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    rabino exemples de phrases

    rabino


    1. cuando de pronto el rabino -dispuesto a lucir el suyo- con gesto ampuloso


    2. Ramban Y Son Las Iniciales R M B N, R = Rabino,


    3. Loew, Nuestro Maestro El Rabino Loew, Creador Del Gólem [Un Golem Es En El


    4. Bernaldez afirmaque por narracion de un rabino á quien él


    5. alfaquí y el rabino, y que castigaba con penas morales a los quepor exceso de celo turbaban el


    6. ganar el crédito de Rabino y oráculo entre todos, se habíarevestido de la Secta de los


    7. Pero persuadidos los cuatro, el Rabino Estruch,


    8. ó al rabino de luenga hopalanda


    9. Entonces, ciertamente, el único refugio era estar en casa de uno, en las cien puertas, en el interior de la propia comunidad, el lugar por excelencia, precaria barricada contra todos los ataques, polo familiar donde se encontraban los infelices de todas las edades, el rabino y los parnasos, el judío detestado y su familia pobre y rechazada, y el estudio y la enseñanza para unirlos


    10. Mi rabino decía que era preciso permanecer lo más vestidos posible, o estar juntos a través de una sábana agujereada

    11. » También puede hallarse en el mundo entero, incluso una generación antes de Jesús, en los textos del rabino Hillel


    12. El rabino se quedó aturdido


    13. —serás un buen rabino algún día, pero debes comprender todo esto


    14. Los colonos judíos bajo la dirección de un rabino particularmente violento y repelente llamado Moshe Levinger empezaron a «regresar» y a construir en lo alto de la ciudad una fortificación llamada Kiryat Arba, así como algunos asentamientos más reducidos en su interior


    15. ¡Menuda mueca burlona, además, en el rostro de quienes aceptan los donativos en efectivo que se hacen para sustituirlo! La denominada Regla de Oro, a veces identificada innecesariamente con una leyenda popular sobre el rabino Hillel de Babilonia, simplemente nos anima a tratar a los demás como hubiéramos deseado que nos trataran ellos


    16. 4 Kant no conocía la existencia de este predecesor suyo del pueblo llano, y cuando pasó a ocuparse del más reconfortante tema de la ética tal vez no sabía que su «imperativo categórico» tenía ecos de la Regla de Oro del rabino Hillel


    17. —Respetado rabino —comenzó—, no quisiera pecar de desmedido y me voy a ceñir a la verdad de los hechos que hasta mí han llegado


    18. —El rostro del rabino mayor denotaba una gran preocupación


    19. —El gran rabino ha pedido audiencia con premura y está en la antesala esperando


    20. Sara gimoteaba en un rincón de la estancia y sus hipos pusieron nervioso al rabino

    21. El mensajero llegó a la casa del gran rabino en un breve tiempo, y en menos tiempo todavía le puso al corriente de los terribles hechos que estaban acaeciendo y que le habían obligado a acudir hasta allí en demanda de auxilio


    22. El canciller, apenas supo del grave incidente, se interesó al punto por el estado del rabino y tras atender a los visitantes, prometerles todo tipo de reparaciones y decirles que el rey sabría castigar aquella tropelía, les aseguró que, a lo más tardar un día, habría de acudir a la casa de los Abranavel para interesarse por la salud de tan dilecto y distinguido amigo del monarca


    23. Al atardecer del segundo día, una carroza tirada por un tronco de cuatro hermosos caballos y en cuya portezuela destacaban las armas del rey, se detenía frente al arco de la casa del gran rabino y un palafrenero se precipitaba desde el pescante hacia la portezuela, antes que el auriga hubiera detenido completamente el carricoche, a fin de abrirla y desplegar los dos peldaños de la escalerilla del estribo, en tanto el postillón terminaba por detener a los fogosos animales para que el canciller del reino pudiera apearse del vehículo


    24. La esposa del gran rabino se puso en pie ayudada por el canciller y comenzó a hablar entre llantos y sollozos


    25. Al llegar la comitiva, el sirviente se hizo a un lado a la vez que la abría y, precedidos por la mujer, el canciller y el amanuense entraron en la estancia donde yacía el rabino


    26. En el jardín de la casa de los Abranavel se habían reunido, además de los criados de la casa, los amigos y deudos del rabino que, en aquellos momentos y por su expreso deseo, era conducido, recostado en unas angarillas, hasta la primera fila del lugar donde se iba a celebrar el acto


    27. Abdón Mercado se adelantó a recibirla, pues era el rabino celebrante, y Rubén se colocó bajo la juppá, abierta por los cuatro costados simbolizando la hospitalidad que debía dispensar todo hogar judío, esperando la llegada de la novia emocionado y sin acabar de creer que él era el afortunado mortal que iba a desposar a aquella criatura


    28. » Un suspiro de alivio pareció recorrer a la concurrencia cuando todo hubo finalizado, al ver que el gran rabino había resistido las emociones de aquella ceremonia y que, con los ojos muy abiertos, había observado todos y cada uno de los detalles


    29. Al finalizar todos eran conscientes de las inmensas riquezas que había acumulado en vida el ahora agonizante gran rabino


    30. Las dos mujeres, transidas de dolor y apoyándose la una en la otra, abandonaron la estancia y se dirigieron al salón principal, seguidas por el ama a prudente distancia, donde los parientes y allegados más próximos aguardaban inquietos que se les notificara oficialmente la muerte del rabino

    31. En primer lugar ordenaron que los criados de la casa trajeran dos tinajas llenas de agua en las que vertieron el contenido de dos pomos de espeso aceite aromatizado que les proporcionó Ruth y con la mezcla lavaron el desnudo cuerpo del rabino hasta el más íntimo de sus orificios, teniendo sumo cuidado de no voltear su cabeza, como era de ritual


    32. En ella depositaron los despojos del gran rabino no sin colocar bajo su cabeza una minúscula urna de madera de sándalo que contenía un puñado de tierra de Israel y que así mismo les había proporcionado la esposa


    33. El lunes, luego de la shmirá{95}, los deudos y amigos se reunieron en la mansión de los Abranavel a fin de acompañar al rabino a su última morada


    34. —De Burgos, soy de Burgos y traigo una encomienda para el gran rabino


    35. Rubén quedó tendido a su lado laxo y feliz, aquella iba a ser la primera mañana que amanecieran juntos, a las cinco todavía no se había dormido y volviendo la mirada observó a su esposo y sintió por él una especial ternura agradeciendo sus cuidados, su prudente actitud, su absoluta devoción y la paciencia infinita que había mostrado hacia su persona, se sintió vacía como mujer pero plena como esposa, ahora ya podría intervenir en las conversaciones de las casadas de más edad, y a la vez sintió un extraño afecto hacia aquel excelente hombre que ocuparía en su corazón, a partir de aquella noche, el hueco inmenso que había dejado en él su padre, el gran rabino


    36. El caso es que vino a instalarse en ésta, para dar clases en jeder{185}, un estudioso de la Torá, por lo visto rabino de reconocido prestigio cuya reputación ha ido aumentando entre los suyos de una forma alarmante, hasta el punto que muchas de las decisiones que afectan a la comunidad a la que pertenece pasan por su reconocida autoridad y su grey le hace más caso que al mismo nasi de su aljama, tal es su influencia


    37. El nombre por el que se le conoce en estos lares es el de Rubén Labrat Ben Batalla pero, según aseveró a mi coadjutor el que dice ser vuestro recomendado, su nombre es Rubén Ben Amía, y su esposa es la hija del que fue rabino mayor de la aljama del Tránsito en Toledo


    38. Ya hay antecedentes de lo mismo, pues sabéis en cuanta consideración y estima se tiene en estos lares a Salomón Ha Levi, rabino de gran fama, que cambió su nombre por el de Pablo de Santamaría, y que al renegar del judaísmo y convertirse a la verdadera Fe fue nombrado obispo de Burgos{186}; ni siquiera se puede decir que tomara en consideración esta propuesta


    39. El obispo de Hispalis, orondo y sanguíneo, cuasi apoplético, aguardaba en pie en medio de la biblioteca a que entrara el rabino de la sinagoga de Triana, dom Rubén Labrat Ben Batalla


    40. La biblioteca de su sede episcopal era el lugar idóneo para recibir al incómodo huésped ya que, siendo la lectura el punto flaco del rabino, pensaba el obispo que viendo la riqueza cultural de sus anaqueles, que guardaban incunables valiosos de las bibliotecas de Alejandría, Damasco y Estambul cuando aún era Bizancio y traducciones recopiladas de la Escuela de Traductores de Toledo, se daría cuenta de que estaba tratando con un hombre de su nivel intelectual que le aconsejaba bien y, sobre todo, al respecto de una serie de actuaciones que podían ser beneficiosas para su comunidad

    41. —Y el precio, según vuestra reverencia, es que este humilde rabino reniegue de una religión que es la madre de la vuestra y que tiene tres mil trescientos años de antigüedad


    42. La cumbre de su dicha la alcanzaron en Sevilla, ya que una casual coyuntura les llevó a saber que el nuevo y afamado rabino de la aljama de la Puerta de las Perlas era Rubén Ben Amía, que años atrás había desposado a la única hija de dom Isaac Abranavel, a cuya muerte asociaban su castigo; entonces, el motivo de su odio tuvo ya un protagonista


    43. El prelado, tras escuchar las razones de Barroso, en una larga perorata puso en antecedentes al bachiller de los inconvenientes que le aportaban las actitudes del tal rabino y así mismo de las soluciones que le había ofrecido sin conseguir que aceptara ninguna de sus propuestas


    44. El rabino subió el escaloncillo de la bemá y tras una inclinación de cabeza hacia el lugar donde se guardaba la Torá se dirigió a sus fieles con una voz cálida y profunda


    45. Aquella mañana, el criado fuese al mesón donde se alojaba Simón a entregarle una misiva en la que le explicaba que no debía acudir a la quinta del Arenal ya que ella había sido citada a presencia del rabino mayor de todas las aljamas de Sevilla junto a su esposo, a fin de escuchar las juiciosas recomendaciones que tuviera a bien hacerles el sabio anciano antes de incoar su separación


    46. Un silencio denso descendió sobre los tres allí reunidos y después el gran rabino habló:


    47. Un rabino jamás, en mi opinión, puede desligarse de sus obligaciones ni defraudar a aquellos que han confiado en él


    48. Los esposos abandonaron el despacho del gran rabino; Rubén, cariacontecido y deshecho, sobrepasado por la circunstancia y consciente de que el paso que iba a dar era definitivo en su vida, sabiendo que sin Esther nada tendría sentido, y Esther, a la que el anciano había adivinado su secreto, notando un peso en su conciencia, sabiendo que por encima de los motivos que en principio había esgrimido para solicitar a Rubén el divorcio estaba sin duda el regreso desde el mundo de los muertos de Simón, que durante toda su vida y aun después de suponerlo fallecido había sido el centro de sus pensamientos


    49. Fue nombrado rabino mayor de todos los judíos de Castilla y durante las persecuciones de 1391 fue el escudo protector de su pueblo


    50. El rabino repitió sus palabras














































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