1.
Y yo percibía el roce de tus dedos escarbando la tierra y el
2.
Luego fue la cocción de los alimentos, sustituido por el roce de
3.
los cuerpos, el roce, el tiempo y las heridas, así que en esa lucha se fue rasgando
4.
un roce, un fracaso, pues ningún contacto tiene el poder suficiente
5.
al roce de los cuerpos
6.
Como en un relámpago, sentí el roce de lo divino,
7.
leve roce en aquella susceptibilidad tan despiertapara los otros hijos
8.
agitado y turbulento roce con Felicita
9.
final de la frase se perdió por el roce de los vestidosde las
10.
cuando hacia laentrada oímos un paso rápido y el roce de un
11.
Oigo el roce de las plumas, el ahuecamiento
12.
Pensaba el Comendador que el perpetuo roce del espíritu de Doña Blancacon el de su hija; que la presión
13.
roce de las hojas amarillentas, y loshelechos dejaban caer sus
14.
ráfagasdel viento, barría los vidrios con un roce ligero y la
15.
El roce con la gente de la imprenta había dadoa su franqueza
16.
roce mugriento de lascabezas
17.
El más ligero roce
18.
roce el vestido dela imagen divina
19.
Los transeuntes y los vehículos que se habíanquedado en la ciudad huían delante de estas cargas, y más aún de losinmensos pies, que con un simple roce se llevaban detrás de ellos laparte baja de una esquina
20.
paraprecavernos contra el roce, que pudiera limar y pulir las diferencias,nos
21.
cuando se hasentido el roce de un reptil entre los arbustos
22.
reposo, para que no se inflamase con el roce
23.
menor emoción en su roce conyugal y seprestaba al amor con la pasividad de una
24.
Lo que digo de la palmada, puede aplicarse á lo que experimentorecorriendo con la mano una parte del cuerpo, por ejemplo toda lalongitud del brazo, de suerte que el roce produzca ruido
25.
si el roce con las otras pudieradespanzurrarla, exhibía el
26.
roce de los zajonesde cuero, se apeaba en el patio, mientras su
27.
rezumando grasa por el continuo roce de loscuerpos sucios
28.
escoltándolo y acogiendo conronquidos de satisfacción el roce
29.
El continuo roce con Gabriel hacía germinar en sus cerebros,petrificados por el ambiente
30.
vista fija en los timoneles, sintiendoen sus piernas el roce dé los que empujaban aquel artefacto
31.
atraídas por el aceite de las lámparas,estremeciendo a éstas con el roce de sus plumas
32.
de muchos caballos,y el roce de las ruedas de un carruaje sobre
33.
Ópera,para que su espíritu, cansado del excesivo roce con
34.
repetidas del codazo, del roce, del empujón, de las
35.
con cuidado, porque al menor roce daba consigo en el
36.
Oíase el gemido de la prensa, el roce del
37.
un hombre, estaban ennegrecidospor el mismo roce indolente que adelgaza los pilares
38.
gruñidodel fiero jabalí en el matorral, ya el roce de las hojas secas pisadaspor el gamo,
39.
El roce del hielo contralos bordes no la riza en ondas semejantes á las de la ola en la ribera,sino que la quiebra y la parte en grietas que se cruzan en un laberintode abismos
40.
Sentía en las rodillas el roce de la faldade Ana, más abajo
41.
el roce de sus cuerpos puestos encontacto
42.
rumor que eldel roce de sus espumas en los flancos del navío
43.
El oído, acostumbrado al roce incesantede las espumas en los
44.
roce de lacivilización apenas había logrado un leve
45.
través deéstos un roce, un indicio de que en aquella soledad
46.
confusos yfundidos de la respiración nocturna un roce, un
47.
un roce, el paso de un animal por entre la maleza
48.
acompañado del roce de una piel inerte
49.
Temía á los carruajes; le molestaba el roce de los
50.
aumentado por los ardoresdel whisky; el roce de las mercenarias
51.
roce de los grandes peces quehuían medrosos, con una violencia
52.
provoca el roce de lamujer
53.
tres por lafraternidad de origen y por el continuo roce con la
54.
[21] Culero: Cuero que el peón aplica exteriormente sobre la cintura ylos muslos para evitar el roce del lazo sobre las bombachas en
55.
en roce continuo conel mundo y sus golosinas, lo natural es que
56.
los bienaventurados; el roce deaquellas manos en su cabeza le producían espasmos de
57.
el brazo, que al salirsede entre los cuernos todavía le alcanzó el roce de uno de
58.
derecuerdos, animada por el roce de varias generaciones, con su portada deotro
59.
deCalomarde; mas ya era todo suciedad y mugre lustrado por el roce detantos cuerpos
60.
ella recogiendo las faldaspara evitar el menor roce
61.
dedos de esqueleto y el roce de los viejostafetanes del vestido, así como el de las pieles
62.
sobre el cojín, y se tendió reclinando la cabezaen donde el pañuelo impedía el roce con el paño
63.
Incluso a una distancia de varios palmos, la joven sintió el roce de su ardiente respiración
64.
Reconoció el ligero repiqueteo de sus picos y el suave roce de sus alas
65.
Es verdad que el roce de las imágenes me produce un ligero malestar (sobre todo, si estoy distraído); esto pasará también, y ya el hecho de poder distraerme supone que vivo con cierta naturalidad
66.
Por supuesto, no consiguió animar a nadie, no como mínimo en aquellas primeras horas, cuando ni uno solo de los hechos que ocurría en el hemiciclo -ni siquiera el hecho de que la autoridad militar anunciada no llegase, ni siquiera el hecho de que los asaltantes hubieran permitido la salida del Congreso a quienes no ostentasen la condición de parlamentarios- servía para apaciguar el desasosiego de los diputados: durante mucho rato el cataclismo pareció ineludible y los nervios, la rabia y el comportamiento brutal de los guardias civiles no amainaron, y hacia las siete y media, después de que el parpadeo repetido de la iluminación de la sala hiciera temer a los secuestradores un corte deliberado del fluido eléctrico que fuese el prólogo de un intento de sacarlos del Congreso por la fuerza, el teniente coronel Tejero redobló la vigilancia de los accesos al hemiciclo y exigió a voz en grito a sus hombres que en caso de apagón hicieran fuego al menor roce o movimiento extraño, y acto seguido ordenó descuartizar algunas sillas para armar frente a la tribuna de oradores una pira con que suplir la posible falta de luz, cosa que propagó un escalofrío entre los diputados, convencidos de que una hoguera provocaría el incendio automático de aquel recinto tapizado de gruesas alfombras y maderas nobles
67.
Algunas hojas cobrizas se desprendieron de los árboles y se acumularon sobre las que tapizaban el suelo con un roce siniestro
68.
Inclinándome con el corazón roto, roce con los labios los pliegues de mármol, y luego volví a la casa silenciosa
69.
Ahí gastaba su energía, en el roce con procuradores, actuarios y tinterillos, hasta quedar extenuado
70.
ese roce de besos bajo el agua
71.
La ignorancia es el roce de los pechos nacidos
72.
es el roce de un labio independiente
73.
Y haciendo como que me picaba horriblemente el cuello, me volví y me hice un ovillo para aplacar con el roce de mis dedos la comezón
74.
Ella amaba todo lo maravilloso, todo lo grande, todo lo que estuviera reñido con lo vulgar, y a pesar de una aparente frivolidad, hija del roce y de la educación, en el fondo de su alma sentía profundo desdén hacia los petimetres afeminados de su pequeña corte
75.
Los trabajadores mahen iban y venían dejando oír ocasionalmente algún roce de pies descalzos, mientras por los pasillos de la cubierta inferior, se percibían fugaces visiones de cuerpos negros y marrones llevando los artículos requeridos por los técnicos
76.
Meto la mano, noto el roce leve de las vainas en la piel, el repiqueteo impaciente de las semillas
77.
—¿Y en cuanto a las relaciones personales? ¿Había algún roce?
78.
! Tantos hombres tienen el cuello lleno de quistes y granos, a causa del roce del cuello de la camisa
79.
El ligero vientecillo que curvaba dulcemente las altas cimas de los bambúes producía un ligero roce, suficiente para cubrir el reptar del hombre
80.
Se oía en el fondo de la galería un leve rumor, como un roce
81.
De repente, en el fondo de un largo corredor comenzaron a percibir un atisbo de luz, mientras a sus oídos llegaba un sordo roce que parecía producido por el lejano curso de agua
82.
La mano de su hermana en la- suya, su jadeo asustado, el roce de su cabello salvaje en las mejillas, la expresión cándida de su mirada
83.
Con lentitud y cierta torpeza, porque le temblaban las manos, abrió uno por uno los botones de su blusa y descubrió el hueco tibio de sus axilas, la curva de sus hombros, los senos pequeños y la nuez de sus pezones, tal como los había intuido al sentir su roce en la espalda cuando viajaban en la moto, al verla inclinada sobre la mesa de diagramación, al estrecharla en el abrazo de un beso inolvidable
84.
El roce de una mujer en la calle, la vista de una pierna femenina, una escena del cine, una frase en un libro, hasta el trémulo asiento del tranvía, todo lo excitaba
85.
Sintió en la boca el roce del pelo de ella, aspiró su olor de sirena brava y se abandonó de nuevo a los reclamos del deseo
86.
–Kamal… Kamal… Y siguió un murmullo de palabras en la lengua de ellos, mientras un dedo de la mujer tocaba los labios del hombre y dibujaba su contorno con un roce muy leve
87.
El impacto fue como un martillazo, y Eragon oyó un roce metálico cuando la espada atravesó los eslabones rotos de la malla y se introdujo en la carne
88.
El día anterior, en las oficinas de su compañía discográfica en Santa Monica Boulevard, Manson estaba sentado en un sofá de cuero negro, vestido con pantalones de cuero negro, y cada vez que se movía el roce de los cueros emitía una especie de gruñido grave que se parecía asombrosamente a su voz
89.
Si bien sabía que el roce hace el cariño, y él únicamente veía a la muchacha una vez al año, la notaba muy próxima y muy querida, ya fuere porque su hermana lo tuviera muy al corriente de sus andanzas, o bien porque las mismas denotaban una decisión y un carácter que para su «hijo» Álvaro hubiera querido
90.
Alba, que había imaginado mil veces que estaba preso o le habían dado muerte de alguna manera horrible, lloraba de alegría saboreando su olor, su textura, su voz, su calor, el roce de sus manos callosas por el uso de las armas y el hábito de reptar, rezando y maldiciendo y besándolo y odiándolo por tantos sufrimientos acumulados y deseando morir allí mismo, para no volver a penar su ausencia
91.
Severo se quedó con el roce de esos labios y la medalla apretada en su palma
92.
Permanecí inmóvil, helándome de a poco, mientras ellos hacían el amor voluptuosamente, saboreando cada roce, cada gemido, sin prisa, como si tuvieran el resto de la vida por delante
93.
El roce de una sotana de seda y el apresurado y amortiguado paso de unos escarpines sobre una alfombra les anunció la entrada del prelado
94.
Al punto que el roce de su adamascada almejía con el mimbre del respaldo del asiento sonó en la quietud de la mañana
95.
El grupo de personas que estaba presenciando la agonía guardaba un silencio solemne, de manera que el roce de las bisagras al abrirse la puerta sonó como un trueno
96.
excepto las muñecas y los tobillos, que me duelen por el roce de las cuerdas —repuso Fatty—
97.
Silencio; el murmullo del viento, el susurro de las hojas de las palmeras, el suave roce de las cortinas de seda de la litera
98.
Desde la cocina le llegaba asimismo el sonido del roce del paño sobre la porcelana, así como el del agua, limpiando lo que ya estaba limpio
99.
Detrás de mí, el roce de los pies del monstruo surgió de las piedras
100.
El frío le recordaba el valor de la disciplina y dominio sobre uno mismo, pero más aún le recordaba la placentera sensación que había acabado produciéndole el roce de las prendas que se probaba y sujetaba sobre la piel