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graneros ajenos, improvisando un lecho de heno, compartiendo su ocasional
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Poblado De Hierbas} / Heno, Y Sus Derivaciones; Belarduru, Belardi, Belargazi,
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inanición entre dos montones de heno, dudando por cuáldecidirse
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escribir en losmíos: sin duda se debió de atener al refrán: "De paja y de heno
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Un olor de heno reciéncortado llenaba el
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ennegrecidas por el humo, con esas chozas cubiertas de heno
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montones de heno y de los setos
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Del vallesubía olor de heno recién segado, aroma de flores y
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Tendidos por la yerba, y por el heno,
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En bestia, y heno y yerbas ha pacido
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entrar en el establo, y este rumor, unido al gratoaroma campesino del heno que los mozos subían
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a heno, se oían los golpes y los cencerrillos yesquilas del ganado
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en elsoportal, y el heno que asomaba por los agujeros de una de
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gallardamenteen el horcón clavado por sus puntas en el heno,
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El viento empezó a soplar con más fuerza por el heno
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Pensó en bajar, pero para cuando llegara allí, los muertos ya habrían llegado a la puerta principal; ya eran un número más que considerable invadiendo el recinto y propagándose como un fuego sobre un montón de heno
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Y un montón de heno ardiendo
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El aire caliente era perfectamente estival, pero en aquel patio creía uno percibir el suave murmullo de una corriente extrañamente fresca que susurraba, como voces, en los rincones y jugaba con el polvo y con los restos de heno y de paja dispersos en el suelo
19.
Vimos los enormes montones de heno
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El heno está ardiendo y amenaza la vivienda
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Los pollos arañan el polvo y el heno
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Tránsito Soto hizo salones franceses con muebles capitoné, pesebres con heno fresco y caballos de cartón piedra que observaban a los enamorados con sus inmutables ojos de vidrio pintado, cavernas prehistóricas, con estalactitas y teléfonos forrados en piel de puma
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El cuerpo de Susana, blando y suave, se estremecía y ondulaba, era un pez en el heno, la ca-beza giraba de lado a lado en la desesperación del placer, el cabello siempre en la cara, los labios abiertos en un largo quejido, las manos buscando a Diego para dirigirlo por la hermosa topografía de su cuerpo, hasta que su lengua la hizo estallar en gozo
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Cuando nos adentramos en Venecia, vimos las aguas cubiertas de desperdicios; astillas, heno, cáscaras de naranja y tallos de col
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Flotaba en el aire un olorcillo a alquitrán, a menta y a heno recién segado
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Durante el día iba a ayudar a éste o aquél a segar heno, arar, ordeñar o talar árboles, y nunca parecía cansado
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La puerta estaba abierta, de modo que todo estaba mojado en el interior, pero pronto los caballos estuvieron desensillados y con un montón de heno fresco en el suelo
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Y he aquí que el tintorero se puso a partir y a probar los alimentos como el picapedrero que parte bloques de piedra en las canteras, y a devorarlos con un ruido igual al que haría un elefante que estuviera días y días sin comer y tragara con gruñidos y gargarizaciones; y unos bocados ayudaban a otros bocados, empujándolos a las puertas del gaznate; y cada pedazo entraba antes de que hubiera desaparecido el anterior; y los ojos del tintorero se abrían exageradamente como los ojos de un ghul al desfilar cada trozo y lo cocían con sus resplandores, abrasándolo, y resoplaba y berreaba cual un buey que bramase ante las habas y el heno
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No se oía mas ruido que el que hacían los dos cuerpos en la lucha entablada sobre el heno
30.
¡Deberías llevar heno en el cuerno!
31.
Briznas de heno le salían de los bolsillos
32.
Una leyenda apócrifa cuenta que dos días antes de la detención general, es decir, el 11 de octubre de 1307, una carreta cargada de heno tirada por bueyes -este tipo de detalles son imprescindibles en toda leyenda que se precie de auténtica- salió de la casa del Temple en París con rumbo desconocido; claro que es de suponer que, en un complejo como el del Temple parisino, saldrían y entrarían cada días varios carros
33.
¿Qué llevaba esta carreta especial, además del visible heno? Para los amantes del esoterismo templario no cabe duda, allí iba escondido el tesoro de la Orden, que, sabedora de la inmediata detención e incautación, lo ponía así lejos del alcance del rey Felipe IV
34.
El dulce aroma del heno aplastado impregnaba el aire
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Cogieron una bala de heno para los caballos y se quedaron un rato apoyados en la valla observando cómo los animales comían
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Eugene, Cotton y los niños arrearon, ya cansados, a los animales hacia su nuevo hogar y cubrieron el suelo con heno recogido de los campos y del granero
37.
Del otro lado del patio estaban los establos, cálidos y llenos de la fragancia al heno y a los caballos
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En el heno ha sembrado la oración
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oloroso está el heno;
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Oloroso está el heno en la carreta,
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-Oloroso está el heno, buen amigo,
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» Decía así: «Ensaladas, canela, queso, pimiento, mazapán, el aroma del heno recién segado [¿hay alguien capaz de seguir leyendo?]…, las rosas, las peonías, el espliego, el champagne, las convicciones políticas que no sean demasiado firmes, Glenn Gould…» Esta lista, firmada por Roland Barthes, continúa, como suele ocurrir con todas las listas
43.
El sonido de las yeguas y los potros y el aroma del heno y la piel le traían recuerdos del pasado, de una infancia vivida entre establos y que no podía evitar añorar
44.
50 pasó el camión de un granjero, con un remolque cargado de heno, en dirección al mercado de la ciudad
45.
La plaza era ya un horno; fuera, una pareja de bueyes uncidos a un carro rumiaba apaciblemente su ración de heno, mientras las moscas paseaban alrededor de sus tristes y pacientes ojos
46.
El Mochuelo se recostó plácidamente sobre el montón de heno, sintiendo a su lado la consoladora protección de Roque
47.
Las variaciones anuales afectan al crecimiento de los prados para obtener el heno del que dependía la economía noruega, así como también a la cantidad de hielo marino, que a su vez afecta a la caza de focas y a la posibilidad de emprender travesías marítimas comerciales, ambas importantes para los vikingos
48.
Las variaciones climáticas tanto en distancias reducidas como de un año a otro resultaron críticas, puesto que Groenlandia era adecuada para producir el heno de los noruegos en el mejor de los casos solo con escasa rentabilidad, de manera que establecerse en un lugar ligeramente peor que otro, o atravesar un año solo levemente más frío de lo habitual, podía traducirse en no disponer de heno suficiente para alimentar al ganado durante el invierno
49.
Las variaciones climáticas anuales quedan ilustradas por la experiencia reciente de los rendimientos de heno en las explotaciones de ganado ovino que reanudaron su funcionamiento en Groenlandia a principios de la década de 1920
50.
Los años más húmedos suponían un mayor crecimiento de vegetación, que por regla general representa buenas noticias para los pastores porque se traducía en un incremento del heno para alimentar sus ovejas y de la hierba con que se alimentaba al caribú salvaje (y, por tanto, del número de caribús que cazar)
51.
Sin embargo, si cae demasiada lluvia durante la siega del heno en agosto y septiembre la producción de heno decrece porque tarda mucho en secarse
52.
Un verano frío es perjudicial porque disminuye el crecimiento del heno; un invierno largo resulta malo porque supone que hay que guardar a los animales en establos durante más meses y hace falta más heno; y un invierno con mucha deriva de hielo procedente del norte es malo porque se traduce en nieblas veraniegas más densas que son perjudiciales para el crecimiento del heno
53.
Solo había carne de ganado en épocas de matanza, sobre todo en otoño, cuando los agricultores calculaban cuántos animales serían capaces de alimentar durante el invierno con el heno que habían recogido ese otoño
54.
Era necesaria también la integración de las granjas ricas y pobres, ya que la producción de heno y el crecimiento de la hierba dependía en esencia de una combinación de dos factores: la temperatura y las horas de luz solar
55.
Unas temperaturas más elevadas y un mayor número de de luz solar durante la estación de crecimiento estival suponía que una granja podía producir más hierba o heno y, por consiguiente, alimentar a más ganado, tanto porque este podía pastar al aire libre durante el verano como porque disponía de más heno durante el invierno
56.
Por tanto, en un año bueno las mejores granjas de las zonas más bajas del interior de los fiordos u orientadas hacia el sur producían grandes excedentes de heno y ganado, muy superiores a las cantidades necesarias para la supervivencia de los habitantes humanos de la granja, mientras que las granjas pequeñas y pobres de las zonas altas y próximas al exterior de los fiordos o no orientadas al sur producían menores excedentes
57.
En un año malo (más frío o con más niebla), cuando la producción de heno caía en todas partes, las mejores granjas todavía podrían haberse quedado con algún excedente, aunque pequeño
58.
Pero las granjas más pobres podrían haberse visto sorprendidas sin disponer siquiera de heno suficiente para alimentar a todos sus animales durante el invierno
59.
Muchos acontecimientos climáticos posibles podrían despertar al fantasma del hambre: un verano corto, frío y con niebla, o un mes de agosto húmedo que mermara la producción de heno; un invierno largo y con mucha nieve, que resultaba muy duro tanto para el ganado como para el caribú y que incrementaba las exigencias de heno para el ganado; la acumulación de hielo en los fiordos que impidiera acceder a la zona exterior de los mismos durante la temporada de caza de focas en los meses de mayo y junio; algún cambio en la temperatura del océano que afectara a las poblaciones de peces y por tanto a las poblaciones de focas, que se alimentaban de peces; o un cambio climático en la remota zona de Terranova que afectara a las focas pías y capuchinas en sus zonas de cría
60.
Incluso en los mejores años, el asentamiento occidental se acercaba más al umbral mínimo de producción de heno que el asentamiento oriental, y un descenso de solo 1 °C en la temperatura estival habría bastado para producir pérdidas en la cosecha de heno de esa antigua localidad
61.
Una de esas fuerzas consistía en las fluctuaciones del clima, que hacían que en los años malos las granjas más pobres se endeudaran con las granjas más ricas que les prestaban heno y ganado, las cuales finalmente conseguían hacer valer sus derechos sobre ellas
62.
En la actualidad, entre las ruinas de las granjas de Groenlandia todavía quedan evidencias visibles de esta jerarquía: comparadas con las granjas pobres, las granjas mejor situadas cuentan con una extensión mayor de buenos pastizales, establos y corrales mayores con pesebres para más animales, cobertizos para heno mayores, viviendas más grandes e iglesias y herrerías mayores
63.
Pero esas soluciones también presentaban inconvenientes: los huesos y el estiércol podrían haberse utilizado para abonar campos con el fin de incrementar la producción de heno, y quemar turba equivalía a destruir los pastos
64.
Con pocas guadañas, cuchillos de carnicero y cuchillas de esquilar de hierro, o teniendo que fabricar esos utensilios con huesos o piedra, se debió de tardar más en cosechar el heno, despiezar el cuerpo de un animal y esquilar una oveja, respectivamente
65.
Recordemos que entre las islas noruegas del Atlántico, Groenlandia era la más fría ya antes del impacto humano, y por consiguiente aquella en la que el crecimiento del heno y el pasto era uno de los menores
66.
Ya desde los primeros tiempos de la colonia noruega, los recursos naturales de Groenlandia apenas eran suficientes para soportar una sociedad de pastores de un tamaño viable, pero, además, la producción de heno en Groenlandia varía de forma muy acusada de un año a otro
67.
Aquello mermó aún más la producción de heno, además de bloquear las rutas marítimas entre Groenlandia y Noruega con los hielos marinos
68.
Cuando la producción de heno decayó y el ganado había muerto todo o estaba siendo consumido como carne en las granjas más pobres del asentamiento oriental, sus colonos habrían tratado de abrirse paso a empujones hacia las mejores granjas, que todavía dispondrían de algunos animales: Brattahlid, Hvalsey, Herjolfsnes y, por último, Gardar
69.
La introducción de estas especies resulta aún más dramática debido a que se llevó a cabo de forma intencionada y con mucho esfuerzo, en lugar de ser consecuencia de que, inadvertidamente, se hubieran entremezclado con el heno unas semillas diminutas, como en el caso de la propagación de muchas malas hierbas muy perjudiciales
70.
El mandadero fue a buscar heno al establo y lo puso delante del caballo; luego los dos hombres entraron en la casa
71.
Recogimos el heno seco en grandes almiares, que levantamos sobre capas aislantes de helechos para evitar la corrosión de la humedad y el saqueo de las ratas
72.
Ahora, el olor a heno seco, el movimiento del agua le hizo desear echarse a dormir sobre el heno en un solitario pajar, lejos de las ruidosas autopistas, detrás de
73.
Recortó dos palos largos y tiesos de un par de azadas medio practicadas que encontró en el porche, y luego cortó varias tablas planas de una de las chozas para el heno
74.
–La libre iniciativa, el secreto de todo está en la libre iniciativa -dice estirando los largos brazos, tendido en el heno del barracón, y vuelve para seguir las líneas con el dedo, moviendo los labios, para continuar en el libro la vida de aquellos países libres y felices
75.
La Puerta de los Dioses estaba abierta cuando llegaron junto a ella, pero había dos docenas de carromatos alineados a lo largo del camino, cargados de barriles de sidra, bidones de manzanas, balas de heno y algunas de las calabazas más grandes que Jaime había visto en su vida
76.
Cogió la linterna, que servía de fanal, y se deslizó en los dominios de Jean impregnados de un cálido olor a heno y cuero
77.
El perfume a prados húmedos y heno recién segado anunciaba el fin de la luminosa jornada estival
78.
Una carretera tirada por un par de bueyes, cargada de heno, y algún rebaño pasaban el puente en dirección a la puerta principal de la muralla
79.
Se tumbaron encima del heno cortado
80.
Y cuando llegaron a los establos habilitados en los muelles, hallaron varios rebaños de cabras, ovejas, gallinas y bueyes en perfecto estado, además de innumerables sacos de heno, grano y algarrobas acumulados para alimentar a los animales durante la travesía y, si era necesario, durante las primeras semanas de la campaña en África
81.
Cuando regreso al vagón me encuentro a Silver Star apoyado en la pared, con heno hasta las rodillas
82.
Cuando llevamos el heno en carretillas a la tienda de los establos, los caballos piafan, se revuelven y estiran los cuellos para robar bocados antes siquiera de que toque el suelo
83.
Unas cuantas hebras de heno ruedan perezosas sobre la tierra pisoteada
84.
Helen extendió las mantas encima del heno
85.
Luego se tendió con desesperada determinación sobre el lecho de heno
86.
Se besaron de nuevo y James condujo suavemente a Gwyneira hacia el heno; pero entonces Helen les interrumpió
87.
Al hombre le faltaba la mano izquierda, lo que no le impedía agitar una gruesa vara con la derecha mientras abroncaba a otros tres que apilaban balas de heno seco en un rincón del almacén
88.
El último tramo lo realizaron madre e hija sobre unas brazadas de heno, en un carro tirado y empujado por un padre y sus tres hijos
89.
Todo ha sido revisado por la oficina de censura, por la asociación de las buenas amas de casa y por los supervivientes del mercado de heno de Riot
90.
El hombre hundió la horquilla en el heno, a su lado, y lanzó el forraje por los aires a la carreta
91.
Los niños casi quedaron sepultados bajo el heno
92.
Naturalmente, no sabía nada de estos indonesios, ni de por qué habían aparecido en este momento para salvarle la vida, pero el heno de que tuvieran armas y no le estuvieran disparando implicaba que de momento, al menos, eran sus mejores amigos
93.
Haré levantar suficientes tiendas para todos, fuera de las murallas, y les procuraré viandas y heno suficiente para sus caballos
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Carmen, con el corazón encogido, corrió a desatarlos para que se pudieran mover mientras Volker iba a buscar algo de heno, Encontró un almacén con hierba al fondo del edificio, comprobó que estaba seca y en buen estado, y volvió cargando una carretilla
95.
Había balas de heno en el suelo y separó de ellas un puñado de semillas y se sentó a masticarlas sobre los talones
96.
¿Por qué los perseguía, y por qué llevaba una guadaña si esos meses se dedicaban a la preparación del heno?
97.
lo mezclaron con turba y tierra y llenaron las eras a rebosar, y luego echaron encima una capa de un par de palmos de heno suelto
98.
hubiera querido dejar heno en el bosque para los ciervos, pero jan smith la disuadió