1.
Vuelta a contemplar el jardín agrícola en cuyo verdor se destacaban lascabañas de paja con una cruz en el pico del techo
2.
gozar del ambiente puro de la mañana, del verdor de loscampos,
3.
hermoso en plena madurez, buscaba en suaberración el verdor
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verdor de la juventud,mientras que el candor de nuestra perla
5.
De hielo el polo, de verdor la tierra,
6.
Mas quien de la esperanza el verdor pierde,
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verdor eincesantes cosechas que él recordaba; lucía el sol con
8.
Poco á poco sube hacia las cimas el nuevo verdor debosques y de malezas; escala
9.
Esa corta extensión de verdor, que divisan
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dulcemente y coronaban con su verdor esa pacífica yriente
11.
El castillo de Rouxmesnil es una edificación blanca, perdida entre el verdor de un parque de diez
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entornos de una oscuridad subterránea, pero cubiertas del verdor del campo
13.
Rara era la vez en la que no se topaban con alguna de las salvajes bestias de las selvas primigenias, de las colinas cubiertas de verdor o de las onduladas llanuras por las que les conducía su viaje
14.
Tocó Ana con exaltación el verdor triangular de la copa de un roble -le pareció ver un nido en una de las ramas más altas- y un segundo después el enorme murciélago se posó en la hierba
15.
El río va a la derecha del camino, su paso lo señalan la albura de los álamos y el verdor de la huerta que produce tomates, lechugas y otras legumbres; al lado contrario se enseña el erial, que es campo de color pardo y habitado por escuerzos y caza menor
16.
Lucas se detuvo unos momentos antes de bajar los escalones de la entrada para contemplar el impecable verdor del prado y el estanque de los patos
17.
Los robles eran antiguos y enormes, con las ramas tan entrecruzadas que impedían casi por completo el paso de la luz, y avanzamos horas y horas por un mundo de hojas húmedas de intenso verdor y entre profundas sombras
18.
Todos mis trabajos resultaron baldíos; nadie me supo indicar el medio que yo buscaba, y ya empezaba a sentirme completamente desesperado, cuando un día, paseándome por los jardines que rodean la ciudad, queriendo olvidar mis pesares con el espectáculo de aquel delicioso verdor, llegué a la puerta de un espléndido jardín de árboles magníficos, con cuya sola contemplación hallaba descanso el alma dolorida
19.
Una vez encendida, se recostó en su asiento y dejó que sus ojos descansaran con el fresco verdor de los jardines de fuera
20.
Cuando el sol volvió a estar tan bajo que rozaba las copas de los árboles, alcanzaron la cumbre de una colina, y Meggie descubrió a sus pies la cinta oscura de un camino en medio del verdor del bosque
21.
Entonces, se replantearon la situación: al frente, tenían el ancho mar impenetrable; a la izquierda, el inhóspito desierto; a la derecha, cruzando el Estrecho, la invitadora costa europea, un verdor que atraía a los hombres del desierto
22.
La violenta tormenta, con su descarga de lluvias torrenciales, excepcional si se tenía en cuenta el momento en que se había producido, y la gran extensión que había cubierto, era la causa de tanto verdor desacostumbrado que provocaba un renacimiento primaveral en las estepas; abundaban no sólo las hierbas sino también las flores de infinidad de colores: lirios enanos de color púrpura y amarillo; peonías de muchos pétalos rojo oscuro, lirios de manchas rosadas y arvejillas cuyos tonos abarcaban desde el amarillo y el anaranjado al rojo y el púrpura
23.
El verdor de los bosques que rodeaban mi casa parecía antinatural, una exuberancia imposible en comparación con los cobrizos y dorados del desierto
24.
Y la primavera y el verdor
25.
"Podría pensarse que volvimos al principio del mundo y pronto aparecerán los dinosaurios", pensaba Lavinia, distrayéndose en la contemplación del verdor irrumpiendo sobre el paisaje
26.
En la orilla opuesta del vasto golfo, Calígula señaló con el dedo Un pequeño edificio blanco engastado en el verdor vegetal
27.
Las ramas del nogal cubrían la ventana de un verdor espeso
28.
Alrededor aparecían campos que no estaban subdivididos y se extendían con su tierno verdor sobre suaves collados; ricas residencias rurales bordeaban el camino, y durante horas y horas anduvieron entre las rejas doradas de los jardines, cruzaron varias veces el mismo río de lenta corriente y muchas veces, por encima de sus cabezas, escucharon el tronar de los trenes que pasaban por los viaductos construidos sobre altas arcadas
29.
El verdor grisáceo fue sustituido por el tono parduzco de la tierra, del polvo y de numerosos peñascos
30.
A medida que avanzaban, el dorado del desierto ganaba al verdor de las palmeras, y el terreno comenzaba a ondularse, primero en sutiles elevaciones, luego, en altas dunas
31.
Casi había pasado un día, según indicaba los relojes que había en la pared, cuando el primer claro apareció indicado en el verdor de los mapas del tiempo
32.
El valle mismo estaba alfombrado de abundante hierba, mientras que aquí y allá se veían flores silvestres que interrumpían el verdor con sus encendidos colores
33.
Ramas de todos los tamaños, grandes y pequeñas, que la ferocidad del huracán arrancaba de cuajo, surcaban el aire entre el verdor de unas plantas que parecían un torbellino vegetal, llevando la muerte y la destrucción a un sinfín de infelices moradores de aquel pobladísimo mundo silvestre
34.
La región por la que pasaba resplandecía de desenfrenadas bellezas de verdor tropical
35.
Mientras contemplaba aquel muro impenetrable de verdor, creyó
36.
Dispuse algunas columnas aquí o allí, para que el blanco mármol destacase contra el oscuro verdor de los setos, y me hice con algunos patos para el estanque, así como con unas cuantas tórtolas blancas que pronto se acomodaron en un pequeño palomar colocado en alto, entre los delgados cipreses
37.
y en medio del verdor levantóse pronto un palacio
38.
El viejo mantenía el rumbo pisando las hojas del año anterior, resbaladizas de agua, saltando y bailando como un demente en el maelstrom de verdor bullicioso como un trasgo de la lluvia, surgiendo grotesco e ígneo de la casi total oscuridad en la rápida eclosión de un relámpago
39.
Cuando entraron en la capa superior de la atmósfera, Obi-Wan creyó detectar la anomalía marrón de un desierto o fisura en la gran masa de verdor, pero ésta enseguida desapareció
40.
Casi inmediatamente, el nivel del suelo se elevó, de modo que pudieron contemplar el desierto gris que se extendía a ambos lados, mientras que allá delante había follaje, verdor, la sugerencia de unas colinas
41.
El coche se deslizaba a lo largo de una calle en la que casas de madera pintadas de vivos colores se escondían entre el oscuro verdor de los jardines
42.
Terminó por comer completamente solo fuera, en medio del verdor
43.
Estaban descargando ladrillos de un rojo agresivo bajo el sol, tanto más agresivos cuanto que contrastaban con el verdor del follaje
44.
Pero el verdor tras el presbiterio de San Esteban es completamente diferente: aunque la localidad estuviera dentro de las murallas de la Ciudad Nueva, en la creación de Morstadt la periferia tiene rasgos definidos, y también su magia
45.
En ese paraíso de verdor, que tenía fama de ser una de las calles más apreciadas de la capital, se respiraba calma
46.
Sin embargo, con la decadencia de la civilización griega, se talaron los bosques (posteriormente, la isla jamás recuperaría su frondoso verdor) y la gloria de la isla también llegó a su ocaso
47.
El médico que le visitó a la mañana siguiente le recomendó descanso, una estancia en algún lugar tranquilo…; «donde a su alrededor todo sea verdor», aconsejó el médico
48.
Y Luzhin canceló una sesión de ajedrez a ciegas que tenía programada y se marchó al lugar que acudió inmediatamente a su imaginación cuando el médico le habló de verdor; en su interior sintió un vago agradecimiento por el grato recuerdo que le indicó con tanta oportunidad el lugar necesario, resolvió todas las dificultades y le instaló en un hotel conocido, donde ya le esperaban
49.
Pero la tétrica soledad fue el ambiente en que resurgió su grande espíritu con pujantes bríos, decidiéndose a afrontar la situación en que le ponían los hechos humanos y determinando en su voluntad la querencia de mejor vida, conforme a inveterados anhelos de su alma No salía ya de su oscura madriguera sino al amanecer, y se encaminaba por la Puerta de Toledo, ávido de ver y gozar los campos de Dios, de contemplar el cielo, de oír el canto matutino de las graciosas avecillas, de respirar el fresco ambiente Y recrear los ojos en el verdor risueño de árboles y praderas, que por abril y mayo, aún en Madrid, encantan y embelesan la vista
50.
La pradera, con su silencioso verdor sumido en los tintes del invierno, nos separaba al uno del otro
51.
La región era más agreste que los bosques ingleses: el alto toldo de las copas entrecruzadas de los árboles no dejaba pasar la luz del sol, pero el monte bajo era de un verdor exuberante y tupido, y entre él pululaba una fauna variada
52.
Antes los tranvías suburbanos aún llevaban a los obreros por diez centavos a sus colonias de casetas de madera cubiertas de verdor, las que, bajo la "asistencia" de la república de Noviembre, debieron enajenar o dejar en estado de abandono, porque o bien los tranvías se hallan completamente paralizados o los precios de los viajes se han hecho prohibitivos
53.
Había llegado un martes y era por tanto el quinto día, un día de apariencia primaveral después de la tempestad y la recaída en el invierno; un día delicado y fresco, con nubes limpias en el cielo azul claro y un sol moderado sobre las vertientes y el valle, que habían recobrado su verdor estival, pues las primeras nieves estaban condenadas a fundirse rápidamente
54.
Un vasto parque de un verdor lujuriante, con árboles llenos de hojas, olmos, plátanos, hayas, abedules, ligeramente en la coloración de sus hojas frescas, lustrosas, y cuyas cimas se hallaban agitadas por un ligero murmullo
55.
Un arco iris se tendía oblicuamente por encima del paisaje, un arco completo y nítido, de un esplendor puro, de un resplandor húmedo, con todos sus colores que, untuosos como aceite, resbalaban sobre el verdor espeso y reluciente
56.
Los troncos de la popa eran resbalosos como cáscaras de plátano, debido al musgo y algas, y aunque el roce de los pies había abierto un sendero a través de ese verdor y habíamos puesto una ancha tabla donde el hombre de guardia pudiera tenerse, no era fácil conservar el equilibrio cuando una ola grande alcanzaba la balsa
57.
El aire allí era distinto, olía a verdor y a tierra húmeda, pero la luz era muy débil
58.
Los días más largos y cálidos estaban convirtiendo los jardines en un laberinto de verdor
59.
En las aguas del Gran Canal y en sus riberas había la agitación de siempre; aglomeraciones de gente en los puentes, viendo cómo surcaban las aguas góndolas, vaporetti o lanchas que dejaban a su paso estelas de espuma sobre el oscuro verdor del agua
60.
Empujó la puerta flexible, salió al espeso verdor del pasillo y desapareció
61.
Podía sentir el verdor en el suelo, desenrollándose
62.
Aquí me tienen una vez más en las ondas de Radio Amazonas, la primera emisora del Oriente Peruano, para llevar al hombre de la urbe cosmopolita y a la mujer de la lejana tribu que da sus primeros pasos por las rutas de la civilización, al próspero comerciante y al humilde agricultor de la solitaria tahuampa, es decir, a todos los que luchan y trabajan por el progreso de nuestra indomable Amazonía, treinta minutos de amistad, de esparcimiento, de revelaciones confidenciales y alturados debates, reportajes que causan sensación y noticias que hacen historia, desde Iquitos, faro de peruanidad engastado en el inmenso verdor de nuestra selva
63.
entre dos paseos o un refugio contra un chaparrón, una de esas moradas en las que cada salón parece un gabinete de verdor y donde en el empapelado de las habitaciones, las rosas del jardín en una, los pájaros de los árboles en otra, nos han seguido y nos acompañan, aislados del mundo -pues eran viejos papeles en los; que cada rosa estaba lo bastante separada como para cogerla, si estuviera viva, cada pájaro para enjaularlo y domesticarlo, sin nada de esas grandes decoraciones de las estancias de hoy donde todos los manzanos de Normandía se perfilan, sobre un fondo de plata, en estilo japonés para alucinar las horas que pasamos en la cama-, yo pasaba todo el día en mi cuarto, que daba a los bellos follajes del parque y a las lilas de la entrada, a las hojas verdes de los grandes árboles a la orilla del agua, resplandecientes de sol, y al bosque de Méséglise
64.
No una figuración de este campanario, del campanario mismo, que, poniendo así ante mis ojos la distancia de las leguas y de los años, había venido, en medio del luminoso verdor y de un tono muy diferente, tan oscuro que parecía solamente dibujado, a inscribirse en el cristal de mi ventana
65.
Y la verdad es que, oyendo a esta mujer que, después de pasar por tantos lugares, verdaderamente ilustres, conserva sin embargo en su palabra un poco del verdor de la palabra de una mujer de pueblo, una palabra que nos muestra las cosas con el color que en ellas ve nuestra imaginación, se me hace la boca agua con la vida que ella me dice haber llevado allí, trabajando cada uno en su celda, y donde todos se reunían en el salón, tan espacioso que tenía dos chimeneas, a comer y a enhebrar unas charlas de tono elevadísimo, alternando con pequeños juegos, haciéndome pensar esta mansión en la que evoca esa obra maestra de Diderot, Lettres à Mademoiselle Volland
66.
Tiró de Lelia a través de la puerta y la hizo entrar en un patio empedrado rodeado de un jardín que empezaba a renacer con el verdor de los primeros días de la primavera
67.
Cambiando sólo el giro del sol y la interposición de las nubes, los grandes campos de mullido verdor seguían allí siglo tras siglo
68.
Volvieron por el camino cubierto de verdor
69.
Con un trote lento entró en el pasadizo cubierto de verdor abierto a través del espeso follaje de la selva
70.
Mientras él trabajaba en el verdor exuberante y la caliente humedad de un territorio salvaje, yo me estrellaba como rata enloquecida contra las paredes de cemento del apartamento en Caracas, siempre mirando hacia el sur y contando los días para el regreso
71.
Todas las ruinas, los ennegrecidos esqueletos de los edificios, que parecían mirar con desesperación hacia el verdor de la colina, resonarían ahora con los martillazos de los constructores
72.
Las esterillas de la habitación brillaban con el verdor del agua en un estanque
73.
¿Cuántas veces se había molestado ella en asomarse a la ventana para contemplar el maravilloso verdor del paisaje antes de que todo empezara a salir mal? Moraine y ella habían luchado con todas sus fuerzas para salvar al mundo, pero se habían quedado sin nada con lo que disfrutar de él
74.
Detrás de la casa las colinas formaban grandes masas apretadas, tapizadas con el verdor del verano, frondosas y sosegadas
75.
Ahora sólo se veía a unas cuantas Doncellas; en cuclillas bajo un cedro que todavía conservaba cierto verdor, lo miraron con curiosidad
76.
De vez en cuando sumergía la cara, abriendo los ojos a la delgada película de verdor, dejando que le lavara dulcemente las cuencas de los ojos
77.
En breve se presentaria el sublime momento de transición en que el sol poniente despide sus últimos y más brillantes rayos, intensificando el color de la hierba y de los árboles de modo que hasta el aire mismo se tiñe de verdor
78.
En cambio, herbajes y pastos de crecimiento rápido alcanzaban ya la altura del pecho y su verdor juvenil, difuminado en un matiz pardusco, indeterminado, entre verde y oro, se extendía hasta el horizonte
79.
Era un lugar donde había cazado urogallos de los sauces y perdices blancas, así como toda una variedad de animales, desde la marmota hasta el ciervo gigante que encontraban en aquel paraje seductor un verdor al que no podían resirtirse
80.
Ayla solía contar un nuevo año en su vida al terminar el invierno, y la primavera del decimoctavo fue resplandeciente por la profusión de flores silvestres y el lozano verdor de los retoños tiernos
81.
El director despedaza también la ropa interior de Gerti, y desnuda toda su ruinosa fachada; pronto, aunque sea fuera, fuera del gastado maletín, aparecerá un amable verdor, ¡sólo uno o dos meses más de invierno! El viento de la marcha y los pocos hombres que vuelven a casa deben contemplar tranquilamente el edificio a cuya cálida sombra el director se ha revolcado
82.
Víctor y Vicente entraron en la mezquita por la Puerta de los Deanes para hallarse de inmediato rodeados de verdor en el Patio de los Naranjos
83.
A través de los cristales del vagón, y con un tiempo sereno, aparecían el paisaje variado de Behar, montañas cubiertas de verdor, campos de cebada, maíz y trigo, ríos de estanques poblados de aligatores verdosos, aldeas bien acondicionadas y selvas que aun conservaban la hoja
84.
Marcelo, aplicando un ojo a aquella abertura, reconoció, con viva satisfacción, que, al otro lado, se extendía el parque tropical, con su eterno verdor y su temperatura de primavera
85.
Iban a mantener una reunión en las antiguas dependencias policiales, en un hermoso edificio amarillo rodeado por el verdor de un parque
86.
interminable preñado de verdor y de rocío, entre los que resultaba de todo
87.
Los árboles se cubrían de hojas, y el gris y el negro del invierno se desvanecían bajo el verdor
88.
Cerca del pilar caído se veía una estatua tan cubierta de maleza que lo único que se vislumbraba por encima del verdor era un rostro liso de piedra blanca vuelto hacia los nubarrones de tormenta con que el pintor había llenado el cielo
89.
Por la noche, la vista de Las Vegas desde la montaña resultaba un innegable espectáculo, pero Elliot no podía comprender qué otras razones existirían para elegir vivir aquí en vez de en otras partes de la ciudad, más antiguas y con mayor verdor
90.
En un par de generaciones humanas la gentil mano de Wina, la diosa de la tierra, devolvería a aquel lugar el verdor y la fertilidad de antaño
91.
Ante él, ensanchándose hacia el sur desde las estribaciones de las montañas, resplandeciente al sol del atardecer, se extendía una ancha franja de verdor
92.
—¡Es soberbia! —exclamó Dolly, viendo la casa, grande, pero bien proporcionada en sus tres dimensiones, en sus huecos; con esbeltas columnas y otros bellos adornos; y que resaltaba, con aspecto grandioso, entre el verdor, de diferentes matices, de los árboles del jardín
93.
Misáianes llegó para extinguir el tiempo de los hombres, el tiempo de los animales y del agua, del verdor y de la luna, el tiempo del Tiempo
94.
De vez en cuando miraban el frondoso verdor que cubría los pueblos y las aldeas
95.
La magia sartán devolvió el verdor a las plantas muertas, reparó los edificios desmoronados y borró toda huella de destrucción
96.
Una pulverización lechosa que brotaba del estuario desenroscaba sus chales de seda por ese vasto escenario de agua y verdor