1.
—Es necesario que la dejéis en el rizo
2.
Vió que los cabellos de la duquesa eran rubios, del mismocolor que el rizo que
3.
Carlos besaba el rizo de oro igual a los suyos, y contemplaba gravementelas
4.
Bembo enel principio de su ejemplar de Lucrecio, donde está la invocación aVenus, rizo que se
5.
ese rizo voluble que ignora el viento,
6.
y el cabello ya no tiene rizo alguno; sin embargo, por los viejos tiempos, sigue siendo,
7.
—La esposa del gran Sha del mundo occidental —y la emperatriz Eugenia aparecía sonriente acariciándose un rizo
8.
Magda, con expresión pensativa, retorció un rizo detrás de su oreja derecha y se miró al espejo
9.
Gregory ahorró durante meses para comprarse una chaqueta de cuero negro y trató de cultivar un rizo sobre los ojos, pero como ningún exceso de gomina lograba evitar el triste aspecto de fleco de su pelo, optó por un peinado corto hacia atrás, más cómodo pero menos adecuado a la imagen de rebelde que hacía temblar de temor y de gusto a las chicas
10.
La fiera se alzó de debajo de la ola e irrumpió en el rizo en el preciso momento en que el surfista viraba contra la corriente
11.
La hechicera agitó levemente la cabeza en su dirección y movió las pestañas inocentemente, retorciendo entre sus dedos un rizo castaño
12.
«Tiene razón la gente, cuando dice que la venganza es el placer de los dioses», pensó, mientras se detenía a estudiar el sello estampado sobre la carátula, considerando cada rizo de la barba del prócer que lo animaba, y simulaba descifrar el inescrutable timbre de la oficina de correos de San Antonio, partiendo una crujiente miga de pan que se había impregnado al remitente
13.
«Mira, Lucila, mira esta que rizo y adorno para ti -dijo atenuando su orgullo con la media voz de la modestia, al mostrar una vela chica que sacó de un hueco del mostrador-
14.
Sus pensamientos volaban lejos y se sentía atrapada en algo parecido al rizo que puede hacer un avión
15.
¿Existe un movimiento de vuelta al campo? Siempre lo hay, en todas las generaciones… No es más que un rizo minúsculo pero ruidoso en medio de una ola enorme
16.
Para mostrar la diferencia, bastará enunciar sólo la «parte de la cola» de la molécula, es decir la parte que queda fuera del rizo de cistina
17.
Se han estudiado las moléculas de insulina obtenidas del páncreas de diferentes especies animales y, salvo en el rizo de bisulfuro, todas ellas son idénticas
18.
Cualquier alteración de los aminoácidos o de su orden de colocación (fuera del rizo de bisulfuro) impide, al parecer, la función de la insulina
19.
También puede introducirse una mutación a consecuencia de un rizo producido en los filamentos durante el proceso de reproducción
20.
» Se me pasa de pronto por la cabeza si la que estaba enamorada de mi madre no habrá sido, rizando el rizo, la tía Reme o Eugenia
21.
La hermosa Anita, después de mil locuras deliciosas obligaba a Carlos a pensar seriamente; le hablaba de su futura posición, mientras lo alisaba los cabellos con su mano perfumada; al deshacerle un rizo, le obligaba a calcular su porvenir
22.
Y rizando el rizo de la prudencia, los especialistas rasparon una franja del mencionado brazo, recogiendo muestras del mármol
23.
Y a pesar del miedo, fui a rizar el rizo en aquel delirante comportamiento
24.
Mientras sujetaba la hebilla, el petardo se elevó- bruscamente, rodando en un rizo Immelmann
25.
–No la asustes, – dijo otra, retorciéndose un rizo del cabello en la mano-
26.
Tierney se enrolló un rizo alrededor del dedo y jugueteó con él
27.
Ella enroscó un rizo con el dedo
28.
¿Alguno de vosotros quiere rizar el rizo conmigo?
29.
Anna volvió a estirarse el pañuelo de encaje y se metió un rizo por debajo
30.
Luego encontró un largo rizo dorado que brillaba a la luz de la mañana
31.
El motor continuaba marchando y al manipular las palancas de las alas empecé a describir unas preciosas espirales, girando como una peonza y rizando el rizo de la manera más inverosímil; y entonces Dar Tarus acudio en mi socorro
32.
Tenía el rostro hinchado y una costra en la frente, semioculta por un rizo
33.
Enseñó emocionada a las otras dos mujeres unos dibujos y un rizo de su hijo
34.
Ahora, ajena a todo, jugueteaba con un largo rizo de su madre enroscándoselo entre los dedos
35.
La vio sentada en el sofá con un puñado de vecinas, con la cabeza alta, tirándose distraída de un rizo mientras miraba el cadáver
36.
Jeff le dio un toque suave al pedal del timón izquierdo y con la palanca de mandos inclinó las alas hacia la izquierda; salió así del rizo que estaban haciendo y se dirigió hacia la masa simétrica de la montaña
37.
Había calor y ruido, y a la mesa había mucha gente, que debía de haber estado también en la iglesia… no importa, no importa, dejémoslos quedarse un rato… La señora Luzhin miraba a su marido, su rizo, su bien cortado traje de etiqueta, y la torcida sonrisa con que saludaba los platos
38.
Hubo un cambio en la expresión del escritor, un cambio indefinible, como un rizo en las aguas quietas
39.
haciendo que la piel formara un largo rizo sobre el hule
40.
Por la tradición, un recuerdo tiene que ser un rizo de su pelo, no su cráneo entero
41.
Inmediatamente Jack mandó quitar el rizo de las gavias y el barco corsario hizo rumbo a Tarento para ponerse bajo la protección de sus potentes cañones
42.
No obstante, sentía una gran alegría cada vez que podía soltar algún rizo y, como ocurría con frecuencia, la fragata respondía aumentando mucho de velocidad y formando con la proa olas mucho más grandes, de manera que la espuma llegaba con rapidez a la popa y Reade, con voz ahogada, gritaba: «¡Diez nudos y una braza, señor, por favor!»
43.
–Quiero comparar la letra de la frase grabada en los anillos que yo tengo tiene una «P» mayúscula ancha, una «o» abierta y «m» con una especie de rizo
44.
–En el relato, he logrado un símil especialmente preciso al comparar el autobús Scenecruiser con rizar el rizo en un parque de atracciones surrealista
45.
–¿Quieres decir que él no cogió el rizo? – preguntó Quoin, que estaba encendiendo la pipa e interrumpió la operación
46.
Otros, entusiastas de la aviación, se afanan porque no deje de verlos el camarero viejo del encristalado bar encaramado en lo alto del aeródromo; al abrigo del viento, como en la jaula de vidrio de un faro, podrá seguir, en compañía de un aviador que no vuela en ese momento, las evoluciones de un piloto que riza el rizo, mientras otro, invisible un minuto antes, acaba de aterrizar bruscamente, de abatirse con el gran estruendo de alas del ave Roc
47.
Tras resaltar un remolino fragmentario en el pulgar izquierdo, dos arcos, un rizo y varias pautas únicas de cicatrices, Ahrimal fue a una copistería y amplió las imágenes para que pudieran ser identificadas claramente por el fax
48.
Le apartó un rizo de los ojos-
49.
Levantó el rizo de salmón prendido en el tenedor, se lo puso en la boca y lo engulló, de cara a Rosemary, que tomaba un sorbo de café
50.
El signo de w (necesario para la expresión de au, aw) era el rizo u o una modificación del mismo ~
51.
Habiéndosele hecho necesario aflojar un rizo, él marinero dejó vacante su asiento
52.
El caza del capitán Abadía se acercó a la tribuna presidencial a cuatrocientos kilómetros por hora, pero parecía flotar inmóvil en el mismo lugar del aire fresco; y a pocos metros dio un rollo en el aire y luego otro —rizar el rizo, lo llamaba el capitán Laverde—, y todo en medio de un silencio de muerte
53.
Desdicha grande fue la de nacer en la católica España a lo largo de siglos de persecución implacable! Ojalá nuestras madres nos hubieran cagado a mil leguas de ella, en tierras otomanas o de negros bozales! Allí hubiéramos crecido libres y lozanos, sin que nadie se metiera en nuestras vidas ni nos aterrorizara con castigos y amenazas! Cuántas veces vimos desfilar enjauladas a nuestras hermanas camino del quemadero! Cualquier gesto o descuido podían delatarnos y conducirnos a las mazmorras del Santo Oficio, debíamos obrar con sigilo, temblábamos de gozo y terror entre las piernas de quienes ofrecían lo suyo a la voracidad enloquecida de nuestros labios, quizás alguien nos había espiado e iría a denunciarnos, qué desgracia nos acechaba tras los breves instantes de fervor y de dicha? Nos sabíamos condenadas y la certeza de nuestra fugacidad nos empujaba a afrontar temerariamente el peligro, el Archimandrita en el que reencarnó Fray Bugeo nos protegió a la sombra de su convento, aquí no encontraréis mujeres sino hombres que huyen de ellas, componen fratrías y visten faldas, los que no corren tras las mozas de la cantina ni solicitan a las devotas en el confesionario se encargarán de vosotras y aliviarán vuestras ansias, éste es el único puerto seguro en nuestros tiempos de iniquidad y miseria, disfrazaos de monaguillos o monjes, vivid entre falsos castrati, fingid gran devoción a Nuestra Señora y afinad el canto en la iglesia, no puedo ofreceros más, extremad la prudencia, cien mil ojos y oídos fiscalizan nuestros actos, registran dichos y movimientos, graban el menor suspiro, ni el KGB ni la CIA han inventado nada, el Gran Inquisidor de estos reinos vela por su quietud y de todo tiene constancia, no confiéis en ningún amante ni amigo, sometidos a tormento podrían traicionaros, acampamos en un universo de fieras, quien no devora acaba por ser devorado a fuerza de envilecernos asumíamos el reto, invocábamos al demonio y sus obras de carne, celebrábamos aquelarres y coyundas bestiales, nos hacíamos encular junto a los altares por los matones más brutos del hampa, escupíamos su espesa lechada en los cálices, la consagrábamos y consumíamos con la misma unción de los Divinos Misterios las obleas eran nuestros preservativos! el odio y aversión del vulgo a las de nuestra especie nos servía de estímulo, instigaba a trastocar sus sacrosantos principios, convertía la abyección en delicia exaltada sangre, esperma, mierda, esputos, meadas, cubrían las ricas alfombras de la iglesia ante la mirada vacía de sus Vírgenes y santos de palo inventábamos ritos y ceremonias bárbaros, coronábamos con flores a los sementales más alanceadores, los proclamábamos Vicarios de Cristo en la Tierra, exprimíamos hasta la última gota del sagrado licor de sus vergas en noches inolvidables que evocábamos con místico rapto mientras prendían fuego a las piras y nos reducían a materia de hoguera entonces bendecíamos la crudeza del destino y la gloria de nuestra audacia, nadie nos puede arrebatar una furia y ardor que se renuevan en el decurso de los siglos, muertas hoy y renacidas mañana, sujetas a la gravitación de una absorbente vorágine, éramos, somos, las Santas Mariconas del Señor listas para todos los desafíos y asechanzas, las devotas del Niño de las Bolas y su Vara de Nardo, hemos sufrido mil muertes y no nos amedrantan los zarpazos del monstruo de las dos sílabas, descendíamos a las simas del Pozo de la Mina y nos dejábamos azotar por verdugos encapuchados, eran inquisidores?, gerifaltes nazis? Incubos revestidos de la parafernalia de las sex-shops neoyorquinas?, los zurriagazos restallaban en nuestras espaldas, nos revolcábamos con beatitud inmunda en los charcos de orina, allí no cabían sonrisas ni humor, sólo gravedad litúrgica, preceptiva de enardecida pasión, misterios de gozo y dolor, crudo afán de martirio, usted mismo nos vio, con cautela o cobardía de mirón, en la época de sus cursos en la universidad vecina, trabados en piña en el cerco de premuras y ahíncos, hasta el día en que topó con un denso e inquietante silencio y de escalera en escalera, túnel en túnel, aposento en aposento, asistió al espectáculo de la gehena, no ya de los mares de luz oscuridad fuego agua nieve y hielo, sino el de cadáveres y cadáveres maniatados, con grillos en los pies y collarines claveteados en el cuello, sujetos entre sí con cadenas, colgados de garfios de carnicero, inmovilizados para siempre en sus éxtasis por el índice conminatorio del pajarraco, debemos recordárselo? usted nos dejó allí, en aquel despiadado abismo, pero nosotras transmigramos y reaparecimos en el círculo de amigas del Archimandrita, de su odiado e inseparable pére de Trennes fuimos las gasolinas de mayo del 68 y desfilamos por los bulevares con nuestros perifollos del Folies Bergére y cabelleras llameantes, abrazamos con efusión todas las causas extremas y radicales, seguimos a Genet y sus Panteras Negras de Chicago o Seattle, coreamos con kurdos, beréberes y canacos consignas revolucionarias e independentistas, rechazamos las tentativas de normalización de nuestro movimiento y su inserción insidiosa en guetos, abjuramos solemnemente de cualquier principio o regla de respetabilidad nauseabunda somos, escúchenos bien, las Santas Mariconas, Hermanas del Perpetuo Socorro, Hijas de la Mala Leche y de Todas las Sangres Mezcladas y lo seremos hasta el fin de los tiempos mientras perdure la llamada especie humana o, mejor dicho, inhumana, ¿no cree? ya sé qué pregunta quiere hacerme, a mí, el fámulo importado de las remotas islas, sobre mi insulso traje de oblato, la adivino en el temblor impaciente de sus labios y la malicia abrigada en sus pupilas, y le responderé antes de que nos despidamos y le dejemos a solas con su asendereado libro por provocación, mi querido San Juan de Barbes! para dar una última vuelta al rizo y cumplir con el papel de garbanzo blanco en mi universo de garbanzos negrísimos!, voy con mi compañera al baile de máscaras animado por la Orquesta Nacional de su barrio, allí arderemos todas las gasolinas y corearemos nuestra consigna, derriére notre cul, la plage, y acabada la fiesta y con la aprobación expresa del bendito arzobispo de Viena y del cardenal romano que, según Millenari, hizo voto perpetuo de homosexualidad, celebraremos una clamorosa sentada frente a la Prelatura Apostólica con nuestros abanicos, penachos, plumas, lentejuelas, collares, minifaldas, tetas de goma, pichas gigantes, para exigir la canonización inmediata de Monseñor en razón de su vida y escritos cuajados de testimonios de santidad irrefutable si quiere acompañarnos, le reservaremos un billete de avión!
54.
Luego describió un arco en un lento rizo y continuó
55.
Luego, cuando había saltado el último resorte de la melodía, la madre comenzaba a sacar retratos y a señalar con el dedo: «Este es mi esposo cuando era teniente, ésta es Angelina de Primera Comunión, aquí estamos los tres junto al mar», y a los retratos seguían las reliquias: medallas, galones, frasquitos de agua milagrosa, el rizo de una abuela, los cálculos renales del esposo, una astilla certificada de la Cruz, una gota de sangre incorrupta de Santa Gema de Galgani… Tales eran los restos de una época feliz