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todas aquellas que utilizaban anteojos
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la verdad absoluta y, según su versión, los usuarios de anteojos pertenecían a la clase culta, a la burguesía,
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Cuando era preciso meditar, por el picor de una deesas ideas, hermanas del abejorro, que se plantan en el cerebro y no haymedio de sacudirlas, o doña Lupe no meditaba, o tenía que hacerlosentada en la silleta junto a la ventana de la sala, los anteojos en elcaballete de la nariz, la cesta de la ropa delante y el gato muyrepantigado en un extremo de la alfombrita
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El señor Pasta se puso los anteojos, hizo de leer algunospapeles y viendo que el joven esperaba, tartamudeó:
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Castro Pérez sonrió, y a dos manos, juntando el pulgar y el índice secompuso los anteojos, y
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paredón,con unos enormes anteojos de mar dirigidos hacia la
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—Los anteojos de Mahoma; el uno; arriba y abajo
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paraarreglarse bien los anteojos, y después prosiguió la lectura deldocumento hasta el
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admiración el sombrero, los anteojos, elbaúl, los guantes, la cosa más diminuta que
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dequien tiene graves cuidados; los anteojos encaramados a la frente;calva, hija de la
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vecinos y el incesante jugar de los anteojos; Marianase
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su linda mujercita resistía en Colón la carga de losmás peligrosos anteojos de la
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traje raído hojeando volúmenes, hundiendo en ellos sunariz coronada por los anteojos;
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en eso de las obras del ríotienen unos anteojos muy largos que lo descubren todo de lejos…
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—Parecen animales vistos con anteojos de aumento—decía el bolichero
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desembarazados de los anteojos, se fijaban con amor en elprecioso niño dormido en
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missDodson, y miss Dodson sin anteojos
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Sepuso éste con calma los anteojos, la leyó atentamente y
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Y se fue el médico, con sus anteojos y su reloj
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los anteojos de oro y del reloj que hacía tic-tac hastaen el
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Y el médico delos anteojos de oro vino, y dijo que la niña estaba
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Al entrar una persona en sus dominios lamira por cima de sus dorados anteojos, contesta
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anteojos estilo John Lennon, con una afectación de audacia
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El atuendo se completaba con garrote o bastón nudoso de grandes dimensiones, así como unos anteojos o impertinentes harto ridículos a través de los cuales miraban a las merveilleuses
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Pero se detuvo rápidamente al oír que el Conejo Blanco gritaba: «¡Silencio en la sala!», y al ver que el Rey se calaba los anteojos y miraba severamente a su alrededor para descubrir quién era el que había hablado
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No creo que un par de anteojos protectores sirvieran de mucho
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–¿Qué desean ahora? – preguntó, mirando por encima de sus anteojos, mientras el papagayo, sentado en el respaldo de su silla, gritaba:
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El señor Laurence le echó una mirada aguda y se caló los anteojos, diciendo lentamente:
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Sacándome del cuello los anteojos binoculares, se los tendí, diciendo:
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Sirvió el almuerzo una vieja de anteojos y de caderas gruesas, que caminaba como un ganso
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En la mitad de la lectura, mirándolo por arriba de los anteojos:
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- (Queriendo recobrar su anteojos
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El abate se puso sus anteojos, que no sólo cubrían los ojos, sino las sienes, y volviéndose a sentar, hizo señas de que se sentase el agente
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El notario, después de colocar los papeles sobre la mesa, tomó asiento en el sillón, púsose los anteojos y volvióse hacia Franz
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Los anteojos colocados sobre la interrogadora nariz de Henry saltaron de ella y él se quedó perplejo y rígido de sorpresa
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No ignoraba las terribles consecuencias del veneno de las “serpientes de anteojos”; sabía que inyectado en cierta cantidad produce la muerte en menos de un cuarto de hora
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- De las más venenosas, porque las “serpientes de anteojos” matan al hombre más robusto en un cuarto de hora, y casi nunca se puede salvar a las personas a quienes muerden
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- Casi estoy por creer que las “serpientes de anteojos” no son tan venenosas como afirman los viajeros – dijo – Debí haberme muerto en un cuarto de hora, y estoy más vivo que antes
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Shanon se transformaba con cada nuevo amor según los requerimientos del hombre de turno, un día aparecía con una permanente y nueva ropa interior de encaje negro, pero dos semanas más tarde los portaligas franceses quedaban, olvidados al fondo de un cajón porque había puesto los ojos en un vecino escritor, entonces Gregory la encontraba arropada en uno de sus chalecos, sin maquillaje y con nuevos anteojos de carey, leyendo a Jung
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Ignoraba cómo perdió pelo, ganó peso y le aparecieron arrugas, dónde fueron a parar algunos de sus dientes, por qué le dolían los huesos cuando lanzaba una pelota, se le acababa el aire cuando intentaba subir corriendo las escaleras y no podía leer sin anteojos
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A Mateo le gustó desde el primer momento el hombre, y al punto extrajo de su bolsa sus credenciales y se las entregó; el otro, tras calarse sus anteojos se aproximó a la ventana y leyó atentamente
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El doctor, tras esparcir sobre el escrito unos polvos blancos para secar la tinta, se había puesto en pie y entregaba el pergamino a sor Gabriela, que calándose sus anteojos lo leía con mucha atención
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El fraile estaba sentado frente a su escritorio, con los anteojos cabalgando sobre su bulbosa nariz mientras repasaba unos escritos
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Calóse éste sus anteojos y tras fulminar a la monja con la mirada se dispuso a leer
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Dicho esto, el hombre extrajo de su escarcela un pergamino de lino y tras calarse unos anteojos se dispuso a leerlo
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El mensajero se quitó los anteojos y guardó de nuevo el pergamino; luego ambos hombres se dedicaron con fruición y en silencio a dar buena cuenta de la pitanza
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Repitió de nuevo el hombre la operación del pergamino y de los anteojos, y tras limpiarse la pringada boca con el antebrazo consultó sus anotaciones y se dispuso a hablar
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La religiosa, calándose los anteojos, consultó un legajo que se hallaba sobre el mostrador que la separaba de don Martín
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Sobre la mesa yacía abierta una misiva y el marqués, tras calarse los anteojos, la volvió a releer por enésima vez
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149 Anteojos que se encaballaban en el puente de la nariz, llamados así porque los usaba el famoso literato
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Don Juan Ribero, quien medía medía cabeza menos y pesaba la mitad que mi abuela, se acomodó los anteojos sobre la nariz, leyó cuidadosa-mente la cifra escrita en el cheque y luego se lo devolvió, mirándola de pies a cabeza con un desprecio infinito
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El Juez se apoderó del diario, se puso los anteojos
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El estanciero buscaba los anteojos para leer:
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La joven llevaba puesto un par de Nike, anteojos oscuros y una gorra de béisbol
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No era el equipo Striker habitual -lo ideal hubieran sido anteojos para visión nocturna y Uzis-, pero tendría que arreglarse con eso
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—¡Todos los que no lleven anteojos oscuros, por favor cierren los ojos o desvíen la vista del robot! —dijo una voz urgente a través de la radio del vehículo lunar
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El farmacéutico se acomodó los anteojos en la nariz y se quedó mirando una receta que había en el mostrador
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La luz era escasa - sin duda bastante similar a la del distante sol de los superseñores -, de modo que Karellen no traía los anteojos oscuros que solía usar al aire libre
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Iba a dejar los anteojos cuando de repente Julie Stratford susurró algo en el oído de su acompañante
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Cleopatra había tomado también sus anteojos y los miraba a ellos
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– Se colgó los anteojos del cuello y se puso rápidamente en pie-
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– Ayre no sabía qué hacer con los anteojos y acabó dejándolos sobre un mostrador-
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Siguieron andando, y en esto observaron que las alturas que dominaban la costa, sobre la ensenada llamada Uad Arrial, estaban pobladas de curiosos, oficiales en su mayor parte, vueltos hacia el mar, algunos provistos de anteojos
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¡Era la escuadra, la escuadra española, que navegaba hacia el Sur para bombardear los fuertes moros de Cabo Negro y Río Martín! Se veían perfectamente, sin anteojos, las gallardas naves
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Era un señor regordete, con larga perilla, anteojos, expresión seria, aire de actividad, como hombre abrumado de ocupaciones
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Hubo un momento en que estuve muy cerca del General Concha; le vi a caballo, revestido de su impermeable, echando los anteojos al lugar del combate
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Historia del joven de anteojos
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Malmud se sacó los anteojos y los colocó sobre el escritorio
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—Me gustaría echar un vistazo a vuestros reclutas —dijo, limpiándose los anteojos con un lienzo de narices que sacó de la manga del jubón
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Colocó otro portaobjetos en la platina de un microscopio polarizador, el cual, como los anteojos Ray-Ban para sol, reducía los reflejos y separaba la luz en ondas diferentes con diferentes valores de índices de refracción, para darnos otra pista en cuanto a la identidad del material
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Lucy estaba muy atareada frente al tablero de mi computadora, los anteojos puestos, el entrecejo levemente fruncido por la concentración
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Interrumpió lo que estaba haciendo, se sacó los anteojos y los puso sobre el escritorio
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–¡Qué espanto! – Miraba sin parpadear, y la luz se le reflejaba en los anteojos
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– Me observó por encima de sus anteojos y sacudió la cabeza
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–No se hace que brillen los anteojos con betún negro
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Los vecinos -Nina con su muleta, Olga mirando con esfuerzo a través de sus anteojos, Clara con sus trenzas de vikinga- fueron a presenciar la tarea
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De cualquier modo, ella tenía la llave; sólo era cuestión de que encontrara los anteojos
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Obodovsky se puso los anteojos para sol a pesar de la luz lúgubre
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Ese animal era un hombre pobremente vestido, con la piel rosada como ratón tierno, el cabello de oro de mala calidad, y los ojos azules y turbios perdidos en anteojos color de yema de huevo
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Y los anteojos para la sabiduría
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Jamás gastó anteojos y sólo perdió un diente
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El hombrecillo puso otros anteojos al Leñador, el Espantapájaros y el León, y aun al pequeño Toto, y aseguró todos ellos con su llavecita
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Las fotos eran en verdad literarias: se las habían tomado escribiendo con sombrero y anteojos oscuros en el balcón, mientras un perro de ojos rojizos sacaba la lengua a sus pies como sediento
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En la cabina, algunos pilotos llevaban anteojos y casco metálico por si el fuego antiaéreo rompía el parabrisas
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–Está bien, está bien -dijo Felipe, limpiando de nuevo los anteojos
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La señora Vela se había puesto unos anteojos de marco grueso en el que brillaban diminutas piedras
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Los Vela la despidieron en la puerta, flanqueada por agentes de seguridad de claras guayaberas y anteojos oscuros, que la miraron cuando pasó a su lado, con expresión amistosa
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Pocos minutos después, mientras la recepcionista entraba un momento en la oficina trasera para comprobar una reserva de localidades de teatro para un cliente, el hombre de los anteojos de sol subió por la escalera, silenciosamente y sin que nadie lo advirtiera
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Le costó un día entero y una serie de visitas a casas de vestuario para el teatro, ópticas y una tienda de modas para hombres situada en el West End y especializada en prendas de tipo americano y generalmente confeccionadas en Nueva York, adquirir un juego de lentes de contacto sin graduar y de color azul; dos pares de anteojos, uno con armazón de oro y otro con armazón negra y muy gruesa (ambas con cristales sin graduar); un equipo completo consistente en un par de pantalones negros de cuero, una camiseta y unos calzoncillos, un par de mocasines blancos y un anorak de nylon azul celeste, con cierre relámpago y cuello y puños de lana blanca y roja, todo ello confeccionado en Nueva York; y una camisa blanca de clérigo, con pechera negra
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Mientras andaba por la calle confiaba en que los anteojos negros de gruesa montura que llevaba puestos habitualmente, y que con el sol deslumbrante de los bulevares resultaban plenamente justificados, protegerían su anonimato
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El conjunto fue completado con los inevitables anteojos oscuros
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Cuando era preciso meditar, por el picor de una de esas ideas, hermanas del abejorro, que se plantan en el cerebro y no hay medio de sacudirlas, o doña Lupe no meditaba, o tenía que hacerlo sentada en la silleta junto a la ventana de la sala, los anteojos en el caballete de la nariz, la cesta de la ropa delante y el gato muy repantigado en un extremo de la alfombrita
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El hermano Juliano creyó necesario intervenir, pero esta vez, en lugar de quitarse los anteojos y pasarse los dedos por la frente, alzó los brazos al cielo y soltó otra de sus frases escogidas:
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–Mi mujer debe de tener algo para la cabeza de usted -dijo el señor Tagomi, viendo que el señor Baynes se quitaba los anteojos y se frotaba la frente-
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Frank Frink estaba sentado junto al banco del sótano, trabajando en el torno, sosteniendo un pendiente de plata contra el ruidoso pulidor de algodón; unas escamas de peróxido de hierro le salpicaban los anteojos y le ennegrecían las uñas y las manos
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No le habían dado explicaciones; le habían devuelto simplemente el atado de ropas, la cartera, el reloj, los anteojos, y habían pasado al caso siguiente, un viejo borracho traído de la calle
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Todo el corredor quedó a oscuras… hasta para los que llevaban anteojos
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Peters no estaba, desde luego, pero las gafas sí, los anteojos especiales con el raro efecto de limpiaparabrisas que hacía que pudiesen usarse en las minas de radita
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Se dirigió a la carreta verde, rebuscó en los cajones y volvió al poco tiempo con los anteojos colgando en su funda