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    Utiliser "encontrar" dans une phrase

    encontrar exemples de phrases

    encontraba


    encontrabais


    encontraban


    encontrabas


    encontrado


    encontramos


    encontrando


    encontrar


    encontrábamos


    encontráis


    encontré


    encuentra


    encuentran


    encuentras


    encuentro


    1. Ahora me encontraba ya en el día cuarto de esta jornada


    2. …Mi madre se encontraba en la habitación del lado, y dialogaba con la empleada doméstica acerca del montaje del almuerzo de ese día


    3. El Greco, era un coloristaextraordinario, se complacía en contrastes tan enérgicos que parecenllegar hasta la disonancia; encontraba armonías tan delicadas que hacenposibles los efectos más opuestos; hay en él, tintas agrias atenuadascon pasmoso gusto y se distingue principalmente por un particular empleodel blanco ya puro y violento, ya amortiguado en matices grises que loenlazan, funden y dulcifican todo


    4. encontraba solo en mi habitación


    5. impresión de que la solución no se encontraba lejos, la sentía revolotear alrededor de mi


    6. A eso del mediodía abandonamos el local, que ya se encontraba entre las manos y bajo la


    7. Milos parecía recuperado de su estupor inicial y se encontraba de un


    8. construcción en paro, situación en la que se encontraba cuando se levantó ante su cabeza la


    9. encontraba el mar negro


    10. resignado a su suerte, tras una conveniente asimilación del nuevo estado en que se encontraba

    11. había precedido y se encontraba ya con los cascos puestos


    12. se encontraba casi vacía, podría poblarla de muebles y enseres antiguos, de poco precio, ese


    13. encontraba en ese estado de desasosiego comparable al que propicia la inminencia de un oral


    14. me habitaba la certeza incomprensible de que se encontraba muy cerca de mí, haciéndome


    15. En esos momentos, la mansión se encontraba


    16. adelante me encontraba con la continuación de la conversación que había dejado atrás, como


    17. Se encontraba en la habitación


    18. de que me encontraba ante una morada desconocida, tanto había cambiado su entorno con el


    19. sobrecogedora que, en la situación en que me encontraba, no dudé en compararla a esos


    20. Me ayudó a saltar del otro lado pues me encontraba exhausto

    21. había llegado al estado de incuria en que se encontraba en la actualidad


    22. Miró en dirección a donde yo me encontraba pero, o bien no me


    23. tradicionales y modernos, sentí que mi estado de ánimo se encontraba, en cierto modo, en


    24. bebido un buen trago de agua de Leteo y la encontraba fresca, embriagadora


    25. A la hora del desayuno, me encontraba en


    26. evaluar racionalmente el peligro real que esto suponía, encontraba que la discreción observada


    27. Leviatán se encontraba ya,


    28. Sí, pero ¿dónde diablos se encontraba el buzón? En una polvorienta caja de


    29. A medida que el paciente se encontraba mi madre todos los días para coser la parte inferior de los pantalones, un blanco favorito de cerbatanas y chinchetas


    30. encontraba en otro planeta cumpliendo una misión de semejantes características a la

    31. buscarle a su casa, pero dio la casualidad de que se encontraba


    32. derecho del corredor, en cuyo fondo se encontraba otra puerta


    33. Entre ellos se encontraba


    34. cosas, que los encontraba mucho a


    35. se lo decía, y siempre lo encontraba


    36. aunque nunca la había encontrado en ninguna tienda, si la encontraba, seguro que la


    37. ese modo él se encontraba en una situación tranquila y plácida, y se había


    38. Era la única vía que encontraba para exhibir su decepción y sus


    39. Ahora encontraba trabajo digno, buena paga y una habitación para él en


    40. En cuanto al medio batallón “Fijo” que se encontraba acuartelado en el edificio de Las Aguas, tampoco inspiraba temor, en atención a que su comandante, el Coronel Santana, estaba así mismo en buenas relaciones con los patriotas, quienes lo habían ganado de antemano

    41. Fue tan acendrado su cariño por ella, que en una oportunidad, cuando se encontraba en el cotidiano despulgue del dichoso animalito, fue presurosamente citado por el Consejo de Gobierno, pues en las circunstancias de la guerra había asuntos urgentes que tratar


    42. En las noches, junto al candil o la vela, el sabio se encontraba con el sueño después de largas horas de lectura


    43. Ya Bolívar se encontraba en Socha, y desde allí envió a la provincia socorran« al Coronel Antonio Morales para organizar la resistencia y obtener refuerzos


    44. Por su parte, en la noche del 26 de septiembre, Manuela se encontraba cenando con Urdaneta, cuando se tuvo conocimiento de los hechos


    45. Anduvimos un rato hasta que se detuvo, se abrió la tapa del baúl y… me encontraba en esta casa


    46. encontraba un agujero en la historia de


    47. el encontraba el mayor de las placeres,


    48. derecha se encontraba el agente Hill,


    49. ¿Qué raza se encontraba en la esclavitud en los Estados Unidos?


    50. Entonces, el acervo monetario se encontraba dominado, en su mayor parte, por las cofradías y los notables cartagineses














































    1. encontrabais ante el león rampante y sin embargo seguisteis adelante haciendo uso de una


    2. —Por tanto, ¿os encontrabais en el reino del Terror de los Idólatras?


    1. Continuó diciendo el cabrero que, encerrada Leandra, pues ya qué carajo, que entonces él con su amigo Anselmo resignadamente había decidido aunar esfuerzos, arrancando a purgar su burla juntos por los pajales en que ahora se encontraban, a criar y vacunar ovejas y a oír berrear chivos todo el santo día


    2. herreruelos y mirlos se encontraban ya muy atareados en los múltiples asuntos de la república


    3. ellas espesas cortinas, señal de que se encontraban abiertas


    4. Las otras dos se encontraban siguiendo el pasillo y las tres, insistió una vez


    5. continua, por lo que las cámaras se encontraban lejos de la casa, pero todas ellas estaban


    6. se encontraban ancladas multitud de embarcaciones deportivas,


    7. enrevesado con un par de juegos de l aves que luego nunca encontraban cuando las


    8. Su devoción por la ciencia lo llevó a cometer el único acto incorrecto de su vida, si así puede calificarse, como fue el retiro de la lápida conmemorativa de los trabajos del sabio francés La Condamine, así como el péndulo que se encontraban en Tarqui, Ecuador, considerando que no estaban colocados en la condición deseable para su importancia, y procediendo a obserquiarlos por su cuenta al Observatorio Astronómico de Santa Fe, hasta que fueron devueltos por el Gobierno colombiano, en 1856


    9. Debido a que se infectaron hace poco, se encontraban en la fase uno


    10. Efectivamente una semana después se encontraban nuevamente en la recepción del Hotel Velásquez

    11. En 1976, cada uno de los candidatos tuvo una serie de crisis de prensa cuando se reportó que sus campañas se encontraban en problemas y a la defensiva


    12. encontraban la verdad oculta en ese imperativo de "Conócete a ti mismo"


    13. Todoslos individuos de la familia, cuando se encontraban uno frente a otro,se echaban a reír, y el más risueño era D


    14. cuando sus ojos se encontraban con el rayo deaquellos ojos negros, sentía una impresión no muy grata, al modo de esospresentimientos inseguros que son, no como el contacto de un objeto,sino como la sensación del aire que hace el objeto al pasar rápidamente


    15. Entre los marielitos se encontraban enfermos mentales, delincuentes y


    16. de travestís que “se encontraban trabajando en la vía pública” (Contreras Marvin, 2006


    17. Que Se Encontraban En La Diaspora, En La Galut O La Golá, Como Denominación


    18. permanecieron intactos como se encontraban en el colegio y en ningún momento


    19. capaz de atraer novios con la tentación deuna herencia, y aunque lo encontraban poco simpático,


    20. preciso es echar una mirada alestado en que se encontraban los republicanos

    21. escasos medios se encontraban casi agotados, cuandoAh-Fe


    22. encontraban en esta realidad y todas las posiciones donde se


    23. estaciones, colonias y naves base que se encontraban


    24. Xerez encontraban tres ó cuatro; siendo indudableque si el país fuese adecuado habrian en 200


    25. encontraban, pues según el mismo alcalde Cristóbal de Losadecía en un documento


    26. En la mañana del 19 de Abril de 1643 se encontraban reunidos don Diego ydon


    27. se encontraban en las calles; y de loscomienzos del siglo XVII hay un asiento en el


    28. creer que se encontraban piedras preciosas en las orillas de los riosBeni, Mamoré y Guaporé


    29. que los encontraban, los mataban con las lanzas y alfanges: mas de 50 murieron así el dia 4 de Octubre


    30. Los de San Angel, desde que salieron de su pueblo, ya venian enfurecidos, y cuando encontraban á los

    31. profunda,el estado en que se encontraban el rey y España, dominadoel uno por el


    32. Entrambos se encontraban contrariados


    33. Habían bajado las escaleras y se encontraban en el patinillo


    34. de la habitación en que se encontraban


    35. en las escuelasnecesidad de un sacudimiento, que las sacase del letargoen que se encontraban


    36. encontraban todos los días en la calle, en elpaseo, en el teatro,


    37. apenas decuando en cuando encontraban los dos amigos una


    38. encontraban otro camino abierto que el de lasminas de Bilbao,


    39. Todosle encontraban rejuvenecido; veían en él algo


    40. jesuítas ylos bizkaitarras, se encontraban en el mismo día

    41. los rododendros,de las azaleas, de las camelias gigantescasque encontraban al paso


    42. agitabanconvulsos, frenéticos; encontraban deficiente lalegislación, que no contenía


    43. lasestatuas que acá y allá se encontraban para su adorno, y por


    44. que a mi casaiban y que en paseo nos encontraban, y en las


    45. sombroso cenadordonde los dos amantes se encontraban; y era


    46. solteras que se encontraban en el círculo de lostertulios pasaban ya de los treinta, y


    47. los cascoslohengrinescos, encontraban fuerzas en el temor de un


    48. Sus antiguos amigos lo encontraban en las calles de la ciudad conzapatos—¡un tormento!—,


    49. habían de morir; cantaban á mediavoz las canciones del terruño; encontraban con su instinto de


    50. de langosta, y cuando lastropas hacían alto, encontraban ya la hoguera ardiendo y la comida en














































    1. ” Te encontrabas haciendo tus ejercicios espirituales…vaya


    2. —Sabía que te encontrabas bien


    3. Tú me has dicho que no te encontrabas en casa


    4. Te encontrabas entre los hombres de Hamid, ¿no es verdad?


    5. Las piernas, larguísimas, eran tan fuertes que se diría capaces de partirte en dos si te encontrabas entre ellas, pero al mismo tiempo resultaban tan femeninas


    6. También había pabellones colocados en medio de los riachuelos, con sus tejados cornudos, sus mesas para tomar un refrigerio y sus orquestas de músicos con antiguos instrumentos; había, además, unas oxidadas barquichuelas de acero graciosamente colocadas en un pequeño muelle cercano; un ejército de siervos de tamaño natural a lo largo de las veredas (de repente, te encontrabas con alguien a la vuelta de una esquina y te llevabas un susto de muerte hasta que descubrías que era una estatua y, entonces, te lo llevabas también); templetes en los que actuaban grupos de acróbatas o atletas como los que habíamos visto en la sala de banquetes; bandejas con jarras y vasos de finísimo jade dispuestos para saciar la supuesta sed del emperador; cestas de frutas hechas de perlas, rubíes, esmeraldas, turquesas, topacios… Mis ojos no podían despegarse de aquella inmensa riqueza, de aquella opulencia exagerada


    7. Resulta que te encontrabas en Tennessee, Win, y resulta que eras el investigador al que ella quería encargar el caso


    8. –¿Y por qué tenía que ser así? Te encontrabas con un grande, nuevo y maravilloso poder…, una súbita liberación de la mortal atracción de la gravedad


    9. Nunca sabías dónde te encontrabas ni dónde estaba el enemigo, ni tampoco lo que se suponía que debías intentar conseguir»


    10. Como si permanecer erguido pudiera suponer alguna diferencia cuando te encontrabas en la trayectoria de un tornado

    11. Y después llegabas por fin a la curva verde, deliciosa y tersa, donde el agua vertía encima de la cumbre y te encontrabas afuera en el tranquilo río sobre la catarata


    12. –Esta mañana, mientras te encontrabas en el muelle, un sehedy sesh (escriba inspector superior) con una corte de burócratas del departamento de aduanas, se ha presentado en uno de los almacenes para realizar una inspección completa de toda la mercancía


    13. Las piernas, larguísimas, eran tan fuertes que se diría capaces de partirte en dos si te encontrabas entre ellas, pero al mismo tiempo resultaban tan femeninas… y con aquel culito tan alto y duro que llegaba al nivel de mis dolores cervicales, y aquellas tetitas sonrosadas al descubierto… -Montalbano lanzó un silbido de pastor, Mimì Augello se sobresaltó y salió del ensueño


    14. ¿Por qué te encontrabas en Italia?


    15. Y estoy aquí porque he venido a ver si te encontrabas bien


    16. Y si mal no recuerdo, te dije que igual encontrabas las respuestas que estabas buscando


    17. Mirabas a aquellas personas y te preguntabas por qué serían tan feas; las mirabas desde más cerca y no encontrabas razón alguna


    18. La única forma real de saber que te encontrabas en una prisión era que ciertos tipos tenían ciertos extraños hábitos de locomoción: en el interior de los seis acres se movían como cualquiera, pero al acercarse a las calles limítrofes se volvían tentativos, como si pudiesen ver una barrera invisible, y se movían sigilosamente con cautela, no fuese a ser que un mal paso o un accidente de tráfico los empujase más allá del límite y los convirtiese en culpables de Huida


    19. A veces lo encontrabas en una gruta y a veces estaba allí en medio del cielo


    20. Los corredores también se torcían en las uniones, así que no había ángulos rectos y esto era desconcertante cuando el corredor en el que te encontrabas iba de arriba para abajo, o hasta cuando era el equivalente de un capilar y podía ser atravesado con un buen salto

    21. Los árboles eran el sitio donde encontrabas agua: te acercabas a ellos y empezabas a cavar


    22. “¿Sabes?, le he contado a Bloch — me dijo Saint-Loup— que no lo querías ni tanto así, que le encontrabas ciertas vulgaridades


    23. De cuando en cuando te encontrabas una revista porno detrás de un sofá


    24. —Sólo quería comprobar que te encontrabas bien —dijo


    25. —¿Que te implicaste? Te encontrabas en la Torre Blanca cuando todo esto


    26. –Te encontrabas en el interior de una piedra alargada, protegido por ella; alguien intentaba romperla, eliminar esa protección y destruirte


    27. En tiempos normales, siempre tenías la impresión de que de cada tres personas que te encontrabas caminando por las calles una llevaba uniforme


    28. Y, si no lo encontrabas, había muchas posibilidades de que Andy pudiera conseguírtelo


    29. Pero cuando te encontrabas en medio del gabinete de los vestidos, te


    1. repetición nos hemos encontrado con el reto de llevarla a


    2. Basta replicar á esto, que hasta ahora nohay noticia alguna de haberse encontrado en España obras artísticas deesa especie, y que la poesía, de que hablamos, no hace especial alusióná ellas


    3. De cuando en cuando, el gigante, contento de haber encontrado a alguien con quien


    4. anuncios comerciales y al poco tiempo había encontrado un local con las dimensiones


    5. encontrado por casualidad en el trastero y pude enchufar una lámpara en medio del jardín para


    6. Nunca entendí entonces por qué estas personas incluso cuando no está en los camellos, siempre guarda en su cabeza un turbante; Digo, si quieres mantener un rebaño y tener el entrenamiento como un hobby, qué necesidad está para eliminar el aire para pequeños enseñó y súfrase, están felices por haber encontrado suelo prolífico, sus amigos, como los niños de escuela, divertirse con saltos y piruetas? Es gente muy rara


    7. fuera encontrado el cuerpo de Jesús en la tumba


    8. encontrado su cuerpo en la tumba no quiere decir que Jesús continuara viviendo con


    9. ¿Entonces la Sabana Santa y la imagen que se ha encontrado en ella es


    10. encontrado reflejo en el mundo exterior, por la confusión tan grande que existe aún

    11. Sfax, de 30 años, los negros raven pelo que descienda a la abundante cara, carácter leal, tiene una larga cicatriz en su mejilla izquierda causada por un gran y feroz tigre que se había encontrado con el año anterior


    12. " Fascinado por su belleza, me acerco a la chica rubia, fija sus ojos verdes, acerqué mi cara a la suya, y me gusta el toque de sus labios, que llevaba el pelo en la cara, el olor salobre y dulce de su piel; lo tomo de la mano y de sacarlo de su compañero y le susurro: "Estoy feliz de haberlo encontrado, su sensibilidad será un placer refinado para mí, y el amor que yo sé que me haga feliz


    13. de vuelta, he entrado en el portal, me he encontrado con Doña


    14. sucedía con el comercio electrónico, nadie ha encontrado la


    15. encontrado en la vida


    16. bien en el desarrol o de alguna de sus investigaciones, se había encontrado con toda


    17. aunque nunca la había encontrado en ninguna tienda, si la encontraba, seguro que la


    18. existido, el a hubiera encontrado alguien que estuviera dispuesto a compartir su vida


    19. Finalmente había encontrado un párrafo


    20. encontrado diferencias, pero apenas eran unos cambios de redacción, unos

    21. Por su parte, la maestra estaba llamando a todas las mamás para decirles que ella había encontrado un piojo en su cabeza


    22. Cuento encontrado y mejorado


    23. Cuento encontrado y mejorado | 83


    24. Habían encontrado un líder


    25. encontrado el sobre de su indemnización tirado en esa calle


    26. fue encontrado el asesino muerto en el


    27. resquemor en la conciencia por no haber encontrado aún una mujer para andar por la vida


    28. Grailem encontrado la respuesta en la sección histórica


    29. para anunciarme la noticia de su muerte, también mencionó que habían encontrado el anillo en el botiquín


    30. con esa imagen si ésta no hubiera encontrado eco con algo dentro de ellas o si no la hubieran reconocido

    31. —Es menester que usted se entere bien—dijo Maximiliano al sentarse enel sillón, creyendo haber encontrado un buen cabo de discurso paraempezar—; se entere bien de las cosas


    32. Pero no sehabía encontrado a su antiguo amor, hecha un pingo, y la convidó a tomarun café en aquel apartado establecimiento


    33. Pues qué, ¿has encontrado la panacea?—expresóla tía con incredulidad


    34. Keith: Wayne ha leido dos diferentes interpretaciones, y él no ha encontrado


    35. —Ni es fácil, porque entre ustedes, quiero decir, entre las gentes desu condición de usted, lo que yo he encontrado aquí no es un hallazgo


    36. dad, se ha encontrado un exceso de leptina y, sin


    37. —Se han encontrado pasquines subversivos, ¿no losabía usted?


    38. luchas, y han encontrado apoyo político por parte de los gobiernos de Kirschner y


    39. encontrado que el 90% de las personas funcionan excéntricamente, están


    40. Se ha encontrado que la frecuencia de

    41. No se han encontrado pormenores para contestar con seguridad á estapregunta: se supone que las costuras fueran en curva por ser el sistemaprimitivo


    42. y lo que había encontrado sinbuscarlo, era el fuego en que


    43. Lahabía encontrado dura en su defensa y fría en sus


    44. Allí se trataba de las murallas de Troya y la solución a su impotencia Ulises la ha encontrado en la astucia y en el engaño


    45. habiéndose encontrado porcasualidad con Antonia en la


    46. por la vidadesaparecía; comprendí que había encontrado algo a


    47. vecindad, que lahabía encontrado en la calle


    48. esperanza, y ha encontrado usteden Amparo algo de lo que


    49. Me he encontrado en una prisión


    50. delutilitarismo ha encontrado el resorte moderador de una fuerte













































    1. Fueron representadas en la noche deNavidad en los palacios de los grandes, mencionados antes, y no hayrazón que autorice á dudar de la noticia, que encontramos en el Catálogo Real acerca de su representación pública en el año de1492[212]


    2. Por el momento nos encontramos en la primera


    3. Por si acaso fuera verdad que nos encontramos en un


    4. Encontramos, en el interior del formidable bosque, un eje orientado justamente en la dirección


    5. encontramos un plan viable, podremos contar con su colaboración


    6. puerta, nos precipitamos en el interior y nos encontramos mirándonos como pasmarotes en un


    7. Nosotros en cambio, es natural y como he dicho, no encontramos la más mínima vergüenza para exteriorizar; mi amigo y su mujer de pelo rubio prefiere masoquismo y desató estos instintos al ser azotado por aquellos de nosotros siente la necesidad en lugar de la violencia


    8. sente y a la gracia, a la gratuidad de las fuerzas que encontramos


    9. Cuando nos quejamos, encontramos faltas en los demás y reaccionamos, el ego fortalece la noción de los


    10. juzgamos y a la cual encontramos en falta

    11. inteligente, de la cual encontramos un sinnúmero de ejemplos obvios, amenaza la supervivencia de nuestra


    12. Nos encontramos en medio de un acontecimiento extraordinario en la evolución de la conciencia humana,


    13. Nos encontramos, con frecuencia, con que la capacidad antioxidante interna está disminuida


    14. mente, nos encontramos en una situación en la que nuestra salud empieza a estar comprometida


    15. Encontramos Alusiones Al Día, A La Semana, Y


    16. Embargo, No La Encontramos En Las Restantes


    17. Una amplia explicación sobre lo que representa lo “queer”, la encontramos en Morton (1996)


    18. de la afirmación de identidades que ya mencionamos y, por otro lado, encontramos la


    19. encontramos un fuerte componente homosexual, como puede constatarse en las


    20. Durante la modernidad, encontramos antecedentes de organización y liberación

    21. es posible empezar con características innovadoras que encontramos en ellos


    22. características son similares a las que encontramos en los otros países


    23. Encontramos que coinciden esas


    24. cierto que en la nueva Constitución encontramos una paradoja, ya que el citado


    25. varios cambios, encontramos la eliminación de la sodomía como delito punible con


    26. En la Constitución de 1988, encontramos que los dos principios orientadores de


    27. los derechos humanos de las personas GBLTT, más bien encontramos un retroceso y


    28. En esta democracia modelo, encontramos al Tribunal Supremo de Elecciones


    29. Por ejemplo, en los países centroamericanos, encontramos que la proporción de hogares nucleares monoparentales con jefatura femenina en condiciones de pobreza es mayor en Nicaragua y Honduras (más del 60%), seguido por El Salvador y Guatemala (más de la tercera parte) y luego Costa Rica (un quinto) (Ariza y de Oliveira, 2004)


    30. En los tres conglomerados encontramos países con alta desigualdad

    31. En cambio, en el mundo cuya dependencia al régimen es media encontramos mujeres que trabajan 250


    32. Diferentes Idiomas O Lenguas De La Diáspora O El Exilio Encontramos Los


    33. Sin Embargo, No La Encontramos En


    34. Internamente en el cerebro a ambos lados del cuerpo calloso encontramos el


    35. De esta manera en el presente estudio encontramos:


    36. ¿Estamos muertos ovivos? ¿Nos encontramos en el Cielo con


    37. Penetramos en ella ynos encontramos en medio de


    38. —Nos encontramos en una situación sobre manera extraña:


    39. La iglesia no es ya laque encontramos, fría,


    40. Adelante, pues al llegar a Menjíbar, encontramos la población muy alborotada porque un

    41. incomprensibles, y empleando en esto más de un día, nos encontramos de nuevo sobre Menjíbar


    42. Nos encontramos en un gran teatro, el de la Opera de París


    43. Estamañana, de llegada, encontramos en el camino a un joven alto, delgado,de


    44. mar; tan hermoso es el paraje en que nos encontramos


    45. —Nos encontramos en una situación muy difícil


    46. Las encontramos al través del mundo, casi siempre en la feria


    47. veces, en una casa que no erasuya, y con él la encontramos allí


    48. Luzintelectual tambien la encontramos en muchos actos de conciencia


    49. , encontramos que por indeclinable necesidad atribuimos á lasideas un valor objetivo, á los juicios una verdad objetiva


    50. En este silogismo encontramos en lamayor, la identidad de todo A con B, y en la menor la de M con A, delo cual sacamos la de M con B













































    1. No encontrando lo que buscaban, tras dudar un


    2. va a ir encontrando


    3. encontrando un cónyuge diferente, si los futuros padres ya están encarnados y


    4. encontrando alguna huel a de Eloísa en casa de Inés y pronto atarían cabos


    5. sucesivas, encontrando protección en la esquina de la casa iluminada


    6. Lope de Luna,[93] que se desnudasen los prelados que le fueron ábuscar, y montando todos sobre sus caballos, se dirigió el Rey con suacompañamiento á la ALJAFERIA, encontrando en el camino invencionesgraciosas, entre ellas un remedo muy á lo vivo de una ciudad sitiada ycombatida por la artillería, que representaba la toma de Balangner porel mismo D


    7. Este tratará de asegurar su supervivencia encontrando otra cosa con la cual identificarse,


    8. y sidespués de esto sigues encontrando parecido, es que hay brujería enello»


    9. No era ni podía serel hombre por quien la mujer da su vida, encontrando espiritual goce eneste sacrificio; era simplemente un ser cuya conservación y bienestardeseaba


    10. Custodio ve largo—y opúsose contodos los ecos de su cavidad bucal, encontrando el proyecto demasiadoprematuro y vaticinando grandes cataclismos sociales

    11. Y se dejó besar por su hijo, que después corrió al comedor con el ramo,y no encontrando un


    12. las sillerías incompletas y dedistintos colores, no encontrando espacio junto a las


    13. lopudo vadear, y encontrando en sus orillas muchos maderos de saucessecos, que se conocia eran traidos de adentro con la corriente, pudolograr echar uno de ellos al agua, embarcándose en él con su perro, y lopasó, costándole algun trabajo por la corriente


    14. canoas, porque encontrando estasobstáculos en el rio, se sirgan con facilidad, pasándolas por encima delos arrecifes, y si encuentran saltos, se descargan y arrastran portierra hasta vencer las dificultades en donde se vuelve á cargar; lo queno se puede practicar con embarcaciones de quilla


    15. encontrando manteniendo en todo momento frecuencias


    16. situaciones imprevisibles que se vaya encontrando


    17. modos y formas según lo que van encontrando


    18. prisión, encontrando al reo muysosegado en su casa comiendo con su mujer y bien


    19. márgenes la Junta de Obras de estePuerto, encontrando en ésta la solución de su


    20. encontrando eneste digno prelado un protector solícito de la humanidad, dispuesto áponer en juego todos

    21. La duquesa se calló, no encontrando por el pronto otracontestación mejor que el


    22. encontrando en la extremidadde la escala de los reres un principio malo


    23. sucamino en línea recta, encontrando un puente sobre cada


    24. ejercicio de laprofesión, encontrando, al volver á casa una boca


    25. acto se aprovecha la vidanaciente, encontrando en suspensión la


    26. Recorre lafila de carruajes y, no encontrando lo que busca,


    27. hacermesangre; y, no encontrando otra manera de arreglar las


    28. recepción, encontrando en los corredores de la Academia


    29. Facatativá, a la que llegué tardeya, encontrando en la puerta del


    30. a su cuarto, encontrando cerrada la puerta y obscuro el ojode la cerradura

    31. —Sí, señora—le respondí yo,—y encontrando en ella goces tan grandescomo los que proporciona la


    32. ] Encontrando la multiplicidad en todos los objetos sensibles, queson los que llaman mas


    33. ] No encontrando esta medida en los artefactos del hombre, preciso esbuscarla en la


    34. encontrando ocupación sólo enMatanzuela, gracias a Rafael, que


    35. YRafael reía, encontrando


    36. sufriendoprivaciones y encontrando siempre, en el momento difícil, una manofraternal que los


    37. recaudadores detributos, no encontrando qué cobrar en los pueblos, arrancaban lastechumbres de


    38. Y Luis reía, encontrando el suceso graciosísimo


    39. Milon se lo preguntaba y, no encontrando solución, sentía


    40. Los negros le habían dejado su cinturón, no encontrando en él

    41. encontrando siempre los gemelos del jovenclavados sobre ella


    42. y el polvo, daba pataditas en el suelo y torcía el gesto,no encontrando nunca a su


    43. Seguía encontrando en la oración mental


    44. cielo todo lo que la inteligenciahumana viene encontrando en el


    45. encontrando una gracia particular en la boca grande y en ladentadura mellada de


    46. cartasrecibidas y encontrando que los hombres tienen a veces


    47. A pesar del cansancio del viaje, la enferma, encontrando una energíaficticia en la


    48. cuando elescualo hambriento, no encontrando en la superficie


    49. Se iba interesando en el juego, encontrando en él un placer


    50. cuenta sin poner niquitar una sílaba, encontrando en la sincera confesión inexplicablealivio, y














































    1. Para esto, tu espíritu deberá encontrar el discernimiento


    2. Sucédenle variasaventuras románticas, y al fin tiene la dicha de encontrar un peregrino,que, entre varios objetos curiosos, le enseña media sortija igual á lasuya


    3. A la sazón, nuestros dos amigos aventureros, después de no encontrar a la pastora, fueron a parar a una pradera, junto a la cual corría un apacible y fresco arroyo, en donde resolvieron hacer la siesta, mientras las bestias descansaban y chasqueaban un poco de yerba


    4. Es principio indubitable que los puertos de arribadas deben ser segurosy de fácil entrada, donde los navegantes se acojan impelidos de lasborrascas, de necesidad de víveres ó de la incomodidad de la navegacion,para procurarse seguridad, descanso, refresco ó habilitacion del buque;y no pudiéndose encontrar ninguno de estos alivios en los puertos de lacosta patagónica, ya se vé por esta parte que no son de utilidad alguna:consideracion que se extiende á que tampoco lo son para las demasnaciones, fuera de que en puertos de mareas tan variables y excesivas,nadie querrá arrojarse á la arribada, temiendo le fuese mas perjudicialque la borrasca


    5. comprar las gafas de sol más caras que pudiera encontrar en el mercado y si me sentaban bien,


    6. En ninguno de ellos me pareció encontrar lo que esperaba


    7. varios trajes cortados a medida por no encontrar ninguno de su talla en los comercios


    8. intrusos, Vuk y Moussa debían encontrar la vía más rápida hasta un coche, con el motor en


    9. suplementarias para encontrar el despacho del señor Guéorgui Lebedev en aquel edificio que


    10. registrarnos para encontrar las credenciales con las cuales íbamos a presentarnos ante el

    11. Mi imaginación divagó un poco tratando de encontrar un estilo que nos cambiara tanto, al


    12. Al abrirse la puerta me sorprendió encontrar en


    13. Razón por la cual me esforcé en tratar de encontrar soluciones


    14. Desde luego que la obsesión recién adquirida por encontrar un


    15. Hoy en día se puede encontrar de todo, en productos nacionales o de importación, pero a unos


    16. antes de salir de mi habitación, que allí la iba a encontrar, apoyada en la barandilla de la


    17. Se trata de encontrar para ella un equilibrio entre una


    18. ¿Qué esperabas encontrar, al rey de bastos? Me había imaginado a


    19. fueron al otro lado antes que nosotros y que también nos los vamos a encontrar en


    20. encontrar oposición para la manifestación de su amor, y donde enfrentarán retos más

    21. en la Tierra suelen ocurrir al encontrar que la pareja no es como uno creía, porque


    22. así que soy incapaz de encontrar uno! Y, como consecuencia de mi estado de ánimo, cada vez que alguien me sonríe con amabilidad, estoy convencido de que en realidad esconde un monstruo listo para devorar!


    23. Qué delicioso sabor en la ropa! Y eso era estúpido cuando Rudolph Valentino, la ilusión de hacer playboy, vestido con un smoking! ¿Quién está más considerada por las mujeres? ¿Quién lleva dos colores solamente, o todos aquellos que utilizan el iris? Y en Nueva York, lo que es una gran ciudad cosmopolita! Como muchos puertorriqueños buena, por ejemplo! Imagínese, son también feminista y tan hábil que incluso pueden encontrar un trabajo con sus esposas, que hacen valioso servicio social a la ciudad todas estas "amas de casa" diligentes y si luego, algunos inquilinos se enferma con una enfermedad de la antigua diosa griega, qué importa! Sirve para transmitir, el nuevo Santa Claus, que también ha hecho su moral modus vivendi


    24. ¿Y los médicos altamente capacitados podrían quizás encontrar rivales de carnaval y con cuernos, los brujos? Grandes rodeos en aquel momento: los caballos salvajes que muchos Buffalo Bill, supo dominar en minutos, miles de reses que restan a los indígenas heridos, fueron vendidos al mejor postor


    25. Yo era capaz de acomodar a una familia de pastores, pero a cambio de un pequeño favor: tenía que encontrar a un hijo que se fue hace días que faltan


    26. En efecto, existe un gran peligro para los niños si se alejan demasiado del oasis, es fácil perderse en el desierto, sin ser capaz de encontrar su camino de regreso


    27. Búsqueda para el amor, pero lo hizo no encontrar, puedo encontrar en este momento, donde todo está allí, excepto el amor


    28. "El verano es largo una y el frío invierno se hace sentir a través de la piel, en los huesos de los dos jóvenes con discapacidad que tienen dificultades para encontrar un refugio en la fría ciudad de piedra, tan ajeno a sus problemas, sus inquietudes, a sus miedos, su complejo de inferioridad que los otros, búsqueda de modo comprometido y desesperada de un trabajo, una novia, o simplemente, la manera de hacer montones y montones de dinero


    29. Los dos jóvenes, llamados Max y Rex ex colaboradores en un circo, se ven arrastrados con cansancio de una calle a otra que la fría selva de piedra; que están buscando un ángulo, tal vez un piso inferior, donde se puede pasar la noche y posiblemente encontrar otros inadaptados como ellos


    30. Pero te hará pagar muy caro! Todas las noches de aquí dos horas después del horario normal de cierre y no voy a reconocer las horas adicionales! Quién se burla de mí, como lo hizo, siempre es lamentándolo! A partir de ahora, después de haber hecho su trabajo normal, en comparación con la de sus colegas será capaz de ir regularmente, usted tiene que permanecer aquí y poner en su lugar los archivos, quitar el polvo del piso y limpiar los aseos! Y mañana voy a comprobar por sí mismo que todo está limpio y sólo encontrar ni una sola mota de polvo, me escriba una carta a la dirección general del banco, que a juzgar como improductivo, que no coopera, sin educación con los clientes y no es apropiado para utilizar tan prestigioso como éste es!" Creo que alguien pudiera responder a esas palabras como mínimo, con un buen puñetazo en la cara, pero realmente sentía que demasiado odio para ese trabajo, yo tenía en mente otra cosa

    31. Todo alrededor de una media-luz hace que sea un poco difícil de orientación y no puedo entender cómo estas criaturas pueden encontrar su camino, mi velocidad limito a no ejecutar a cualquier roca afilada, pero yo conozco a la reina y telepáticamente me dice que el silbido que puede emitir mis cuerdas vocales también actúa como un sonar y que con el entrenamiento que pude modular de acuerdo a mis necesidades


    32. en lo que podía encontrar entre aquella oscuridad, y todo lo veía


    33. Mientras trataba de encontrar las soluciones al problema,


    34. diaria es encontrar un equilibrio, regido por el principio de


    35. y vincularla a fin de encontrar una relación y obtener un


    36. información para encontrar lo que buscamos, es


    37. encontrar la manera de que los datos recuperen el valor que


    38. No se volvieron a encontrar


    39. banco de algún aeropuerto, y eso era difícil de compartir, era difícil encontrar una


    40. más fácil encontrar a alguien con quien compartir lo que le quedara de vida, pero

    41. más fácil encontrar a alguien a esa edad? Quien sabe


    42. -Vivo sola, ¿Esperabas encontrar a alguien en especial?


    43. y seguirla hasta encontrar un sitio donde poder hablar a solas con el a


    44. Yacob siempre supo encontrar los recovecos disponibles para acomodar


    45. inamovible determinación del compañero la hará esforzarse en encontrar la


    46. Y se veía ahora obligado a encontrar a alguien con las de él


    47. Se va a encontrar el lector con un capítulo en el cual no aparece una mujer por parte alguna, lo cual contradice el sentido y la intención de nuestro libro


    48. Tal vez dentro de la confusión de esos momentos, en medio de la amargura causada por los desastres militares, considerando que todo estaba perdido para la causa de sus luchas y sacrificios, coincidieron en la ilusión de encontrar en un hogar la paz y la libertad que las armas no habían logrado conquistar


    49. Bolívar dijo: “Parece que los ingleses están decididos a encontrar legal el robo de los diez millones de pesos de Zea El señor Zea es la mayor calamidad de Colombia”


    50. Según lo refiere el hombre de ciencia francés Lolo Boussingault, por aquel entonces residente en Bogotá, en sus Memorias, esos jóvenes atrevidos y fogosos fueron instigados por el enigmático doctor Arganil, quien además de la inquina que sentía por Bolívar, pudo haber servido como intermediario de Francia” para crear un ambiente propicio al establecimiento de una monarquía en Colombia, contando incluso con la aprobación de importantes personajes del país, que así pretendían encontrar una forma de gobierno más estable y segura que la dictadura de entonces













































    1. Bien comidos y bien dormidos, no nos encontrábamos mal,


    2. Nos encontrábamos en una espaciosa


    3. A eso de las ocho de la tarde, nos encontrábamos ya en una pequeña población de la


    4. encontrábamos ya fuera desu alcance


    5. Pero de vez en cuando los encontrábamos cuando iban por la carretera y al instante les dominaba el pánico


    6. Otro animal muy corriente, que encontrábamos con frecuencia en las carreteras, era el pinche *, o armadillo peludo


    7. El año 1793 en que aún nos encontrábamos había comenzado (y qué lejano parecía aquello) con la muerte de Luis XVI a mediados de enero


    8. "En cada empresa y lugar del país nos encontrábamos con distintas situaciones y con una diversidad política muy grande


    9. «Intocables» más bien, puesto que ni todo un ejército sería capaz de cogernos cuando nos encontrábamos en el corazón de una «ciudad» que era totalmente nuestra


    10. Cuando sobre el sol se extendía un velo, la sombra (o, mejor dicho, la falta de luz que caía desde arriba) estaba llena de destino; los olores de la casa, que tal vez no fueran sino los olores de comida que llegaban de la cocina, parecían también llenos de destino, y en el lindero del bosque se ocultaba el destino, que acechaba la casa, como una tropa de caballeros desmontados bajo el follaje; pero si nos acercábamos hasta allí no encontrábamos más que la silenciosa y temblorosa hierba y el rumoroso follaje; y a cada instante creíamos que iba a llegar un carruaje que conduciría al destino y que él mismo sería destino; pero el carruaje no llegaba y nunca pasaba nada

    11. Pero, como sólo uno de nosotros disparaba, nos encontrábamos totalmente indefensos frente al denso fuego con que nos cubrieron los atacantes


    12. Antes de que pudiera darme cuenta de lo que ocurría nos encontrábamos en el andén, sin sombrero y sin maletas en tanto que el tren desaparecía en la noche


    13. Porque ¿qué comisión investigadora podría creer su historia? Si fue lo suficientemente estúpido como para contar la verdad, tendría que haber dicho: «Nos encontrábamos a la altura de la costa de Florida cuando un iceberg nos gritó en ruso: '¡Ustedes perdonen, pero creo que eso es nuestro'!» Como habría un par de miembros del Departamento de Vigilancia Militar a bordo, el pobre hombre tendría que inventarse algo, pero en cualquier caso, no sería muy convincente


    14. Nos encontrábamos al sur, muy cerca del man


    15. En esa época nos encontrábamos en el mes de marzo de 1945


    16. Sin embargo, el absoluto silencio no dejaba lugar a dudas de que nos encontrábamos en el campo


    17. Una vez retirado su cuerpo del sótano, nos encontrábamos todavía con un problema que era casi tan formidable como aquél con el que habíamos comenzado


    18. En la posada del lugar tomamos un rápido desayuno mientras enganchaban un caballo al coche, y cuando por fin llegamos a Yoxley Old Place nos encontrábamos listos para entrar en acción


    19. Pero resulta que todos los libros sagrados de todas las religiones importantes habían hecho promesas de resurrección corporal y ahora nos encontrábamos conque no habría más cuerpos, dizque porque resolvieron ellos que no servían para nada en un medio predominantemente espiritual, pero aunque no sirvieran por el momento eran nuestros, eran nuestro derecho, nuestra única pertenencia, y ahora nos querían arruinar el poco de felicidad eterna que habían dejado sumergir en el olvido


    20. Nos encontrábamos en la sala de juntas de su estudio, pero ahora el perro alfa era yo

    21. Las llamas se reflejaban en sus pupilas, y la penumbra en que nos encontrábamos matizaba sus contornos de tal modo, que parecióme que un aura le rodeaba


    22. »Seguía cayendo la lluvia sin interrupción, porque nos encontrábamos en los comienzos de la estación de las lluvias


    23. Conforme más nos íbamos acercando a la fortaleza, más señales encontrábamos de la pasada utilización de aquellos subterráneos por los monjes templarios: una efigie mutilada del arcángel san Miguel abandonada en un rincón, un cofre de tres sellos abierto y vacío en medio del camino, hornacinas en las paredes con extraños dibujos en sus intersecciones (signos solares, barcas lunares de tres mástiles, águilas de doble cabeza


    24. Usábamos una rama gruesa para sostener el frente, y piedras o huesos pesados que encontrábamos al paso para sujetar los bordes


    25. Ésa es la razón por la que Sephrenia y yo nos encontrábamos allí


    26. crepúsculo nos encontrábamos en el café que estaba en la esquina del


    27. Cuando el gigante se percató de esta última escena, ante el asombro de sus discípulos y de cuantos nos encontrábamos presentes, soltó su manto y, dejándolo caer sobre la escalinata, salió al encuentro del pastor, arrebatándole el látigo de cuerdas


    28. Cuando los prisioneros rusos terminaban el turno, encontrábamos gran cantidad del mineral que se había caído por los costados al piso


    29. Ni siquiera podía saber si nos encontrábamos en un palacio de justicia


    30. Pero recuerdo que Barnabás y yo, durante los fatigosos viajes que también fueron humillantes, pues con frecuencia nos encontrábamos con carros que venían de cosechar y cuyos tripulantes callaban ante nosotros y desviaban la mirada, ni siquiera podíamos dejar de hablar de nuestras preocupaciones y de nuestros planes, a veces quedábamos tan sumidos en nuestra conversación que nos deteníamos y mi padre se veía obligado a llamarnos la atención para recordarnos nuestro deber

    31. Alguien llamó a la puerta principal, y poco después un sirviente, seguido de numerosos guerreros a las órdenes de un oficial, entró en la habitación en que nos encontrábamos


    32. Por primera vez, después de un tiempo que me parecía una eternidad, Duare y yo nos encontrábamos solos


    33. Para entonces, ya nos encontrábamos en la nación de los chiapa y cuando empezamos a llegar a las aldeas más apartadas de la montaña, nuestra apariencia grotesca causó cierta sorpresa


    34. Todos los que nos encontrábamos en el salón del trono los seguimos, corriendo por las escaleras hasta llegar a la azotea y pude escuchar a Malintzin que jadeando repetía a Motecuzoma las instrucciones de Cortés:


    35. Como no encontrábamos una explicación coherente en el plano técnico, tratamos de obtener información por la «vía política»


    36. Sucedió al poco tiempo de la visita inesperada de Estefanía, cuando mi esposo y yo nos encontrábamos lejos de Ovetao, en nuestros dominios de Coaña, adonde habíamos acompañado a nuestra amiga decididos a asignarle una buena parcela de tierra que cultivar, con su correspondiente ganado, asegurándonos de que se instalara con toda la comodidad posible


    37. Hubo otro silencio, pero diferente: por primera vez me pareció (por mi parte tengo la seguridad) que nos encontrábamos hombre y mujer, conscientes cada uno de su sexo y del sexo del otro


    38. Ellos, quizá, no sabrían desenvolverse ante un ordenador ni ante un vulgar semáforo pero, sin duda, conocían hasta los más pequeños elementos del entorno en el que nos encontrábamos


    39. Asimismo, añadí, aquella noche, poco antes de desplazarme a Castelldefels, donde a la sazón nos encontrábamos, había dejado escritas aquellas mismas conclusiones en manos seguras con instrucción de entregárselas a la policía y a la prensa en caso de accidente


    40. Estaba perdida, pero nosotros la encontrábamos

    41. Nos encontrábamos en un cubículo delimitado por cortinas en la sala de urgencias


    42. Al examinar el barco tuve la extraña impresión de que nos encontrábamos a bordo de una gigantesca carreta y no de un bajel para surcar las aguas, pues las ruedas de paletas estaban escalonadas a pares, sin que nada, en apariencia, las accionara


    43. Nos encontrábamos en la sala ante el escritorio que había al lado del de Sofía


    44. Me asustaba Aitor, y cuando nos encontrábamos le escrutaba a hurtadillas, intentando adivinar qué había detrás de sus gestos de adulto y su rostro de niño


    45. –Bueno, cuanto más lejos llegábamos en nuestra organización, tanta más gente encontrábamos con la sensación de tener menos poder


    46. Ninguna mujer en su sano juicio hubiera elegido el papel siniestro y geométrico de la sala en que nos encontrábamos


    47. Cuando las órbitas de los dos satélites se cruzaban casualmente, nos encontrábamos


    48. —Pero estudió con Turing en Princeton, ¿no? —Nos encontrábamos allí al mismo tiempo, si se refiere a eso


    49. Nos encontrábamos debajo del misterioso cuerpo que arrojaba luz sobre el altar


    50. La violencia de la explosión nos dejó sin aliento mientras que el sector en que nos encontrábamos, empezaba a caer lentamente




























    1. os encontráis perdido, dígoos que bien podéis valeros del hilo


    2. —¿Lo encontráis con frecuencia?


    3. no encontráis mozosde ley que se casen con vosotras»


    4. ¡Qué gran corazón tenéis todos! Pero tomad los doscientos francos, tomadlos, y si encontráis un buen empleo, aceptadlo, porque estáis sin ocupación


    5. Os encontráis en espacio hani


    6. Vosotros, los jóvenes, acostumbrados a todos los adelantos, a menudo encontráis muy molesto trabajar en estas condiciones


    7. —En el estado en el que os encontráis, difícil lo veo, antes debéis recuperar las fuerzas y va para largo


    8. "Si en el frente os encontráis a unsoldado mal afeitado, sucio, con las


    9. Y si la encontráis decepcionante, considerad que un hombre es pequeño comparado con una ballena, pero grande al lado de un insecto


    10. Si encontráis estiércol en los compartimientos, echadlo aquí

    11. ¿Acaso encontráis muy complicado redactar felicitaciones de Navidad?


    12. —Buscad por la habitación a ver si la encontráis —replicó Jo con picardía, sosteniéndose en la punta de los pies por si su padre o Jake se abalanzaban sobre ella


    13. ¿Os encontráis bien?


    14. ¿Qué encontramos en cambio en los vanos dioses del cristianismo? ¿Qué os ofrece, pregunto, esa imbécil religión?[27] El insulso impostor de Nazaret[28] ¿provoca en vosotros el nacimiento de alguna gran idea? Su sucia y repugnante madre, la impúdica María, ¿os inspira algunas virtudes? ¿Y encontráis en los santos con que han adornado su Elíseo algún modelo de grandeza, o de heroísmo, o de virtudes? Es tan cierto que esa estúpida religión no presta nada a las grandes ideas, que ningún artista puede emplear sus atributos en los monumentos que alza; en Roma mismo, la mayoría de los adornos y ornamentos del palacio de los papas tiene sus modelos en el paganismo, y, mientras el mundo subsista, sólo él encenderá el verbo de los grandes hombres


    15. —¡Me explicaré! ¡Yo soy Publio Cornelio Escipión, general cum imperio sobre todas las tropas romanas desplazadas a Hispania, con mandato directo del Senado de Roma para expulsar a los cartagineses de esta región! ¡Soy el conquistador de Cartago Nova, la ciudad en la que ahora os encontráis porque yo la arrebaté antes a los cartagineses, y soy el vencedor sobre los ejércitos de Asdrúbal y Magón, hermanos de Aníbal, y sobre el ejército de Asdrúbal Giscón en las batallas de Baecula e Ilipa, y soy también el conquistador de cuantas ciudades iberas se encuentran entre el Ebro y la ciudad de Gades, tengo bajo mi mando varias legiones completas con sus tropas auxiliares y también la guarnición de Suero! ¡Sin embargo


    16. —Mientras no hayan terminado las deliberaciones podéis quedaros en la Isla, si es que encontráis algo interesante


    17. Seguro que lo encontráis en una de ellas, borracho o buscando tripulante nuevo, o ambas cosas a la vez


    18. Os encontráis en el harén del gran califa Yusuf y yo soy su esposa preferida


    19. Todo ello salió a la luz pública durante el juicio de Cayo Verres, y aquellos de vosotros que os encontráis hoy aquí sentados y que, o bien os dedicasteis a esta práctica, o bien permitisteis que otros se dedicasen a ella, sabéis bien quiénes sois


    20. ¿No encontráis forma de utilizarla?

    21. Y ésa es la lección: si un día encontráis a alguien que hace arder vuestros corazones, ¡no lo dudéis!, es alguien del cielo quien os habla


    22. Igualmente en las artes marciales individuales, utilizáis un ritmo de ventaja para detener la firme determinación de la motivación del adversario; después encontráis la ventaja para ganar en el momento de la pausa y tomáis la iniciativa


    23. —Ah, queridos amigos —exclamó de repente Madiárov—, ¿os imagináis lo que es la libertad de prensa? Una hermosa mañana después de la guerra abrís el periódico y en lugar de encontrar un editorial exultante, o la habitual carta de los trabajadores al gran Stalin, o un artículo acerca de la brigada de fundidores de obreros que ha trabajado un día extra en honor a las elecciones del Sóviet Supremo, o las historias sobre los trabajadores de Estados Unidos que han acogido el nuevo año en una situación de desesperación por el paro creciente y la miseria, imaginad que encontráis


    24. Y os encontráis en una cubierta terrista atacada por la corrosión, respirando una atmósfera viciada


    25. – ¿Os encontráis bien, duque de Colonia?


    26. ¿Debo suponer que también os encontráis aquí en una búsqueda?


    27. —¿Y qué mal encontráis en que nos detengamos en la fuente charlando un rato con las amigas y vecinas? —dijo una de ellas—


    28. –¡Os encontráis en el umbral del templo de Mota, el señor de los señores y el señor de todo!


    29. Si después de ese plazo os encontráis todavía tras los muros de Camelot, se os considerará prófugo de la justicia y se actuará en consecuencia


    30. Imaginaos ahora que os encontráis con alguien que ha practicado una brecha en esos límites y se sale por ella

    31. –¡Me explicaré! ¡Yo soy Publio Cornelio Escipión, general cum imperio sobre todas las tropas romanas desplazadas a Hispania, con mandato directo del Senado de Roma para expulsar a los cartagineses de esta región! ¡Soy el conquistador de Cartago Nova, la ciudad en la que ahora os encontráis porque yo la arrebaté antes a los cartagineses, y soy el vencedor sobre los ejércitos de Asdrúbal y Magón, hermanos de Aníbal, y sobre el ejército de Asdrúbal Giscón en las batallas de Baecula e Ilipa, y soy también el conquistador de cuantas ciudades iberas se encuentran entre el Ebro y la ciudad de Gades, tengo bajo mi mando varias legiones completas con sus tropas auxiliares y también la guarnición de Suero! ¡Sin embargo… -aquí el general rodeó caminando en un semicírculo en torno a la figura de Albio, que estaba adelantado al resto de sus compañeros de motín-, sin embargo, no reconozco con quién tengo el gusto de hablar! ¡Por Castor y Pólux, he de admitir que veo que en tu mano están las fasces, los símbolos de mando de un tribuno militar, y, es curioso, no reconozco en ti a ninguno de los tribunos militares que el pueblo de Roma escogió para estas funciones entre las tropas que tengo bajo mi mando! – En este punto, Escipión se detuvo, quedando en diagonal con respecto a la posición de Cayo Albio, mirándole al girar levemente la cabeza hacia un lado, como quien contempla algo extraño que no acierta a interpretar, o como quien observa a un ser deforme y siente cierto asco-


    32. –¿Y encontráis estas sustancias en los capullos?


    33. Si encontráis en sus alturas algún torbellino, podéis estar seguros de que sale de alguna caverna cercana, del antro de uno de los demonios que mandó al exilio el buen rey Salomón


    34. Nadie ha tocado nunca un timbre tan terrible: no me refiero al sonido que produjo sino a la presión en sí, al tacto del botón contra mi dedo, o de mi dedo contra el botón, nadie ha sentido nunca lo mismo que yo; aunque mi sensación fue lógica, ya que físicamente sería imposible tocar el timbre sin el hueso, quiero decir que sin el hueso nuestro dedo se torcería sobre el botón como un tubo de goma, o se aplastaría ridículamente, o se introduciría en sí mismo como un guante vacío, así que hasta cierto punto resulta lógico suponer que el timbre suena con el hueso, que es mi esqueleto el que llama a la puerta, pero nadie ha sentido nunca tal cosa, y me produjo pena y sorpresa comprobar que hasta aquel momento crucial yo ignoraba lo que realmente somos y que el conocimiento puede producirse así, de improviso, mientras el zumbido eléctrico molesta el oído todavía, que se me haya revelado en ese instante doméstico, que cuando Galia abrió la puerta yo ya fuera otro, que el sonido de su timbre me despertara de un sueño de ignorancia para sumirme en la vigilia de un mundo que, por desagradable que fuera, era más cierto, porque si mi dedo había hecho sonar el timbre era debido a que llevaba hueso en su interior; lo había percibido de repente: mi dedo era un dedo con hueso y su utilidad radicaba en el hueso, al palparlo noté la dureza debajo, tras impensables láminas de músculo, y la realidad de aquella presencia me dejó asombrado, estuporoso, con un estupor y un asombro no demasiado intensos pero permanentes: oh Dios mío tengo un hueso debajo, mi dedo no es un dedo, es un hueso articulado y protegido contra el desgaste: la idea me vino así, con una lógica tan aplastante que no me sorprendió en sí misma sino su ausencia hasta ese timbre; no había una idea extraña e increíble, había una extraña e increíble omisión de la idea en todo el mundo, justo hasta el histórico momento en que llamé a la puerta del piso de Galia, pero Galia estaba en el umbral con su bata azul celeste y su cabello ondulado como por rulos invisibles, y me contemplaba sorprendida; y es que es una mujer muy perspicaz: apenas me entretuve un instante demasiado largo entre su saludo y mi entrada, y ya me había preguntado qué me ocurría: yo me frotaba el índice de mi descubrimiento contra el pulgar, incapaz de creer aún que lo obvio podía estar tan oculto, casi temeroso de creerlo, y opté por disimular esperando tener más tiempo para razonar, así que entré, le di un beso, me quité el abrigo húmedo y la bufanda y saludé al pasar a César, que ladraba incesante en el patio de la cocina: Galia me dijo qué tal y yo le dije muy bien, y le devolví estúpidamente la pregunta y ella me respondió igual, y de repente me pareció absurdo este diálogo especular de respuestas consabidas, o quizá era que la revelación me había estropeado la rutina, véase si no otro ejemplo: mantuve tieso el culpable dedo índice mientras entraba, y ni siquiera lo utilicé para quitarme el abrigo, como si una herida repentina me impidiera usarlo, y es que desde que había comprobado que ocultaba un hueso lo miraba con cierta aprensión, como se miran los fetiches o los amuletos mágicos; pero hice lo que suelo hacer: me senté en uno de los dos grandes sofás de respaldo recto, estiré las piernas, saqué un cigarrillo —con los dedos pulgar y medio— y dije que sí casi al mismo instante que Galia me preguntaba si quería café, incluso antes de saber si realmente tenía ganas de café, ya que la tradición es que acepte, y Galia, tan maternal, necesita que yo acepte todo lo que me da y rechace todo lo que no puede darme; tomar el café en la salita, mientras termino el cigarrillo y justo antes de pasar al dormitorio, se ha vuelto, a la larga, el rato más excitante para ambos; charlamos de lo acontecido durante la semana, Galia me pregunta siempre por Ameli y Héctor Luis, se muestra interesada en mis problemas y apenas me habla de los suyos, pero el diálogo es una excusa para que ella me inspeccione, me palpe, capte cosas en mi mirada, en mi forma de vestir, en mis gestos, pues Galia, a diferencia de Alejandra, es una mujer afectuosa, impulsiva y, como ya he dicho, perspicaz, y la conversación no le interesa tanto como ese otro lenguaje inaudible de la apariencia, así que es muy natural que la interrumpa para decirme: estás cansado, ¿verdad?, o bien: hoy no tenías muchas ganas de venir, ¿no es cierto? o bien: cuéntame lo que te ha pasado, vamos, has discutido con Alejandra, ¿me equivoco?, así estemos hablando del tiempo que hace, los estudios de Héctor Luis o lo que sea, da igual, su mirada me envuelve y nota las diferencias; por lo tanto, no fue extraño que esa tarde me dijera, de repente: te encuentro raro, Héctor, y yo, con simulada ingenuidad: ¿sí?, y ella, confundida, aventura la idea de que pueda tratarse de Alejandra o de la niña: no, no es Alejandra, le digo, tampoco es Ameli; Alejandra sigue sin saber nada de lo nuestro, tranquila, y en cuanto a Ameli, ya la dejo por imposible, pero ella concluye que tengo una cara muy curiosa este jueves y yo la consuelo a medias diciéndole que estoy cansado, y ella insiste: pero no es cara de estar cansado sino preocupado, y yo: pues lo cierto es que no me pasa nada, Gali, porque cómo decirle que estoy pensando inevitablemente en el hueso de mi dedo índice, cómo decirle que de repente me he descubierto un hueso al llamar al timbre de su casa: ¿acaso no iba a sentirse un poco dolida?, ¿acaso no pensaría que era una forma como cualquier otra de decirle que ya estaba harto de visitarla cada semana, todos los jueves, desde hace años?, sonaba mal eso de: acabo de darme cuenta, Gali, justo al llamar al timbre de tu puerta, de que tengo un hueso en el dedo, de que mi dedo índice son tres huesos camuflados, para acto seguido decir: bueno, Gali, no pensemos más en que mi dedo índice son tres huesos, ¿no?, y vamos a la cama, que se hace tarde; sonaba mal, sobre todo porque con Galia, igual que con Alejandra, tenía que andar de puntillas: nuestra relación se había prolongado tanto que, a su modo, también era rutinaria, a pesar de que ella seguía llamándola «una locura»; curiosamente, Galia es viuda y libre y yo estoy casado y tengo dos hijos, pero ella sigue diciendo que lo nuestro es «una locura» y yo pienso cada vez más en una aburrida traición, un engaño cuya monótona supervivencia lo ha despojado incluso del interés perverso de todo engaño dejando solo los inconvenientes: jamás podría hablarle a Alejandra de Galia, ahora ya no, y jamás podría terminar con Galia, ahora ya no, cada relación se había instalado en su propia rutina y ya ni siquiera podía soñar con escaparme de ésta, porque se suponía que cada una servía precisamente para huir de la rutina de la otra: mi deber era cuidar de ambas, conocer a Galia y a Alejandra, saber qué les gustaba oír y qué no, lo cual, naturalmente, era difícil, y por eso mi propia rutina consistía en callarme frente a las dos; pero en momentos así callarme también era un esfuerzo, porque si me notaba incluso la división entre los huesos, si podía imaginármelos al tacto, sentirlos allí como un dolor o una comezón repentina, ¿cómo podía evitar pensar en eso?; y ni siquiera era mi dedo lo que me molestaba, ya dije, sino mi error al no darme cuenta hasta ahora: esa ceguera era lo que jodía un poco, perdonando la expresión; porque hubiera sido como si me creyera que el arlequín de la fiesta de disfraces no esconde a nadie debajo, cuando es bien cierto que ese alguien bajo el arlequín es quien le otorga forma a este último, que no podría existir sin el primero: sería tan solo puros leotardos a rombos blancos y negros, bicornio de cascabeles, zapatillas en punta y antifaz, pero no el arlequín, y de igual manera, ¿qué error me llevó a creer hasta esa misma tarde que mi dedo índice era un dedo?; si lo analizamos con frialdad, un dedo es un disfraz, ¿no?, una piel elegante que oculta el cuerpo de un hueso, o de tres huesos si nos atenemos a lo exacto, y a poco que lo meditemos, una vez llegados a este punto y pinchado en el hueso, valga la expresión, ya no se puede retroceder y razonar al revés: decir, por ejemplo, que el hueso es simplemente la parte interna de un dedo: sería como llegar a ver el alma: ¿acaso pensaríamos en el cuerpo con el mismo interés que antes?; pero mientras hablaba con Galia y la tranquilizaba estaba razonando lo siguiente: que este descubrimiento conlleva sus problemas, porque es un hallazgo delator, como atrapar a un miembro de la banda y lograr que revele la guarida de los demás: si mi dedo índice derecho, el dedo del timbre, lleva huesos ocultos, la conclusión más sencilla se extiende como un contagio a los otros cuatro de esa misma mano y, ¿por qué no?, a los cinco de la otra: tengo un total de diez huesos entre las dos manos, tirando por lo bajo, cinco huesos en cada una, y lo peor de todo es que se mueven: porque hay que pensar en esto para horrorizarse del todo: ¿alguna vez vieron moverse solos a diez huesos?, pues ocurre todos los días frente a ustedes, en el extremo final de los brazos: hagan esto, alcen una mano como hice yo aprovechando que Galia se acicalaba en el cuarto de baño (porque Galia se acicala antes y después de nuestro encuentro amoroso), alcen cualquiera de las dos manos frente a sus ojos y notarán el asco: cinco repugnantes huesos bajo una capa de pellejo (ni siquiera huesos limpios, por tanto, sino envueltos en carne) moviéndose como ustedes desean, cinco huesos pegados a ustedes, oigan, y tan usados: saber que nos rascamos con huesos, que cogemos la cuchara con huesos, que estrechamos los huesos de los demás en la calle, que acariciamos con huesos la piel de una mujer como Galia: saberlo es tan terrible pero no menos real que los propios huesos, saberlo es descubrirlo para siempre, y lo peor de todo fue lo que me afectó: no se trata de que no se me pusiera tiesa en toda la tarde, perdonando la intimidad, ya que esto me ocurría incluso cuando pensaba que los dedos eran dedos, no, lo peor fue el cuidado que puse: tanto que no parecía que estaba haciendo el amor sino operando algún diente delicado; y es que me invadió una notoria compasión por Galia, tan hermosota a sus cincuenta incluso, al pensar que sobaba sus opulencias, sus suavidades, con huesos fríos y duros de cadáver: mi culpa llegó incluso a hacerme balbucear incongruencias, desnudos ambos en la cama: ¿soy demasiado duro?, comencé por decirle, y ella susurró que no y me abrazó maternalmente, e insistir al rato, todo tembloroso: ¿no estoy siendo quizá algo tosco?, y ella: no, cariño, sigue, sigue, pero yo la tocaba con la delicadeza con que se cierran los ojos de un muerto, porque ¿cómo olvidar que eran huesos lo que deslizaba por sus muslos?, aún más: ¿cómo es que ella no lo sabía?, ¿acaso no se percataba de que las caricias que más le gustaban, aquellas en que mis dedos se cerraban sobre su carne, eran debidas a los huesos?: sin ellos, tanto daría que la magreara con un plumero: ¿cómo podría estrujar sus pechos sin los huesos?, ¿cómo apretaría sus nalgas sin los huesos?, ¿cómo la haría venirse, en fin, sin frotar un hueso contra su cosa, perdonando la vulgaridad?: sin los huesos, mis dedos valdrían tanto como mi pilila, perdonando la obscenidad, o sea, nada: ¿cómo es que ella no se horrorizaba de saber que nuestros retozos, que tanto le agradaban, eran puro intercambio de huesos muertos?, porque incluso sus propias manos, y mis brazos, y los suyos, Dios mío, ¿no eran largos y recios huesos articulados que se deslizaban por nuestros cuerpos, nos envolvían, apretaban nuestra carne, nos abrazaban?, ¿acaso era posible no sentir el grosero tacto de los húmeros, la chirriante estrechez del cúbito y el radio, los bolondros del codo y la muñeca?; sumido en esa obsesión me hallaba cuando dije, sin querer: ¿no estoy siendo muy afilado para ti?, y ella dijo: ¿qué?, y supe que la frase era absurda: «afilado»», ¿cómo podía alguien ser «afilado» para otro?, y casi al mismo tiempo me percaté de que era la pregunta correcta, la más cortés, la más cierta: porque con toda seguridad había huesos y huesos, unos afilados y otros romos, unos muy bastos y ásperos corno rocas lunares y otros pulidos quizá como jaspes: incluso era posible que el tacto del mismo hueso dependiera del ángulo en que se colocaba con respecto a la piel, porque un hueso es un poliedro, casi un diamante, y hay que imaginarse sobando a la querida con diez durísimos y helados cuarzos para comprender mi situación, pensar en la carilla adecuada que usaremos para deslizarlos por la piel, el borde más inofensivo, no sea que nuestros apretujones se conviertan en el corte del filo de un papel, en la erizante cosquilla de una navaja de barbero; y entre ésas y otras se nos pasó el tiempo y terminamos como siempre pero peor, resoplando ambos bocarriba como dos boyas en el mar, mirando al techo, con esa satisfacción pacífica que solo otorga la insatisfacción perenne: cuánto tiempo hace que tú y yo no disfrutamos, Galia, pienso entonces, que vamos llevando esto adelante por no aguardar la muerte con las manos vacías, tiempo repetido que nunca se recobra porque nunca se pierde, días monótonos, el trasiego de la rutina incluso en la excepción: porque, Galia, hemos hecho un matrimonio de nuestra hermosa amistad, eso es lo que pienso, pero hubiéramos podido ser felices si todo esto conservara algún sentido, si existiera alguna otra razón que no fuera la inercia para mantenerlo; oía su respiración jadeante de cincuenta años junto a mí y trataba de imaginarme que estaba pensando lo mismo: ese silencio, Galia, que nunca llenamos, la distancia de nuestra proximidad, por qué tener que imaginarlo todo sin las palabras, qué piensas de mí, qué piensas de ti misma, por qué hablar de lo intrascendente, y va y me indaga ella entonces: ¿qué tal el trabajo?, porque cree que el exceso de dedicación me está afectando, y yo le digo que bien, y ella, apoyada en uno de sus codos e inclinada sobre mí, los pechos como almohadas blandas, vuelve a la carga con Alejandra: pero te ocurre algo, Héctor, dice, desde que has entrado hoy por la puerta te noto cambiado, ¿no será que Alejandra sospecha algo y no me lo quieres decir?, y le he contestado otra vez que no, y a veces me interrogo: ¿por qué todo esto?, ¿por qué lo mismo de lo mismo, este vaivén inacabable?, ¿qué pasaría si un día hablara y confesara?, ¿qué pasaría si por fin me decidiera a hablar delante de Alejandra, pero también delante de Galia y de mí mismo?, decir: basta de secretos, de engaños, de misterios: ¿qué sentido le encontráis a todo?, ¿por qué oficiar siempre el mismo ritual de lo cotidiano?, y para cambiar de tema le comento que Ameli está atravesando ahora la crisis de la adolescencia y discute frecuentemente conmigo y que Héctor Luis ha decidido que no será dentista sino aviador; a Galia le gusta saber lo que ocurre con mis hijos, ese tema siempre la distrae, incluso me ofrece consejos sobre cómo educarlos mejor, y yo creo que goza más de su maternidad imaginaria que Alejandra de la real; en todo caso, es un buen tema para cambiar de tema, y pasamos un largo rato charlando sin interés y pienso que es curioso que venga a casa de Galia para hablar de lo que apenas importa, ya que eso es prácticamente lo único que hago con Alejandra; en los instantes de silencio previos a mi partida seguimos mirando el techo, o bien ella me acaricia, zalamera, incluso pesada, y me dice algo: esa tarde, por ejemplo: me gusta tu pecho velludo, así lo dice, «velludo», y no sé por qué pero de repente me parece repugnante recibir un piropo como ése, aunque no se lo comento, claro, y ella, insistente, juega con el vello de mi pecho y sonríe; Galia es una orquídea salvaje, pienso, y a saber por qué se me ocurre esa pijada de comparación, pero es tan cierta como que Dios está en los cielos aunque nunca le vemos: Galia es una orquídea salvaje en olor, tacto, sabor, vista y sonido, y me encuentro de repente pensando en ella como orquídea cuando la oigo decir: ¿por qué me preguntaste antes si eras «afilado»?, ¿eso fue lo que dijiste?, y me pilla en bragas, perdonando la expresión, porque al pronto no sé a lo que se refiere, y cuando caigo en la cuenta, y para no traicionarme, le respondo que quería saber si le estaba haciendo daño en el cuello con mis dientes, y ella va y se echa a reír y dice: ¡vampirillo, vampirillo!, y vuelve a acariciarme, y como un tema trae otro, lo de los dientes le recuerda que necesita hacerse otro empaste, porque hace dos días, comiendo empanada gallega, notó que se le desprendía un pedacito de la muela arreglada, así que pasará por mi consulta sin avisarme cualquier día de éstos, y de esa forma nos veremos antes del jueves, dice, y su sonrisa parece dar a entender que está recordando el día en que nos conocimos, porque las mujeres son aficionadas a los aniversarios, ella tendida en el sillón articulado, la boca abierta, y yo con mi bata blanca y los instrumentos plateados del oficio, y como para confirmar mis sospechas me acaricia de nuevo el pecho «velludo» y dice: me gustaste desde aquel primer día, Héctor, me hiciste daño pero me gustaste, y claro está que nos reímos brevemente y yo le digo que nunca he comprendido por qué se enamoró de mí en la consulta, qué clase de erotismo desprendería mi aspecto, bajito, calvo y bigotudo, amortajado en mi bata blanca, entre el olor a alcohol, benzol, formol y otros volátiles, provisto de garfios, tenacillas, tubos de goma, lancetas y ganchos, porque no es que mi oficio me disgustara, claro que no, pero no dejaba de reconocer que la consulta de un dentista de pago es cualquier cosa menos un balcón a la luz de la luna frente a un jardín repleto de tulipanes, eso le digo y ella se ríe, y por último el silencio regresa otra vez, inexorable, porque es un enemigo que gana siempre la última batalla; llega la hora de irme, esa tarde más temprano porque mi suegro viene a cenar a casa, y cuando voy a levantarme la oigo decir, como de forma casual: ¿qué haces frotándote los dedos sin parar, Héctor?, ¿te pican?, eso dice, y descubro que, en efecto, he estado todo el rato dale que dale moviendo los dedos de la mano derecha como si repitiera una y otra vez el gesto con el que indicamos «dinero» o nos desprendemos de alguna mucosidad, perdonando la vulgaridad, que es casi el mismo que el que utilizamos para indicar «dinero», y enrojezco como un niño de colegio de curas pillado en una mentira y quedo sin saber qué decirle, hasta que por fin me decido y opto por revelarle mi hallazgo: nada, digo, ¿es que nunca te has tocado el hueso que tenemos bajo los dedos?, y lo pregunto con un tono prefabricado de sorpresa, como si lo increíble no fuera que yo me los frotase sino que ella no lo hiciera: qué dices, me mira sin entender, y me encojo de hombros y le explico: es que resulta curioso, ¿no?, quiero decir que si te tocas los dedos notas durezas debajo, ¿verdad?, y esas durezas son el hueso, ¿no te parece curioso, Gali?, toca, toca mis dedos: ¿no lo palpas bajo la piel, la grasa y los tendones?, es un hueso cualquiera, como los que César puede roer todos los días, le digo, y ella retira la mano con asco: qué cosas tienes, Héctor, dice, es repugnante, dice, y yo le doy la razón: en efecto, es repugnante pero está ahí, son huesos, Gali, mondos y lirondos, blancos, fríos y duros huesos sin vida: sin vida no, dice ella, pero replico: sin vida, Gali, porque nadie puede vivir con los huesos fuera, los huesos son muerte, por eso nos morimos y sobresalen, emergen y persisten para siempre, pero se ocultan mientras estamos vivos, es curioso, ¿no?, quiero decir que es curioso que seamos incapaces de vivir sin los huesos de nuestra propia muerte, pero más aún: que los llevemos dentro como tumbas, que seamos ellos ocultos por la piel, que seamos el disfraz del esqueleto, ¿no, Gali?, y ella: ¿te pasa algo, Héctor?, y yo: no, ¿por qué?, y ella: es que hablas de algo tan extraño, y yo le digo que es posible y me callo y pienso que quién me manda contarle mi descubrimiento a Galia, sonrío para tranquilizarla y me levanto de la cama, no sin antes cubrirme convenientemente con la sábana, ya que siempre me ha parecido, a propósito del tema, que la desnudez tiene su hora y lugar, como la muerte, y recojo la ropa doblada sobre la silla, me visto en el cuarto de baño y para cuando salgo Galia me espera ya de pie, en bata estampada por cuya abertura despuntan orondos los pechos y destaca el abultado pubis, me da un besazo enorme y húmedo y me envuelve con su cariño y bondad maternales: te quiero, Héctor, dice, y yo a ti, respondo, y no te preocupes, dice, porque otro día nos saldrá mejor, y me recuerda aquel jueves de la primavera pasada, o quizá de la anterior, en que fuimos capaces de hacerlo dos veces seguidas y en que ella me bautizó con el apodo de «hombre lobo»: teniendo en cuenta que hoy he sido «vampirillo», más intelectual pero menos bestia, quién duda de que me convertiré cualquier futuro jueves en «momia» y terminará así este ciclo de avatares terroríficos que comenzó con un «frankenstein» entre luces blancas, olor a fármacos y cuchillas plateadas, pero esto lo digo en broma, porque bien sé que lo nuestro nunca terminará, ya que, a pesar de todo —incluso de mi escasa fogosidad—, es «una locura», o no, porque hay ritual: el rito de decirle adiós a César, ladrando en el patio encadenado a una tubería oxidada, el beso final de Galia, y otra vez en la calle, ya de noche, frotándome los dedos dentro de los bolsillos del abrigo mientras camino, porque vivo cerca de la casa de Galia y tengo mi trabajo cerca de donde vivo, así que me puedo permitir ir caminando de un sitio a otro, todo a mano en mi vida salvo los instantes de vacaciones en que nos vamos al apartamento de la costa, y, sin embargo, debido a la repetición de los veranos, también a mano el apartamento, y la costa, y todo el universo, pienso, tan próximo todo como mis propias manos, y, sin embargo, a veces tan sorprendentemente extraño como ellas: porque de improviso surge lo oculto, los huesos que yacen debajo, ¿no?, pienso eso y froto mis dedos dentro de los bolsillos del abrigo; y ya en casa, comprobar que mi suegro había llegado ya y excusarme frente a él y Alejandra con tonos de voz similares, aunque ambos creen que los jueves me quedo hasta tarde en la consulta «haciendo inventario», que es la excusa que doy, así me cuesta menos trabajo la mentira, ya que me parece que «hacer inventario» es suministrarle a Alejandra la pista de que mi demora es una invención, una alocada fantasía de mi adolescencia póstuma, hasta tal extremo de juego y cansancio me ha llevado el silencio de estos últimos años; además, sospecho que el viejo escoge los jueves para disponer de un rato a solas con Alejandra mientras yo estoy ausente, lo cual, hasta cierto punto, me parece una compensación, Alejandra tiene a su padre y yo tengo a Galia, y sospecho que desde hace meses ambas parejas pasamos el tiempo de manera similar: hablando de tonterías y fumando; el padre de Alejandra, rebasados los ochenta, tiene una cabeza tan perfecta y despejada que te hace desear verlo un poco confuso de vez en cuando, que Dios me perdone, porque además ha sido librero, propietario de una antigua tienda ya traspasada en la calle Tudescos, hombre instruido y amante de la letra impresa, particularmente de los periódicos, y con un genio detestable muy acorde con su inútil sabiduría y su fisonomía encorvada y su luenga barbilla lampiña; Alejandra, que ha heredado del viejo el gusto por la lectura fácil y la barbilla, además de cierta distracción del ojo izquierdo que apenas llega a ser bizquera, se enzarza con él en discusiones bienintencionadas en las que siempre terminan ambos de acuerdo y en contra de mí, aunque yo no haya intervenido siquiera, ya que al viejo nunca le gustó nuestro matrimonio, y no porque hubiera creído que yo era una mala oportunidad, sino por «principios», porque el viejo es de los que odian a priori, y yo nunca sería él, nunca compartiría todas sus opiniones, nunca aceptaría todos sus consejos y, particularmente, jamás permitiría que Alejandra regresara a su área de influencia (vacía ya, porque su otro hijo se emancipó hace tiempo y tiene librería propia en otra provincia); además, mi profesión era casi una ofensa al buen gusto de los «intelectuales discretos» a los que él representa, porque está claro que los dentistas solo sabemos provocar dolor, somos terriblemente groseros, apenas se puede hablar con nosotros a diferencia de lo que ocurre con el peluquero o el callista (debido a que no se puede hablar mientras alguien te hurga en las muelas), y, por último, ni siquiera poseemos la categoría social de los cirujanos: el hecho de que yo ganara más que suficiente como para mantener confortables a Alejandra y a mis dos hijos, poseer consulta privada, secretaria y servicio doméstico, no excusaba la vulgaridad de mi trabajo, pero lo cierto es que nunca me había confiado de manera directa ninguna de estas razones: frente a mí siempre pasaba en silencio y con fingido respeto, como frente a la estatua del dictador, pero se agazapaba aguardando el momento de mi error, el instante apropiado para señalar algo en lo que me equivoqué por no hacerle caso, aunque, por supuesto, nunca de manera obvia ni durante el período inmediatamente posterior a mi pequeño fracaso, porque no era tanto un cazador legal como furtivo y rondaba en secreto a mi alrededor esperando el instante apropiado para que su odio, dirigido hacia mí con fina puntería, apenas sonara, y entonces hablaba con una sutileza que él mismo detestaba que empleasen con él, ya que había que ser «franco, directo, como los hombres de antes», pero yo, lejos de aborrecerle, le compadecía (y fingía aborrecerle precisamente porque le compadecía): me preguntaba por qué tanto silencio, por qué llevarse todas sus maldiciones a la tumba, cuál es la ventaja de aguantar, de reprimir la emoción día tras día o enfocarla hacia el sitio incorrecto; pero lo más insoportable del viejo era su fingida indiferencia, esa charla intrascendente durante las cenas, ese acuerdo tácito para no molestar ni ser molestado, tan bien vestido siempre con su chaqueta oscura y su corbata negra de nudo muy fino: un día te morirás trabajando, me dice cuando me excuso por la tardanza, y no te habrá servido de nada: este gobierno nunca nos devuelve el tiempo perdido ese del señor Joyce, añade (su costumbre de citar autores que nunca ha leído solo es superada por la de citarlos mal), que diga, Proust, se corrige, a mí siempre los escritores franceses me han dado por atrás, con perdón, dice, y por eso me equivoco, y Alejandra se lo reprocha: papá, dice; mientras finjo que escucho al viejo, contemplo a Alejandra ir y venir instruyendo a la criada para la cena y llego a la conclusión de que mi mujer es como la casa en la que vivimos: demasiado grande, pero a la vez muy estrecha, adornada inútilmente para ocultar los años que tiene y llena de recuerdos que te impiden abandonarla; Alejandra tiene amigas que la visitan y le dan la enhorabuena cuando Ameli o Héctor Luis consiguen un sobresaliente; a diferencia de Galia, Alejandra es fría, distinguida e intelectual a su modo, y vive como tantas otras personas: pensando que no está bien vivir como a uno realmente le gustaría, porque Alejandra cree que el matrimonio termina unos meses después de la boda y ya solo persiste el temor a separarse; su religión es semejante: hace tiempo que dejó de creer en la felicidad eterna y ahora tan solo teme la tristeza inmediata; sin embargo, invita a almorzar con frecuencia al párroco de la iglesia y acude a ésta con una elegancia no llamativa, lo que considera una característica importante de su cultura, pues en la iglesia se arrodilla, reza y se confiesa y murmura por lo bajo cosas que parecen palabras importantes; a veces he pensado en la siguiente blasfemia: si a Dios le diera por no existir, ¡cuántos secretos desperdiciados que pudimos habernos dicho!, ¡qué opiniones sobre ambos hemos entregado a otros hombres!, pero lo terrible es que tanto da que Dios exista: dudo que al final me entere de todo lo que comentas sobre mí y sobre nuestro matrimonio en la iglesia, Alejandra, eso pienso; qué va: por paradójico que resulte, la iglesia es el lugar donde la gente como nosotros habla más y mejor, pero todo se disuelve en murmullos y silencio y oraciones, y la verdad se pierde irremediablemente: quizá la clave resida en arrodillarnos frente al otro siempre que tengamos necesidad de hablar, o en hacerlo en voz baja y muy rápido, sin pensar, cómo si rezáramos un rosario; y meditando esto oigo que el viejo me dice: ¿te pasa algo en los dedos, Héctor?, con esa malicia oculta de atraparme en otro error: y es que ahora compruebo que desde que he llegado no he dejado en ningún momento de palparme los extremos de las falanges, los rebordes óseos, el final de los metacarpos; ¿qué opinaría el viejo si le confiara mi hallazgo?, pienso y sonrío al imaginar las posibles reacciones: nada, le digo, y muevo los huesos ante sus ojos y cambio de tema; ni Ameli ni Héctor Luis están en casa cuando llego, e imagino que es la forma filial que poseen de «hacer inventario» por su cuenta, lo cual no me parece ni malo ni bueno en sí mismo, y nos sentamos a la mesa casi enseguida y Alejandra sirve de la fuente de plata con el cucharón de plata las albóndigas de los jueves, y nos ponemos a escuchar la conversación del viejo con el debido respeto, como quien oye una interminable bendición de los alimentos, interrumpido a ratos por las breves acotaciones de Alejandra, solo que esa noche el tema elegido se me hace extraño, alegórico casi, y además empiezo a sentirme incómodo nada más comenzar a comer, porque los brazos, que apoyo en el borde de la mesa, me han desvelado con todo su peso la presencia de los huesos, del cúbito y el radio que guardan dentro, y los codos se me figuran una zona tan inadecuada y brutal para esa respetuosa reunión como colocar quijadas de asno sobre la mesa mientras el viejo habla, y en su discurso de esa noche repite una y otra vez la palabra «corrupción»: ¿habéis visto qué corrupción?, dice, ¿os dais cuenta de la corrupción de este gobierno?, ¿acaso no se pone de manifiesto la corrupción del sistema?, ¿no son unos corruptos todos los políticos?, ¿no oléis a corrupción por todas partes?, ¿no se ha descubierto por fin toda la corrupción?, y mientras le escucho, intento no hacer ruido con mis brazos, porque de repente me parece que la madera de la mesa al chocar contra el hueso produce un sonido como el de un muerto arañando el ataúd y no me parece correcto escuchar la opinión del viejo con tal ruido de fondo, pero como tengo que comer, cojo tenedor y cuchillo y divido una albóndiga en dos partes y me llevo una a los labios intentando no mirar hacia los huesos que sostienen el tenedor, porque no es agradable la paradoja de verme alimentado por un esqueleto, aunque sea el mío, pero mientras mastico con los ojos cerrados oyendo al viejo hablar de la «corrupción» mi lengua detecta una esquirla, un pedacito de algo dentro de la albóndiga, y, tras quejarme a Alejandra con suavidad, recibo esta respuesta: será un huesecillo de algo, es que son de pollo, Héctor, y es quitarme con mis huesos índice y pulgar el huesecillo y dejarlo sobre el plato, e írseme la mente tras esta idea inevitable: que dentro de todo lo blando necesariamente existe lo que queda, el hueso, el armazón, la dureza, el hallazgo, aquello oculto que es blanco y eterno, lo que permanece en el cedazo, la piedra, lo que «nadie quiere»; es imposible huir de «eso que queda», porque está dentro, así que escondo los brazos bajo la mesa, incluso me tienta la idea de comer como César, acercando el hocico al plato, pero ¿acaso no es inútil todo intento de disimulo frente al apocalíptico trajín de la cena?, porque lo que percibo en ese instante es algo muy parecido a una hogareña resurrección de los muertos: incluso con el apropiado evangelista —mi suegro—, gritando «corrupción»: Alejandra coge el pan con sus huesos y lo hace crujir y lo parte, el viejo apoya los huesos en el mantel y los hace sonar con ritmo, Alejandra coge el cucharón con sus huesos y sirve más albóndigas repletas de huesecillos de pollo muerto, el viejo va y se limpia los huesos sucios de carne ajena con la servilleta, Alejandra señala con su hueso la cesta del pan y yo se la alcanzo extendiendo mis huesos y ella la coge con los suyos, hay un cruce de húmeros, cúbitos y radios, de carpos y metacarpianos, de falanges, y nos pasamos de unos a otros, de hueso a hueso, la vinagrera, el aceite, la sal, el vino y la gaseosa, y llegan Ameli y Héctor Luis, una del cine y el otro de estudiar, y saludan, y Ameli desliza sus frágiles huesos de quince años por mi cabeza calva, envuelve con sus breves húmeros mi cuello, me besa en la mejilla: ¿dónde has estado hasta estas horas?, le pregunto, y ella: en el cine, ya te lo he dicho, y yo: pero ¿tan tarde?; sí, dice, habla sin mirar sus manos gélidas, los huesos de sus manos muertas, sus brazos como pinzas blancas; sí, papá, la película terminó muy tarde; y de repente, mientras la contemplo sentándose a la mesa, su cabello oscuro y lacio, los ojos muy grandes, el jersey azul celeste tenso por la presencia de los huesos, he sentido miedo por ella, he querido cogerla, atraparla y bogar juntos por ese fluir desconocido e incesante hacia la oscuridad final: creo que deberías volver más temprano a casa a partir de ahora, Ameli, le digo, y ella: ¿por qué?, con sus ojos brillando de disgusto, y yo, mis brazos escondidos, ocultos, sin revelarlos: creo que las calles no son seguras, y el viejo me interrumpe: hoy ya nada es seguro, Héctor, dice y sigue comiendo, Alejandra sirve albóndigas y Héctor Luis se queja de que son muchas, y Ameli: ¡pero ya tengo quince años, papá!, y yo: es igual, y entonces Alejandra: no seas muy duro con la niña, Héctor, dice, le dimos permiso para que volviera hoy a esta hora, pero ella sabe que solamente hoy; guardo silencio: en realidad, todo se sumerge en el silencio salvo el entrechocar de los huesos; Ameli y Héctor Luis son tan distintos, pienso, pero en algo se parecen, y es que ambos se nos van; no los he visto crecer, los he visto irse: pero ni siquiera eso, pienso ahora, porque jamás he podido saber si alguna vez estuvieron por completo; Ameli tiene novio, pero es un secreto; sabemos que Héctor Luis ha salido con varias chicas, pero lo que piensa de ellas es secreto; ambos se han hecho planes para el futuro, tienen deseos, ganas de hacer cosas, pero todo es secreto: quizá lo comentan en los «pubs» a falta de una buena iglesia en la que poder hablar como nosotros, tan a gusto, pero en casa adoptan los dos mandamientos trascendentales de la familia: nunca hablarás de nada importante y ama el enigma como a ti mismo, ¡y si hubiera solo silencio!, pero es la charla insignificante lo que molesta, y ahora esos ruidos detrás: el golpe, el crujir de nuestros huesos; siento algo muy parecido a la pena, pero una pena casi biológica, como una mota en el ojo o el aroma inevitable de la cebolla cruda, y me disculpo para ir al baño y llorar a gusto por algo que no entiendo, y más tarde, en la cama, con Alejandra a mi lado leyendo complacida un librito de romances, me da por preguntarle: ¿soy demasiado duro contigo? mientras me observo los huesos tranquilos sobre la colcha: mis manos muertas y peladas, los cúbitos y radios en aspa, los húmeros convergiendo, y ella deja un instante el libro que sostiene con sus huesos, me mira sorprendida y dice: no, Héctor, no, ¿por qué preguntas eso?, y yo, insistente: ¿he sido duro contigo alguna vez?, y ella: nunca, y yo: ¿quizá soy demasiado tosco?, y ella: Héctor, ¿qué te pasa?, y yo: demasiado rudo quizá, ¿no?, y ella: no seas bobo, ¿lo dices porque hoy no hablaste apenas durante la cena?, ya sé que papá no te cae bien, me da un beso y añade: procura descansar, el trabajo te agota, y la veo extender las falanges blancas y articuladas de sus dedos, apagar la lamparilla de pantalla rosa y sumir la habitación en una oscuridad donde la luz de la luna, filtrada, hace brillar las superficies ásperas de nuestros huesos; después, en el sueño, he presenciado un teatro de sombras donde mis manos y brazos se movían, desplazándome, porque eran lo único, ya que la vida se había invertido como un negativo de foto y ahora solo importaba lo oculto, el secreto descubierto: los huesos de mis manos se extendían con un sonido semejante a los resortes de madera de ciertos juguetes antiguos, emergiendo del telón negro que los rodeaba: son ellos solos, el mundo es ellos, brazos y manos colgantes que hacen y deshacen, crean y destruyen, no nacen ni mueren, simplemente cambian su posición, horizontal, vertical, en ángulo, hacia arriba o hacia abajo, brazos que se balancean al caminar y manos que agarran con sus huesos cosas invisibles; y a la mañana siguiente, tras toda una noche de sueños interrumpidos y vueltas en la cama, creo comprenderlo: mi revelación es una lepra que avanza incesante, porque suena el despertador con su timbre gangoso que tanto me recuerda a una trompeta de cobre, pongo los pies descalzos en las zapatillas y lo noto: la dureza bajo las plantas, la pelusa del forro de las zapatillas adherida a los huesos del tarso, el rompecabezas de huesos irregulares de mis pies, los extremos de la tibia y el peroné sobresaliendo por el borde del pijama, las rótulas marcando un óvalo bajo la tela extendida, y al erguirme, el crujido de los fémures: el descubrimiento no me hace ni más ni menos feliz que antes, ya que lo intuyo como una consecuencia, pero un estupor inmóvil de estatua persiste en mi interior; y al ducharme viene lo peor, porque entonces compruebo que los golpes de las gotas no me lavan sino que se limitan a disgregarme la suciedad por mis huesos: arrastran el barro de mis costillas goteantes, concentran la cal en mis pies, desprenden la tierra, permean las junturas, las grietas, los desperfectos, rajan los pequeños metacarpos como cáscaras de huevo, horadan mis clavículas y escápulas, pero no hoy ni ayer sino todos y cada uno de los días en un inexorable desgaste, siento que me disuelvo en agua y salgo con prisa no disimulada de la bañera y seco mi esqueleto goteante, deslizo la toalla por el cilindro de los huesos largos como si envolviera unos juncos, la arranco con torpeza de la trabazón de las vértebras, froto como cristales de ventana los huesos planos, pienso que debo conservarme seco para siempre porque de repente sé que soy un armazón de cincuenta años de edad que solo puede humedecerse con aceite, y es en ese instante, o quizá un poco después, cuando apoyo la maquinilla de afeitar contra mi rostro, que siento la invasión final de esa lepra y quedo tan inerme que apenas puedo apartar las cuchillas giratorias de mi mejilla: algo parecido a una horrísona dentera me paraliza, porque de repente noto como el restregar de un rastrillo contra una pizarra o el arañar baldosas con las patas metálicas de una silla, incluso imagino que pueden saltar chispas entre la maquinilla y el hueso de la mandíbula o el pómulo; me palpo con la otra mano la cabeza, siento las durezas del cráneo, el arco de las órbitas, el puente del maxilar, el ángulo de la quijada, y pienso: ¿por qué finjo que me afeito?, ¿acaso mi rostro no es un añadido, una capa, una máscara?; entra Alejandra en ese instante y casi me parece que gritará al ver a un desconocido, pero apenas me mira y se dirige al lavabo; yo me aparto, desenchufo la maquinilla y la guardo en su funda, y ella: ¿ya te has afeitado, Héctor?, y yo: sí, y salgo del baño con rapidez: ¡no podría acercar esa maquinilla a los huesos de mi calavera!; todo es tan obvio que lo inconcebible parece la ignorancia, pienso mientras me visto frente al espejo del dormitorio y abrocho la camisa blanca alrededor de las delgadas vértebras cervicales: llevar un cráneo dentro, una calavera sobre los hombros, besar con una calavera, pensar con una calavera, sonreír con una calavera, mirar a través de una calavera como a través de los ojos de buey de un barco fantasma, hablar por entre los dientes de una calavera: aquí está, tan simple que movería a risa si no fuera espantoso, y me afano en terminar el lazo de mi corbata con los huesos de mis dedos sonando como agujas de tricotar; Alejandra llega detrás, peinándose la melena amplia y negra que luce sobre su propia calavera, y el paso del cepillo descubre espacios blancos en el cuero cabelludo donde los pelos se entierran: parece inaudito saberlo ahora, contemplarlo ahora; entre los dientes sostiene dos ganchillos: el asco llega a tal extremo que tengo que apartar la vista: allí emerge el hueso, pienso, el subterfugio, el disfraz, tiene un defecto, como una carrera en la media que descubre el rectángulo de muslo blanco; allí, tras los labios, los dientes, los únicos huesos que asoman, y vivimos sonriendo y mostrándolos, y nos agrada enseñarlos y cuidarlos y mi profesión consiste precisamente en mantenerlos en buen estado, blancos y brillantes, limpios, pelados, lisos, desprovistos de carne, como tras el paso de aves carroñeras: esa hilera de pequeñas muertes, esa dureza tras lo blando; ¿acaso no es enorme el descuido?; de repente tengo deseos de decirle: Alejandra, estás enseñando tus huesos, oculta tus huesos, Alejandra, una mujer tan respetable como tú, una señora de rubor fácil, tan educada y limpia, con tu colección de novela rosa y tu familia y tu religión, ¿qué haces con los huesos al aire?, ¿no estás viendo que incluso muerdes cosas con tus huesos?, ¡Alejandra, por favor, que son tus huesos hundidos en el cráneo oculto, los huesos que quedarán cuando te pudras, mujer: no los enseñes!; esto va más allá de lo inmoral, pienso: es una especie de exhumación prematura, cada sonrisa es la profanación de una tumba, porque desenterramos nuestros huesos incluso antes de morir; deberíamos ir con los labios cerrados y una cruz encima de la boca, hablar como viejos desdentados, educar a los niños para que no mostraran los dientes al comer: un error, un gravísimo error en la estructura social comparable a caminar con las clavículas despellejadas, tener los omoplatos desnudos, descubrir el extremo basto del húmero al flexionar el codo, mostrar las suturas del cráneo al saludar cortésmente a una señora, enseñar las rótulas al arrodillarnos en la misa o las palas del coxal durante un baile o la superficie cortante del sacro durante el acto sexual: y sin embargo, ella y yo, con nuestros horribles dientes, la prueba visible de la existencia de los cráneos: absurdo, murmuro, y ella: ¿decías algo?, pero hablando entre dientes debido a los ganchillos, como si lo hiciera a través de apretadas filas de lápidas blancas, un soplo de aire muerto por entre las piedras de un cementerio, o peor: la voz a través de la tumba, las palabras pronunciadas en la fosa: no, nada, respondo, y ella, intrigada, se me acerca y arrastra sus falanges por mis vértebras: te noto distante desde ayer, Héctor, ¿te ocurre algo?, ¿es el trabajo?, y juro que estuve a punto de decirle: te la pego con una antigua paciente desde hace varios años, todos los jueves a la misma hora, pero no te preocupes porque una increíble revelación me ha hecho dejarlo, ya nunca más regresaré con Galia, no merece la pena (y por qué no decirlo, pienso, por qué reprimir el deseo y no decir la verdad, por qué no descargar la conciencia y vaciarme del todo); sin embargo, en vez de esa explicación catártica, le dije que sí, que era el exceso de trabajo, y me mostré torpe, callándome la inmensa sabiduría que poseía mientras notaba cómo descendían sus falanges por el edificio engarzado de mi columna, y ella dijo: pero hace mucho tiempo que no me sonríes, y pensé: ¡te equivocas!, somos una sonrisa eterna, ¿no lo ves?: nuestros dientes alcanzan hasta los extremos de la mandíbula y no podemos dejar de sonreír: sonreímos cuando gritamos, cuando lloramos, al pelear, al matar, al morir, al soñar: sonreímos siempre, Alejandra, quise decirle, y la sonrisa es muerte, ¿no lo ves?, quise decirle, nuestras calaveras sonríen siempre, así que la mayor sinceridad consiste en apartar los labios, elevar las comisuras y sonreír con la piel intentando imitar lo mejor posible nuestra sonrisa interior en un gesto que indica que estamos conformes, que aceptamos nuestro final: porque al sonreír descubrimos nuestros dientes, «enseñamos la calavera un poco más», no hay otro gesto humano que nos desvele tanto; la sonrisa, quise decirle, traiciona nuestra muerte, la delata; cada sonrisa es una profecía que se cumple siempre, Alejandra, así que vamos a sonreír, separemos los labios, mostremos los dientes, sonriamos para revelar las calaveras en nuestras caras, hagamos salir el armazón frío y secreto, draguemos el rostro con nuestra sonrisa y extraigamos el cráneo de la profundidad de nuestros hijos, de ti y de mí, del abuelo, de los amigos, de los parientes y del cura; pero no le dije nada de eso y me disculpé con frases inacabadas y ella enfrentó mis ojos y me abrazó y sentí los crujidos, la fricción, costilla contra costilla, golpes de cráneos, y supuse que ella también los había sentido: no seamos tan duros, le dije, y ella respondió, abrazándome aún: no, tú no eres duro, Héctor, y yo le dije: ambos somos duros, y tenía razón, porque se notaba en los ruidos del abrazo, en el telón de fondo de nuestro amor: un sonido semejante al que se produciría al echarnos la suerte con los palillos del I Ching sobre una mesa de mármol, o jugando al ajedrez con fichas de marfil, un trajín de palitos recios como un pimpón de piedra, el entrechocar aparentemente dulce de nuestros esqueletos como agitar perchas vacías; me aparté de ella y terminé de vestirme: quizá soy dura contigo, repitió ella, yo también soy duro, dije, y pensé: y Ameli y Héctor Luis, y todos entre sí y cada uno consigo mismo, ¡qué duros y afilados y cortantes y fríos y blancos y sonoros!; ¿te vas ya?, me dijo, sí, le dije, porque no deseaba desayunar en casa, en realidad no deseaba desayunar nunca más, pero sobre todo, sobre todas las cosas, no deseaba cruzarme con los esqueletos de mis hijos recién levantados, así que casi eché a correr, abrí la puerta y salí a la calle con el abrigo bajo el brazo, a la madrugada fría y oscura; ya he dicho que tengo la consulta cerca, lo cual siempre ha sido una ventaja, aunque no lo era esa mañana: quería trasladarme a ella solo con mi voluntad, sin perder siquiera el tiempo que tardara en desearlo; caminaba observando con mis cuencas vacías las casas que se abren, las figuras blancas que emergen de ellas como fantasmas en medio de la oscuridad, las primeras tiendas de alimentos llenas de huesos y cadáveres limpios de seres y cosas; caminaba y observaba con mis órbitas negras, lleno de un extraño y perseverante horror: ¿qué hacer después de la revelación?, ¿dónde, en qué lugar encontraría el reposo necesario?; porque ahora necesitaba envolverme, ahora, más que nunca, era preciso hallar la suavidad; mientras caminaba hacia la consulta lo pensaba: todos tenemos ansias de suavidad: guantes de borrego, abrigos de lana, bufandas, zapatos cómodos; sin embargo, el mundo son aristas, y todo suena a nuestro alrededor con crujidos de metal; qué pocas cosas delicadas, cuánta aspereza, cuánta jaula de púas, qué amenaza constante de quebrarnos como juncos, de partirnos, qué mundo de esqueletos por dentro y por fuera, móviles o quietos, invasión blanca o negra de huesos pelados, qué cementerio: toda obra es una ruina, toda cosa recién creada tiene aires de destrucción, y nosotros avanzamos por entre cruces, mármol, inscripciones, rejas y ángeles de piedra como espectros, y la niebla de la madrugada nos traspasa, huesos que van y vienen, esqueletos que se acercan y caminan junto a mí y me adelantan, apresurados, aquel que limpia los huesos en ese tramo de la calle, ese otro que espera en la parada, envuelto en su impermeable, huesos blancos por encima de los cuellos, la muerte dentro como una enfermedad que aparece desde que somos concebidos, ¿no hay solución?; y sorprender entonces a un hombre, una figura, no como yo, no como los demás, que se detiene frente a mí y me habla: ¿tiene fuego?, dice, un individuo desaliñado de espesa melena y barba, rostro pequeño, casi escondido, chaqueta sucia y manos sucias que se tambalea de un lado a otro como si el mero hecho de estar de pie fuera un tremendo esfuerzo para él; le ofrezco fuego y se cubre con las manos para encender un cigarrillo medio consumido, entonces dice: gracias, y se aleja; me detengo para observarle: camina con cierta vacilación hasta llegar a la esquina, después se vuelve de cara a la pared, una figura sin rasgos, y distingo la creciente humedad oscura a sus pies, detenerme un instante para contemplarle, volverse él y alejarse con un encogimiento de hombros y una frase brutal; un borracho orinando, pienso, pero al mismo tiempo deduzco: se ha reconstruido, ha verificado su interior, ha exhumado cosas que le pertenecen y le llenan por dentro: líquidos que alguna vez formaron parte de él; eso es un proceso de autoafirmación, pienso: él es algo que yo no soy o que he dejado de ser, ha logrado obtener lo que yo pierdo poco a poco: integridad, quizá porque no tiene que callar, porque es libre para decir lo que le gusta y lo que no, pienso y golpeo con los huesos del pie el cadáver de una vieja lata en la acera, o porque ha aceptado la vida tal cual es, o quizá porque tiene hambre y sed, y necesidad de fumar, dormir y orinar en una esquina, quizá porque siente necesidades en su interior, dentro de esa intimidad de las costillas que en mí mismo forma un espacio negro: sus necesidades le llenan, y yo, satisfecho, camino vacío: eso pensé; era preciso, pues, reformarse, volver a la vida a partir de los huesos, resucitar, aunque es cierto que en algún sitio dentro de mí existían vestigios, cosas que se movían bajo las costillas o en el espacio entre éstas y el hueso púbico, pero era necesario comprobarlo; todo aturdido por el ansia, entré en uno de los bares que estaban abiertos a esas horas y me dirigí apresurado al cuarto de baño, respondiendo con un gesto al hombre que atendía la barra y que me dijo buenos días; ya en el urinario, muy nervioso, busqué mi pija semihundida, perdonando la frase, la extraje y me esforcé un instante: tras un cierto lapso, comprobé la aparición brusca del fino chorro amarillo y sentí una distensión lenta en mi pubis que califiqué como el hallazgo de la vejiga: al fin me sirves de algo, pensé mientras me sacudía la pilila, perdonando la bajeza; así, convertido en pura vejiga, salí a la calle de nuevo y respiré hondo: noté bolsas gemelas a ambos lados del esternón, sacos que se ampliaban con el aire frío de la mañana, y descubrí mis pulmones; en un estado de alborozo difícilmente descriptible me tomé el pulso y sentí, con la alegría de tocar el pecho de un pájaro recién nacido, el golpeteo suave de la arteria contra mi dedo, su pequeño pero nítido calor de hogar, y supe que guardaba sangre y que mi corazón había emergido; caminando hacia la consulta completé mi resurrección, la encarnación lenta de mi esqueleto; así pues, yo era pulmones y vejiga, yo era intestino, tripas, estómago, yo era músculos del pene, tendones, sangre, hígado, vesícula, bazo y páncreas, yo era glándulas y linfa, todo suave, todo lleno, ocupando intersticios como si vertieran sobre mí unas sobras de hombre: yo era, por fin, globos oculares líquidos, yo era lengua y labios, yo era el abrir lento de los párpados, la creación del paladar, la suave nariz horadada, la humedad limpia de la saliva, la lágrima tibia y el sudor de los poros; yo era sobre todo mi propio cerebro, las revueltas grises de los nervios, la masa de ideas invisibles, la voluntad, el deseo, el pensamiento; llegué a la consulta recién creado, aún sin piel pero ya formado y funcionando, atravesé el oscuro umbral con la placa dorada donde se leía «Héctor Galbo, odontólogo», preferí las escaleras y abrí la puerta con la delicadeza muscular de un relojero, con la exactitud de un ladrón o un pianista; Laura, mi secretaria, ya estaba esperándome, y el vestíbulo aparecía iluminado así como la marina enmarcada en la pared opuesta, y me dejé invadir por el olor a cedro de los muebles, la suavidad de la moqueta bajo los pies, y cuando mis globos oculares se movieron hacia Laura pude parpadear evidenciando mi perfección; entonces, la prueba de fuego: me incliné para saludarla con un beso y percibí la suavidad de mi mejilla, los delicados embriones de mis labios, y supe que por fin la piel había aparecido: cabello, pestañas, cejas, uñas, el florecer de mi bigote negro; besarla fue como besarme a mí mismo: buenos días, doctor Galbo, me dijo, noté las cosquillas de mi camisa sobre mi pecho velludo, muy velludo, buenos días, dije, buenos días, Laura, y percibí mi laringe en el foso oculto entre la cabeza y el pecho, sentí el aire atravesando sus infinitos tubos de órgano: buenos días, repetí despacio saludando a todo mi cuerpo reflejado en el espejo del vestíbulo, mi cuerpo con piel y sentimientos, mi cuerpo vestido, bajito, mi cabeza calva y mi rostro bigotudo: buenos días, doctor Galbo, hoy viene usted contento, dice Laura, sí, le dije, vengo aliviado, quise añadir, he orinado en un bar y he descubierto por fin que tengo vejiga, y a partir de ahí todo lo demás, pero en vez de decirle esto pregunté: ¿hay pacientes ya?, y ella: todavía no, y yo: ¿cuántos tengo citados?, y ella: cinco para la mañana, la primera es Francisca, ah sí, Francisca, dije, sí: sus prótesis darán un poco la lata, y me deleito: oh mi memoria perfecta, mis sentidos vivos, mis movimientos coordinados, sí, sí, Francisca, muy bien, y mi imaginación: porque de repente me vi avanzando hacia mi despacho con los músculos poderosos de un tigre, todo mi cuerpo a franjas negras, mis fauces abiertas, los bigotes vibrantes, los ojos de esmeralda, y mi sexo, por fin, mi sexo: porque Laura, con la mitad de años que yo, me parecía una presa fácil para mis instintos, una captura que podía intentarse, la gacela desnuda en la sabana; ya era yo del todo, incluso con mis pensamientos malignos, incluso con mi crueldad, por fin: avíseme cuando llegue, le dije, y entré en mi despacho, me quité el abrigo y la chaqueta, me vestí con la bata blanca, inmaculada, mi bata y mi reloj a prueba de agua y de golpes, y mi anillo de matrimonio, y los periódicos que Laura me compra y deposita en la mesa, y mi ordenador y mis libros, y mis cuadros anatómicos: secciones de la boca, dientes abiertos, mitades de cabezas, nervios, lenguas, ojos, mejor será no mirarlos, pienso, porque son hombres incompletos, yo ya estoy hecho, pienso, envuelto al fin de nuevo en mi funda limpia, recién estrenado; por fin pensar: saber que he regresado al origen, me he recobrado, he impedido mi disolución guardándome en un cuerpo recién hecho; no recuerdo cuánto tiempo estuve sentado frente al escritorio saboreando mi triunfo, pero sé que la segunda y más terrible revelación llegó después, con el primer paciente, y que a partir de entonces ya no he podido ser el mismo, peor aún, porque me he preguntado después si he sido yo mismo alguna vez, si mi integridad fue algo más que una simple ilusión: y fue cuando sonó el timbre de la puerta, el siguiente timbre, el nuevo timbre que me despertó de la última ensoñación (como el de casa de Galia, o el del despertador con sonido de trompeta de cobre, ahora el de la consulta, pensé, y no pude encontrarles relación alguna entre sí, salvo que parecían avisos repentinos, llamadas, notas eléctricas que presagiaban algo), y Laura anunció a la señora Francisca, una mujer mayor y adinerada, como Galia, como Alejandra, con las piernas flebíticas y el rostro rojizo bajo un peinado constante, que entró con lentitud en la consulta hablando de algo que no recuerdo porque me encontraba aún absorto en el éxito de mi creación: fue verla entrar y pensar que iría a casa de Galia cuando la consulta terminara y le diría que todo seguía igual, que era posible continuar, que nada nos estorbaba, y después llegaría a mi casa y le diría a Alejandra que la quería, que nunca más sería duro con ella ni con Ameli, eso me propuse, y saludé a la señora Francisca con una sonrisa amable, y la hice sentarse en el sillón articulado, la eché hacia atrás con los pedales, la enfrenté al brillo de los focos y le pedí que abriera la boca, porque eso es lo primero que le pido a mis pacientes incluso antes de oír sus quejas por completo: como estoy acostumbrado a que esta instrucción se realice a medias, me incliné sobre ella y abrí mi propia boca para demostrarle cómo la quería: así, abra bien la boca, le dije, ah, ah, ah, y es curioso lo cerca que siempre estamos de la inocencia momentos antes de que un nuevo horror nos alcance: incluso éste aparece al principio con disimulo, revelándose en un detalle, en un suceso que, de otra manera, apenas merecería recordarse, porque mientras Francisca, obediente, abría más la boca, descubrí el último de los horrores, la luz del rayo que nunca debería contemplar un ser humano, la degradación final, tan rápida, pavorosa e inevitable como cuando presioné el timbre de Galia, pero mucho peor porque no era lo oculto, lo que era, sino lo que no era, aquello que falta, no lo que se esconde sino lo que no existe: la nueva revelación me violó, perdonando la brutalidad, de tal manera que todos mis logros anteriores adoptaron de inmediato la apariencia de un sueño que no se recuerda sino a fragmentos, e incapaz de reaccionar, permanecí inmóvil, inclinado sobre la mujer, ambos con la boca abierta, ella con los ojos cerrados esperando sin duda la llegada de mis instrumentos; pero como no llegaban los abrió, me vio y advirtió en mi rostro el horror más puro que cabe imaginarse: qué pasa, doctor, me dijo, qué tengo, qué tengo, pero yo me sentía incapaz de responderle, incapaz incluso de continuar allí, fingiendo, así que retrocedí, me quité la bata con delirante torpeza, la arrojé al suelo, me puse la chaqueta y salí de la habitación, corrí hacia el vestíbulo sin hacer caso a las voces de la paciente y a las preguntas de Laura, abrí la puerta, bajé las escaleras frenéticamente y salí a la calle: no sabía adónde dirigirme, ni siquiera si tenía sentido dirigirme a algún sitio; contemplé a los transeúntes con muchísima más incredulidad de la que ellos mostraron al contemplarme a mí: ¿era posible que todos ignoraran?, ¿hasta ese punto nos ha embotado la existencia?; hubo un momento terrible en el que no supe cuál debería ser mi labor: si caer en soledad por el abismo o arrastrar como un profeta a las conciencias ciegas que me rodeaban; es cierto que toda gran verdad precisa ser expresada, pero la locura de mi actual situación consistía en que esta verdad última era inexpresable: quiero decir que esta verdad final no era algo, más bien era nada, así que no podía soñar con explicarla: quizá el silencio en el gélido vacío entre las estrellas hubiera sido una explicación adecuada, pero no un silencio progresivo sino repentino y abrupto: una brecha de espacio muerto, una bomba inversa que absorbiera las cosas hacia dentro, que nos introdujera a todos en un mundo sin lugares ni tiempo donde la nada cobrara alguna especial y terrible significación, quizá entonces, pensé, y corrí por la acera intuyendo que cada minuto desperdiciado era fatal: ¿le ocurre algo?, fue la pregunta que me hizo un individuo que aguardaba frente a un paso de peatones cuando me acerqué, y solo entonces fui consciente de que tenía ambas manos sobre la boca, como si tratara de contener un inmenso vómito; mi respuesta fue ininteligible, porque sacudí la cabeza diciendo que no, pero esperando que él entendiera que eso era lo que me pasaba: que no; si hubiera podido hablar, habría respondido: nada, y precisamente ahí radicaba lo que me ocurría: me ocurría nada, pero era imposible hacerle comprender que nada era infinitamente peor que todos los algos que nos ocurren diariamente; no pude hacer otra cosa sino alejarme de él con las manos aún sobre la boca, corriendo sin saber por dónde iba pero con la secreta esperanza de no ir a ninguna parte, de no llegar, de seguir corriendo para siempre, porque no podía presentarme en casa de aquel modo, no con aquel fallo, sería preciso hacer cualquier cosa para remediar esa escisión, quizá comenzar desde el principio, reunir de nuevo el hilo en el ovillo, a la inversa: pensar en el instante anterior a la revelación, notar la presencia para comprender ahora la falta; pero cómo describirlo: cómo decir que había conocido de repente la boca cuando la paciente abrió la suya y yo quise indicarle cómo tenía que hacerlo y abrí la mía; fue entonces: el tiempo se congeló a mi alrededor y quedé solo en medio de mi hallazgo, como un náufrago, paralizado por la revelación suprema, incapaz de comprender, al igual que con la anterior, por qué no lo había sabido hasta entonces: la boca, claro, ahí, aquí, abajo, bajo mi nariz, en mi rostro, la boca: de repente me había percatado de la verdad, tan simple e invisible debido a su propia evidencia: la boca no es nada, lo comprendí al pedirle a la paciente que la abriera y al abrir la mía: ¿qué he abierto?, pensé: la boca; pero entonces, si la boca abierta también es la boca, el resultado era una oscuridad, un agujero vacío, un abismo; quiero decir que, de repente, al ver la boca, al inclinarme para verla, no la vi, pero no la vi justamente porque era eso: el no verla; si hubiera visto la boca de la misma forma que veo mis dedos, por ejemplo, no lo sería o estaría cerrada; sin embargo, el horror consiste en que una boca abierta también es una boca: como llamarle «dedos» al espacio vacío que hay entre ellos; ¡pero eso no era todo!: si aquel defecto, aquella nada, era, ¿cómo podía evitar la llegada del vacío?, ¿cómo impedir que todo siguiera siendo lo que es en la nada?, ¿cómo pretender recobrar mi cuerpo si me evacuo por ese agujero negro y absurdo?; lo comprendí: ¡si todo se hubiera cerrado a mi alrededor!, ¡si las junturas hubieran encajado perfectamente, sin interrupciones, sin oquedades!, pero tenía que estar la boca, la boca abierta que también era la boca, y ahora ¿cómo permanecer incólume?, ¿cómo seguir inmutable, conservándome dentro, si allí estaba eso que no era, esa nada negra implantada en mí?; corrí, en efecto, a ciegas, no recuerdo durante cuánto tiempo, hasta que un nuevo acontecimiento pudo más que mi propia desesperación: en una esquina, recostado en un portal, distinguí a un hombre, el borracho de aquella madrugada, que parecía dormir o agonizar: un sombrero gris le cubría casi todo el rostro salvo la barba, y allí, insertado en lo más hondo del pelo, un agujero abierto, sin dientes, sin lengua, una cosa negra y circular como una cloaca o la pupila de un cíclope ciego que me mirara, aunque yo fuera «nadie», el vacío terrible, la nada; de repente se había apoderado de mí un horror supremo, un asco infinito, la conjunción final de todo lo repugnante, y me alejé desesperado cubriéndome con las manos aquel «salto», aquel «vacío» letal, atenazado por una sensación revulsiva, un pánico que era como cribar mis ideas con violencia hasta romperlas, la certeza de mi perdición, el desprendimiento a trozos de mi voluntad frente a lo irremediable: esa boca abierta, el error por el que todo entra y todo sale, los secretos, la palabra, el vómito, la saliva, la vida, el aliento final, porque me había envuelto en mi propio cuerpo para hallar algo último que no cierra, ese terrible defecto tras los labios del beso, tras el lenguaje cotidiano, tras los gestos de comer y masticar, más allá de los dientes y la lengua, ese algo que no es el paladar ni la faringe ni la descarga de las glándulas, ese vacío que me recorre hacia dentro, el túnel deshabitado del gusano, la nada, la negación, eso que ahora empezaba a corroerme; porque si existía la boca, nada podía detener la entrada del vacío; así que cerca de casa empecé a perderme, a dividirme en secciones, a horadarme: primero fue la piel, que apenas se presiente, que es casi solamente tacto, la piel que cayó a la acera mientras corría, la piel con mi figura y mis rasgos que se me desprendió como la de un reptil mudando sus escamas, porque el vacío se introducía bajo ella como un cuchillo de aire y la separaba; entonces los músculos y los tendones, en silencio: ¿qué protección pueden ofrecer frente a los túneles de la nada?, ¿qué defensa procuran ante esa marea de vacío, ese fallo que me alcanzaba como a través de un sumidero?, también ellos caen y se desatan como cordajes de barco en una tempestad; la calle en la que vivo recibió el tributo de la lenta pero inexorable pérdida de mis vísceras: ese trago infecto de nada, que no está pero es, provoca la caída de mi estómago y mis intestinos, mi hígado derretido y mi bazo, los pulmones sueltos que se alejan por el aire como palomas grises, el corazón que ya no late, madura, se endurece y cae, gélido como el puño de un muerto, porque nada puede latir frente a la boca, los nervios arrastrados por la acera como hilos de un títere estropeado, los ojos como gotas de leche derramada, la suave materia de mi cerebro, la exactitud de mis sentidos, la excitante delicia del deseo, la provocación del hambre y el instinto, las sensaciones, los impulsos: todo cae y se pierde, todo gotea incesante desde mi armazón, todo se va y se desvanece calle abajo; entro en casa al fin, ya solo mi esqueleto muerto y limpio, y pienso: mis hijos están en el colegio, por fortuna; me dirijo al salón y allí encuentro a Alejandra, que me mira con pasmo; se halla sentada en su sofá tejiendo algo, y probablemente destejiéndolo también, creando y destruyendo en un vaivén de interminable dedicación; entonces me detengo frente a ella, aparto con lentitud las falanges blancas de mi oquedad y la descubro, por fin, en toda su horrible grandeza: la boca abierta, las mandíbulas separadas, el enorme vacío entre maxilares, la verdadera boca que no es, desprovista del engaño de las mucosas, ese espacio negro que nada contiene, y hablo, por fin, tras lo que me parecen siglos de silencio, y mis palabras, emergiendo de ese vacío, son también vacío y horadan: Alejandra, hablo, llevo años traicionándote con una mujer que conocí en la consulta, y ella: Héctor, qué dices, y yo: es guapa, pero no demasiado, cariñosa, pero no demasiado, inteligente, pero no demasiado: lo mejor que tiene es que me quiere y que intentó hacerme feliz, y que nunca me ha creado problemas salvo la necesidad de mentirte, de ocultártelo, una mujer con la que descubrí que puede haber una cierta felicidad cotidiana a la que nunca deberíamos renunciar, como hemos hecho tú y yo, ni siquiera a esa cierta felicidad cotidiana, una mujer, en fin, con la que he sabido que ya todo es igual, que incluso el pecado termina alguna vez, incluso la culpa, incluso lo prohibido, y ella: Héctor, Héctor, qué te pasa, dice, que ya basta de mentiras, respondo y me deshago de su lento abrazo y de sus lágrimas, y basta de silencio, porque era necesario hablar, pero no solo a ti, no, no solo a ti, y ella, gritando: ¿adónde vas?, pero su grito se me pierde con el mío propio, que ya solo oigo yo, y eso es lo terrible: porque mi garganta ha desaparecido y solo quedan las tenues vértebras y el deseo de ser escuchado; corro entonces a casa de Galia arrastrando apenas los jirones blancos de mis huesos por la acera, y ella misma abre la puerta y grita al verme: no, Galia, no podemos seguir juntos, dije entonces, no tengo nada más que hacer aquí, tú, viuda y solitaria, yo, casado y solitario, nada que hacer, Galia, no más consuelos, no más secretos, basta de felicidad y de cariño doméstico, porque llega un instante, Galia, en que todo termina, y lo peor de todo es que tú no eres una solución: ¿por qué?, me dijo: porque es necesario decir la verdad y revelar la mentira, repliqué, aunque nos quedemos vacíos, es necesario abrir las bocas, Galia, le dije, y volcarnos en hablar y hablar y destruirlo todo con las palabras, dije, porque si algo somos, Galia, es aliento, así que es necesario, por eso lo hago, dije, y me alejé de ella, que gritó: ¿adónde vas?, pero su grito se perdió dentro del mío, que ya era tan enorme como el silencio del cielo; y me alejé de todos, de una ciudad que no era mi ciudad, de una vida que no era mi vida, corrí ya casi llevado por el viento, las espinas delgadas de mi cuerpo flotando en el aire, corrí, volé hacia los bosques transportado por una ráfaga de brisa como el polvo o la basura, avancé por la hierba, entre los árboles, desgastándome con cada palabra: basta con eso, dije, no más hogar, no más vida, no más esfuerzo, dije, grité en silencio: ya basta de mundo y de existencia, ya basta de hacer y de procurar, soportar, callar y mirar buscando respuestas, no, no más luz sobre mis ojos, nunca otro día más, basta de desear y pretender, de conseguir y por último perder lo conseguido y enfermar y morir y terminar en nada, todo vacío, intrascendente, limitado y mediocre: basta, porque hay un error en nosotros, un hiato perenne, el sello de la nada, esta boca siempre abierta, este hueco hacia algo y desde algo, miradlo: está en vosotros, el sumidero, el vórtice; lo he soportado todo, incluso los años de silencio, los años iguales y el silencio, la muerte interior, el vacío interior, la falsa esperanza, la ausencia de deseos, pero no puedo soportar esta conexión: si tiene que existir esto, este hueco vacío y nulo, esta ausencia de mi carne y de mi cuerpo, si tiene que existir la boca, prefiero echarlo todo fuera, dejar que todo se vaya como un soplo puro, que lo oigan todos, que todos lo sepan, prefiero esto a la falsa seguridad de un cuerpo muerto, eso dije, eso grité, y me vi por fin convertido en nada, la oquedad llenando todos mis huesos abiertos como flautas mudas, desmenuzados como arena por fin, solo esa ceniza última, apenas el rastro leve que el viento termina por borrar, el vacío enorme de esa boca que tiene que decir y revelar y descubrir y gritar y acusar y vaciarme hacia fuera desde dentro y mezclarme con todo, esa boca abierta e infinita del silencio absoluto por la que hablo aunque nadie oiga


    1. Los encontré a ambos todavía sentados, distendidos, con la sonrisa


    2. Al llegar, me encontré con que el empleado de la inmobiliaria atendía ya a unos clientes


    3. Apagué el ordenador y cuando volví en mí y me encontré bañado en sudor, supe que, una


    4. En el comedor encontré a una pareja extraña por varios modos


    5. Lo encontré de nuevo tomando el desayuno en la misma mesa


    6. encontré un tanto intranquila


    7. que ciertamente no tenía y me encontré con los de ella y con una sonrisa de publicidad de


    8. Encontré un apartamento dúplex en la cima


    9. Hice varias vueltas alrededor del oasis en busca de un poco de toque de cualquier rastro que pudiera indicar la dirección tomada por el pequeño hijo: Yo sólo me estaba sudando que la hospitalidad! Ese sermón que hice cuando me encontré escondido en un granero! Y que está luchando para separarlo de las ovejas, prueba de su hombría adquirida


    10. Llamé, y después de unos segundos, encontré la más bella y provocativa de lo habitual

    11. " Conocido por ser donde me encontré, hace un buen espectáculo para mostrar su cultura, como si quisiera que me pesa su superioridad


    12. cuando encontré mi cartera en el fondo de mi bolsa, y entonces


    13. allí me encontré con la sorpresa de que estaba llena de gente en


    14. La encontré muy nerviosa, y sorprendida


    15. un día la encontré


    16. Encontré algo razonable en un barrio de clase media baja a veinte minutos a pie de la UCR


    17. de piel marina encontré el oficio


    18. Y encontré en el camino algun consuelo


    19. También encontré el motivo porque estaba a punto de suicidarme


    20. una reunión del Diario de los Sabios, y no encontré en su

    21. Mándalas hacia adentro, mándalas hacia fuera y el rostro torcido y triste de un hombre que me encontré


    22. Me encontré en la trastienda de una barbería


    23. La primera persona que encontré en la habitación del religioso,


    24. Le encontré en la calle, cerca de laParroquia, y hablamos


    25. Cuando me encontré a pie y a regular distancia del combate, que seguía con ventaja para los


    26. ciudad,aldea adelante, andando, andando varias horas, y me encontré en casa dela duquesa


    27. harina, y aquí encontré las mayores delicias,porque no hay


    28. Encontré a D


    29. encontré separada de los demás en unaceldita sombría


    30. Este acontecimiento había excitado miemulación, y encontré desde

    31. sería tomada en cuenta para nada, encontré en la convicción demi inevitable desgracia


    32. encontré un gabinetito amueblado ydispuesto como tenía el mío en el castillo del


    33. cuando encontré en el camino una berlina,y en ella un gran señor que volvía de casa


    34. En la antesala encontré al jardinero y su familia, todos tristes ysilenciosos, y


    35. losaficionados, y no le encontré allí


    36. —Sólo encontré, en el cuarto de su tía, esto papel que estaba en elsuelo, y que es


    37. su orillahasta la oracion, encontré su vado y lo pasé; no siendo posible por otraparte, por lo caudaloso


    38. mayor esplendor mundano, encontré esta frase: «El cambiode las modas es una


    39. , que encontré en La-Paz en 1833; 3° á otro dela misma condicion, cuyo título es


    40. La especieque encontré en

    41. Pero en lapuerta me encontré antes de hablar con


    42. Después de la función, encontré en mi casa,esperándome, á uno de


    43. y me encontré en ellas á ese infame


    44. —¡Ya encontré la solución!


    45. En cuanto a mí, encontré entonces por primera vez la ocasión


    46. Pasé a su lado como una exhalación, y encontré a mi hermana


    47. En el comedor encontré a mamá sola


    48. encontré los libros en quehabía aprendido las primeras nociones


    49. Cuando entré en la habitación, la encontré en la misma


    50. comenzar misfunciones de enfermera, la encontré dormida; pero














































    1. ED/ usted ofrece un decálogo sobre la envidia, para que la gente pueda permanecer en la cárcel del consumismo y el esclavismo moderno, que usted denomina el comercio globalizado, donde la gente pudiera estar allí, según usted, con un espíritu que le permita aportar soluciones a esa realidad donde se encuentra preso


    2. El autor viaja y se encuentra con persecuciones constantes, las denomina las pandillas perseguidoras


    3. Acude entonces la madre de Isabel paraaveriguar la causa de este alboroto; se queja en un chistoso monólogo delos tormentos, que le hacen sufrir los jóvenes enamorados, búrlase de lafrivolidad de su hija, que encuentra placer en tales serenatas, y apurasus improperios y sarcasmos contra el cantor, que se disculpa yrecomienda, á su conclusión, recitando una estrofa patética


    4. Parece que pasó en Valencia la última mitad de su vida,pues se encuentra en ella desde el año de 1591 al de 1613, en que murió,figurando entre los miembros de la Academia poética de los Nocturnos


    5. Una prueba de suacierto en imitar la antigua grandeza, se encuentra en la escena deltemplo de Júpiter, que hace de introducción, en donde Dido, rodeada delos próceres de su reino, anuncia al embajador del rey de Numidia suresolución de dar su mano á Yarbas, que amenazaba destruir á Cartago, yen la descripción de la lucha de la reina entre su amor á Siqueo, y supatriotismo, y principalmente en el desenlace, cuando la desdichadahunde el puñal en su pecho, en medio de los preparativos nupciales, y envez de esposa ofrece un cadáver á su real amante


    6. La descripción detallada dela representación de una comedia con figuras alegóricas (titulada Obrares dudar), hecha en el colegio de Jesuitas de Madrid, se encuentra enel cuaderno: Traslado de una relacion que escrivió un Cavallero de estacorte acerca de las fiestas, que el imperial colegio de la Compañía deJesús de Madrid hizo este año de 1640 al fin del primer siglo de sufundación


    7. El Puerto Deseado es muy angosto en elespacio de media legua, la velocidad de la corriente en el flujo yreflujo es de siete á ocho millas por hora, y una gran parte del fondoestá sembrada de bancos y piedras: sus campañas están cubiertas dearena, de modo que no se encuentra en ellas un arbusto: no hay en todoaquel terreno, manantial de agua dulce, ni los pozos ó cazimbas que sehan abierto en la playa, pueden dar la cantidad suficiente para el gastodiario de las embarcaciones, y para llenar la vasijeria de la bodega


    8. El objetivo se encuentra en el primer palco de la izquierda


    9. encuentra por la vía, por la obra, pero no fue tu caso y ahí estaba tu talón de Aquiles


    10. físicamente en el edificio donde se encuentra el despacho y sus anexos

    11. cuando vuelve a tomar conciencia de sí, se encuentra batallando en la India, sin que se hayan


    12. Dada la situación en que se encuentra el señor Lemos Torquemada,


    13. inicia ese descenso a los infiernos se encuentra la lechuza de Minerva, la cual nos mira a


    14. punto en que se encuentra tu narración, todavía te hallabas en zona segura


    15. sensibilidad de una ciudadana que, de repente, se encuentra en el corazón del campo,


    16. operación, sino para todas; excepto leer, la vida de un oficial aquí no se encuentra agobiada


    17. sobre todo el europeo, se encuentra un tanto aturdido, pero quién sabe lo que podría ocurrir en


    18. negra, sentí un escalofrío de satisfacción, como cuando uno se encuentra en el interior de una


    19. se encuentra al fin cubierta de oro en toda su extensión, el hombre debe tomar la hoz y segar


    20. encuentra en la trastienda de las logias, más allá de los famosos tres grados que casi nadie

    21. encuentra están estrechamente relacionadas con las decisiones que tomó en las vidas


    22. espiritual y los obstáculos que encuentra en ese camino representan las pruebas que


    23. Cuando el espíritu todavía se encuentra en fase de evolución humana, aunque esté


    24. Y aunque ciertamente la Tierra y su humanidad se encuentra en una


    25. Imagina que una persona se encuentra con una linterna encendida dentro de


    26. Cada persona se encuentra en un punto distinto de este proceso


    27. egoísmo en el que se encuentra


    28. dicho, porque admitirlo sería ya signo de que la persona se encuentra en una etapa


    29. desprendido bastante de la vanidad y se encuentra plenamente inmerso en la etapa


    30. En esta etapa del orgullo se encuentra casi una

    31. Cuando la persona se encuentra mal emocionalmente existe un cortocircuito entre


    32. La energía vital se encuentra en todos los rincones del Universo y el pasador de reiki


    33. nueve en las montañas e irá a buscar la descarriada? Y si sucede que la encuentra,


    34. Ahora, sin embargo, él se encuentra en ese cuarto oscuro, incluso el aire mezquino, al igual que un perro


    35. Solo dale una mirada al mundo, y veras la situación en la que se encuentra


    36. Nado con delfines estilo, moviendo las piernas, se convirtió en una enorme aleta en contacto con el agua, gracias a mi nuevo órgano que se encuentra en mi punto G, y los brazos juntas


    37. Llegué a las tumbas, que se encuentra en un piso superior completamente seco y protegido a través de una línea de terminación de mármol en un agujero bloqueado por una escotilla rudimentaria; Mientras tanto la reina, hojeando manuscritos antiguos que se encuentran en algunas tumbas, donde los símbolos y figuras ocupan el lugar de las palabras, y mientras que intenta descifrar ellos, me dan un vistazo de cerca a la caja, colocadas en dos filas para formar una corredor macabro; han trabajado en bronce y decorado con arcos, líneas onduladas, círculos, relieves y depresiones en una sucesión discontinua, como para dar al espectador una sensación de agitación, hecho de prohibir, cada uno de una continuidad lógica


    38. El que escribe esto se encuentra situado en una roca


    39. como el que encuentra reposo en el fin de algo desagradable


    40. estilo y en él me encuentra

    41. Esa verdad requisada durante toda su vida, encuentra el atajo que la


    42. Cuando logra huir, y luego de tres años de penoso viaje a pie, de Caracas a Santa Fe, se encuentra al llegar con una patria que padece la más sanguinaria tiranía, a lo cual se agrega la noticia de la persecución de su familia, el sacrificio de su hermano, la confiscación de los bienes familiares por el gobierno español, el fusilamiento de sus antiguos compañeros de colegio y la muerte de su madre


    43. En 1815, a principios del año, se encuentra nuevamente en Guaduas, y fue entonces cuando tuvo oportunidad de conocer al Libertador a su paso por la población


    44. º en 1667, que se encuentra en las ceremonias políticasde esta ciudad, recopiladas por D


    45. encuentra White, esperando la salida


    46. encuentra la referencia del Sr


    47. El equilibrio siempre encuentra


    48. se encuentra gravemente comprometida la maduración del sistema


    49. co, encuentra su más acabada concreción actitudinal y afectiva en


    50. que rara vez se encuentra dentro del mundo conyugal







































    1. Son los másantiguos de esta especie que se encuentran, así en la literaturaportuguesa como en la española, aunque (atendiendo á una presunción, quequizá pudiera llamarse certeza) restos, sin duda, de otras muchascomposiciones semejantes, que se habían divulgado por toda la Penínsulapirenáica, y desaparecieron sin dejar otras huellas, puesto que seríaabsurdo no creer en su existencia, recordando las leyes y concilios,citados por nosotros en su lugar correspondiente


    2. Extrañan la relación, que puede haber entre unpastor y una tragedia, y hasta para pastor encuentran su trajeinconveniente


    3. Su comida se reduce á comer yegua, caballo, avestruces, venado ycuanto animal encuentran, pero lo que mas apetecen es la yegua, y si seven afligidos, la comen cruda


    4. totalidad de las conversaciones mantenidas por Ruano durante la mañana, se encuentran


    5. locutorio se encuentran las mismas etiquetas junto a los auriculares para seguirlos en directo


    6. ¿Y tú, has considerado que, entre esas cabezas de las que me hablas, se encuentran otras con


    7. y por estos pagos, todo el mundo lo sabe, únicamente se encuentran urbanizaciones de lujo,


    8. preciso ir a lugares especiales, sólo allí se encuentran mujeres de su talla


    9. que, dada la precariedad del estado en que se encuentran las galerías y los túneles, no se le


    10. En el astral inferior se encuentran los espíritus menos evolucionados

    11. primitivos no se encuentran mezclados con los rezagados, sino que, estando en la


    12. Los espíritus que habitan en las zonas densas del astral inferior encuentran mayor


    13. gente que está pasando por ese trance y sus seres queridos se encuentran en el más


    14. absoluto desamparo emocional, porque no encuentran ninguna explicación creíble ni


    15. medio de la niebla, por el estado de turbación en que se encuentran, y puede servir


    16. suelen tener prisa en querer abandonar el estado de sufrimiento en que se encuentran


    17. Pues las tres cuartas partes de la humanidad todavía se encuentran en esta fase


    18. reconocen cuando se encuentran


    19. llamaremos de vanidad primaria, en la que se encuentran los espíritus jóvenes, son


    20. tres cuartas partes de la humanidad, todavía se encuentran inmersos en alguna de las

    21. Pongamos el ejemplo de dos almas gemelas que se encuentran en su actual vida,


    22. tiempo los espíritus han creado las circunstancias que ahora se encuentran en las


    23. que está muy necesitada de respuestas, y cuando encuentran a alguien que les


    24. Ahora baja las primeras sombras de la noche, cuando los dos rivales se encuentran en el camino hacia la casa


    25. A menudo, cuando Mireille corre por las calles del centro, se sorprende cuando observa la boutique tan repleta de lujos, perfumerías los que ya no encuentran espacio en la ventana para exponer toda la variedad de fragancias que se venden; no entiende por qué todas esas mujeres que se reunieron están tan llenos de cosméticos: parecen maniquíes, ella tan humilde


    26. Llegué a las tumbas, que se encuentra en un piso superior completamente seco y protegido a través de una línea de terminación de mármol en un agujero bloqueado por una escotilla rudimentaria; Mientras tanto la reina, hojeando manuscritos antiguos que se encuentran en algunas tumbas, donde los símbolos y figuras ocupan el lugar de las palabras, y mientras que intenta descifrar ellos, me dan un vistazo de cerca a la caja, colocadas en dos filas para formar una corredor macabro; han trabajado en bronce y decorado con arcos, líneas onduladas, círculos, relieves y depresiones en una sucesión discontinua, como para dar al espectador una sensación de agitación, hecho de prohibir, cada uno de una continuidad lógica


    27. desfavorecidos de la sociedad se encuentran frente al ideario


    28. quizá muchísimos, y sólo unos pocos encuentran un eco


    29. reclamar con anterioridad y cuyos aspectos se encuentran


    30. En relación con las encuestas que no tienen método del todo o que tienen muy poco valor estadístico, se encuentran los "estudios sicomotivacionales" o encuestas de profundidad

    31. En ella se encuentran estos hermosos y sentidosversos:


    32. terminan haciendo enemigos dentro de su propia organización, porque a donde quiera que van encuentran


    33. Muchas personas que se encuentran en las primeras etapas del proceso de despertar sienten que ya no


    34. Se encuentran en aquellos alimentos en los que se


    35. Él la amaba: la amaba con ese amor que no conocefreno ni límites; la amaba con ese amor en que se buscaun goce y sólo se encuentran martirios


    36. Aperesek (Durazno): Se Encuentran Las


    37. Se Encuentran Los Siguientes Apellidos; En El


    38. transfobia no son reconocidas y por eso se encuentran enraizadas en la


    39. las que se encuentran millones de personas, en Sao Paulo, por ejemplo, con cerca de


    40. Pero el capitalismo y el patriarcado se encuentran en sociedades concretas y presentan variaciones notables (Skocpol, 1992)

    41. Estos sólo se encuentran en los países que cuentan con Estados legítimos y mercados laborales formales, en los cuales la mayoría de la población es exitosamente protegida por estas dos entidades


    42. Estas transformaciones del mercado laboral latinoamericano perpetúan la pobreza y agudizan la vulnerabilidad de aquellos hogares que, aunque no se encuentran en situación de pobreza, tienen una economía familiar inestable, sujeta a los vaivenes del empleo y del desempleo


    43. rEtrocEso y focalIzadas En ExpansIón Los países latinoamericanos se encuentran en distintos momentos de su transición demográfica


    44. También hay países que recién inician su transición demográfica y tienen tasas de fecundidad muy altas, por ejemplo Honduras, o países que se encuentran en etapas más avanzadas de la transición demográfica, sin llegar aún al envejecimiento de la población, como Costa Rica


    45. En el segundo se encuentran Brasil, Costa Rica, México Panamá y Uruguay


    46. En este escenario ¿cómo no ver en la emigración una alternativa? De cada 100 nicaragüenses, 12 se encuentran fuera del país


    47. En Chile, en el mundo menos dependiente al régimen de bienestar se encuentran hogares con jefatura profesional y una organización no tradicional


    48. En el mundo medianamente dependiente al régimen se encuentran hogares con jefatura profesional y organización familiar tradicional y con jefatura de pequeño/a propietario/a y con organización del trabajo no tradicional


    49. En el mundo altamente dependiente al régimen de bienestar se encuentran hogares cuya jefatura tiene una pequeña propiedad y una organización del trabajo tradicional, y con jefatura no precarizada y vulnerable, independientemente de su organización familiar


    50. En Nicaragua, en el mundo escasamente dependiente al régimen de bienestar se encuentran los hogares profesionales y con organización familiar no tradicional











































    1. encuentras tú la complicación? El tipo con el que hablé, o mejor dicho, que me interrogó, o


    2. - ¿Qué, te encuentras mejor?- la dije


    3. mundo solo encuentras un hueco en las noticias con asesinatos masivos


    4. Yate encuentras mejor,


    5. ¡Si encuentras en ello tufelicidad!


    6. —Sí, pero es que encuentras objeciones a todo, y objeciones


    7. —¿No encuentras que hace un poco de fresco bajo estos


    8. en la doctrina que el infierno está debajo de la tierra? Puesdebajo te encuentras y nada


    9. tan endiablado cuando no la encuentras en el paseo? ¿Por qué, enfin, sientes ahora tal


    10. —¿Te encuentras bien ahora?

    11. —Me miras con demasiada tenacidad, sobrina, ¿me encuentras


    12. —¿Que no lo encuentras en ella misma?


    13. años, mientrasque en un buen texto de moral encuentras cien


    14. —¡Qué encuentras de raro en eso?


    15. estabas lejos de acusarme de exageración! ¿Cómo la encuentras ahora tan deliciosa tía? Pues


    16. —¿Te encuentras bien? —preguntó


    17. Y mira a ver si encuentras otra tina para las ollas y las sartenes


    18. –Lo mejor del mundo si te encuentras en un desierto, solía decir mi padre -parloteó Kirsig mientras repartía las raíces entre los miembros del grupo


    19. – ¿Te encuentras bien, excelencia? – había preguntado solícito el joven y corpulento hombre toro


    20. »¿Actuaste solo? ¿O formas parte de una organización en cuya cúpula de dirigentes tal vez te encuentras? Detrás de tu profesión de periodista se esconde quizás una actividad secreta bien organizada y medida, con sus objetivos y procedimientos para lograrlos

    21. – ¿Te encuentras bien?


    22. Cuando hagas el viaje, a lo mejor encuentras a un gran diablero en el ayudante que te mate y te enseñe; eso depende de tu suerte


    23. –¿Te encuentras bien, Sax?


    24. –¿Te encuentras bien esta mañana, guapetona? – pregunté


    25. ¿Te encuentras bien?


    26. Pero cada vez te encuentras más débil


    27. ) ¿Te encuentras bien, Buzz?


    28. Se supone que eres un «Viracocha» y te encuentras muy por encima de semejantes paparruchadas


    29. ! —llamó el «curaca»- ¿Te encuentras bien, Alonso?


    30. —De vez en cuando encuentras alguno que desea ver el sol después de una vida tan larga —dijo Pam, como si quisiera dejar las cosas bien claras

    31. Tengo mesa de billar en casa, pero no te diviertes si no encuentras buenos jugadores; como yo soy tan aficionado, vengo algunas veces a jugar con Ned Moffat o algunos de los otros jóvenes


    32. Según mi experiencia, en una población así encuentras el mismo tipo de gente que encuentras en cualquier parte


    33. —Aparte de los mordiscos y del frío, ¿te encuentras bien? —le pregunté, cuando creí que Jason había dejado de temblar y podía empezar a hablar


    34. ¿Te encuentras sola, cariño?


    35. -Pues sí; me encuentras en un viaje de obligación


    36. Sabes que te encuentras en la época de los reptiles, hace por lo menos 100 millones de años, y que los mamíferos todavía no han hecho su aparición sobre la tierra


    37. Cuando miras hacia arriba para hacerte una idea de su tamaño, te encuentras con las fauces del Tyrannosaurus Rex


    38. Después de una hora de búsqueda, encuentras un túnel que se adentra en la tierra


    39. —¿Te encuentras bien, Robin?


    40. –¿Te encuentras bien, Skkukuk? – Una pregunta cortés

    41. Te encuentras en su estación


    42. Allí te encuentras en todo caso a abuelos despistados que se te han escapado desnudos y están dando vueltas por la planta


    43. ¿Qué relación encuentras tú entre los dos casos? ¿Qué vienes a decirme?


    44. –¿Te encuentras bien? – preguntó mi marido, frunciendo levemente el ceño


    45. PREGUNTA SI NO ENCUENTRAS LO QUE QUIERES


    46. —¿Te encuentras bien? ¿Quieres un poco de agua?


    47. —¡Eh, Penny! ¿Te encuentras bien? —preguntó Ryan a la vez que se acercaba a toda velocidad


    48. —¿Te encuentras bien? No me había dado cuenta de lo borracho que estaba Todd


    49. –¿Te encuentras bien? – pregunta Cheryl


    50. Te encuentras con él en su tienda a las cinco y media










































    1. Es un encuentro de 3 espíritus, 2 vivos en la tierra y uno vivo en el cielo, pero todos vivos


    2. Donde siguen los disparates que de enamorado hizo don Quijote en Sierra Morena incluida la desempolvada que le hizo a sus mejores dotes de poeta, y del encuentro que Güicho Panza tuvo con el cura y el peluquero de su pueblo en la venta que no quería ver ni en pintura por la manteada que le habían pegado en ella


    3. en astucias cual zorro viejo, les saldrá al encuentro, de improvisto y a salto de mata, con su


    4. Un cuñado mío arregló el primer encuentro


    5. cuando, agobiado por el chorro de procesos judiciales que le salían al encuentro por todas


    6. Por el momento me encuentro un tanto perplejo, don Caetano


    7. por todos los medios el encuentro que estábamos efectuando en ese preciso momento


    8. dobló el diario y acudió a nuestro encuentro


    9. Ese encuentro podría tener lugar en el mismo


    10. preparado el material para seguir de una manera inteligente el encuentro

    11. Pero a cada uno su propio arte y así, me encuentro feliz, sí, pero cuando orino deliberadamente manchar las paredes del baño de oficina


    12. un día cualquiera lleno de aburrimiento, y encuentro una navaja,


    13. Fue un encuentro casual


    14. Cuando tuvo su primer encuentro sexual fuera


    15. Si esperase tener algún encuentro sexual esa


    16. Opacándose en esbozos del encuentro


    17. El objeto del penoso encuentro era determinar el camino a seguir en esas inquietantes circunstancias


    18. El encuentro fue fugaz


    19. encuentro con el ser oscuro, cada


    20. encuentro, el quedo hipnotizado al

    21. encuentro, tan temprano y con un trago


    22. en el encuentro con el otro: cálido, duro, frío, agradable, áspero,


    23. El tacto es el auténtico punto de encuentro entre los sujetos


    24. Acariciar es participar en un encuentro que al final refuerza la emer-


    25. seda para tornarse garra, fracasando el encuentro y abriéndose paso


    26. se orienta hacia el encuentro corporal y perceptual con la persona


    27. oculto de sus fantasías y deseos, es también un lugar de encuentro


    28. Es este encuentro con


    29. vida, tiene como recompensa su encuentro con la gracia


    30. moles urbanas, lugar para el encuentro de los sujetos

    31. propician el mítico encuentro


    32. dirige los pasos del encuentro


    33. Lo que sigue se inspira en los análisis de: Chaunu, Pierre, Historia, ciencia so-cial (Madrid, Ediciones Encuentro, 1985), pp


    34. Madrid, Ediciones Encuentro, 1985


    35. Subo y me les encuentro muydesanimados


    36. Sale, sedirige a la calle de la Magdalena, y se para ante el escaparate de latienda de tubos, obedeciendo a esa rutina del instinto por la cual,cuando tenemos un encuentro feliz en determinado sitio, volvemos alpropio sitio creyendo que lo tendremos por segunda vez


    37. vocabulario abarrocado, manierismos y demas, lo encuentro divertido con un toque


    38. Los españoles, sabedores dela llegada de los expedicionarios y de que rondaban por esos lugares, lesalieron al encuentro en número de cuatrocientos hombres


    39. De este encuentro contaba Martí: «Me sientopuro y leve, y siento en mí algo como la paz de un niño


    40. Fernandez! cuando me encuentro ante unapersona que estimo y respeto, prefiero ser el acusado á ser elacusador, prefiero defenderme á ofender

    41. Al otro día, nuevo encuentro en la escalera


    42. ¡me encuentro tan bien aquí!


    43. Diversidad, y el Encuentro Ecuménico de las Minorías Sexuales (EEMS), junto con otros


    44. el Grupo LGTTB de Amnistía Internacional, el Encuentro Ecuménico para la Liberación


    45. organizó el Primer Encuentro Nacional GLBTT, en 2005, y en 2006 se dieron las


    46. lo constituyó la realización del II Encuentro Centroamericano por los Derechos de la


    47. 73 II Encuentro Centroamericano por los Derechos de la Diversidad (2009 4 septiembre) Pronunciamiento


    48. II Encuentro Centroamericano por los Derechos de la Diversidad (2009 4 septiembre)


    49. Ponencia al II Encuentro Nacional de Escritores:


    50. A pesar de que no se mencionan, por supuesto existieron cinco hermanas Díaz y claro que sí, nacieron alternados los varones y las mujeres —con estas últimas revelaciones hechas por la abuela, me sentí tan agotada como si hubiese tenido un encuentro a bala limpia con la Guardia—














































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