1.
Bajo la luz de las candilejas, su cabellera aparecía más
2.
Llevándose los dedos a su rebelde cabellera para hacer conellos púas de peine, se la atusó, y arqueando el cuerpo, inclinose haciala señora para decirle con retintín:
3.
la cabellera suelta y vestidas de blanco, comotiples de ópera en el momento de volverse locas y
4.
Núcleos y cabellera, colas
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de algodon: ámbos sexos tenian la costumbre dedejarse crecer la cabellera
6.
laondulante cabellera de las plantas la que me levanta así, haciéndomeflotar en la superficie del arroyo? No lo sé; mi imaginación se pierdeademás en una especie de ensueño
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y en la expresión,con cabellera revuelta, frente cobriza, ojos negros, móvilesy
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manotiernamente por los bucles de su cabellera
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bajo la cabellera de oropálido—ese oro que en los cuentos de
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los ojosadmirables y la cabellera de hilado oro, y por debajo del
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Nuncahabía visto Lázaro una cabellera igual: parecía en la obscuridad de
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cabellera esponjada y enorme que hacía pensar en los coposdestinados a tejer todo un
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facciones había regularidad y decisión; ojos grandes, negros yopacos; la cabellera
14.
Cubríanse los cerros de verde al crecer la cabellera de lascebadas y los trigos
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crespa cabellera del joven, tirando sincompasión de los mechones
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La barba y la cabellera eran en él luengas, negras y rizosas
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susfacciones y su cabellera
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cabellera tenía junto a las raíces undorado tierno, que iba
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luenga cabellera rubia, en la que apuntaban las canas
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las espirales desu cabellera que se escapaban del sombrero,
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calzandobabuchas y con el puñalito en la cabellera mal
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al hablar, losmechones de la cabellera de Freya, que acababan
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La opulenta cabellera retorcida en lo alto delcráneo y las curvas
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apartando de sufrente los bucles de la cabellera, que se había
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delicioso que el de tu cabellera rubia cuando la dejas caer sobre
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claveles en la obscura cabellera
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El traje estaba hecho girones, y parte de la cabellera se había quedado en el camino durante la
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dolor y por elespanto, con la cabellera descompuesta, con labio cárdeno, seco yconvulsivo, hundiendo
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conviene ásaber, que los rayos de mi cabellera los pueda trasladar y aplicará los cabellos de su
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portentoso descenso del sol que sumerge su brillante cabellera en el seno de las aguas: la espantosa y
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Los líquenes que la cubrían estaban húmedos y parecían desordenados mechones de una cabellera
32.
Pero lo más notable según los curiosos era la larga cabellera ondulada de Tallien, entre la que brillaban unos gruesos pendientes de oro al estilo de las Antillas
33.
«Este viaje estaba escrito en la pared», había dicho Mouche, la víspera de nuestra partida, dando un sentido agorero a la presencia del Sagitario, el Navio Argos y la Cabellera de Berenice, en el conjunto de la decoración, personificándose ella misma en la tercera figura
34.
Sonrío, pensando que escapé de la Hidra, tomé el Navio Argos, y que quien ostenta la Cabellera de Berenice debe estar al pie de las Rúbricas del Diluvio, ahora que pasaron las lluvias, recogiendo las yerbas que tanto hacía macerar en jarras de burbujeantes remedios, ennoblecidos por el sereno de luna o el albor de los cierzos amanecidos
35.
Un tranquilo clérigo rural, con una abundante cabellera blanca y extraordinariamente desmemoriado
36.
Una consigna fácil de retener ("el cuadrado", "el triángulo", "las paralelas", "la cabellera"), que se cambiaba todas las noches, o varias veces por noche, y se transmitía por el celular cuando el auto ya estaba dando vueltas a la Villa, y no había modo de equivocarse
37.
Al decir esto, Jo se quitó el sombrero y vieron con asombro que su abundante cabellera había sido cortada
38.
Miró al cielo para ver si aún se notaba el resplandor rojizo y observó que se iba extinguiendo; después desapareció por un momento su rostro bajo el manto, al inclinar la cabeza sobre [310] el pecho; luego la levantó sacudiendo atrás el manto y descubriendo la cabellera y el cuello
39.
Ésta les salió al encuentro, a la luz incierta de la tarde, con su pesada cabellera de oro y su rostro pálido y ancho
40.
La pecadora le secaba los pies con su cabellera, en una actitud de indecible entrega
41.
Traía el sombrero ladeado y la cabellera en desorden y parecía hallarse presa de una viva agitación
42.
Una leve sonrisa iluminó los ojos del coronel, mientras miraba la negra cabellera de la joven, la orgullosa mirada y los rojos labios
43.
Eran de color de aceituna, de estatura elevada y de fiero aspecto; sus facciones podían clasificarse de regulares; tenían cabellera corta y negra y la piel punteada y tatuada con vivos colores; llevaban alrededor de los muslos cueros de tigre y a la garganta numerosos collares formados con dientes de monos y de gaviales
44.
Pronto Esteban Trueba vio que Alba era la mujer más cara de su vida y que un harén de cortesanas no habría resultado tan costoso como aquella nieta de verde cabellera
45.
Los asaltantes apartaban a las mujeres judías de los suyos y llevándolas a cualquier rincón las rasgaban las sayas y las violaban; eso, si no cometían después una mayor crueldad, que consistía en embrearles el pubis y prenderles fuego para purificar aquella parte que les había contaminado y cortarles la cabellera para dejarlas marcadas ante los suyos, caso que salvaran la vida
46.
Eric se mesó la cabellera con un gesto rutinario que Hanna había recordado mil veces en su exilio de Viena
47.
Cuando hubo finalizado su acicalamiento se pasó por la revuelta cabellera las manos humedecidas en agua colocándose el pelo de forma y modo que le cubriera la calva y se dispuso llamar al guardián
48.
Una joya brillante se delineaba clara sobre él; era la majestuosa Corona Boreal, como se la conocía, y parecía estar allí esperando coronar una hermosa cabellera
49.
Deslumbrado, vio que de su larga cabellera negra salían pequeños destellos brillantes de luz
50.
Me gustaba sentir mi cabellera suelta y limpia
51.
Corrió hacia mí riendo y saludándome con exclamaciones de triunfo, y cuando la vi de cerca, no pude menos de advertir la diferencia que existe entre las imágenes transfiguradas y embellecidas por el pensamiento y la triste realidad, pues el corcel que montaba, por cierto a mujeriegas, la intrépida Athenais, distaba mucho de parecerse a aquel volador Pegaso que se me representaba poco antes; ni daba ella al viento la cabellera, cual llama de fuego simbolizando el pensamiento, ni su vestido negro tenía aquella diafanidad ondulante que creí distinguir primero, ni el cuartajo, pues cuartajo era, tenia más cerneja que media docena de mustios y amarillentos pelos, ni la misma miss Fly estaba tan interesante como de ordinario, aunque sí hermosa, y por cierto bastante pálida, con las trenzas mal entretejidas por arte de los dedos, sin aquel concertado desgaire del peinado de las Musas, y finalmente, con el vestido en desorden anti-armónico a causa del polvo, arrugas y jirones que en diversos puntos tenía
52.
¡Y desde lejos se oía resonar el zoco abovedado, al paso de la joven, el ruido de los cascabeles de oro de sus pies delicados y el tintineo de los cequíes de su cabellera, tan melodioso y cadencioso, que se diría una música de cítaras y timbales sonoros!
53.
Y yo la seguía de lejos al revolar de su cabellera, que huía siniestramente detrás de ella en la noche
54.
La peinaron y la perfumaron, pasando los peines por su cabellera con tanto arte, que el almizcle de Tartaria evaporábase de envidia ante el buen olor que exhalaba ella, y los corazones bailaban en los pechos al ver la trenza espléndida que le caía hasta los riñones, trenzada como las palmas en los días de fiesta
55.
—¡Queruscos que arrancan la cabellera a los romanos y los queman vivos en jaulas!
56.
Permaneció inmóvil mientras Canuleio, que era un hombre alto, alzaba con las dos manos la corona de hierba y la depositaba en aquella cabellera rojo-dorada
57.
Era la cabellera de un incendio
58.
¿Cómo podía estar mi pelo guardado en aquel cajón? Con las manos temblándome, abrí mi baúl, volqué su contenido y saqué del fondo mi propia cabellera
59.
En el hombre vi, como rasgos culminantes del tipo, un bigote negro cerdoso cortado en forma de cepillo, cabellera abundante cortada como escobillón, nariz pequeña y atomatada, bastón de cachiporra, [129] gabán claro de largo uso, y sombrero, que en toda la visita permaneció en la mano de su dueño
60.
Era el paradigma del agente de relaciones públicas: más atildado que nadie, con la sonrisa más ancha y una cabellera rubia que lavaba cada dos días
61.
Fue Santiago de un vuelo al sitio de donde con tanto apremio le llamaban, y vio a Teresa en estado lastimoso, yacente sobre una estera, mal cubierta de mantas, la hermosa cabellera destrenzada y terrosa como si hubiera servido de escoba para barrer el suelo, encendidos los ojos de fiebre y llanto
62.
Su mano, cargada de ajorcas y anillos, rozó la mía al agarrar la caña, y pude oler el perfume enredado en su cabellera revuelta; uno de esos perfumes que destilan las brujas de las Tierras Altas, tenues y sugerentes
63.
La negra cabellera del coronel Feraud, áspera y crespa como un gorro de crin, mostraba ya muchas hebras plateadas junto a las sienes
64.
Todo esto se encontraba coronado por tan magnífica cabellera rubia, por una tez tan maravillosamente pura, por tal gracia en la expresión, que el general D'Hubert no tuvo jamás oportunidad de considerar con la suficiente lucidez las nobles exigencias de su orgullo
65.
El se pasó los dedos por la espesa cabellera:
66.
El alcaide, que había alegado una indisposición el día en que Marino y yo visitamos la penitenciaría, era un hombre pequeño, de facciones toscas y una abundante cabellera gris
67.
Leslie Tompkins pedía prestado el cepillo a Mary para peinarle su larga cabellera pelirroja
68.
—¡Mandorallen! —exclamó con voz vibrante y se aferró a las sogas de la proa del barco de Barak, con su cabellera agitada por el viento
69.
De abundante cabellera, peinada hacia arriba para dejar ver una nuca bien dibujada, y que caía en rizos muy cuidados, como los cuidan todas las dependientas a quienes el deseo de distinguirse ha inspirado los detalles más ingleses en materia de peinados, la belleza de esta hermosa muchacha no era la de una dama inglesa, ni la de una duquesa francesa, sino la mórbida y rosada belleza de las mujeres flamencas de Rubens
70.
La cabellera, ese adorno magnífico al que los hombres y las mujeres conceden tanta importancia, conserva, hasta la más avanzada edad de la persona que usa el ACEITE CEFÁLICO, ese brillo, esa finura, esa suavidad que hacen tan encantadoras las cabezas de los niños
71.
Con los recuerdos adormecidos en esta cabellera
72.
Que deja en el vino arrastrar su cabellera
73.
Tenía una abundante cabellera blanca recogida en un moño
74.
Caminaba en la playa, escuchando las gaviotas, las olas soltaban su rizada cabellera blanca; ella andaba sobre la playa desierta con una leve túnica de gasa
75.
«Que venga sobre mí esto y aquello -decía la púdica-si las vigas de mi casa han visto jamás mi cabellera
76.
La capucha se le deslizó de la cabeza y liberó una cabellera castaña, larga hasta los hombros, que se sacudió violentamente cuando esquivó un furgón de desperdicios
77.
Llevaba el pelo recogido en una cola de caballo, pero no había perdido el misterio que le infundía la larga cabellera
78.
Su mirada está clavada en el espejo de la barbería, observando su larga cabellera y su barba espesa y oscura
79.
Se había recogido la larga cabellera en una espléndida trenza
80.
–Me dijeron que te encontraría aquí -dijo una jadeante Casandra, mientras entraba con la cabellera revuelta y los ojos hinchados de sueño
81.
Para peinarse tenía un talento especial, una vez incluso la llamó la posadera para que la peinara, posee una habilidad especial en las manos, si bien ella tenía una abundante cabellera que se amoldaba a todos los deseos
82.
El gobierno ofreció trescientos pesos por cada cabellera de apache muerto en la campaña
83.
El agua fría rodeó tan bruscamente los tobillos de Joan que agradeció el poco calor que infundía en su cuello y sus hombros la cabellera desatada
84.
Llegaron a esa conclusión tras analizar un mechón de su cabellera, que fue conservado tras su muerte por los sucesores de Marchand
85.
Trabajaron con pelos tomados de la cabellera del propio Napoleón en 1805, 1814 y 1821, sometiendo los diecinueve mechones a la prueba más sofisticada que existe, el rayo sincrotrón
86.
Esos músculos están ahí, en torno a los apéndices auriculares y bajo la cabellera, lo mismo que están los nervios que transmiten las sensaciones al cerebro, pero todos se encuentran en estado de subdesarrollo porque no los necesitamos
87.
–¡Por la cabellera de Thoos! – exclamó uno-
88.
Vio desaparecer, consumida por una llamarada, la negra cabellera que coronaba la espléndida cabeza de Tarzán
89.
Los rizos de su negra cabellera se agitaron sobre sus delicados hombros
90.
Chocaron tres veces más, con ser Robyn dando al viento su cabellera, mientras le pasaban al lado como cuchillos volantes las astillas de las lanzas (hecho que maravilló todavía más a Dunk cuando le dijo Egg que el maduro caballero había perdido el ojo cinco años atrás por culpa de una astilla desprendida precisamente de una lanza)
91.
También estaba allí Yna, trenzando la cabellera dorada de Lanna
92.
A las pocas horas de entrar Amina en su prisión, fue despojada de su cabellera por los carceleros
93.
–«Un joven muy valiente de rubia cabellera» -entonaron los músicos mientras un violín y un arpa empezaban a tocar
94.
Sin dejar de apretarla contra él, Cato le deshizo el lazo de seda que llevaba y pasó los dedos entre la cabellera suelta
95.
El viento leve pasaba por todo, universalizaba olores de estiércol, de carroña y de salvia, cancelaba, suprimía, recomponía cada cosa con su paso indolente; secaba las gotas de sangre que eran el único legado del conejo, mucho más allá iba a agitar la cabellera de Garibaldi y después todavía lanzaba el polvillo en los ojos de los soldados napolitanos que reforzaban apresuradamente los bastiones de Gaeta, ilusionados por una esperanza que era tan vana como el abatido ímpetu de fuga de la caza perseguida
96.
De hecho solo le faltaba Coma Berenices, la Cabellera de Berenice, un grupito difuminado en el cielo de septentrión que quedaba entre Los Lebreles y Virgo
97.
La cabellera rubio cobrizo y los ojos azules de la aludida emergieron despacio
98.
Pignatelli le rascó la cabellera encantado de tenerlo a salvo, pero quiso decirle algo que para él era importante antes de que lo subieran al caballo