los testigos
11.
Mientras así charlaba con todos los que se le acercaban, una
12.
Los más acomodados del país se acercaban
13.
masculinos, se acercaban cuanto era posiblea la forma femenina
14.
gustosa su papel, tratando con superioridadcortés a los que se la acercaban
15.
acercaban acongratularme solícitos y alegres, gracias a la
16.
de una vez a la cara, pugnando por arrojarsesobre los infelices que se le acercaban y
17.
pinchaba a los que sele acercaban, Mario sentía hacia él irresistible inclinación:
18.
dequinientas varas un grupo de hombres que se acercaban por el
19.
contemplaban con la bocaabierta y las manos en los bolsillos del pantalón, se le acercaban hastatocarle
20.
Ya se acercaban las voces, los rumores de pasos:
21.
aumentabany se acercaban más al fuerte con sus trincheras,mudando la artillería en más partes; y
22.
pasos que se acercaban: «¡No me rindo!» Nuncase había rendido el coronel La
23.
rostro, se lehubiera tomado por un europeo, tanto se acercaban
24.
En tanto lasesfinges se acercaban al término de su viaje, y Lázaro las seguía,revolviendo en su mente el plan que en un momento de coléricainspiración había concebido
25.
imitación de losjardines de Semíramis, se acercaban unas a
26.
que se acercaban con elsable levantado
27.
ansiedad, que crecía según se acercaban los bultosy se aclaraban las figuras de caballos y jinetes
28.
esteras que allí llaman tancales; se acercaban al barco eiban subiendo por la escala, entrando por
29.
Vi cómo se acercaban dos en medio de las olas
30.
A medida que se acercaban a la iglesia delSanto Ángel Custodio, que, como sabe el lector habanero, se hallasentada en la planicie de la Peñapobre, se estrechaba más la vía a causadel declive y del golpe de gentes de ambos sexos, de todos colores ycondiciones que llevaban la misma dirección
31.
todosllevaban un lente, que durante la conversación acercaban repetidas vecesal ojo derecho,
32.
Eran cuatro: cuando llegué, vi que los cuatro sehabían lanzado al mar y se acercaban
33.
acercaban envalentonados cuatro asaltantes en señal de que la presa estaba escogida
34.
estaba a tres metros-, sonrió y se encogió de hombros mientras se acercaban a su
35.
Momentos más tarde, una luz se encendió en el recibidor y se oyeron pasos que se acercaban a la puerta
36.
Apenas respiraban a medida que se acercaban a la entrada de sus aposentos, que también eran los de Fitt
37.
Las ratas sabían muy bien que estábamos a su merced, y con una insolencia verdaderamente inaudita se acercaban hasta mordisquearnos las orejas, los dedos y sobre todo los pies
38.
A medida que se acercaban a la costa, veían como las encrespadas olas rompían contra las rocas
39.
Se empezó por medir la distancia a la que la zorra huía cuando se acercaban a ella
40.
Gómez, que seguía tendido y había visto todo de costado, advirtió que se acercaban varias figuras presurosas en su dirección, hasta que lo cegó un nuevo puntapié que le dio en la mandíbula
41.
Empezaron pues a bailar solemnemente alrededor de Alicia, dándole un pisotón cada vez que se acercaban demasiado y llevando el compás con las patas delanteras, mientras la Falsa Tortuga entonaba lentamente y con melancolía:
42.
El mundo entero se convulsionó al saber de la noticia, y muchas fueron las consecuencias de la toma de Constantinopla por los turcos, pero el hecho principal que se produjo fue que ya no habría nunca más una ciudad cristiana a caballo de dos continentes, nunca más los viajeros cristianos pudieron hacer sus peregrinaciones para conocer a la ciudad y a sus hermosas iglesias, nunca más habría una ciudad cosmopolita donde las culturas occidentales y orientales hicieran su conocimiento unas de otras, nunca más habría una ciudad tan abierta a la influencia cultural de dos mundos tan distantes, que en ella se acercaban tanto como podían y se influían mutuamente
43.
Y ese movimiento ciego que nunca había cesado, que experimentaba aún ahora, fuego negro enterrado en él como uno de esos fuegos apagados en la superficie pero que en el interior siguen ardiendo, desplazando las fisuras y las torpes agitaciones vegetales, de suerte que la superficie fangosa tiene los mismos movimientos que la turba de los pantanos, y de esas ondulaciones espesas e insensibles seguían naciendo en él, día tras día, los más violentos y terribles de sus deseos, así como sus angustias desérticas, sus nostalgias más fecundas, sus bruscas exigencias de desnudez y sobriedad, su aspiración a no ser nada, sí, ese movimiento oscuro a lo largo de todos estos años estaba de acuerdo con aquel inmenso país que lo rodeaba, cuyo peso, siendo niño, había sentido, con el inmenso mar delante, y detrás ese espacio interminable de montañas, mesetas y desierto que llamaban el interior, y, entre ambos, el peligro permanente del que nadie hablaba porque parecía natural, pero que Jacques percibía cuando, en la pequeña finca de Birmandreis, con sus habitaciones abovedadas y sus paredes encaladas, la tía recorría los cuartos en el momento de acostarse para ver si estaban bien corridos los cerrojos de los postigos de gruesa madera maciza, país donde se sentía como si allí lo hubieran arrojado, como si fuera el primer habitante o el primer conquistador, desembarcando allí donde todavía reinaba la ley de la fuerza y la justicia estaba hecha para castigar implacablemente lo que las costumbres no habían podido evitar, y alrededor aquellos hombres atrayentes e inquietantes, cercanos y alejados, con los que uno se codeaba a lo largo del día, y a veces nacía la amistad o la camaradería, pero al caer la noche se retiraban a sus casas desconocidas, donde no se entraba nunca, parapetados con sus mujeres, a las que jamás se veía, o si se las veía en la calle, no se sabía quiénes eran, con el velo cubriendo la mitad del rostro y los hermosos ojos sensuales y dulces por encima de la tela blanca, y eran tan numerosos en los barrios donde estaban concentrados, tan numerosos, que simplemente por su cantidad, aunque resignados y cansados, hacían planear una amenaza invisible que se husmeaba en el aire de las calles ciertas noches en que estallaba una pelea entre un francés y un árabe, de la misma manera que hubiera estallado entre dos franceses o entre dos árabes, pero no era recibida de la misma manera, y los árabes del barrio, con sus monos de un azul desteñido o sus chilabas miserables, se acercaban lentamente, desde todas partes, con un movimiento continuo, hasta que la masa poco a poco aglutinada expulsaba de su espesor, sin violencia, por el movimiento mismo que lo reunía, a los pocos franceses atraídos por algunos testigos de la pelea, y el francés que luchaba, retrocediendo, se encontraba de pronto frente a su adversario y a una multitud de rostros sombríos y cerrados que le hubieran despojado de todo su coraje si justamente no se hubiese criado en ese país y no supiera que sólo el coraje permitía vivir en él, y entonces hacía frente a esa multitud amenazadora y que, no obstante, no amenazaba a nadie salvo con su presencia, y el movimiento que no podía evitar, y la mayor parte del tiempo eran ellos los que sujetaban al árabe que luchaba con furia y embriaguez, para que se marchase antes de que llegaran los guardias, que se presentaban al poco de llamarlos, y se llevaban sin discusión a los adversarios, que pasaban maltrechos bajo las ventanas de Jacques, rumbo a la comisaría
44.
Se acercaban al barrio de Grand y como aquél quedaba un poco en alto, una ligera lluvia les refrescaba y al mismo tiempo barría todos los ruidos de la ciudad
45.
Bandareich y cinco de los Buscadores Veteranos se acercaban a él; por sus expresiones pudo adivinar muchas cosas
46.
Los pasos se acercaban, ya estaban en la puerta, y se precipitaban en la habitación
47.
Una vez por año le acercaban unas pocas páginas y el noble las examinaba
48.
Los dos hombres se dirigieron a buen paso a la calle del Hombre de Palo, donde estaba la Junta; pero cuando ya se acercaban a la casa vieron salir de ella dos hombres que [290]
49.
Los ladrones se acercaban ya a Cavalcanti, y los unos decían:
50.
Hilfy se apartó un poco de Tully, intentando mantener un poco de espacio entre los dos mientras los kif se acercaban un par de pasos más y, en ese momento, creyó adivinar el nombre de quien le hablaba
51.
Pyanfar se puso en pie y se volvió hacia las figuras que se acercaban, entre las cuales había una masa de oscuridad envuelta en una túnica que le hizo sentir deseos de rechinar los dientes
52.
Habían ya dado vuelta al ángulo de la fachada y se acercaban a la puerta
53.
No había oído el rumor de los pasos que se acercaban a lo largo del paseo, así que la primera noción que tuvo de la presencia de alguien fue una rotunda y significativa expresión inglesa
54.
Cuando se acercaban otra vez al Casino, ella pareció tomar una decisión
55.
Mientras se acercaban, un europeo bajo y rechoncho que había estado hablando con el propietario salió en dirección al puente
56.
También vimos a las personas del grupo que se acercaban corriendo
57.
El tío Stake y Nikola se acercaban otra vez a los jóvenes
58.
A medida que se acercaban a la hendidura, aumentaban los rugidos y crecía la potencia de la luz
59.
-¿Está vivo? - preguntaron Miguel y Roberto que se acercaban corriendo
60.
—Sí —dijo Roran, sin apartar los ojos de los hombres que se acercaban
61.
Cuando calló la cantante y las flautas y laúdes llenaron el silencio, Eragon vio que se le acercaban montones de elfos que querían conocerlo a él y, según observó, más todavía a Saphira
62.
Roran se aferró al martillo que llevaba al cinto a medida que se acercaban a las puertas de Narda
63.
Los hombres blandían las lanzas en alto y aullaban con fuerza mientras se acercaban
64.
Los úrgalos que se acercaban dudaron, pues no veían claras las intenciones de la dragona
65.
Mientras los dragones se acercaban de nuevo, Eragon aprovechó el desconcierto de los soldados para matar a tres más
66.
Entonces oyeron que las puertas de la cámara se abrían y se cerraban, y el sonido de unos pasos que se acercaban: los pasos de un hombre y un dragón
67.
Al paso de los caballeros se levantaban nubes de mariposas y los venados, curiosos, se acercaban a saludar
68.
En el pequeño cubo solitario de su prisión trató de aclarar sus ideas, pero estaba atormentada por el dolor de la paliza, la sed, la venda apretada en las sienes, el ruido atronador de la radio, el terror de las pisadas que se acercaban y el alivio cuando se alejaban, los gritos y las órdenes
69.
Pisó cuerpos e inclusive llegó a golpear caras que se le acercaban intentando disuadirle de su empeño
70.
Iban bajando por la cuesta del Chapiz, se acercaban ya al paseo de los Tristes, ella se paró, se le quedó mirando
71.
En tanto ambos se acercaban a su posada, los grupos que se cruzaban con ellos y que se dirigían a sumarse a los que ya estaban dentro de la aljama, los miraban con desconfianza, pero si a alguno se le pasó por las mientes interceptar su camino, el tamaño y la catadura del jinete que, montando un imponente garañón arrastraba la mula, le disuadió de tal cometido
72.
Allí, en la Puerta del Sol, en esos mismos momentos, entre los miles de personas que se empujaban impacientes, había ladrones acechando para aprovechar cualquier descuido, y tal vez tocones viscosos que se acercaban a las chicas, y otros seres que merodeaban con ocultas intenciones
73.
En la pared, junto a la segunda cancela, figuraba una madera de avisos y en ella colgaban unas tablillas con los nombres visibles de los ocupantes de la santa mansión, caso de que estuvieran presentes; de no ser así la oportuna tablilla puesta del revés denunciaba su ausencia facilitando la misión del portero, ya que los visitantes se acercaban a ver si el sacerdote que buscaban estaba en la casa y en caso contrario se retiraban, sin necesidad de acudir al lego que se ocupaba de la portería
74.
Cuando se acercaban a la plataforma, un hombretón de piel oscura con una gorra roja de punto apareció en la cubierta acompañado de dos tripulantes filipinos
75.
Del barracón del fondo iban saliendo hombres andrajosos y barbudos que se acercaban a la orilla sin entender lo que estaba ocurriendo, abrazando a sus libertadores
76.
Cuando ambos caballeros se acercaban al foso que rodeaba el castillo, el sonido de un cuerno ronco y profundo avisó de su llegada
77.
Oyeron voces excitadas que se acercaban
78.
Las filas de veinte tiendas superaban el alcance de los reflectores y se acercaban a los distantes pies de las colinas
79.
Creían en sembrar el terror en el territorio por el que pisaban mientras se acercaban a su objetivo, obligando a los funcionarios locales a luchar tanto contra el desasosiego interno como contra los invasores
80.
El radio operador rápidamente instaló el TACSA'h mientras Squires y Newmever se acercaban a Pupshaw
81.
Mientras los dos hombres se acercaban al Mercedes, el joven funcionario de la embajada se adelantó y quitó el seguro electrónico de las puertas
82.
Botes patrulleros de la armada atravesaban los límites rutinariamente, alejándose entre ocho y diez kilómetros de la costa coreana del Norte, y ocasionalmente eran descubiertos; cuando eso sucedía, no se acercaban más pero tampoco se retiraban
83.
Pero los pájaros no se iban, sino que se acercaban más y más, hasta que algunos se le posaron en el hombro y en el caballo, mientras seguían cantando con gran oficiosidad:
84.
De vez en cuando se acercaban al olmo delegaciones de hombres cubiertos de barro, a rogar a Strange que detuviera aquel diluvio, pero él se limitaba a negar con la cabeza diciendo:
85.
Los «tiburones» gigantes fueron avistados algunas veces, pero nunca se acercaban a la nave, ni siquiera cuando se arrojaban desperdicios por la borda
86.
Una vez en alta mar, acercaban la jaula a la boca de un contenedor de cinc dividido en dos compartimientos y allí, en el primero, las dejaban libres para que se atacaran entre ellas
87.
Las murallas que rodeaban el palacio se acercaban a toda velocidad, se hacían cada vez más altas
88.
Se había dado cuenta de las miradas con las que habían examinado la nave según se acercaban
89.
Eran unos muchachos cuando se habían despedido, y ahora se acercaban a la edad madura; sin embargo, al saludarse, los años parecieron desvanecerse y uno y otro se alegraron interiormente al ver lo bien que había tratado el Tiempo al amigo que recordaba
90.
Tan sólo un instante después pudo percibir las sombras de los brujos que se acercaban, escuchó sus pasos incluso más tarde todavía
91.
Una pareja de ancianos que se acercaban por el muelle cogidos del brazo los miró
92.
Los criados se acercaban presurosos a las tinajas y llenaban de vino vasos y copas
93.
Se acercaban al torreón
94.
Un grupo de samurais con su oficial al frente custodiaban la última puerta, todos ellos con la diestra en la empuñadura del sable y la izquierda sobre la daga, inmóviles y alerta, observando fijamente a los dos hombres que se acercaban
95.
Aprecié la expectación de los demás, una patente excitación mientras las llamas se acercaban a mi rostro
96.
Todos miraron al cielo al escuchar el sonido producido por dos jets que se acercaban
97.
Entonces, ellos se volvieron hacia los coches que se acercaban
1.
Los árboles eran el sitio donde encontrabas agua: te acercabas a ellos y empezabas a cavar
2.
El logo era una imagen que, vista desde lejos, parecía una célula del cerebro, una neurona, pero si te acercabas, entonces comprobabas que en realidad era un mapa de A Coruña y que las prolongaciones de la neurona no eran tales, sino calles de la ciudad
3.
Te acercabas a la barandilla y hacías tus necesidades, a cualquier hora del día o de la noche
1.
acercado al espíritu cada vez más hacia la soledad, la desunión con los otros seres de
2.
A Cecilia se le había acercado, poco después de entrar en el
3.
los ha acercado cual estaban al morir
4.
Los pueblos se han conocido, sehan estudiado y se han acercado
5.
Un vecino se había acercado desde la calle y había explicado que una enfermera en mi escuela
6.
miedo,se habían acercado hasta tocarle los dedos, las espuelas y el cinturón
7.
Entre tanto, el barón se había acercado a las mesas y veía
8.
Mi tío, a quien ya se habían acercado el hombre y la mujer, seguidos delos niños,
9.
Fernando, desde la entrada del comedor, sonrió sobre aquella escenaamarga, sin sorpresa ni indignación aparentes, y le dijo a Carmen, quese le había acercado medrosa:
10.
Desde que estoy en el pueblo, numerosas personas se me han acercado paraque les
11.
¿Y para esto se le había acercado con
12.
Sin darse cuentade ello, por un movimiento instintivo, se habían acercado de nuevo
13.
mejorade la maquinaria y a mayores facilidades en la transportación, todo locual ha acercado los
14.
7 Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado
15.
cuantos se han acercado a mí con la lisonja en los labios,doblando la rodilla para
16.
Por eso han sido aquí losrozamientos, en cuanto se han acercado
17.
—La dirección de las salpicaduras indica que el asesino se ha acercado a la víctima por la izquierda con el arma en alto, y que el recorrido descendente del arma ha seccionado de manera parcial el cuello y la yugular
18.
En una ocasión en que el tabernero se había acercado tanto a ella que el ardiente aliento le rozaba la cara, Kit había sacado la navaja y le había puesto la punta en el prominente estómago
19.
Con la otra mano, el kiri sacó el arma hincada de un tirón y a continuación atravesó con ella el vientre del soldado, que se había acercado para aprovechar su ventaja
20.
Y la señora Duvernoy, que se había acercado a la chimenea, 3 jugueteaba con la joya de que hablaba mientras le lanzaba miradas codiciosas
21.
Sin la cobertura de José, los muertos se habían acercado ya demasiado a Susana y Uriguen
22.
Sofía miró a su madre, que se había acercado a una de las ventanas, y en su mirada conocí de dónde le venía la lección
23.
Por fin, el temor a la muerte me libró de la superstición de incompetencia; fue como si me hubiera acercado por vidrios de aumento a los motores dejaron de ser un casual montón de hierros, tuvieron forma, disposiciones que permitían entender su cometido
24.
Mistress Protheroe estuvo en el estudio, en el jardín, aquel día, pero si usted recuerda, en su declaración dijo que sólo se había acercado a la puerta ventana del gabinete
25.
Quien le dio más que pensar, fue Georges Didier,{128} a quien el gusto común por las clases de francés y por la lectura había acercado a Jacques hasta llegar a una suerte de amistad muy afectuosa de la que Pierre, por otra parte, estaba celoso
26.
Pregunté qué había hecho Nerón al saber de aquella desgracia y me respondió que el césar se encontraba en Ancio y que no había querido regresar a la ciudad hasta que le informaron de que el fuego se había acercado a sus casas por la parte que se juntaban con palacio y con los huertos de Mecenas
27.
Paul permanece en el marco de la puerta mirando con aire inquisitivo a Joyce, que se ha acercado a la repisa y juega con los pétalos de una de las dalias que se hallan en un florero de pie alto
28.
Algunos terráqueos se habían acercado y los contemplaban desde lejos en actitud tranquila, con cierto perezoso interés
29.
La mujer se le había acercado todavía más, y lo miraba fijamente a los ojos, sin tocarlo
30.
Por el leve tirón de mi piel, supe que la ménade se había acercado un poco más
31.
La ménade se había acercado lo suficiente para tocarme
32.
La condesa se había acercado de un salto a la mesa y barrido con una mano las copas que había ante sí, que se estrellaron con estrépito contra el suelo
33.
El joven Pearson se había acercado a la ventana
34.
Mistress Protheroe estuvo en el estudio, en el jardín, aquel día, pero si usted recuerda, en su declaración dijo que sólo se había acercado a la puertaventana del gabinete
35.
Al decir esto se había acercado al Barón, el cual ya-ría inerte sobre la húmeda estera
36.
La duquesa se le había acercado, llena de un supersticioso espanto
37.
A todo esto se había acercado a la Rice y estaba a su lado cuando
38.
Se había acercado a ella
39.
Poirot se había acercado a la mesa
40.
Kin-Lung y Sun-Pao se habían acercado al adivino
41.
Parry dirigió una mirada en torno y al notar que muchos marineros se habían acercado y escuchaban con interés el diálogo, dijo con su habitual tono irónico:
42.
Al decir esto se había acercado al barón, el cual yacía inerte sobre la húmeda estera
43.
El barón, de un salto, se había acercado al cofre, que estaba oculto entre dos divanes
44.
La mora y la joven se habían acercado una a otra maquinalmente
45.
Ambos cuñados ataron los perros, cogieron cuatro enormes jarras de vino blanco, que podía competir por su calidad con el de Chipre, y avanzaron intrépidos al encuentro de los turcos, quienes no se habían acercado ni un simple paso
46.
A ella la cabeza le daba vueltas entre el sol, el vino, los versos y un pito de marihuana que él encendió apenas terminaron los últimos granos de caviar, ante la mirada impávida de la vaca, que se había acercado a la escena
47.
Poco a poco, siempre retrocediendo, se había acercado a don Rafael, y después de haberse asegurado con uña ojeada de que estaba a su alcance, con un salto de fiera se salió de la línea de la espada de Carmaux, y clavó su acero en la garganta del plantador
48.
—Pero vos, en algún éxtasis de la madre Gabriela, le habéis acercado a los labios el crucifijo que a ella perteneció
49.
Domingo se había acercado y juntaba sus manos para que Simón colocara en ellas uno de sus pies y se aupara
50.
Haberlo derribado del triciclo, cargado de nuevo el revólver, haberse acercado al lugar donde hubiera caído y dispararle un par de veces a la cabeza
51.
El parapentista que se había acercado a los dos terroristas muertos en el establo salió con una pesada caja, negra por un lado y plateada por el otro
52.
Los ancianos se habían acercado y tocaban la piel de mis piernas mientras gritaban:
53.
Pues bien, a la salida de la iglesia, donde había asistido a la santa misa de las doce del mediodía, se le había acercado la señora Collura, la de la tienda de muebles
54.
Mi presentimiento se había confirmado y, en efecto, el caso se había acercado
55.
Sosteniendo su copa con la mano derecha, Ginger había acercado la izquierda a su pantalón con naturalidad y la había puesto directamente sobre su muslo
56.
Nos habíamos acercado en la oscuridad con mucho tiento, en boga lenta y silenciosa, árboles y entenas estibados encima de la crujía para no recortarnos en el cielo nocturno, el piloto tumbado boca abajo en el espolón, junto al marinero que iba salmodiando la profundidad que daban los nudos del escandallo
57.
Por eso hizo fuego espaciándolo cuanto pudo; derribó a otro corsario, que cayó fuera de su vista, y al cabo, cuando vació el postrer apóstol e hizo el último disparo contra un enemigo que se había acercado hasta ocho o diez pasos, tronchándole una pierna —sonó como el chasquido de una rama rota—, dejó el arcabuz en el suelo, requirió la espada y aguardó, resignado, a que llegaran hasta él
58.
John se había acercado al borde de la zanja y contemplaba el ataúd de su antepasada
59.
Edward había acercado un cajón a la ventana, pero en lugar de buscar, estaba mirando al exterior
60.
Escudriñó las nubes ominosas, que se habían acercado aún más, y distinguió tenues rayos en la lejanía
61.
El contador Olmedilla se había acercado un poco al capitán, y deslizó unas frases en su oído
62.
La Garra había acercado el caballo y en ese momento se inclinaba hacia él
63.
Mare las había visto entrar, pero al parecer había notado la agitación de Joanna y no se había acercado
64.
Y a medida que los días fueron pasando y las noches haciéndose más frías, supe que ella debió haberse acercado a la ventana a intervalos regulares, haber entreabierto las cortinas y mirado al exterior oscuro con la mirada fija en el camino desierto, en busca de alguna señal que le indicara que su coche se acercaba
65.
Cuando regresé a la sala de reuniones, los tres hombres habían acercado sus sillas
66.
Azucena recordaba perfectamente que en una de las fotos de la regresión de Rodrigo aparecía reflejado en la cuchara el rostro del violador y de la persona que se había acercado a asesinarlo por la espalda, o sea, el rostro de Isabel en su etapa de hombre
67.
Arkady se había acercado lo suficiente para leer el logo en la tapa del motor
68.
Luego sintió una empatía que la había acercado a él; ahora veía el objeto con el que él jugaba todo el tiempo
69.
Cuando intentaba decidir qué hacer oyó las sirenas, así que se había acercado a la avenida y había sido entonces cuando había visto a Austin
70.
Lobo había terminado el hueso y se había acercado un poco mientras lavaban a la pequeña, dominado por la curiosidad e incapaz de mantenerse a distancia
71.
Mortati había esperado con paciencia en el altar principal, mientras cada cardenal, por orden descendente de edad, se había acercado y procedido a votar según el ritual
72.
Cuando se hubo acercado, ella permaneció solemne y rígida, mirando su cara y luego los edificios de la mayor ciudad del mundo, cual si éstos fueran la' clase de testigos que anhelaba
73.
¿Nunca te has pasado el peine por el pelo y lo has acercado luego a una hoja de papel?
74.
Por fin, cuando ya se habían acercado tanto que Isserley había pensado en ponerse las gafas, se detuvieron en seco
75.
Los demás se habían acercado al campamento durante la conversación, y Tynian se ofreció voluntario enseguida
76.
Sin duda la desgracia que había caído repentinamente sobre Carlos, le había acercado a Eugenia
77.
En el dormitorio de este viejo célibe había muebles del tiempo de Luis XV, deteriorados por el uso y a los cuales no se hubiera acercado una señora vestida de blanco, por miedo a mancharse
78.
Vio que se alejaba de la pantalla, a la que se había acercado para leer mejor el artículo
79.
Vi que el capitán, por el otro lado, también se había acercado a la mesa, y estaba haciendo como yo
80.
El policía se había acercado mucho a ella para escupirle:
81.
Una pequeña flotilla procedente de Le Havre se había acercado aprovechando la cortina de humo lanzada por la aviación aliada al este de la flota con el fin de protegerla de las baterías de Le Havre
82.
No había acertado en el corazón, ni siquiera se había acercado
83.
Neska ahora se había acercado a las vitrinas y miraba, como una
84.
El hacker había sugerido a Backle que sería de más utilidad en el hospital, pero el agente se había limitado a brindarle esa inescrutable media sonrisa que sabía que irritaba a los sospechosos, y había acercado su silla a la de Gillette
85.
Pero ¿cuándo? ¿Cuándo podían haber influido sobre los relojes? ¿Se habían acercado al grupo en El Cairo? ¿Quizás en las excursiones realizadas hasta ese momento?
86.
Control se había acercado hasta la puerta y la miraba por encima del florido hombro de Ron
87.
Uno de los anaqueles se había acercado a él
88.
Una vez, camino de la escuela con Emília, un muchacho se había acercado corriendo a ellas
89.
Guadalupe Sologaistoa, alcalde de Retalhuleu, se había acercado al general García Granados la noche antes con el fin de rendirle el pueblo
90.
Se les había acercado buceando, los había tocado y se había cogido a ellos, incluso había cabalgado sobre ellos
91.
Sebastián se había acercado
92.
Había acercado el oído a los labios temblorosos mientras Valeria pedía silencio y echaba a los demás de la habitación
93.
Sebastián se había acercado al escaparate
94.
El pálpito de su cuerpo se había acercado al suyo en un movimiento instantáneo que depositaba el roce efímero de los cabellos
95.
El reeg hembra se había acercado a escuchar también, siguiendo la conversación a medida que era reproducida en la superficie de su caja traductora
96.
También los otros se habían acercado
97.
Ayúdeme, por favor le dijo ella al hombre de la puerta, que ya se había acercado
98.
Al principio ni siquiera se habían acercado a ciertas costureras porque les mostraban aversión o miedo, mientras que con otras, hacia las que sentían cariño, habían ido con frecuencia hasta la puerta para salirles al encuentro
99.
A través de los vendedores, a quienes aparta más con la mirada que con los codos, ya se ha acercado con sus dos mujeres hasta donde se encuentran los dos señores, y a través de sus cabezas él, más grande que ambos, mira hacia la oscuridad del cuarto
100.
Yoda se había acercado a ellos y pataleó irritado al oír el comentario de Luke
1.
Nos acercamos al caserío
2.
acercamos alEcuador, los hombres se ponen locos y hay que
3.
Si lo acercamos al mineral de uranio, que está emitiendo núcleos de helio por una desintegración nuclear espontánea, el contaje, el número de chasquidos del contador por minuto, aumenta espectacularmente
4.
–Nos acercamos -dijo el secretario bajando la voz con un estremecimiento-, nos acercamos a la tercera posibilidad
5.
Nos acercamos flotando a la agente de policía
6.
Nos acercamos al mostrador, en el que Harry Landon, el flaco y anguloso encargado de planta, comía un bocadillo de jamón
7.
Las puertas se abrieron deslizándose en cuanto nos acercamos y se cerraron en cuanto hubimos pasado
8.
Nos levantamos con el vaso aún en la mano, nos acercamos a las ventanas y, vacilantes, miramos en dirección a la oscuridad de Central Park
9.
Allí dentro fingí una sonrisa, nos acercamos a la taquilla y saqué del bolsillo dos monedas de cinco centavos
10.
Nos acercamos al final, ¿verdad? Todos los demás están muertos
11.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que, a medida que nos acercamos más al electrón, nos introducimos más en la encubridora niebla de pares partícula-antipartícula y por consiguiente estamos menos afectados por su decreciente influencia
12.
En cuanto nos acercamos, alguien muere
13.
Nos acercamos a la zona de corrimiento
14.
Cuando nos acercamos, levantaron el vuelo, manchas en movimiento contra el cielo azul
15.
Nos acercamos a la puerta principal de Loos Ptokai y nos detuvimos
16.
Los dos nos acercamos a comisaría para que nos informaran sobre el curso de las investigaciones
17.
Los tres nos acercamos a la mesa y en efecto, allí estaba el cojín desaparecido
18.
Nuestra esporádica conversación murió por el tiempo mientras nos acercamos el aeropuerto
19.
Nos recorrieron con la mirada casualmente, pero nadie nos desafió o pidió ver identificación hasta que nos acercamos a la escalera del avión
20.
Acercamos un par de bultos grandes y nos sentamos
21.
Cuando nos acercamos, salió a nuestro encuentro una galera de la orilla, que llevaba, como yo esperaba, una delegación de prominentes funcionarios de la corte que iban a darme la bienvenida
22.
Ni una sola vez intentamos integrarnos en los juegos de los otros grupos, ni siquiera nos acercamos a los demás niños cuando éstos se disponían a romper la piñata
23.
Cuando nos acercamos, intentamos poner las piernas y/o los brazos por delante para amortiguar el golpe
24.
Pero cuando nos acercamos pudimos ver que entre los grandes edificios había tiendas, chozas y diminutos refugios de todo tipo, pues en Jhaampe solo los edificios públicos y las casas de la realeza son permanentes
25.
Lo que sucede es que en ocasiones, cuando les censuramos ese acto, puede que el niño no lo entienda y se ofusque y tenga una pequeña rabieta (a los 5 años aún pueden ser frecuentes, pero conforme nos acercamos a los 7 el niño se disgusta, pero ya no tiene la ofuscación de una rabieta)
26.
Nos acercamos hasta la cómoda y abrimos el cajón superior
27.
Nos acercamos a la carretera y esperamos
28.
Al mediodía, nos acercamos a las estribaciones de la Montaña Negra, tomamos la vía principal y pronto reconocimos las señales de los vigías que desde distintos lugares en los montes avisaban de nuestra presencia
29.
—Nos acercamos a un camión —advirtió Cobre con su cuerpo en medio del vehículo
30.
¿Sabíais que con esa cantidad se pueden comprar cincuenta y dos relojes Guzzi y que aún sobraría para un bolso? Los estudios se encuentran en Maida Vale y, cuando nos acercamos a las puertas, que me son familiares porque aparecen como fondo en los títulos de crédito del programa, me siento pictórica
1.
se acercan demasiado a los que podía tener la Stasi en la
2.
Acercarse a los robots que ralentizan a medida que se acercan y Kifele extiende la mano delante de su cara lo protege del calor
3.
espérense un poco,den tiempo al tiempo, estudien que los exámenes se acercan y¡qué carambas! usted que ya habla bien el castellano y seespresa con facilidad, ¿á qué se mete enlíos? ¿qué interéstiene usted en que se enseñe especialmente? ¡De seguro queel P
4.
de que se acercan los tiempos de estas invenciones
5.
material ycuya suma de civilización aparente las acercan con
6.
navegación de todas las flotas unhadis que se acercan por esa
7.
que hiere á los que se le acercan
8.
Allí se acercan la VenusFecunda, ensangrentada por un cilicio,
9.
—Decís bien; siempre andan alrededor de los del mundo,que se les acercan como el
10.
acercan á lasorillas del mar, buscando algún sinuoso ancón, y
11.
Se acercan en silencio a la presa
12.
acercan al compañero, seestrechan, se refriegan contra él, y el
13.
acercan alcompañero, se estrechan, se refriegan contra él, y el
14.
progreso en la isla, no se acercan a las urnas
15.
En cuanto a mí, corono a mis Penates con loto,[18] y los cuidadospor el porvenir no se acercan a mis umbrales, pues el hombre cuerdoconcreta su
16.
me acercan a los dioses, es preciso que sufra el companero frio, indiferente y altivo que me humilla a
17.
muchadiscreción, como los caracoles de mar cuando se acercan al oído
18.
Todos se miran en silencio, con ojos de susto, yse acercan, uno a uno, al umbral de la alcoba que hiede a muerte
19.
que se acercan y se alejan, sin movimiento detraslación, por el mero sacudimiento de sus
20.
Las reclusas que la oyen se acercan con su labor en las manos y le preguntan si van a ensayar:
21.
36 Los pasos se acercan de nuevo
22.
Reverte y Ángel Viñas son las que más nos acercan la verdad de los hechos
23.
Cada una de las bombas que caen nos acercan a su fin, a nuestro rescate»
24.
Mientras lo enciende, se oyen pasos que se acercan por el corredor
25.
Buzz y George salen y se le acercan
26.
Muchos hombres sin preferencias se acercan a ese bar porque han oído decir que los trámites amorosos son simples y perentorios
27.
–Está delante nuestro -dijo Chur-, es una de las naves que se acercan a la estación
28.
Existen muchos individuos de su tipo: son aquellos que se os acercan en un cabaret o café parisienses y os dicen que han encontrado el misterio de Stonehedge o que han levantado el velo de Isis
29.
Después de la puesta del sol los animales se acercan al agua
30.
Dos mocetones se acercan al tronco de pellín que han preparado, y lo levantan con esfuerzo, uno de cada extremo
31.
cuando a la ciudad se acercan, aun el gozo era mayor
32.
Semejantes a los pájaros que se acercan sobre el río: parecióle que eran avisadas y se manifestó dispuesto a creer lo que le iban a decir
33.
Me parece que se acercan unos guerreros y si no me engaño quieren atacarnos
34.
Cosas que se acercan a las casas
35.
Se acercan a sus víctimas en las aglomeraciones y les clavan unos aceros estrechos y sin mango que manejan como prestidigitadores
36.
Durante un largo rato, a ella y a los Sánchez Guinea se acercan conocidos que comentan asuntos comerciales y expresan su preocupación por las tierras americanas insurrectas, la rebeldía y el bloqueo de Buenos Aires, la lealtad cubana, el caos en que la situación española lo está sumiendo todo al otro lado del Atlántico, donde oportunistas y aventureros pescan en río revuelto
37.
Ni siquiera el estampido más o menos lejano de una bomba francesa —los tiros desde el Trocadero se acercan cada vez más al barrio— rompe la calma cálida de la tarde
38.
En la calle, entre los corros que comentan acaloradamente las incidencias del debate, Lolita y los Sánchez Guinea se acercan a Fernández Cuchillero, que está en compañía del quiteño Mexía Lequerica y otros diputados americanos
39.
La velocidad espacial de aquellas estrellas de la tabla 25 que se acercan a nosotros se recogen en la tabla 26; la de aquellas estrellas de la tabla 25 que se alejan de nosotros, en la tabla 27
40.
No tendremos en cuenta su mención en el apócrifo Evangelio del seudo-Mateo, en el que la burra y el buey se acercan al pesebre y ¡se arrodillan!
41.
Estados Unidos, con una población de 230 000 000 de habitantes, tiene un área de 9,36 megámetros cuadrados, ligeramente por debajo del nivel del Escalón 14; China, con una población de casi 1 000 000 000 de habitantes y un área de 9,6 megámetros cuadrados, y Canadá, con una población de 24 000 000 de habitantes y un área de 9,97 megámetros, se acercan más
42.
Por tanto, cuando se acercan las naves otra vez, un reloj marca las 2,15 y el otro las 3,15
43.
De repente, oímos el ruido de pasos que chapotean y se acercan
44.
Sin apenas hablarle a él o entre sí, le atienden mientras gradualmente recobra sus fuerzas, le acercan agua a los labios y le dan alimentos de aspecto extraño que él nunca ha probado
45.
Entonces se acordó de los periodistas y de lo mucho que se acercan a las investigaciones policiales cuando cubren un caso
46.
Os asombráis cuando vuestros hijos se convierten en rufianes del pueblo o en delincuentes medio enloquecidos; os preguntáis por qué las conquistas de los saqueadores se acercan tanto a vuestras puertas y maldecís de ello, achacándolo a la estupidez humana y declarando, que las masas son insensibles a la razón
47.
—Se acercan —advirtió Garion tras divisar un movimiento furtivo entre los oscuros troncos de los árboles
48.
—Se acercan unos jinetes —anunció tía Pol, sentada todavía en el pescante del carro
49.
—¿Todavía se acercan los jabalíes hasta las lindes del bosque? —preguntó Barak
50.
Antes o después, se atreven y se acercan
51.
—Pues ahora hay un montón, y a veces se acercan a las casas buscando comida en los cubos de basura
52.
Parece que se acercan por todos los caminos a la vez
53.
Esa luna se va, y ellos se acercan
54.
En cualquier caso, ¿es eso lo que quieres? ¿Te sientes feliz al quedarte sentada y escondida durante horas cada vez que se acercan esas malditas cosas? Cada día son más fuertes y no pasará mucho hasta que
55.
Los nubarrones no se acercan
56.
las generaciones se acercan
57.
Siguiendo al furgón, Tino y Suso se acercan con sus maletas a la cárcel, donde siempre venden hilos y agujas a las mujeres que van a visitar a las presas
58.
Los dos conejos se acercan a la hembra y la olisquean con curiosidad
59.
Se acercan al colegio
60.
230 hombres se le acercan por detrás y lo derriban a culatazos
61.
Se acercan algunas contracorrientes bastante peligrosas
62.
Con la vista todavía clavada en el agua, oye que se acercan un estallido y un zumbido; y no es su cerebro
63.
¿Quién sabe? En cualquier caso: un Chevrolet negro se aproxima con rapidez, como la misma Muerte, repleto de asesinos de las clases más altas pagados por Estados Unidos, y ahora los dos carros se acercan a los límites de la ciudad, donde terminan los faroles (porque, que conste, la modernidad tiene sus límites en Santo Domingo), y en la distancia oscura se cierne la feria ganadera donde diecisiete meses antes otro joven había intentando asesinarlo
64.
Pero si se ha tenido muchas veces un carrete de hilo en las manos y, sí se sabe el precio, se puede hablar de ello, mientras los pueblos se nos acercan y pasan a toda prisa, girando al mismo tiempo en la profundidad del campo, donde no tardan en desaparecer para nosotros
65.
Y los heterogéneos sonidos se acercan poco a poco
66.
Los judíos esperan en fila, desnudos; algunos están al borde de una fosa, y los soldados se les acercan por detrás y les disparan en la nuca con el fusil
67.
Se acercan y entran en uno de los vagones descubiertos
68.
Sus ojos singulares se acercan y estrechan el círculo alrededor mío, sus murmuraciones multiplicadas por la bóvedas
69.
mas cuando sube la marea y los tiburones se acercan,
70.
En sus brazos te aguarda la paz, el calor, y en esa esperanza avanzas, sorteas cajas llenas de recuerdos que nadie volverá a mirar, maletas con ropa vieja que alguien olvidó o no quiso tirar a la basura, y de vez en cuando la llamas, a tu princesa, ¿dónde estás?, dices con el cuerpo aterido de frío, haciendo castañetear los dientes, justo en medio del túnel, sonriendo en la oscuridad, tal vez por primera vez sin miedo, sin ánimo de provocar miedo, animoso, exultante, lleno de vida, tanteando en la oscuridad, abriendo puertas, cruzando pasillos que te acercan a las lágrimas, en la oscuridad, guiándote únicamente por la necesidad que tu cuerpo tiene de otro cuerpo, cayendo y levantándote, y por fin llegas a la cámara central, y por fin me ves y gritas
71.
Como si fuera un aplacador increíblemente poderoso, suaviza las emociones de todos los que se le acercan
72.
Cuando estas olas se acercan a la roca, forman una sucesión bien ordenada formada por un ciclo de ola ascendente y descendente seguido de otros similares
73.
Y si no me equivoco, los pasos que se acercan a la puerta son los suyos
74.
Siete u ocho policías salen de un salto de los coches y se acercan corriendo a la bola de cristal
75.
Asomadas a los mismos balcones, cabezas de hombres, descubiertas, y entremezcladas a cabecitas femeninas con sombreros de paja que se acercan y separan en las alternativas de los diálogos que no alcanzan a escucharse, cual si los pájaros disecados quisieran volar y las plumas perderse y las flores de trapo ir y alfombrar el empedrado que patea la plebe
76.
–Pero ellos verán los torpedos que se acercan -sugirió Nur An- y organizarán alguna defensa
77.
Ni siquiera los criminales se acercan a ellos
78.
Ahora que no está Lobo Rojo todas las sombras cobran formas extrañas, todos los ruidos parecen pasos que se acercan
79.
–¡Pero se acercan las tormentas!
80.
Los cazas enemigos se acercan a vosotros
81.
A pesar de todos los intentos para evitarlo, a pesar de la indudable merma de valor que supone la retirada de casi un billón de pesetas en depósitos, las acciones de Banesto se acercan a las 1300 pesetas, lo cual significa que el banco sí tenía un valor real, que el mercado no ha creído las cifras de saneamiento y que los factores políticos de la operación se manifiestan de forma espontánea entre la sociedad
82.
Las mujeres se acercan más a Cecil y yo me siento como un perro pastor
83.
Las primeras columnas se acercan
84.
Por esa zona del frente, las divisiones franquistas se acercan ya con peligro a Corbera, que está casi a su alcance
85.
A la mesa se acercan ansiosos sobre todo los padres de familia y, en general, los casados
86.
Las divisiones 1, 84 y 53 se acercan
87.
–¿Qué puede hacer? Tenemos a toda la maldita caballería para contener al enemigo mientras las legiones se acercan a él
88.
—Se acercan los aguadores, señor
89.
La máquina, imponente, descollaba hacia el cielo ante él, pero, como es sabido, las criaturas pequeñas tienden a volverse ciegas cuando se acercan demasiado a otras cuyo tamaño es mayor
90.
Luego los tres se acercan y comienzan a parlotear en voz baja
91.
Dábamos vueltas alrededor de Madrid como, de noche, las mariposas en tomo a la luz: se aproximan hasta que sienten la quemazón y reemprenden el vuelo, se acercan de nuevo y una ráfaga de viento las echa al fuego
92.
Había nacido para que su sola mirada derramase felicidad, para que hasta su sombra hiciera nacer bienes por todas partes, y yo de aquel claro astro he hecho una noche lóbrega, una oscuridad llena de dolores que hace llorar cuantos se le acercan
93.
Se apagan los últimos acordes exultantes, siguen unos segundos de silencio y retorna el aria, idéntica en la página, pero modificada por todas las variaciones que se han producido antes, todavía tierna, pero también resignada y más triste, las notas de piano se acercan flotando desde cierta distancia, como de otro mundo, y se expanden sólo poco a poco
94.
Los de máquinas, exceptuando a los oficiales a la hora de comer, nunca se acercan a los pasajeros ni a las cubiertas
95.
POR QUÉ LOS HOMBRES SE RETIRAN CUANDO LAS MUJERES SE ACERCAN
96.
En las relaciones, los hombres se retiran y luego se acercan, mientras que las mujeres suben y
97.
Se acercan a la fuente
98.
Dice que vienen, Eldred; dice que cuando el viento sopla hacia el este, puede oír los caballos que se acercan
1.
Rugieron a lo lejos unos motores y se fueron acercando los vehículos todo terreno
2.
—Dale un beso, Amaury—dijo el doctor, acercando a los
3.
fuerza de empujones, los iban acercando a lasima y, cuando
4.
Fuéronse acercando las voces
5.
pieles y acercando suprecioso pie al fuego de la chimenea
6.
cuello de supadre y con el otro el de su madre, acercando sus
7.
De estancia en estancia fuese acercando a la alcoba
8.
Y, acercando los bancos al fuego, los guerrilleros se sentaron; a pesarde los
9.
Aquella ternura facilitó el tratado; cediendo cada cual un poco de sutesón, se fueron acercando
10.
acercando, y pasamos por delante de bahíasestrechas, de una vegetación lujuriante, hasta
11.
Poco a poco los muchachos se habían ido acercando a las muchachas, y sinrespetar
12.
Los pastores y los mozos se habían ido acercando lentamente,
13.
Se iba ya acercando el ejército á las inmediaciones de la villa de Puno,y para tener noticias positivas de su
14.
Con este intentose fueron acercando, y cuando estaban inmediatos, se les
15.
capitaneslos señores de los pueblos, se venieron acercando á
16.
Al irse acercando, los ruidos se tornaron más fuertes y se alternaron con intermitentes rugidos que la hicieron temblar
17.
Según nos íbamos acercando a ellos en el Land-Rover, aumentaban la velo-cidad, bajando el cuello hacia el suelo y levantando tanto las patas a cada paso que casi se tocaban con ellas lo que en el ñandú equivale a la barbilla
18.
—dijo el hombre, aproximándose al manto y acercando un farol
19.
De semana en semana me he ido acercando al mundo de los que lavan la camisa única en la noche, cruzan la nieve con las suelas agujereadas, fuman colillas de colillas y cocinan en armarios
20.
El pitido se oyó otra vez, y comprendí que se estaba acercando, que ya casi había llegado, que el tren estaba a punto de entrar en la estación de Galen
21.
La tierra y los árboles se fueron acercando, acercando
22.
Me estaba acercando de frente a King's Arms
23.
Me estaba acercando al punto en cuestión
24.
Detuviéronse todos, y conocieron que el que hacía las señas era don Quijote; y, perdiendo alguna parte del miedo, poco a poco se vinieron acercando hasta donde claramente oyeron las voces de don Quijote, que los llamaba
25.
No se estaba acercando a unas colinas
26.
En cada parada el tranvía se vaciaba de una parte de su cargamento de obreros árabes y franceses, y cargaba una clientela mejor vestida a medida que se iba acercando al centro, volvía a arrancar al son de la campanilla y recorría así, de una punta a la otra, todo el arco que trazaba la ciudad, hasta desembocar de golpe en el puerto y el espacio inmenso del golfo, que se extendía hasta las grandes montañas azuladas en el fondo del horizonte
27.
La luz parecía provenir desde varios corredores más allá, y sólo la intuición le revelaba que se estaba acercando
28.
Y P-1-6344 se estaba acercando a todo correr
29.
Pero tomo un Valium y enseguida me siento bastante bien, y paso delante del mural de Sunset que dice DESAPAREZCA AQUÍ y en un semáforo en rojo en el que estamos parados les guiño el ojo a dos chicas rubias, las dos con walkman, que van en un 450SL descapotable, y les sonrío y ellas sueltan unas risitas y yo me pongo a seguirlas por Sunset, pensando en detenerme y a lo mejor tomar un sushi con ellas, y estoy a punto de proponerles que se detengan cuando de repente veo aparecer ese rótulo del drugstore Thrifty, con la enorme t minúscula de neón azul que se enciende y se apaga, por encima de edificios y murales, y la Luna está muy baja, justo encima, y me voy acercando a ella, y me siento débil y hago un giro totalmente ilegal cambiando de sentido y todavía me siento como enfermo pero algo mejor cuanto más me alejo de la Luna, con el espejo retrovisor bajado, y me dirijo a casa de Dirk
30.
El intruso se fue acercando más y más y más a la cama
31.
A medida que la mujer hablaba, Anthony se fue acercando a la puerta
32.
Tuve suerte de que mi recién iniciado interés por la ufología se frustrara ahí, en ese avistamiento en el que un grupo de mujeres fantasiosas, dos de ellas (mi amiga y yo) de quince años, miraban al cielo, esperando y temiendo un objeto extraño que se fuera acercando hasta posarse sigilosamente sobre la Tierra y nos hiciera vivir un acontecimiento que nos diferenciaría del resto de los seres humanos de por vida
33.
Así transcurrieron algunos minutos angustiosos; el bâg no se mostraba pero Toby estaba seguro de que se iba acercando lentamente, tomando toda suerte de precauciones, arrastrándose entre las altas hierbas que rodeaban al calvero
34.
Se estaban acercando silenciosamente para atacarlos por sorpresa
35.
Pero de lo que los gemelos no se habían dado cuenta —mientras que Eragon y Murtagh sí lo veían con claridad desde su ventajosa atalaya— era que Roran se estaba acercando a ellos por un lado
36.
Paige se inclina hacia delante y me dirige esa mirada de compasión, la que la chica del mostrador de entrada sabe hacer tan bien hundiendo la barbilla en el pecho y acercando las cejas al cuero cabelludo, y dice:
37.
El ambiente estaba caldeado y los dos hombres, sin pretenderlo, habían bajado el volumen de sus voces, acercando a la vez sus cabezas
38.
Catalina, que estaba en su celda cambiándose para el número de la chacona, oyó como si el trueno de una tormenta lejana se fuera acercando
39.
Sin embargo, mientras se iba acercando a aquella ventanilla, todos los albaricoques que había comido en su vida se pudrían un poco más en su boca, el agujero de su estómago se agrandaba y sus vísceras se atoraban en el centro de su garganta como el hueso imposible de un fruto seco
40.
La estancia estaba a oscuras; el criado fue acercando la llama del grueso cirio a las redondas jaulas de las paredes en cuyo interior se alojaba una palmatoria
41.
Se están acercando
42.
El comando Striker se estaba acercando a la gran escalera del palacio
43.
Sin parar de reflexionar, se fue acercando al ventanal del salón y dejó que sus ojos se perdieran entre los cristales de las ventanas de enfrente
44.
Fiamma se fue acercando a la plataforma donde el gran templo Kandariya Mahadeva se alzaba en cuatro cuerpos integrados, cubiertos de tejados piramidales ascendentes que culminaban en el gran shikhara, símbolo de la gran montaña sagrada
45.
El ocaso se iba acercando
46.
Pareció eternizarse en sus gritos y voces a Ahmed que se limitaba a permanecer en pie, vigilando la puerta, sin prestarle ayuda, mientras los pasos se iban acercando cada vez más
47.
Urbano acercando sus labios a la oreja del alférez-, ahí junto, un poquito más allá de aquella puerta vidriera, están tratando de vuestro levantamiento?
48.
La señora Jazeph se había levantado y se estaba acercando a la cama cuando, de repente, en el momento en que la señora Frankland empezó a hablar de su padre, se volvió en dirección al fuego
49.
Percibiendo lo caliente que estaba, Charlie ahuecó las manos y las fue acercando al objeto por ambos lados
50.
volvió en ese punto a chistarle a Diego Alatriste el valentón de la capa doblada en cuatro, y esta vez se le unieron dos de los otros rufianes que en el entreacto se habían ido acercando
51.
Conforme más nos íbamos acercando a la fortaleza, más señales encontrábamos de la pasada utilización de aquellos subterráneos por los monjes templarios: una efigie mutilada del arcángel san Miguel abandonada en un rincón, un cofre de tres sellos abierto y vacío en medio del camino, hornacinas en las paredes con extraños dibujos en sus intersecciones (signos solares, barcas lunares de tres mástiles, águilas de doble cabeza
52.
—repitió acercando sus labios a los míos
53.
–Todavía no, pero nos estamos acercando
54.
Cuando el cometa se va acercando a éste, la cola ondea detrás, da la vuelta en el punto de máxima aproximación y se coloca delante del cometa al alejarse éste
55.
Con cuidado me fui acercando porque no podía permitir que saliera
56.
Lo ideal sería que permanecieran separadas de manera indefinida; pero en la atmósfera circundante, los iones conducen lentamente la carga eléctrica hacia el exterior, hasta que las laminillas se van acercando una a otra
57.
Desgraciadamente, sus guaruras no pudieron sacarle mucha información a Ex Rodrigo, pues los demás miembros de la comitiva se estaban acercando al lugar donde ellos se encontraban
58.
Ella le fue acercando a su cuerpo mientras la escuchaba
59.
Me estoy acercando a la química orgánica considerada como una moderna ciencia sistemática y la transición es delicada
60.
Otras personas se habían ido acercando y Ayla tuvo que repetir la ceremonia formal con cada miembro de la Caverna
61.
–Bébaselo mientras esté burbujeando -dijo, acercando el vaso a los labios de la abuela Georgina-
62.
Se estaban acercando al Nicho de los Palios, situado justo encima de la tumba de San Pedro en el centro de la basílica
63.
Medianoche abajo, en la tierra, vio que los dioses se iban acercando uno al otro
64.
El grupo se fue acercando al puente, Kelemvor y Medianoche iban junto a Thurbrand, pero al aproximarse al río, algo se movió entre los matorrales
65.
El cuerpo principal del ejército se estaba acercando a la orilla este y unos cuantos jinetes ya habían cruzado el puente
66.
Cuando el Reina se fue acercando y Kelemvor oyó los gritos procedentes del barco enemigo, comprendió que los zhentileses no estaban preparados para aquella batalla
67.
Yo había conseguido ponerme en pie y me estaba acercando al coche de Cynthia por el lado del conductor, donde ella estaba sentada, con Grace al lado
68.
Uno de ellos llama por radio y, tras un corto retraso, aparece una furgoneta delante del edificio y se va acercando a la carretera
69.
Con los dedos totalmente extendidos fue acercando una caja de cartón hasta poder cogerla
70.
Contempló los cuerpos en la distancia, que se seguían acercando a la casa, y rezó para que perdieran interés y se alejaran
71.
En los diez días entre la primera foto y ésta otra, se fue acercando a la cabeza
72.
¿A cuántos abatiste… veinte pares? ¿Y luego los dejaste tirados en la carretera? ¿Se fueron acercando ordenada y educadamente? ¿Y enviaste a un guardia a por los que huían?»[213]
73.
Todavía estaba lejos, y muy alto, pero se estaba acercando: habían visto sus señales
74.
de la injuria que iba a hacerse al emperador, acercando su efigie al orinal
75.
Visualizó el abanico de balas de ametralladora que se le iban acercando y empezó a correr girando a cada instante
76.
Había hierbas entre la grava; a medida que se iba acercando a la casa, notó que estaba en peores condiciones de lo que había pensado
77.
Notaba en el sexo que se estaba acercando el ímpetu de la culminación, pero no quería rendirse todavía, no queda que el deseo acabara
78.
No debes -se estaban acercando a la puerta del crematorio-
79.
Era un día apacible; así que se iban acercando a la costa, con una brisa marina, empezó a imaginarse el océano, las largas y llanas playas y los tejados rojos por encima del mar
80.
Se estaban acercando al borde superior de la isla
81.
–Mira por donde -dijo Buceta incorporándose ligeramente y acercando la mano derecha a las de la muchacha- me acuerdo ahora de una clienta en la ruta de las Dueñas, por el sur, cuando yo empezaba el oficio
82.
Ambos recordaron el coche de Marimba con el faro roto y el motor renqueante, el estrépito del claxon cuando se fue acercando a la venta en un regreso mucho más accidentado que el del Chevrolet de Renedo
83.
Tras Sirio se fueron acercando los demás, repitiendo la misma operación en un rito perfectamente aprendido
84.
–Traedme el muñequillo, Tilly -dijo acercando una silla al fuego-
85.
Un momento después, una figura lamentable se fue acercando entre los yuyos
86.
Los hombres armados, sin dejar de gritar, se fueron acercando a los hombres de Flores
87.
El ruido de las puertas que se abría se iba acercando de vagón en vagón
88.
La guerra se está acercando, dijo Ulla
89.
Me estaba acercando a algo
90.
Nos estamos acercando a las minas
91.
El patio del castillo estaba lleno de grandes conejos, que miraban a los chicos mientras éstos se les iban acercando
92.
Alguien se estaba acercando
93.
En el silencio de la noche se oyó un zumbido que aumentaba gradualmente, mientras se iba acercando
94.
—¿Es muy viejo el faro? —preguntó Ana, mientras se iban acercando cada vez más y más—
95.
En la distancia se oía el tableteo de ametralladoras… se estaban acercando
96.
Raoden se fue acercando a la conversación y se detuvo junto a un hombre delgado y ansioso llamado Horen
97.
—Por supuesto —contestó Sarene, acercando el seon
98.
Era como si los dos mundos de Azoth se estuvieran acercando demasiado el uno al otro y notara el sobrecogimiento del noble en sus carnes
99.
Azoth se va acercando al agujero por el que en un tiempo izaban las barcas desde las inmundas aguas del Plith, se va acercando a la roca colocada junto al orificio y al lazo que ha atado en un extremo de la roca
100.
Pero resulta que las fluctuaciones cuánticas tienden a contribuir sustancialmente a la masa de la partícula de Higgs, haciendo que su masa se vaya acercando potencialmente a la escala de Planck
1.
Cuando llegaron hizo acercar la una, en la cual doña Claray don Juan entraron y se
2.
añadiese, jurando haberlo visto, que sólocon acercar la uña, cuando estaba él bien cargado y
3.
una suavidad que, al acercar la piela la condición del raso, la separaba de ciertas cualidades de la
4.
Volví a acercar el ojo a la rejilla
5.
El túnel que había arriba parecía penetrar sin fin en las tinieblas y la roca, o al menos fue ésa la impresión que tuve al acercar mi linterna por espacio de unos segundos
6.
A continuación se levantaron los dos riéndose y un grupo de taxistas se movió para acercar los coches a la gasolinera
7.
Casi como razas distintas, ¿me entiendes? Mi generación hizo un gran esfuerzo para acercar los dos sexos en cuanto a igualdad y todo eso, pero parece haber terminado en la nada
8.
El pobre tenía la cara ensangrentada y llena de polvo, pero no podía acercar las manos a ella
9.
—¿Es que acaso encontraron el modo de acercar el sol?
10.
El guarnicionero introdujo a la pareja en un pequeño cuchitril y se apresuró a acercar un par de banquetas que aparecían arrimadas a la pared en tanto que, melifluo, decía:
11.
No, con una pistola del veintidós, se debía acercar el cañón a escasos centímetros de la nuca del objetivo y efectuar tres o cuatro disparos al cerebro, mientras los guardaespaldas permanecían en sus coches, ajenos a lo que sucedía, y marcharse mucho antes de que alguien llamara a la puerta
12.
Por ejemplo: insertar lengua, quitar dedo de la oreja; retirar lengua, acariciar cuello, deslizar meñique izquierdo por la delgada tira de piel que asoma entre jersey y falda (evitando, cortésmente, el ombligo); besar y semilametear garganta y cuello, «trabajar» oreja, y depositar mano sobre rodilla; dejar de «trabajar» la oreja y acariciar pelo, acercar labios a los de ella y subir con la mano pierna arriba, todo a la misma velocidad; cuando los labios ya se tocan casi con los de ella, mantener su mirada durante un segundo mientras la mano despega como un avión por la pista de su muslo, para aterrizar
13.
-Muy bien, yo me voy a acercar al centro de generación -anunció Sufa-, así iré preparándolo todo y avisaré a los clones de la visita del grupo
14.
Antes de que yo tuviera ocasión de acercar una silla, anunció lacónicamente:
15.
acercar a esta conversación una imagen antigua que aún puede
16.
Se le podría acercar a alguna fea en el centro comercial
17.
Tampoco se intensifica cuando, sin acercar el oído a la pared, atisbo en mitad de la galería
18.
Y estos y lo que su presencia sugería decidieron al piloto a acercar el aparato a la aldea y a sus habitantes blancos
19.
Pero al acercar al niño contra sí, la mirada se posó en el rostro de la criatura
20.
Tuvo que acercar mucho su cara a la de él
21.
Varios soldados se acercaron con diversos cuchillos en manos nerviosas que estiraban para acercar su arma al gran general de Cartago
22.
Lou se puso de rodillas y se inclinó hacia él para acercar el oído a su boca
23.
Todos y cada uno de los objetos que habían sido tocados por ellas poseían el poder de acercar sus mentes
24.
Habló poco, pero en lugar de irse lo que hizo fue acercar una silla y observarles
25.
O quizá habían visto en aquel arreglo una nueva oportunidad de acercar a las chicas en su PPAIEC (Proyecto de Promoción de Amistad Internacional y Entendimiento Cultural)
26.
Justo cuando se iba a acercar a ella, la tía Zeliha se sentó junto a su hija y con inescrutable expresión le dijo algo al oído
27.
¡Qué maravilla! ¡Qué dicha! ¡Craso lo estaba alabando a él, lo estaba poniendo por las nubes! Qué trabajo tan bueno había hecho Cicerón cuando había sido cónsul para acercar mucho más las órdenes; caballeros y senadores debían estar felizmente unidos…
28.
Tras acercar una silla con un pie, se sentó y apoyó los codos en la pequeña mesa plegable de Terrence Cee
29.
Nadie se le podrá acercar
30.
Al acercar más el hocico, detectaron efluvios de lobo
31.
Discutieron un poco más acerca de las sumas de dinero, pero no consiguieron acercar posiciones
32.
Alcalá Zamora se mostró remiso a hacerlo porque podría acercar al país a una situación de guerra civil y, en su lugar, en el siguiente Consejo de Ministros —el último al que Alcalá Zamora tendría oportunidad de asistir— atacó con vigor la política de seguridad pro revolucionaria del gobierno, su tolerancia hacia el desorden izquierdista generalizado, la irresponsabilidad personal de ministros individuales del gabinete y del propio Azaña, la irregular adjudicación de un gran número de escaños parlamentarios tanto durante los tumultos de 16-19 de febrero como en las manipulaciones de la Comisión de Actas, la necesidad de cancelar lo que, en ese clima de terror, serían unas elecciones locales arbitrarias y abusivas y la absoluta necesidad de retornar a un gobierno constitucional de manera inmediata [28] y, al hacerlo, el presidente firmó su sentencia de muerte política
33.
Volvió a acercar su cara a la mía, y pareció como si sus ojos hubieran descubierto algo odioso en los míos
34.
Lamar, con sus manos de organista, era un hombre sumamente cuidadoso; siguiendo las instrucciones de Starling, abrió la boca de la víctima y retiró los labios a n de que ella pudiese acercar
35.
Larry, con los labios contraídos nuevamente con expresión aviesa, desabrochó la correílla de la pulsera y se levantó para acercar el reloj, por encima del escritorio, a Wolfe, cuyos dedos lo sujetaron al tiempo que me indicaba:
36.
Ya en el momento de acercar la mano se dio cuenta de que había algo que no era lo que debía ser
37.
Cuando Jack vio dos picos de los Montes Bamboo en línea y Pointe du Diable estaba en la posición N 17°, disminuyó vela, subió a la cofa del trinquete con un telescopio de noche y comenzó a acercar la fragata a la costa, sólo con las gavias desplegadas, tratando de esquivar el terral
38.
Una vez el niño Stephen había dado de comer a un azor delante del halcón, y desde entonces el halcón le miraba fijamente, con sus grandes ojos negros muy abiertos, y no se había vuelto a acercar a él
39.
De ese modo, puedo acercar la silla
40.
Mayor Vaughan, ¿quizás usted pueda acercar en el auto al padre Pacelli hasta el Centro de Información Católica?
41.
Compartían algún objetivo común, pero ni la una ni la otra tenían demasiado interés en acercar posiciones
42.
Se alternaba alguna noticia esperanzadora con otras desalentadoras que reflejaban lo difícil que parecía acercar posiciones entre países ricos y pobres
43.
Lo que sí hice fue acercar el colchón mugriento que había en el suelo para que pudiera apoyar los pies sobre él y, cuando pareció haber entrado un poco en calor, le pedí que echara la cabeza hacia atrás para mostrarme la cara a la luz
44.
En torno al resto, pese al intenso fuego que llega por esa borda, los hombres siguen afanándose en refrescar, cargar y disparar, tirando de los palanquines una y otra vez para acercar los cañones a las portas, arrojando al agua los cadáveres que estorban, llevando como pueden a los heridos hacia las escotillas, camino de la enfermería (el contador Merino va y viene ocupándose de eso, los brazos y las piernas manchados de sangre ajena)
45.
Y aquel hechizo, para acercar su alma a la de Odette, que tenían las obras o los sitios que le gustaban, llegó a parecerle más misterioso que el que contienen obras mucho más hermosas, pero que no le recordaban a Odette
46.
Había oído yo hablar de las célebres tapicerías de Guermantes y las veía, medievales y azules, un poco gruesas, destacarse como una nube sobre el nombre amaranto y legendario, al pie de la antigua selva en que Childeberto cazó con tanta frecuencia, y ante aquel fino fondo misterioso de las tierras, aquellas lejanías de siglos, me parecía que había de penetrar en sus secretos tan bien como pudiera en un viaje, no más que con acercar a París por un momento a la señora de Guermantes, soberana del lugar y señora del lago, como si su rostro y sus palabras hubieran debido poseer el encanto local de las arboledas y de las riberas y las mismas particularidades seculares del viejo protocolo, de sus archinos
47.
Lo que los artistas llaman inteligencia se aparece como pura pretensión a la sociedad elegante que, incapaz de situarse en el punto de vista único desde el que los artistas lo juzgan todo, sin comprender nunca el particular atractivo a que ceden al elegir una expresión o al acercar entre sí dos cosas, siente respecto de ellos una fatiga, una irritación, de que nace muy aprisa la antipatía
48.
Con gran esfuerzo lograron acercar la galera a la costa
49.
Y porque tras aquellos balaustres de mármol de distintos colores mamá leía aguardándome, cubierto el rostro por un velillo de tul, de un blanco tan desgarrador como el de sus cabellos para mí, consciente de que mi madre, ocultando sus lágrimas, lo había incorporado a su sombrero de paja no sólo para dar una impresión de ir más «vestida» ante la gente del hotel, sino sobre todo para parecerme menos enlutada, menos triste, casi consolada de la muerte de mi abuela; porque, sin haberme reconocido de inmediato, no bien la llamaba desde la góndola, mandaba hacia mí, desde el fondo de su corazón, su amor, que no se detenía sino donde ya no había materia para sostenerlo -en la superficie de su mirada apasionada que intentaba acercar lo más posible a mí, que procuraba realzar, en la punta de los labios, con una sonrisa que parecía abrazarme- enmarcado y bajo el dosel de la sonrisa más discreta de la ojiva iluminada por el sol de mediodía: por todo eso, aquella ventana ha dejado impreso en mi memoria el grato recuerdo de las cosas que participaron con nosotros, junto a nosotros, en cierta hora que sonaba, la misma para nosotros y para ellas; y, por admirables que sean sus parteluces, aquella ilustre ventana conserva para mí el aspecto íntimo de un hombre eminente con el que hubiéramos veraneado un mes en el mismo sitio, con quien hubiéramos trabado allí cierta amistad; y si, desde entonces, cada vez que veo la reproducción de esa ventana en un museo, tengo que aguantarme las lágrimas, es sencillamente porque me dice lo que más me llega al corazón: «Me acuerdo muy bien de tu madre
50.
Pero aún tuvo Corcuera el acto reflejo de acercar su cara a la de Carvalho para masticar más que hablar…
51.
Bernat apretó con cariño el brazo de su padre y éste lo obligó a acercar el oído a sus labios a la vez que señalaba hacia el altar mayor
52.
Todas se acercaron a Hernando y dos de ellas hicieron ademán de acercar su mano hasta el miembro erecto del muchacho
53.
Acción y efecto de acercar
54.
Loial volvió a acercar su caballo a Rand
55.
Después de acercar la tarjeta de seguridad al panel que había al fondo de la sala, empujó la puerta y entró en un pasillo largo, silencioso, con moqueta gris, que olía a recién pintado
56.
No había puesto ningún interés en todas las reuniones que tuvo con el Gobierno, tras la tregua, en constituir la mesa técnica entre Gobierno y ETA ni tampoco en la propuesta que la representación del Ejecutivo le había hecho, ya en los estertores del proceso, de acercar presos al País Vasco
57.
Después de éstas aparecieron las cartas de otros militantes relevantes de las épocas más duras de ETA, como José Luis Álvarez Santacristina, Txelis; josé Luis Urrusolo, Carmen Guisasola, Valentín Lasarte, Iñaki Recarte… Al malestar creciente contribuyó el hecho de que el colectivo de presos no fuera consultado por ETA cuando decidió romper la tregua en junio de 2007; el hecho de que ETA desatendiera la oferta del Gobierno de acercar presos durante las conversaciones en Ginebra y las duras exigencias del colectivo a sus presos, como rechazar los beneficios penitenciarios
58.
Había observado cómo la chica manipulaba a su hijo, que se retorcía y giraba como si estuviera prendido de un sedal que ella podía acercar a su antojo o mantener suspendido a distancia
59.
Todo lo que Rumplestiltskin estaba haciendo era, al parecer, para acercar más a Ricky hacia él
60.
Vimos la oportunidad de acercar vuestras dos razas a la perfección, y lo hemos hecho con alegría
61.
Nadie ha tocado nunca un timbre tan terrible: no me refiero al sonido que produjo sino a la presión en sí, al tacto del botón contra mi dedo, o de mi dedo contra el botón, nadie ha sentido nunca lo mismo que yo; aunque mi sensación fue lógica, ya que físicamente sería imposible tocar el timbre sin el hueso, quiero decir que sin el hueso nuestro dedo se torcería sobre el botón como un tubo de goma, o se aplastaría ridículamente, o se introduciría en sí mismo como un guante vacío, así que hasta cierto punto resulta lógico suponer que el timbre suena con el hueso, que es mi esqueleto el que llama a la puerta, pero nadie ha sentido nunca tal cosa, y me produjo pena y sorpresa comprobar que hasta aquel momento crucial yo ignoraba lo que realmente somos y que el conocimiento puede producirse así, de improviso, mientras el zumbido eléctrico molesta el oído todavía, que se me haya revelado en ese instante doméstico, que cuando Galia abrió la puerta yo ya fuera otro, que el sonido de su timbre me despertara de un sueño de ignorancia para sumirme en la vigilia de un mundo que, por desagradable que fuera, era más cierto, porque si mi dedo había hecho sonar el timbre era debido a que llevaba hueso en su interior; lo había percibido de repente: mi dedo era un dedo con hueso y su utilidad radicaba en el hueso, al palparlo noté la dureza debajo, tras impensables láminas de músculo, y la realidad de aquella presencia me dejó asombrado, estuporoso, con un estupor y un asombro no demasiado intensos pero permanentes: oh Dios mío tengo un hueso debajo, mi dedo no es un dedo, es un hueso articulado y protegido contra el desgaste: la idea me vino así, con una lógica tan aplastante que no me sorprendió en sí misma sino su ausencia hasta ese timbre; no había una idea extraña e increíble, había una extraña e increíble omisión de la idea en todo el mundo, justo hasta el histórico momento en que llamé a la puerta del piso de Galia, pero Galia estaba en el umbral con su bata azul celeste y su cabello ondulado como por rulos invisibles, y me contemplaba sorprendida; y es que es una mujer muy perspicaz: apenas me entretuve un instante demasiado largo entre su saludo y mi entrada, y ya me había preguntado qué me ocurría: yo me frotaba el índice de mi descubrimiento contra el pulgar, incapaz de creer aún que lo obvio podía estar tan oculto, casi temeroso de creerlo, y opté por disimular esperando tener más tiempo para razonar, así que entré, le di un beso, me quité el abrigo húmedo y la bufanda y saludé al pasar a César, que ladraba incesante en el patio de la cocina: Galia me dijo qué tal y yo le dije muy bien, y le devolví estúpidamente la pregunta y ella me respondió igual, y de repente me pareció absurdo este diálogo especular de respuestas consabidas, o quizá era que la revelación me había estropeado la rutina, véase si no otro ejemplo: mantuve tieso el culpable dedo índice mientras entraba, y ni siquiera lo utilicé para quitarme el abrigo, como si una herida repentina me impidiera usarlo, y es que desde que había comprobado que ocultaba un hueso lo miraba con cierta aprensión, como se miran los fetiches o los amuletos mágicos; pero hice lo que suelo hacer: me senté en uno de los dos grandes sofás de respaldo recto, estiré las piernas, saqué un cigarrillo —con los dedos pulgar y medio— y dije que sí casi al mismo instante que Galia me preguntaba si quería café, incluso antes de saber si realmente tenía ganas de café, ya que la tradición es que acepte, y Galia, tan maternal, necesita que yo acepte todo lo que me da y rechace todo lo que no puede darme; tomar el café en la salita, mientras termino el cigarrillo y justo antes de pasar al dormitorio, se ha vuelto, a la larga, el rato más excitante para ambos; charlamos de lo acontecido durante la semana, Galia me pregunta siempre por Ameli y Héctor Luis, se muestra interesada en mis problemas y apenas me habla de los suyos, pero el diálogo es una excusa para que ella me inspeccione, me palpe, capte cosas en mi mirada, en mi forma de vestir, en mis gestos, pues Galia, a diferencia de Alejandra, es una mujer afectuosa, impulsiva y, como ya he dicho, perspicaz, y la conversación no le interesa tanto como ese otro lenguaje inaudible de la apariencia, así que es muy natural que la interrumpa para decirme: estás cansado, ¿verdad?, o bien: hoy no tenías muchas ganas de venir, ¿no es cierto? o bien: cuéntame lo que te ha pasado, vamos, has discutido con Alejandra, ¿me equivoco?, así estemos hablando del tiempo que hace, los estudios de Héctor Luis o lo que sea, da igual, su mirada me envuelve y nota las diferencias; por lo tanto, no fue extraño que esa tarde me dijera, de repente: te encuentro raro, Héctor, y yo, con simulada ingenuidad: ¿sí?, y ella, confundida, aventura la idea de que pueda tratarse de Alejandra o de la niña: no, no es Alejandra, le digo, tampoco es Ameli; Alejandra sigue sin saber nada de lo nuestro, tranquila, y en cuanto a Ameli, ya la dejo por imposible, pero ella concluye que tengo una cara muy curiosa este jueves y yo la consuelo a medias diciéndole que estoy cansado, y ella insiste: pero no es cara de estar cansado sino preocupado, y yo: pues lo cierto es que no me pasa nada, Gali, porque cómo decirle que estoy pensando inevitablemente en el hueso de mi dedo índice, cómo decirle que de repente me he descubierto un hueso al llamar al timbre de su casa: ¿acaso no iba a sentirse un poco dolida?, ¿acaso no pensaría que era una forma como cualquier otra de decirle que ya estaba harto de visitarla cada semana, todos los jueves, desde hace años?, sonaba mal eso de: acabo de darme cuenta, Gali, justo al llamar al timbre de tu puerta, de que tengo un hueso en el dedo, de que mi dedo índice son tres huesos camuflados, para acto seguido decir: bueno, Gali, no pensemos más en que mi dedo índice son tres huesos, ¿no?, y vamos a la cama, que se hace tarde; sonaba mal, sobre todo porque con Galia, igual que con Alejandra, tenía que andar de puntillas: nuestra relación se había prolongado tanto que, a su modo, también era rutinaria, a pesar de que ella seguía llamándola «una locura»; curiosamente, Galia es viuda y libre y yo estoy casado y tengo dos hijos, pero ella sigue diciendo que lo nuestro es «una locura» y yo pienso cada vez más en una aburrida traición, un engaño cuya monótona supervivencia lo ha despojado incluso del interés perverso de todo engaño dejando solo los inconvenientes: jamás podría hablarle a Alejandra de Galia, ahora ya no, y jamás podría terminar con Galia, ahora ya no, cada relación se había instalado en su propia rutina y ya ni siquiera podía soñar con escaparme de ésta, porque se suponía que cada una servía precisamente para huir de la rutina de la otra: mi deber era cuidar de ambas, conocer a Galia y a Alejandra, saber qué les gustaba oír y qué no, lo cual, naturalmente, era difícil, y por eso mi propia rutina consistía en callarme frente a las dos; pero en momentos así callarme también era un esfuerzo, porque si me notaba incluso la división entre los huesos, si podía imaginármelos al tacto, sentirlos allí como un dolor o una comezón repentina, ¿cómo podía evitar pensar en eso?; y ni siquiera era mi dedo lo que me molestaba, ya dije, sino mi error al no darme cuenta hasta ahora: esa ceguera era lo que jodía un poco, perdonando la expresión; porque hubiera sido como si me creyera que el arlequín de la fiesta de disfraces no esconde a nadie debajo, cuando es bien cierto que ese alguien bajo el arlequín es quien le otorga forma a este último, que no podría existir sin el primero: sería tan solo puros leotardos a rombos blancos y negros, bicornio de cascabeles, zapatillas en punta y antifaz, pero no el arlequín, y de igual manera, ¿qué error me llevó a creer hasta esa misma tarde que mi dedo índice era un dedo?; si lo analizamos con frialdad, un dedo es un disfraz, ¿no?, una piel elegante que oculta el cuerpo de un hueso, o de tres huesos si nos atenemos a lo exacto, y a poco que lo meditemos, una vez llegados a este punto y pinchado en el hueso, valga la expresión, ya no se puede retroceder y razonar al revés: decir, por ejemplo, que el hueso es simplemente la parte interna de un dedo: sería como llegar a ver el alma: ¿acaso pensaríamos en el cuerpo con el mismo interés que antes?; pero mientras hablaba con Galia y la tranquilizaba estaba razonando lo siguiente: que este descubrimiento conlleva sus problemas, porque es un hallazgo delator, como atrapar a un miembro de la banda y lograr que revele la guarida de los demás: si mi dedo índice derecho, el dedo del timbre, lleva huesos ocultos, la conclusión más sencilla se extiende como un contagio a los otros cuatro de esa misma mano y, ¿por qué no?, a los cinco de la otra: tengo un total de diez huesos entre las dos manos, tirando por lo bajo, cinco huesos en cada una, y lo peor de todo es que se mueven: porque hay que pensar en esto para horrorizarse del todo: ¿alguna vez vieron moverse solos a diez huesos?, pues ocurre todos los días frente a ustedes, en el extremo final de los brazos: hagan esto, alcen una mano como hice yo aprovechando que Galia se acicalaba en el cuarto de baño (porque Galia se acicala antes y después de nuestro encuentro amoroso), alcen cualquiera de las dos manos frente a sus ojos y notarán el asco: cinco repugnantes huesos bajo una capa de pellejo (ni siquiera huesos limpios, por tanto, sino envueltos en carne) moviéndose como ustedes desean, cinco huesos pegados a ustedes, oigan, y tan usados: saber que nos rascamos con huesos, que cogemos la cuchara con huesos, que estrechamos los huesos de los demás en la calle, que acariciamos con huesos la piel de una mujer como Galia: saberlo es tan terrible pero no menos real que los propios huesos, saberlo es descubrirlo para siempre, y lo peor de todo fue lo que me afectó: no se trata de que no se me pusiera tiesa en toda la tarde, perdonando la intimidad, ya que esto me ocurría incluso cuando pensaba que los dedos eran dedos, no, lo peor fue el cuidado que puse: tanto que no parecía que estaba haciendo el amor sino operando algún diente delicado; y es que me invadió una notoria compasión por Galia, tan hermosota a sus cincuenta incluso, al pensar que sobaba sus opulencias, sus suavidades, con huesos fríos y duros de cadáver: mi culpa llegó incluso a hacerme balbucear incongruencias, desnudos ambos en la cama: ¿soy demasiado duro?, comencé por decirle, y ella susurró que no y me abrazó maternalmente, e insistir al rato, todo tembloroso: ¿no estoy siendo quizá algo tosco?, y ella: no, cariño, sigue, sigue, pero yo la tocaba con la delicadeza con que se cierran los ojos de un muerto, porque ¿cómo olvidar que eran huesos lo que deslizaba por sus muslos?, aún más: ¿cómo es que ella no lo sabía?, ¿acaso no se percataba de que las caricias que más le gustaban, aquellas en que mis dedos se cerraban sobre su carne, eran debidas a los huesos?: sin ellos, tanto daría que la magreara con un plumero: ¿cómo podría estrujar sus pechos sin los huesos?, ¿cómo apretaría sus nalgas sin los huesos?, ¿cómo la haría venirse, en fin, sin frotar un hueso contra su cosa, perdonando la vulgaridad?: sin los huesos, mis dedos valdrían tanto como mi pilila, perdonando la obscenidad, o sea, nada: ¿cómo es que ella no se horrorizaba de saber que nuestros retozos, que tanto le agradaban, eran puro intercambio de huesos muertos?, porque incluso sus propias manos, y mis brazos, y los suyos, Dios mío, ¿no eran largos y recios huesos articulados que se deslizaban por nuestros cuerpos, nos envolvían, apretaban nuestra carne, nos abrazaban?, ¿acaso era posible no sentir el grosero tacto de los húmeros, la chirriante estrechez del cúbito y el radio, los bolondros del codo y la muñeca?; sumido en esa obsesión me hallaba cuando dije, sin querer: ¿no estoy siendo muy afilado para ti?, y ella dijo: ¿qué?, y supe que la frase era absurda: «afilado»», ¿cómo podía alguien ser «afilado» para otro?, y casi al mismo tiempo me percaté de que era la pregunta correcta, la más cortés, la más cierta: porque con toda seguridad había huesos y huesos, unos afilados y otros romos, unos muy bastos y ásperos corno rocas lunares y otros pulidos quizá como jaspes: incluso era posible que el tacto del mismo hueso dependiera del ángulo en que se colocaba con respecto a la piel, porque un hueso es un poliedro, casi un diamante, y hay que imaginarse sobando a la querida con diez durísimos y helados cuarzos para comprender mi situación, pensar en la carilla adecuada que usaremos para deslizarlos por la piel, el borde más inofensivo, no sea que nuestros apretujones se conviertan en el corte del filo de un papel, en la erizante cosquilla de una navaja de barbero; y entre ésas y otras se nos pasó el tiempo y terminamos como siempre pero peor, resoplando ambos bocarriba como dos boyas en el mar, mirando al techo, con esa satisfacción pacífica que solo otorga la insatisfacción perenne: cuánto tiempo hace que tú y yo no disfrutamos, Galia, pienso entonces, que vamos llevando esto adelante por no aguardar la muerte con las manos vacías, tiempo repetido que nunca se recobra porque nunca se pierde, días monótonos, el trasiego de la rutina incluso en la excepción: porque, Galia, hemos hecho un matrimonio de nuestra hermosa amistad, eso es lo que pienso, pero hubiéramos podido ser felices si todo esto conservara algún sentido, si existiera alguna otra razón que no fuera la inercia para mantenerlo; oía su respiración jadeante de cincuenta años junto a mí y trataba de imaginarme que estaba pensando lo mismo: ese silencio, Galia, que nunca llenamos, la distancia de nuestra proximidad, por qué tener que imaginarlo todo sin las palabras, qué piensas de mí, qué piensas de ti misma, por qué hablar de lo intrascendente, y va y me indaga ella entonces: ¿qué tal el trabajo?, porque cree que el exceso de dedicación me está afectando, y yo le digo que bien, y ella, apoyada en uno de sus codos e inclinada sobre mí, los pechos como almohadas blandas, vuelve a la carga con Alejandra: pero te ocurre algo, Héctor, dice, desde que has entrado hoy por la puerta te noto cambiado, ¿no será que Alejandra sospecha algo y no me lo quieres decir?, y le he contestado otra vez que no, y a veces me interrogo: ¿por qué todo esto?, ¿por qué lo mismo de lo mismo, este vaivén inacabable?, ¿qué pasaría si un día hablara y confesara?, ¿qué pasaría si por fin me decidiera a hablar delante de Alejandra, pero también delante de Galia y de mí mismo?, decir: basta de secretos, de engaños, de misterios: ¿qué sentido le encontráis a todo?, ¿por qué oficiar siempre el mismo ritual de lo cotidiano?, y para cambiar de tema le comento que Ameli está atravesando ahora la crisis de la adolescencia y discute frecuentemente conmigo y que Héctor Luis ha decidido que no será dentista sino aviador; a Galia le gusta saber lo que ocurre con mis hijos, ese tema siempre la distrae, incluso me ofrece consejos sobre cómo educarlos mejor, y yo creo que goza más de su maternidad imaginaria que Alejandra de la real; en todo caso, es un buen tema para cambiar de tema, y pasamos un largo rato charlando sin interés y pienso que es curioso que venga a casa de Galia para hablar de lo que apenas importa, ya que eso es prácticamente lo único que hago con Alejandra; en los instantes de silencio previos a mi partida seguimos mirando el techo, o bien ella me acaricia, zalamera, incluso pesada, y me dice algo: esa tarde, por ejemplo: me gusta tu pecho velludo, así lo dice, «velludo», y no sé por qué pero de repente me parece repugnante recibir un piropo como ése, aunque no se lo comento, claro, y ella, insistente, juega con el vello de mi pecho y sonríe; Galia es una orquídea salvaje, pienso, y a saber por qué se me ocurre esa pijada de comparación, pero es tan cierta como que Dios está en los cielos aunque nunca le vemos: Galia es una orquídea salvaje en olor, tacto, sabor, vista y sonido, y me encuentro de repente pensando en ella como orquídea cuando la oigo decir: ¿por qué me preguntaste antes si eras «afilado»?, ¿eso fue lo que dijiste?, y me pilla en bragas, perdonando la expresión, porque al pronto no sé a lo que se refiere, y cuando caigo en la cuenta, y para no traicionarme, le respondo que quería saber si le estaba haciendo daño en el cuello con mis dientes, y ella va y se echa a reír y dice: ¡vampirillo, vampirillo!, y vuelve a acariciarme, y como un tema trae otro, lo de los dientes le recuerda que necesita hacerse otro empaste, porque hace dos días, comiendo empanada gallega, notó que se le desprendía un pedacito de la muela arreglada, así que pasará por mi consulta sin avisarme cualquier día de éstos, y de esa forma nos veremos antes del jueves, dice, y su sonrisa parece dar a entender que está recordando el día en que nos conocimos, porque las mujeres son aficionadas a los aniversarios, ella tendida en el sillón articulado, la boca abierta, y yo con mi bata blanca y los instrumentos plateados del oficio, y como para confirmar mis sospechas me acaricia de nuevo el pecho «velludo» y dice: me gustaste desde aquel primer día, Héctor, me hiciste daño pero me gustaste, y claro está que nos reímos brevemente y yo le digo que nunca he comprendido por qué se enamoró de mí en la consulta, qué clase de erotismo desprendería mi aspecto, bajito, calvo y bigotudo, amortajado en mi bata blanca, entre el olor a alcohol, benzol, formol y otros volátiles, provisto de garfios, tenacillas, tubos de goma, lancetas y ganchos, porque no es que mi oficio me disgustara, claro que no, pero no dejaba de reconocer que la consulta de un dentista de pago es cualquier cosa menos un balcón a la luz de la luna frente a un jardín repleto de tulipanes, eso le digo y ella se ríe, y por último el silencio regresa otra vez, inexorable, porque es un enemigo que gana siempre la última batalla; llega la hora de irme, esa tarde más temprano porque mi suegro viene a cenar a casa, y cuando voy a levantarme la oigo decir, como de forma casual: ¿qué haces frotándote los dedos sin parar, Héctor?, ¿te pican?, eso dice, y descubro que, en efecto, he estado todo el rato dale que dale moviendo los dedos de la mano derecha como si repitiera una y otra vez el gesto con el que indicamos «dinero» o nos desprendemos de alguna mucosidad, perdonando la vulgaridad, que es casi el mismo que el que utilizamos para indicar «dinero», y enrojezco como un niño de colegio de curas pillado en una mentira y quedo sin saber qué decirle, hasta que por fin me decido y opto por revelarle mi hallazgo: nada, digo, ¿es que nunca te has tocado el hueso que tenemos bajo los dedos?, y lo pregunto con un tono prefabricado de sorpresa, como si lo increíble no fuera que yo me los frotase sino que ella no lo hiciera: qué dices, me mira sin entender, y me encojo de hombros y le explico: es que resulta curioso, ¿no?, quiero decir que si te tocas los dedos notas durezas debajo, ¿verdad?, y esas durezas son el hueso, ¿no te parece curioso, Gali?, toca, toca mis dedos: ¿no lo palpas bajo la piel, la grasa y los tendones?, es un hueso cualquiera, como los que César puede roer todos los días, le digo, y ella retira la mano con asco: qué cosas tienes, Héctor, dice, es repugnante, dice, y yo le doy la razón: en efecto, es repugnante pero está ahí, son huesos, Gali, mondos y lirondos, blancos, fríos y duros huesos sin vida: sin vida no, dice ella, pero replico: sin vida, Gali, porque nadie puede vivir con los huesos fuera, los huesos son muerte, por eso nos morimos y sobresalen, emergen y persisten para siempre, pero se ocultan mientras estamos vivos, es curioso, ¿no?, quiero decir que es curioso que seamos incapaces de vivir sin los huesos de nuestra propia muerte, pero más aún: que los llevemos dentro como tumbas, que seamos ellos ocultos por la piel, que seamos el disfraz del esqueleto, ¿no, Gali?, y ella: ¿te pasa algo, Héctor?, y yo: no, ¿por qué?, y ella: es que hablas de algo tan extraño, y yo le digo que es posible y me callo y pienso que quién me manda contarle mi descubrimiento a Galia, sonrío para tranquilizarla y me levanto de la cama, no sin antes cubrirme convenientemente con la sábana, ya que siempre me ha parecido, a propósito del tema, que la desnudez tiene su hora y lugar, como la muerte, y recojo la ropa doblada sobre la silla, me visto en el cuarto de baño y para cuando salgo Galia me espera ya de pie, en bata estampada por cuya abertura despuntan orondos los pechos y destaca el abultado pubis, me da un besazo enorme y húmedo y me envuelve con su cariño y bondad maternales: te quiero, Héctor, dice, y yo a ti, respondo, y no te preocupes, dice, porque otro día nos saldrá mejor, y me recuerda aquel jueves de la primavera pasada, o quizá de la anterior, en que fuimos capaces de hacerlo dos veces seguidas y en que ella me bautizó con el apodo de «hombre lobo»: teniendo en cuenta que hoy he sido «vampirillo», más intelectual pero menos bestia, quién duda de que me convertiré cualquier futuro jueves en «momia» y terminará así este ciclo de avatares terroríficos que comenzó con un «frankenstein» entre luces blancas, olor a fármacos y cuchillas plateadas, pero esto lo digo en broma, porque bien sé que lo nuestro nunca terminará, ya que, a pesar de todo —incluso de mi escasa fogosidad—, es «una locura», o no, porque hay ritual: el rito de decirle adiós a César, ladrando en el patio encadenado a una tubería oxidada, el beso final de Galia, y otra vez en la calle, ya de noche, frotándome los dedos dentro de los bolsillos del abrigo mientras camino, porque vivo cerca de la casa de Galia y tengo mi trabajo cerca de donde vivo, así que me puedo permitir ir caminando de un sitio a otro, todo a mano en mi vida salvo los instantes de vacaciones en que nos vamos al apartamento de la costa, y, sin embargo, debido a la repetición de los veranos, también a mano el apartamento, y la costa, y todo el universo, pienso, tan próximo todo como mis propias manos, y, sin embargo, a veces tan sorprendentemente extraño como ellas: porque de improviso surge lo oculto, los huesos que yacen debajo, ¿no?, pienso eso y froto mis dedos dentro de los bolsillos del abrigo; y ya en casa, comprobar que mi suegro había llegado ya y excusarme frente a él y Alejandra con tonos de voz similares, aunque ambos creen que los jueves me quedo hasta tarde en la consulta «haciendo inventario», que es la excusa que doy, así me cuesta menos trabajo la mentira, ya que me parece que «hacer inventario» es suministrarle a Alejandra la pista de que mi demora es una invención, una alocada fantasía de mi adolescencia póstuma, hasta tal extremo de juego y cansancio me ha llevado el silencio de estos últimos años; además, sospecho que el viejo escoge los jueves para disponer de un rato a solas con Alejandra mientras yo estoy ausente, lo cual, hasta cierto punto, me parece una compensación, Alejandra tiene a su padre y yo tengo a Galia, y sospecho que desde hace meses ambas parejas pasamos el tiempo de manera similar: hablando de tonterías y fumando; el padre de Alejandra, rebasados los ochenta, tiene una cabeza tan perfecta y despejada que te hace desear verlo un poco confuso de vez en cuando, que Dios me perdone, porque además ha sido librero, propietario de una antigua tienda ya traspasada en la calle Tudescos, hombre instruido y amante de la letra impresa, particularmente de los periódicos, y con un genio detestable muy acorde con su inútil sabiduría y su fisonomía encorvada y su luenga barbilla lampiña; Alejandra, que ha heredado del viejo el gusto por la lectura fácil y la barbilla, además de cierta distracción del ojo izquierdo que apenas llega a ser bizquera, se enzarza con él en discusiones bienintencionadas en las que siempre terminan ambos de acuerdo y en contra de mí, aunque yo no haya intervenido siquiera, ya que al viejo nunca le gustó nuestro matrimonio, y no porque hubiera creído que yo era una mala oportunidad, sino por «principios», porque el viejo es de los que odian a priori, y yo nunca sería él, nunca compartiría todas sus opiniones, nunca aceptaría todos sus consejos y, particularmente, jamás permitiría que Alejandra regresara a su área de influencia (vacía ya, porque su otro hijo se emancipó hace tiempo y tiene librería propia en otra provincia); además, mi profesión era casi una ofensa al buen gusto de los «intelectuales discretos» a los que él representa, porque está claro que los dentistas solo sabemos provocar dolor, somos terriblemente groseros, apenas se puede hablar con nosotros a diferencia de lo que ocurre con el peluquero o el callista (debido a que no se puede hablar mientras alguien te hurga en las muelas), y, por último, ni siquiera poseemos la categoría social de los cirujanos: el hecho de que yo ganara más que suficiente como para mantener confortables a Alejandra y a mis dos hijos, poseer consulta privada, secretaria y servicio doméstico, no excusaba la vulgaridad de mi trabajo, pero lo cierto es que nunca me había confiado de manera directa ninguna de estas razones: frente a mí siempre pasaba en silencio y con fingido respeto, como frente a la estatua del dictador, pero se agazapaba aguardando el momento de mi error, el instante apropiado para señalar algo en lo que me equivoqué por no hacerle caso, aunque, por supuesto, nunca de manera obvia ni durante el período inmediatamente posterior a mi pequeño fracaso, porque no era tanto un cazador legal como furtivo y rondaba en secreto a mi alrededor esperando el instante apropiado para que su odio, dirigido hacia mí con fina puntería, apenas sonara, y entonces hablaba con una sutileza que él mismo detestaba que empleasen con él, ya que había que ser «franco, directo, como los hombres de antes», pero yo, lejos de aborrecerle, le compadecía (y fingía aborrecerle precisamente porque le compadecía): me preguntaba por qué tanto silencio, por qué llevarse todas sus maldiciones a la tumba, cuál es la ventaja de aguantar, de reprimir la emoción día tras día o enfocarla hacia el sitio incorrecto; pero lo más insoportable del viejo era su fingida indiferencia, esa charla intrascendente durante las cenas, ese acuerdo tácito para no molestar ni ser molestado, tan bien vestido siempre con su chaqueta oscura y su corbata negra de nudo muy fino: un día te morirás trabajando, me dice cuando me excuso por la tardanza, y no te habrá servido de nada: este gobierno nunca nos devuelve el tiempo perdido ese del señor Joyce, añade (su costumbre de citar autores que nunca ha leído solo es superada por la de citarlos mal), que diga, Proust, se corrige, a mí siempre los escritores franceses me han dado por atrás, con perdón, dice, y por eso me equivoco, y Alejandra se lo reprocha: papá, dice; mientras finjo que escucho al viejo, contemplo a Alejandra ir y venir instruyendo a la criada para la cena y llego a la conclusión de que mi mujer es como la casa en la que vivimos: demasiado grande, pero a la vez muy estrecha, adornada inútilmente para ocultar los años que tiene y llena de recuerdos que te impiden abandonarla; Alejandra tiene amigas que la visitan y le dan la enhorabuena cuando Ameli o Héctor Luis consiguen un sobresaliente; a diferencia de Galia, Alejandra es fría, distinguida e intelectual a su modo, y vive como tantas otras personas: pensando que no está bien vivir como a uno realmente le gustaría, porque Alejandra cree que el matrimonio termina unos meses después de la boda y ya solo persiste el temor a separarse; su religión es semejante: hace tiempo que dejó de creer en la felicidad eterna y ahora tan solo teme la tristeza inmediata; sin embargo, invita a almorzar con frecuencia al párroco de la iglesia y acude a ésta con una elegancia no llamativa, lo que considera una característica importante de su cultura, pues en la iglesia se arrodilla, reza y se confiesa y murmura por lo bajo cosas que parecen palabras importantes; a veces he pensado en la siguiente blasfemia: si a Dios le diera por no existir, ¡cuántos secretos desperdiciados que pudimos habernos dicho!, ¡qué opiniones sobre ambos hemos entregado a otros hombres!, pero lo terrible es que tanto da que Dios exista: dudo que al final me entere de todo lo que comentas sobre mí y sobre nuestro matrimonio en la iglesia, Alejandra, eso pienso; qué va: por paradójico que resulte, la iglesia es el lugar donde la gente como nosotros habla más y mejor, pero todo se disuelve en murmullos y silencio y oraciones, y la verdad se pierde irremediablemente: quizá la clave resida en arrodillarnos frente al otro siempre que tengamos necesidad de hablar, o en hacerlo en voz baja y muy rápido, sin pensar, cómo si rezáramos un rosario; y meditando esto oigo que el viejo me dice: ¿te pasa algo en los dedos, Héctor?, con esa malicia oculta de atraparme en otro error: y es que ahora compruebo que desde que he llegado no he dejado en ningún momento de palparme los extremos de las falanges, los rebordes óseos, el final de los metacarpos; ¿qué opinaría el viejo si le confiara mi hallazgo?, pienso y sonrío al imaginar las posibles reacciones: nada, le digo, y muevo los huesos ante sus ojos y cambio de tema; ni Ameli ni Héctor Luis están en casa cuando llego, e imagino que es la forma filial que poseen de «hacer inventario» por su cuenta, lo cual no me parece ni malo ni bueno en sí mismo, y nos sentamos a la mesa casi enseguida y Alejandra sirve de la fuente de plata con el cucharón de plata las albóndigas de los jueves, y nos ponemos a escuchar la conversación del viejo con el debido respeto, como quien oye una interminable bendición de los alimentos, interrumpido a ratos por las breves acotaciones de Alejandra, solo que esa noche el tema elegido se me hace extraño, alegórico casi, y además empiezo a sentirme incómodo nada más comenzar a comer, porque los brazos, que apoyo en el borde de la mesa, me han desvelado con todo su peso la presencia de los huesos, del cúbito y el radio que guardan dentro, y los codos se me figuran una zona tan inadecuada y brutal para esa respetuosa reunión como colocar quijadas de asno sobre la mesa mientras el viejo habla, y en su discurso de esa noche repite una y otra vez la palabra «corrupción»: ¿habéis visto qué corrupción?, dice, ¿os dais cuenta de la corrupción de este gobierno?, ¿acaso no se pone de manifiesto la corrupción del sistema?, ¿no son unos corruptos todos los políticos?, ¿no oléis a corrupción por todas partes?, ¿no se ha descubierto por fin toda la corrupción?, y mientras le escucho, intento no hacer ruido con mis brazos, porque de repente me parece que la madera de la mesa al chocar contra el hueso produce un sonido como el de un muerto arañando el ataúd y no me parece correcto escuchar la opinión del viejo con tal ruido de fondo, pero como tengo que comer, cojo tenedor y cuchillo y divido una albóndiga en dos partes y me llevo una a los labios intentando no mirar hacia los huesos que sostienen el tenedor, porque no es agradable la paradoja de verme alimentado por un esqueleto, aunque sea el mío, pero mientras mastico con los ojos cerrados oyendo al viejo hablar de la «corrupción» mi lengua detecta una esquirla, un pedacito de algo dentro de la albóndiga, y, tras quejarme a Alejandra con suavidad, recibo esta respuesta: será un huesecillo de algo, es que son de pollo, Héctor, y es quitarme con mis huesos índice y pulgar el huesecillo y dejarlo sobre el plato, e írseme la mente tras esta idea inevitable: que dentro de todo lo blando necesariamente existe lo que queda, el hueso, el armazón, la dureza, el hallazgo, aquello oculto que es blanco y eterno, lo que permanece en el cedazo, la piedra, lo que «nadie quiere»; es imposible huir de «eso que queda», porque está dentro, así que escondo los brazos bajo la mesa, incluso me tienta la idea de comer como César, acercando el hocico al plato, pero ¿acaso no es inútil todo intento de disimulo frente al apocalíptico trajín de la cena?, porque lo que percibo en ese instante es algo muy parecido a una hogareña resurrección de los muertos: incluso con el apropiado evangelista —mi suegro—, gritando «corrupción»: Alejandra coge el pan con sus huesos y lo hace crujir y lo parte, el viejo apoya los huesos en el mantel y los hace sonar con ritmo, Alejandra coge el cucharón con sus huesos y sirve más albóndigas repletas de huesecillos de pollo muerto, el viejo va y se limpia los huesos sucios de carne ajena con la servilleta, Alejandra señala con su hueso la cesta del pan y yo se la alcanzo extendiendo mis huesos y ella la coge con los suyos, hay un cruce de húmeros, cúbitos y radios, de carpos y metacarpianos, de falanges, y nos pasamos de unos a otros, de hueso a hueso, la vinagrera, el aceite, la sal, el vino y la gaseosa, y llegan Ameli y Héctor Luis, una del cine y el otro de estudiar, y saludan, y Ameli desliza sus frágiles huesos de quince años por mi cabeza calva, envuelve con sus breves húmeros mi cuello, me besa en la mejilla: ¿dónde has estado hasta estas horas?, le pregunto, y ella: en el cine, ya te lo he dicho, y yo: pero ¿tan tarde?; sí, dice, habla sin mirar sus manos gélidas, los huesos de sus manos muertas, sus brazos como pinzas blancas; sí, papá, la película terminó muy tarde; y de repente, mientras la contemplo sentándose a la mesa, su cabello oscuro y lacio, los ojos muy grandes, el jersey azul celeste tenso por la presencia de los huesos, he sentido miedo por ella, he querido cogerla, atraparla y bogar juntos por ese fluir desconocido e incesante hacia la oscuridad final: creo que deberías volver más temprano a casa a partir de ahora, Ameli, le digo, y ella: ¿por qué?, con sus ojos brillando de disgusto, y yo, mis brazos escondidos, ocultos, sin revelarlos: creo que las calles no son seguras, y el viejo me interrumpe: hoy ya nada es seguro, Héctor, dice y sigue comiendo, Alejandra sirve albóndigas y Héctor Luis se queja de que son muchas, y Ameli: ¡pero ya tengo quince años, papá!, y yo: es igual, y entonces Alejandra: no seas muy duro con la niña, Héctor, dice, le dimos permiso para que volviera hoy a esta hora, pero ella sabe que solamente hoy; guardo silencio: en realidad, todo se sumerge en el silencio salvo el entrechocar de los huesos; Ameli y Héctor Luis son tan distintos, pienso, pero en algo se parecen, y es que ambos se nos van; no los he visto crecer, los he visto irse: pero ni siquiera eso, pienso ahora, porque jamás he podido saber si alguna vez estuvieron por completo; Ameli tiene novio, pero es un secreto; sabemos que Héctor Luis ha salido con varias chicas, pero lo que piensa de ellas es secreto; ambos se han hecho planes para el futuro, tienen deseos, ganas de hacer cosas, pero todo es secreto: quizá lo comentan en los «pubs» a falta de una buena iglesia en la que poder hablar como nosotros, tan a gusto, pero en casa adoptan los dos mandamientos trascendentales de la familia: nunca hablarás de nada importante y ama el enigma como a ti mismo, ¡y si hubiera solo silencio!, pero es la charla insignificante lo que molesta, y ahora esos ruidos detrás: el golpe, el crujir de nuestros huesos; siento algo muy parecido a la pena, pero una pena casi biológica, como una mota en el ojo o el aroma inevitable de la cebolla cruda, y me disculpo para ir al baño y llorar a gusto por algo que no entiendo, y más tarde, en la cama, con Alejandra a mi lado leyendo complacida un librito de romances, me da por preguntarle: ¿soy demasiado duro contigo? mientras me observo los huesos tranquilos sobre la colcha: mis manos muertas y peladas, los cúbitos y radios en aspa, los húmeros convergiendo, y ella deja un instante el libro que sostiene con sus huesos, me mira sorprendida y dice: no, Héctor, no, ¿por qué preguntas eso?, y yo, insistente: ¿he sido duro contigo alguna vez?, y ella: nunca, y yo: ¿quizá soy demasiado tosco?, y ella: Héctor, ¿qué te pasa?, y yo: demasiado rudo quizá, ¿no?, y ella: no seas bobo, ¿lo dices porque hoy no hablaste apenas durante la cena?, ya sé que papá no te cae bien, me da un beso y añade: procura descansar, el trabajo te agota, y la veo extender las falanges blancas y articuladas de sus dedos, apagar la lamparilla de pantalla rosa y sumir la habitación en una oscuridad donde la luz de la luna, filtrada, hace brillar las superficies ásperas de nuestros huesos; después, en el sueño, he presenciado un teatro de sombras donde mis manos y brazos se movían, desplazándome, porque eran lo único, ya que la vida se había invertido como un negativo de foto y ahora solo importaba lo oculto, el secreto descubierto: los huesos de mis manos se extendían con un sonido semejante a los resortes de madera de ciertos juguetes antiguos, emergiendo del telón negro que los rodeaba: son ellos solos, el mundo es ellos, brazos y manos colgantes que hacen y deshacen, crean y destruyen, no nacen ni mueren, simplemente cambian su posición, horizontal, vertical, en ángulo, hacia arriba o hacia abajo, brazos que se balancean al caminar y manos que agarran con sus huesos cosas invisibles; y a la mañana siguiente, tras toda una noche de sueños interrumpidos y vueltas en la cama, creo comprenderlo: mi revelación es una lepra que avanza incesante, porque suena el despertador con su timbre gangoso que tanto me recuerda a una trompeta de cobre, pongo los pies descalzos en las zapatillas y lo noto: la dureza bajo las plantas, la pelusa del forro de las zapatillas adherida a los huesos del tarso, el rompecabezas de huesos irregulares de mis pies, los extremos de la tibia y el peroné sobresaliendo por el borde del pijama, las rótulas marcando un óvalo bajo la tela extendida, y al erguirme, el crujido de los fémures: el descubrimiento no me hace ni más ni menos feliz que antes, ya que lo intuyo como una consecuencia, pero un estupor inmóvil de estatua persiste en mi interior; y al ducharme viene lo peor, porque entonces compruebo que los golpes de las gotas no me lavan sino que se limitan a disgregarme la suciedad por mis huesos: arrastran el barro de mis costillas goteantes, concentran la cal en mis pies, desprenden la tierra, permean las junturas, las grietas, los desperfectos, rajan los pequeños metacarpos como cáscaras de huevo, horadan mis clavículas y escápulas, pero no hoy ni ayer sino todos y cada uno de los días en un inexorable desgaste, siento que me disuelvo en agua y salgo con prisa no disimulada de la bañera y seco mi esqueleto goteante, deslizo la toalla por el cilindro de los huesos largos como si envolviera unos juncos, la arranco con torpeza de la trabazón de las vértebras, froto como cristales de ventana los huesos planos, pienso que debo conservarme seco para siempre porque de repente sé que soy un armazón de cincuenta años de edad que solo puede humedecerse con aceite, y es en ese instante, o quizá un poco después, cuando apoyo la maquinilla de afeitar contra mi rostro, que siento la invasión final de esa lepra y quedo tan inerme que apenas puedo apartar las cuchillas giratorias de mi mejilla: algo parecido a una horrísona dentera me paraliza, porque de repente noto como el restregar de un rastrillo contra una pizarra o el arañar baldosas con las patas metálicas de una silla, incluso imagino que pueden saltar chispas entre la maquinilla y el hueso de la mandíbula o el pómulo; me palpo con la otra mano la cabeza, siento las durezas del cráneo, el arco de las órbitas, el puente del maxilar, el ángulo de la quijada, y pienso: ¿por qué finjo que me afeito?, ¿acaso mi rostro no es un añadido, una capa, una máscara?; entra Alejandra en ese instante y casi me parece que gritará al ver a un desconocido, pero apenas me mira y se dirige al lavabo; yo me aparto, desenchufo la maquinilla y la guardo en su funda, y ella: ¿ya te has afeitado, Héctor?, y yo: sí, y salgo del baño con rapidez: ¡no podría acercar esa maquinilla a los huesos de mi calavera!; todo es tan obvio que lo inconcebible parece la ignorancia, pienso mientras me visto frente al espejo del dormitorio y abrocho la camisa blanca alrededor de las delgadas vértebras cervicales: llevar un cráneo dentro, una calavera sobre los hombros, besar con una calavera, pensar con una calavera, sonreír con una calavera, mirar a través de una calavera como a través de los ojos de buey de un barco fantasma, hablar por entre los dientes de una calavera: aquí está, tan simple que movería a risa si no fuera espantoso, y me afano en terminar el lazo de mi corbata con los huesos de mis dedos sonando como agujas de tricotar; Alejandra llega detrás, peinándose la melena amplia y negra que luce sobre su propia calavera, y el paso del cepillo descubre espacios blancos en el cuero cabelludo donde los pelos se entierran: parece inaudito saberlo ahora, contemplarlo ahora; entre los dientes sostiene dos ganchillos: el asco llega a tal extremo que tengo que apartar la vista: allí emerge el hueso, pienso, el subterfugio, el disfraz, tiene un defecto, como una carrera en la media que descubre el rectángulo de muslo blanco; allí, tras los labios, los dientes, los únicos huesos que asoman, y vivimos sonriendo y mostrándolos, y nos agrada enseñarlos y cuidarlos y mi profesión consiste precisamente en mantenerlos en buen estado, blancos y brillantes, limpios, pelados, lisos, desprovistos de carne, como tras el paso de aves carroñeras: esa hilera de pequeñas muertes, esa dureza tras lo blando; ¿acaso no es enorme el descuido?; de repente tengo deseos de decirle: Alejandra, estás enseñando tus huesos, oculta tus huesos, Alejandra, una mujer tan respetable como tú, una señora de rubor fácil, tan educada y limpia, con tu colección de novela rosa y tu familia y tu religión, ¿qué haces con los huesos al aire?, ¿no estás viendo que incluso muerdes cosas con tus huesos?, ¡Alejandra, por favor, que son tus huesos hundidos en el cráneo oculto, los huesos que quedarán cuando te pudras, mujer: no los enseñes!; esto va más allá de lo inmoral, pienso: es una especie de exhumación prematura, cada sonrisa es la profanación de una tumba, porque desenterramos nuestros huesos incluso antes de morir; deberíamos ir con los labios cerrados y una cruz encima de la boca, hablar como viejos desdentados, educar a los niños para que no mostraran los dientes al comer: un error, un gravísimo error en la estructura social comparable a caminar con las clavículas despellejadas, tener los omoplatos desnudos, descubrir el extremo basto del húmero al flexionar el codo, mostrar las suturas del cráneo al saludar cortésmente a una señora, enseñar las rótulas al arrodillarnos en la misa o las palas del coxal durante un baile o la superficie cortante del sacro durante el acto sexual: y sin embargo, ella y yo, con nuestros horribles dientes, la prueba visible de la existencia de los cráneos: absurdo, murmuro, y ella: ¿decías algo?, pero hablando entre dientes debido a los ganchillos, como si lo hiciera a través de apretadas filas de lápidas blancas, un soplo de aire muerto por entre las piedras de un cementerio, o peor: la voz a través de la tumba, las palabras pronunciadas en la fosa: no, nada, respondo, y ella, intrigada, se me acerca y arrastra sus falanges por mis vértebras: te noto distante desde ayer, Héctor, ¿te ocurre algo?, ¿es el trabajo?, y juro que estuve a punto de decirle: te la pego con una antigua paciente desde hace varios años, todos los jueves a la misma hora, pero no te preocupes porque una increíble revelación me ha hecho dejarlo, ya nunca más regresaré con Galia, no merece la pena (y por qué no decirlo, pienso, por qué reprimir el deseo y no decir la verdad, por qué no descargar la conciencia y vaciarme del todo); sin embargo, en vez de esa explicación catártica, le dije que sí, que era el exceso de trabajo, y me mostré torpe, callándome la inmensa sabiduría que poseía mientras notaba cómo descendían sus falanges por el edificio engarzado de mi columna, y ella dijo: pero hace mucho tiempo que no me sonríes, y pensé: ¡te equivocas!, somos una sonrisa eterna, ¿no lo ves?: nuestros dientes alcanzan hasta los extremos de la mandíbula y no podemos dejar de sonreír: sonreímos cuando gritamos, cuando lloramos, al pelear, al matar, al morir, al soñar: sonreímos siempre, Alejandra, quise decirle, y la sonrisa es muerte, ¿no lo ves?, quise decirle, nuestras calaveras sonríen siempre, así que la mayor sinceridad consiste en apartar los labios, elevar las comisuras y sonreír con la piel intentando imitar lo mejor posible nuestra sonrisa interior en un gesto que indica que estamos conformes, que aceptamos nuestro final: porque al sonreír descubrimos nuestros dientes, «enseñamos la calavera un poco más», no hay otro gesto humano que nos desvele tanto; la sonrisa, quise decirle, traiciona nuestra muerte, la delata; cada sonrisa es una profecía que se cumple siempre, Alejandra, así que vamos a sonreír, separemos los labios, mostremos los dientes, sonriamos para revelar las calaveras en nuestras caras, hagamos salir el armazón frío y secreto, draguemos el rostro con nuestra sonrisa y extraigamos el cráneo de la profundidad de nuestros hijos, de ti y de mí, del abuelo, de los amigos, de los parientes y del cura; pero no le dije nada de eso y me disculpé con frases inacabadas y ella enfrentó mis ojos y me abrazó y sentí los crujidos, la fricción, costilla contra costilla, golpes de cráneos, y supuse que ella también los había sentido: no seamos tan duros, le dije, y ella respondió, abrazándome aún: no, tú no eres duro, Héctor, y yo le dije: ambos somos duros, y tenía razón, porque se notaba en los ruidos del abrazo, en el telón de fondo de nuestro amor: un sonido semejante al que se produciría al echarnos la suerte con los palillos del I Ching sobre una mesa de mármol, o jugando al ajedrez con fichas de marfil, un trajín de palitos recios como un pimpón de piedra, el entrechocar aparentemente dulce de nuestros esqueletos como agitar perchas vacías; me aparté de ella y terminé de vestirme: quizá soy dura contigo, repitió ella, yo también soy duro, dije, y pensé: y Ameli y Héctor Luis, y todos entre sí y cada uno consigo mismo, ¡qué duros y afilados y cortantes y fríos y blancos y sonoros!; ¿te vas ya?, me dijo, sí, le dije, porque no deseaba desayunar en casa, en realidad no deseaba desayunar nunca más, pero sobre todo, sobre todas las cosas, no deseaba cruzarme con los esqueletos de mis hijos recién levantados, así que casi eché a correr, abrí la puerta y salí a la calle con el abrigo bajo el brazo, a la madrugada fría y oscura; ya he dicho que tengo la consulta cerca, lo cual siempre ha sido una ventaja, aunque no lo era esa mañana: quería trasladarme a ella solo con mi voluntad, sin perder siquiera el tiempo que tardara en desearlo; caminaba observando con mis cuencas vacías las casas que se abren, las figuras blancas que emergen de ellas como fantasmas en medio de la oscuridad, las primeras tiendas de alimentos llenas de huesos y cadáveres limpios de seres y cosas; caminaba y observaba con mis órbitas negras, lleno de un extraño y perseverante horror: ¿qué hacer después de la revelación?, ¿dónde, en qué lugar encontraría el reposo necesario?; porque ahora necesitaba envolverme, ahora, más que nunca, era preciso hallar la suavidad; mientras caminaba hacia la consulta lo pensaba: todos tenemos ansias de suavidad: guantes de borrego, abrigos de lana, bufandas, zapatos cómodos; sin embargo, el mundo son aristas, y todo suena a nuestro alrededor con crujidos de metal; qué pocas cosas delicadas, cuánta aspereza, cuánta jaula de púas, qué amenaza constante de quebrarnos como juncos, de partirnos, qué mundo de esqueletos por dentro y por fuera, móviles o quietos, invasión blanca o negra de huesos pelados, qué cementerio: toda obra es una ruina, toda cosa recién creada tiene aires de destrucción, y nosotros avanzamos por entre cruces, mármol, inscripciones, rejas y ángeles de piedra como espectros, y la niebla de la madrugada nos traspasa, huesos que van y vienen, esqueletos que se acercan y caminan junto a mí y me adelantan, apresurados, aquel que limpia los huesos en ese tramo de la calle, ese otro que espera en la parada, envuelto en su impermeable, huesos blancos por encima de los cuellos, la muerte dentro como una enfermedad que aparece desde que somos concebidos, ¿no hay solución?; y sorprender entonces a un hombre, una figura, no como yo, no como los demás, que se detiene frente a mí y me habla: ¿tiene fuego?, dice, un individuo desaliñado de espesa melena y barba, rostro pequeño, casi escondido, chaqueta sucia y manos sucias que se tambalea de un lado a otro como si el mero hecho de estar de pie fuera un tremendo esfuerzo para él; le ofrezco fuego y se cubre con las manos para encender un cigarrillo medio consumido, entonces dice: gracias, y se aleja; me detengo para observarle: camina con cierta vacilación hasta llegar a la esquina, después se vuelve de cara a la pared, una figura sin rasgos, y distingo la creciente humedad oscura a sus pies, detenerme un instante para contemplarle, volverse él y alejarse con un encogimiento de hombros y una frase brutal; un borracho orinando, pienso, pero al mismo tiempo deduzco: se ha reconstruido, ha verificado su interior, ha exhumado cosas que le pertenecen y le llenan por dentro: líquidos que alguna vez formaron parte de él; eso es un proceso de autoafirmación, pienso: él es algo que yo no soy o que he dejado de ser, ha logrado obtener lo que yo pierdo poco a poco: integridad, quizá porque no tiene que callar, porque es libre para decir lo que le gusta y lo que no, pienso y golpeo con los huesos del pie el cadáver de una vieja lata en la acera, o porque ha aceptado la vida tal cual es, o quizá porque tiene hambre y sed, y necesidad de fumar, dormir y orinar en una esquina, quizá porque siente necesidades en su interior, dentro de esa intimidad de las costillas que en mí mismo forma un espacio negro: sus necesidades le llenan, y yo, satisfecho, camino vacío: eso pensé; era preciso, pues, reformarse, volver a la vida a partir de los huesos, resucitar, aunque es cierto que en algún sitio dentro de mí existían vestigios, cosas que se movían bajo las costillas o en el espacio entre éstas y el hueso púbico, pero era necesario comprobarlo; todo aturdido por el ansia, entré en uno de los bares que estaban abiertos a esas horas y me dirigí apresurado al cuarto de baño, respondiendo con un gesto al hombre que atendía la barra y que me dijo buenos días; ya en el urinario, muy nervioso, busqué mi pija semihundida, perdonando la frase, la extraje y me esforcé un instante: tras un cierto lapso, comprobé la aparición brusca del fino chorro amarillo y sentí una distensión lenta en mi pubis que califiqué como el hallazgo de la vejiga: al fin me sirves de algo, pensé mientras me sacudía la pilila, perdonando la bajeza; así, convertido en pura vejiga, salí a la calle de nuevo y respiré hondo: noté bolsas gemelas a ambos lados del esternón, sacos que se ampliaban con el aire frío de la mañana, y descubrí mis pulmones; en un estado de alborozo difícilmente descriptible me tomé el pulso y sentí, con la alegría de tocar el pecho de un pájaro recién nacido, el golpeteo suave de la arteria contra mi dedo, su pequeño pero nítido calor de hogar, y supe que guardaba sangre y que mi corazón había emergido; caminando hacia la consulta completé mi resurrección, la encarnación lenta de mi esqueleto; así pues, yo era pulmones y vejiga, yo era intestino, tripas, estómago, yo era músculos del pene, tendones, sangre, hígado, vesícula, bazo y páncreas, yo era glándulas y linfa, todo suave, todo lleno, ocupando intersticios como si vertieran sobre mí unas sobras de hombre: yo era, por fin, globos oculares líquidos, yo era lengua y labios, yo era el abrir lento de los párpados, la creación del paladar, la suave nariz horadada, la humedad limpia de la saliva, la lágrima tibia y el sudor de los poros; yo era sobre todo mi propio cerebro, las revueltas grises de los nervios, la masa de ideas invisibles, la voluntad, el deseo, el pensamiento; llegué a la consulta recién creado, aún sin piel pero ya formado y funcionando, atravesé el oscuro umbral con la placa dorada donde se leía «Héctor Galbo, odontólogo», preferí las escaleras y abrí la puerta con la delicadeza muscular de un relojero, con la exactitud de un ladrón o un pianista; Laura, mi secretaria, ya estaba esperándome, y el vestíbulo aparecía iluminado así como la marina enmarcada en la pared opuesta, y me dejé invadir por el olor a cedro de los muebles, la suavidad de la moqueta bajo los pies, y cuando mis globos oculares se movieron hacia Laura pude parpadear evidenciando mi perfección; entonces, la prueba de fuego: me incliné para saludarla con un beso y percibí la suavidad de mi mejilla, los delicados embriones de mis labios, y supe que por fin la piel había aparecido: cabello, pestañas, cejas, uñas, el florecer de mi bigote negro; besarla fue como besarme a mí mismo: buenos días, doctor Galbo, me dijo, noté las cosquillas de mi camisa sobre mi pecho velludo, muy velludo, buenos días, dije, buenos días, Laura, y percibí mi laringe en el foso oculto entre la cabeza y el pecho, sentí el aire atravesando sus infinitos tubos de órgano: buenos días, repetí despacio saludando a todo mi cuerpo reflejado en el espejo del vestíbulo, mi cuerpo con piel y sentimientos, mi cuerpo vestido, bajito, mi cabeza calva y mi rostro bigotudo: buenos días, doctor Galbo, hoy viene usted contento, dice Laura, sí, le dije, vengo aliviado, quise añadir, he orinado en un bar y he descubierto por fin que tengo vejiga, y a partir de ahí todo lo demás, pero en vez de decirle esto pregunté: ¿hay pacientes ya?, y ella: todavía no, y yo: ¿cuántos tengo citados?, y ella: cinco para la mañana, la primera es Francisca, ah sí, Francisca, dije, sí: sus prótesis darán un poco la lata, y me deleito: oh mi memoria perfecta, mis sentidos vivos, mis movimientos coordinados, sí, sí, Francisca, muy bien, y mi imaginación: porque de repente me vi avanzando hacia mi despacho con los músculos poderosos de un tigre, todo mi cuerpo a franjas negras, mis fauces abiertas, los bigotes vibrantes, los ojos de esmeralda, y mi sexo, por fin, mi sexo: porque Laura, con la mitad de años que yo, me parecía una presa fácil para mis instintos, una captura que podía intentarse, la gacela desnuda en la sabana; ya era yo del todo, incluso con mis pensamientos malignos, incluso con mi crueldad, por fin: avíseme cuando llegue, le dije, y entré en mi despacho, me quité el abrigo y la chaqueta, me vestí con la bata blanca, inmaculada, mi bata y mi reloj a prueba de agua y de golpes, y mi anillo de matrimonio, y los periódicos que Laura me compra y deposita en la mesa, y mi ordenador y mis libros, y mis cuadros anatómicos: secciones de la boca, dientes abiertos, mitades de cabezas, nervios, lenguas, ojos, mejor será no mirarlos, pienso, porque son hombres incompletos, yo ya estoy hecho, pienso, envuelto al fin de nuevo en mi funda limpia, recién estrenado; por fin pensar: saber que he regresado al origen, me he recobrado, he impedido mi disolución guardándome en un cuerpo recién hecho; no recuerdo cuánto tiempo estuve sentado frente al escritorio saboreando mi triunfo, pero sé que la segunda y más terrible revelación llegó después, con el primer paciente, y que a partir de entonces ya no he podido ser el mismo, peor aún, porque me he preguntado después si he sido yo mismo alguna vez, si mi integridad fue algo más que una simple ilusión: y fue cuando sonó el timbre de la puerta, el siguiente timbre, el nuevo timbre que me despertó de la última ensoñación (como el de casa de Galia, o el del despertador con sonido de trompeta de cobre, ahora el de la consulta, pensé, y no pude encontrarles relación alguna entre sí, salvo que parecían avisos repentinos, llamadas, notas eléctricas que presagiaban algo), y Laura anunció a la señora Francisca, una mujer mayor y adinerada, como Galia, como Alejandra, con las piernas flebíticas y el rostro rojizo bajo un peinado constante, que entró con lentitud en la consulta hablando de algo que no recuerdo porque me encontraba aún absorto en el éxito de mi creación: fue verla entrar y pensar que iría a casa de Galia cuando la consulta terminara y le diría que todo seguía igual, que era posible continuar, que nada nos estorbaba, y después llegaría a mi casa y le diría a Alejandra que la quería, que nunca más sería duro con ella ni con Ameli, eso me propuse, y saludé a la señora Francisca con una sonrisa amable, y la hice sentarse en el sillón articulado, la eché hacia atrás con los pedales, la enfrenté al brillo de los focos y le pedí que abriera la boca, porque eso es lo primero que le pido a mis pacientes incluso antes de oír sus quejas por completo: como estoy acostumbrado a que esta instrucción se realice a medias, me incliné sobre ella y abrí mi propia boca para demostrarle cómo la quería: así, abra bien la boca, le dije, ah, ah, ah, y es curioso lo cerca que siempre estamos de la inocencia momentos antes de que un nuevo horror nos alcance: incluso éste aparece al principio con disimulo, revelándose en un detalle, en un suceso que, de otra manera, apenas merecería recordarse, porque mientras Francisca, obediente, abría más la boca, descubrí el último de los horrores, la luz del rayo que nunca debería contemplar un ser humano, la degradación final, tan rápida, pavorosa e inevitable como cuando presioné el timbre de Galia, pero mucho peor porque no era lo oculto, lo que era, sino lo que no era, aquello que falta, no lo que se esconde sino lo que no existe: la nueva revelación me violó, perdonando la brutalidad, de tal manera que todos mis logros anteriores adoptaron de inmediato la apariencia de un sueño que no se recuerda sino a fragmentos, e incapaz de reaccionar, permanecí inmóvil, inclinado sobre la mujer, ambos con la boca abierta, ella con los ojos cerrados esperando sin duda la llegada de mis instrumentos; pero como no llegaban los abrió, me vio y advirtió en mi rostro el horror más puro que cabe imaginarse: qué pasa, doctor, me dijo, qué tengo, qué tengo, pero yo me sentía incapaz de responderle, incapaz incluso de continuar allí, fingiendo, así que retrocedí, me quité la bata con delirante torpeza, la arrojé al suelo, me puse la chaqueta y salí de la habitación, corrí hacia el vestíbulo sin hacer caso a las voces de la paciente y a las preguntas de Laura, abrí la puerta, bajé las escaleras frenéticamente y salí a la calle: no sabía adónde dirigirme, ni siquiera si tenía sentido dirigirme a algún sitio; contemplé a los transeúntes con muchísima más incredulidad de la que ellos mostraron al contemplarme a mí: ¿era posible que todos ignoraran?, ¿hasta ese punto nos ha embotado la existencia?; hubo un momento terrible en el que no supe cuál debería ser mi labor: si caer en soledad por el abismo o arrastrar como un profeta a las conciencias ciegas que me rodeaban; es cierto que toda gran verdad precisa ser expresada, pero la locura de mi actual situación consistía en que esta verdad última era inexpresable: quiero decir que esta verdad final no era algo, más bien era nada, así que no podía soñar con explicarla: quizá el silencio en el gélido vacío entre las estrellas hubiera sido una explicación adecuada, pero no un silencio progresivo sino repentino y abrupto: una brecha de espacio muerto, una bomba inversa que absorbiera las cosas hacia dentro, que nos introdujera a todos en un mundo sin lugares ni tiempo donde la nada cobrara alguna especial y terrible significación, quizá entonces, pensé, y corrí por la acera intuyendo que cada minuto desperdiciado era fatal: ¿le ocurre algo?, fue la pregunta que me hizo un individuo que aguardaba frente a un paso de peatones cuando me acerqué, y solo entonces fui consciente de que tenía ambas manos sobre la boca, como si tratara de contener un inmenso vómito; mi respuesta fue ininteligible, porque sacudí la cabeza diciendo que no, pero esperando que él entendiera que eso era lo que me pasaba: que no; si hubiera podido hablar, habría respondido: nada, y precisamente ahí radicaba lo que me ocurría: me ocurría nada, pero era imposible hacerle comprender que nada era infinitamente peor que todos los algos que nos ocurren diariamente; no pude hacer otra cosa sino alejarme de él con las manos aún sobre la boca, corriendo sin saber por dónde iba pero con la secreta esperanza de no ir a ninguna parte, de no llegar, de seguir corriendo para siempre, porque no podía presentarme en casa de aquel modo, no con aquel fallo, sería preciso hacer cualquier cosa para remediar esa escisión, quizá comenzar desde el principio, reunir de nuevo el hilo en el ovillo, a la inversa: pensar en el instante anterior a la revelación, notar la presencia para comprender ahora la falta; pero cómo describirlo: cómo decir que había conocido de repente la boca cuando la paciente abrió la suya y yo quise indicarle cómo tenía que hacerlo y abrí la mía; fue entonces: el tiempo se congeló a mi alrededor y quedé solo en medio de mi hallazgo, como un náufrago, paralizado por la revelación suprema, incapaz de comprender, al igual que con la anterior, por qué no lo había sabido hasta entonces: la boca, claro, ahí, aquí, abajo, bajo mi nariz, en mi rostro, la boca: de repente me había percatado de la verdad, tan simple e invisible debido a su propia evidencia: la boca no es nada, lo comprendí al pedirle a la paciente que la abriera y al abrir la mía: ¿qué he abierto?, pensé: la boca; pero entonces, si la boca abierta también es la boca, el resultado era una oscuridad, un agujero vacío, un abismo; quiero decir que, de repente, al ver la boca, al inclinarme para verla, no la vi, pero no la vi justamente porque era eso: el no verla; si hubiera visto la boca de la misma forma que veo mis dedos, por ejemplo, no lo sería o estaría cerrada; sin embargo, el horror consiste en que una boca abierta también es una boca: como llamarle «dedos» al espacio vacío que hay entre ellos; ¡pero eso no era todo!: si aquel defecto, aquella nada, era, ¿cómo podía evitar la llegada del vacío?, ¿cómo impedir que todo siguiera siendo lo que es en la nada?, ¿cómo pretender recobrar mi cuerpo si me evacuo por ese agujero negro y absurdo?; lo comprendí: ¡si todo se hubiera cerrado a mi alrededor!, ¡si las junturas hubieran encajado perfectamente, sin interrupciones, sin oquedades!, pero tenía que estar la boca, la boca abierta que también era la boca, y ahora ¿cómo permanecer incólume?, ¿cómo seguir inmutable, conservándome dentro, si allí estaba eso que no era, esa nada negra implantada en mí?; corrí, en efecto, a ciegas, no recuerdo durante cuánto tiempo, hasta que un nuevo acontecimiento pudo más que mi propia desesperación: en una esquina, recostado en un portal, distinguí a un hombre, el borracho de aquella madrugada, que parecía dormir o agonizar: un sombrero gris le cubría casi todo el rostro salvo la barba, y allí, insertado en lo más hondo del pelo, un agujero abierto, sin dientes, sin lengua, una cosa negra y circular como una cloaca o la pupila de un cíclope ciego que me mirara, aunque yo fuera «nadie», el vacío terrible, la nada; de repente se había apoderado de mí un horror supremo, un asco infinito, la conjunción final de todo lo repugnante, y me alejé desesperado cubriéndome con las manos aquel «salto», aquel «vacío» letal, atenazado por una sensación revulsiva, un pánico que era como cribar mis ideas con violencia hasta romperlas, la certeza de mi perdición, el desprendimiento a trozos de mi voluntad frente a lo irremediable: esa boca abierta, el error por el que todo entra y todo sale, los secretos, la palabra, el vómito, la saliva, la vida, el aliento final, porque me había envuelto en mi propio cuerpo para hallar algo último que no cierra, ese terrible defecto tras los labios del beso, tras el lenguaje cotidiano, tras los gestos de comer y masticar, más allá de los dientes y la lengua, ese algo que no es el paladar ni la faringe ni la descarga de las glándulas, ese vacío que me recorre hacia dentro, el túnel deshabitado del gusano, la nada, la negación, eso que ahora empezaba a corroerme; porque si existía la boca, nada podía detener la entrada del vacío; así que cerca de casa empecé a perderme, a dividirme en secciones, a horadarme: primero fue la piel, que apenas se presiente, que es casi solamente tacto, la piel que cayó a la acera mientras corría, la piel con mi figura y mis rasgos que se me desprendió como la de un reptil mudando sus escamas, porque el vacío se introducía bajo ella como un cuchillo de aire y la separaba; entonces los músculos y los tendones, en silencio: ¿qué protección pueden ofrecer frente a los túneles de la nada?, ¿qué defensa procuran ante esa marea de vacío, ese fallo que me alcanzaba como a través de un sumidero?, también ellos caen y se desatan como cordajes de barco en una tempestad; la calle en la que vivo recibió el tributo de la lenta pero inexorable pérdida de mis vísceras: ese trago infecto de nada, que no está pero es, provoca la caída de mi estómago y mis intestinos, mi hígado derretido y mi bazo, los pulmones sueltos que se alejan por el aire como palomas grises, el corazón que ya no late, madura, se endurece y cae, gélido como el puño de un muerto, porque nada puede latir frente a la boca, los nervios arrastrados por la acera como hilos de un títere estropeado, los ojos como gotas de leche derramada, la suave materia de mi cerebro, la exactitud de mis sentidos, la excitante delicia del deseo, la provocación del hambre y el instinto, las sensaciones, los impulsos: todo cae y se pierde, todo gotea incesante desde mi armazón, todo se va y se desvanece calle abajo; entro en casa al fin, ya solo mi esqueleto muerto y limpio, y pienso: mis hijos están en el colegio, por fortuna; me dirijo al salón y allí encuentro a Alejandra, que me mira con pasmo; se halla sentada en su sofá tejiendo algo, y probablemente destejiéndolo también, creando y destruyendo en un vaivén de interminable dedicación; entonces me detengo frente a ella, aparto con lentitud las falanges blancas de mi oquedad y la descubro, por fin, en toda su horrible grandeza: la boca abierta, las mandíbulas separadas, el enorme vacío entre maxilares, la verdadera boca que no es, desprovista del engaño de las mucosas, ese espacio negro que nada contiene, y hablo, por fin, tras lo que me parecen siglos de silencio, y mis palabras, emergiendo de ese vacío, son también vacío y horadan: Alejandra, hablo, llevo años traicionándote con una mujer que conocí en la consulta, y ella: Héctor, qué dices, y yo: es guapa, pero no demasiado, cariñosa, pero no demasiado, inteligente, pero no demasiado: lo mejor que tiene es que me quiere y que intentó hacerme feliz, y que nunca me ha creado problemas salvo la necesidad de mentirte, de ocultártelo, una mujer con la que descubrí que puede haber una cierta felicidad cotidiana a la que nunca deberíamos renunciar, como hemos hecho tú y yo, ni siquiera a esa cierta felicidad cotidiana, una mujer, en fin, con la que he sabido que ya todo es igual, que incluso el pecado termina alguna vez, incluso la culpa, incluso lo prohibido, y ella: Héctor, Héctor, qué te pasa, dice, que ya basta de mentiras, respondo y me deshago de su lento abrazo y de sus lágrimas, y basta de silencio, porque era necesario hablar, pero no solo a ti, no, no solo a ti, y ella, gritando: ¿adónde vas?, pero su grito se me pierde con el mío propio, que ya solo oigo yo, y eso es lo terrible: porque mi garganta ha desaparecido y solo quedan las tenues vértebras y el deseo de ser escuchado; corro entonces a casa de Galia arrastrando apenas los jirones blancos de mis huesos por la acera, y ella misma abre la puerta y grita al verme: no, Galia, no podemos seguir juntos, dije entonces, no tengo nada más que hacer aquí, tú, viuda y solitaria, yo, casado y solitario, nada que hacer, Galia, no más consuelos, no más secretos, basta de felicidad y de cariño doméstico, porque llega un instante, Galia, en que todo termina, y lo peor de todo es que tú no eres una solución: ¿por qué?, me dijo: porque es necesario decir la verdad y revelar la mentira, repliqué, aunque nos quedemos vacíos, es necesario abrir las bocas, Galia, le dije, y volcarnos en hablar y hablar y destruirlo todo con las palabras, dije, porque si algo somos, Galia, es aliento, así que es necesario, por eso lo hago, dije, y me alejé de ella, que gritó: ¿adónde vas?, pero su grito se perdió dentro del mío, que ya era tan enorme como el silencio del cielo; y me alejé de todos, de una ciudad que no era mi ciudad, de una vida que no era mi vida, corrí ya casi llevado por el viento, las espinas delgadas de mi cuerpo flotando en el aire, corrí, volé hacia los bosques transportado por una ráfaga de brisa como el polvo o la basura, avancé por la hierba, entre los árboles, desgastándome con cada palabra: basta con eso, dije, no más hogar, no más vida, no más esfuerzo, dije, grité en silencio: ya basta de mundo y de existencia, ya basta de hacer y de procurar, soportar, callar y mirar buscando respuestas, no, no más luz sobre mis ojos, nunca otro día más, basta de desear y pretender, de conseguir y por último perder lo conseguido y enfermar y morir y terminar en nada, todo vacío, intrascendente, limitado y mediocre: basta, porque hay un error en nosotros, un hiato perenne, el sello de la nada, esta boca siempre abierta, este hueco hacia algo y desde algo, miradlo: está en vosotros, el sumidero, el vórtice; lo he soportado todo, incluso los años de silencio, los años iguales y el silencio, la muerte interior, el vacío interior, la falsa esperanza, la ausencia de deseos, pero no puedo soportar esta conexión: si tiene que existir esto, este hueco vacío y nulo, esta ausencia de mi carne y de mi cuerpo, si tiene que existir la boca, prefiero echarlo todo fuera, dejar que todo se vaya como un soplo puro, que lo oigan todos, que todos lo sepan, prefiero esto a la falsa seguridad de un cuerpo muerto, eso dije, eso grité, y me vi por fin convertido en nada, la oquedad llenando todos mis huesos abiertos como flautas mudas, desmenuzados como arena por fin, solo esa ceniza última, apenas el rastro leve que el viento termina por borrar, el vacío enorme de esa boca que tiene que decir y revelar y descubrir y gritar y acusar y vaciarme hacia fuera desde dentro y mezclarme con todo, esa boca abierta e infinita del silencio absoluto por la que hablo aunque nadie oiga
62.
Acercar los lugares de consumo y producción, acabar con la cultura del "centro comercial" y ayudar financieramente a los pequeños comercios
63.
El capitán Nemerov ordenó al timonel que virase a babor para acercar el Rus al litoral
64.
Guardaban las puertas celadoras de confianza que no dejaban acercar a los intrusos y eran responsables de que "las favoritas no sostuvieran relaciones inútiles con el mundo exterior"
65.
¡Como acercar la cerilla al polvorín!
66.
La discusión que deseaba mantener con Ya Ru…, ¿sería posible? La grieta que dividía en dos el Partido Comunista, ¿no habría sobrepasado el punto en que era posible acercar posiciones? No se trataba de diferencias sencillas y superables, de qué estrategia política era adecuada en un momento determinado, sino de una lucha fundamental, los viejos ideales contra los nuevos, que sólo de forma superficial podían considerarse comunistas, basados en la tradición que creó la República Popular hacía cincuenta y siete años
1.
eternales que en tuobstinación endiablada acercas más a ti cada
2.
Te acercas a un rincón del museo; al rincón del museo donde suele estar la silla del vigilante, concretamente
3.
En efecto, cuando te acercas a una mujer, es por delante; y por eso te besa en la cara
4.
Pero el gamo joven, cuando te acercas a él, tiene que encorvarse, y de esa manera ¡figúrate! besa la tierra: ¡Hay diferencia!
5.
Era como ese hedor que produce el mal aliento, pero al que vas acostumbrándote a medida que te acercas a él hasta que acabas por no olerlo porque también es el de tu propio aliento
6.
–Pues -decía el eclesiástico en un tono paterno- descuidabas un poco tus deberes; raramente se te veía en el oficio divino; ¿cuántos años hace que no to acercas a la sagrada mesa? Comprendo que tus ocupaciones, que el torbellino del mundo hayan podido apartarte de la preocupación de tu salvación
7.
Que quieres un día ir de excursión y ya estás harto de ir al parque de atracciones o al zoo, pues muy sencillo te acercas a uno de estos barrios y en vez de echarle los cacahuetes a los monos se los echas a los maricas y las bollos que pasen por allí
8.
Sabía que las cámaras de seguridad lo fotografiarían cuando se acercas e a la torre de perforación
9.
–Si te acercas a ella otra vez, si la espías otra vez, si piensas en ella mientras de la machacas, te patearé el culo, te llevaré a rastras hasta el desierto, te pegaré un tiro en la polla y te dejaré con los escorpiones
10.
La puerta se abre cuando te acercas, se cierra a tu paso
11.
Aquellas ocasiones en que te acercas y me haces rodar y me pones boca abajo y recorres todo mi cuerpo con aquellos jueguecitos sutiles
12.
¡Te clavaré esto en un ojo si te acercas! ¡Te lo juro!
13.
De manera que dejas lo que estás montando para la escuela de los niños y te acercas al cajón; lo abres, apartas un objeto a la izquierda y sacas el objeto que él lleva buscando de manera tan patética y poco cuidadosa, intentando desesperadamente no metérselo en la boca
1.
Lo que nos hizo tan benigno que el mar, que nos limpia de nuestros sudores fétidos cada verano, a ser pagado de esta manera? A menudo, me acerco a la gente a escuchar sus discursos: toda apariencia lógica e ideal, pero mirando hacia arriba y cruzarlo con ellos, me doy cuenta de la traición que emiten esos ojos
2.
Me acerco un poco y yo me incliné en homenaje
3.
" Fascinado por su belleza, me acerco a la chica rubia, fija sus ojos verdes, acerqué mi cara a la suya, y me gusta el toque de sus labios, que llevaba el pelo en la cara, el olor salobre y dulce de su piel; lo tomo de la mano y de sacarlo de su compañero y le susurro: "Estoy feliz de haberlo encontrado, su sensibilidad será un placer refinado para mí, y el amor que yo sé que me haga feliz
4.
Y es con los ojos brillantes de alegría y emoción que me acerco a la tercera mujer, que se acerca a mí, se limpia las lágrimas y exclama la voz provocativa: "Ha sido un largo tiempo desde que yo quería conocer a un hombre como tú, fuerte y vigoroso
5.
Me acerco y me da de hadas ambas manos
6.
Preocupado por ella, me acerco demasiado, y está a sólo un look relajado, me tranquiliza
7.
Yo se la acerco y en ese momento Patricia es poseída por Pau Gasol y tira la grabadora por el balcón, haciendo blanco perfecto en la cabeza de una turista noruega que estaba en la piscina del hotel
8.
Cuando las companias estuvieron en sus puestos, Lorin se acerco a su amigo, se hicieron las presentaciones, y Maurice explico la presencia en el Temple de Genevieve y Morand
9.
Tengo por costumbre conducir desde por la mañana temprano y a mediodía me acerco a ver cómo van las cosas
10.
Me acerco ahora a un suceso de mi vida, tan horrible, tan inolvidable, tan ligado a todo lo que llevo relatado en estas páginas, que desde el principio de mi narración lo he visto irse levantando como una torre gigantesca en la llanura, y dar sombra anticipada hasta a los menores incidentes de mi niñez
11.
A veces acerco la cara al papel impreso
12.
Cuando de nuevo logro aguantarme en pie me acerco con paso vacilante al cajón de los periódicos
13.
Me acerco a él principalmente porque me gusta la canción del walkman
14.
Me acerco a la ventana y comprendo que ya son más de las doce
15.
Me acerco corriendo a él justo cuando cae al suelo
16.
Se les acerco Renata a grandes zancadas
17.
Desarmado, intentó desasirse de aquel abrazo mortal, pero antes de poder apartarse, la enorme cabeza inconclusa se acerco a él -las fauces enormes como un túnel- y de un solo golpe se bebió todo el aire de sus pulmones
18.
Dando un respingo, se acerco al borde de la cama y permaneció un rato sentado, intentando recomponer los acontecimientos de la noche anterior
19.
Le acerco el micrófono de mi grabador
20.
Y ya, cansado hasta no poder pensar, la cabeza colgante, inseguras las piernas, semidormido, arrastrándome más que caminando, me acerco a la entrada, levanto con lentitud el musgo, desciendo lentamente, en mi turbación dejo abierta la entrada durante un lapso de innecesaria largueza, me acuerdo después de mi omisión, subo para repararla
21.
Martín se acerco a ellos y comenzó a escarbar en compañía de los otros muchachos
22.
El muchacho divisó al barón, se acerco, y saludó
23.
Me aparto de los turistas japoneses que retrocediendo o agachándose tratan de hacer entrar al coloso en sus objetivos, me acerco al tronco, doy vueltas a su alrededor para descubrir el secreto de una forma viviente que resiste al tiempo
24.
Me acerco a ella, diccionario en mano, y le leo la definición:
25.
«Y aquí me acerco a mi destino -pensó César con sobriedad mientras se acercaba a la entrada de aquel extraño complejo-
26.
Karal inclinó la cabeza y se acerco con cuidado
27.
Cuando por fin puedo recobrar el aliento, me acerco a la cómoda y aprieto el STOP
28.
Me acerco, me siento en el borde de la cama y tira de mí para besarme mientras doy gracias a Dios por tener los dientes recién lavados
29.
Pero, ¿y si los acontecimientos toman realmente un curso diferente? ¿Y si me acerco a, pongamos por caso, Agamenón esta mañana y clavo esta lanza (la lanza del pobre y condenado Equepolo, cierto, pero una buena lanza de todas formas) en el corazón del rey? Los dioses pueden hacer muchas cosas, pero no pueden devolver a la vida a los mortales muertos (ni a los dioses muertos tampoco, por paradójico que eso parezca)
30.
Se acerco al avisador y pulsó el botón que lo desconectaba
31.
Cuando he localizado el barrio, mi mapa me dice dónde están las principales bocas de acceso y, haciendo un análisis bajo estas bocas, me acerco todavía más a la fuente
32.
Pero cuando veo algo que no se pudre, el funcionamiento del sistema solar, o una demostración euclidiana, o la perfección del oro, siento que me acerco a la Divinidad
33.
En todo caso, me acerco a mirarlas; no las había visto nunca
34.
Alguien acerco una jarra
35.
Uno de los otros hombres se acerco y empujo a Oba con el costado del pie
36.
Y yo de aquí no me acerco más, por nada del mundo, señor
37.
Las distribuye en las cajas de luz y me acerco a echar un vistazo
38.
Harry apartó su silla de una patada, dio unas cuantas zancadas, pasando al lado de Ron y de Hermione, y se acerco a la mesa de la profesora
39.
Harry se acerco
40.
Entro en la galería, me acerco a Wanda y la pregunto:
41.
Me acerco a un árbol y cojo un melocotón
42.
Acerco el dorso de la mano y le rozo los dedos
43.
Aminoro el paso conforme me acerco al contenedor y finalmente me paro para mirarlo con detenimiento, como si estuviera leyendo lo que pone en uno de sus lados
44.
» Con un heroico esfuerzo acerco más la mano, deseando que mis dedos atrapen ese trozo de papel
45.
“¿Qué es eso?”-pregunto mientras me acerco al cuadro con paso lento
1.
De la mañana a la tarde y de la tarde a la noche se hacía más auténtica, más verdadera, más cabalmente dibujada en un paisaje que fijaba sus constantes a medida que nos acercábamos al río
2.
Cuando sobre el sol se extendía un velo, la sombra (o, mejor dicho, la falta de luz que caía desde arriba) estaba llena de destino; los olores de la casa, que tal vez no fueran sino los olores de comida que llegaban de la cocina, parecían también llenos de destino, y en el lindero del bosque se ocultaba el destino, que acechaba la casa, como una tropa de caballeros desmontados bajo el follaje; pero si nos acercábamos hasta allí no encontrábamos más que la silenciosa y temblorosa hierba y el rumoroso follaje; y a cada instante creíamos que iba a llegar un carruaje que conduciría al destino y que él mismo sería destino; pero el carruaje no llegaba y nunca pasaba nada
3.
Mientras nos acercábamos a una de las puertas principales, María, fresca como una rosa sobre el pequeño burro que lord Roderigo había alquilado, nos explicaba la historia de la ciudad bajo el dominio de Savonarola, un gran ascético y a la vez un monje despiadado
4.
«Hola», dijo mientras nos acercábamos, y siguió con sus globos
5.
Cuando nos acercábamos a nuestro destino, me quitaron la camisa de fuerza
6.
Mientras nos acercábamos, los corazones de dos de los miembros del grupo casi dejaron de latir, tan grande era la expectación
7.
A medida que nos acercábamos a los altares, las plegarias de los sacerdotes iban oyéndose con mayor nitidez
8.
Nos acercábamos a los arrecifes y a las granjas marinas, las fuentes de todos los alimentos de la isla
9.
El que me llamó al móvil, un cuarto de hora después, mientras acercábamos a Chamorro al centro del pueblo, no fue mi jefe, sino el subdelegado del gobierno
10.
Mientras Mordecai conducía, volví a leer el texto de nuestra acción legal y noté que a medida que nos acercábamos, los papeles que sostenía en las manos me resultaban cada vez más pesados
11.
Pareció sentir que nos acercábamos y se metió dentro con un gesto de impaciencia
12.
Pero sí había visto, mientras nos acercábamos, el tablero de scrabble y los dos pequeños atriles con letras de su lado
13.
Pude ver mejor a los seres mientras nos acercábamos, y me pareció muy probable que fueran hermanos de la cosa que me había encontrado en el bosque el día anterior
14.
Nos saludó con la mano, sonriendo alegremente mientras nos acercábamos a él
1.
" Fascinado por su belleza, me acerco a la chica rubia, fija sus ojos verdes, acerqué mi cara a la suya, y me gusta el toque de sus labios, que llevaba el pelo en la cara, el olor salobre y dulce de su piel; lo tomo de la mano y de sacarlo de su compañero y le susurro: "Estoy feliz de haberlo encontrado, su sensibilidad será un placer refinado para mí, y el amor que yo sé que me haga feliz
2.
Llevado de mi curiosidad, me acerqué al Retiro, y
3.
acerqué a una de las puertas
4.
Me acerqué a
5.
Me acerqué a un muro del castillo, que tenía grabado un elefante, y,siguiendo la visual del ojo,
6.
Acerqué mis labios a su cara para enjugar el llanto, y se unieronnuestras bocas en un beso
7.
Me acerqué a la pesada puerta de madera, entre los leones
8.
Me acerqué a él y le rogué que me dijera el nombre de aquella mujer
9.
Sólo entonces me acerqué
10.
Cuando me acerqué lo suficiente a Jubal como para ver sus facciones, comprendí al instante por que se había ganado el apodo de “El Feo”
11.
Los hombres se levantaron cuando me acerqué a la mesa
12.
Me acerqué al grupo de tres, muerta de miedo en mi corazón y con una sonrisa en la cara
13.
Ahogándome de la ira, lo tomé de las solapas y le acerqué el puño cerrado a la cara
14.
Entonces, sin la menor esperanza, pero con el valor de la desesperación, me acerqué con suavidad a ella y la toqué con la punta de un dedo
15.
Me acerqué a míster Waterbrook para decirle que me parecía tener el gusto de encontrar en su casa a un antiguo compañero
16.
Me acerqué a él apresuradamente; pero encontrándome con la mirada de Uriah, comprendí al momento de lo que se trataba
17.
Me acerqué a él, mientras John y el abogado discutían sobre la conveniencia de revisar los papeles de la señora Inglethorp
18.
Empezó a avanzar hacia la puerta de una manera tan vacilante que me acerqué a él para ayudarle
19.
Cuando me acerqué con el pájaro, ella se apartó
20.
Llegué a la «X» y me acerqué a ella
21.
Me acerqué al lecho venciendo la repugnancia que me embargaba y, en cuanto Brufau le dijo que estaba yo allí, sacó de entre las sábanas una garra casi sin carne y la clavó en mi brazo derecho
22.
Me acerqué a la mesa, encendí la luz, y saqué el cuaderno titulado: Certezas y
23.
—En cuanto lo vi entrar en la habitación, me acerqué instintivamente a él
24.
Me acerqué, me arrodillé
25.
Me acerqué a Lucas y caí de rodillas delante de él
26.
Me acerqué a ella y me eché a su lado, con la cabeza en sus piernas
27.
Me acerqué un poco mas sosteniendo el violín contra el pecho con ambas manos, aunque no supe por qué
28.
Me acerqué a un hombre situado bajo los arcos, que estaba enseñando a un grupo de muchachos todo cuanto Diógenes había propugnado: que renunciáramos a la carne y a sus placeres, que lleváramos una vida pura y rechazáramos el goce de los sentidos
29.
Me acerqué para que me besara, pero él se apartó
30.
Cuando Randy fue a los servicios (por la derecha se iba al bar, por la izquierda a los servicios), me acerqué a Amy
31.
Me acerqué a su cabecera, y le deseé pronta curación y completa salud
32.
Me acerqué aún más y la joven se levantó con intención de desaparecer, pero la cogí por la muñeca
33.
Me acerqué a la mesa de reuniones
34.
Aún oigo las olas de Peniche en Tavira, Margarida, las olas de ese invierno, aún oigo la sirena de la fábrica de conservas que llama a los obreros y la espuma bajo las losas, y me acuerdo de la forma en que los presos me quitaban las energías mezclándome barbitúricos en la sopa, y me llamaban, cuando yo estaba solo, imitando la voz del director de Santo Tirso, la voz de Alice, la voz de mi padre, que me obligaban a regresar al pasado a fin de interrumpirme el presente, y no sólo los presos sino el que mandaba, y los guardianes, y el abogado que desparramaba hojas sobre la mesa de la sala de consultas, Hoy lo encuentro de mejor aspecto, señor mayor, tal vez podamos trabajar en el sumario, y no sólo el abogado sino mi familia, y tú, Margarida, que te escuchaba conversar con ellos, y yo, que me negaba a dormir por miedo a que me vaciasen un cargador en el corazón, yo que asentía Realmente tengo un aspecto estupendo, doctor, ustedes no han conseguido abatirme, y él Antes de comenzar con las tonterías, señor mayor, quería preguntarle si aceptaría entrevistarse con el coronel Gomes y su abogado, y yo ¿El coronel Gomes?, y él Entró ayer en la cárcel, el señor teniente ha permitido que nos entrevistemos para hablar, y yo, juntando los fragmentos del puzzle, ¿El coronel Gomes es quien dirige la trama, doctor?, y el barco salvavidas callado, y la sirena callada, y hasta las olas calladas contra los muros del fuerte, y el coronel Gomes que extendía la palma hacia mí, con pantalones de sarga, tiritando bajo un abrigo viejo, Buenos días, Valadas, ¿ya no se saluda a los amigos?, y yo A los amigos sí, mi coronel, el problema es que usted no es un amigo, y su abogado Por el amor de Dios, señor mayor, el señor coronel Gomes tiene gran estima por usted, y el coronel Gomes Fui yo quien le avisó de que la Policía lo buscaba, y yo La mandó a mi casa, diga mejor que la llamó por teléfono y la mandó a mi casa, y el coronel Gomes No estoy aquí para escuchar insinuaciones groseras, no estoy aquí para escuchar insultos, y mi abogado Le pido disculpas, señor coronel, el señor mayor no ha querido ofenderlo, casi un año de cárcel deja los nervios destrozados, y el coronel Gomes, más sereno, Que se retracte y olvidaré este episodio, y su abogado a mí Lo que nos interesa es establecer una estrategia común, decidir lo que puede decirse y lo que no, que el Delegado del Ministerio Público es duro de roer, y yo, En el juicio no diré ni pío, y no dije nada, condenaron al coronel Gomes a once años y lo expulsaron del Ejército, el comodoro Capelo, promovido a almirante, dio testimonio, me pareció ver a Alice entre el público, en una de las filas traseras, entre su madre y su marido, pero cuando miré con atención eran otros los espectadores y no ellos o los lugares estaban vacíos, el juez postergó mi sentencia por consejo de los médicos, regresamos a Peniche en una furgoneta blindada, y el coronel Gomes, a mí, Once años, Valadas, yo no duro once años, cuando salimos del Tribunal reparé en su mujer, una señora que lloraba, y yo Espero que no dure, mi coronel, que ya tengo adversarios de sobra, y al llegar a Peniche tronaba, el cielo se hendía con heridas de relámpagos que recortaban la villa, que recortaban el mar, tomando las sombras fosforescentes antes de esconderse en sus pliegues de tinieblas, un barco, casi en la línea del horizonte, flotaba sobre nubes que supuraban lágrimas rojas, las casas se desmoronaban, los almacenes de los pescadores y las traineras ancladas se deslizaban hacia la plaza, el farallón, amputado, mostraba sus visceras de pizarra, liberaba enjambres de aves aterradas, y a la mañana siguiente el coronel Gomes se ahorcó en la celda, y cuando lo vi, antes de que lo cubriesen con el abrigo y un saco de arpillera, no me pareció verlo morado ni con la lengua fuera, sino con las pupilas apagadas en una expresión amable, de modo que pensé Se ha dormido, no se ha ahorcado ni nada, se ha dormido, a pesar del verdugón en el cuello y de los hombros crispados, pensé Se ha dormido, ha fingido que se ahorcaba para intentar engañarme, y entonces me acerqué a él, le puse el pulgar en la frente y estaba fría y con manchas color de vino en la raíz del pelo, y las botas en el extremo de las piernas, Margarida, se me figuraron vacías como los zapatos de los mendigos
35.
Me acerqué a la ventana con la esperanza de ver algo del campo, pero estaba cerrada con postigos de roble y barras de hierro
36.
»Esto despertó mi curiosidad, así que cuando salí a dar un paseo con el niño, me acerqué a un sitio desde el que podía ver las ventanas de este sector de la casa
37.
Me puse el sombrero y la capa, me acerqué a la oficina de telégrafos, que está como a media milla de la casa, y al regresar ya me sentía mucho mejor
38.
Aprovechando el barullo me acerqué tanto a ellos, que pude escuchar toda su conversación
39.
Al hacerlo me lo acerqué bastante y advertí un débil olor a jazmín
40.
Me acerqué a la ventana y miré hacia la calle vacía
41.
Me acerqué a la puerta, mostré el recibo de mi trabajo, porque eso sí exigí recibo, siempre lo he exigido, así como recomendaciones para futuros trabajos, y aquí me tienen ustedes, me acaban de llamar…
42.
Veía en la noche subir la neblina por entre los jardines cuando me acerqué a su casa
43.
Ella estaba escribiendo algo en la cara interna de un expediente cuando yo me acerqué a la mesa
44.
Después de verla en la tribuna del público durante tres días seguidos en un juicio en el cual yo estaba defendiendo a un acusado de violación múltiple, me acerqué a ella y le pregunté quién era
45.
Después de que el juez y el jurado hubieran abandonado la sala y los observadores se dirigieran hacia el pasillo, me acerqué a la mesa de la acusación
46.
Me acerqué a la puerta que conducía a la cocina y me metí dentro, asegurándome de cerrar la puerta después
47.
Se los acerqué y me quedé mirándola mientras ella los iba hojeando lentamente, deteniéndose de vez en cuando para admirar las ilustraciones, mencionando a veces los nombres de las galerías en las que los cuadros originales estaban expuestos
48.
Acerqué una silla mientras Vander arrancaba la hoja y dividía el papel en diez secciones, separando los casos
49.
Me levanté de mi escritorio y me acerqué a una librería
50.
Mientras me enjugaba los ojos, me acerqué a la portezuela y apoyé la cabeza en el cristal
51.
Me acerqué al televisor y examiné el aparato de vídeo que había encima y el cable que lo conectaba a la pared
52.
–¿Y eso se debe a la oxidación, dice? – inquirí, y acerqué una silla
53.
Me acerqué al cochero hasta que estuve a pocos centímetros de sus piernas, cubiertas con una de las mantas
54.
Acerqué la cabeza a él por encima de la mesa y le insté a bajar la voz
55.
Me acerqué más al andén, con el corazón desbocado
56.
A los que me acerqué y besé las cruces e hice reverencia y el que parecía de más autoridad de entre ellos me dijo que podría más a salvo hablar conmigo en cuanto hubiera despedido con sus bendiciones a aquellos que se partían en las naos
57.
Me levanté, me acerqué a la mesita y tomé el frasco de plástico
58.
Me acerqué a las puertas y apreté el oído contra la rendija entre las dos hojas
59.
Me acerqué a las vías con varios minutos de antelación
60.
Yo me acerqué a la mesa, sin pensar en nada, haciendo únicamente lo que me iba saliendo
61.
De manera que me acerqué a la mayor y le toqué el pelo
62.
Antes de salir me acerqué a la madre, y con la mano le levanté la barbilla, para que estuviera obligada a mirarme
63.
«Cuando me acerqué hasta él comprendí por qué estaba tumbado allí
64.
Me acerqué a Trifero y lo sujeté de los delgados torques para presionar la yugular lo suficiente para dejar huella
65.
En cuanto me acerqué Helena me miró agradecida
66.
Me levanté y me acerqué a mirarlo
67.
Me acerqué a él y le pregunté si todo iba bien
68.
Después, dejé de guardia a Helvecio, me abrí paso entre los brúcteros dormidos y me acerqué con disimulo a la torre
69.
Me acerqué a la puerta clausurada y atisbé a través de una rendija
70.
¿Una guerra? ¿Una guerra mundial? ¿Qué significa eso, Si? – Se dispuso a abrir el libro, y en cuanto su mano se movió me incorporé de un salto y me acerqué con paso rápido
71.
Me subí el cierre del cuello del jersey de lana y me acerqué un poco más a la puerta
72.
La llamé y me acerqué al paredón con tiento
73.
Me levanté de un salto y me acerqué a la mesa de los jugadores
74.
Pero, ¿adonde huía mamá? ¿Quién la ayudaba? ¡No yo! Ni una sola vez, jamás me acerqué a ella
75.
Recuerdo que me acerqué a la puerta, que llamé con los nudillos y que nadie me respondió
76.
Me acerqué con la intención de quitársela de las manos aunque pareciera infantil
77.
Me acerqué un paso más, apoyé la cabeza en su pecho y me quedé mirando la tela de su camisa, sabiendo que la situación había traspasado el límite de lo decoroso y debía interrumpirla
78.
Me acerqué y deslicé un dedo por el contorno
79.
Me metí los papeles en el bolsillo, luego apagué la lámpara y me acerqué a la puerta
80.
–Hola -me acerqué a la puerta, la miré-
81.
Me acerqué y cogí una guindillita chile
82.
Me acerqué y pedí un café doble y una rosquilla con mermelada
83.
Me acerqué a la puerta, porque quería subir, ponerme los platis y dejar la casa
84.
Me acerqué al balcón y permanecí allí buen rato, contemplando la perspectiva y pensando en todo lo que me había ocurrido y particularmente en Duare
85.
Vi desaparecer a los dos warhoons y entonces me acerqué a la entrada del calabozo, en posesión ya de un meditado plan
86.
Acerqué el Jhama al alféizar, con el puente superior justo debajo del mismo
87.
Revisé el resto de la habitación sin encontrar a ningún otro ocupante; acerqué entonces el puente del Jhama al alféizar de la ventana, alcé la escotilla y salté al interior de la habitación
88.
Me acerqué a la entrada del edificio, con la intención de inspeccionar alguna de las naves, si es que podía entrar
89.
Me acerqué al diván y examiné las ligaduras de Hara Es
90.
Entrecerré los ojos y me acerqué a él a paso lento
91.
Cerré la puerta tras de mí y me acerqué a ella cojeando
92.
–Me llamaba la atención, al verla en tan buen estado comparada con las que la rodean; así que un día me acerqué a verla y al sentarme a su sombra lo encontré
93.
Me acerqué hasta él con suma cautela, como si en realidad temiese despertarlo de un profundo sueño
94.
–En cuanto lo vi entrar en la habitación, me acerqué instintivamente a él
95.
Me acerqué y me puse frente a él
96.
Acerqué la oreja a una de las junturas de las pieles con las que estaba hecha la tienda, para poder escuchar su conversación
97.
Me acerqué a ella, apoyé las manos en sus costados y luego le levanté la falda por encima de los muslos y del vientre