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    otero exemples de phrases

    otero


    1. Emprendieron Su Viaje Hacia el Cercano O Medio Oriente]), Otero, Otera, De


    2. de otero en otero, en trenza y encabello, sin más vestidos de aquellos que eran menester para


    3. duda venían de la lumbrada del Otero


    4. emprendieron la marcha hacia laromería del Otero


    5. Con sus despachos periodísticos para la agencia Prensa Latina, Marcela Otero rompió el bloqueo informativo de la dictadura y puso a disposición del mundo un flujo de información no oficial sobre Chile


    6. "Marcela Otero actuó con audacia e inteligencia, acreditándose como corresponsal del Diario 16 ante la Asociación de Corresponsales de Prensa Extranjera y siendo su miembro regular desde que llegó a Chile", dijo Gustavo González, director de Inter Press Service


    7. Me llamo Álvaro Carrión Otero, en noviembre cumpliré cuarenta y un años, soy hijo de Julio Carrión González, un pobre hombre adicto a las benevolentes y quizás mortales trampas de la química, la mujer que tengo delante se llama Raquel Fernández Perea, tiene unos treinta y cinco años, una edad razonable para ser la hija, hasta la nieta de mi padre, pero era su amante, la amante de un anciano que sucumbió a la debilidad de creer que lo importante no era echar un polvo, sino saber que el próximo no sería todavía el último, un combate tan desigual, tan desproporcionado, tan fracasado desde antes de empezar, que sólo la victoria de la muerte podía culminarlo, y la muerte triunfó, mi padre está muerto, yo no, yo estoy vivo, tengo una profesión que me gusta, un trabajo que me gusta, una casa que me gusta, un hijo que me gusta, una mujer que me gusta, tengo mucha suerte, mi mujer se llama Mai, tiene treinta y siete años pero no los aparenta, tampoco se llama Maite, María Teresa, como piensa todo el mundo, se llama Inmaculada, pero ella también tiene mucha suerte, porque su hermana pequeña no sabía decir su nombre e inventó un diminutivo que le gusta mucho más, a mí me gusta mi mujer, me gusta mi hijo, me gusta mi trabajo, mi profesión, me gusta mi vida, que no es ésta, que no se parece a esta sucesión de días cargados de nubes y de culpas, de sorpresas y de mentiras, ésta no es mi vida, esto no es nada más que una pura coincidencia, una cadena de acontecimientos triviales, casuales, una serie de accidentes sin ninguna relación lógica entre sí al margen de la fatal necesidad de mi presencia en todos ellos, eso es todo, eso ha sido todo, eso me ha traído hasta aquí, pero éste no soy yo, yo no me parezco a este hombre alterado, abrumado, exacerbado, exhausto, estremecido por un deseo violento y perverso, insano y formidable, este instante que no se parece a ningún otro instante que yo haya vivido antes, yo no soy así, ésta no es mi vida, yo me llamo Álvaro Carrión Otero, en noviembre cumpliré cuarenta y un años, soy hijo de Julio Carrión González


    8. De allí la sacó Rafael Otero, un joven delicado y ambicioso, sin estudios pero con contactos políticos, que se la llevó a la capital en diciembre de 1933, cuando su protector, diputado de la derecha, le ofreció un puesto en un ministerio


    9. Ambas cosas eran verdad, y que la recepción de Construcciones Carrión mejoró mucho con Angélica Otero Fernández detrás del mostrador


    10. 1955 fue el gran año de Angélica Otero Fernández, y no tanto por el éxito arrollador que empezó a cosechar entre los hombres que la rodeaban, como por la habilidad con la que los utilizó para alzarse con el premio gordo de su vida, el objetivo principal que había guiado sus pasos desde que una tarde de primavera de 1947 se entretuvo en calcular los años que tendría Julio Carrión González cuando ella cumpliera veinte

    11. En ese momento, fue Álvaro Carrión Otero, y no su madre, quien llamó a la puerta de aquel despacho


    12. Bien puebla todo el otero y allí las tiendas levanta,


    13. Otero de Arce


    14. Otero de Arce conduce un grupo de 36 españoles y 40 letones de la 81ª División en un reconocimiento al SE de Pagost Ushin, cruzan Maloye Utschno y Bolshoye Utschno encontrando fuerte resistencia en Shiloy Tschernez que desalojan a punta de bayoneta


    15. Otero de Arce y un grupo de soldados frenan el avance de los carros y esquiadores, mientras los demás evacuan a los heridos hacia el PM de la Cía


    16. Otero de Arce avanza con 7 de sus españoles y dos Secciones alemanas, con el apoyo de un P-IV, hacia Shiloy Tschernez entre una tormenta de nieve y el fuego graneado de los ruskis que le hacen frente, encontrándose con el Alf


    17. Otero de Arce parte hacia el E con tan sólo 15 españoles y 5 soldados letones en busca de las fuerzas alemanas de Vsvad que habían acordado retirarse a través del cerco ruso


    18. Otero de Arce se saludan militarmente y se abrazan efusivamente sobre el hielo


    19. Desde su tienda de mando, en la intersección de la via praetoria y la vía principalis (en un otero, de modo que desde él pudieran verse las cuatro murallas), el general se dedicaba a recorrer las dos avenidas, entraba en las bocacalles bordeadas de tiendas de piel de ternera embreada o de chozas de tablones, sin dejar de hablar con los soldados, explicándoles sus planes y mostrándose seguro de si mismo


    20. y yo le apreté la manga con fuerza creyendo que tal vez podríamos partir todavía y no podíamos, con qué dificultad se curvan las espaldas, con qué dificultad los brazos, con qué dificultad las piernas se mueven, en el sitio de la Estrada Militar no hay soldados marchando con un oficial y un tambor al frente, sino chabolas de negros y gitanos, de gitanos y de negros, sin una luz salvo la de los dientes y la de la baba de los perros tan enclenques como ellos, barracas con trozos de cartón, con tablas, con duelas de barricas, con maderas de andamios, mujeres descalzas calentando cazos en las piedras, niños con rostros como charcos, cieguitos, aun en septiembre un lodazal de lluvia, pobres de vosotras que habréis de entrar a la iglesia (y yo encerrada en el ataúd) y al empujar la antepuerta las llamas de los cirios se inclinarán trémulas hacia vuestro luto que dura lo que una misa y un entierro y habréis de mediros, indecisas, ¿A cuál de nosotras le tocará, Manuela?, ¿A cuál de nosotras le tocará, Luisa?, el cementerio lleno de maridos que no esperaron, que no esperan, ¿Oyes la tormenta?, no es que yo tenga miedo, tú sabes que no tengo miedo, de qué sirve tener miedo, pero habla conmigo, pero quédate ahí un rato, pero no cuelgues todavía, en Ericeira encendía la salamandra al atardecer, el viento en los pinos me aterraba, por la ventana de la sala la colina bajaba hacia las dunas y la arena brillaba, las olas me rompían los huesos en la muralla, mis sobrinos seguían en bicicleta hacia el agua que la bandera roja prohibía, había un café desierto, con grandes letras pálidas, en la cima del farallón, nadie frecuentaba aún la playa de Sao Lourenço, sólo habitada por raras gaviotas, ningún veraneante, ninguna sombrilla, ningún bañista, adolescentes lejos de sus padres saltando por las rocas, y ellas proyectando partidas de canasta, proyectando excursiones a Sicilia, a Yugoslavia, a Leningrado, a Egipto, ¿No te parece, Maria Antonia?, y yo que sí con la cabeza, imaginando un autobús de visitas que tejen por Europa, Sicilia claro, Yugoslavia claro, Leningrado claro, tiene un museo estupendo, Egipto, las pirámides, la Esfinge, y por qué no una excursión a Benfica, y por qué no una excursión a lo que fuimos, bodas, procesiones, bailes de carnaval, partidos de hockey, el lobo de Alsacia de mi padre, encerrado y soltando aullidos, en una jaula, y después de salir las visitas, con sus Sicilias y sus museos, mi sobrino, de espaldas a mí, observando el mercado nuevo, Si la tía no quiere ponerse en tratamiento de quimioterapia no se pondrá, no se preocupe, y yo a él ¿Cuánto tiempo, hijo mío?, y él, cambiando los cacharros de posición, No lo sé, y entonces lo vi sentado en la Quinta do Jacinto, bajo un nogal seco, él, que vivió en Londres, que trabajó en Londres, que tenía ocho canales de televisión y una criada española, ni de la existencia de la Quinta do Jacinto sabía, viviendas con dalias mustias en el otero de Alcántara, el borracho que irrumpía en la sala de costura asegurando Yo vuelo, la modista que lo amenazaba con la plancha y después, ya más calmada, La niña disculpe pero es por culpa de estas cosas y otras más que tengo el corazón hecho una pena, y mi sobrino, con la cartera en las rodillas, en espera de la noche para entrar en casa como yo espero el día para entrar en la muerte porque, no sabiendo gran cosa, sé que moriré de día, durante las primeras horas del día, con un vecino médico, llamado con tal urgencia que ni tiempo tuvo de peinarse, que me auscultó el corazón parado pensando que lo oía cuando lo que realmente oía era el cangilón del ascensor, y conmigo morirán los personajes de este libro al que llamarán novela, que en mi cabeza, poblada de un pavor del que no hablo, tengo escrito y que, según el orden natural de las cosas, alguien, un año cualquiera, repetirá por mí del mismo modo que Benfica se ha de repetir en estas calles y fincas sin destino, y yo, sin arrugas ni canas, cogeré la manguera y regaré, por la tarde, mi jardín, y la palmera de Correios crecerá de nuevo antes que la casa de mis padres y que el molino de zinc pidiendo viento, y mi hermana, viuda también y sin el pecho izquierdo, amputada del pecho por un cáncer, un cáncer como el mío, un cáncer, un cáncer, No es que yo tenga miedo a las tormentas, hay pararrayos por todas partes y además de qué sirve tener miedo, pero no cuelgues todavía,

    21. Otero, el Morro de Valencia


    22. -¿O'Donnell dónde está? Se habrá quedado en el Otero dando sus disposiciones


    23. En marcha hacia su campamento, situado entre el Otero y la Veguilla, no lejos del Cuartel general, Juan sintió el descenso de su entusiasmo, al ver que en una camilla traían al pobre Pulpis gravemente herido


    24. En Vergara estaba el comandante Castillejo, de ambos conocido; en Húsares de la Princesa servía Vallabriga, a quien Leoncio trataba en Madrid, y con varios oficiales del Príncipe había entablado relaciones Santiuste en el campamento del Otero


    25. El estanque diáfano le recordaba al paisaje que se divisaba desde el otero de la propiedad de Cipher


    26. Todo el enredo se aclara en el libro de Luis Miguel Martínez Otero, El priorato de Sión


    27. MARTÍNEZ OTERO, Luis Miguel, El priorato de Sión


    28. —¿Quiere echarle un vistazo mientras yo voy al Otero de los Hackers?


    29. El portón estaba cerrado y sólo alcanzó a distinguir las figuras de Joaquín Larios y Arcadio Otero


    30. Alejandro observó el despliegue desde un otero, rodeado por los cornetas y los mensajeros

    31. Entre los fotografiados figuraban todo tipo de personajes, desde toreros como el Gallo y Pepe Bienvenida, hasta el mismo rey de España, políticos y presidentes del gobierno, pasando por literatos y pintores del calibre de Blasco Ibáñez y Pablo Picasso, tenores como Miguel Fleta y científicos como Einstein; hasta cupletistas como la Bella Otero y la Fornarina


    32. Macro señalaba en dirección a un otero cubierto de musgo que había junto al camino, y Cato se levantó a regañadientes para obedecer


    33. –¡¡Andrea!! ¡¡Andrea Otero de los cojones!!¿¡Dónde está!?


    34. –¿Tienes catorce millones de euros en el banco, Otero?


    35. –Y airear a los cuatro vientos en la portada de la sección de Internacional una simple confusión del accionista mayoritario de uno de nuestros principales anunciantes es una cagada, Otero


    36. –No me jodas, Otero -dijo el director-


    37. –Más a la derecha tienen ustedes a Andrea Otero, nuestra cronista oficial


    38. –Señorita Otero, esto es muy, muy peligroso


    39. El padre Fowler y Andrea Otero estaban sentados a la sombra de la pared este del cañón


    40. –Señorita Otero, oyó usted la conversación de los soldados cuando estaba bajo la plataforma, ¿me equivoco?

    41. –Padre Fowler, entiendo y agradezco su preocupación por el bienestar de la señorita Otero, que yo mismo soy el primero en suscribir


    42. de Andrea Otero por la Policía Jordana del Desierto


    43. Ahora subían por un otero


    44. En cualquier caso, le mantuvo la mente ocupada hasta que coronaron el otero y se encontraron perdidos y rodeados por el Olor: un pestazo a sal amónica tan desagradable que hizo que los caballos sufriesen un ataque de pánico y obligó al cochero a emplear hasta su última reserva de ingenio, voluntad y habilidades con el látigo para contenerlos, dar la vuelta y llevarlos en sentido contrario al viento, lejos del aire asqueroso


    45. Un abejorro zumbó sobre el otero que era el puño del Abuelo y aterrizó en un matorral de tomillo que había crecido bajo una uña pétrea


    46. Desde más de un otero puedo ver a lo lejos la civilización y las viviendas humanas


    47. otero, un río de agua rápida y


    48. desde un otero donde estaban


    49. otero, pues el regreso es muy arduo


    50. cuando lo ve galopar por el otero, se


























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